Economía de Bolsillo S1:E3, 'La Renta'.
Este próximo sábado en ‘Economía de Bolsillo’ de TVE trataremos el tema de la ‘Renta’. En ‘La 2’ y a las 6 de la tarde vamos a analizar de manera ágil y divertida los entresijos del IRPF. De hecho el programa empezará con un extraordinario rapsoda que nos recitará todos los pasos que debemos seguir para hacer correctamente la declaración de la renta. Después, tirando con arco aprenderemos cuál es la historia de los impuestos. El psicólogo social Enric Pol nos planteará para qué sirve pagarlos. Con pelotas de playa y de la mano del economista Jordi Carmona aprendemos todos los conceptos y aspectos técnicos que conforman el IRPF. Una gran escalera nos servirá de ejemplo para ver cómo funcionan sus tramos. Con un montón de piezas de juguete analizo las diferencias impositivas de cada comunidad autónoma. Al final, tendremos una interesante entrevista con el catedrático de Hacienda Ignacio Subiri desde un frontón en el Euskadi.
Este próximo sábado en ‘Economía de Bolsillo’ de TVE trataremos el tema de la ‘Renta’. En ‘La 2’ y a las 6 de la tarde vamos a analizar de manera ágil y divertida los entresijos del IRPF. De hecho el programa empezará con un extraordinario rapsoda que nos recitará todos los pasos que debemos seguir para hacer correctamente la declaración de la renta. Después, tirando con arco aprenderemos cuál es la historia de los impuestos. El psicólogo social Enric Pol nos planteará para qué sirve pagarlos. Con pelotas de playa y de la mano del economista Jordi Carmona aprendemos todos los conceptos y aspectos técnicos que conforman el IRPF. Una gran escalera nos servirá de ejemplo para ver cómo funcionan sus tramos. Con un montón de piezas de juguete analizo las diferencias impositivas de cada comunidad autónoma. Al final, tendremos una interesante entrevista con el catedrático de Hacienda Ignacio Subiri desde un frontón en el Euskadi.
‘Economía de Bolsillo’ parte de la idea de que hay muchos conceptos en economía que desconocemos o que tenemos ideas equivocadas sobre ellos. El objetivo es acercar conceptos económicos al gran público. En una píldora de 25 minutos lo procuramos a través de metáforas, entrevistas a expertos, juegos y aportaciones históricas que lo hacen todo más ameno. Dirigido a al público en general pero especialmente a quienes sienten interés por la economía y necesitan que se la expliquen de manera fácil.
Esta semana, como he dicho, damos las claves del Impuesto sobre la Renta, en breve hablaremos de manera sencilla de la Bolsa, de los seguros, de la economía colaborativa, de las tarjetas de crédito, del paro, del empleo en general, de las pensiones, del euro y del concepto ahorro por ejemplo. Temas macro bajados a tierra. Tan a tierra que para explicar conceptos como el comercio electrónico se me podrá ver persiguiendo ovejas vestidas con los uniformes de las principales redes sociales. Ya veréis.
Para explicar lo que es la bolsa me pusieron una ‘go-pro’ y me empujaron por una montaña rusa. Para hablar de contratos me tuve que montar en una piragua con un equipo olímpico, para explicar aspectos del empleo tuve el honor de entrevistar al gran Muhammed Yunnus, el premio Nobel de la Paz o para explicar las pensiones compartí cancha con un deportista campeón del mundo de 96 años. Jugué a tenis, a baloncesto con un equipo dominicano, pasé por un frontón vasco como veréis este sábado, entrevisté a alguien en una ciudad fantasma, etc.
Recordad que se pueden ver los episodios atrasados en la propia Web de RTVE a la Carta.
Penalizar el cambio de modelo de crecimiento económico
Para los que todavía consideran que la economía ‘se está recuperando’ porque empiezan a venderse más pisos, las hipotecas aumentan y los bancos están ‘saneados’ este artículo no tiene mucho sentido. De hecho les sonará a un canto tecnológico que habla de un mundo que no va con ellos. Sin embargo, si eres de los que piensan, como yo, que no hay nada que recuperar, que el futuro se está definiendo en los países donde se ha comprendido el valor de un nuevo tiempo y dónde las opciones de conquistarlo pasan irremediablemente por aceptar un punto de inflexión histórico que ahora llaman crisis pero que algún día, con perspectiva, llamaremos revolución, entonces si, este es tu post.
Entre los que definen el tiempo actual como un mal paso, una situación temporal a la que hemos llegado por ‘agotamiento’ del consumo o porque ‘tocaba’, se encuentran la mayoría de quienes deberían de liderar los procesos de cambio o, como mínimo, estimularlos. Los otros, somos los que disfrutamos de la dificultad que supone enfrentarse al reto de escalar en los términos de nueva economía, de abrazar a la tecnología como hicieron nuestros antepasados en otros momentos de la historia y de convertir este escenario digital que nos rodea en el motor de una sociedad mejor y más automatizada.
En ese concepto sofisticado y complejo de Nueva Economía aparecen infinidad de modelos de negocio, procesos económicos e, incluso, dinámicas políticas y sociales. Entre ellas destaca uno que, por su dinamismo e ilusión, lidera en muchos casos la difícil carrera por la modernidad, por asumir el futuro inminente y, en muchos casos, el propio día a día presente de los países que se esfuerzan en encabezar la innovación y la sociedad del conocimiento. Las llamadas ‘startups’.
Hay quien en eso de poner palabras y siglas no ven más que un párrafo de sus discursos cansinos, previsibles y de campaña electoral. Otros, por el contrario, en cada término que significa modernizar, facilitar el progreso y encajar las piezas de un puzzle complejo y riguroso ven la gran oportunidad para posicionar sus economías.
El modelo ‘startup’, empresas tecnológicas con potencial de crecimiento enorme y con un comportamiento distinto al tradicional, basado en rondas de financiación que las hacen grandes y competitivas mucho antes de ser rentables, que basan su crecimiento en el desarrollo de tecnología y que esperan la llegada de su momento idóneo para entrar o pertenecer a proyectos de dimensiones muy superiores, está demostrado que supone un acelerador de cambios en todos los aspectos de la economía.
Pues en eso estamos. En el punto en que un gobierno puede establecer si apuesta por eso o lo deja pasar. En el límite entre facilitar a los emprendedores e inversores impulsar esa conquista del concierto económico o el de permanecer en la butaca cómoda esperando un viento favorable que ya no llegará. La última flecha clavada en el torso viene del artículo 95 de la futura ley del IRPF. Ya son varios los emprendedores y fiscalistas vinculados a la tecnología que se han mostrado estupefactos. Martin Varsavsky, Iñaki Arrola y muchos otros han analizado aspectos de dicha reforma tributaria que a todas luces entrará en vigor a principios de año.
Es cierto que aún está por ver como acaba el asunto y que en otros países hay aplicaciones parecidas. Sin embargo la esencia nos demuestra que los detalles más destacados responden a una falta total de comprensión de en que modelo de empresa nos movemos, que importancia tienen los flujos de capital aportado y el, si me apuras, el momento que conceptualmente nos ha tocado vivir. Según se desprende parecería que se está legislando para un modelo empresarial del siglo pasado cuando Internet y sus dinámicas no eran para nada el motor de ningún cambio socioeconómico.
A partir de enero si tu empresa vale más de cuatro millones o, teniendo más de una cuarta parte de la misma valorada en un millón de euros lo tienes crudo si, por cualquier motivo, quisieras cambiar de domicilio fiscal. Deberás tributar sin haber pasado a liquidez tu participación e, incluso sin haber vendido la empresa o quedarte en España diez años.
Puedes estar pensando que porque va a tener que irse un español que ha montado una empresa en España. Eso tendría sentido, que no mucho, si hablamos de economía tradicional, pero que en un modelo digital que precisa de acaparar talento, crecer en ecosistemas preparados para convertir una pequeña empresa tecnológica en un gigante internacional, es una guillotina. ¿Quién va a montar una empresa en España si cuando precise exponerla en Silicon Valley, Dublín, Berlín, Seúl o Singapore conviviendo allí durante años para localizar el vehículo de crecimiento más idóneo? ¿Quién va a invertir en una empresa con potencial de ‘player’ mundial si cuando eso suceda te van a crujir tu inversión?
Es que es una detrás de otra. Leyes de emprendedores que fueron papel mojado, muros en la normalidad de la gestión de los datos, regulaciones casi inéditas en el mundo para que la búsqueda de financiación beneficie a los bancos y, ahora, un modelo tributario fuera de toda lógica de los tiempos que vivimos y que, si nos dejaran, deberíamos poder vivir. Sigo pensando que hay lugares donde la administración, cuanto interviene, perjudica. En lugar de ser un facilitador se ha convertido en un inconveniente. Dudo ya que lo hagan con mala fe, creo sencillamente que lo hacen porque viven en un mundo distinto, lejano y donde la mayoría de las características que podrían convertir un país en crisis en una economía moderna y con expectativas, los ciega.
Hay países que hace unas pocas décadas estaban desolados. Ahora son potencias tecnológicas. Muchos otros ya se han subido al tren del futuro. Era relativamente fácil. En muchos casos era no hacer nada. Dejar hacer a quienes se juegan su patrimonio, gastan sus energías, sueñan despiertos y persiguen retos con el fin de satisfacer sus deseos y sus bolsillos. Al final, todo ese ejército de innovadores, emprendedores, desarrolladores y muchos más, construyen el futuro y lo hacen bajo el patrón de la tecnología que nos permitirá vivir en un mundo mejor y de un modo más competitivo. Pero no dejar hacer, poner trampas, regulaciones excesivas, muros, zanjas, tributaciones cerradas y anticuadas, sólo aleja a una sociedad de esa meta.
Pensarán que así las empresas no se irán. Se quedarán siempre en España. Si les pongo difícil irse cuando crecen, se quedarán. Probablemente lo que van a lograr es que ni se creen. Que poco a poco, analizando lo visto, muchos opten por crearla directamente fuera. Yo lo hice hace años.
Montar tu empresa en Irlanda, por ejemplo, ya no es un tema tributario solamente. Hablamos de libertad, de ecosistema, de facilidades, de regulación lógica y de estímulo a que, si es preciso, las empresas puedan crecer allí donde les sea más propicio. Muchos creen que las grandes empresas del mundo tecnológico vienen a Dublin por el tema tributario y derivados similares. Cierto, como también que son centenares las startups irlandesas, o de otros países que se instalan un tiempo en el Silicon Valley europeo, que en su fase de mayor exposición y crecimiento se van y se instalan legal y tributariamente en Estados Unidos. Curioso, muchas, luego, regresan con un potencial inmensamente superior a que si no lo hubieran hecho.
El ejecutivo español debe confiar mucho en el Silicon Valley ‘español’, por eso ha considerado oportuno ofrecer todo tipo de facilidades para que si tu empresa tiene opciones de crecer, recibir una gran inversión o de capturar talento, no tengas que irte. Una gran ayuda, si… Reducir el paro en España no es tarea fácil. No sólo porque hay algo estructural que depende de que volvamos a construir pisos de manera ridícula y casi pornográfica. No, también depende de que muchos de los empleos que busca la gente cada vez existen en menor medida. Ya no hace falta la gente para hacer cosas que ya no las hacen las personas, lo hacen máquinas, software o robots.
Reducir el paro no depende de que los jóvenes se vayan a patadas. Demostrado queda que no es porcentualmente significativo. Tampoco de las grandes empresas, que ocupando mucho, no son relativamente la principal bolsa de empleo. Depende de las PYMES y de los emprendedores. De ellos es el barco. Déjenles que naveguen. No les den mapas equivocados, cartas de navegación hechas por quienes jamas vieron el mar.
La cantidad ingente de factores que complican el poder montar una empresa en España en comparación con un número importante de países es, poco a poco, la clave del asunto y del problema. Lo de la reforma tributaria una más. A cada día que pasa, sumando elementos de este tipo, estamos más cerca de los modos de quienes dicen ser el ‘diablo’ que de los que ya van a velocidad crucero en eso de la economía del futuro. El proteccionismo en este caso se convertirá en desprotección de aquellos que podrían impulsar el cambio del modelo de crecimiento de un país que agotó el anterior, si es que lo hubo y si es que fue real.
Sobre la subida de impuestos
Ha llegado el momento de hablar de impuestos. Sabemos hace tiempo que nos los iban a subir y por ello hemos intentado dar consejos para que nos sea lo más leve posible. Como es normal los presupuestos de ayer obtuvieron el rechazo absoluto de los grupos políticos del Congreso. Sin embargo estoy seguro que Salgado se guarda un as de tipo fiscal para captar por lo menos los siete votos que precisan entre los diputados del montón.
Ha llegado el momento de hablar de impuestos. Sabemos hace tiempo que nos los iban a subir y por ello hemos intentado dar consejos para que nos sea lo más leve posible. Como es normal los presupuestos de ayer obtuvieron el rechazo absoluto de los grupos políticos del Congreso. Sin embargo estoy seguro que Salgado se guarda un as de tipo fiscal para captar por lo menos los siete votos que precisan entre los diputados del montón.
Preocupa que este documento esté basado en unas previsiones que no se van a cumplir ni hartos de vino. Las estimaciones del gobierno hablan de una recesión mínima alrededor del -0,3%, una inflación en el 0,1% y unos costes laborales con un crecimiento nulo. Dicen, y no se ruborizan, que el desempleo seguirá aumentando, exactamente en 303.500 personas, elevando el número medio de parados hasta el 18,9% de la población activa, más del doble de la media europea. Creen que la inversión seguirá cayendo en tasas del 4,6% y que el consumo de las familias se deshinchará pero a un ritmo muy leve.
El Gobierno ha presentado un presupuesto muy condicionado por el fuerte aumento del déficit público y con la obligación de reducirlo al 3% para cumplir el plan de estabilidad de la UE en el año 2012. Ellos hablan de que el déficit acabará en el 9,5% del PIB en el 2009 y en el 8,1% en el 2010. Si fuera así el Estado gastaría 200.000 millones más de lo que tiene previsto recaudar. Un desequilibrio financiero que elevará la deuda al 62,5% del PIB, cerca de 640.000 millones de euros duplicándose en si misma en tan solo un par de años. El problema es que esas cifras se quedan muy cortas. El déficit este año alcanzará el 14% y el año que viene apenas lo reducirán y el coste final sobrepasará los 300.000 millones. Es por eso, y lo saben, que el Gobierno ha dejado de lado el peso plomizo que suponen las medidas recaudatorias de subida de impuestos y se ha puesto manos a la obra. Saben que van contrarreloj, que el tiempo se acaba y que el agujero no hace más que crecer. Alguien les ha demostrado con bolitas y palitos que la han fastidiado. El ejecutivo está asustado y por eso busca in extremis solucionar el desaguisado. Los que lo descubrieron a tiempo han salido corriendo como ratas.
Lo grave no es tanto el boquete que a las cuentas y a la economía va a provocar este asunto, lo duro es comprobar como el Gobierno ha dejado para otros tiempos el inicio de la transición a un nuevo modelo económico. Pueden hablar y hablar, decir que estos son los presupuestos del cambio de modelo pero la verdad es cruda y se sirve con picatostes. El gasto en I+D y las inversiones en infraestructuras de modernización ha sido sacrificado con tal de atajar un déficit público que se vislumbra como el mayor problema de la economía española en el futuro.
La merienda se pone fea y se ve claramente en partidas como la del pago de intereses de la deuda que alcanzará los 23.267 millones, el 6,6% del conjunto de gasto de las administraciones públicas. Se trata de la partida presupuestaria que más crece, junto al pago de las percepciones por desempleo, que aumentan en cerca de 59% hasta representar 30.612 millones. De nuevo será insuficiente. Los intereses llegarán a los 50.000 millones y el desempleo será un 7 u 8% mayor del previsto por los mandamases.
El gasto en el sector público debe cortarse. Las cifras que algunos miembros y ex miembros del gobierno manejan dan miedo. Realmente nadie sabe cual será el déficit del sector público este año, pero las apuestas ya alcanzan el 12 y el 14% respecto al PIB. En cualquier caso muy por encima de lo razonable y sobretodo de lo prudente. Una parte de ese déficit proviene de la bajada de recaudación de impuestos y de las subidas de prestaciones sociales por culpa de una crisis que obviaron y una recesión que negaron hasta que se ha evidenciado con tal virulencia que ya no se puede usar la sinonimia por más tiempo.
Los estabilizadores automáticos han actuado como se preveía. De ahí su nombre. Son los mecanismos que el Estado tiene para activar el déficit cuando la economía lo precisa. El problema es que no ha funcionado bien. El gasto ha sido discrecional y ha actuado sobre aspectos ineficientes. Obra publica rápida, barata, propagandística y vinculada a crear un empleo efímero e inservible en términos estructurales. Ahora se debe actuar de modo responsable y las inversiones públicas precisaban de gastos justificados y transparentes al estilo www.recovery.gov donde el gobierno de Obama da muestras de que es eso de mostrarse diáfano y claro.
El gobierno no puede esperar más y sabe que la factura de todo esto se debe pagar ya. Un déficit desbocado sólo puede atajarse de tres modos: bajando el gasto público, emitiendo deuda o subiendo impuestos. Zapatero ha escogido la última. Esta medida no solo es un riesgo en si misma sino que en contraproducente pues las previsiones indican que en 2010 esto va a ser un lodazal que no se va a mostrar muy receptivo a pagar impuestos. Familias debiendo su propio valor por dos, empresas sobreviviendo, bancos con mora inasumible y un déficit estructural irreducible serán los patrones con los que tendremos que barajar las cartas. A medida que entremos en el invierno la pesadumbre y los datos se irán instalando en un gris húmedo y desagradable. Por eso aumentar la presión fiscal es un suicidio. Es que vivimos en un despropósito gigantesco. Por ejemplo, si el gasto discrecional de estímulo se tuviera que reducir en 2010 querrá decir que la presión tributaria sumará como elemento de contracción en la economía y como consecuencia una recaudación aun menor.
Esta purga fiscal va a acabar por desmontar el tinglado. Vamos a tener recesión para largo. Se acercan los efectos colaterales a la clase media, ese grupo de gente que considera que aunque estamos en crisis ellos no lo notan. Tengo malas noticias, y mañana hablaré de ello, la hostia que se les prepara es de medalla. Van a pillar como todos, pero la clase media vamos a recibir más y durante más tiempo.
Por cierto, aunque el G20 parece un encuentro de canapé y globo, hay que destacar que ese grupo representa un consenso internacional que va en dirección contraria a la del gobierno español. Aquí los estímulos no han tenido demasiado efecto en la reactivación de la economía por lo que subir impuestos es como envenenar al enfermo. Gobernar no es improvisar, te lo dice la historia.
NOS VAN A CRUJIR A IMPUESTOS
Hoy me preguntaba un cliente, “¿de donde sale ahora todo ese dinero que el gobierno está dispuesto a poner para solucionar la crisis?” La respuesta es sencilla: de nuestros bolsillos y de la deuda pública fundamentalmente. De nuevo me ha cuestionado, “y si ahora es posible aplacar la crisis con nuestra deuda, “¿porque antes no se hizo para mejorar la vida de “todos” los españoles?” La respuesta empieza a complicarse pero también es comprensible: porque hubiera significado un aumento de los impuestos. Finalmente, mi cliente y amigo me cuestiona si nos van a subir los impuestos. Le he contestado encogiéndome de hombros que, sí no lo hacen, no habrá modo de salvarnos de un déficit monstruoso. Ahora bien, el problema es que, sí subes impuestos para obtener el rédito de pago sobre la deuda adquirida en una etapa recesiva de la economía, lo más probable es que la hagas crónica. A más impuestos, menos consumo, a menos consumo, menos trabajo, a menos trabajo, más subsidios, a más subsidios, más deuda, a más deuda, más impuestos, a más impuestos, menos consumo,…
Hoy me preguntaba un cliente, “¿de donde sale ahora todo ese dinero que el gobierno está dispuesto a poner para solucionar la crisis?” La respuesta es sencilla: de nuestros bolsillos y de la deuda pública fundamentalmente. De nuevo me ha cuestionado, “y si ahora es posible aplacar la crisis con nuestra deuda, “¿porque antes no se hizo para mejorar la vida de “todos” los españoles?” La respuesta empieza a complicarse pero también es comprensible: porque hubiera significado un aumento de los impuestos. Finalmente, mi cliente y amigo me cuestiona si nos van a subir los impuestos. Le he contestado encogiéndome de hombros que, sí no lo hacen, no habrá modo de salvarnos de un déficit monstruoso. Ahora bien, el problema es que, sí subes impuestos para obtener el rédito de pago sobre la deuda adquirida en una etapa recesiva de la economía, lo más probable es que la hagas crónica. A más impuestos, menos consumo, a menos consumo, menos trabajo, a menos trabajo, más subsidios, a más subsidios, más deuda, a más deuda, más impuestos, a más impuestos, menos consumo,…