Las claves de la Transformación Digital de la banca. La iRevolución de los servicios financieros.
La semana pasada estuve en Costa Rica con motivo de la finalización de la primera fase del proyecto de Transformación Digital del Banco Popular de Costa Rica. Un proyecto apasionante que ahora inicia la siguiente etapa, la implementación de diversos modelos de innovación, incorporación de tecnología, gestión del cambio organizativo y, especialmente, el diseño de nuevos modelos de negocio que el sector financiero tiene que abordar irremediablemente.
La semana pasada estuve en Costa Rica con motivo de la finalización de la primera fase del proyecto de Transformación Digital del Banco Popular de Costa Rica. Un proyecto apasionante que ahora inicia la siguiente etapa, la implementación de diversos modelos de innovación, incorporación de tecnología, gestión del cambio organizativo y, especialmente, el diseño de nuevos modelos de negocio que el sector financiero tiene que abordar irremediablemente.
Las amenazas son más que sabidas para este sector. Los NeoBanks, los iBanks, las criptomonedas e, incluso, los No-Banks. Pero a mí me gusta más contemplar el otro lado, los retos. En el caso de una entidad financiera nacional, semi pública como es el Banco Popular de Costa Rica, éstos pasan por la reducción de costes y por acelerar la innovación. Es necesaria una banca centrada en el cliente que consiga una relación más estrecha con él y una experiencia digital personalizada. Una banca que ayude a las instituciones financieras y a las propias fintech a construir, operar y monetizar cualquier tipo de aplicación de manera ágil y rápida.
Entre los modelos que he coordinado en otras entidades y las que ya hemos iniciado en Costa Rica, es obligatorio un ecosistema API para lanzar nuevos servicios. APIs abiertas y conectadas a un ecosistema de colaboradores que ofrezcan servicios digitales de valor añadido a través de cualquier entorno colad por ejemplo. Mi obsesión es que cualquier banco considere factible liderar la propia revolución fintech. No voy a entrar en el detalle y el modo de lograrlo ni con que metodologías se puede lograr. Eso es algo que precisa de un buen número de documentos y de un par de jornadas de alto valor explicados en un Workshop específico como afrontarlo. Sin embargo, hay varios campos de trabajo que son determinantes y que a modo esquemático pasarían por:
Los grandes bloques de trabajo deben ser la Analítica, la Automatización, la Gestión de TI, la propia Inteligencia artificial, la innovación estratégica, la tecnología móvil y la seguridad integral. A partir de estos espacios de trabajo se despliegan cada uno de los elementos que derivan. Aunque pueden funcionar para muchos sectores, en el caso de las finanzas se determinan en estos que acabo de relacionar. Veamos cómo se despliegan según nuestro criterio.
Inicialmente el asunto trata de la analítica, de la cual se espera descubrir, interpretar y comunicar patrones significativos y la información de valor a partir de datos de todo tipo. Eso conduce a la gestión prioritaria de analytics por aplicación, analítica prescriptiva, análisis predictivo basado en machine learning, atención a los grandes volúmenes de datos, a la integración de esos datos, la comprensión de la Internet de las Cosas y la visualización de todos estos datos utilizando tecnología que la conviertan en información.
De la automatización se exige que realice operaciones con inteligencia, desde los procesos de negocio hasta la aplicación de bots o la automatización inteligente. Para ello se cuenta con el Blockchain con el objetivo de reducir riesgos y abrir nuevas fuentes de ingresos, cloud computing, almacenamiento en cloud, base de datos en cloud, gestión del propio cloud, infraestructuras como servicios, plataformas como servicios y especialmente generar un volumen aceptable en seguridad en el cloud.
De la Gestión de TI se necesita que se alineen los recursos tecnológicos de información de un banco en función de sus necesidades. Para ello hay que tener en cuenta la alta disponibilidad en el rendimiento operativo, el desarrollo de algún tipo de software de adaptación, la gestión de los propios activos de la tecnología y el cloud, los datos, las identidades, la red, el almacenamiento, los accesos, los negocios, los ciclos de vida de las aplicaciones de la entidad, el rendimiento de esas aplicaciones, el software distribuido llamado middleware y las recuperaciones tras alguna crisis que pudieran ser críticos.
De la Inteligencia artificial buscamos que interactúa con las tecnologías de la información como un socio adaptable a la actividad humana. Para ello asumimos en cualquier proyecto de transformación digital en el sector financiero que vamos a aplicar machine learning que automatice los modelos analíticos para que los sistemas puedan aprender y extraer conocimientos por su cuenta, el procesamiento del lenguaje natural, un sistema recomendador que prevea la valoración o preferencia de un servicio financiero utilizando una subclase de sistemas de filtrado de información, una visión computacional que adquiera, procese, analice y comprenda todo tipo de interacciones con los clientes/usuarios del propio banco.
De la Seguridad planteada se estructurará para que proteja los sistemas en todos los entornos gracias a la Gestión de identidades, la protección contra el fraude, la importantísima protección de las vulnerabilidades que introducen los dispositivo conectados de un usuario de la entidad, el security analytics que explore soluciones que permitan agregar información de seguridad en toda su infraestructura de la entidad, la seguridad cloud, la seguridad de datos, la seguridad de las aplicaciones, la seguridad móvil y la supervisión de red en el ámbito de rendimiento y detección de actividades sospechosas.
Y finalmente, el espacio que considero fundamental y que tiene que ver con el concepto ‘mobile first’. De la Tecnología móvil se necesita que habilite dispositivos móviles para el uso compartido gracias a la analítica móvil, al marketing móvil y, de nuevo, a la seguridad móvil.
En definitiva, y muy a grosso modo, estas son las claves con las que un modelo de negocio financiero tiene que lidiar en el momento que inicia un plan de transformación digital. Esta es la tabla con la que trabajamos nosotros. Debe haber otras, pero lo más complejo es como convertimos un modelo que ha soportado el paso del tiempo con cierto éxito pero que, ahora que ha decidido entender un nuevo entorno, suele quedarse más en la cosmética que en el fondo.
Tengo la suerte de que mis clientes han entendido que la banca debe darse prisa. Prisa en creerse esto realmente. Que no va de aparentar estar interesado o conocer bien como funciona. Consiste en aparcar dentro. En poco tiempo los proveedores de criptomonedas se habrán ganado la confianza y credibilidad de la que ahora todavía no gozan en términos generales. Por ese entonces, la ventaja competitiva de los bancos será irrelevante. Si ahora no se ponen, no habrá espacio para ellos, o lo que quedará será puramente residual. No serán necesarios tal y como ahora los entendemos. Siglos de evolución soplan en su contra, pero pueden convertirse en vientos favorables. Solo hay que ponerse.
| Picture: Hermione Hodgson |
Google ya es un ‘banco’ europeo. ¿Y ahora qué?
Los bancos de medio mundo llevan tiempo analizando las amenazas que les supone la irrupción de nuevas tecnologías y el cambio de comportamiento de una generación entera. La generación del milenio será mayoritaria en las decisiones comerciales en menos de una década. Entre las potenciales agresiones que contemplan siempre aparecen los mismos actores: las compañías Fintech, las criptomonedas, los conocidos como ‘neobanks’ e, incluso, el ingreso en el negocio financiero por parte de las principales empresas digitales del mundo.
Los bancos de medio mundo llevan tiempo analizando las amenazas que les supone la irrupción de nuevas tecnologías y el cambio de comportamiento de una generación entera. La generación del milenio será mayoritaria en las decisiones comerciales en menos de una década. Entre las potenciales agresiones que contemplan siempre aparecen los mismos actores: las compañías Fintech, las criptomonedas, los conocidos como ‘neobanks’ e, incluso, el ingreso en el negocio financiero por parte de las principales empresas digitales del mundo.
Este hecho lo vivo en primera persona debido a que actualmente dirijo dos proyectos de consultoría que despliegan la transformación digital de dos entidades financieras. En uno de ellos, el Banco Popular de Costa Rica, una de las claves para establecer los elementos básicos de transformación es entender que la banca del futuro inmediato va a tener un nuevo competidor que conjugará todos los factores de riesgo que suponen el resto. Los bancos corporativos, llamados por algunos los iBanks, suponen la composición más compleja, desde el punto de vista competitivo, que la banca tradicional puede encontrarse. Hablamos de tecnología para soluciones Fintech, creación de monedas propias que eviten la necesidad de pasar por el recorrido tradicional, el comportamiento regulado de un neobank y, finalmente, el nuevo comportamiento de consumo, menos leal a las marcas tradicionales, por parte de una generación cada vez más importante y decisiva.
A todo esto, muchas entidades europeas siguen con sus estrategias de transformación basadas en los modelos de siempre, sin pensar de un modo distinto, sin aplicar metodologías que permitan pensar ‘fuera de la caja’ y que establezcan garantías ante la batalla final que se avecina. La banca tradicional es el sector discográfico de hace unos años. Mientras algunas deciden comprar startups con soluciones tecnológicas que les permitan entender ese nuevo comportamiento, otras deciden abandonar los espacios físicos en sucursales convirtiéndolas en una especie de café bar donde conversar con agentes comerciales. Ni unos ni otros están entendiendo lo grave del asunto. Las discográficas lo entendieron a hostias y, muchas, no lo superaron.
El cambio no puede ser cosmético, debe ser realmente profundo. La mutación del sistema financiero de momento sólo lleva a cerrar sucursales, presentar expedientes de regulación de empleo y la incorporación de aplicaciones muy ‘cool’ con una difícil conversión a negocio. Esa probablemente es la clave, el negocio. Tal vez, y en eso estamos, la modulación de los negocios financieros del futuro pasa por otros, por la transformación del producto a servicio como le ha pasado a muchos otros sectores.
El sector considera que tiene tiempo. En conversaciones que he mantenido con directivos bancarios en los últimos meses, ya sea por trabajo o por consultas, por conferencias o por cursos que he ofrecido, detecto una sensación por parte de éstos de que el colapso del modelo no es inminente. Al revés, parece ser que consideran que hay tiempo, que de momento hay que aplicar soluciones habituales a problemas habituales: despidos, cierre de oficinas, ajuste de comisiones, publicidad tradicional y compra de soluciones que puedan aportar nuevos modelos de llegada al cliente de siempre. Y ahí está el error. El sistema financiero dejará de ser lo que es en menos de una década.
La pista, todavía débil, la tenemos en una noticia que ha pasado ciertamente más desapercibida de lo que podía imaginarme inicialmente por lo que supone realmente. Resulta que el gigante tecnológico Google está listo para su ingreso al negocio financiero pues a finales de año obtuvo la autorización para comenzar a operar como una empresa Fintech en el mercado europeo. La firma se llama Google Payment Lithuania y accedió a una licencia por parte del Banco de Lituania (Lietuvos Banka) que le autoriza a funcionar como una entidad de dinero electrónico, no solo en Lituania, sino en todos los países que integran la Unión Europea. Google se suma a otras grandes compañías de Internet como Amazon, con licencia en Luxemburgo, o Facebook, que obtuvo en 2016 su licencia en Irlanda, para operar como entidad de dinero electrónico.
Aunque todos ellos no pueden actuar como un banco tradicional si podrán, una vez han conseguido estas licencias, emitir dinero electrónico y proporcionar servicios de pago para garantizar el buen funcionamiento de sus mercados en toda Europa, además de trabajar en otros servicios de pago para los consumidores dentro del Espacio Económico Europeo. Esa autorización permite a Google, y en concreto a su subsidiaria Google Payment Lithuania UAB, a ofrecer diversos servicios financieros de interés, entre los que se encuentran el emitir dinero electrónico, manejar monederos electrónicos, efectuar transacciones de pago, remesas internacionales, servicios de depósito y retiro de efectivo y, finalmente, transferencias de débito directo y crédito
Aun cuando esos servicios son interesantes, habrá otros que de momento Google no podrá ofrecer. Esto la diferencia de los bancos tradicionales o de los neobanks, que sí ha conseguido una licencia completa en este sentido. Así, en estos servicios de Google no se podrá ofrecer préstamos, ofrecer hipotecas o crear y operar con fondos de inversión.
Atentos pues a la gran ventaja de Google. A diferencia de la mayoría de Fintech y de que los bancos lo hacían con otros propósitos, Google maneja una inmensa cantidad de datos. Ahora, a todos ellos, añadirán esa información financiera y que podría plantear un problema enorme a la hora de regular la libre competencia por ejemplo. Google posee otra ventaja vinculada a lo que significa esta marca con respecto a las que suponen los bancos de siempre. Más del 90% de los menores de 24 años a los que se les preguntó dónde meterían su dinero, en un supuesto banco que abriese Google, Amazon o en BBVA o Santander, respondieron Google o Amazon. Los más jóvenes tienen otro concepto de banca y seguramente otro modelo de gestión de sus finanzas y, precisamente, ahí está el problema de la banca tradicional. Google podría ofrecer a cero comisiones pues el "core business" de Google ya que sus fuentes de ingresos se basarían en otros aspectos derivados como datos, navegación, publicidad, etc.
Google puede pelear en todas las batallas. Será el banco con más sucursales del mundo: tu cuenta de Gmail. Será el banco con mayor penetración del planeta: no precisa que te descargues una aplicación, te la colocará cuando considere oportuno. Podrá innovar continuamente a bajo riesgo pues no dependerá de ese negocio bancario curiosamente. Se me ocurren unos cuantos modelos que seguro van a ir apareciendo y que tiene pinta va a pillar con el pie cambiado al negocio bancario tradicional y a las propias Fintech en cinco o seis años. Google genera las necesidades de sus clientes, no va a parar de hacerlo. Tiene saldo disponible para comprar lo que quiera y modificar el ‘customer behaviour’ de toda una generación.
Pero atentos. Hay algo relevante que parece pasa desapercibido. Bajo mi punto de vista hay un aspecto muy destacado. El hecho de que podrán emitir dinero electrónico. Algo que hace referencia a la linea de flotación de la estructura social y económica que ahora nos gobierna. Hablamos lo que me han apuntado algunos seguidores en Twitter y que no dejan de ser debates interesantes: ¿Qué va a pasar cuando el invento de generar tu propia moneda se generalice? ¿Qué va a cambiar cuando todo lo que quieras lo puedas comprar con monedas emitidas por las empresas que te lo venden? ¿Cuándo eso sea algo más que una tarjeta de fidelización y pase a ser un sistema real de valores alternativos?
Hay quien afirma que las criptomonedas fueron el aviso, las moneda corporativa de los iBanks como la que emita Google pueden ser el final del modelo actual de las monedas, de hacienda o del control de los estados. Igual es mucho imaginar, pero quien iba a decirnos hace 10 años que entre las más de 2.000 criptomonedas creadas tras la aparición de Bitcoin como Litecoin, Ethereum, Tether o Ripple sumarían un valor conjunto de 700.000 millones de euros a finales de noviembre de 2017. Cierto que ahora se han evaporado el 82% del valor, pero eso ya es otra historia.
Cinco noticias positivas sobre el empleo del futuro.
Hace dos semanas que no publico ningún artículo en este blog. Sé que no hay excusa pero a veces la carga de trabajo y viajes lo hace realmente difícil. En apenas tres semanas he impartido conferencias en Santiago de Chile, Quito, Fort Lauderdale Florida, Santiago de Compostela, Málaga, Jerez de la Frontera y ayer mismo en San José de Costa Rica. Tras todas estas charlas hubo siempre un denominador común que la audiencia me traslada muchas veces. El modo en el que las personas debemos afrontar el desafío que supone convertirnos en la respuesta humana al tsunami tecnológico. Suelo apelar a que lo importante no es saber la respuesta sino conocer la pregunta. Una cuestión que nos lleva irremediablemente a que el uso tecnológico siempre será el método, el cómo, pero lo relevante siempre deberá ser el porqué, el motivo y ese no es otro que mejorar empresas, sociedades y personas.
Hace dos semanas que no publico ningún artículo en este blog. Sé que no hay excusa pero a veces la carga de trabajo y viajes lo hace realmente difícil. En apenas tres semanas he impartido conferencias en Santiago de Chile, Quito, Fort Lauderdale Florida, Santiago de Compostela, Málaga, Jerez de la Frontera y ayer mismo en San José de Costa Rica. Tras todas estas charlas hubo siempre un denominador común que la audiencia me traslada muchas veces. El modo en el que las personas debemos afrontar el desafío que supone convertirnos en la respuesta humana al tsunami tecnológico. Suelo apelar a que lo importante no es saber la respuesta sino conocer la pregunta. Una cuestión que nos lleva irremediablemente a que el uso tecnológico siempre será el método, el cómo, pero lo relevante siempre deberá ser el porqué, el motivo y ese no es otro que mejorar empresas, sociedades y personas.
Por ello, el primer artículo tras este ‘descanso’ quiero dedicarlo desde un punto de vista positivo a esa relación entre tecnología, futuro y empleo. Lo creo y lo quiero creer. Viajar permite tener una perspectiva global de cómo se percibe esta revolución industrial que vive nuestra generación. En cada uno de estas últimas visitas, y en cualquier momento, un tema surge siempre a la hora de poner en análisis crítico el estado de cambio económico, industrial, social y económico que vive el mundo: el empleo. Y es que la obsesión por dar respuesta a este desafío va desde la potencial desaparición de todo tipo de trabajos hasta las nuevas habilidades requeridas para afrontarlo. Muchos son los que me preguntan ¿a que deberá dedicarse mi hijo? ¿qué debería estudiar un niño para garantizarse el empleo? Mi respuesta es que no tengo ni idea, que no sabría decirle una tipología de estudios, una carrera determinada con mayor garantías que otras. Lo único que puedo explicar es que sea lo que sea que estudie, lo importante siempre será ‘cuanto de computerizable’ sea esa persona en el futuro, porque haga lo que haga, tendrá que ser algo que una máquina no pueda hacer y que, a la vez, suponga una comunión intensa con ella.
Si me preguntas ¿a que nos vamos a dedicar cuando las máquinas lo hagan todo? La respuesta es a todo lo demás. Para identificar como llegaremos a ese ‘todo lo demás’ es muy interesante la reflexión que Vesselina Stefanova hizó para el World Economic Forum recientemente y que utilizo con algunas aportaciones a continuación:
1. La automatización, la robotización y la digitalización son diferentes según el sector y la industria.
Internet móvil de alta velocidad, inteligencia artificial, análisis de grandes datos, la realidad aumentada, el aprendizaje automático y tecnología en la nube están configurados para liderar la adopción de esas nuevas tecnologías por parte de las empresas en los próximos cinco años. Lo importante es determinar el grado de disrupción de tu sector. En apenas una década las automatizaciones invadirán todos los sectores productivos. Identificar el modelo de negocio que vamos a crear será cuestión de vida o muerte.
2. Existe una perspectiva de creación neta de nuevos empleos, a pesar de la interrupción inminente del modelo productivo basado en la mano de obra humana.
Para 2022, en términos puramente cuantitativos, 75 millones puestos laborales actuales serán desplazados por el cambio en la división del trabajo entre humanos, máquinas y algoritmos, pero parece ser que 133 millones de nuevos empleos podrían ir surgiendo al mismo tiempo. Dependerá de políticas activas para que eso suceda pero es evidente que las ocupaciones del futuro incluyen espacios profesionales que se basen significativamente en el uso de la tecnología y que además sean empleos mejorados por ésta. Sin embargo, también se espera que crezcan los modelos de trabajo basados en rasgos distintivamente ‘humanos’, como el Servicio al Cliente, los profesionales de Ventas y Mercadotecnia, los de Capacitación y Desarrollo y los Especialistas en Desarrollo Organizacional, en gerencia e innovación. Es muy probable que no te quedes sin trabajo, sino que te quedarás sin el trabajo que haces ahora.
3. La división del trabajo entre humanos, máquinas y algoritmos está cambiando rápidamente
Los empleadores anticipan un cambio significativo en la división del trabajo entre humanos, máquinas y algoritmos para las tareas de hoy. Actualmente, los humanos realizan un promedio del 71% del total de horas de trabajo en la industrias en comparación con el 29% de las máquinas o algoritmos. Para el año 2022, se espera que este promedio se haya desplazado al 58% por los seres humanos y al 42% por robots o software. Para 2022, el 62% de las tareas de procesamiento de datos y de búsqueda y transmisión de información en cualquier organización serán realizadas por máquinas. Incluso las tareas de trabajo realizadas de forma abrumadora por el ser humano en la actualidad (comunicación, interacción, coordinación, gestión y asesoramiento) comenzarán a ser asumidas por las máquinas, aunque más lentamente. Llevarse bien con las máquinas será clave porque el empleo de cualquiera de nosotros no nos lo quitará un robot, sino una persona que se lleve mejor que nosotros con ese robot.
4. Las nuevas tareas están estimulando una demanda de nuevas habilidades.
Para el año 2022, las habilidades requeridas para realizar la mayoría de los trabajos habrán cambiado significativamente. Las habilidades que aumentarán en importancia incluirán el pensamiento analítico y el aprendizaje activo, así como habilidades como el diseño de tecnología, destacando la creciente demanda de diversas formas de Competencia tecnológica. Sin embargo, el dominio de las nuevas tecnologías es solo una parte de la ecuación de habilidades de 2022. Las habilidades ‘humanas’, como la creatividad, la intuición y la iniciativa, el pensamiento crítico, la persuasión y la negociación, también conservarán o aumentarán su valor, al igual que la atención a los detalles, la capacidad de recuperación, la flexibilidad y la resolución de problemas complejos. La inteligencia emocional, el liderazgo y la influencia social, así como la orientación al servicio, también se fijan para ver un aumento particular en la demanda en relación con su importancia actual en la actualidad. Recuerda que todo lo que no se pueda automatizar tendrá un valor incalculable.
5. Todos necesitaremos convertirnos en aprendices de por vida.
En promedio, los empleados necesitarán 101 días de entrenamiento y capacitación en 2022. La brecha en habilidades emergentes, tanto entre los trabajadores individuales como entre los líderes sénior de las empresas, será un riesgo para el desarrollo corporativo de una empresa. Dependiendo de la industria y la geografía, es probable que entre la mitad y dos tercios de las empresas recurran a subcontratas externas, personal temporal y trabajadores independientes para abordar sus brechas en habilidades. El enfoque exhaustivo de la planificación, la preparación de personal y la mejora de la capacidad laboral será la clave para una gestión positiva y pro activa de tales tendencias. Seguramente, en el futuro inmediato, iremos al trabajo a aprender, todo el tiempo. A aprender a preguntar cosas. Aprender a entender como funciona el software que hace el trabajo que hacíamos nosotros hace un tiempo, para que, aprendiendo, logremos que aun lo haga mejor cada vez.
Gira por Centroamérica hablando de Transformación Digital personal, empresarial y política.
La semana pasada fue muy intensa. Invitado por la publicación de referencia en materia económica en Centroamérica, Mercados y Tendencias en su décimo aniversario, ofrecí cuatro conferencias sobre Transformación Digital, Cuarta Revolución Industrial y Tendencias y Oportunidades económicas para la región. Fue apasionante, pero agotador. Cuatro países, más de 3000 personas asistentes, cinco días, una docena de vuelos y muchas horas de espera en aeropuertos para coordinar la compleja logística que me llevó a Costa Rica el lunes, a Panamá el martes, a El Salvador el miércoles y a Nicaragua el jueves. Abajo he colocado una galería con algunas imágenes.
La semana pasada fue muy intensa. Invitado por la publicación de referencia en materia económica en Centroamérica, Mercados y Tendencias en su décimo aniversario, ofrecí cuatro conferencias sobre Transformación Digital, Cuarta Revolución Industrial y Tendencias y Oportunidades económicas para la región. Fue apasionante, pero agotador. Cuatro países, más de 3000 personas asistentes en total, cinco días sin parar, una docena de vuelos a horas 'killer' y mucho tiempo de espera en aeropuertos para coordinar la compleja logística que me llevó a Costa Rica el lunes, a Panamá el martes, a El Salvador el miércoles y a Nicaragua el jueves. Abajo he colocado una galería con algunas imágenes.
Fue muy intenso saludar a un buen número de clientes, amigos y seguidores que se acercaron a cada una de las charlas. También me permitió calibrar el punto de inflexión que está viviendo la zona en materia de implementación tecnológica y de cómo se está viviendo la revolución industrial actual en territorios menos vinculados a priori al epicentro de innovación digital. Lo que más me sorprendió es descubrir la globalización de la Cuarta Revolución Industrial y de cómo, por primera vez y al contrario de las anteriores tres, ésta tiene un ‘delay’ muy poco nítido, muy escaso entre los lugares donde se está produciendo la erupción innovadora y los lugares dónde la lava se está solidificando.
Percibí que vivimos de un modo absolutamente inédito un cambio que no va a tener comparación posible con nada anterior. Estar atento es crucial. La disrupción de negocios y modos de llevarlos a cabo va a ser visto y no visto en muchos lugares. Es una obligación de personas, empresas y administraciones empezar a asumirlo de manera absoluta. Las personas porque para ser protagonistas de este momento histórico hay que aceptarlo. Las empresas porque para sobrevivir y ser competitivas deberán asumir el reto tecnológico. Y para las administraciones porque de ellas depende que sociológicamente no se produzcan daños colaterales que excluyan personas.
A las administraciones, les pude hablar directamente durante esas conferencias. Todas estuvieron invitadas y representadas en la primera fila de cada evento. Les dije que debían ponerse al frente del diseño de los amortiguadores que permitan que el choque socioeconómico que se va a producir en los próximos años se leve y beneficioso y no una especie de fractura cómo lo fue en otras revoluciones anteriores. Tenemos dónde estudiar la historia. A partir de la segunda mitad del siglo XVIII, la Primera Revolución Industrial significó un proceso de transformación económica, social y, especialmente, tecnológica que se desplegó durante décadas hasta casi la mitad del XIX. Las transformaciones que se vivieron en esa etapa sólo son comparables con las que se habían vivido en el Neolítico. La tecnología liderada por las máquinas de energía hidráulica y vapor permitieron acelerar de forma considerable la producción de bienes, hasta el punto que se pasó de una economía rural a otra urbana e industrializada.
Ese punto de inflexión lo modificó todo. La riqueza jamás había crecido a esa velocidad y la distribución de la misma, guardando las diferencias con lo que ahora se entendería como válido, se desplegó como nunca antes había sucedido. De hecho, por primera vez el nivel de vida de la gente experimento un crecimiento continuado hasta el punto que el premio Nobel Robert Lucas dijo que ‘lo que sucedió en aquellos casi 100 años en Gran Bretaña, el resto de Europa y Estados Unidos no tenía un comportamiento comparable en toda la historia de la humanidad’.
La integración de recursos y tecnología fue la clave para ese gran salto. Esa Revolución que sus contemporáneos llamaron ‘Crisis Industrial’ cambió el mundo para siempre. La segunda revolución con la producción masiva y la tercera con la tecnología informática no significaron un cambio tan absoluto como la inicial. Ahora oficialmente estamos en el epicentro de la Cuarta Revolución Industrial. La tecnología que lo está provocando se asocia a un buen número de elementos. No es uno sólo, esa es la gran novedad. Los avances en la Internet de las cosas, la automatización y la robótica, la Inteligencia Artificial, los sistemas de Big Data y la impresión en 3D constituyen el conjunto de esta nueva era que también se le conoce como Industria 4.0.
En las conferencias descritas y en mi trabajo diario, explico que está claro cuál es el hilo conductor en esta revolución industrial. El ‘cloud’, la nube. Concretamente el primer paso que permite a las empresas iniciar ese viaje de transformación es un enfoque integrado basado en capacidades de procesamiento, almacenamiento y conexión en red que brindan los servicios informáticos y que es donde se almacenan y se procesan los datos. Datos que son, definitivamente, el oro negro de la innovación en estos momentos. Si en el siglo XVIII la rueda hidráulica permitió acceder y aprovechar los recursos existentes, ahora juega ese papel la gestión de datos. Por ese motivo una estrategia en la gestión de esa carga diversa y cada vez más compleja es imprescindible. Atarlo todo al resto de elementos en construcción de marca, comunicación, sistemas predictivos, estructura de nuevos procesos y vinculación directiva serán la clave del éxito.
Sin el avance del motor a vapor nadie hubiera podido crear fábricas con telares mecánicos. Ahora sin una buena estructura de captación de datos y un buen sistema capaz de implementar aplicaciones asociadas nadie puede desarrollar aplicaciones automatizadas, robóticas o vinculadas a la comunicación entre objetos. Muchos de los asistentes en las conferencias a las que hacía referencia al principio se acercaron al finalizar para consultar cómo debían empezar su transformación. Algunos decidieron incluso iniciar una relación de trabajo conmigo con el objetivo de que los acompañemos y ayudemos en ese proceso. Sin embargo, si algo quedó claro es que para iniciar ese proceso de cambio hay una gesto imprescindible y que tiene que ver con la filosofía de cualquier revolución. Lo definimos como ‘resetear’.
Parar el sistema para que se limpie, al volver a empezar, de todos los archivos temporales e inservibles que se han acumulado. Un borrado inteligente y automático al volver a empezar. Reinstalar lo necesario, la tecnología disponible y reorganizar las carpetas y archivos por ordenar. Técnicamente no solo lo debe hacer la empresa, debe ser también una revolución íntima, personal. Ese reinicio es un paso necesario y nutritivo que lleva a las empresas a un siguiente nivel.
Silenciar expectativas
Este fin de semana estuve en una cena que no olvidaré en tiempo. No la olvidaré por el menú que era exquisito, ni por ser en un lugar en Costa Rica desde el que se pueden divisar los dos oceanos a la vez, ni por estar organizada por un expresidente centroamericano sino por las palabras que me regaló alguien muy sabio que allí se dio cita. Me explicó que era un concepto olvidado por la prensa pero que se utiliza mucho en los entornos de la comunicación política de altas administraciones: “crear expectativa recursiva“. No tengo ni idea de que es pero la ampliación de la información me sirvió para entenderlo. Resulta que los países pueden generar tensión hacia una información en el momento y del modo necesario para luego establecer el resultado mediático según interese y no con ello manipular nada ni nadie. Eso sirve para muchas cosas, pero también para aquellos formatos que puedan silenciar informaciones. Eso me hizo pensar en como pasó desapercibido un detalle de nuestra crisis inmobiliaria y de la corrupción política que le acompañó y que afecta a todos los partidos en general. Que no se venden pisos está descontado, que hay miles de causas abiertas para saber si algunos son o no legales no trasciende.
Hace tres años, un artículo del International Herald Tribune que hablaba de las miles de viviendas que en España deberían ser demolidas pasó desapercibido. Según ese medio, 100.000 casas estaban en situación ilegal. La información destacaba la campaña jurídica de los compradores de esas viviendas por tal de evitar que fueran derribadas. Aquello no surtió demasiado efecto en los medios. Está claro que la difusión de ese tipo de informaciones podía desalentar a los compradores exteriores, que, en gran medida, habían impulsado parte del auge inmobiliario español.
El Herald hacía hincapié en ese reportaje, publicado el 13 de mayo de 2008 y que no puedo enlazar pues es sólo visible en cuentas Premium, un detalle clave: los 8111 ayuntamientos españoles tenían (y tienen) competencias para tomar decisiones en planificación y emitir licencias de construcción sin apenas supervisión nacional o regional. En ese artículo descifraban en detalle como, a medida que los precios aumentaban, los funcionarios locales decidieron sacar tajada de la construcción de nuevas viviendas y aumentar los ingresos extraordinarios para sufragar gastos que se transformaron en ordinarios. Algo que ahora sabemos ha sido clave para que, a partir del 23 de mayo (obviamente), muchos municipios y autonomías se declaren en concurso de acreedores.
Over the past decade, developers built about 100,000 illegal homes in Spain, and consumer advocates say that because of the technicality, thousands of those are now threatened with demolition as regional governments try to deter clandestine construction. The crusade may discourage the foreign buyers who fueled Spain’s housing boom and deepen a slump that began last year.
Pues bien, hoy hemos sabido que todo un ministro del gobierno español se va a lanzar a la actividad comercial inmobiliaria pues, según él, estamos en un buen momento para vender vivienda de segunda residencia. Al leer esto pensé que me había tomado unas setas sin darme cuenta, pero no era así, creo.
Me sabe mal informar a su excelentísimo señor ministro que hace años los inversores europeos miran hacia otros lugares. El propio diario norteamericano destacaba ya como un hecho algo que ahora es más dramático si cabe: algunos municipios se niegan a informar sobre cuantas viviendas podrían ser destruidas en los próximos años debido a la inminente situación electoral. La ocultación de datos y el juego falaz por no caer primero en la ratonera está ayudando a que las ventas a extranjeros cayera de modo definitivo hace un par de años. No sabemos cuantos y como se están llevando a cabo esos procesos y sus investigaciones previas. No sabemos nada. Se han silenciado las expectativas sin esfuerzo pues se generaron otros focos de atención voluntaria o involuntariamente.
Por cierto, seguimos sin tener datos al respecto, ni elementos de juicio, pero a cambio sabemos todo y más de la patada (y tenemos imágenes y análisis desde todos los ángulos y vértices) que le dio (o no) un jugador del Real Madrid a otro del Barça.
Sociedad Aumentada y más
Hoy publico en Cotizalia un artículo denominado “Sociedad Aumentada”. En él hago referencia a la denominada “burbuja 2.0” y al valor real de algunas empresas que considero son determinantes para entender el inmediato nuevo orden mundial. En esa línea, hoy La Vanguardia publica en su contraportada una entrevista que me hizo Ima Sanchís hace unas semanas. Aunque no hablo demasiado de tecnología si hablo de emprender, de sociedad narcotizada y de escasez de iniciativa. Considero que la red, y en especial, la red de caracter social y colectivamente desorganizada puede ayudar a romper con esos elementos que pueden ser parte de una decisión orquestada por otros. Considero que en gran medida esos entornos, esas plataformas están llamadas a ser el espacio natural que la web social nos ofrece a los ciudadanos. Las herramientas que disponemos son tremendamente poderosas para tomar las riendas de nuestra existencia. En apenas diez días he estado en Colombia, Venezuela, Panamá, Costa Rica y hoy en Honduras y en todos esos lugares he podido aprender de mucha gente, pero sobretodo he podido averiguar hacia donde se dirigen algunos elementos de la tecnología social y de la emprendeduría colectiva. Una sociedad aumentada está en camino. ¿O ya está aquí?
El chatarrero digital
Que hay españoles emprendedores en cualquier parte del mundo es una realidad que supera cualquier novela. Ayer, desayunando en la sala club del aeropuerto Juan Santa María de Costa Rica, estuve charlando con algunos empresarios hispanos que allí afrontan el reto de rodear el escenario económico en Europa. No huyen, no escapan, sólo intentan tener la oportunidad de prosperar, de perseguir sus sueños.
Hablar de emprender lejos de tu país no comporta olvidarte de él, sino todo lo contrario. Ninguno de los presentes contemplaba el impulso de sus empresas deslocalizándolas, más bien, planteando modelos de gestión que permitieran la internacionalización de sus productos y marcas.
La verdad es que, atendiendo a la gran farsa que se está orquestando en España, poca gana queda de ser cómplices del desmantelamiento. A mí no me la dan. Si quieren seguir llamando reestructuración a la voladura controlada de todo el sistema financiero encabezado por las cajas de ahorros, adelante, lo miraremos desde la butaca en primera fila.
Estuvimos leyendo prensa, algunos ya tenían los titulares de los diarios digitales que hablaban de la rueda de prensa de la ministra Salgado. Otros comentaban no sé que de Laporta. Cada uno a lo suyo. No obstante, que el ejecutivo español decidiera comunicar ayer a bombo sin platillo que se van a nacionalizar las cajas y su posterior privatización, no es más que ratificar tanto lo que unos llevamos denunciando hace años y otros negando hace tiempo. No va a quedar ni el Tato.
No tiene nada que ver, lo acepto, pero todo está relacionado. El gobierno sigue sin entender donde está el problema, la banca continúa sin redimir sus pecados y otros permanecen sentados frente al televisor esperando su cucharada de cloroformo semanal. Pues eso, que el banco resultante de la operativa Caja Madrid y Bancaja precise 10.000 millones adicionales para el arreglo del dobladillo es un insulto a todos cuantos están cerrando sus empresas y dejando sin ingresos a sus familias por falta de crédito y liquidez. Hemos pasado del país de los parados al país de la parálisis. O ponemos remedio a esta tomadura de pelo o no nos van a dejar espacio para emprender, para afrontar nuestras vidas y nuestros objetivos con posibilidades para crecer.
En esa conversación de ayer tuve la oportunidad de conocer a un empresario asturiano que tenía un negocio aparentemente imposible de modernizar, de digitalizar, de estructurar en un modelo de vanguardia. Había llegado a la conclusión de que sólo podía internacionalizar si replicaba el modelo en otro país, había escogido Costa Rica y Panamá. Le demostré que eso no era necesariamente así y le conté una de las experiencias profesionales de las que más orgulloso estoy.
Hace un par de años un amigo me llamó para pedirme ayuda. Su negocio estaba en quiebra. Tenía un desguace de vehículos y, contrariamente a lo previsto, la crisis no le estaba beneficiando. Sus ventas habían caído en picado. Su modelo de negocio dependía de que los automóviles que debía descuartizar no eran suficientes para ofrecer un recurso atractivo a los escasos compradores que se acercaban a su superficie en las afueras de una pequeña población al norte de Barcelona.
Me instalé en su empresa durante dos semanas. Examiné los procesos y hablé con los implicados. Al poco le ofrecí una solución que resultó ser muy beneficiosa. Lo primero que le comenté era que su sistema de desguazar los autos debía estar sintetizado. Para ello compré una base de datos que aportaba la mayoría de modelos y marcas del mercado. El sencillo software que instalamos en una PDA permitía que el desmontaje se codificara y concediera una ubicación ordenada de todas la piezas. Asi se lograba una eficaz distribución y una eficiente inventario a tiempo real. Ese listado se incorporaba a una base de datos en las oficinas de la empresa.
Hasta ese punto nada nuevo, nada especial. No disponíamos de ninguna característica que diferenciara ese negocio de otros que ya hacían algo parecido. La singularidad, el diferencial, el valor añadido se logró en el preciso instante que esa base de datos, esa eficiente máquina de ordenar las existencias, se digitalizó en la red. A partir de ese instante las ventas online empezaron a producirse. En menos de un año la facturación aumentó a niveles impensables durante la crisis.
A pesar de todo esto, no nos paramos. Ramón, que así se llama el hombre que decidió no detenerse ante las dificultades, preguntó si era factible vender piezas de coches clásicos por Internet. Fue posible. Esa es ahora una de sus principales ofertas. Se ha convertido en un hub de captación para los coleccionistas y un conector para los exclusivos clientes que se esconden tras el apasionado mundo de los coches de autor. Ahora sus ventas se miden por países y no por comarcas.
Escuchando a los que nos gobiernan y atendiendo a los que garantizan nuestro ahorros, no puedo más que pedir a todos los que nos encontramos aquí que no se detenga nadie, que no se duerman, que hay oportunidades pero todas requieren afrontar los retos con entusiasmo y valor. Si una chatarrería clásica pudo convertirse en un referente digital, que no podemos conseguir cualquiera de nosotros.
Pura Vida
Este fin de semana lo he pasado en Costa Rica. Siempre intento aprovechar los días de descanso en mis viajes de trabajo para hacer cosas diferentes y utilizar las ventajas de estar, en ocasiones, cerca de destinos especiales para visitarlos. Costa Rica es un país donde la palabra “amabilidad” toma su esencia más absoluta. Incluso en la forma de comunicarse, entre ese spanglish abusivo y esa pronunciación gringa se encuentran palabras como “regalar” cuando se refieren a que alguien les venda algo o el recibimiento como “viajeros” en el aeropuerto en lugar de ciudadanos extranjeros.
Los costarricenses tienen un buen concepto de ellos mismos, se sienten especiales y en gran medida lo son. Un país sin ejército y donde una “guerra civil” fue un evento donde murieron dos personas durante 3 días de contienda, es un escenario para acometer proyectos interesantes. Intel así lo contempló, ubicando su mayor centro de producción en este precioso país. Intel Costa Rica inició operaciones en marzo de 1998, y en la actualidad cuenta con dos plantas de manufactura y un centro de distribución. Esto ha logrado que este territorio sea también la sede de otros importantes grupos que brindan servicios a la Corporación Intel que van desde labores de diseño de componentes y desarrollo de software hasta servicios contables y financieros. El ecosistema derivado es impresionante, hasta el punto que el PIB de Costa Rica se lee diferenciadamente con y sin la aportación de Intel.
Obviamente no hay nada que comparar con otros países como España u otros, pero es preciso atender al peso específico que supone industrializarse en una dirección concreta, la de la innovación real. Como idea no está mal. Imaginemos que la crisis del ladrillo no hubiera sido contemplada como una mala noticia y, en lugar de apostar miles de millones en minimizar el impacto de su explosión con planes inservibles, se hubiera basado el proceso de impulsar un crecimiento con mayor valor añadido, basado en la investigación y el desarrollo.
Esta semana he logrado concretar dos acuerdos de empresas españolas con administraciones provinciales en Mexico y, precisamente, en Costa Rica. Las dos buscan escapar de la estrechez y creyeron acertadamente que el mercado es global. Sin embargo ese paso lo pudieron dar innovando. No es fácil, antes hay que aceptar algunos elementos que muten las organizaciones que no estaban preparadas para exportar. Cambiar el patrón económico español e interiorizar la innovación es fundamental para la adaptación al nuevo escenario que supone el final de la crisis.
Me gustaría desmitificar la “innovación”. Por supuesto que innovar es utilizar herramientas tecnológicas que aportan nuevas respuestas a problemas de siempre o mejoran procesos en términos digitales o técnicos, pero sin embargo esa innovación puede ser cualquier elemento que comporte una mejora competitiva y de gestión. No es innovación aquello que el mercado no acepta, sólo lo supone aquello que se convierte en un factor de venta nuevo.
Zara basa su innovación en haber finalizado con el concepto “excedente”, algo crítico para empresas franquiciadas o puntos masivos de venta de ropa. Ahora los clientes de la empresa de Amancio Ortega saben que las prendas cuando se acaban no se reponen. Eso genera un estrés por el consumo que beneficia la marca. Es un ejemplo, otros son los aplicativos al marketing, otros al precio final como Ryanair, otros en procesos complejos, pero todos procuran combinar el I+D básico y esencial con puntos de competitividad que, al fin y al cabo, es el elemento estructural que logrará modificar el modelo de crecimiento de cualquier país.
Si estas pensando en innovar, en gastar dinero en un proceso de mejora de tus procesos, de tu gestión o de tu comunicación, piensa, pregúntate ¿qué tipología de innovación es la ideal para mi negocio? Y ¿qué pretendo hacer con esa mejora sustancial? ¿vender más, ganar marca, generar más empleo? La administración debe gastar en estos procesos, pero sobretodo, independientemente de aportar presupuesto, lo que tiene que hacer es generar una tendencia de opinión a favor de la estimulación de esa manera de hacer empresa, innovando, lo que al final representará un nuevo modelo de crecimiento para este país.