A la espera de la lluvia de millones. ¿Preparados para reiniciarlo todo?
El gobierno español y muchos agentes económicos tienen puestas sus esperanzas en los fondos europeos que han costado sangre, sudor y lágrimas. Para sacar adelante este país ante la que se avecina, España recibirá140.000 millones de euros a repartir en varios años. La cuestión no es la cantidad, sino si ese dinero será bien utilizado. En primer lugar debemos dimensionar adecuadamente esto. Inicialmente debemos hablar únicamente de 26.000 millones, que son solamente dos décimas del PIB, algo que, desde luego, no va a cambiar la naturaleza de la economía española. En segundo lugar, los fondos desembarcarán en el mejor de los casos a partir de la segunda mitad del año. Si para entonces, ya tenemos la vacuna bien implementada, la economía española estará creciendo fuertemente. Aquí hay dudas. Pero pongamos que sí. Entonces los fondos vendrán a impulsar un crecimiento que ya se va a producir y pueden producir precisamente problemas adicionales, problemas de inflación. Un concepto del que nadie habla, pero que en algún momento volveremos a ver generando problemas de consumo pero que ya trataremos cuando llegue.
El gobierno español y muchos agentes económicos tienen puestas sus esperanzas en los fondos europeos que han costado sangre, sudor y lágrimas. Para sacar adelante este país ante la que se avecina, España recibirá 140.000 millones de euros a repartir en varios años. La cuestión no es la cantidad, sino si ese dinero será bien utilizado. En primer lugar debemos dimensionar adecuadamente esto. Inicialmente debemos hablar únicamente de 26.000 millones, que son solamente dos décimas del PIB, algo que, desde luego, no va a cambiar la naturaleza de la economía española. En segundo lugar, los fondos desembarcarán en el mejor de los casos a partir de la segunda mitad del año. Si para entonces, ya tenemos la vacuna bien implementada, la economía española estará creciendo fuertemente. Aquí hay dudas. Pero pongamos que sí. Entonces los fondos vendrán a impulsar un crecimiento que ya se va a producir y pueden producir precisamente problemas adicionales, problemas de inflación. Un concepto del que nadie habla, pero que en algún momento volveremos a ver generando problemas de consumo pero que ya trataremos cuando llegue.
El problema añadido es que no tiene ninguna pinta de que se vayan a gastar bien, o ni tan siquiera que se vayan a gastar todos esos fondos. Recordemos que España ha sido muy mala en eso de invertir fondos europeos. De hecho solo ha ejecutado el 39% de los fondos estructurales de la UE en los últimos años. Siempre ha tenido problemas para gestionar las ayudas que le llegaron antes de la pandemia. Hasta bien entrado el año pasado, España solo había ejecutado el 39% de los fondos estructurales concedidos por la Unión Europea y aún tenía un 20% de estas ayudas pendientes de asignación. De los cerca de 56.400 millones de euros en fondos estructurales concedidos a España para el período de 2014 a 2020, solo se habían gastado 22.000 millones de euros, otros tantos estaban en tramite y unos 11.275 peligraban porque ni siquiera se habían asignado.
Deberíamos preguntarnos a qué se debe y cómo solucionarlo. Apunto dos motivos: el primero, la excesiva burocracia y, el segundo, las dificultades financieras de muchas comunidades autónomas. Como se trata de proyectos co-financiados, muchas comunidades no tienen el suficiente músculo financiero para afrontar los proyectos. Ahí se paran.
Pero vayamos a la situación actual. El plan de inversiones tiene que presentarse antes de marzo y tiene que estar sujeto a algo importante. Las inversiones tienen que ir de la mano de reformas. Y esto es lo que viene a decir el artículo 16.3 del borrador actual sobre esas ayudas. La Comisión del Parlamento Europeo dijo explícitamente que ‘todos esos fondos están condicionados a los objetivos europeos de recuperación y modernización de las economías’ pero en base al cumplimiento de lo que se llaman directrices europeas específicas para cada país.
Por decirlo claramente, todo se sujeta a las tareas pendientes que la Comisión pone todos los años a los distintos países. Tareas que son fundamentalmente en base a tres reformas: la del mercado de trabajo, la reforma del sistema de pensiones y la reforma del sistema educativo y de la formación profesional. Todo eso tiene que estar en el programa. Ese famoso artículo 16 dice explícitamente que ‘si no se cumplen con esas reformas no habrá desembolso’. ¡Chimpum! Por lo tanto, no es dinero gratis, es a cambio de reformas económicas a las que el gobierno no está muy por labor pero que son innegociables. Por cierto, reformas que nos vienen bien y que ojalá se hagan.
Espero que seamos capaces de reconducirlo todo y replantear definitivamente el modelo productivo. Un ejemplo básico para ver lo monumental del trabajo pendiente. Sabemos que el sector más importante en España, tanto en producción como en empleo, es el que engloba al comercio mayorista y minorista, el transporte, el alojamiento y los servicios de alimentación, que supone un 23,5% del valor añadido total y un 29,6% de los puestos de trabajo. Por comparar, el sector con más peso productivo en la economía alemana es la industria, que genera un 24,3% del valor añadido. En España, en cambio, la industria ocupa el tercer lugar por valor añadido, con un 16,1%, y el cuarto lugar en volumen de empleos, con un 11,3%.
Si esos fondos son para darle la vuelta a eso, deberíamos localizarlo en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (“España Puede”) para acceder a los recursos del programa europeo Next Generation UE. La idea es crear 800 000 empleos en sectores innovadores, lo que implica coordinación y mejor legislación laboral, la capacidad de generar y gestionar proyectos para absorber esos millones a medida que lleguen y la capacidad de garantizar la creación de empleo estable y de calidad.
Escribí hace meses que en el futuro no se va a reconstruir nada. Recientemente el foro de Davos ha titulado así su edición virtual de este año. En toco caso vamos a un ‘reset’ que puede ser una gran oportunidad. Gestionar el tránsito no será sencillo pero, y depende de todos, escalar hacia ese nuevo mundo, más tecnológico, más humano, menos injusto y más sostenible, está más cerca que nunca. Perder esta oportunidad sería un error mayúsculo que pagaremos caro, especialmente nuestros hijos.
La última bala tras un triple 'shock' económico
En Europa llevamos más de un mes congelados. Tras las primeras noticias de algunos casos puntuales de infectados por coronavirus, llegó la bofetada que supuso descubrir que el epicentro de la pandemia se había trasladado a la puerta de nuestras casas. Tras esa sorpresa, llegaron las dudas y, tras ellas, las decisiones. La mayoría de países europeos cerraron sus fronteras y decretaron el estado de alarma unos, o de confinamiento otros. La consecuencia inmediata fue la paralización de los flujos económicos y se nos explotó frente a nuestras narices una situación económica inédita. Una crisis de triple ‘shock’ económico y que tardará todavía unos meses en materializarse con toda su envergadura y violencia.
En Europa llevamos más de un mes congelados. Tras las primeras noticias de algunos casos puntuales de infectados por coronavirus, llegó la bofetada que supuso descubrir que el epicentro de la pandemia se había trasladado a la puerta de nuestras casas. Tras esa sorpresa, llegaron las dudas y, tras ellas, las decisiones. La mayoría de países europeos cerraron sus fronteras y decretaron el estado de alarma unos, o de confinamiento otros. La consecuencia inmediata fue la paralización de los flujos económicos y se nos explotó frente a nuestras narices una situación económica inédita. Una crisis de triple ‘shock’ económico y que tardará todavía unos meses en materializarse con toda su envergadura y violencia.
Y hablo de una triple crisis, por lo menos en su origen, pues estamos ante un ‘shock’ de oferta, sucedido por otro ‘shock’ de demanda y, finalmente, un ‘shock’ en el valor de los activos. El primero se produjo cuando se decretó el cierre del flujo económico de un modo u otro. Se obligó a cerrar tiendas, comercios, bares y restaurantes, a cancelar viajes y a cerrar el espacio aéreo. El flujo económico quedó quebrado y, en una fase posterior, se canceló cualquier actividad económica no esencial.
La economía es un puzzle complejo y cuando una pieza no aparece es muy difícil componer el conjunto. Y la realidad es que hemos perdido un buen número de piezas. A esa falta de oferta se le sucedió la falta de demanda. No hay necesidad de comprar nada que no sea de carácter primario. El bloqueo de los flujos económicos ya es una realidad. A estos dos candados se sumó una caída de todos los mercados. El valor bursátil se desplomó al inicio de la crisis sanitaria y no logra remontar. En esencia, ahora no compramos, no se puede vender y además el valor patrimonial de todo se ha devaluado.
El triple ‘shock’ tendrá consecuencias a medio plazo pero que ya se pueden identificar. En un país como España, además, dependiente de sectores cíclicos y de escaso valor añadido, el problema no sólo es inédito, va a ser monstruoso. En los próximos meses viviremos otro ‘shock’, pero de tipo laboral y al que le sucederá una deflación económica, un aumento del coste público, una reducción de los ingresos de la administración, un incremento de impuestos y la intervención final del Eurogrupo.
Vamos a tener el incremento de paro más intenso de la historia en cuanto al tiempo en el que va a suceder. Las cifras, absolutamente brutales, aportadas por el Ministerio de Trabajo no son explicativas de lo que realmente está pasando. Parecen una capa de barniz que no deja ver con claridad la dimensión de la tragedia. No fueron sólo 300.000 los nuevos parados. Se trataba de algo mucho peor. Esa cifra, incluye únicamente los que dejaron de trabajar y se inscribieron en las listas de desempleo. Faltan los otros 600.000 que ni siquiera se apuntaron y que han dejado de trabajar. Son los que vieron cómo sus contratos temporales vencían en esos días de parálisis. Faltan otros 4 millones de trabajadores con contratos precarios o temporales que vencerán en los próximos cuatro meses. No renovarán.
Pero faltan más. Los tres millones de trabajadores sujetos a un expediente temporal de regulación de empleo no son, según la ministra de trabajo y el gobierno, parados a pesar de cobrar desempleo y no ir a trabajar. Para que no se contemplen como parados el gobierno derogó los artículos 45,47 y 51 del RDL 1/1995 que decía que 'un trabajador afectado por un ERTE está jurídicamente en desempleo y por eso obtiene prestación aunque no está dado de baja de la seguridad social’. Ahora ya no lo pone, pero lo ponga o no, son parados. Y si no lo son por alguna razón técnica, lo serán en un buen porcentaje. La cifra de parados debe sumar a los 700.000 autónomos que cesarán actividad. El desempleo en España bien puede llegar a cifras inéditas rozando los 6 o 7 millones de personas aunque lo escondan con epígrafes y variables ocurrentes. Lo peor es que la realidad explosionará. Y si explosiona sin avisar, porque hay un esfuerzo ridículo por esconderla, las consecuencias serán terribles.
Y no soy yo que lo interpreto. El propio gobierno español ha cuantificado ‘en 6,3 millones de trabajadores, los que van a recibir protección de rentas del Estado. La mayoría de ellos, un 60%, por entrar en ERTE. El resto dicen que son los 1,4 millones de autónomos que recibirán un beneficio económico de 950 euros por cese de actividad o desplome de sus ingresos y, finalmente, unos 900.000 que recibirán prestación por desempleo sin reunir todos los requisitos para ello’. Bueno, igual no son parados, pero se le parecen mucho.
Y en eso que, cuando los datos que se manejan son poco menos que un cuento de Disney comparado con lo que esconden, aparece el FMI. El Fondo Monetario Internacional que no acierta ni una y que se compone de un tipo de economistas de tipo ‘prospectivo’ y que nos advierte que ‘vienen tiempos muy difíciles’ tan solo una semana después de decir que ‘esta crisis sería similar a la de 2008’. Son una calamidad, una montaña de burócratas lanzando informes muy bien pagados que, para entenderlos, debemos multiplicar por dos cualquiera de sus cifras.
De ahí que nos sirva su último informe como elemento de análisis de tendencia. Veamos. El FMI dice que el crecimiento del PIB español caerá un -8% este año. Pongamos un -16% como cifra más posible. Nada visto desde la Guerra Civil o la pérdida de las últimas colonias como Cuba en 1898. La CEOE habla de un -9%, PwC de hasta un -15% y empieza a haber ya (por fin) consenso de que esto no tiene nada que ver con la mini-crisis de 2008. Replico mi apuesta. Caeremos un 16%.
Y es cierto que esto le va a pasar a muchas economías. El problema es que España no es como el resto de economías. Ni tampoco estamos en las mismas condiciones que cuando nos llegó el pinchazo de la burbuja inmobiliaria y dejó el país como un solar. No, estamos peor que entonces y en el punto de partida. Por aquel entonces estábamos creciendo, aunque fuera sobre un suelo de cristal. Ahora, igual ni te acuerdas, hace un par de meses estábamos desacelerando, no creábamos empleo y éramos incapaces de reducir la deuda.
El FMI advierte que España llegará a una deuda potencial del 115%. Será más. Nos iremos a un 125%. Y aunque parezca mucho, no es tanto comparado con lo que hemos aumentado en una década esa deuda. Si no sirvió para mucho pasar del 52% en 2009 al 96% hoy, no sería tanto pasar del 96% al 125%. De ahí que algunos defiendan que la deuda es impagable y por eso se puede seguir aumentando. Terrible. En el caso de que fuera impagable, lo que sí se tiene que abonar son los intereses, eso te lo piden religiosamente en los mercados. Si no pagas, olvídate de políticas públicas. Esos mismos suelen advertir que hay países de nuestro entorno con deuda pública superior y que no les pasa nada. Suelen referirse a Japón o a Italia. Cierto, tienen una deuda superior, pero es de una composición muy diferente. Japón e Italia tienen una deuda pública mayoritariamente interna. Nosotros tenemos deuda pública externa. No hace falta que detalle lo que significa eso, ¿verdad? Una cosa es deberle dinero a tu familia y otra al casero.
Además, lo que caracteriza a nuestro país es la dificultad de crear empleo con crecimientos inferiores al 2,1% por lo que somos una máquina de crear paro cuando la cosa no va bien. De hecho, no hemos creado suficiente empleo como para afrontar ningún reto de este calibre. En la crisis de 2008 España tenía 1,8 millones parados, ahora partimos con 3,6 millones. El doble antes de empezar a contar la hecatombe. Un país en el que la inversión en modernizar la economía ha vuelto a ser nula durante estos años. Esta crisis traerá consigo un cambio en los modelos productivos y en las cadenas de valor y estamos mucho peor preparados para la disrupción tecnológica que antes. La inversión en modernizar la economía se ha ido reduciendo y comparar es feo, pero, en 2018 España invirtió en Industria 4.0 140 millones mientras que Francia volcaba 24.000 millones en ese tipo de sector de futuro.
La dependencia de una economía cíclica, con una estructura del PIB muy débil y de escaso valor añadido, dificultará el arranque de los flujos económicos dependientes para salir del -16% que deduzco. Veamos nuestro modelo productivo y su peso en el PIB: turismo 15%, comercio interior 13%, restauración y ocio 10%, automóvil 10% e inmobiliario 9%. Por lo que cuando sale algún ministro o ministra asegurando que de esta salimos en 'V' o en 'U' o en 'Nike' es por que, o bien creen que realmente será así por ciencia infusa, o porque nos ven muy entretenidos aplaudiendo cada día a las 8 de la tarde.
Han pasado 12 años desde el estallido de una crisis que nos explicó que no podíamos pagar deudas infinitas, que el paro no tiene límites si estalla el sector motor y que cuando te rescatan (UE) te recortan hasta que no queda nada. Y en 12 años no se cambió demasiado. Seguimos sin apoyo a las empresas tecnológicas, se les castiga con tasas raras, sin estimular el modelo de crecimiento y acentuando la dependencia de sectores cuyo empleo cada vez era más precario. España está mucho peor que en 2008 y parece que nadie quiere reconocerlo o se les ha nublado la memoria.
Por si fuera poco, por primera vez desde nuestra entrada en UE, España será pagador neto y ya no receptor de fondos de cohesión para cubrir el agujero del Brexit. Esto lo complica todo aún más. De aquí que sin ingresos a la vista, pues tarde o temprano se deberán exonerar impuestos, y los pagos del 20 de mayo se podrían volver a aplazar como se hizo el 20 de abril, el relato en Europa no puede ser sólo que 'nos dejen dinero para pagar los agujeros'.
Europa no es que sea un club de gente con mucha empatía. Son burócratas con poco instinto pero sí con una idea muy clara: si nos dejan más dinero (que tendrán que hacerlo) se deberá utilizar en direcciones previstas y ordenadas por la misma UE. Y es normal, quien paga manda. Creo que, aunque las vamos a pasar canutas, tenemos una sola oportunidad más y acaba de aparecer. Una con la que, realmente, no contábamos. A pesar de que el barro nos llegará al cuello, hay una vía para que todo esto tenga algún sentido y se utilice el crédito europeo, la quiebra laboral y la falta de ingresos tradicionales, para cambiar de una vez por todas nuestro modelo y estructura de crecimiento.
El uso de los 200.000 millones que dijo Sanchez iba a movilizar y que ya sabemos que no son ni 200.000 ni los va a usar, serían un gran aporte a ese cambio. De momento no tiene pinta. En realidad eran sólo 17.000 millones, el resto eran avales que no aceptan siempre los bancos y créditos privados que no fluyen. De ahí que solo nos queda una opción: exponer un gran acuerdo de estado, aceptar la intervención europea (que será más pronto que tarde), no malgastar el mal acuerdo del Eurogrupo y plantear un modelo de salida estimulando una nueva economía.
La financiación de todo el colchón laboral y el escudo social dependerá de esa negociación aceptando que no puedes tenerlo todo sin dar nada a cambio. No puedes esperar que Europa acepte darte ayuda a cambio de no hacer lo que te piden que hagas. Si esto lleva a recortes, subida de impuestos y adelgazamiento de la administración, pues que así sea, sobretodo lo último. Poner a dieta el Estado cuando la gente lleva ya días sin cobrar, no está de más.
Fue una lástima haber desaprovechado las vacas gordas construyendo como si no hubiera un mañana, las flacas estimulando el empleo precario y las vacas, ni gordas ni flacas, en no bajar impuestos que hubieran dinamizado una economía que ahora se enfrenta a un rescate inevitable. Estamos ante la última oportunidad. Ante una crisis bíblica, pero también ante una oportunidad. La recesión perjudicará la lucha contra una crisis sanitaria como esta y, si llegara una segunda oleada o una nueva pandemia, el no haber podido invertir en ello se transforma en un desastre brutal. No es sólo un elemento productivo, es también un ejercicio de seguridad y para ello se deben practicar políticas que retengan el talento.
Ya lo hemos vivido. La crisis inmobiliaria que Zapatero insistía en llamar 'pequeña desaceleración' hasta que fue demasiado tarde para tomar medidas, supuso un éxodo de profesionales de alta calificación como nunca antes en nuestro país. Aunque España está por encima de la media europea en volumen y formación de profesionales con doctorados, no aprovecha ese talento por un modelo de investigación descuidado desde 2011 sin salida comercial y un escaso número de patentes registradas.
Los salarios de nuestros científicos son ridículos y la falta de financiación para programas de gran envergadura científica están detrás de que casi 100.000 trabajadores de alta cualificación emigraran a otro país de la UE entre el 2007 y el 2017. Volverá a pasar. Los sectores con mayor potencial de innovación han tenido pocos estímulos para implantarse en España como las fintech, big data, biotecnología o la ciberseguridad. Y esa tendencia de 2007 no ha hecho más que empeorar, gobierne quien gobierne, da igual.
El futuro al que vamos va a ser aun más exigente. La capacidad pública para afrontar los retos como el desarrollo sostenible, sanidad protegida, el empleo automatizado y digitalizado, las brechas sociales u otros, se van a reducir aun más por la necesidad económica que viene. En las vacas gordas (hasta 2004-09), como he dicho antes, no se invirtió en investigación o nuevas tech, sólo en amontonar ladrillos. En las vacas flacas (2010-16) no se invirtió en cambiar el modelo y se creó una bolsa de empleo temporal inasumible. En las vacas ni gordas ni flacas (2017-29) no se estimuló el cambio de modelo económico y se acentuó la dependencia de sectores cíclicos como el turismo. En las vacas raquíticas que vienen (2020-24) no va a haber capacidad para nada más que pagar los intereses de lo que va a costar 'reconstruir' en el solar económico que nos va a quedar. Espero, no obstante que el verbo del futuro no sea ‘reconstruir’ y se cambie por el de ‘construir’, construir algo nuevo.
Hay países que han ido revisando sus períodos de ciclos económicos para versionar sus estructuras del PIB. Nosotros no. Ya sé que no vienen tiempos de inversión pública en sectores estratégicos. Vienen tiempos de inversión táctica para taponar hemorragias. De ahí que, si se quiere aprovechar este momento como punto de inflexión para modificar el modelo de crecimiento futuro con sentido, se deberá hacer de un modo quirúrgico y asumiendo costes y daños colaterales irremediables. La industria tecnológica, la investigación, las pymes innovadoras que todavía quieran invertir en modernizarse y digitalizarse, se las debe cuidar especialmente y se las debe exonerar impuestos en la medida de lo posible a partir de esas ayudas europeas. De hecho la mayoría de empresas no quieren subvenciones, quieren ayudas fiscales y poder ejecutar planes de contención, de inversión y de crecimiento localizando oportunidades.
El futuro, aunque no pinte bien, podría ser un escenario de oportunidades. El jefe de gabinete de Obama, Rahm Emanuel dijo que ‘nunca desaproveches una buena crisis’ refiriéndose a que durante un momento como este, las grandes decisiones pueden ser igual de duras que en otros momentos, pero se entienden mejor. España ha caído en los rankings de innovación, productividad, tecnológicos y, a cambio, hemos subido en los de playas repletas. Es evidente que no podemos depender de si los bares están abiertos o no. Una economía globalizada no puede soportarlo. Pero cuando los sistemas colapsan, la gente se levanta. Todos haremos lo necesario, nos ajustaremos los cinturones, nos enfrentaremos a un mundo complejo, seremos capaces de recuperar espacios. Todos lo haremos, pero sin embargo, para eso se precisa un liderazgo claro, con decisiones que permitan que ese esfuerzo se materialice en algo. Nos hemos encerrado semanas, sin rechistar, entendiendo responsablemente lo que significaba hacerlo. Y lo volveremos a hacer, pero esta vez no será gratis. Sólo queda una bala.
Llamaron crisis a una deflación del capital. Ahora llaman recuperación a una deflación social.
En agosto de 2008 el mundo empezó a tambalearse. Alguien se dio cuenta de que en los paquetes financieros que se enviaban los agentes de cambio franceses y americanos había un componente que apestaba. En unas horas medio planeta sabía que la bola de estiércol que habíamos anunciado algunos años antes había empezado a rodar y se iba haciendo cada vez más grande. Se desconocía cual iba a ser su tamaño. Y así, creciendo una denominada crisis financiera, fue engordando y engordando. La esfera pasó de ser un asunto bancario a convertirse en el lodazal donde la economía ‘real’ ha estado embarrada todo este tiempo.
En agosto de 2008 el mundo empezó a tambalearse. Alguien se dio cuenta de que en los paquetes financieros que se enviaban los agentes de cambio franceses y americanos había un componente que apestaba. En unas horas medio planeta sabía que la bola de estiércol que habíamos anunciado algunos años antes había empezado a rodar y se iba haciendo cada vez más grande. Se desconocía cual iba a ser su tamaño. Y así, creciendo una denominada crisis financiera, fue engordando y engordando. La esfera pasó de ser un asunto bancario a convertirse en el lodazal donde la economía ‘real’ ha estado embarrada todo este tiempo.
Y todo el mundo la llamó ‘crisis financiera’, ‘crisis inmobiliaria’, ‘crisis subprime’ o, incluso directamente, ‘crisis de la hostia’. Y lo era. Obviamente era un agujero en el sistema de valor incalculable y que, de alguna manera, seguimos saboreando. Además, las soluciones que se impusieron tenían más que ver en falsear cuentas que en respuestas auténticas. Bancos que desaparecían al fusionarse entre ellos para finalmente aparecer un banco resultante de menor valor que la suma de los anteriores pero sin que por ello sucediera nada y todo el mundo se lo tragara como 'ingeniería financiera'. Y así nos ha ido. La deuda y el déficit no es que se estén arreglando mucho en ningún lugar. Cada vez más dinero de los presupuestos se destina a pagar intereses y no a lo que debería de ser: los servicios y estímulos precisos para que la gente viva mejor. De eso iba todo esto. De joderlo todo con dinero fabricado a expensas de la ciudadanía, de 'ponerlo en el sistema' y de que ya se pagará solo. Solo no se paga. Lo pagamos todos. De ahí que aunque estemos saliendo de la parte más profunda de la cueva, no se refleje en mejoras sustanciales. Hay más trabajo pero hay peores servicios. Pagamos más impuestos directos e indirectos y repercute en que las empresas no puedan invertir en bienes de manera tranquila. Hay que recaudar más porque se ha impreso demasiado dinero, se ha engordado el problema aunque no sea evidente a todos.
El boquete era inmenso y la imprenta de dinero ha sido un insulto a la inteligencia. Mientras tanto el mundo seguía girando. El planeta se iba automatizando. Un término sobrevolaba. Se le denomina ‘deflación del capital’ y, hasta hace menos de un año nadie utilizaba este concepto al referirse a nuestro momento económico. Fue en Davos hace poco más de un año que se inauguró oficialmente la era de la deflación del capital. Hasta entonces, ganadores del Premios Nobel, presidentes bancarios, directivos universales y demás reputados ‘expertos’ se dedicaron a definirlo todo como ‘la mayor crisis financiera desde 1929’.
Pero como decía, fue en un momento determinado que uno de ellos, tomó su Smartphone y se puso a hacer un vídeo. Etiquetó los protagonistas, lo geolocalizó, lo subió a la red, miró la televisión desde su teléfono, conversó por Skype, hizo varias fotos más, navegó, escribió una nota para un medio, contestó a su secretaria y se puso música finalmente para relajarse tras comprar un mes Premium en Spotify. Digamos que pasó así. Sin apenas pensarlo había definido con acciones lo que se denomina ‘la deflación del capital’. Todo cuanto hizo con un dedo y una pantalla requería una decena de dispositivos hacía tan solo veinte años antes. El importe para pagarlos también era diez veces más. ¿Debía tener alguna importancia sobre lo que estaban tratando allí? ¿Que lo sustituyera cada 18 meses también debía tener algo que ver? Antes su cámara de fotos duraba una década. Sonrió y siguió jugando al Candy Crush.
Pero al terminar la partida propuso, casi sin fe, que se creara una comisión de estudio que controlase a otro grupo de análisis que a su vez estableciera un equipo que investigara a los responsables del departamento del foro encargado de redactar el informe pertinente y que, en unos meses, se discutiría en ponencia marco a fin de saber si valía la pena o no redactar conclusiones para debatir en comisión. Ni idea si lo hicieron o lo están haciendo. Sin embargo, algún milenial, que para esto son más rápidos y no necesitan tantos intermediarios, ya estaba escribiendo sobre el tema.
La deflación del capital tuvo que ver con todo. Sigue teniendo que ver. Pensar que lo que vivimos sólo es derivado financiero no sujeto a un cambio productivo mundial fue el error y puede estar siendo un suicidio actualmente. Pocos gobiernos están entendiendo el problema. Se acaba la propiedad tal y como la hemos entendido. Se termina la compra para el deshecho. El producto pasa a servicio y el control del Estado es una entelequia. La economía circular, las plataformas sociales, la impresión en tres dimensiones, la inteligencia artificial y el nuevo consumo colaborativo están cambiando todo definitivamente.
La deflación del capital, o llámalo como quieras, no es más que una manera de definir un mundo nuevo que ha explotado frente a uno anterior. Prometer empleo a día de hoy tal y como se plantea es un ejercicio de irresponsabilidad o desconocimiento que asusta de nuestros gobernantes o postulantes a serlo. Un insulto a la inteligencia cuando lo que sabemos es que la tecnología, al principio, se funde el empleo que da gusto. Bien estaría que, para que esa transición, a un mundo donde trabajaremos menos horas, donde trabajaremos de otro modo, donde trabajaremos en cosas que no sean substituibles por máquinas y donde el concepto trabajo será un nuevo contrato social a definir todavía, se empezara a establecer directrices y liderazgo realista y al respecto. Esto no va de ir prometiendo hasta meter, va de mitigar un tremendo y doloroso escenario a cinco años vista. El mundo puede ser mejor, mucho mejor, pero sólo lo va a ser allí donde la previsión no sea la que tuvo el Fondo Monetario Internacional o gobiernos de café y pastas.
Esto no va de hablar de rentas mínimas a jóvenes menores de no sé que edad. Ni de ajustar la vida laboral por arriba o por abajo. No va de subir impuestos para soportar una sociedad del bienestar inasumible. Va de preparar todo ello para que sea posible. No va a haber trabajo para todos. Ni con nuevas habilidades. La tecnología se va a encargar de ello como ya jubiló nuestra cámara de fotos, nuestro GPS, nuestra televisión del cuarto, nuestro vídeo, nuestro ordenador de mesa o nuestro propio teléfono tradicional. Lo va a hacer con nuestro empleo.
Por eso debemos exigir que el comportamiento de quienes ‘dirigen’ no sea maniqueo. Ni blanco ni negro, ni bueno ni malo, ni rentas mínimas de derechas ni de izquierdas. ¿Cómo piensan pagar ‘los de izquierdas’ una renta mínima? ¿Cómo piensan no instaurarla ‘los de derechas’ y que el mundo siga girando? A ver si la solución pasa por dinamizar la empresa privada, estimularla para que se modernice y rebajar los impuestos para facilitar su competitividad. Con empresas eficientes, rentables e internacionalmente competitivas se podrá plantear un mundo cuya deflación económica bien podría estar ya gestando una deflación estructural, de tipo social. O bajan impuestos a las empresas de una puta vez o no va a haber manera de sujetar este tinglado a medio plazo.
El tiempo disponible para preparar esa sociedad inmediata se va agotando. Seguir presionando a la empresa para que pague el dispendio y sus intereses convierte en crónica una situación que sólo tenía que ser transitoria. Le llamaron Crisis y era una deflación del capital. Ahora le llaman recuperación y puede ser una deflación social.
A Europa ya sólo le queda Eurovisión
Se comentaba hoy en Bloomberg que ‘the greek drama won’t end with vote as polls show a tight race’, algo así como que por mucho que se vote el calvario griego no terminará para nadie viendo lo que las encuestas muestran sobre el referéndum del próximo domingo.
Se comentaba hoy en Bloomberg que ‘the greek drama won’t end with vote as polls show a tight race’, algo así como que por mucho que se vote el calvario griego no terminará para nadie viendo lo que las encuestas muestran sobre el referéndum del próximo domingo. Básicamente por que cualquier programa de rescate que pudiera renovarse se enfrentará a obstáculos insalvables en el parlamento germano, el mayor acreedor de los griegos. Es incluso posible que cualquier gobierno griego, aun votando ‘sí’ el pueblo griego, lo tiene crudo pues las negociaciones con Alemania no está claro que puedan llevarse a cabo. No se fían y menos cuando ponen la calculadora en marcha y les salen otros 36.000 millones de euros a soltar en tres años.
Esto ya no va de si Alemania quiere o puede, de si Europa está o no se le espera. Esto va de que los paquetes de rescate que se deben ofrecer y que el parlamento alemán tiene que autorizar puedan ser aportados. El sistema utilizado hasta ahora, el European Stability Mechanism, está plagado de inconvenientes llegados a estas alturas. En Alemania se considera que un voto afirmativo de los helenos a seguir con el plan de austeridad que los lleve a la pobreza extrema a cambio de no presentar un ‘default’ integral llevará a Grecia a un punto muerto de varios meses. Tras la renuncia de Tsipras y Varoufakis vendrían elecciones que hasta septiembre no se podrían ejercer. En esos términos todo lo que la ley exige que se debe hacer para acceder a los fondos no se podría desarrollar. Punto y final.
Ni el sí ni el no tienen la solución. De hecho se ha llegado a tal punto que lo que tenemos ante nosotros no es más que el final con consecuencias que los mercado aun no han querido medir ni los que lo intuyen se atreven a comentar. Mientras tanto vamos escuchando en tertulias de bar televisadas y en artículos de opinión interesados doscientas teorías sobre todo ello la mayoría de los casos con escasos fundamentos.
Los ciudadanos alemanes, que no nos olvidemos también votan y lo hacen a sus políticos alemanes que dependen de ello para seguir mandando en su propio país, ya no quieren mayoritariamente que Grecia siga en el euro. Del 51% que lo querían en febrero ya sólo son un 44%. Incluso ya hay opiniones muy destacadas que aseguran que lo mejor es sacar a patadas de Europa a los griegos. Lo dice un tal Hans-Peter Friedrich, ex ministro de Interior y diputado en representación de la CSU de Merkel. Disfrazando de ‘lo mejor para Grecia’ venia a decir que en el euro ya no hay sitio para los griegos cueste lo que cueste y que los votos del próximo domingo deberían de importar poco. Deben irse.
Grecia está en ‘default’ técnico como decíamos ayer. El tiempo irá disipando algunas responsabilidades como la que no se puede abstraer el FMI. Como no logren pactar un acuerdo de financiación con los que quieren su pasta, a la institución que se saltó todas sus propias normas prestando 35.000 millones sin tener evidencia de que se lo iban a reembolsar se la van a llevar por delante. Y no sólo por gestionar con el culo, sino también por hacerlo en base a intereses que cada vez son de mayor incoherencia con el peso de las economías del mundo.
El FMI está al servicio de Europa. De una parte de Europa. Las economías más grandes y emergentes del planeta se oponen a esa dinámica interesada hacia salvaguardar una economía, la europea, que cada vez pinta menos en el concierto global. Si quitas Alemania, que eso es otra Europa, y descartas al Reino Unido, que eso ya no se sabe que es, nos queda cero coma cero. Los grandes, Francia, Italia y España son lo que son y están como están. El resto, son postales de Navidad, bonitas estampas que quedan bien pero ocupan espacios sin trascendencia y sólo por temporadas.
Si el FMI piensa que puede obviar el desastre europeo va muy equivocado. Estados Unidos ya amenaza con dejar de participar en el fondo para ajustar cuotas que son imprescindibles para apoyar nuevas economías que emergen. De facto eso sería una estocada mortal a la institución de la Sra. Lagarde. De hecho la administración de Obama exige que se anule la deuda griega.
¿Que hizo mal el FMI? Un montón de cosas. Pero la más evidente fue tratar el problema griego en 2011 como si fuera una partida del monopoly. El diseño del plan de recuperación del rescate contemplaba una caida del PIB del 5% y una recuperación a toda leche devaluando internamente. Pero eso no fue así. Grecia ya lleva acumulada una caída del 25% de su PIB y de momento no se ha detenido.
La pobreza apareció por todas partes. Si pasas por Atenas lo notas, pero como te vayas a Salonika lo flipas. Ahí está la ‘otra’ Europa, la que nadie quiere ver, una que se parece al desaparecido Chipre. Resulta que la austeridad se lleva por delante la economía de un país y se considera que más austeridad lo va a arreglar todo. Se van a ventilar lo poco que queda.
El camino se termina. El FMI no puede ayudar a Grecia. Europa no puede ayudar a Grecia. Hay otra parte de Europa que podría estar tan jodida como Grecia si empezamos a ponernos detallistas con lo que somos unos y otros y analizamos que es eso de ‘la recuperación’ o que significa realmente ‘estamos creando empleo veraniego’. A Grecia no le van a dejar un duro a menos que ‘reestructure’ su deuda. Pongo entre comillas lo de la reestructuración porque en realidad quiere decir que les van a hacer ‘un griego’ mucho más intenso.
Seamos justos. A Grecia no la quiere rescatar nadie. En realidad de lo que se trata toda esta función es de rescatar acreedores. El plan de ‘2020 salvemos Grecia’, el programa que se presentó como un rescate a Grecia no era más que un plan de recuperación de la pasta de los prestamistas privados. De hecho fue el método por el cual los bancos franceses y alemanes que estaban más pillados pudieran escapar de la refriega. Todo eso lo saben brasileños, americanos, rusos, chinos y esquimales. Por eso, los planes del FMI y de cualquiera que toque un duro de los paises emergentes lo tiene complicado de ahora en adelante.
De Grecia nos quedará la ‘Tragedia’, de Europa el ‘drama’. Que mal lo han hecho todos. Todo cuanto pasa estos días no es más que el reflejo de una Europa que pudo ser pero no será. No nos sentimos europeos aunque suene más ‘cool’ que decir otra cosa. Reino Unido se va, Grecia no está, Chipre ya no hay quien lo encuentre en el mapa, Italia parece una caricatura, Francia es una bomba de relojería, Alemania ya no tiene claro si quiere o no quiere. Bruselas es un barrizal, Estrasburgo un gasto.
Mientras tanto, el planeta sigue su curso. El mundo, ese otro, sigue modernizando sus sistemas, automatizándolo todo, gestionando datos y cambiando la cadena de valor de todo lo que se produce. Y todo sucede cada vez más lejos. En Europa hay gente brillante, proyectos increíbles. Pero no hay agilidad. El tiempo pasa como pasa todo. La generación de políticos más inútiles de la historia se está ventilando la oportunidad de todos, se están repartiendo un pastel que era de nuestros hijos. Lo hacen porque no tienen claro si podrán comerse otro. Solo nos queda Eurovisión. Cabrones.
Suministran cloroformo
¿Han oído hablar del Estado Inconveniente? No es un país concreto, ni tan solo es una institución reconocible. Es algo más complejo y enquistado. Es un modelo de gestión que ha quebrado. En gran medida hablo del modelo de funciones que buscan ser pura intervención a fin de adormecer la crítica y la disidencia. De un modo bastante sofisticado, intervenir se convierte en inconveniente y el resultado acaba siendo una sociedad cloroformizada en términos de iniciativa.
Veamos lo que acaba de ocurrir en este planeta que la humanidad alquiló hace unos miles de años. Resulta que el FMI sugiere expropiar el 10% de la riqueza de las familias para reducir deuda pública de los Estados. De hecho habla de un “impuesto especial” que se llevará por delante el sudor de muchos y pondrá en cuarentena la libertad de las personas. El gran FMI, en su último informe recoge la posibilidad de aplicar una quita al patrimonio de los hogares para reducir la deuda pública a niveles de 2007. La reacción ha sido tibia por no decir nula. Un mundo reactivo hubiera enviado a la mierda directamente a la señora esta que ocupa el “casto” sillón del susodicho agujero monetario internacional.
La falta de vergüenza y decoro se ha trasladado por todas las cañerías y ha derivado en un consumo generalizado de analgésicos sociales. Llevamos años en quiebra sistémica, en lo que llamaron crisis pero parece que nos estamos acostumbrando a perder uno a uno y de manera progresiva cuanto se conquistó decenios atrás. Lo peor ya ha pasado dicen. Es probable, por lo menos en el concepto de que la caída ya no será tan vertical. No tengo claro que esta situación sea tan imprevista. Estoy convencido que un escenario en calma fue estructurado en un momento concreto de todo este proceso. Ahora toca la parálisis. Esa parada técnica que se alargará todavía unos años más y que se fundamenta en una atonía global que desincentiva la inversión privada e impide la pública por el tema del déficit. Parece que no provocará grandes reacciones en el cuerpo social español ni europeo, ni americano ni mundial. Se ha diseñado muy bien el espacio donde debe desarrollarse todo ello. Se ha preparado a la sociedad, se la ha adormecido adecuadamente.
Pero, ¿cómo se logra eso? ¿Cómo se prepara a una sociedad para lo peor? ¿Cómo se la duerme? No es muy complejo. Se procura que la sociedad viva cómoda y eso la hace delicada. Esa comodidad la debilita irremediablemente y cuando pasa lo que pasa, cuando entramos en cifras de parados inverosímiles, o cuando la evidente ineptitud de nuestros dirigentes es de tal calado que insulta, nadie dice nada, o casi nadie. Vivimos en una sociedad que no sólo ha perdido el dinero, que aunque grave no es definitivo, vivimos en un escenario de derrotados que han perdido la dignidad y la libertad, nos arrastramos por el territorio de los desinformados. ¡Que gusto da no saber!
Ahora el discurso oficial es que la deuda mundial es inasumible. Eso es cierto. La quita parece el único modo de resolver este galimatías. Para ello hay que o bien devaluar, hacer default o subir impuestos. Esas crisis soberanas solo pueden salvarse a través de la Inflación impagando parte de la deuda contraída. Devaluando la moneda como hizo recientemente Islandia. Con un Default tras suspender pagos parecida a la de Grecia. Y finalmente a través del botón fiscal que consiste en la aplicación de un impuesto especial sobre el patrimonio de los hogares y que se paga de una vez. Una quita sobre la disponibilidad de las familias para conseguir ingresos extra con el fin de amortizar y, por tanto, reducir deuda pública. ¿Adivinan cual será la opción? Es como si la familia dirigida por un derrochador se gasta todo y luego te pide a ti, que vienes de estudiar fuera, que lo pagues con un “impuesto especial”.
Estamos ante un nuevo robo legal. Preparen las carteras pues la prueba piloto chipriota dejó claro que meterle la mano en la caja a los ciudadanos medios no tiene riesgos. El consumo de barbitúricos sociales está dando sus frutos y el gris ha teñido la capacidad de reacción de todos. Vivimos en la basura de nuestros deshechos. Vivimos porque nos da la gana. En Polonia hace un tiempo confiscaron el 50% de los planes de pensiones privados y casi nadie se enteró. En España se ha liquidado la capacidad futura de muchas personas a través de la estafa de las preferentes y poco o nada va a suceder.
Emprender no es mucho más que reaccionar. A pesar de tanta merienda y tanto inservible debemos, tenemos la obligación, de continuar. Sólo conozco un antídoto contra la indigencia mental y política: tomar las riendas de mi vida, poner en marcha mi proyecto de vida y de empresa. Eso me hace libre en la medida de lo posible.
En este país sin espíritu de cambio, con una tasa de emprendeduría real (no desesperada) que da pena y con una capacidad de reacción inversamente proporcional a la cantidad de pisos que se hacían en plena burbuja, es muy difícil hacer pedagogía de lo que está pasando. Ahora pretenden hacernos creer que esto es una crisis, y es financiera, bancaria, económica y política. Eso es cierto, obviamente, pero también es social. Lo es en el punto de vista que cada país o colectivo saldrá de ella en la medida que sea capaz de ejercer su propia libertad y pueda emprender sus propios caminos. Es más fácil hablar de crisis (parece que hay algo que recuperar del pasado) que de cambio de época (los hace caducos y los elimina).
Hoy escuchaba la radio española y catalana desde Dublín y se te encogen los pies. ¿Que es eso que tanto preocupa a periodistas, políticos, sociólogos, tertulianos y derivados? El modelo de vida que cada uno quiera tener depende en exclusiva de tu propia iniciativa y no podemos esperar que nadie haga lo que nos toca hacer a nosotros por nosotros. Protagoniza tu vida y no permitas que te escriban el guión pues no es bueno para ti.
La Administración es un inconveniente para el progreso. Da igual el color. Unos fomentando un modelo de crecimiento que se basaba en la compra masiva de viviendas por parte de gente que no las necesitaba para simular ser ricos sin hacer más que quedar en un café de barrio para negociar el precio con un agente inmobiliario formado a distancia. Otros no supieron desinflar el asunto y les reventó en la cara. Lo peor es que lo negaron como los otros negaban su majestuosa montaña de estiércol amontonada adecuadamente durante años. Un desastre en general. Nos toca a los emprendedores poner en marcha el motor oxidado de este mundo.
Ahora mismo las entidades públicas, que podrían impulsar algo la actividad emprendedora siendo clientes de ésta, hacen lo mismo que las grandes empresas, buscar referencias internacionales, grandes contratos, experiencia imposible, ratios inasumibles y que te bajes los pantalones hasta los tobillos. La gestión pública debería de apostar por la innovación, y esa está en la gente más intrépida. Hay poca, pero la hay. Qué mejor que la administración para ser el primer cliente del emprendedor. Es un riesgo, pero ahora es el momento de apostar por los que pueden sacarnos de este barrizal. No hablo de subsidios ni de subvenciones, hablo de apoyo vinculado al trabajo.
Pero la realidad es áspera. El Estado interventor se encarga de que no se premie el sacrificio de unos cuantos. Se estigmatiza al emprendedor en un entorno que ya de por si no favorece la cultura del empresario. El Estado intenta que nos acomodemos a vivir de manera subvencionada, en un país sedado. Por eso ahora toca preparar una sociedad inducida a soportar el descenso de categoría. Ser emprendedor está de moda pero solo porque es barato apoyarlo. En unos años dejará de ser algo atractivo y procederá putearlo al máximo. Por eso es mejor ser “conductor de tus propios proyectos”, “driver de tus sueños” o sencillamente quien gestiona en todo momento los impulsos de su propia existencia.
Si a eso le llaman emprendedor, vale, si lo quieren llamar “grano en el culo” pues también. Lo que cuenta es lo que es y no quien lo dice o porque lo dice. Yo persigo mis “porqués“ y mis “cómos“, no voy detrás de ningún “qué“.
¿Cómo afecta un rescate?
Acabo de aterrizar en el nuevo mundo. Estaré unos días trabajando con mi equipo en las sedes de Bogotá, Lima, Caracas, Miami y Boston. Nada más llegar cené con dos periodistas con los que tenía pendiente otra entrevista. Les preocupa no entender la situación de España en concreto y del continente en general. Por cosas de la vida, como consultor del BCIE he tenido que explicar lo mismo varias veces a mandatarios centroamericanos y también se hace complicado. Ellos que crecen en tasas que rozan las dos cifras tienen crisis sistémicas y de alto calado social cada diez o quince años. De hecho la mayoría disfrutan de la bonanza con el ojo puesto en el retrovisor que relata pobreza y miseria. No entienden de “crisis” subsidiada. Cuando ellos entran en crisis la gente se muere de hambre.
Hace dos meses que estamos trabajando en Bruselas en un anteproyecto cuyas bases estamos diseñando desde IDODI enmarcado en el famoso Seventh Framework Programme Europeo. Es gracias a ese contacto directo con alguno de los actores principales de la economía europea que he podido entender que la intervención de las finanzas españolas ya es un hecho desde hace un año, que el rescate se contempla como inevitable y que la subida del IVA por encima del 20% no será antes del verano pero si se planteará si los ingresos no aumentan por la “amnistía” o los gastos no se logran reducir por la vía imperativa. De hecho un buen amigo francés que ahora ocupa un alto cargo en la administración europea me confesó que Grecia, Portugal y España se devaluarían en valor nominal por la vía del IVA hasta límites que no podemos ni imaginar. Eso en semántica banquera viene a ser un 21% para España, e incluso más.
La gente se pregunta que quiere decir que nos rescatan. Incluso hay quien asegura que eso no va con ellos, que es un tema de macroeconomía, de políticos y economistas, que a las personas de bien eso no les afecta demasiado, que al final todo es una subidita de impuestos y algo menos de “cosas que te da el gobierno”. Pues ni el gobierno “te da nada”, ni las personas “normales” están exentas de notar en su estómago la patada del rescate, ni es un tema exclusivo de altos mandatarios. Un rescate e intervención no es nada parecido a lo que se siente cuando te sacan del mar en un bote salvavidas. La verdad es que a veces piensas que ya estabas bien ahogándote en el agua tan a gusto y “a tu bola”.
- Un rescate no es más que un crédito enorme que nos dejarán la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional. Con esa pasta se saldan las deudas del estado en default y justo a la mañana siguiente tienes la visita de la “troika”, es decir, unos comisarios de muy mala cara y de muy mal negociar.
- A partir de ahí los sucesos se precipitarán y nadie puede asegurar que serán la solución milagrosa pues no lo están siendo en ningún sitio donde se han instalado, sólo sabemos la que lían.
- Tomarán el poder un grupo de consultores y altos cargos de la UE, el FMI y el BCE. Su función será la de auditar todas las decisiones de tipo económico y presupuestario del ejecutivo de Rajoy y de sus derivados (como ellos lo denominan) autonómicos y jurisdiccionales.
- Para España tocarán equipos multidisciplinares con al menos un centenar de comisarios. A partir de ese momento España quedará oficialmente intervenida (le llamarán de otro modo como “asesoría de ajuste” o “grupo de apoyo presupuestario”) y entonces deberá corregir la situación a través de medidas “aconsejadas” por la “troika”.
- De no hacerlo no recibiremos el dinero que debe salvar todo el sistema financiero y el sistema económico por enlace. Recordemos que el Estado ha servido en bandeja toda su capacidad de endeudamiento y recursos a los bancos y cajas que estaban yertas en sus propios balances permitiendo que falsearan sus cuentas a cambio de “saltar al vacío” esperando que el paracaídas se abra.
- Como el triplete fantástico no se suele fiar de los países que rescata la pasta no la suelta de una vez sino que la va aflojando a medida que se van cumpliendo su “consejos”. Las medidas irán en la línea griega en cuanto a la reducción de funcionarios, salarios de la administración, peso de las autonomías, fusiones de municipios, subida de impuestos como el IVA, retoques en la reforma laboral y alguna cosilla más. Me pregunto como se lo tomarán los sindicatos.
- Por desgracia es casi inevitable que pase. El volumen del engaño en España en cuanto al balance del sistema financiero es comparable a las mentiras que Goldman Sachs inventó para que las cuentas de Grecia fueran adecuadas en el momento de integrarse a la Unión Monetaria.
- La banca española vale más por sus cuentas tóxicas que por las reales. Casi 200.000 millones de euros en hipotecas no serán devueltos a los bancos, lo que pone en fallida todo el sistema. Eso se deberá sumar a que la banca no ha dejado caer el precio todavía de la vivienda, algo que seguirá friccionando y, al final, resultando una evidencia solemne: el patrimonio con el que los bancos autorizan balances positivos son una quimera.
- Europa lo sabe. Si cae Portugal, que caerá pues se le pide que resuelva elementos estructurales de su economía en meses cuando eso no lo lograría ni un país escandinavo en años, cae España.
- El grado de exposición de la banca española al déficit portugués se dice que puede estar cercano a los 100.000 millones por derivados de segundo orden y no los 78.000 como hasta ahora se consideraba. Además, el crecimiento de la economía española vuelve a ser negativo.
- En Europa se contemplan cifras muy contundentes y en negativo para este trimestre pasado que no dejarían muchas opciones a la hipotética recuperación a medio plazo que pudiera retrasar el rescate.
- La austeridad en inversión y la necesidad de más dinero en la banca (y no para fluir crédito) seguirán reduciendo el radio del círculo vicioso en el que hemos caído irremediablemente. Finalmente se dice en Europa que el rescate de España es inevitable porque no lograremos equilibrar el déficit, porque el paro no dejará de aumentar y porque el talento huye de España ante la imposibilidad de prosperar.
- La nombrada “prima de riesgo” aumentará por una lógica cruel del mercado: es un “riesgo apostar a este caballo mal herido”. En definitiva, menos dinero, más recaudación hasta la extenuación, liquidación de servicios, reducción de peso funcionarial y alejamiento del crecimiento y del cambio del modelo de crecimiento.
Y a todo esto, recortamos 2.200 millones de euros en los presupuestos para I+D+i y nos desfilamos por el sendero oscuro de no saber que queremos ser de mayores. La fiesta terminó, toca recoger los platos, limpiar la sala y, sobretodo, ir hablando de lo que haremos con ese espacio para rentabilizarlo. Al parecer, investigar en nuevos modelos productivos no.
Stress Tests A La Vista
De todo lo que está aconteciendo, la única buena noticia que vemos es el anuncio por parte del Banco de España de hacer público el resultado de los stress tests para que los mercados conozcan la situación de las entidades financieras españolas. Gracias a estas pruebas de estrés se harán públicos los deterioros estimados en el balance de las entidades, las necesidades de capital y el aporte de los recursos propios comprometidos.
Podremos hacer lecturas objetivas del nivel de optimismo contable de estas entidades especialmente en la valoración patrimonial de activos que pudiera haberse intentado vestir de verde en los balances que deberían haber estado en rojo. Es bueno que los mercados europeos puedan ver, si así es, que nuestro sistema es robusto. Ahora bien, como eso no sea así de diáfano, el desastre será inevitable.
Se necesita ser claro de una vez, saber en que ha consistido el chanchullo del FROB y exponer públicamente que entidades han acudido a las "fusiones" para salvaguardar una situación insostenible o de insolvencia manifiesta. Pronto lo sabremos. Recordemos que los informes resultantes de esos tests permiten verificar si las entidades financieras españolas tienen previsto disponer de capital para afrontar un futuro aparentemente complejo.
Mientras tanto continúa el debate acerca de si a España la rescatarán, le proporcionarán un plan de liquidez o le concederán un crédito dinámico. En los tres casos el importe es de 250.000 millones de euros y en las tres opciones hablamos de que el FMI, la UE y el Tesoro de los EEUU intervienen técnicamente nuestro sistema. Ese dinero sea para una cosa u otra se debe retornar en un tiempo determinado.
El empobrecimiento de nuestro modelo se acelera y el endeudamiento por la via de la ayuda externa se agranda. Para los que niegan la situación habrá que preguntarse ¿porque el interbancario se niega a prestar a la banca española? Si es cierto que todo está controlado, tras esa muestra pública de los stress tests las dificultades deberían desaparecer ipso facto. ¿No?
HABLANDO DE DEFLACION
El IPC alcanzó la tasa interanual negativa por primera vez en su historia al caer ocho décimas en marzo. Concretamente se ha situado en el -0,1% según los datos publicados hoy por el INE. Aunque técnicamente aun no estamos en deflación pues para el FMI eso debe pasar al menos durante dos trimestres, si es cierto que la situación empieza a ser parecida a una deflación sobretodo por lo inédito del tema. Además, en la práctica, hace mucho que los precios caen en las comparativas trimestrales. La verdad es que los que hablábamos del peligro de la deflación y de las altas posibilidades de ver tasas negativas en el IPC español, fuimos tratados de visionarios ecatómbicos y de cosas peores.
El IPC alcanzó la tasa interanual negativa por primera vez en su historia al caer ocho décimas en marzo. Concretamente se ha situado en el -0,1% según los datos publicados hoy por el INE. Aunque técnicamente aun no estamos en deflación pues para el FMI eso debe pasar al menos durante dos trimestres, si es cierto que la situación empieza a ser parecida a una deflación sobre todo por lo inédito del tema. Además, en la práctica, hace mucho que los precios caen en las comparativas trimestrales. La verdad es que los que hablábamos del peligro de la deflación y de las altas posibilidades de ver tasas negativas en el IPC español, fuimos tratados de visionarios hecatómbicos y de cosas peores.
Sin ir más lejos, hace menos de un mes en unas jornadas sobre blogs y redes sociales tuve que aguantar como un contertuliano, ante medio millar de asistentes, aseguraba que mis pronunciamientos acerca de los ciclos económicos eran dispares de manera que por eso acertaba. Dijo que era lo que le habían dicho en una cena y le creo. Sin embargo no entendí a que se refería, lo único que tengo claro es que aquí hace meses que venimos avisando de que se nos avecina una deflación tóxica. De hecho, si la acusación era acerca porque en un momento dado aquí hablamos de estanflación, luego de deflación y en el futuro hablaremos de hiperinflación, es una acusación vacía que viene de gentes sin conocimiento sobre economía, puesto que ese triple escenario es una cadena más que probable, áltamente académica y que no desacredita a quien la pronuncia sino que es la garantía de que sabe de que habla. Adjunto lista de posts
Oportunidad histórica
Cada vez es más evidente que esto ya no lo para nadie. Las inyecciones de liquidez han demostrado que el problema nada tiene que ver con la falta de moneda en el interbancario. El plan de rescate americano o británico se ha mostrado absolutamente insuficiente y ahora la bajada de tipos coordinada supone la última bala al aire. No quedan elementos financieros, económicos o políticos que detengan el nuevo ajuste, es cuestión de tiempo que todos se den cuenta. Hace años que venimos adelantando los acontecimientos y ahora volvemos en este blog a sentenciar lo evidente. La anestesia social que pretenden inyectar los grandes mandatarios en sucesivas reuniones y encuentros ridículos e inútiles no está surtiendo efecto. La gente empieza a estar desconcertada, las noticias se amontonan en una orgía de cifras que muestran un camino sin retorno hacia la recesión mundial y hacia una quiebra del sistema sin precedentes. El principio de 2009 será espantoso en los EUA. El segundo semestre lo será en Europa y emergentes.
Cada vez es más evidente que esto ya no lo para nadie. Las inyecciones de liquidez han demostrado que el problema nada tiene que ver con la falta de moneda en el interbancario. El plan de rescate americano o británico se ha mostrado absolutamente insuficiente y ahora la bajada de tipos coordinada supone la última bala al aire. No quedan elementos financieros, económicos o políticos que detengan el nuevo ajuste, es cuestión de tiempo que todos se den cuenta
Hace años que venimos adelantando los acontecimientos y ahora volvemos en este blog a sentenciar lo evidente. La anestesia social que pretenden inyectar los grandes mandatarios en sucesivas reuniones y encuentros ridículos e inútiles no está surtiendo efecto. La gente empieza a estar desconcertada, las noticias se amontonan en una orgía de cifras que muestran un camino sin retorno hacia la recesión mundial y hacia una quiebra del sistema sin precedentes. El principio de 2009 será espantoso en los EUA. El segundo semestre lo será en Europa y emergentes.
Muchos creemos que el plan de rescate Bush es un pufo considerable y que lo único que busca es retrasar lo inevitable. La economía americana se dirige irremediablemente a un choque brutal tras una crisis financiera similar a la de 1929 y sus dirigentes han optado por retrasar el hundimiento del sistema, no por aceptarlo y disponer los caminos para que sea lo menos traumático posible. Como algunos comentáis aquí mismo, la plataforma que sustenta nuestro modo de lectura financiera debe caer para después escribir el parte de bajas. Hay que sanear, recontar pérdidas y empezar de nuevo. Yo añado que es momento de incorporar los elementos que permitan ir cambiando el modelo hacia otro mucho más global y que parta de una reconversión del conocimiento. Es posible, el talento global que aquí mostramos, la inteligencia colectiva son posibles territorios que se desarrollarán paralela e irremediablemente mientras este planeta se hace trizas en sus escenarios más tradicionales.
Pero de momento lo que nos pasa es muy serio. La rebaja de tipos de anteayer no hace más que ratificar que la situación está fuera de control. La retórica que han utilizado los bancos centrales americano y europeo es tan hueca como inútil. El Euribor ni se inmuta, los mercados se lo toman a broma y la economía sigue su curso firme hacia la reinvención. Estamos a las puertas de una mutación vírica que será la fotografía de este turno histórico. Recordemos que el mercado está infectado, los impagos se multiplican desde hace meses y ya nadie quiere los paquetes que albergan cualquier modelo de MBS, CDO y compañía. El veneno está recorriendo esos productos financieros tan sofisticados por lo opacos que han resultado y, en resumen, han dejado de tener valor para pasar a ser papel higiénico. El tinglado se desmonta, se hunde, y se hace imprescindible sanearlo todo, pero no sabemos, nadie lo sabe, a que profundidad hay que escarbar, ni a que nivel. En ese debate, en esa pérdida de tiempo nos encontramos ahora. Los mercados reflejan que el sistema ya no hace caso de medidas políticas, la economía se deteriora porque no hace caso de medidas políticas y los patrones de consumo y producción se evaporaran porque no hacen caso de medidas políticas.
Parece ser que habrá que reinventar el capitalismo. Del sistema de la industrialización y se pasó a otro que surgió tras la recuperación de la crisis de 1929, algo que no se produjo hasta 1945. Ese segundo capitalismo conocido como el de valor financiero inventó el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Menuda chapuza que ahora debemos arreglar. Nos toca diseñar un sistema económico que garantice el crecimiento sostenible, más regulado, menos oscuro y con muchas cláusulas que ejerzan la presión sobre la responsabilidad de los agentes implicados. Sin embargo no va a ser así a corto plazo. Y no lo va a ser porque el nuevo orden no garantizará rápidamente que su implantación provoque que de ello se beneficie la mayoría de la gente. Si asumimos que las tensiones sociales se multiplicarán y se extenderán por todo el mundo occidental, entenderemos la verdadera dimensión humana de la tragedia. Nada hace pensar que en unos cuatro o cinco años el mundo será mejor. A medio plazo y en un territorio social mucho más pobre, el planeta se enfrentará a sus elementos más corrosivos. La parada técnica, la economía detenida y la autogestión como valor. Buen momento para reinventar, para corregir de cara al futuro.
A todo esto corremos el peligro de que un nuevo orden requiera de un exceso de regulación. Traducir regular por controlar es una tentación de la pandilla de inútiles sinvergüenzas que nos han traído a este estercolero. Su voluntad, la de los mediocres es siempre la misma, eliminar el rival, el mérito y el talento para poder ejercer el poder sin que eso sirva para mejorar nada excepto su cuenta bancaria.
Corremos el peligro de que se establezca una especie de gobierno mundial económico que pretenda regular y administrar todos los recursos planetarios. Evitar esto debe ser compatible con que algunos países intenten desligarse de los flujos internacionales y funcionar bajo autarquías antropófagas. Lo uno y lo otro son zona de alta tensión.