La tecnología genera nuevos empleos en el sector de los Centros Comerciales.
La pasada semana estuve en Colombia participando como ponente en la Convención Nacional de Centros Comerciales de ese país. Mi cometido era comentar como podía este sector en concreto transformarse digitalmente a fin de enfrentarse a una disrupción cada vez más fuerte que también les está tocando a ellos. Aunque en Latinoamérica aún no es demasiado evidente, al igual que en algunos países de nuestro entorno europeo, la tendencia no es precisamente halagüeña. No hace falta mucho más que darse una vuelta por la página ‘DeadMalls’ y ver por donde van los tiros.
La pasada semana estuve en Colombia participando como ponente en la Convención Nacional de Centros Comerciales de ese país. En mi conferencia debía comentar como podía este sector en concreto transformarse digitalmente a fin de enfrentarse a una disrupción cada vez más fuerte que también les está tocando a ellos. Aunque en Latinoamérica aún no es demasiado evidente, al igual que en algunos países de nuestro entorno europeo, la tendencia no es precisamente halagüeña. No hace falta mucho más que darse una vuelta por la página ‘DeadMalls’ y ver por donde van los tiros.
En esta convención se trataron temas arquitectónicos, comerciales, experienciales, inmobiliarios y, como decía, tecnológicos. Este último lo traté yo desde la propia experiencia de haber trabajado en los últimos dos años con diversos centros comerciales en Irlanda, Reino Unido, España, Panamá y Argentina. En concreto, al modelo de utilización tecnológica orientada en convertir datos en ventas, le llamamos ‘mall-data’, una concepto de producto que se compone de consultoría, implementación tecnológica y seguimiento de la captura de datos para la toma de decisiones en un centro comercial.
Puede dar la impresión que los centros comerciales compiten con los parques de atracciones olvidándose muchas veces del propio valor de lo que supone vender cosas con un buen servicio y una oferta adecuada. Esos servicios pueden mejorar con la tecnología y, sobretodo, la oferta puede ser modulada con datos, infinitos datos. Las experiencias que el público de estos lugares demanda son cada vez más intensas. La gente quiere ‘pasárselo bien en un centro comercial’. Estudiar su comportamiento y monitorizar los datos que comporta puede generar un valor inmenso. Un centro comercial compite ahora con el comercio electrónico y tiene todas las de perder. El ‘Mall’ ya no es un negocio minorista, ahora es un negocio de la hospitalidad. Los centros comerciales deben atender a su público como si fueran ‘usuarios’ de un hotel de cinco estrellas. Para ello deben obtener datos que modulen ese espacio y esos servicios.
Ya he hablado de este sector y de sus desafíos, pero es evidente que pocos negocios tienen la oportunidad de capturar datos como él. El modo en el que se consiguen esos datos, la gestión de los mismos y su entrega ordenada determinan el resultado final y el éxito que se pueda esperar. De ahí que pusiera como ejemplo algunos de los proyectos donde los datos se han convertido en una de las opciones más destacadas a la hora de que los gerentes de esos ‘malls’ tomen decisiones acertadas.
En el listado de acciones que componen nuestro modelo de gestión concreto para Centros Comerciales, destacan el llamado ‘wifi automation chatbot’, el ‘transit oriented design by beacons’, la incorporación de apps que eliminan las barreras arquitectónicas para ciegos, la impresión 3d en los centros y en diferido, la incorporación de la realidad virtual y la realidad aumentada en diferentes aspectos de los centros comerciales a fin de conducir hacia una experiencia de compra generando muchos datos, el uso del ‘toeprint’ o de Periscope y, finalmente, convertir una tienda del centro comercial en un espacio donde se pueda obtener beneficios en el uso de un Smartphone.
Estas son algunas de las muchas acciones que se pueden hacer con un objetivo: capturar datos para saber más, ofrecer un mejor servicio y generar más ventas. Lo curioso del tema es que en ninguno de los casos en los que hemos desarrollado el pack ‘mall-data’ podemos decir que se perdieran puestos de trabajo. Al revés, la incorporación de tecnología hace eficiente algunas áreas que no eran rentables previamente. Esa eficiencia genera beneficios y a su vez empleo. Pero sobretodo, crea empleo en campos que hace unos meses eran impensables. El nuevo empleo se abre paso.
El futuro del comercio mundial en manos de un chaval de 19 años
¿Disponemos de tecnología para dejar de conducir? Sí, y Se evitarían accidentes, seríamos más eficientes medioambientalmente, más rápidos y más ordenados. Nos daríamos cuenta que no precisamos muchas de las cosas que ahora nos invaden el día a día. ¿Disponemos de tecnología para saber que necesitamos y cuando antes de que ni tan siquiera lo solicitemos? Si. La gestión de datos masiva ya lo ha demostrado en diversos aspectos de las ciudades inteligentes. ¿Disponemos de tecnología para construir a distancia sin intervención de nadie? Si, la impresión 3D lo permite. ¿Disponemos de tecnología que permita la toma de decisiones con un margen de error mínimo? Si y esta es seguramente la clave. Si la decisión se basa en el análisis de datos y en la velocidad en la que se analizan las gigantescas variables, ¿para que necesito un político? Ahí lo dejo.
¿Que pasa en el tema comercial? En eso de comprar. ¿Ya hemos llegado todo lo lejos posible con lo del comercio electrónico? Obviamente no. Resulta que seguimos transformando el mundo gracias a algunas startups (algún día se les reconocerá su valor) que están redefiniendo todo. Cuando digo todo, es todo. Uber redefine el transporte, Amazon las librerias, Skype la telefonia, Airbnb los hoteles y Spotify la música. Sin embargo, el mundo comercial no tiene su Spotify, ni su Uber, ni su Amazon. ¿O si?
En algún lugar del mundo, ahora mismo, un grupo de jóvenes (y no tan jóvenes) están pariendo el cachivache que lo va a cambiar todo en menos de cinco años. Antes de que lleguemos al 2020 ir a un centro comercial será de todo menos lo que es ahora. Ya hay pistas. Aplicaciones, ideas, proyectos y propuestas, pero aún no ha surgido el modelo disruptivo que lo ponga todo patas arriba. Martin Lindstrom se pregunta en uno de sus libros ¿quien va a liderar este cambio? A este columnista del Time experto en tecnología y comercio, le preocupa quien se va a encargar de la transformación. ¿Los centros comerciales, los tenderos o un crío que no llega a la veintena afincado en Silicon Valley con nada que perder y mucho que inventar? Yo tengo, visto lo visto, una idea remota. De hecho, en ese sería en quien invertiría ahora mismo.
Cada vez son más las experiencias de tipo virtual que algunos comercios del mundo proponen a sus clientes. Desde los ‘antiguos‘ mostradores impresos que permiten a un viajero de metro en Tokio seleccionar la compra y que ésta le llegue luego a casa escaneando fotografías y QRs durante la espera de su próximo tren, hasta los espejos virtuales que permiten seleccionar un producto que no está en la tienda, ‘probarlo‘ y esperar que, si te gusta como queda, el comercio te lo envíe a casa. No comentamos como te lo lleva a casa, ya hemos hablado mucho de eso.
Seguimos en eso de ir perdiendo las fronteras entre lo físico y lo virtual. Está claro que siempre nos gustará eso ‘ir de compras’, pero es inminente que eso ya no sea como fue. La mezcla entre lo analógico y lo digital cada vez es más fuerte y no dejan de llegar ejemplos de hacia dónde se dirige todo. No hablamos Internet de las Cosas, o por lo menos, no sólo. Estamos destacando la interactividad, si, pero también como el comercio electrónico debe dejar de ser un canal que compite para pasar a ser uno que estimula al más tradicional.
Hoy es ‘cibermonday’, una curiosa reciente tradición que propone contrarrestar, o mejor dicho complementar, al famoso bate-records ‘blackfriday’ que representa un asalto a los comercios del mundo occidental. Este lunes consumista y digital supone ya un altísimo porcentaje de las ventas de un comercio que dispone de plataforma digital. Desde un punto de vista personal, cercano, hemos visto en apenas cinco días como las ventas de uno de las comercios digitales en los que teníamos puestos mayor interés para estudiar su reacción, supusieron el mismo volumen que en cuatro meses juntos. Entre el pasado jueves y a primera hora de la mañana, más de 200 pedidos basados en una oferta han supuesto la rotura de stocks que nos temíamos. A la vez, en los puntos de venta físicos, sucedía lo mismo.
Pero volvamos al plano conceptual. Imagina un centro comercial donde no hay tiendas. Apenas unas pantallas en las grandes superficies que antes ocupaban centenares de productos. La tienda sigue allí, los dependientes han pasado a ser unos asesores, o ni eso, no hay caja registradora ni nada que se le parezca, no hay horario, no hay estanterías ni nada. Todo es un enorme cubículo blanco decorado con televisores planos que emiten, según te acercas tú u otra persona, una cosa u otra. ¿El futuro?
No, el presente, guardando las distancias entre este robot y lo que estoy diciendo. De hecho hay lugares en el mundo que experimentan con ello de manera firme. Se trata de descubrir por dónde irá eso de convertir al cliente físico en un usuario de marca, algo así como pasa en el entorno digital, donde el consumidor se ha convertido en un prosumidor capaz de influir, con los datos que ofrece, en la evolución de un producto.
¿Porque diferenciar entre pasarse horas mirando prendas u objetos de la casa en Pinterest con lo que hacemos paseando sin intenciones previas por unos grandes almacenes? La necesidad surge cuando ves el producto, muchas veces no antes. Imagina que en tu centro comercial de referencia el paseo fuera en un Pinterest integral, focalizado en tus intereses (que desconoces) y que resumirá tu experiencia de compra en algo más rápido, barato y divertido.
Me da la impresión que los ‘malls’ del futuro serán menos comerciales y más experienciales. Lugares para convivir entre humanos y no tanto para comprarle a humanos. Puede que el futuro esté más cerca de lo que pensamos, pero tal vez no estemos preparados para que nos envuelve. De hecho es la cancioncilla de siempre. Existe tecnología para muchas cosas, podrían estar disponibles, pero social, política o culturalmente, quebraríamos.
Si tienes una tienda física, un comercio en una gran superficie, si eres directivo de algo que tenga que ver con todo ello, como dije hace unas semanas en el evento Comertia 2014, empieza por montarte una tienda online. El primer paso es ese, y luego vamos aprendiendo.