Feliz fracaso
En los próximos días explicaré en un par de posts cuando, como y porqué me he arruinado dos veces. Explicaré que aprendí de cada una de mis derrotas y, sobretodo, que he dejado de hacer para no repetirlas. De hecho ahora, cuando noto el áspero aroma de la ruina, la identifico a tiempo, la racionalizo y actúo en consecuencia. El éxito es proporcional a la suma de fracasos. Sumar ilusos soñadores exentos de heridas con experimentados emprendedores que te muestran sus fracasos como cicatrices de un matador es lo ideal. Cómo combinarlo y en que dosis mezclarlo será la clave. De momento hoy hablaremos del extraordinario valor que aporta un buen y feliz fracaso.
Que la nueva administración anuncie el aumento de impuestos es símbolo de que acepta la reducción del consumo y con esto la parálisis industrial, el aumento de paro y la detención del mercado. Con la reducción de obras, cierre de empresas públicas y otros ejercicios de imprescindible ajuste presupuestario en la administración, se logra oxidar aun más todo ese engranaje ya bastante deteriorado por culpa de una sobreexplotación y calentamiento exagerado durante un quince años. ¿Cómo puede alguien decir que confía que con las medidas adoptadas de austeridad lo que se está gestando es la recuperación económica? Es de párvulos que eso es sencillamente falso.
Veamos donde estamos y que tiene que ver con la oportunidad de fracasar brillantemente. Hemos vivido años excepcionales y lo normal es que en épocas de chorizos y vino nadie gestione el riesgo. Pocos se prepararon para las turbulencias, salvo algunos espabilados que tenían información privilegiada y hacían lo contrario a lo que proclamaban (léase algún banco que vendió todo su patrimonio a seis meses de la explosión de la burbuja) u otros que leían blogs y foros donde de esto se avisaba con criterio y análisis en contra de la versión oficial y los insultos consecuentes.
Aunque parezca tarde para afrontar con garantías este momento, no lo es del todo. La gestión del riesgo es algo que se conoce bien desde donde estuve la semana pasada, en Colombia, México y California. Me cuentan como afrontan las crisis consecutivas, las quiebras de sistema repetidas y los maremotos inflacionistas sucesivos y es para maravillarse. Basarse en la experiencia de otros errores y equivocarse mejor puede ser la base del emprendedor del día de hoy. Si se analizan esas quiebras anteriores podremos prepararnos para el futuro inmediato. Por ello, una crisis no es más que un punto de inflexión, no necesariamente a mejor, pero si un momento de cambio. Es a partir de ese instante, justo cuando esa situación difícil se evidencia que debemos adoptar un modelo de gestión diferente, no hay otra opción. El FMI nos anuncia una nueva recesión. Great News!! Ya he dicho en alguna ocasión que “la recesión es una gran noticia para los que están emprendiendo”.
No hay un escenario más específicamente ideal para los emprendedores que la crisis (yo la considero un cambio de modelo), y cuanto más profunda mejor. A medida que se obtienen mínimos ingresos, incluso nulos, a medida que entendemos que es eso del negocio sin ingresos, veremos como las grandes estructuras de la economía tradicional se desmoronan, se debilitan. Será entonces, justo es ese momento, cuando los que ya provienen de la crisis estructural al propio hecho de emprender, que encontrarán su resquicio, su grieta por la que meterse. La economía de mercado actual está en plena depresión, tiene un tronco público deteriorado al máximo y produce que la empresa dependiente de la administración en cualquiera de sus estamentos esté tocando sus peores momentos. La fisura en la economía se agranda, es momento de colarse.
Aunque suene a oportunismo voraz no lo es, es algo más sofisticado y tiene que ver con la capacidad que cada uno tiene para encontrar en sus errores las soluciones. Los que quieran seguirme que vengan, algunos no pensamos parar. El camino está plagado de piedras que vana a afectar a unos más que a otros. Soy optimista, y lo soy todos aquellos que montamos negocios todos los días, no tanto para los que viven del momio, los que se esfuerzan en hablar y hablar y no hacer y no hacer. Lo mejor que pudo pasarme en la vida fue arruinarme dos veces completamente. Ayuda a entender que tras eso sólo hay otra oportunidad para arruinarte por tercera vez y en el tránsito construyes algo, si sale bien, lo repites, si sale mal, lo mejoras.
¿Cómo lo hacemos? Pues con valor. Enfrentaros a la regulación excesiva, a la crisis financiera, a la propia recesión, al círculo vicioso de los protocolos, encontrad la oportunidad digital, la renovable, la de escuchar a los clientes descontentos de nuestra competencia, solicitad la ayuda colectiva para el control de costes, acumular eficiencia, retened el talento alrededor vuestro, aliaros con vuestro enemigo, transaccionar con proveedores, revisad si vuestro modelo de negocio no se ha quedado obsoleto y apostad por cambios que lo viabilicen cueste lo que cueste, aunque lo cueste todo y te lleve al cierre, en ese circuito habrás aprendido lo necesario para el próximo proyecto. Trabaja por la reputación digital de tus ideas, pues con ello aumentarás la confianza en tu propia aventura y eso te ayudará a no paralizarte.
Si estás paralizado como un alce en medio de la calzada de noche justo cuando un camión le hace luces para que se aparte, utiliza todo lo que tienes a tu alrededor. Te adelanto que ya no tienes lo que otros tuvieron hace unos meses: el desempleo de golpe o las ayudas que se recortarán obviamente. Sólo te queda gestionar bien el miedo al fracaso.