¿De qué hablan las maquinas?
Al despertar escuché un cuchicheo de lejos. Eran mi cafetera y la nevera charloteando. No le di importancia, suelen hacerlo siempre al empezar al jornada. La tostadora no entra en debates y más cuando el asunto es acerca de consumo de calorías o ir de compras. Café intenso pero con la justa tasa de fortaleza que a mi me gusta. Es lo que mi cafetera inteligente considera adecuado para empezar bien el día. Sin embargo mi nevera, también inteligente, suele tener consideraciones mucho menos aplicadas al sabor sino que se enfoca en aspectos más técnicos. Le gusta comprar lo justo, de alto valor nutritivo y se lee todos los indicadores orgánicos descartando siempre aquello que, su sistema operativo, considere aditivo, innecesario o que pudiera causarme algún inconveniente en el futuro.
La suerte es que ‘KubiRubiko’ siempre atempera los nervios en casa y se encarga de que la ‘sangre’ no llegue al río. Es el sistema central de control de mi hogar, mi gran aliado, el justo y equilibrado señor de mi casa. Controla el consumo, la emisión a la carta (su carta) de música, cine o noticias sobre cualquier superficie de mi apartamento que previamente ha filtrado, analizado, resumido, estructurado y presentado, sin perder tiempo ni hacérmelo perder a mi. Todos vivimos felices, nos comunicamos mucho. A veces, incluso, lo hacemos con personas.’
No es ciencia ficción. Que no lo veamos no quiere decir que no esté pasando. O, en el mejor de los casos, está a punto de pasar. La tecnología no nos entrega el futuro, lo empaqueta en papel celofán y espera que nosotros mismos saquemos conclusiones. Si el resultado que obtenemos es lo mismo pero con nuevos ‘juguetes’ estaremos fracasando. No se trata de ‘hablar entre objetos’, es un cambio esencial del comportamiento moral y social de toda nuestra especie lo que se está larvando.
Deberemos aceptarlo. Mejor dicho, deberán. Todo cambia y lo hace porque la tecnología nos hace más inteligentes. Se pongan como se pongan, los hoteles cambiarán, los taxis, los periodistas, los directores de revistas como esta, o lo que se os ocurra, cambiará. Todos estamos afectados y es cuestión de alegrarse por ello. Saber más nos hace avanzar. Sobretodo porque cuando sabes más detectas lo que está mal, sabes que algo necesita de arreglo. Si no sabes nada nunca podrás saber que aquello ‘iba mal’. Por eso nos dirán que todo eso de los robots, las cosas hablando entre si y la evolución natural de la tecnología puede ser muy malo. El infierno de silicio le llamarán. Pero eso no tiene porque ser así.
Los robots no son malos. Ni buenos. Son el futuro como lo es tu hijo o el mío. De ellos es todo esto. Nosotros solo estamos con la puerta entreabierta, ellos la abrirán de par en par. Siéntete importante. Has vivido, estás viviendo y seguiremos en el futuro disfrutando el hecho de ser parte esencial de todo cuanto va a cambiar el mundo. Algo parecido a la posthumanidad bien entendida. La evolución natural de nuestra especie ha empezado un nuevo paso, probablemente el estadio en el que tratemos directamente con objetos inteligentes, pero aceptemos que ellos, entre si, también dialoguen para servirnos un mundo más eficiente y mejor.
Robots, software, conocimiento, cambio. Tecnología a toda velocidad. Ahora, por primera vez y a diferencia de otras revoluciones, la tecnología disponible está en las manos de cualquiera. La minoría poderosa ahora es la que se siente amenazada. Si antes podían establecer los criterios y las bases del uso de esa tecnología, ahora eso no es así.
Obviando problemas que se han asentado y que pondrán en juego todo este bucólico escenario, ‘peak oil’, reservas, superpoblación y colapso entre divisas, este podría ser el principio de un mundo mejor en manos de todos, con mayor conocimiento, capacidad para decidir, para emprender nuestros propios proyectos, con la eliminación de intermediarios y con una conjunción casi imperceptible entre máquinas y humanos. En este tercer número de Westinghouse vas a poder adentrarte en este mundo inminente que da sus primeras muestras de cómo va a ser y no se olvida de cómo es ahora mismo. Volvemos a mostrar ‘la hoja de ruta aparente’.
¿De que hablarán las maquinas? Vete tu a saber, seguramente de lo mismo que nosotros. Lo único que podemos tener en cuenta sobre ese dialecto imperceptible es que ya es una lengua más, un escenario de comunicación entre los que ahora son sólo objetos adquiriendo conocimiento y aprendiendo artificialmente y un mundo que trastocará el nuestro donde las propias máquinas serán capaces de rebatir, dudar y opinar acerca de lo que nosotros les ordenemos.
El futuro puede ser mucho mejor, pero dependerá de los que lo estamos construyendo, los que de algún modo, tenemos la responsabilidad de convertirlo en un lugar habitable para nuestros nuevos inquilinos. Vienen, seguro, mejor aceptarlo y hacerlo cómodo. La mayoría de ellos ya están aquí y ni lo sabemos. Están por todas partes sólo que aún no han aprendido a comunicarse con nosotros o, sencillamente, no tienen nada que decirnos todavía. Todo llegará.
*Editorial del número 3 de la revista digital económica Westinghouse Future Economy. Actualmente disponible sólo para iPad pero durante este mes de marzo estarán ya disponibles las versiones en Android y Smartphone.
El concepto trabajar en la Nueva Economía
La velocidad con la que circulamos por la historia cada vez es mayor. Hace una década no existían las empresas que ahora marcan nuestro día a día de manera irremediable. Compañías que no tan sólo son parte de todo lo que nos afecta sino que además son las más valoradas económicamente en algunos mercados de valores. Hace cinco años no existían tampoco una gran cantidad de ‘oficios’ que ahora son los más demandados. Curioso ver también como esos nuevos modelos laborales se basan en otros procesos profesionales que nada tienen que ver con el pasado.
Yo trabajo muchas horas al día. De hecho me cuesta separar el trabajo de mi propio ocio personal e individual. Cuando no afecta a nadie, mis lecturas, paseos y diversión gira entorno a aprender algo que mejorará mis proyectos, a reflexionar sobre alguna nueva idea o a conversar sobre mis sueños que suelen tener algo que ver con lo digital, lo emprendedor o la vinculación a personas con ese espíritu. Dice un buen amigo mío que ‘si odias los lunes es porque aun no estás haciendo lo que te apasiona’.
Mi familia sabe que me encanta hablar de los elementos que me afectan en mi vida profesional porque tiene que ver con mis instintos, sueños, valores y metas. Mis amigos suelen tener vínculos en mi entorno profesional o, como mínimo, saben de que va. El deporte me enlaza con el sacrificio y la superación y cuando escribo o hablo en público también tiene ese tono que domina mi paisaje mental y emocional. Y no soy adicto al trabajo, soy adicto a soñar, lo cual, os aseguro, es algo muy distinto.
Hace muchos años fui un adicto al trabajo. Dedicaba mi vida a una agencia de compra y venta de acciones, luego a otra de inversiones y también a otra proyectos digitales. Trabajaba mucho obsesionado por los resultados y poco por el recorrido. Terminó el día que descubrí que si quería disfrutar de la vida, atendiendo que me gustaba trabajar, debería de hacerlo en aquello que me permitiera tocar el cielo de vez en cuando con los dedos.
Los sinsabores que he vivido no los recuerdo aunque me enseñaron. No pienso en pasado, aburre. Pienso en cada uno de los millones de segundos que me quedan por conquistar, los centenares de personas que con las que trabajaré en los próximos mil años.
Volver a poner el trabajo en el centro de los valores porque el trabajo de hoy debe ser concebido como experiencia íntima y emocional, como factor de conquista de algo más que dinero o reconocimiento, debe ser abiertamente un propósito de satisfacción moral y del conocimiento. Trabajar para aprender, para innovar socialmente e individualmente.
Existe la concepción de que eso del trabajo es un atraso de la humanidad y por eso buscamos métodos para minimizar su carga. Es cierto que cada vez ‘trabajaremos’ menos según esa manera de describir el trabajo. Vamos a una sociedad donde el elemento laboral deberá ser considerado como algo muy distinto y de calificación diferencial según lo que se logre con ello, pero a la vez cada vez ocuparemos más tiempo en ese crecimiento personal vinculado a ‘estructuras conectadas entre lo laboral y lo personal’. Por poner un ejemplo podemos ver que los profesionales más demandados este año pasado en Linkedin están centrados en profesiones inexistentes hace muy poco como marca el gráfico acompaña el post de hoy.
Trabajar debe recuperar el valor del progreso y la innovación como factor social y personal. El hombre ha progresado por ese esfuerzo en el trabajo, por esas ganas de construir, de creer y de inventar. Arte, cultura y trabajo constituyen los elementos de evolución que el hombre ha precisado históricamente.
No estoy hablando de la cultura del esfuerzo, o el sacrificio, que es otra cosa y que suena más a penitencia y sumisión, a explotación y entierro, no, yo apelo al valor del trabajo como elemento de progreso, no como distorsión de la libertad individual. Yo quiero liderar mi vida, marcar sus fases y establecer mis metas.
Aquí cabe la descripción del concepto intraemprendedor, emprendedor y soñador, y cuesta más incorporar otros que buscan en el trabajo, de manera lícita por supuesto, otras derivadas menos alimenticias. En la Nueva Economía se hace difícil utilizar esos modelos de separación entre lo que es laboral y lo que no. Probablemente la pasión con la que vivas la vida también marcará lo que quieras hacer en lo profesional.
Aquí os dejo los 10 puestos laborales más requeridos en Linkedin actualmente y que hace tan solo cinco años no existían. Esto va muy rápido en los modelos, en los tipos y en las maneras.
Hipersociedad inminente
El pasado viernes ofrecí una conferencia titulada “la hipersociedad inminente” donde repasé los factores por los que considero que vivimos tiempos inéditos y seguramente históricos. Estamos ante un cruce único en la historia entre la forma en que los modelos de producción y los de transmisión de conocimiento están cambiando de manera evidente nuestro entorno. Si en la antigüedad el hombre empezó diversas revoluciones como la lítica con la que la creación de lanzas con puntas de piedra talladas permitió la división del trabajo, la de la domesticación de las especies que el hombre pudiera ser sedentario y con ello apareciera la propiedad privada, hasta la revolución industrial o la tecnológica. Hoy vivimos otra la digital. La diferencia con otros momentos de la historia es que esta se produce justo cuando también sucede una quiebra en el modelo de transmisión del conocimiento y que este confluye con los mismos elementos y herramientas. La manera en que el hombre ha ido revolucionando esa transmisión ha sido a partir de los jeroglíficos, la escritura, la imprenta y lo digital. Ahora confluyen para cambiarlo todo definitivamente como nunca antes había sucedido. Pensemos.
En este punto me quedé para adentrarme en un entorno económico con nuevos modelos de negocio en tiempos duros. En un entorno económico en K.O. técnico, hay que adaptarse para sobrevolar los tiempos duros que aún quedan por soportar. En ese nuevo territorio aparecen conceptos como la economía relacional o de la atención, donde las nuevas aportaciones que las redes sociales y los escenarios digitales distribuidos ofrecen un canal claro para ajustar costes y cristalizar modelos. Tenemos múltiples ejemplos de cómo empresas minúsculas lograron destacar en esos escaparates socializados.
La cúspide del debate entorno a esos nuevos entornos está colonizada por el famoso asunto de los derechos de autor y los activos que pueden ser copiados. En este sentido y para diferenciar factores me interesa que se comprenda que cuando algo es libre, no necesariamente es gratis y que en esa libertad de copia e incluso en su gratuidad puede estar la clave del negocio. Sabemos de grupos musicales que venden más y de manera reiterada por que entregan gratis en un modelo “freemium” algunos de los temas de sus nuevos productos.
Durante un debate sobre economía del futuro (curioso compuesto) tuve una recriminación por parte del público criticando que mi discurso era una repetitiva exposición sobre que el “mundo ha cambiado mucho y que sólo nos quedaba una opción: adaptarnos”. La verdad es que, aun respetando la opinión, me reitero en mi posición. Digamos que en los entornos económicos actuales el valor que más peso específico supone es la de “no erosión” o la de reducir al máximo los elementos que intermedian entre la creación de un producto y el consumo del mismo.
Los sectores financieros, la administración, los medios, la industria y otros siguen empecinados en contrarrestar el peso de lo inevitable: que el usuario o cliente determina y que la ley de la economía básica habla que la supervivencia de un producto se somete al principio de “más rápido, más barato, menos difícil”. Eso les incluye a ellos. Las administraciones, el gobierno inclusive, deberían de atender esas nuevas fórmulas puesto que empecinarse en la protección de los modelos enquistados en los modelos inmóviles y los deberes asumidos no nos conduce más que al vagón de cola de una economía que no va a esperarnos otra vez.
Lo han hecho con un sistema bancario quebrado por su mala cabeza, lo han hecho con el modelo de fusiones que busca salvaguardar oficinas y estructuras analógicas en una banca cada vez menos presencial y más digital, lo han hecho con el modelo de gestión pública que sigue dependiendo de antiguas fórmulas vinculadas a la democracia participativa en lugar de la democracia deliberativa, lo han hecho con sus enquistadas orgías de debates inservibles en los que una oligarquía sigue decidiendo, lo han hecho manteniendo a base de subvenciones insultantes a mastodontes industriales que fabrican cosas ineficientes como automóviles que no se venden, lo han hecho con los recortes en innovación, lo han hecho con todo. Me temo que los que debieran liderar un proceso determinado siguen presidiendo la pasividad, la incomprensión de la oportunidad que supone la nueva hipersociedad y sus retos, en un cambio de modelo que dejó de ser crisis hace mucho a pesar de que ellos siguen actuando, parcheando y gobernando como si lo que vivimos fuera algo puntual y no estructural. Así nos va, que lo gratis y lo libre se confunden como se confunden la deuda y el déficit, sin embargo, el cambio se está produciendo ante sus narices, lenta y inexorablemente, con paso firme y todo lo digital y sus derivados socioeconómicos han llegado para quedarse. Todo va a cambiar como ahora mismo cuesta imaginar.
Fotografías: Javier Sandín
Centroamérica Emprende
Hace algún hice referencia a que “durante estos últimos tres años se han producido en el conjunto del mundo más cambios que en los últimos tres siglos. La centenaria banca de inversión ha desaparecido, internet se ha hecho ubicuo y móvil, el poder sistemático de las redes sociales se ha desplegado sin límites y en el norte de África eso ha conducido a identificar el valor del conocimiento compartido”. Por primera vez en la historia de la humanidad, la verdad se construye colectivamente. Si todos los implicados en los cambios nos identificáramos veríamos que somos muchos. Sabemos que una amalgama imperfecta de ciudadanos conectados y relacionados en red son capaces de vender con pocos recursos como una multinacional, comprar organizadamente a costes reducidos y a, colectivamente, cambiar los modelos de producción y distribución por el cambio sistemático de elementos que conforman la cadena de valor.
En este ecosistema plagado de ideas debemos navegar. Los que antes entiendan que deben impulsarse en entornos digitales complejos como las redes sociales serán mucho más eficientes. Pero como en todo, hay un peligro evidente. Aquellos que se dejan llevar por el estatus electrónico, por la gestión puntual de esas redes sociales porque “queda bien” o “todos lo hacen” se equivocarán. El uso de facebook, twitter, blogs o cualquiera otra herramienta no te introduce en la matería orgánica que compone el ecosistema de la internet social. Creer que un Community Manager es capaz de gestionar estrategias complejas o de alto valor por el mero hecho de ser un nativo digital es un error, precisa formación de alto valor. Los daños y perjuicios que puede provocar la gestión ineficiente puede ser catastróficos.
Hace una década que recomiendo analizar muy bien lo que significa adentrarse en ese modelo socioeconómico llamado “Sociedad del Conocimiento”. Es algo mucho más complicado que “hacer cosas en las redes sociales”. El catálogo de fracasos es amplio: políticos o administraciones que se meten sin más asesorados por un recién experto y empresas que lo hacen con agencias de comunicación tradicionales.
El gestor de estrategias en redes sociales es un investigador eficiente que se mueve entre la gestión integral de marca y la frabricación de plataformas para captar talento colectivo. Acercar el conocimiento a los entornos en los que debemos interactuar es el reto para un entorno como Centroamérica que aparece en los primeros puestos de los ránquings de crecimiento en el uso de internet, redes sociales y dispositivos móbiles. Sin embargo el tiempo pasa y este entorno continua “jugando” a estar en las Redes Sociales en lugar de convertirse definitivamente en una región inteligente plagada de circuitos que fabriquen Conomiciento a partir de esos entornos sociales más transversales. Vivo muchos días al año en esta zona del planeta. Siento que ante todos sus habitnates se muestra la gran oportunidad de lanzar un mensaje de modernidad. Si bien los desequilibrios son evidentes y la formación está aun lejos de los estándares exigibles, el camino está trazado y la hoja de ruta se compromete con el entusiasmo de sus gentes por sentirse más libres y útiles. Son gente maravillosa ante la oportunidad de subirse en el tren de la historia.
Que en internet no está El Dorado es evidente, que en la vida digital no está la solución de todos los graves problemas de este entorno también, pero que a partir de la Nueva Economía Centroamérica puede dar el salto definitivo para embarcarse en la vanguardia del mundo si lo creo. Llegó el momento de averiguar a que se van a dedicar los hijos de todos ellos: ¿a depender del conocimiento ajeno o a exportar inteligencia?
La oportunidad de Centroamérica
Estoy proyectando en Latinoamérica. Emprendiendo en lugares como Panamá, Costa Rica, Colombia, Mexico y Honduras. Colaborando con partners en más de 20 países. Ayudando a otras empresas a instalarse o a simplemente a vender desde Europa sus productos aquí. Pero todo eso no es lo más enriquecedor, lo que más apasionante está resultándome, es estimular las emprendedurías de esta zona. Poco a poco estamos trabando una red de emprendedores centroamericanos que se irá trasladando al resto de países emergentes de toda América a fin de estructurar una plataforma de start-ups de base tecnológicas. Os iré comentando, es un reto inmenso, es, tal vez, lo más complejo que he hecho en la vida, pero estoy disfrutando. Entre la inteligencia emocional de muchos jóvenes que aquí se lanzan a montar sus empresas, el ánimo de todos ellos y la necesidad de enlazar con los miles de emprendedores europeos que ofrecen complementos y sinergias, estoy seguro que la plataforma que lidera mi equipo será un éxito. Si no lo fuera, os aseguro que el camino está siendo enriquecedor como nada antes. Me gusta focalizar en Centroamérica cuando explico todo esto porque simboliza lo que comento a la perfección. Esperamos salir a finales de año con todo preparado con doble sede en Costa Rica en el entorno Intel y en Panamá en el entorno de la Ciudad del Saber.
Hace algún hice referencia a que “durante estos últimos tres años se han producido en el conjunto del mundo más cambios que en los últimos tres siglos. La centenaria banca de inversión ha desaparecido, internet se ha hecho ubicuo y móvil, el poder sistemático de las redes sociales se ha desplegado sin límites y en el norte de África eso ha conducido a identificar el valor del conocimiento compartido”. Por primera vez en la historia de la humanidad, la verdad se construye colectivamente. Si todos los implicados en los cambios nos identificáramos veríamos que somos muchos. Sabemos que una amalgama imperfecta de ciudadanos conectados y relacionados en red son capaces de vender con pocos recursos como una multinacional, comprar organizadamente a costes reducidos y a, colectivamente, cambiar los modelos de producción y distribución por el cambio sistemático de elementos que conforman la cadena de valor.
En este ecosistema plagado de ideas debemos navegar. Los que antes entiendan que deben impulsarse en entornos digitales complejos como las redes sociales serán mucho más eficientes. Pero como en todo, hay un peligro evidente. Aquellos que se dejan llevar por el estatus electrónico, por la gestión puntual de esas redes sociales porque “queda bien” o “todos lo hacen” se equivocarán. El uso de facebook, twitter, blogs o cualquiera otra herramienta no te introduce en la matería orgánica que compone el ecosistema de la internet social. Creer que un Community Manager es capaz de gestionar estrategias complejas o de alto valor por el mero hecho de ser un nativo digital es un error, precisa formación de alto valor. Los daños y perjuicios que puede provocar la gestión ineficiente puede ser catastróficos.
Hace una década que recomiendo analizar muy bien lo que significa adentrarse en ese modelo socioeconómico llamado “Sociedad del Conocimiento”. Es algo mucho más complicado que “hacer cosas en las redes sociales”. El catálogo de fracasos es amplio: políticos o administraciones que se meten sin más asesorados por un recién experto y empresas que lo hacen con agencias de comunicación tradicionales.
El gestor de estrategias en redes sociales es un investigador eficiente que se mueve entre la gestión integral de marca y la frabricación de plataformas para captar talento colectivo. Acercar el conocimiento a los entornos en los que debemos interactuar es el reto para un entorno como Centroamérica que aparece en los primeros puestos de los ránquings de crecimiento en el uso de internet, redes sociales y dispositivos móbiles. Sin embargo el tiempo pasa y este entorno continua “jugando” a estar en las Redes Sociales en lugar de convertirse definitivamente en una región inteligente plagada de circuitos que fabriquen Conomiciento a partir de esos entornos sociales más transversales. Vivo muchos días al año en esta zona del planeta. Siento que ante todos sus habitnates se muestra la gran oportunidad de lanzar un mensaje de modernidad. Si bien los desequilibrios son evidentes y la formación está aun lejos de los estándares exigibles, el camino está trazado y la hoja de ruta se compromete con el entusiasmo de sus gentes por sentirse más libres y útiles. Son gente maravillosa ante la oportunidad de subirse en el tren de la historia.
Que en internet no está El Dorado es evidente, que en la vida digital no está la solución de todos los graves problemas de este entorno también, pero que a partir de la Nueva Economía Centroamérica puede dar el salto definitivo para embarcarse en la vanguardia del mundo si lo creo. Llegó el momento de averiguar a que se van a dedicar los hijos de todos ellos: ¿a depender del conocimiento ajeno o a exportar inteligencia?
Es la Nueva Economía, idiota.
Empieza un nuevo curso, una nueva oportunidad para el cambio. En mi caso he decidido intentar ser algo más idiota, si eso es posible. A pesar de que hay que ser un iluso para no ver que el monstruo no ha desistido, que no se alejó dejando a su presa tranquila, que lo peor no ha pasado y que las heridas que hemos sufrido en la defensa de su primera agresión no tendrán tiempo de cicatrizar, he tomado la decisión de no darle importancia. A pesar de todo ello, me niego a hacer una lista de todo lo malo que se cierne sobre nuestras existencias de color rosa. Y me niego porque tras pasear por algún paseo marítimo de este país, uno comprueba que el que se preocupa es porque quiere. Los grandes datos, las cifras macroeconómicas en rojo sangre no son nada comparadas con una buena mariscada a crédito o una fiesta VIP de tres días financiada en doce cómodas cuotas. La verdad es que siendo idiota se vive mejor. Que lo malo llegará es evidente, pero mientras no llegué que me quiten lo bailao.
Voy a dejarme de preocupar de que el 86,75% del ahorro del Fondo de Reserva de la Seguridad Social esté invertida en papeles de Deuda Española. ¿Por qué voy a preocuparme? Digamos que eso es motivo de tranquilidad, quiere decir que el gobierno se fía de su capacidad para gestionarla. No vayan a ser mal pensados, agoreros o catastrofistas creyendo que es muy arriesgado que uno se juegue todas sus opciones en la misma tirada. Al fin y al cabo, ¿cuántas familias no han calzado sobre su hipoteca avalada por su vivienda, otro crédito al consumo sujetado por el contrapeso de la primera de las deudas? Que tire la primera piedra quien no haya hecho lo mismo que el gobierno. Si a la mayoría le ha ido bien, si son legión los requetehipotecados que siguen disfrutando de vacaciones de lujo riéndose como la cigarra, ¿porque no le va a ir igual al todopoderoso Estado?
Voy a dejar de preocuparme por los Ayuntamientos de este país, por si van a entrar en quiebra a puñados. Alguien lo pagará, ya veréis. No me preocuparé viendo que el consumo minorista cae, pues ya bajarán los precios y todo volverá a su cauce y esos que decían que “la deflación era algo muy malo” tendrán que comerse sus propias palabras con sobrasada mallorquina. No voy a preocuparme más por el paro. Seguramente la mayoría de los que están en paro encontrarán trabajo tarde o temprano. Además, hay un montón de ayudas para que eso no sea un trauma. Por ejemplo, la prórroga de los 400 euros es un acto de responsabilidad política que tranquiliza una barbaridad. Además, la nueva reforma laboral aventura que los parados son una especie que se extinguirá en breve. Ya lo veréis.
Preocuparse por la crisis sistémica es de tonto a las tres. ¿Desde cuando una crisis de tipo sistémico puede afectar a España? ¿No recuerdan cuando Zapatero (amigo íntimo e inseparable del otro gran enviado desde un Universo paralelo, un tal Barack) decía que eso que llamaban crisis en medio planeta aquí no dejaba de ser una “desaceleración” controlada? Pues eso, ahora tampoco va a ser para tanto. El mundo se arreglará y España no va a ser menos. Total, que cierren 1000 microempresas y PYMES al día desde principios de año es un saneamiento gradual de nuestro sistema económico. ¿Qué mejor?
Les aseguro que no pienso preocuparme por cosas sin importancia. Ahora lo que me va a ocupar es un esfuerzo integral en idiotizarme al máximo. Dejaré de leer el crecimiento negativo del PIB interanual contando desde hace un par o tres de años y lo empezaré a comparar con el inmediatamente anterior, así me engañaré profesionalmente y me parecerá que ya salimos de la recesión técnica. No volveré a pensar en crisis (última vez que pronuncio esta palabra que creo están pensando borrar de la Wikipedia) ni en que, ahora con la guerra sucia al déficit público, los ministerios van a generar una sequía inversora que seguramente provocará lo contrario a lo que esperan. Pensar que reducir inversión pública y aumentar impuestos va a generar que el déficit no decrezca sino todo lo contrario, es una indecente apuesta por ensuciar la democracia. Como yo soy demócrata no pienso llevarle la contraria al gobierno, ni a doña Elena, válgame Dios.
Aunque si me permiten un motivo más íntimo, más real y menos irónico, les diré que para poder enfrentarme al día a día como emprendedor o como gestor de empresas lo mejor es apartarse un poco de ese panorama. Dicen que emprender en este país es difícil, que es cosa de locos, pero también es obligatorio alejarse de la realidad durante ese proceso. Si bien se debe atender a las dificultades, los sueños deben buscarse independientemente de la mierda que tengamos alrededor. No obstante una cosa es obviar la realidad y pelearse con el escenario que nos ha tocado vivir y otra es negarla.
Acepto que ya no es necesario seguir anunciando el final del mundo. Ya no son cinco o seis los que cada día enumeran el sinfín de pruebas y elementos que así lo hacen ver. No parece necesario seguir insistiendo en todo ello. Pero, no obstante, me niego a olvidar los nombres y caras de sus responsables. Una cosa es obviar, otra negar. Que el territorio a cruzar es un barrizal está claro, que lo embarraron unos tipos en concreto también, que hay que prepararse para una segunda recesión es algo que ya descuentan hasta los que votarán a Trinidad Vacunas Jiménez.
A cambio, propongo hablar de la otra economía, la que ha venido a llamarse Nueva Economía. Para ello deberemos hacer cada semana un doble análisis. Por un lado interpretaremos algún dato de la economía tradicional y la enfrentaremos a las opciones que tenemos desde puntos de vista más innovadores. Una Nueva Economía basada en conceptos como la Economía Digital, los negocios sin ingresos, el consumo relacional, las energías sustitutivas, los patrones financieros del futuro, los nuevos espacios de inversión, los productos mejor capacitados según que países, la gestión económica en red y en lo social, la emprendeduría colectiva, la vinculación entre universidad y empresa,
El incendio no está extinguido, sólo parece controlado. Sin embargo parece que el viento volverá a soplar y en varias direcciones reactivando las llamas. Dependiendo de en que planta o estancia estemos del edificio, y antes de que colapse, deberemos buscar la salida de emergencia más cercana. Aquí intentaré aportar alguna para los que cada día se enfrentan a la dura empresa de abrir sus negocios, montar nuevos proyectos, internacionalizar sus ideas o buscar el escaso trabajo que existe.
Tal vez todo esto sea innecesario pues, como dicen, seguramente no hay de que preocuparse. ¿Verdad?
Artículo publicado en mi columna semanal de Cotizalia
La revolución del conocimiento
En una ocasión un senador romano propuso que los esclavos llevaran brazaletes blancos, porque según él, éstos se habían hecho tan ubicuos que ya no había manera de distinguirlos de la ciudadanía. Su idea fue rechazada por el Senado, con la razón de que “si los esclavos supieran cuán elevado es su número podrían acabar con nosotros“. Quienes nos gobiernan piensan parecido. Creen que si los ciudadanos supieran cuan elevado es el número de individuos interconectados en red, y sobretodo la capacitación de esos enlaces, seguramente su estatus peligraría.
Durante estos tres años se han producido en el conjunto del mundo más cambios que en el conjunto de los últimos dos siglos. La centenaria banca de inversión desapareció y los sistemas reguladores están todavía bajo revisión. Fue necesaria una masiva inyección de dinero público para salvar el sistema en el momento que la economía tradicional y sus modelos se pusieron en entredicho. Es por eso que, si analizamos con exactitud que representa todo ello, nos daremos cuenta que estamos sufriendo un cambio de paradigma, una regeneración estructurada a partir del conocimiento y el valor del talento global.
Sigo intentando situar el escenario, hablar de un ecosistema que se resiste a morir pero que se regenera poco a poco hasta el punto que pronto parecerá otro. Es imprescindible escribir de modelos de creación, de territorios de conquista y de que podemos hacer para padecer lo mínimo posible. Me apetece explicar la forma poliédrica de ese nuevo sistema que se agarrará con fuerza a conceptos como la inteligencia distribuida, a los prejuicios dospuntoceristas, a la gestión moderna y a la gestión del futuro.
Es preciso que hablemos de los cubículos del conocimiento, del talento global, de pensar diferente, de pensar compartiendo, de conectar cerebros, de cuenta de resultados como deceso de las ideas, del efecto contagio de la colaboración, de la garantía de la exclusividad como valor del compartir, del caudal de pensar conjuntamente y no tanto en equipo, de cambios inevitables, de gestión del conocimiento en las organizaciones del futuro, de modelos y razones de las comunidades virtuales, de alianzas de éxito como valor democrático de las empresas más débiles, de sociedades dinámicas, de las ventajas de esta crisis, de los negocios transparentes y de la recesión permeable.
En eso me pongo ahora mismo, los que entiendan que esos conceptos son los vértices de un polígono repleto de ventajas, tendrán muchas más herramientas para decidir. Cuantos más seamos más sentido tendrá llevar ese brazalete, esa pulsera de la verdad, del conocimiento, del pensar por nosotros mismos. Es momento de razonar, de emprender, de construirnos de manera individual a partir del conocimiento y no tanto del discurso oficial, para entre todos ir estimulando nuestro entorno en modelos económicos nuevos.
Estamos a las puertas de una revolución como ya lo estuvieron otros antepasados, sólo que esta vez es digital, orgánica, distribuida y global. Hace algún tiempo, al confluir diversos factores se reprodujeron sistemáticamente otros grandes cambios. La revolución industrial y tecnológica fueron grandes elementos de cambio, y convivieron con una crisis sistémica que adelantaba una mutación real y evidente en todos los estadios de la economía. La manera de traducir aquellos cambios siempre condujo a mejores escenarios pero también con una fractura notable del propio sistema. El modelo financiero actual que se sustenta en un crecimiento del valor del dinero por encima del coste real del capital, ha provocado un desajuste insalvable a estas alturas, pero considero que más que una causa, no deja de ser una consecuncia de algo mucho más transversal y que la tecnología de la información ha acelerado.
Hace ocho décadas vivimos el crack del 29, hace 15 la crisis de la década de los 90 y hace cinco la primera terquedad del sistema expansivo basado en las punto com. Hoy vivimos un modelo crítico que parece disponer de las caracterísiticas de las tres. Esa encrucijada de modelos en crisis nos habla de una crisis mucho más compleja. Un final de fiesta que no debe ser visto como algo negativo. Es una gran oportunidad para atender con ímpetu y valentía esa nueva revolución, una nueva etapa que me gusta definir como la revolución del conocimiento.
La revolución del conocimiento surgirá del valor de las cosas y no del coste de las mismas, será el momento de las grandes factorías de ideas, de pensamientos, de dudas, de estructurar la fabricación en base a su precio esencial y no tanto al especulativo. La especulación no es mala por definición pero si por derivación. Especular es algo intrínseco al hombre pero cuando lo que genera es desvalorar otros elementos de las cosas entonces es nocivo. La especulación es esencial cuando valora expectativas, cuando anima, cuando genera riqueza de pensamiento.
Ahora que el dinero es un bien natural y no un elemento práctico para la compra, el valor ya no se da por el interés de las cosas si no por la producción de las mismas. El sentido del patrimonio ha cambiado y con ello el paradigma económico también cambiará. Esta crisis es la mayor de las oportunidades que hemos tenido en los últimos dos siglos para establecer nuevos modelos de negocio, nuevos sistemas de relación financiera, nuevos vínculos entre empresa y gobierno, nuevas estrategias mucho más justas y, en definitiva, una nueva generación de ideas que fuercen los cambios imprescindibles que este mundo precisa.
En esta nueva era, en este nuevo ecosistema plagado de ideas, en ese nuevo mar en el que deberemos navegar, los que antes entiendan que deben impulsarse con vientos desconocidos, los que sepan que es tiempo de veleros y no de lanchas motoras, esos sobrevivirán, crecerán y serán mucho más felices. Los que escuchen a sus mandatarios, a esos dirigentes aparentemente perdidos, a esos que cambian sus previsiones una y otra vez, los que esperen de ellos que les ayuden a sobrevolar este momento crucial de la historia sufrirán mucho más.
No es momento de subsidios sino de purgas, no es momento de alargar agonías sino de amputar aquello que está podrido. El sistema es demasiado duro y robusto como para permitir un parto sin dolor, pero el sistema no es inmune. El momento está cerca y me ilusiona enormemente que así sea. Deseo un mundo mejor para mi hijo, mejor que este. La oportunidad está a diez metros de nuestra propia existencia, algunos amigos que aquí se dan cita ya han empezado a caminar hacia ella, otros lo harán pronto, al final todos.
¡Felices vacaciones a todos!
El Tren De La Nueva Economia
Nadie se libra del deterioro si no se pone las pilas. En concreto, en términos de posicionarse en la considerada “nueva economía”, es preciso mantener la actualización. Algo que a los EUA empieza a fallarle con respecto a sus capacitaciones en la red y la telefonía. La falta de presupuesto aplicado en derivados tecnológicos empieza a afectar a su ya perdido liderato. Ahora son otros como Suecia o Singapur que se ponen a la cabeza. Si vamos al detalle descubrimos que hace mucho que los americanos no lideran este elemento de la modernización de la economía. Ha sido el Foro Económico Mundial quien a través de su informe “disponibilidad de redes” que difunde la Escuela de negocios Insead ha puesto a cada uno en su sitio.
Nadie está vacunado contra la competitiva búsqueda de la excelencia en una economía global, tecnificada y drogodependiente de la sociedad del conocimiento. Cabe poner en duda que los que dirigen ese país tengan verdadero interés por lograr que el conocimiento y la inteligencia social se difunda con facilidad y libertad descontrolada por las redes, pero en todo caso lo que sabemos es que van perdiendo el tren del futuro mucho más rápido del que nadie se está dando cuenta.
En teoría, para no perder ese tren, Obama ha previsto gastar 16.000 millones de dólares en modernizar el sistema de Internet del país para que los estadounidenses se conecten a redes de banda ancha desde cualquier punto. AT&T ha dicho que los teléfonos inteligentes están saturando la red. Ahora la culpa será de Steve Jobs. Otros países, los considerados emergentes, recortan espacio en estos factores de un modo extremadamente rápido. China acepta la inversión privada cuando le conviene y la India realiza subastas del especto inalámbrico a toda velocidad.
¿Corre peligro el modelo de capital tecnológica para redes que ahora posee EUA? ¿Seguirá siendo Silicon Valley la capital de la gestión del conocimiento para redes del mundo? No lo sé, pero lo que si sé es que los inversores buscan los territorios que les facilita empezar negocios. También cabe aceptar que la modernización de las redes permite adaptar herramientas que ayuden a proveer mejores condiciones de vida.
Por cierto, España está en el 34, bajando del 24 que estuvo en 2005. Si queréis mejor ancho de banda que la que ofrecen las operadoras españolas capitaneadas por la “punible” Telefónica podéis ir a países como Bahrein, Estonia, Chipre o, incluso, Portugal.