El terror sociológico a una nueva tecnología. No íbamos a ser una excepción.
¿Sabías que la sociedad en su momento se opuso enérgicamente a la llegada de la electricidad porque consideró que ese avance destruiría todos y cada uno de los elementos de aquellas cadenas de valor? ¿Sabías que en 1942 el sindicato de músicos más importante de los Estados Unidos prohibió a sus miembros a grabar canciones pues consideraban que eso acabaría con la música en directo? En cada caso tenían razón pues se destruyeron millones de puestos de trabajo. Pero en ambos casos esas tecnologías cambiaron la industria por completo. La electricidad dio paso a nuevos empleos y al primer escenario de eficiencia. La grabación de música transformó la escalabilidad permitiendo que el músico pudiera alcanzar cotas de beneficios impensables y, por supuesto, nacieron empleos inexistentes cinco minutos antes.
¿Sabías que la sociedad en su momento se opuso enérgicamente a la llegada de la electricidad porque consideró que ese avance destruiría todos y cada uno de los elementos de aquellas cadenas de valor? ¿Sabías que en 1942 el sindicato de músicos más importante de los Estados Unidos prohibió a sus miembros a grabar canciones pues consideraban que eso acabaría con la música en directo? En cada caso tenían razón pues se destruyeron millones de puestos de trabajo. Pero en ambos casos esas tecnologías cambiaron la industria por completo. La electricidad dio paso a nuevos empleos y al primer escenario de eficiencia. La grabación de música transformó la escalabilidad permitiendo que el músico pudiera alcanzar cotas de beneficios impensables y, por supuesto, nacieron empleos inexistentes cinco minutos antes.
Suele ser siempre así. Cualquier avance tecnológico suele tener un duro tránsito por el reconocimiento de su valor real. La sociedad suele confrontarse porque percibe que va a perder algo y por el desconocimiento de lo que supone realmente. Ahora, con la transformación digital, vivimos algo muy parecido. Socialmente estamos asumiendo que no hay vuelta atrás, que todo va a ser automático y robotizado, que millones de puestos de trabajo se van a perder irremediablemente y que la sociedad como la conocemos va a dar un vuelco definitivo. Se mira con miedo ese escenario. Me lo comentan muchas veces tras conferencias, entrevistas o trabajando con clientes que buscan aprovechar este momento.
La pregunta más repetida es la que dice ¿cómo vamos a vivir en un mundo donde no va a ser necesario el ser humano? Suelo responder con otra pregunta. ¿Por qué una tecnología va a convertir al ser humano en irrelevante? El ser humano tendrá el papel más relevante que ha tenido hasta la fecha en toda su historia: ser humano. La tecnología la iremos entendiendo, es cuestión de tiempo, poco a poco irá desplegándose en todos sus sentidos y formas. No será sólo un dispositivo o un módulo de comunicación que nos acompaña, será algo más complejo y eficiente. Nos convertirá en ‘homus digitalis’ definitivamente y en ese escenario, la partícula ‘homus’ será indispensable y tremendamente referencial.
Lo hemos vivido antes y lo volveremos a vivir. Las sociedades se oponen a los avances tecnológicos, a las revoluciones que comportan un cambio de los modelos productivos, culturales, sociales y económicos. El miedo a los cambios disruptivos debió existir cuando un tipo que andaba a cuatro patas decidió ponerse de pie. La gente siente que va a perder algo. No solemos ver en el horizonte desconocido y borroso nada bueno. Pero la historia nos ha demostrado que en ese perfil nublado siempre aparece un sol radiante.
La imprenta permitió que el monopolio de la cultura pasara de unos pocos a la gente y, sin embargo, el rechazo a su generalización fue muy importante y no tan sólo por las clases dominantes. Los mismos dilemas que vivieron en cualquier avance tecnológico nuestros antepasados son los que vivimos nosotros ahora. El pavor a la Inteligencia Artificial, a la IoT, a la impresión 3D o a la robotización absoluta es algo natural, cómo también lo va a ser la innata capacidad humana para encontrar el valor de todo ello y aportarse su punto de ‘humanidad’ que sólo nosotros podemos otorgarle a las cosas. Las empresas deben dar un salto conceptual y aplicarlo al entendimiento de un nuevo escenario del que pueden obtener ventaja o quedarse definitivamente rezagados. No hay dos opciones para ganar, sólo una.
¿De qué hablan las maquinas?
Al despertar escuché un cuchicheo de lejos. Eran mi cafetera y la nevera charloteando. No le di importancia, suelen hacerlo siempre al empezar al jornada. La tostadora no entra en debates y más cuando el asunto es acerca de consumo de calorías o ir de compras. Café intenso pero con la justa tasa de fortaleza que a mi me gusta. Es lo que mi cafetera inteligente considera adecuado para empezar bien el día. Sin embargo mi nevera, también inteligente, suele tener consideraciones mucho menos aplicadas al sabor sino que se enfoca en aspectos más técnicos. Le gusta comprar lo justo, de alto valor nutritivo y se lee todos los indicadores orgánicos descartando siempre aquello que, su sistema operativo, considere aditivo, innecesario o que pudiera causarme algún inconveniente en el futuro.
La suerte es que ‘KubiRubiko’ siempre atempera los nervios en casa y se encarga de que la ‘sangre’ no llegue al río. Es el sistema central de control de mi hogar, mi gran aliado, el justo y equilibrado señor de mi casa. Controla el consumo, la emisión a la carta (su carta) de música, cine o noticias sobre cualquier superficie de mi apartamento que previamente ha filtrado, analizado, resumido, estructurado y presentado, sin perder tiempo ni hacérmelo perder a mi. Todos vivimos felices, nos comunicamos mucho. A veces, incluso, lo hacemos con personas.’
No es ciencia ficción. Que no lo veamos no quiere decir que no esté pasando. O, en el mejor de los casos, está a punto de pasar. La tecnología no nos entrega el futuro, lo empaqueta en papel celofán y espera que nosotros mismos saquemos conclusiones. Si el resultado que obtenemos es lo mismo pero con nuevos ‘juguetes’ estaremos fracasando. No se trata de ‘hablar entre objetos’, es un cambio esencial del comportamiento moral y social de toda nuestra especie lo que se está larvando.
Deberemos aceptarlo. Mejor dicho, deberán. Todo cambia y lo hace porque la tecnología nos hace más inteligentes. Se pongan como se pongan, los hoteles cambiarán, los taxis, los periodistas, los directores de revistas como esta, o lo que se os ocurra, cambiará. Todos estamos afectados y es cuestión de alegrarse por ello. Saber más nos hace avanzar. Sobretodo porque cuando sabes más detectas lo que está mal, sabes que algo necesita de arreglo. Si no sabes nada nunca podrás saber que aquello ‘iba mal’. Por eso nos dirán que todo eso de los robots, las cosas hablando entre si y la evolución natural de la tecnología puede ser muy malo. El infierno de silicio le llamarán. Pero eso no tiene porque ser así.
Los robots no son malos. Ni buenos. Son el futuro como lo es tu hijo o el mío. De ellos es todo esto. Nosotros solo estamos con la puerta entreabierta, ellos la abrirán de par en par. Siéntete importante. Has vivido, estás viviendo y seguiremos en el futuro disfrutando el hecho de ser parte esencial de todo cuanto va a cambiar el mundo. Algo parecido a la posthumanidad bien entendida. La evolución natural de nuestra especie ha empezado un nuevo paso, probablemente el estadio en el que tratemos directamente con objetos inteligentes, pero aceptemos que ellos, entre si, también dialoguen para servirnos un mundo más eficiente y mejor.
Robots, software, conocimiento, cambio. Tecnología a toda velocidad. Ahora, por primera vez y a diferencia de otras revoluciones, la tecnología disponible está en las manos de cualquiera. La minoría poderosa ahora es la que se siente amenazada. Si antes podían establecer los criterios y las bases del uso de esa tecnología, ahora eso no es así.
Obviando problemas que se han asentado y que pondrán en juego todo este bucólico escenario, ‘peak oil’, reservas, superpoblación y colapso entre divisas, este podría ser el principio de un mundo mejor en manos de todos, con mayor conocimiento, capacidad para decidir, para emprender nuestros propios proyectos, con la eliminación de intermediarios y con una conjunción casi imperceptible entre máquinas y humanos. En este tercer número de Westinghouse vas a poder adentrarte en este mundo inminente que da sus primeras muestras de cómo va a ser y no se olvida de cómo es ahora mismo. Volvemos a mostrar ‘la hoja de ruta aparente’.
¿De que hablarán las maquinas? Vete tu a saber, seguramente de lo mismo que nosotros. Lo único que podemos tener en cuenta sobre ese dialecto imperceptible es que ya es una lengua más, un escenario de comunicación entre los que ahora son sólo objetos adquiriendo conocimiento y aprendiendo artificialmente y un mundo que trastocará el nuestro donde las propias máquinas serán capaces de rebatir, dudar y opinar acerca de lo que nosotros les ordenemos.
El futuro puede ser mucho mejor, pero dependerá de los que lo estamos construyendo, los que de algún modo, tenemos la responsabilidad de convertirlo en un lugar habitable para nuestros nuevos inquilinos. Vienen, seguro, mejor aceptarlo y hacerlo cómodo. La mayoría de ellos ya están aquí y ni lo sabemos. Están por todas partes sólo que aún no han aprendido a comunicarse con nosotros o, sencillamente, no tienen nada que decirnos todavía. Todo llegará.
*Editorial del número 3 de la revista digital económica Westinghouse Future Economy. Actualmente disponible sólo para iPad pero durante este mes de marzo estarán ya disponibles las versiones en Android y Smartphone.
El 'spotify' del café
En el Cafe Panino Mucho Giusto de la 551 Hudson St. en NYC puedes tomar todo el café que quieras sin pagar. Eso mismo lo puedes hacer en una buena cantidad de cafeterías de esa ciudad y de otras dos en Israel. Solo podrás hacerlo si te has descargado una aplicación llamada CUPS que permite a los usuarios tener tarifa plana en consumo de café. Lo probé hace poco en mi último viaje a Estados Unidos y la verdad es que es una sensación curiosa entre tocar el futuro del que hablamos siempre y la excentricidad comercial.
Sin embargo, la ‘descarga’ de una taza cuando queramos (con intervalos mínimos de media hora) te recuerda el modelo que va asentándose en formatos digitales como video, música, telefonía, libros y, en algunos lugares, la electricidad, el agua, servicios puramente analógicos o la eliminación de intermediarios de manera absoluta. Es una especie de ‘spotify del café’.
Este punto de encuentro entre el ‘longtail’ que proviene del producto digital y la oferta globalizada no es más que la respuesta a los tiempos que vivimos y la percepción de un modelo de consumo más estructurado en la visión de ‘usuario’ que en la de ‘consumidor’. La facilidad para generar un espacio digital de conversión entre usuario, consumo, oferta y espacios donde proponer este uso genera nuevos puntos comerciales e industriales para todos y que benefician este escenario tan innovador.
Si no tuvieramos la tecnología asociada y móvil no podríamos ni pensar en este modelo de venta y consumo. Entronca directamente con la distribución en red y en la generación equitativa por reparto de los costes. Es la teoría de los seguros donde unos pagan por el siniestro que no les va a pasar nunca y que otros si precisarán.
CUPS sólo lo puedes disfrutar en Israel y en New York. Veremos que sucede en España u otros lugares. Innovar y transformarte para sobrevivir es algo que también te toca a ti aunque solo tengas una cafetería. No va de convertirla en un ‘cybercafé’, va de meterte en la tarifa plana digital. Esto sucederá con todo. En IDODI tenemos una aplicación desarrollada muy parecida para hacerlo y es cierto que en estos días son dos las cadenas que se han mostrado interesadas en el modelo. No solo vale como ‘barra libre’ de café, estamos en condiciones de ofrecerla para otro tipo de consumos. ¿Qué piensas?
Cooperar sin miedo
En mi primer comentario Bits libres propuso el tema, y en la comida del día 1 lo volvimos a comentar. Se me acerco Vizcaíno y me habló de perder el miedo al cooperativismo. Me dijo que “la experiencia cooperativa de Mondragón puede aportar claves interesantes para las organizaciones del futuro”. La experiencia cooperativa de Mondragón ha creado organizaciones de base democrática en el ámbito de la industria, del crédito, de la educación, de la seguridad social, del consumo, de la universidad, de la investigación tecnológica y de otros ámbitos, todos ellos basados en arquitecturas de poder fundamentadas en última instancia en la autogestión y la co-gestión.
Su trayectoria de medio siglo con más de un centenar de empresas, más de 80.000 trabajadores entre socios y trabajadores por cuenta ajena, filiales en 16 países como China, India, EE.UU., Brasil, México, etc. muestra que, con las limitaciones y condicionantes que conlleva el funcionar en un sistema de mercado capitalista, es posible ser democrático y eficiente al mismo tiempo. De alguna forma contrarresta esas críticas habituales según las cuales, las cooperativas solo son aplicables en ámbitos como el agrícola o que las organizaciones del ámbito de la economía social son poco eficientes.
Ahora bien, la experiencia cooperativa de Mondragón no es una fórmula teórica genial que pueda funcionar universalmente en cualquier circunstancia y lugar. El cooperativismo para que pueda desarrollarse requiere de una cultura cooperativa previa. Diríamos que el cooperativismo ha de cultivarse. ¿Sabéis que cultura y cultivo tienen la misma raíz? A veces la etimología de las palabras suelen dar pistas. Quiero decir que el cooperativismo es una forma de organización empresarial que puede ser eficiente y exitosa pero que requiere de unos condicionantes previos que faciliten su desarrollo. Además, el uso de la palabra “experiencia“ no es casual, sino que pretende transmitir la idea de que como toda acción, el cooperativismo, ha de ser vivido y constantemente mejorado en el elemento de ser compartido.
¿Quien mejor que Bits Libres para complementar este tema? Uno de los lectores de mayor implicación en este blog siempre ha defendido el valor de la cooperativa. Concretamente la defiende diciendo:
“hay muchos tipos de cooperativas y aspectos legales importantes. Coop de consumidores. productores o también de gestión. Dentro de las coopo y soc coop relacionadas más con la gestión abre la posibilidades de unir profesionales independientes (freelance) sin perder nuestra independencia. Un soporte legal dentro del régimen general de la seguridad social, pero que con un pequeño capital social podemos parar golpes de posibles impagos o morosidad y cubrir esos IVAs impagados. Cada persona paga su SS según unas tablas ya establecidas. Hay un miedo enorme a cooperar o pensar que cooperar significa perder nuestra independencia y es todo lo contrario.”
Partiendo de estas sabias palabras de dos lectores y participantes del blog de Marc, creo que ha llegado el momento de abandonar barreras y perder el miedo a cooperar, a colaborar. Pensamos en grandes proyectos, pero a veces es tan sencillo como llamar a tu competencia mas cercana que seguramente estará pasando las mismas dificultades que tú y hablarle de cooperar, de ayuntar esfuerzos, seguramente entre los dos prodremos mejorar el negocio y sobrevivir a este entorno actual .
Si vives en una ciudad pequeña puede que tengas un acceso mas fácil a los responsables públicos. Sigamos el ejemplo de Perroflauta que, con el proyecto de montar huertos urbanos, está logrando cosas increíbles.
“Las dos residencias públicas que tenemos, hay personal del ayuntamiento que ven con bastante recelo un proyecto vecinal de este tipo. Como me vean hablar con los abuelillos lo mismo me echan, es el problema de los pueblos, por mucho que tengamos 65.000 hab esto sigue estando lleno de caciques. No se si me dejarán pegar un cartel en algún tablón de anuncios pero no te preocupes que lo intentaré. Por mis cojones que levantamos la asociación. Y la siguiente será emprendedores. “
Este tipo de proyecto, que para algunos podría parecer pequeño, son los que hacen grande la gente que vive en ese país. El objetivo es reflexionar y abrir nuevos horizontes, recopilar el máximo de ideas para ver que se puede hacer entre todos, y con ello, llegaremos al punto donde otros lectores ya han empezado a comentar acerca de crear un proyecto en común. ¿Os imagináis que de esto surgiera una empresa que ocupe a un buen grupo de personas que leen este blog? ¿Que a partir de los miles de lectores diarios surgiera una cadena de clientes que diera valor a todo ello?
Hoy os planteo el “Emprende Café”. Se trata de compartir ideas olvidando las distancias y el tiempo, la diferencia de edades y planteamientos, sólo incorporando en nuestro modelo el concepto 2.0 que tan brillantemente nos ha inoculado Marc durante estos últimos años y que ahora parece una de las grandes opciones para superar esta dura etapa de la historia.