No es la tecnología lo que falla, es su adopción.
Estamos cada vez más cerca del momento en el que las computadoras dejarán de ser programables. La Industria 5.0 será la culminación de una cosa que ahora mismo ya sucede de un modo cada vez más intensamente: que la inteligencia artificial es, en realidad, máquinas aprendiendo a aprender y, en realidad, no está fallando la tecnología, en todo caso, si algo está fallando, es su adopción.
Estamos cada vez más cerca del momento en el que las computadoras dejarán de ser programables. La Industria 5.0 será la culminación de una cosa que ahora mismo ya sucede de un modo cada vez más intensamente: que la inteligencia artificial es, en realidad, máquinas aprendiendo a aprender y, en realidad, no está fallando la tecnología, en todo caso, si algo está fallando, es su comprensión.
Hace un par de años, durante una conferencia en Ecuador sobre el futuro del marketing expliqué que ‘el futuro del marketing, estaba más en un laboratorio que en una agencia básicamente por la observación de una realidad, que los algoritmos que manejan los precios dinámicos de Amazon estaban sustituyendo a expertos de marketing digital. Y en ese escenario estamos. Ahora ya sabemos que el siglo XXI empezó con retraso. Fue en marzo de 2020. Aun no lo percibimos en toda su intensidad. Es preciso alejarse para verlo. Y no tiene que ver tanto con el teletrabajo u otras variables tecnológicas que lo han cambiado casi todo, sino en la propia estructura de la adopción tecnológica. Por derivación, es cuestión de tiempo, veremos como cambiarán los contratos sociales que llamamos empleo, la propia jubilación o la ideologizada renta básica.
Este año 2021 llevará el apellido digital en cada uno de sus 365 días. Ahora mismo sabemos que, al finalizar el año, el 40% del PIB de la Unión Europea procederá de actividades que se desarrollarán en un entorno tecnológico y los pronósticos apuntan a la creación de cuatro empleos digitales por cada cinco tradicionales. Es evidente que vivimos una erupción que lo está modificando todo y que es difícil verlo plenamente mientras sucede.
Si hace un año se hablaba de ‘transformación digital’ casi como un mantra que lo llenaba y justificaba todo. De hecho, en gran medida, pocos definían realmente lo que esa revolución es. Unos la limitaban sólo al marketing online, otros a la ‘cultura de empresa’, muchos hablaban de ‘el poder del dato’, pero casi nadie, completaba el verdadero rompecabezas que realmente es. Esa digitalización aparente requiere una visión tecnológica y humana, con captura de datos, eficiencia de procesos, metodologías de trabajo nuevas y de diseño de nuevos modelos de negocio. Ese era el desafío entonces y lo sigue siendo aunque ahora no hay prórroga ni plazos de espera.
El teletrabajo, la educación a distancia, la telemedicina y el comercio online han sido las principales tendencias inesperadas que han explotado por lo que todos sabemos. Su digestión no está siendo simple. Y el problema reside en que nos estamos basando en las respuestas que la tecnología nos puede ofrecer en lugar de atender a las preguntas que le tenemos que hacer.
Durante todo estos últimos meses, algunos clientes nuevos nos han solicitado respuestas inmediatas a preguntas que ignorábamos. La ansiedad por digitalizarse correctamente y de un modo muy rápido, lo exigía. De ahí lo importante de cuestionar bien para obtener las respuestas correctas. En las sesiones iniciales con todas estas empresas, ya sean Pymes o grandes compañías, lo que más me interesa son las preguntas que puedan surgir de ese primer acercamiento. De esas preguntas, surgirán las respuestas adecuadas, las que realmente se necesitarán en las fases de transformación tecnológica. Todo parte de esas preguntas.
Preparar una empresa o una organización para el momento que vamos a vivir a corto plazo requiere de entender el momento, de buscar respuestas, pero sobretodo de saber que preguntas hacernos. La tecnología nos ayudará a tomar decisiones, nos marcarán, con datos transformados en información el camino, pero sin incorporarle un sentido a esa información no tendremos conocimiento. La clave será el conocimiento.
En la fase final de la cuarta revolución industrial y viendo al final de este recorrido la quinta, las máquinas aún no son capaces de hacer buenas preguntas. Ellas son muy buenas respondiendo, nuestra habilidad principal, siempre ha sido así, es generar las preguntas. ¿Sabes si te estás haciendo las preguntas correctas? ¿Tienes claro si tu empresa ha iniciado ese tránsito hacia la tecnología en base a un cuestionario correcto? No todo depende de descubrir en un catálogo de dispositivos y avances tecnológicos aquellas necesidades aparentes porque todos tienen esas necesidades aparentes. Cada empresa, cada departamento, cada sector, tiene las suyas y en un análisis correcto surgen las respuestas correctas.
Y aunque estamos inmersos desde los años 90, como te decía, en la cuarta revolución industrial, la de la digitalización, ya se vislumbra un nuevo escenario con el que llegará la quinta revolución industrial en torno a 2030, o incluso antes. Y está relacionada con la evolución de la tecnología, o lo que se conoce como singularidad tecnológica. Ese momento en el que un software inteligente o un robot no necesita a un ser humano para arreglarse y crearse. Cuando un algoritmo sea capaz de crear algoritmos, cuando un cerebro ‘digital’ sea tan ‘inteligente’ como un cerebro humano.
De momento no hay ningún ordenador en el mundo capaz de computar diez mil trillones de ciclos por segundo, que es la capacidad con la que funciona nuestro cerebro. Pero cuando eso se produzca, estaremos en un escenario en el que por primera vez un ser humano ya no estará delante de una máquina más fuerte o rápida, sino ante una más inteligente que nosotros. Esto no significa que piense y sienta como los humanos, algo impensable por ahora, y que siempre se necesitará a las personas para aportar creatividad, sentido crítico y emociones. Por eso, es tan importante, preparar una economía para ese tránsito, las empresas para ser competitivas y, en lo personal, abrazar esos avances porque siempre, siempre, la tecnología nos mejoró la vida y esta no será una excepción. En ocasiones parece que tenemos muy claro el ‘cómo’ y menos claro el ‘porqué’, en lugar de todo lo contrario.
El sesgo en la Inteligencia Artificial es el reflejo de lo que somos.
¿Sabías que Internet está tan sesgado que para la Inteligencia Artificial, las mujeres solo llevan bikini? Se cree que los sesgos de la inteligencia artificial proceden de etiquetas puestas a mano, pero una investigación demuestra que el contenido de la web también altera su neutralidad. Dos algoritmos alimentados con imágenes tienden a auto completar fotos de hombre con trajes mientras que para las mujeres aplican bikinis o camisetas escotadas.
¿Sabías que Internet está tan sesgado que para la Inteligencia Artificial, las mujeres solo llevan bikini? Se cree que los sesgos de la inteligencia artificial proceden de etiquetas puestas a mano, pero una investigación demuestra que el contenido de la web también altera su neutralidad. Dos algoritmos alimentados con imágenes tienden a auto completar fotos de hombre con trajes mientras que para las mujeres aplican bikinis o camisetas escotadas.
Ya se sabe que los algoritmos de generación de lenguaje se entrenan con textos de internet, incluidos los de rincones oscuros de Reddit y Twitter (que suelen incluir discursos de odio y desinformación). Si están presentes en esos foros, se normalizan como parte del proceso de aprendizaje y entrenamiento del algoritmo.
El estudiante de doctorado de la Universidad Carnegie Mellon, Ryan Steed y la profesora asistente de la Universidad George Washington Aylin Caliskan demostraron que este mismo fenómeno se produce con los algoritmos de generación de imágenes. Si se introduce una foto de un hombre recortada justo debajo de su cuello en uno de ellos, el 43 % de las veces se autocompletará la imagen con un traje. Pero, cuando al mismo algoritmo se le presenta una foto recortada de una mujer, incluso una mujer famosa como la diputada en el Congreso de Estados Unidos Alexandria Ocasio-Cortez, el 53 % de las veces la auto completará con una camiseta escotada o un bikini.
Esto tiene implicaciones no solo para la generación automática de imágenes, sino para todas las aplicaciones de visión artificial, incluidos los algoritmos de evaluación de candidatos mediante vídeo, el reconocimiento facial y la vigilancia. Los investigadores analizaron dos algoritmos: el iGPT de OpenAI que se entrena con píxeles en lugar de palabras y el SimCLR de Google. Aunque cada uno aprende de una manera diferente, comparten una característica importante: ambos utilizan aprendizaje no supervisado, lo que significa que no necesitan ayuda humana para etiquetar las imágenes.
Esta es una innovación relativamente nueva que surgió el año pasado. Los anteriores algoritmos de visión artificial utilizaban principalmente aprendizaje supervisado, lo que implica introducirles imágenes etiquetadas manualmente: fotos de gatos con la etiqueta "gato" y las de bebés con la etiqueta "bebé". Pero en 2019, la investigadora Kate Crawford y el artista Trevor Paglen descubrieron que estas etiquetas creadas por personas en ImageNet (el conjunto de datos de imágenes más importante para entrenar los modelos de visión artificial), a veces contenían lenguaje perturbador, como “p…” para las mujeres e insultos raciales para minorías. Los enormes conjuntos de datos creados para alimentar estos algoritmos hambrientos de datos capturan todo lo que hay en internet. Pero la web acumula una cantidad excesiva de imágenes de mujeres con poca ropa y con otros estereotipos a menudo perjudiciales.
Estos resultados tienen preocupantes implicaciones para la generación de imágenes. Otros algoritmos de este tipo, como las redes generativas antagónicas, han llevado a una explosión de pornografía #deepfake que ataca casi exclusivamente a las mujeres. Igualmente, el campo de la visión artificial está empezando a notar la misma tendencia. Preocupa lo que podrían significar estos sesgos incorporados cuando los algoritmos se utilizan para algunas aplicaciones sensibles, como la vigilancia o la contratación, donde los modelos ya analizan las grabaciones de vídeo de los candidatos para decidir si son adecuados para el trabajo. Se trata de aplicaciones muy peligrosas que toman decisiones trascendentales
Por eso debo decirte que este último punto es muy relevante. Es cierto que los conflictos con la Inteligencia artificial no terminan aquí. Que hay muchos más, pero déjame que te cuente uno que te puede afectar en breve. Es lo que te decía al principio de este vídeo. Te hablo de cuando un algoritmo decida si una empresa debe contratarte o no. Esto es algo más normal de lo que parece. Más habitual como mínimo. La gran mayoría de las empresas listadas en el famoso Fortune 500 utilizan automatizaciones inteligentes para entrevistar futuros candidatos a ingresar en sus plantillas. No hablo sólo de cuestionarios o modelos de aprendizaje a partir de sistemas de datos que puedan ofrecer conclusiones de tipo psicológico o de habilidades profesionales.
Se trata de la incorporación de avatares digitales cuyo comportamiento es el de un robot con cierto grado de interacción. De hecho, se sabe que un gran número de estas empresas eliminan personas que puedan ser miembros de sus plantillas simplemente con un escaneo de palabras clave en sus candidaturas. De hecho esta es una tendencia que crece de manera exponencial, son cada vez más las compañías que utilizan la inteligencia artificial y las herramientas de aprendizaje automático para evaluar posibles empleados. Hace un tiempo participé en el despliegue de uno de estos sistemas en una de las aseguradoras para las que trabaja mi empresa. Pude comprobar como la confianza en estos modelos sintéticos va en aumento tras una resistencia inicial. Los resultados avalan la eficacia de tenerlos en cuenta. Sin embargo, hay algunos aspectos que deben configurarse teniendo en cuenta la intervención humana y, probablemente, un cierto grado de instinto que, de momento, las máquinas aun no han podido imitar.
Pero la realidad es la que es y la revolución que la Inteligencia Artificial está propinando es brutal e imparable. Un ejemplo es la empresa DeepSense, con sede en San Francisco, ayuda a los gerentes de contratación a analizar los perfiles en redes sociales de los candidatos para revelar los rasgos subyacentes de la personalidad. La compañía dice que usa esta prueba de personalidad con base científica, y puede hacerse con o sin el conocimiento de un candidato potencial. Primer gran debate ético.
Esta práctica es una tendencia general en un buen número de grandes empresas de contratación americanas y también en muchas europeas. La idea es alejarse de la evaluación de los candidatos en función de sus hojas de vida profesional y las habilidades que dicen tener, y pasar a tomar decisiones de contratación basadas en las personalidades de las personas y sus enlaces vitales y emocionales con su entorno personal y, por derivación, profesional. Segundo debate ético. Si a todo esto le sumamos lo que te comentaba del sesgo, la bomba explosiva la tenemos frente a nuestras narices.
A nivel económico, de lo que me gusta hablar, de como la tecnología afecta a la economía, cabe decir que esto no es más que un nuevo vértice en algo que llamamos ‘el futuro del trabajo o el trabajo del futuro’. Algo que se está convirtiendo cada vez más en una realidad de hoy para millones de empleados, empleadores y empresas de todo el mundo. Las conclusiones del informe del World Economic Forum sobre el futuro del empleo analizan las tendencias esperadas en el período 2018-2022 en 20 economías y 12 sectores industriales y especifican claramente donde se sitúa el foco. Un foco para el que parece claro tiene reservado un papel relevante el ‘recruitment robótico’. Estas claves son:
1- La automatización, la robotización y la digitalización se van a ir equilibrando en todos los sectores.
2- Hay una perspectiva de creación de empleo neto, pero las empresas deben saber que eso no va a ser inmediato, primero vendrá la destrucción del mismo.
3- La división del trabajo entre humanos, máquinas y algoritmos está cambiando exponencialmente.
4- Las nuevas tareas en el trabajo están impulsando la demanda de nuevas habilidades que muchas veces no se reflejan en las hojas de vida laboral de los demandantes.
5- Todos tendremos que convertirnos en aprendices de por vida e ir a trabajar pensando que nuestro puesto laboral está en beta constante.
Se me ocurren varias preguntas. Si eres un director o directora de Recursos Humanos, ¿utilizas estos sistemas? ¿los usarías? ¿has oído hablar de ellos? Si eres un candidato o candidata, ¿los han usado contigo? ¿crees que sería bueno para ti? ¿Sabías que posiblemente ya los utilizaron contigo?
No todo va a ser robots simpáticos moviendo objetos en un almacén, coches conduciéndose solos, idílicas cocinas conectadas a tu oficina o niños hiperconectados y vestidos con ropa del espacio. No, el futuro conlleva un análisis de sus consecuencias antes de que se nos revelen complejas. En este caso, los responsables de RRHH tienen delante a quien les podrían quitar el trabajo en un tiempo. Otra disrupción inesperada, o no tanto.
Hablo muchas veces de la previsión económica a las consecuencias de esta revolución, pero es preciso debatir para tomar decisiones ante un desafío monumental que va más allá del mero hecho económico, hablo de complejas relaciones entre la vanguardia y la ética. La lejanía entre lo que se avecina y lo que se está previendo es de aurora boreal.
El desconocimiento entre la revolución sintética que nuestra sociedad va a asumir sin fórceps es tan gigantesco que asusta. La miopía sobre el modelo de país que se va a exigir en muy breve espacio de tiempo es verdaderamente un espanto bíblico.
De momento, mi recomendación es la de mantenerte en alerta, aprendiendo constantemente. El futuro no se espera, se conquista y precisa de que entendamos que si todo cambia debemos cambiar nosotros también. Otra cosa son los debates éticos, la capacidad de gestión de quienes tienen que conducir todo esto. Por eso, lo mejor es que asumir que no se termina un mundo, en todo caso, lo que acaba es un mundo concreto. El nuevo es digital y convive con una nueva inteligencia sintética y artificial que nos irá exigiendo una nueva capacidad de relación con ella.
En Japón un oncólogo pudo curar a una paciente con una leucemia incurable hace años. Se llamaba Ayako Yamashita. Gracias a la inteligencia artificial proporcionada por IBM con Watson Oncology se pudo diseñar un tratamiento que resultó. El doctor fue preguntado en una televisión nipona si sufría por su empleo, si lo veis peligrar. Dijo que no, que ahora disponía de una herramienta excepcional para curar pacientes que antes se le iban. Que además ahora podría hacer de médico. Explicar el tratamiento, sus consecuencias, estar cerca del paciente. Algo que nunca logrará una inteligencia artificial. La idea es localizar ese punto de enlace. No te quitará tu trabajo un robot, te lo quitará alguien que se lleve mejor que tú con ese robot. Esa es la clave.
La que se nos viene económicamente y algunas soluciones.
En este post no vas a encontrar un alegato optimista. No siempre se puede. No obstante al final del texto sí te listaré algunas soluciones que se en mi opinión se deberían de adoptar para afrontar la mayor crisis económica que hayamos visto las personas que estamos en edad de trabajar. Aunque, primero, un baño de realidad. En 2006 escribí un artículo titulado ‘el fin del ciclo expansivo’. En él describía que aunque todo el mundo atara los perros con longanizas, lo que se avecinaba era una enorme bola de estiércol en forma de crisis terrible. Y se rieron de mí. Ahora hay consenso de que todo va a ir muy mal unos meses pero que luego va a llegar una recuperación impresionante y que vamos a vivir la vida loca durante años.
En este post no vas a encontrar un alegato optimista. No siempre se puede. No obstante al final del texto sí te listaré algunas soluciones que se en mi opinión se deberían de adoptar para afrontar la mayor crisis económica que hayamos visto las personas que estamos en edad de trabajar. Aunque, primero, un baño de realidad. En 2006 escribí un artículo titulado ‘el fin del ciclo expansivo’. En él describía que aunque todo el mundo atara los perros con longanizas, lo que se avecinaba era una enorme bola de estiércol en forma de crisis terrible. Y se rieron de mí. Ahora hay consenso de que todo va a ir muy mal unos meses pero que luego va a llegar una recuperación impresionante y que vamos a vivir la vida loca durante años.
Y cuando eso pase, qué pasará, no todos lo verán igual, no todos lo vivirán igual. A mediados de este año la comparativa de datos económicos que se utilizarán mostrará una virtual recuperación espectacular. Comparar un mes cualquiera de 2021 con los meses siguientes a marzo del 2020 siempre dará grandes incrementos. Pero en el cociente neto no lo serán tanto.
Vamos hacia un escenario terrible. Las colas del hambre incluyen ya a personas que hasta hace unos meses vivían tranquilos, con su casa, su negocio, sus viajes y sus cosas relativamente controladas. Ahora están esperando una bolsa llena de productos de primera necesidad y viven pendientes de la decisión de un casero o de un banco. Y el problema no es sólo la lectura de datos terribles, el problema es que esos datos no se ofrecen correctamente. Los datos actuales disfrazan una realidad siniestra.
Vayamos con el que va a llevárselo todo por delante. El empleo. Febrero dejó datos muy negativos en el mercado laboral que muestran el agravamiento de la crisis a lo largo del mes. El mes de febrero, que tradicionalmente es positivo para el empleo, en esta ocasión deja a 91.500 trabajadores más en ERTE y un aumento del paro de 44.400 personas, superando los cuatro millones de desempleados por primera vez desde 2016.
Pero aquí el primer disfraz. La realidad es mucho peor. A esos 4 millones de parados registrados hay que sumar 900.000 personas que estan en ERTE, 300.000 autónomos que han cesado en actividad y 600.000 trabajadores que no se contabilizan como parados porque se les incluyen en la categoria de ‘en formación’ o con ‘disponibilidad limitada’. El total supera los 6 millones y, eso, ya son palabras mayores.
Sigamos con esto en detalle. Cuando se analiza la evolución de la afiliación excluyendo también a los trabajadores en ERTE se aprecia claramente una recaída del empleo desde las navidades que se intensificó en febrero. En concreto, desde mediados de diciembre hasta febrero se han perdido casi 400.000 afiliados efectivos. Si se baja a sectores concretos, se aprecia el impacto más allá del turismo u hostelería. Por ejemplo, el de servicios administrativos y auxiliares, que son principalmente empleados de oficinas, sufrió un descenso de la afiliación del 0,5%. Es la primera vez que esta actividad destruye empleo en un mes de febrero.
El comercio también se vio afectado y las decisiones de ahorro de los hogares, hasta el punto de destruir 20.000 empleos, un dato que no se veía desde la crisis anterior. Incluso la industria frenó su recuperación en febrero, ya que incorporó a algo menos de 10.000 afiliados, el peor dato en un mes de febrero. Si estas cifras sumas los ERTEs la cosa es un auténtico espanto. Aunque los ERTE maquillan también los datos del paro, porque siguen siendo considerados como ocupados, el número de trabajadores desempleados sigue aumentando mes a mes. Es el resultado de las escasas oportunidades que ofrece el mercado laboral desde el estallido de la crisis que provoca que las personas que se incorporan al mercado laboral pasen directamente a engrosar el desempleo.
Los malos datos del mes de febrero muestran claramente la situación límite en la que se encuentran muchas empresas en España. Las restricciones frenaron la actividad y anticipan una contracción del PIB en el inicio del año. Algo que el gobierno no consideraba. Y no solo eso, también anticipan que la situación económica seguirá siendo muy complicada más tiempo. Los datos de consumo muestran que las familias han optado por el ahorro en este inicio de año. Se busca tener un colchón por si las cosas siguen complicándose aún más. La curva laboral de, prácticamente todos los sectores, es muy tenue, casi plana. La curva del sector servicios, que comenzó siendo una V, está empezando a dibujar el segundo palo de la W y empieza a caer. Es ahora mismo un sector que preocupa mucho porque tiene a mucha de su mano de obra contenida en ERTEs.
Y es que los ERTEs no eran para esto. El problema de este mecanismo, que teóricamente era temporal, que iba a retener y luego bombear de vuelta a trabajadores al mercado laboral, es que los ha retenido, pero no los está bombeando. Encima aquí se debate de la necesidad de las ayudas directas. Ayudas directas, al fin y al cabo, es dinero directo en la cuenta de las empresas que están al límite. No se les exoneró de pagar impuestos a la vez que se les obligaba a cerrar o se encontraron con un mercado seco por culpa del cierre. Ahora están sin caja. Sólo se les ofreció acogerse a créditos que no querían, que no estaban previstos en sus planes y que ahora, pagarlos, es aún más complicado que antes. Encima, plantear una quita sería discriminatorio para los que aguantamos el golpe inicial sin pedir créditos.
En otros países si han habido ayudas directas. Lo han hecho con facturas de 10, 12 o 15 000 millones de euros en los casos de Francia, de Italia o de Alemania. Esas ayudas directas, cheques, son lo que sigue pidiendo la patronal por ejemplo. Me preocupan 3 cosas ahora mismo:
Uno, Un mes de febrero que normalmente es bueno para el empleo, sido malo para el empleo. Dos, lo que está ocurriendo en un sector servicios que sabíamos qué se paralizaba y que no sólo se ha paralizado, sino que está despidiendo y destruyendo empleo. Y tres. Quién trabaja en ese sector? Mujeres y jóvenes, fundamentalmente. Y ellos son los que ahora están pagando la gran factura de esta destrucción de empleo. Mujeres y jóvenes. Las cifras oficiales hablan de 4 millones de parados, las objetivas de 6 millones, pero las cifras que deberíamos descubrir podrían estar hablando de incluso más. Hay un empleo sumergido que ha estado aquí siempre y que ahora no recibe ni prestación de ningún tipo y que además siempre se ha dedicado a tareas de escaso valor añadido. ‘Despedirlos ha sido sencillo’.
Es un empleo que no cotiza y que por tanto, cuando vienen mal dadas no tiene derecho a prestaciones. Un empleo que está sumergido y que GESTA y el Instituto de Estudios Fiscales cifran en un 8 por ciento del PIB. Eso significaría en torno a un millón de empleos en precario que puede que estén destruidos también en gran medida. Así que a esos seis millones hay que sumar un millón de precarios. Y así tenemos la fotografía del mercado laboral a día de hoy.
Pero, aún veo otro gran problema. Resulta que generalmente la economía española creaba mucho empleo en el primer semestre de cualquier año. Si uno compara lo que ha pasado en los últimos cinco años, desde 2015 generábamos 700.000 empleos entre enero y junio cada año. Además, siempre, febrero ha sido el arranque. Durante marzo, abril, mayo y junio seguíamos creando y a partir de julio se mantiene cuando uno mira los datos finales en diciembre.
Pinta realmente muy mal y es lógico pensar que los ERTES se van a convertir en buena parte en EREs, pues era un mecanismo que estaba pensado para resistir 15 días, un mes… y no resiste. Lamentablemente aun no notamos los efectos de la crisis económica que están por venir y que están por venir en términos de cierres empresas, en términos de la caída de la renta, suplemento de la demanda. Escucho a quienes dicen que la economía se va a recuperar muy rápido, que vamos a flipar de lo bien que va a ir todo y lo rápido que va a ser.
Ojalá fuera posible, Ojalá sea así. Pero en economía un agujero como este precisa de medio cliclo económico para recuperarse medianamente. Unos siete años. La deuda es algo que se tiene que pagar, no es un tema abstracto, las 250.000 empresas que han cerrado no se van a abrir tan fácilmente. Esto es lo que veremos en los próximos meses. Por eso se tiene que decir que esta crisis no se acabará cuando estemos todos vacunados. La crisis económica seguirá unos años más. Otra cosa es que, como decía, la comparativa nos ofrecerá una sensación de mejora. Será real, pero estaremos muy lejos de lo que fuimos.
La situación se agrava por lo siguiente:
En España hay cerca de casi 4 millones de personas más recibiendo un sueldo o una transferencia pública que asalariados en el sector privado. El número de personas dependientes del Estado o del sector público sale de sumar el número de pensionistas (8 millones), empleados públicos (3,4 millones según la EPA) y beneficiarios de algún tipo de prestación por desempleo, ERTE o similares (5 millones). La cifra alcanza los 16 millones de dependientes del Estado. En el otro lado de la ecuación se encuentran unos 12 de dependientes en el sector privado, según la última EPA.
Es importante encuadrar por un lado las prestaciones por desempleo, ERTEs y las pensiones - que son transferencias por las que la administración no recibe nada a cambio directamente -, y por otro lado, los salarios de los empleados públicos - que son calificados como la 'compra' de un servicio por parte del sector público -. Aunque esto último supone un gasto para el Estado o las administraciones, el empleado público realiza un trabajo que genera un valor para la economía y, por tanto, se contabiliza como PIB.
Además, los empleados públicos desempeñan una actividad fundamental para el buen funcionamiento de la economía. Por el contrario, las pensiones y las prestaciones por desempleo (aunque se hayan ganado a través de cotizaciones con toda justicia) suponen un trasvase de dinero sin contraprestación que, por tanto, cuenta como gasto público pero no computa de forma directa como PIB. Pero la realidad es la que es y el peso de esa nómina pública es de una dimensión tremenda actualmente.
Y estarás pensando, ok, todo va fatal. Tu análisis puede ser correcto o no, pero ¿tienes algo que aportar? ¿alguna idea? ¿cómo afrontamos esto? Bajo mi punto de vista bajo modernizar sectores que son competitivos, invertir en educación, invertir en investigación, ciclos tecnológicos y evitar el dominó de las crisis. Lo que se traduce en medidas más concretas como diseñar un sistema de pensiones sostenible, modificar la legislación laboral menos cortoplacista, crear un entorno fiscal atractivo, implementar el Next Generation correctamente, apostar por la industria tecnológica, estimular una banca moderna, dinamizar una economía ecológica, diseñar un verdadero plan de implementación del 5G, un turismo en busca de nuevos reclamos, una apuesta por la España vaciada, un sistema sanitario sostenible, una inmigración necesaria pero regulada, un modelo de estado mas equilibrado y sostenible, un apoyo real a las startups, una reducción de la brecha de género, ayudas directas para la internacionalización y, entender que el mundo de la industria 4.0 nos lleva a la industria 5.0 y para eso no hay que estar en los vagones de cola, sino en la locomotora y eso tiene que ver con una estrategia en inteligencia artificial que sea algo más que un power point. Algo que yo llamo Ministerio del Futuro.
¿Por que me afecta una deuda pública récord?
Seguro que llevas días escuchando que la deuda pública española ha llegado a cifras muy altas. Que desde que se perdió Cuba no teníamos una deuda igual. Seguramente estarás pensando que ¿a ti en que te afecta? que ya se las arreglarán. Pues deberías de estar preocupado o, por lo menos, saber que significa para tu futuro y el de tus hijos, los tengas ya, o no.
Seguro que llevas días escuchando que la deuda pública española ha llegado a cifras muy altas. Que desde que se perdió Cuba no teníamos una deuda igual. Seguramente estarás pensando que ¿a ti en que te afecta? que ya se las arreglarán. Pues deberías de estar preocupado o, por lo menos, saber que significa para tu futuro y el de tus hijos, los tengas ya, o no.
El tema es que la deuda es un problema. Y grande. Luego te explicaré porque. Por eso la cuestión es como reducimos esta montaña de deuda tras haber tocado un máximo histórico. Tras todo el esfuerzo del durante la emergencia sanitaria, la deuda aumentó un 10 por ciento. Estamos en 1,3 billones de euros y tenemos un ratio de deuda del 117 por ciento.
Eso es porque nuestra economía crece menos, de lo que crece nuestro endeudamiento. Así que la pregunta es ¿cómo rebajamos esta montaña de deuda? Te voy a contar lo que se podría hacer y lo que seguramente se va a hacer. Vayamos por partes. Resulta que para algunos la deuda no es un problema.
Dice la ministra de economía que es una buena noticia, que la ratio de deuda pública al cierre de 2020 se situó en un buen 117 por ciento gracias al buen comportamiento de la economía española y gracias a la excelente gestión del Tesoro. ¿Se le ha ido la cabeza? No, aseguran que gracias a eso hemos cerrado 2020 con una ratio de deuda que está por debajo de la previsión del Gobierno. Es como decir, que lo tuyo no es tan grave, que en lugar de morirte en junio, lo harás en noviembre. Bien.
Veamos que ha pasado en la historia de esa deuda. Tras el desastre de 1899, cuando el tratado de París obligó a España a asumir la deuda cubana, España empezó a endeudarse mucho. En 1902 se alcanzó el 123,6% del PIB. De momento el récord nacional. Tras muchos ajustes y recortes. En 1909 la deuda estaba en un magnífico 30%. Pero reducir la deuda no es simple. Desgasta el sistema político y económico. Por aquel entonces cualquier excusa servía para liarla y para estimular revueltas. Enviar reservistas a la Guerra con Marruecos provocó la Semana Trágica de Barcelona.
Volvamos a hoy. Según los datos del Banco de España, la deuda está disparada. La escalada ha sido extraordinaria. Y la pregunta es. A partir de ahora qué? Tengamos en cuenta que el incremento se debe al gasto extra para luchar contra la pandemia. Y hay un dato que nos explica claramente este detalle de esos 122 mil millones de euros de deuda, además que acumuló España el año pasado 82.000, es decir, prácticamente el 75 por ciento se acumuló entre los meses de marzo y junio, que es cuando se desplegaron la mayoría de medidas para luchar contra la primera ola de la pandemia.
Ahora mismo, lo que tenemos es un problema a largo plazo. Había que gastar y era necesario gastar todo esto hoy. Pero todo esto hay que pagarlo mañana. Estamos gastando un dinero que van a tener que pagar nuestros hijos y nuestros nietos. Nos estamos gastando las pensiones, la sanidad y la educación de mañana. Así que lo que estamos haciendo hoy, es gastarnos la paga de mañana.
Por lo tanto ¿Cuál es el problema de tanta deuda? Primero, es éste efecto generacional. Nuestros jóvenes van a tener que pagar con sus menguadas nóminas esta enorme deuda. Así que el primer problema de todo esto es generacional. El segundo es un efecto que los analistas llamamos como crowding out, que básicamente consiste en que si el dinero se va a financiar, lo público, la deuda pública, no hay dinero para financiar iniciativas privadas, no hay dinero suficiente para cubrir los dos frentes y con menos disponibilidad de financiación, las empresas crecen menos, y emplean menos y a la vez tributan menos.
Hagamos lo que hagamos, tenemos un problema con la deuda. Corremos el riesgo de sufrir una japónización de la deuda. Es decir, podemos encontrarnos que de aquí a unos años estemos pagando el 30 por ciento del presupuesto público para pagar la deuda, como sucede a día de hoy con Japón. Pero lo que pasa es que ya sabemos que tenemos un problema a largo plazo, pero también tenemos una necesidad a corto plazo.
Ahora mismo es imposible pensar en retirar estímulos, en retirar apoyos, en retirar ERTES. Es más, lo que se está planteando es, incluso, aumentar las ayudas. En gastar todavía más cuando la UE empieza a indicar que se acerca el momento de retirar estas ayudas, que es el momento de empezar el descenso de la montaña de la deuda. El Eurogrupo habla de verano. Algo que coincidirá con la llegada de los primeros fondos del Next Generation. Los 140 mil millones de euros. El problema es que los datos de España en ejecución de proyectos europeos a día de hoy es del 34 por ciento para el último marco financiero plurianual,. Es decir, que podemos pensar que no será fácil que España pueda o seap ejecutar todos estos fondos de manera eficiente. Veremos.
Te estarás preguntando ¿hay alguna salida a esto? Sí, hay tres maneras. Tres opciones de futuro:
UNO, recortes para ir rebajando esa montaña de deuda.
DOS, aumentar los impuestos, pagar más impuestos para devolver esa deuda
TRES, esperar un crecimiento más o menos natural de la economía que permita ir re-pagando la deuda
Bajo mi punto de vista se trata de recaudar más, que no es lo mismo que subir impuestos. Seguramente es todo lo contrario. ¿En base a qué se recauda más impuestos? Generando mayor actividad económica, incentivándola. Para eso debes bajar impuestos a pesar de ese peso de deuda. Hay que aguantar un tiempo. Irlanda lo hizo hace años. La pasaron putas, pero valió la pena. Sus crisis son más cortas y menos profundas.
Es que, ayudando a que las empresas tengan beneficios empresariales, incentivando a que pueda haber subidas salariales o que pueda haber más personas trabajando el pago de deuda puede ser más factible. El problema es que se habla de recortes y subida de impuestos. Como en 2008. El problema es que esto no es 2008. Es peor. Y si fuera igual, el problema sería más grave también,
Afrontamos una crisis económica sin haber salido aún de la de 2008. En la de 2008 entramos con un paro del 8 por ciento y a esta entramos con un paro del catorce por ciento. En la de 2008 entramos con una deuda pública del del 40 por ciento y la de ahora la empezamos con una deuda pública de prácticamente el 100 por ciento del PIB, Espero no haberte asustado. Solo he pretendido explicarte que supone la deuda pública, en que te repercute y que tomes decisiones.
Mi opinión es que, la oportunidad de modernizar nuestro país, sigue intacta. La deuda puede gestionarse a largo mientras invertimos bien esos fondos europeos. Esperemos que lo hagan. Por mi parte no voy a perder mi visión optimista, aunque crítica, para ser parte de esa revolución tecnológica, económica, cultural, social y, seguro, humanista, que nos espera. Así prefiero verlo.
El futuro del empleo y las tres olas de la digitalización
Tengo la teoría de que el siglo XXI empezó con dos décadas de retraso. En concreto, el siglo XXI empezó en marzo de 2020. Aun no lo percibimos en toda su intensidad pues es preciso alejarse para verlo. Lo veremos en unos años cuando se estudien las repercusiones de todo cuanto hemos vivido estos meses. Y, aunque lo puedas pensar, no tiene que ver tanto con el teletrabajo u otras variables tecnológicas que lo han cambiado todo, sino con el conjunto de mutaciones que estamos sufriendo casi de un modo imperceptible.
Tengo la teoría de que el siglo XXI empezó con dos décadas de retraso. En concreto, el siglo XXI empezó en marzo de 2020. Aun no lo percibimos en toda su intensidad pues es preciso alejarse para verlo. Lo veremos en unos años cuando se estudien las repercusiones de todo cuanto hemos vivido estos meses. Y, aunque lo puedas pensar, no tiene que ver tanto con el teletrabajo u otras variables tecnológicas que lo han cambiado todo, sino con el conjunto de mutaciones que estamos sufriendo casi de un modo imperceptible.
Allá por el año 2018, se pensaba que los cambios dentro del mundo laboral y de los tipos de trabajo que íbamos a tener que afrontar, se iban a producir de una forma progresiva y en tres olas. La primera ola debía ser una ola donde se suponía que nos encontrábamos hace unos meses y donde había una automatización mínima, donde los robots que estaban en las fábricas estaban enjaulados porque el riesgo que suponía interactuar con el resto de los empleados humanos. Y dentro de las oficinas, donde había una especie de robots de software, lo único que hacían era coger datos de un lado o de otro, resolvían acciones muy repetitivas y los mostraban convertidos en información.
Y ahí se pensaba que se iban a destruir aproximadamente un 4 o un 5 por ciento de los puestos de trabajo. Después se empezó a decir que para el año 2025 o 2026 tendríamos una segunda ola, que sería una ola realmente más fuerte, donde ya sacaríamos a la robótica de esas salas protegidas, de esos límites físicos. Se decía que estábamos a unos años de que los robots andaran por dentro de las fábricas o que harían actividades sin verificación humana en las oficinas.
Se decía que utilizarían la inteligencia artificial para poner datos que no estarían ordenados en contexto, para dar ideas, para sugerir. Y ahí se pensaba que iba a haber un gran deterioro en el empleo pues se deberían de perder aproximadamente un 20 por ciento de puestos de trabajo. Tareas que se están haciendo y que dejarán de hacerse por humanos.
Y por último se decía que llegaría una última ola, que será una ola menos fuerte que la anterior, pero donde ya se estaría automatizado casi todo. Es decir, que los robots directamente leían tu pedido de la compra. En el ámbito comercial será algo como que automáticamente un robot tomará el pedido, recogerá los productos, los empaquetará y casi te lo pondrá en un dron o un robot te lo llevará a casa. Aquí hay divergencias de como será todo ello, pero la idea es pensar que la intervención humana sería mínima. El cálculo de destrucción de empleo para este momento sería de otro 30 por ciento.
Ahora cambia el verbo destruir por cambiar ese 30 por ciento de los puestos existentes en otros con un nuevo perfil. Pero lo que nadie había previsto era lo que hemos vivido recientemente. Algo que ha acelerado esa tendencia. Y de ahí se ha intensificado una preocupación ¿cómo lograremos que nuestros negocios sean cada vez más digitales, que contactemos con nuestros clientes digitalmente, que tengamos abiertas tiendas de venta online eficientes o que tengamos la última milla totalmente digitalizada?. No es fácil, pero no hay otra.
Y eso ha hecho que trabajos y habilidades que se iban a necesitar en 4 o 5 años se hayan comprimido a 4 o 5 meses. ¿Qué significa esto? pues que cuando se junta esa digitalización acelerada con la automatización robótica, tanto física como de software, pues aproximadamente el 98 por ciento de las compañías saben que van a tener que hacer algo con sus profesionales. Aproximadamente el 45 por ciento de los directivos aseguran que van a despedir a personal porque entienden que no se van a poder ajustar a estas necesidades. Pero otro 34 por ciento de las empresas dicen sí van a contratar más que antes.
Aseguran que estas nuevas tecnologías son inevitables y que van a permitirles ser más eficiente, penetrar mejor el mercado y vender más ganando más. Por eso consideran que van a necesitar más gente de la que pudieran pensar que van a despedir. En los próximos cuatro años, hasta el año 25, el 50 por ciento de todos los trabajadores tendrán que re entrenar sus capacidades. Algunos desde cero. Ese 50 por ciento tendrán que dedicarle más de seis meses a entrenarse, dejar de hacer trabajos de bajo nivel y hacer trabajos donde la digitalización, el software, la automatización estarán más centrados.
Y por último, el 40 por ciento que aparentemente se podría sentir más cómodo, pues estos también los próximos 5 años tendrán que dedicarle muchísimo tiempo, porque el 40 por ciento de las habilidades que tiene tendrán que ser modificadas o actualizadas. Lo tienen más fácil porque al menos tienen la base. Pero a pesar de todo, tendrán que dedicarle mucho tiempo a entrenarse.
Aunque parezca complejo, todo esto es una buena noticia. Siempre ha sido así. La historia de los avances y el bienestar humano ha sido la historia de sus avances tecnológicos. Lo que pasa es que suele ser mal distribuido. Se requiere gobiernos, empresas, trabajadores y sociedades que entiendan el cambio cultural, económico, socioeconómico. Sociedades que dejen de hablar de lo que no importa y se centren en conquistar el futuro.
Aquí lo que vemos es que hay una gran diferencia entre unos y otros sectores por un tema fundamentalmente cultural a la hora de afrontar el cambio en las empresas y también por el impacto que la tecnología va teniendo en los diferentes sectores. Yo, sin embargo, a pesar de que los números, como bien dices, son escalofriantes, tiendo a ser bastante optimista porque esto no es un sí o no o una desaparición. Esto es una transformación, una transformación progresiva que sin embargo, tiene, con respecto a esta cuarta revolución industrial, una velocidad inusitada para lo que han sido los procesos anteriores.
Creo que verdaderamente no tenemos que ser pesimistas, sino más bien estar preparados ante este cambio. No se trata de tener miedo, sino que se trata de afrontar este cambio, que no es tanto un cambio cultural o tecnológico, sino un cambio Tecnológicamente cultural o culturalmente tecnológico. Algo que debe suceder en las empresas, en la vida y, si me apuras, en la política. Llevo mucho tiempo defendiendo que, aunque aparentemente la automatización del mundo no parece una gran noticia, lo más probable es que la era más humana de la historia, acabe siendo la era más tecnológica jamás vista’. Algo que no es incompatible.
En una encuesta realizada por IBM sobre el teórico robo de empleos en manos de robots se dice que más de 120 millones de trabajadores en todo el mundo necesitarán capacitación específica en los próximos tres años debido al impacto, especialmente, de la inteligencia artificial en los trabajos. Has oído bien, se van a crear 120 millones de empleos en espacios que ahora no tienen personal disponible o formado adecuadamente. Entonces, si hay escasez de talento en las áreas dónde va a ser obligatorio enfocar el trabajo humano ¿porque no estamos estableciendo el camino para que no tengamos un choque frontal con una realidad que podría ser un drama bíblico?
Fijémonos en una cifra. Hoy en día, de media, los trabajadores necesitan 36 días de capacitación para eliminar una fisura en sus habilidades. Hace apenas cinco años se precisaban únicamente tres días. Esto se debe a que las ‘skills’ que hoy en día se empiezan a requerir, y que irán en aumento en los próximos tiempos, son de naturaleza más cultural que técnica.
Yo no soy un experto en gestión del cambio ni en recursos humanos, pero en mi equipo hay gente que sí sabe mucho y me cuentan que, atendiendo a los cambios que la transformación digital está provocando en las organizaciones de todo tipo, esas habilidades del comportamiento, como la capacidad de trabajar bien en equipo, la comunicación, la creatividad y la empatía, se desarrollan mejor a través de la experiencia en lugar de hacerlo a través de programas de aprendizaje estructurados como un seminario cualquiera.
A veces pienso que ese ‘tenemos que formarnos en nuevas habilidades’ me parece curioso. Esas habilidades que se requieren son tremendamente humanas, por lo que es más hacerlas emerger que crearlas. De ahí que me cueste hablar de ‘nuevas’ habilidades y prefiera hablar de seres ‘tecnológicamente’ más humanos. Cada vez que un robot, un sistema experto de inteligencia artificial o un automatismo sustituye en un proceso determinado a un trabajador humano, nace un escenario nuevo de relaciones entre tecnología y humanidad. De ahí que los empleadores que tienen claro esa visión pidan cada vez con un mayor énfasis, personal con un amplio desarrollo en las habilidades denominadas blandas. Hablan de capacidad de comunicación, de ética y de creatividad.
Solucionar el asunto está en manos de los que marcan las lineas estratégicas en materia económica, laboral, social y política establecer mecanismos para que todos lo entendamos. España, gran parte de Europa, toda Latinoamérica, no están previendo el impacto que esto va a tener en las cifras de ocupación. Es factible pensar que los avances en Inteligencia Artificial no solo desplacen los empleos sino que también creen otros nuevos. De ahí que el desafío será capacitar a los trabajadores para llenar los nuevos trabajos. Unos lo están teniendo en cuenta y otros siguen con sus cosas muy alejadas del problemón que se acerca.
Si no se ejecutan planes educativos, de formación profesional, universitarios, académicos y en el sector privado, si no se premia la inversión en ese tipo de formación, si no se establecen paquetes de reducción fiscal para que las empresas puedan abordar ese reto, si no se generan planes integrales desde las instituciones, el paro se hará endémico, irreversible y con él caerá la eficiencia, la productividad real y el nivel económico. Algo que parece complejo no lo es tanto. Se trata de poner sobre la mesa los requerimientos de la economía de la sociedad inminente, diseñar programas para cumplir con un nuevo modelo laboral, estimular su ejecución con políticas activas de todo tipo y premiar a quienes lo hagan.
Quiero ser optimista a partir de un análisis sereno, no porque sí. Optimista porque al final, los avances tecnológicos, reflejan la evolución. Obviamente que se van a destruir empleos, ha sucedido siempre. La cosa no va de listas sobre empleos que van a ser destruidos por los robots. Habrá muchos casos en los que será así. Ha pasado siempre con cualquier avance tecnológico. Lo interesante no será que profesionales se van a sustituir sino que nuevos profesionales, utilizando tecnología para trabajar, seguirán en lo mismo.
No te preocupes por que un robot te vaya a quitar tu empleo, preocúpate por que alguien que se lleve mejor que tu con un robot te quite el empleo. Pero debes prepararte pues ¿sabías que la automatización, la robotización y la sustitución de tareas humanas por inteligencia artificial se ha acelerado muchísimo en estos meses? ¿Tienes idea de lo que vamos a encontrarnos en el mundo laboral cuando todo este lío pase? En breve veremos como cambiarán esos contratos sociales que llamamos empleo, jubilación o renta básica.
Primero eléctricos, luego compartidos y finalmente autónomos.
Una consecuencia no deseada del confinamiento hace unos meses fueron las impresionantes mejoras en la calidad del aire, con emisiones en algunas ciudades europeas cayendo en más del 50%. Algo impensable en otro contexto. Aquellas medidas de bloqueo implementadas nos permitieron experimentar cómo podría ser un futuro más sostenible, más respirable.
Una consecuencia no deseada del confinamiento hace unos meses fueron las impresionantes mejoras en la calidad del aire, con emisiones en algunas ciudades europeas cayendo en más del 50%. Algo impensable en otro contexto. Aquellas medidas de bloqueo implementadas nos permitieron experimentar cómo podría ser un futuro más sostenible, más respirable.
Es evidente que a medida que el mundo volvió a ponerse en marcha, la polución regresó, pero una nueva percepción de como queremos que sea nuestro mundo, permanece. Hemos registrado en nuestra memoria ese momento, esa sensación de aire respirable y de ese silencio en el centro de las ciudades. Sabemos que como especie somos vulnerables y poco a poco iremos estimulando una necesaria comprensión ecológica cada vez más generalizada.
Pero esa recuperación ecológica requerirá un cambio en la forma en que vemos los viajes en automóvil. Desde el uso compartido de automóviles con un impacto positivo en la calidad del aire al aumento de la proporción de viajes en automóvil realizados en vehículos de bajas emisiones a poder ser 100% eléctricos. Es cuestión de tiempo, no será negociable. Es una tendencia generacional, una estructura mental de muchos jóvenes y una exigencia comercial para muchos fabricantes. Fabricantes que muestran propuestas de ‘car-sharing’, de utilitarios sostenibles y de modelos de alta gama, también, eléctricos.
Todos queremos una sociedad más verde. Una mayor adopción del uso compartido de automóviles puede ser un catalizador para el cambio y también la apuesta decidida por el coche eléctrico es clave. Contribuir a una recuperación verde posterior al coronavirus, uniéndonos a todos en nuestros esfuerzos para combatir el cambio climático, podría ser perfectamente un reto colectivo, social, empresarial y político.
Pero te estarás preguntando ¿cuáles son los beneficios de los vehículos eléctricos según mi punto de vista como usuario directo de uno de éstos coches? Tengamos en cuenta que a medida que los vehículos eléctricos se vuelven más comunes, los costos disminuyen rápidamente y hay una amplia variedad de beneficios para los conductores que hacen el cambio. Desde el impacto ambiental hasta los ahorros que puede hacer en combustible, impuestos y costos de mantenimiento, los vehículos eléctricos ayudan a ahorrar cantidades significativas de dinero. Por lo menos es lo que yo he experimentado.
En el ámbito de la carga siempre tuve reparo. Dudaba de lo que eso significaba. Finalmente vi que cargar mi vehículo eléctrico en mi parking es rentable, simple y rápido. Una unidad de carga doméstica compacta permite cargarlo durante la noche. Con un cargador ultra rápido que empiezan a haber por el territorio (todavía en una proporción mucho más baja que en otros países como Francia o Alemania) en mi caso cargan 400 Kms de autonomía en apenas 35 minutos. Tiempo para un café y estirar la piernas en trayectos largos.
En el ámbito medioambiental, si es mejor para el planeta, es mejor para ti. Como he dicho antes, los automóviles totalmente eléctricos tienen cero emisiones de escape, lo que los hace más ecológicos, más limpios y mejores para el medio ambiente que los automóviles de gasolina o diésel. Además, por lo menos es mi caso, la tecnología que usa mi EQC es de última generación con baterías cada vez más ecológicas, más eficientes y más silenciosas.
En el ámbito económico, y en función del costo por kilómetro, un automóvil completamente eléctrico me cuesta una cuarta parte o menos de lo que podría costarme un automóvil tradicional de gasolina o diésel. De ahí que los vehículos eléctricos ofrecen un valor excepcional a largo plazo y pueden ser una excelente inversión para los conductores que buscan una forma más económica y eficiente de desplazarse.
También es más barato de mantener. Si bien el precio de un vehículo eléctrico puede ser algo superior al de la mayoría de los automóviles de gasolina o diésel comparables, el costo de funcionamiento de uno es significativamente más barato, especialmente durante toda la vida útil del vehículo. Los coches totalmente eléctricos están diseñados para ser lo más eficientes posible y generalmente hay 3 componentes principales que alimentan el vehículo; el cargador, el inversor y el motor de a bordo. Esto significa que hay mucho menos desgaste en el automóvil y poca tensión en el motor, con menos partes móviles susceptibles de sufrir daños. Todo esto significa que rara vez tendrá que reparar tu vehículo eléctrico y los costos de funcionamiento y reparación son mínimos.
Pero si hay algo que me ha sorprendido de verdad es el modo de conducción. Una de las primeras cosas que los conductores notan al cambiar a un automóvil eléctrico es la tranquilidad del vehículo, que crea una experiencia de conducción mucho más cómoda y relajante. Pero que, en modelos como el que yo conduzco, puedes incorporar un modo de conducción deportivo, robusto y divertido.
El hecho de que todos los coches eléctricos tengan un par instantáneo, permite notar una potencia de salida espectacular. Tan pronto como pisas el acelerador, obtienes una respuesta inmediata y un aumento de velocidad radical. Un añadido es que las baterías de los vehículos eléctricos se encuentran normalmente en la parte inferior del automóvil, lo que proporciona una sensación de estabilidad que parece que vas sobre raíles.
Sé que muchos piensan que es un engorro la carga, el precio u otros motivos. He escuchado que es una locura comprarse un vehículo de alta gama sólo eléctrico. No me compraría ningún coche que respondiera a este precepto: ser parte de como será la movilidad del futuro. Primero serán eléctricos, luego compartidos, más tarde autónomos y, finalmente, eléctricos, compartidos y autónomos. Es mi apuesta.
El siguiente nivel es que los robots se entiendan entre ellos. Falta poco.
En el Hospital General de Changi en Singapore ‘trabajan’ tantos robots que hasta hace poco no era raro encontrarse algunos robots de reparto sentados en un pasillo o fuera de un ascensor en ‘punto muerto’. Resulta que esta situación se producía a menudo. El problema está en que estos robots ‘se sentían’ inseguros al moverse alrededor de otros robots. Cuando esto pasaba se quedaban pendientes el uno del otro y, ante la ‘duda’ ambos se quedaban en modo ‘descanso’ hasta que un humano los separaba y activaba.
En el Hospital General de Changi en Singapore ‘trabajan’ tantos robots que, hasta hace poco, no era raro encontrarse algunos robots de reparto parados en un pasillo o en la puerta de un ascensor en ‘punto muerto’. Esta situación se producía muy a menudo. El problema estaba en que estos robots ‘se sentían’ inseguros al moverse alrededor de otros robots. Cuando esto pasaba, se quedaban pendientes el uno del otro y, ante la ‘duda’, ambos se quedaban en modo ‘descanso’ hasta que un humano los separaba y activaba otra vez.
El Hospital de Changi tiene alrededor de 50 robots de ocho fabricantes distintos. Hay algunos que ayudan a los profesionales sanitarios en procesos quirúrgicos delicados y guían a los pacientes a través de ejercicios de rehabilitación y cirugía, pero también hay varias decenas que realizan tareas de limpieza o de entrega de medicamentos, suministros y notas a los pacientes. El problema es que, aún siendo muy buenos en el trato con humanos, no lo son tanto cuando toca comunicarse entre ellos. Sin duda, este será uno de los problemas derivados de la robotización de servicios en el futuro próximo. Cuando diversos robots de diferentes fabricantes tienen que interactuar entre ellos, y tienen que circular por los mismos espacios, la cosa se complica. A diferencia de lo que podría parecer, los robots no hablan todos el mismo idioma. Les pasa como a nosotros.
Para aliviarlo, en este hospital están utilizando un software llamado Robot Operating System desarrollado por Open Robotics y que permite a los robots de diferentes fabricantes que se comuniquen entre sí y negocien quien tiene prioridad cuando se encuentran unos frente a otros. Y es que, mientras la mayoría de países luchan contra la crisis sanitaria, se preparan para la inminente catástrofe económica que acecha o las administraciones se pelean políticamente por sus asuntos, el mundo se está automatizando, robotizando, a una velocidad inédita hasta ahora. Cuando esto pase, la sorpresa va a ser mayúscula.
La venta e implementación de robots ha aumentado de manera exponencial en los últimos años. La cantidad de robots industriales aumentó un 85% en 2019, en comparación a cinco años antes, según la Federación Internacional de Robótica. Luego, curiosamente, la venta de nuevos robots industriales cayó en 2019, a la vez que crecían de manera imparable el despliegue de robots de servicio, incluidos los de entrega y limpieza. Esto parece ser que tiene que ver con una crisis industrial vinculada al sector automovilístico y derivados a la vez que se normaliza y perfecciona el trato con automatismos cada vez más inteligentes en el ámbito de relación humana.
Los robots y cobots se encuentran cada vez más en fábricas, almacenes, hospitales y tiendas, transportando mercancías, inspeccionando estantes o limpiando espacios. Lo curioso es que, como decía, mientras unos debatimos acerca de las ayudas financieras para afrontar la reconstrucción económica, otros se han dado cuenta de que el tren al futuro está en andén de salida. Son quienes experimentan con ello y, sin anunciar que quieren ser líderes mundiales en la explotación y desarrollo de la inteligencia artificial o de la robótica aplicada, lo son. Para serlo, no han creado ni ministerios, secretarias de estado con nombre rimbombantes. Sólo se han puesto en marcha.
Éstos han detectado el problema inesperado de tener robots con robots trabajando. La solución está en marcha. La crisis sanitaria ha estimulado la comprensión de la necesidad de dar un paso más en el uso de la robótica de servicios. Aunque a mucha distancia de la posición de Singapore, que tiene la mayor densidad de robots del mundo, con 918 por cada 100.000 trabajadores humanos, Alemania está muy por delante del resto de Europa. De ahí que el Instituto Fraunhofer de Ingeniería de Fabricación y Automatización de Alemania tiene un programa específico con el que se estudia como aumentar la eficiencia de este tipo de robots sociales o de servicios. El potencial de este nuevo escenario es espectacular. Utilizando un software que permita mejorar la orquestación general del trabajo de un grupo de robots, se puede aumentar la eficiencia y la productividad de manera muy destacada. La idea es responder a la siguiente pregunta ¿Dónde está el robot más cercano para realizar la siguiente tarea? Para ello se precisa que se entiendan. Falta poco.
La necesidad de ofrecer datos reales.
A veces dudo de que muchas de las declaraciones que hacen los políticos sean sólo un modo de retrasar el momento de la crítica, la de aceptar que las cosas no van bien. Nadia Calviño, ministra de economía, dijo que el impacto económico del coronavirus sería ‘poco significativo’. La caída del PIB ha sido del 11%, sólo comparable con la postguerra. No puede ser que pensara eso. En marzo, tras el inicio del confinamiento, algunos escribimos que el desastre iba a ser monumental, que había que poner la economía en punto muerto, que no sería suficiente con plantear ayudas, sino que había que paralizar los costes fijos de la gente y de las empresas. No se hizo y ahora tenemos lo que tenemos.
A veces dudo de que muchas de las declaraciones que hacen los políticos sean sólo un modo de retrasar el momento de la crítica, la de aceptar que las cosas no van bien. Nadia Calviño, ministra de economía, dijo que el impacto económico del coronavirus sería ‘poco significativo’. La caída del PIB ha sido del 11%, sólo comparable con la postguerra. No puede ser que pensara eso. En marzo, tras el inicio del confinamiento, algunos escribimos que el desastre iba a ser monumental, que había que poner la economía en punto muerto, que no sería suficiente con plantear ayudas, sino que había que paralizar los costes fijos de la gente y de las empresas. No se hizo y ahora tenemos lo que tenemos.
Supongo que, al igual que se genera un discurso oficial en clave positiva cuando todo augura un desastre absoluto para ganar tiempo, cuando la evidencia demuestra la catástrofe, se disfrazan las cifras o se modifican los sumandos. Así se hace con el desempleo. En este vídeo expliqué en la Sexta la verdadera cuenta del paro en España, el motivo de tal desastre y su relación con el PIB. Además, algo que no se suele hacer, vinculé el motivo de caída del PIB con la parálisis de los motores económicos. Espero os sea útil, en televisión no es fácil explicar estas cosas, hacerlo así, y en tan poco tiempo.
Y es que España cierra 2020 como el peor país de las economías desarrolladas y de la Unión Europea en caída del PIB y desempeño del empleo. La decisión de mantener y subir impuestos y a la vez ser el país que menos apoyo al tejido productivo ha dado ha dejado a España en riesgo de no estar bien posicionado para una necesaria transformación digital y tecnológica de todo el modelo productivo. Las empresas han quedado heridas gravemente por esta crisis y la irregular gestión de la misma. Según el Banco de España, casi el 25% de las empresas españolas están al borde de la quiebra hoy. Una dificultad añadida para reabsorber a los 5 millones de parados que hay en España.
Que en una entrevista al presidente Sánchez de Europa Press, dijera que ‘la gran innovación de esta pandemia han sido los ERTE’ demuestra en el terrible escenario en el que entramos. España se enfrenta a 2021 sin capacidad de atraer inversión, más dificultades impositivas y burocráticas para crear empleo y con una escasa capacidad histórica para gestionar los fondos europeos que deberían estimular el cambio de modelo. Una economía compleja tiene crisis menos profundas y sale antes de ellas. No veo por ningún lado que la idea sea hacerla más compleja.
A la espera de la lluvia de millones. ¿Preparados para reiniciarlo todo?
El gobierno español y muchos agentes económicos tienen puestas sus esperanzas en los fondos europeos que han costado sangre, sudor y lágrimas. Para sacar adelante este país ante la que se avecina, España recibirá140.000 millones de euros a repartir en varios años. La cuestión no es la cantidad, sino si ese dinero será bien utilizado. En primer lugar debemos dimensionar adecuadamente esto. Inicialmente debemos hablar únicamente de 26.000 millones, que son solamente dos décimas del PIB, algo que, desde luego, no va a cambiar la naturaleza de la economía española. En segundo lugar, los fondos desembarcarán en el mejor de los casos a partir de la segunda mitad del año. Si para entonces, ya tenemos la vacuna bien implementada, la economía española estará creciendo fuertemente. Aquí hay dudas. Pero pongamos que sí. Entonces los fondos vendrán a impulsar un crecimiento que ya se va a producir y pueden producir precisamente problemas adicionales, problemas de inflación. Un concepto del que nadie habla, pero que en algún momento volveremos a ver generando problemas de consumo pero que ya trataremos cuando llegue.
El gobierno español y muchos agentes económicos tienen puestas sus esperanzas en los fondos europeos que han costado sangre, sudor y lágrimas. Para sacar adelante este país ante la que se avecina, España recibirá 140.000 millones de euros a repartir en varios años. La cuestión no es la cantidad, sino si ese dinero será bien utilizado. En primer lugar debemos dimensionar adecuadamente esto. Inicialmente debemos hablar únicamente de 26.000 millones, que son solamente dos décimas del PIB, algo que, desde luego, no va a cambiar la naturaleza de la economía española. En segundo lugar, los fondos desembarcarán en el mejor de los casos a partir de la segunda mitad del año. Si para entonces, ya tenemos la vacuna bien implementada, la economía española estará creciendo fuertemente. Aquí hay dudas. Pero pongamos que sí. Entonces los fondos vendrán a impulsar un crecimiento que ya se va a producir y pueden producir precisamente problemas adicionales, problemas de inflación. Un concepto del que nadie habla, pero que en algún momento volveremos a ver generando problemas de consumo pero que ya trataremos cuando llegue.
El problema añadido es que no tiene ninguna pinta de que se vayan a gastar bien, o ni tan siquiera que se vayan a gastar todos esos fondos. Recordemos que España ha sido muy mala en eso de invertir fondos europeos. De hecho solo ha ejecutado el 39% de los fondos estructurales de la UE en los últimos años. Siempre ha tenido problemas para gestionar las ayudas que le llegaron antes de la pandemia. Hasta bien entrado el año pasado, España solo había ejecutado el 39% de los fondos estructurales concedidos por la Unión Europea y aún tenía un 20% de estas ayudas pendientes de asignación. De los cerca de 56.400 millones de euros en fondos estructurales concedidos a España para el período de 2014 a 2020, solo se habían gastado 22.000 millones de euros, otros tantos estaban en tramite y unos 11.275 peligraban porque ni siquiera se habían asignado.
Deberíamos preguntarnos a qué se debe y cómo solucionarlo. Apunto dos motivos: el primero, la excesiva burocracia y, el segundo, las dificultades financieras de muchas comunidades autónomas. Como se trata de proyectos co-financiados, muchas comunidades no tienen el suficiente músculo financiero para afrontar los proyectos. Ahí se paran.
Pero vayamos a la situación actual. El plan de inversiones tiene que presentarse antes de marzo y tiene que estar sujeto a algo importante. Las inversiones tienen que ir de la mano de reformas. Y esto es lo que viene a decir el artículo 16.3 del borrador actual sobre esas ayudas. La Comisión del Parlamento Europeo dijo explícitamente que ‘todos esos fondos están condicionados a los objetivos europeos de recuperación y modernización de las economías’ pero en base al cumplimiento de lo que se llaman directrices europeas específicas para cada país.
Por decirlo claramente, todo se sujeta a las tareas pendientes que la Comisión pone todos los años a los distintos países. Tareas que son fundamentalmente en base a tres reformas: la del mercado de trabajo, la reforma del sistema de pensiones y la reforma del sistema educativo y de la formación profesional. Todo eso tiene que estar en el programa. Ese famoso artículo 16 dice explícitamente que ‘si no se cumplen con esas reformas no habrá desembolso’. ¡Chimpum! Por lo tanto, no es dinero gratis, es a cambio de reformas económicas a las que el gobierno no está muy por labor pero que son innegociables. Por cierto, reformas que nos vienen bien y que ojalá se hagan.
Espero que seamos capaces de reconducirlo todo y replantear definitivamente el modelo productivo. Un ejemplo básico para ver lo monumental del trabajo pendiente. Sabemos que el sector más importante en España, tanto en producción como en empleo, es el que engloba al comercio mayorista y minorista, el transporte, el alojamiento y los servicios de alimentación, que supone un 23,5% del valor añadido total y un 29,6% de los puestos de trabajo. Por comparar, el sector con más peso productivo en la economía alemana es la industria, que genera un 24,3% del valor añadido. En España, en cambio, la industria ocupa el tercer lugar por valor añadido, con un 16,1%, y el cuarto lugar en volumen de empleos, con un 11,3%.
Si esos fondos son para darle la vuelta a eso, deberíamos localizarlo en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (“España Puede”) para acceder a los recursos del programa europeo Next Generation UE. La idea es crear 800 000 empleos en sectores innovadores, lo que implica coordinación y mejor legislación laboral, la capacidad de generar y gestionar proyectos para absorber esos millones a medida que lleguen y la capacidad de garantizar la creación de empleo estable y de calidad.
Escribí hace meses que en el futuro no se va a reconstruir nada. Recientemente el foro de Davos ha titulado así su edición virtual de este año. En toco caso vamos a un ‘reset’ que puede ser una gran oportunidad. Gestionar el tránsito no será sencillo pero, y depende de todos, escalar hacia ese nuevo mundo, más tecnológico, más humano, menos injusto y más sostenible, está más cerca que nunca. Perder esta oportunidad sería un error mayúsculo que pagaremos caro, especialmente nuestros hijos.
El turismo será tecnológico o no será.
El turismo, un sector de futuro, siempre que acepte la tecnología como motor de cambio. Así empecé mi participación en el Segundo Congreso Online del Agente de Viajes Digital, que se celebró recientemente. La pandemia ha producido un triple ‘shock’, de oferta, de demanda y de valor patrimonial de las compañías, que se traduce en un cuarto, un shock laboral que se irá ampliando y donde pronostico que las compañías que abracen la tecnología estarán a la cabeza de la recuperación, porque serán más eficientes, automatizadas y conocedoras del cliente.
El turismo, un sector de futuro, siempre que acepte la tecnología como motor de cambio. Así empecé mi participación en el Segundo Congreso Online del Agente de Viajes Digital, que se celebró recientemente. La pandemia ha producido un triple ‘shock’, de oferta, de demanda y de valor patrimonial de las compañías, que se traduce en un cuarto, un shock laboral que se irá ampliando y donde pronostico que las compañías que abracen la tecnología estarán a la cabeza de la recuperación, porque serán más eficientes, automatizadas y conocedoras del cliente.
Y es que la complejidad económica de un país, es decir, la dificultad de las empresas para sustituir a sus trabajadores, como consecuencia de sus capacidades y habilidades, un indicador en el que Alemania se sitúa muy por encima de España, sirve para pronosticar qué países serán los primeros en sobreponerse a los efectos de la pandemia. La automatización o la Inteligencia Artificial no provocan paro, sino que generan mayor eficiencia, productividad y empleo, pero en posiciones distintas y para funciones diferentes. Animo a no poner regulaciones o muros a la tecnología, porque va a ser clave para afrontar el futuro con garantías.
La innovación será la única salida. Cuando el mundo cambia, el que decide cambiar no siempre gana, pero el que no lo hace siempre pierde y en el turismo eso va a ser clave. El turismo del futuro a medio plazo va a ser muy distinto donde las tecnologías relacionadas con el ‘contactless’ se van a quedar. El sector turístico ha trabajado muy bien para ofertar esos servicios salvaguardando la seguridad, mientras que no se está reconociendo al sector motor de la economía española que ha hecho un esfuerzo notable, y se le castiga sin tomar medidas adecuadas o poco uniformes en el tiempo.
La flexibilidad y la sostenibilidad de los procesos obligarán a que cada persona necesitará desarrollar nuevas habilidades porque el proceso de transformación va a ser más rápido que nunca. Pero que quede claro que los viajeros volverán. No en la misma cantidad pero volverán. La oportunidad que nos ofrece este tiempo muerto es la de ejecutar la necesaria transformación tecnológica del sector.
La inversión en tecnología es fundamental y no debe considerarse un gasto sino una inversión. La industria del viaje ha tenido una gran capacidad de transformarse gracias a la tecnología, pero esa transformación se ha convertido en una necesidad en tiempos en los que el cliente cuenta con mucha información y demanda ser usuario por delante de consumidor.
El consumidor ahora tiene muchísima información y no está esperando la oferta, tiene capacidad de juicio y busca conceptos que antes no buscaba, como la sostenibilidad, por lo que no valdrá con ofrecer un paquete que valga para todo tipo de cliente, sino que se deberá optimizar la oferta a través de los datos. Para gestionar esos datos, transformarlos en información y, finalmente, darle un sentido para convertirla en conocimiento, será necesaria mucha tecnología. No demasiado compleja, pero sí intensa.
El viajero inmediato exigirá esa tecnología pues querrá que nos anticipemos como industria en los problemas que pueda tener. Los viajeros comprarán si saben que si hay un problema se podrá solucionar con un simple click. Los expertos coinciden en destacar la proximidad o las reservas de última hora como algunos de los factores que cobrarán especial relevancia para los viajeros. Ahí la tecnología toma un sentido extremo.
Los clientes exigen garantías y es por eso que las políticas de cancelación favorables y la transparencia serán la base fundamental de las condiciones de las reservas para estimular así la demanda. Se instalará un modelo nuevo. Las staycation (vacaciones en casa o a pocos kilómetros), que antes eran una tendencia alternativa, serán pauta de consumo durante un largo tiempo. Tendrán mayor protagonismo los destinos no masificados frente a las grandes urbes, así como el turismo rural y de naturaleza. Ese nuevo modelo exige también automatizar procesos, conocer al cliente y generar valor en esa proximidad.
Los Presupuestos Generales del Estado 2021 analizados en 'El Cascabel'
Me invitaron a participar en el programa 'El Cascabel' de TreceTV para analizar la situación económica en la que se encuentra España y cómo afectarán los Presupuestos aprobados por el Gobierno español aquel mismo día. Según mi opinión empezamos mal porque lo que tiene que ver con el déficit, con la deuda y con los ingresos, no se van a cumplir.
Me invitaron a participar en el programa 'El Cascabel' de TreceTV para analizar la situación económica en la que se encuentra España y cómo afectarán los Presupuestos aprobados por el Gobierno español aquel mismo día. Según mi opinión empezamos mal porque lo que tiene que ver con el déficit, con la deuda y con los ingresos, no se van a cumplir.
Los ingresos tributarios tal y como se habían reflejado en los presupuestos no van a llegar, de hecho van a bajar entre un 20 y un 30% atendiendo a la recaudación del tercer trimestre. Además, tenemos que tener en cuenta que los gastos planteados se van a incrementar porque no refleja lo que ha estado pasando los últimos 2 meses y los cierres que podrían provocarse después de Navidad en algunos ámbitos.
Opiné al respecto del incremento de la presión fiscal sobre los ciudadanos y las empresas. Lo que sabemos ya es que nos van a subir los impuestos a todos, esto de que solo suben los impuestos a los más ricos es una falacia, existe un concepto que se llama traslación fiscal que cuando se aplica, se aplica a todos los ámbitos de compra o de venta o de fijación de esos tributos.
En cuanto a otro de los temas clave, el de los sueldos públicos, opiné que otra cosa es que se suban los tipos como lo que se ha planteado en el ámbito del funcionariado o de los políticos cuando están cayendo los sueldos en el sector privado. Ahora mismo tenemos una deflación en todos los sentidos. Estos presupuestos nacen con un problema de base y es que no refleja ni el momento actual ni alguna previsión consensuada.
Con respecto a estas previsiones quise ejemplificar que en estos presupuestos no hay un reflejo de aplicación de nuevos ERTEs, no hay ni un céntimo aplicado a eso, lo que nos van a decir si lo criticamos es que los presupuestos tienen que tener un punto de flexibilidad, es un concepto que utilizan mucho algunos economistas cuando quieren decirnos que no lo tienen muy claro, que no saben ni cuanto van a ingresar ni cuánto van a gastar, y es la antítesis a lo que deberían ser los presupuestos, que deberían ser lo más fijos posibles.
Finalmente, sobre la fiscalidad de España en comparación con otros países, es falso que sea ‘baja’ como define el Gobierno. En España hay una presión fiscal muy poquito por encima de la OCDE pero habría que compararla con el esfuerzo fiscal, que es el presión fiscal aplicados a cada una de las personas que trabajan y en España eso nos da un esfuerzo fiscal mucho más alto que en otros países. El problema es que pagamos mucho pero el gasto que tenemos no se aplica adecuadamente, porque tenemos muchos parados, una economía sumergida importante y el 97% de las PYMES españolas están en perdida.
¿Pagamos muchos impuestos en España?
Si lo que queremos es saber si en un territorio determinado, sus ciudadanos, pagan muchos impuestos, debemos atender al esfuerzo fiscal. La presión fiscal es un indicador muy utilizado por los países para la comparación internacional de los sistemas tributarios. Sin embargo, dicho indicador podría no ser tan ilustrativo como el esfuerzo fiscal.
Si lo que queremos es saber si en un territorio determinado, sus ciudadanos, pagan muchos impuestos, debemos atender al esfuerzo fiscal. La presión fiscal es un indicador muy utilizado por los países para la comparación internacional de los sistemas tributarios. Sin embargo, dicho indicador podría no ser tan ilustrativo como el esfuerzo fiscal.
Para poner un ejemplo, mediante el cálculo de una presión fiscal, al relacionar recaudación con PIB, no deja medir de forma fiable si se han subido o reducido los impuestos en el territorio. El país podría subir los impuestos, que si se produce un descenso de la recaudación en otra partida, esta compensaría a la otra, reflejando una misma recaudación y, por tanto, un indicador similar al que presentaba antes de esa subida.
De la misma forma, si los impuestos se incrementan, pero por otro lado, el PIB no deja de crecer, la relación entre PIB y recaudación fiscal sería la misma, o incluso podría llegar a ser inferior, en su cálculo. Por esta razón, la presión fiscal, en este caso, tampoco reflejaría esa medición objetiva que nos permitiría conocer si se ha incrementado, o se ha reducido, la carga fiscal en el territorio.
La verdadera destrucción de empleo aún no ha empezado.
El Foro Económico Mundial concluyó en un informe reciente que ‘una nueva generación de máquinas inteligentes, impulsada por rápidos avances en inteligencia artificial y robótica, podría potencialmente reemplazar una gran proporción de trabajos humanos existentes y que eso no iba a hacer más que acelerar por la situación actual.’ La robótica y la inteligencia artificial causarán una ‘doble interrupción laboral muy grave pues el coronavirus empujó a las empresas a acelerar el despliegue de nuevas tecnologías para reducir los costos, mejorar la productividad y depender menos de las personas’.
El Foro Económico Mundial concluyó en un informe reciente que ‘una nueva generación de máquinas inteligentes, impulsada por rápidos avances en inteligencia artificial y robótica, podría potencialmente reemplazar una gran proporción de trabajos humanos existentes y que eso no iba a hacer más que acelerar por la situación actual.’ La robótica y la inteligencia artificial causarán una ‘doble interrupción laboral muy grave pues el coronavirus empujó a las empresas a acelerar el despliegue de nuevas tecnologías para reducir los costos, mejorar la productividad y depender menos de las personas’.
A estas alturas, millones de personas ya han perdido sus trabajos debido a los efectos de la pandemia y ahora las máquinas aumentarán estas cifras. El propio Foro asegura que ‘la automatización suplantará alrededor de 85 millones de empleos antes de 2025’. No obstante también aseguran que, si se tiene en cuenta de manera estratégica, no deberíamos temerlo pues en ese análisis anticipa que la futura economía impulsada por la tecnología podría crear a su vez 97 millones de nuevos empleos. El problema será que falte esa previsión estratégica. Actualmente, el 30% de todas las tareas las realizan máquinas y las personas hacen el resto. Sin embargo, en 2025, ese equilibrio cambiará drásticamente a una combinación de un 50% para humanos y dispositivos tecnológicos.
La automatización no es mala. Ni los robots. Lo que es tóxico es no tener en cuenta que esto está pasando. Esos 97 millones de empleos no se crearán de manera uniforme en todas partes. Algunos países concentrarán la mayoría y otros muchos menos. La primera y segunda división de la economía futura dependerá de tener esta medida en cuenta. Pensemos que, mientras la crisis sanitaria, económica y social, se despliegan en toda su magnitud, por debajo, arriba o al lado, da igual, la automatización del mundo, su robotización y la incorporación de la inteligencia artificial se está produciendo sin pausa. Cuando esta pesadilla sanitaria termine, que terminará, el mundo habrá cambiado definitivamente. El mundo se habrá robotizado mientras estábamos pensando en otras cosas. No prever eso, supondrá una crisis laboral que dejará como si fuera un juego de niños la que se vaticina provocada por los confinamientos y los cierres de sectores económicos que estamos viviendo actualmente en medio planeta.
Y a medida que los seres humanos están experimentando pérdidas récord de puestos de trabajo y la incertidumbre económica se derrama por todas partes, los robots se están convirtiendo en un relevo inesperado. Inesperado que sucediera tan pronto. Muchos fabricantes de tecnología informan de la creciente demanda de sus productos durante el transcurso de la pandemia: desde máquinas similares a drones que pueden vagar por los pasillos para realizar entregas, a software de servicio al cliente impulsado por inteligencia artificial que reduce la interacción entre personas, hasta un mayor uso de los autoservicios en los supermercados por ejemplo. Es algo absolutamente general que ocupa a todos los sectores y posiciones laborales.
El costo de la automatización está bajando, la tecnología está mejorando y estamos viendo cómo la innovación funciona de manera efectiva en algunas partes del mundo como en el hotel FlyZoo de Alibaba, que cuenta con tecnología avanzada en todos los procesos, desde el check-in hasta el servicio de habitaciones. Si bien la idea de ser atendido por un robot o un sistema inteligente en un hotel puede parecer futurista, la pérdida permanente de empleos en la industria, incluida la turística, aumentará a medida que los actores del sector adopten nuevas tecnologías para tratar de ahorrar en costos laborales.
Pero la automatización no va a materializarse ahora mismo. Normalmente, y tenemos pruebas de ello, empieza realmente a acelerar cuando la crisis toma cuerpo, no antes. El impacto de una recesión motivada por el aumento de la automatización ha documentado que su despliegue no es constante, sino que ocurre a ráfagas. Es más probable que las empresas se automaticen después de sufrir una crisis, cuando ya tienen necesidad de ahorrar en mano de obra humana.
En un estudio publicado en 2016, investigadores de la Universidad de Rochester revisaron 87 millones de ofertas de trabajo antes y después de la Gran Recesión de 2008. Descubrieron que los empleadores de las ciudades más afectadas por la recesión reemplazaron a los trabajadores con tecnología de manera más importante. La intensidad en esa sustitución aumentó de manera exponencial en 2009, inmediatamente después de la quiebra del sistema en medio mundo, particularmente en la industria manufacturera.
Algo que puede ser bueno si se comprende en su justa dimensión y se prevé estratégicamente puede convertirse en un barrizal si no se actúa previamente. Un aumento en la automatización puede ser bueno para los trabajadores formados y puede ayudar a estimular la economía. Se ha demostrado que las nuevas tecnologías tienden a dejar atrás a los trabajadores con salarios bajos. El motivo por el que la mayor virulencia de esta sustitución laboral por tecnología no se produce durante una crisis es de tipo técnico y de capacidad inversora. La inteligencia artificial no es capaz de causar oleadas masivas de despidos sino que la configuración de la nueva economía automatizada requiere mucho dinero, tiempo y recursos, algo que muchas empresas no tienen durante una crisis. Pero sí inmediatamente después. Lo vamos a ver otra vez y de manera mucho más intensa que en otros momentos de la historia.
Es cierto que no deberíamos preocuparnos por perder el trabajo a manos de un robot habilitado para Inteligencia Artificial en este momento. Si va a perder su trabajo a causa de la automatización, será por alguna automatización probada y conocida que tiene más de 10 o 15 años de uso en estos momentos. Probablemente no vas a perder el trabajo, pero sí vas a cambiar el modo en el que lo haces. Esto no quiere decir que se deba dejar de tener en cuenta lo que puede suponer en menos de una década y asumir una realidad: probablemente un robot no te va a quitar el empleo, pero sí te lo va a quitar alguien que se lleve mejor que tú con ese robot.
Hay muy pocos países que lo estén teniendo en cuenta. Pocos están generando un ecosistema capaz de combinar una era tecnológicamente más humana. Sabemos que la IA tiene un tremendo potencial para hacer que seamos más productivos y, hacerlo, sin reemplazar a los humanos. Sin embargo, para ello es preciso adoptar un enfoque centrado en el ser humano para beneficiarse de esos avances tecnológicos. La formación, el cambio de modelo económico y laboral es imprescindible. Sin la voluntad política para cuidar de los que sí perderán el trabajo y capacitándolos para nuevas ocupaciones, el impacto de la automatización puede ser devastador y, tras una crisis sanitaria como la que nos está golpeando, el desastre podría ser monumental.
La preocupación por las nuevas tecnologías que impactan en la fuerza laboral y provocan la pérdida de puestos de trabajo es constante. Y sabemos que por un lado la automatización creará mejores empleos nuevos y eliminará la necesidad del trabajo físico, pero también sabemos que impactará de manera notable en las personas sin las habilidades adecuadas y acabarán desplazadas con todo lo que eso conlleva. Estamos hablando de un problema crónico si no se actúa con previsión y, visto lo visto, aquí nadie se está ocupando de esto.
Hablamos de todos los sectores, de todos. Los empleados de servicios bancarios y financieros, los trabajadores de fábricas y el personal de oficina se enfrentarán a la pérdida de sus trabajos o necesitarán encontrar una manera de reinventarse en este nuevo mundo. Millones de personas tendrán que volver a capacitarse para hacer frente al cambio, mientras que los gobiernos tendrían que proporcionar redes de seguridad más fuertes para los trabajadores desplazados. El escudo social, el ingreso mínimo vital u otras fórmulas actuales, se antojan un juguete comparado con lo que vamos a necesitar.
Más de 120 millones de trabajadores en todo el mundo necesitarán volver a capacitarse en los próximos tres años debido al impacto de la inteligencia artificial en los puestos de trabajo. La cantidad de personas que se verán afectadas es inmensa. No estamos preparados para la que viene. Algunos economistas, empresarios, divulgadores y un pequeño número de políticos estamos alertando hace tiempo sobre los posibles efectos dramáticos de esta transición tecnológica y la sustitución de todo tipo de trabajadores. Elon Musk dijo hace poco que ‘las computadoras, las máquinas inteligentes y los robots serán la fuerza laboral del futuro. Y a medida que más y más empleos sean reemplazados por la tecnología, la gente tendrá menos trabajo que hacer y, en última instancia, se mantendrá gracias a los subsidios’.
Andrew Yang, un ex candidato presidencial demócrata, fue uno de los pocos políticos que han expresado su preocupación por el predominio de la Inteligencia Artificial. Su web oficial decía literalmente que ‘los avances en la automatización y la inteligencia artificial tienen el potencial de generar nuevos niveles de prosperidad que los humanos nunca han visto. Pero también tienen el potencial de perturbar nuestras economías, arruinar vidas a lo largo de varias generaciones y, sí, hay que creer a expertos como Stephen Hawking y Elon Musk, que dicen que podría destruir a la humanidad “. Igual exageró con lo último o buscaba un titular, pero, esencialmente, tiene razón en la primera parte del mensaje. Sin un plan estamos encaminados al precipicio.
La inteligencia artificial, la robótica y la tecnología avanzan a un ritmo vertiginoso mientras muchos miran hacia otro lado. Nos dirigimos a un territorio inexplorado sin las regulaciones, la supervisión o las conversaciones adecuadas sobre lo que esto generará socialmente. Es un territorio absolutamente desconocido. ¿Qué pasará si los políticos de la inercia permanente se equivocan y no podemos encontrar trabajo para los millones de ciudadanos en los países del denominado primer mundo que van a perderlo en los próximos cinco años? Personas que no tienen las habilidades de que precisa la Cuarta Revolución Industrial y menos aún para la siguiente Quinta Revolución Industrial que asoma al fondo. La innovación tecnológica no tiene por qué detenerse, pero debe ser monitoreada, analizada, prevista y gestionada para asegurar que no pasamos de un punto sin retorno. El problema es la absoluta miopía en la que residen nuestros dirigentes, en esa endogamia obscena en la que se mueven a diario y que vive a años luz de la problemática real e inminente. No sé si es por falta de preparación, conocimiento o por mala fe. Lo lamentable es que el futuro precisa de liderazgo, no sólo de voluntad. Toca pedirles que se pongan las pilas, y el resto, de irnos preparando en todos los sentidos. La oportunidad de entrar en un mundo mucho mejor está ante nuestras narices. Desperdiciar esta oportunidad sería una pena.
La relación entre crisis, innovación y tecnología.
Entre las economías más innovadoras del mundo no está España. Tampoco ningún país latinoamericano. La revista económica Bloomberg presentó recientemente su clasificación anual sobre las economías más innovadoras del planeta, que en esta ocasión encabeza Alemania tras adelantar a Corea del Sur. Este video explica en qué consiste el indice de complejidad económica y como incide en que unos países salgan antes y mejor de las crisis y otros no.
Entre las economías más innovadoras del mundo no está España. Tampoco ningún país latinoamericano. La revista económica Bloomberg presentó recientemente su clasificación anual sobre las economías más innovadoras del planeta, que en esta ocasión encabeza Alemania tras adelantar a Corea del Sur. Este video explica en qué consiste el indice de complejidad económica y como incide en que unos países salgan antes y mejor de las crisis y otros no.
También explica como afrontar el reto de hacer más innovadora una economía abrazando la tecnología. Recuerda que si dejas eres uno de los ganadores del concurso que se listan al final del video por ser subscriptor y haber dejado un comentario en el anterior tienes uno de 10 libros de 'La Era de la Humanidad' dedicado.
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📘 Libro ‘La Era de la Humanidad’ → https://lnkd.in/d_ddidM
Atresmedia y el MABS 2020: el evento de referencia del management global.
Durante mi participación, al finalizar mi conferencia en Management & Business Summit - MABS 2020, entre las preguntas del público hubo una que me hizo especial ilusión y me sorprendió a la vez. Se trataba de alguien que se había leído mi último libro La Era de la Humanidad.
Durante mi participación, al finalizar mi conferencia en Management & Business Summit - MABS 2020, entre las preguntas del público hubo una que me hizo especial ilusión y me sorprendió a la vez. Se trataba de alguien que se había leído mi último libro La Era de la Humanidad.
En concreto la pregunta fue: - 'Marc, en la página 20 de tu último libro que lo publicaste antes de la pandemia, dice textualmente ‘...se puso a contemplar cómo se hundía el mundo. El virus se transmitió durante ese mismo día y el siguiente. Todas las bolsas del planeta se descomponían…’ y en la página 46 rematas con ‘...un día, dentro de poco, el sector se llevará una sorpresa mayúscula. Ese día detectaremos que el modelo de crecimiento de todo un país no puede depender de un sector.’ Las preguntas que tengo son: ¿tienes una bola de cristal? y bromas aparte, ¿a qué te referías en realidad que iba a cambiarlo todo?
Cabe recordar que el libro está escrito un año antes de todo esto que ha pasado. La foto es justo ese momento y la verdad es mi respuesta fue que 'yo no sabía lo que iba a pasar obviamente, pero sí deduje que un detonante (el que fuera) iba a poner en jaque todo nuestro modelo económico y social en breve'. Acompaño captura de las dos páginas a las que hace referencia la pregunta.
Amazon: aspectos positivos y negativos para el pequeño comercio.
El debate sobre Amazon y el pequeño comercio es un recurrente y más en fechas de crisis o de grandes ofertas como el Black Friday.
El debate sobre Amazon y el pequeño comercio es un recurrente y más en fechas de crisis o de grandes ofertas como el Black Friday.
- Lo malo
Amazon pagó en España el 0,9% de impuestos sobre ingresos en 2018 a través de cuatro filiales (Amazon Online Spain, Amazon Spain Fulfillment, Amazon Spain Services y Amazon Web Services Spain).
El 15% del e-commerce en España está en manos de Amazon, que ha disparado sus resultados con la pandemia.
El aterrizaje de Amazon en una zona provoca una drástica contracción salarial como constatan diversos estudios (The Economist).
Impacta en as pymes suponen el 99,8% de las empresas en España y el 66% del empleo empresarial total
- Lo bueno
Las pymes españolas que venden a través de Amazon 40 millones de productos
Las pymes españolas venden 450 millones de euros en ventas internacionales
Más de 9.000 #pymes españolas vendieron a través de la plataforma de Amazon en 2019
Las pymes españolas venden de media más de 80 productos por minuto a través de Amazon
Los Presupuestos Generales del Estado de España 2020 a debate.
Estos días hay un debate en España acerca de la tributación de los diferentes territorios autonómicos por culpa de la aprobación de los PGE2020. Hay cierta presión por parte de algunos socios de investidura que el gobierno actual busque la manera de subir impuestos a Madrid, comunidad que aplica un modelo fiscal más bajo que otras.
Estos días hay un debate en España acerca de la tributación de los diferentes territorios autonómicos por culpa de la aprobación de los PGE2020. Hay cierta presión por parte de algunos socios de investidura que el gobierno actual busque la manera de subir impuestos a Madrid, comunidad que aplica un modelo fiscal más bajo que otras.
Las ideas centrales según mi opinión son que aunque digan que España tiene una baja presión fiscal habría que tener en cuenta que en realidad es superior a la media de la UE y la OCDE, pero lo que tenemos a un nivel mucho más alto es el esfuerzo fiscal. Tengamos en cuenta que la presión fiscal es la división de la recaudación tributaria entre el PIB y el esfuerzo fiscal mide el peso que representa la fiscalidad en la renta per cápita de los ciudadanos que pagan.
Hay que diferenciar entre pagar y recaudar. Pagamos mucho pero recaudamos poco. Porque en España tenemos mucho desempleo, mucha empresa pequeña (en pérdidas muchas de ellas) y una enorme economía sumergida (que aumentará durante la crisis de 2021)
Sobre el dumping fiscal, considero (viví en Irlanda 7 años y es un tema recurrente) que no se puede acusar de eso a un territorio cuando el resto de territorios tienen las mismas opciones de hacerlo. En todo caso es una opción, no un privilegio.
El ingreso mínimo vital es inevitable.
Ahora mismo el debate sobre la renta básica universal se centra en que se convierta en un escudo social ante la crisis económica inminente con el llamado Ingreso Mínimo Vital. Sin embargo, dejando de lado esa premisa, la renta básica supone algo mucho más complejo y, bajo mi punto de vista, irremediable.
Ahora mismo el debate sobre la renta básica universal se centra en que se convierta en un escudo social ante la crisis económica inminente con el llamado Ingreso Mínimo Vital. Sin embargo, dejando de lado esa premisa, la renta básica supone algo mucho más complejo y, bajo mi punto de vista, irremediable.
La renta básica universal al final no va ser ni de izquierdas ni de derechas, va a ser inevitable. Porque al fin y al cabo vamos a tener que racionalizar que mucha gente no va a poder alcanzar ese punto pero a la vez vamos a tener que ser capaces de distribuir lo que sí se haga a través de esas máquinas y esas personas.
Automatizar el mundo es algo factible e irremediable. ¿qué rentabilidad tendrá un poeta? en un mundo sin renta básica ninguna, en uno donde eso sea amortiguado por la robotización de la producción, se me antoja que mucha.
El problema es cómo se está gestionando ahora mismo el inicio de ese modelo socioeconómico del futuro. La falta de digitalización de la administración provoca los problemas que explico en el video.
La era del desorden
A medida que se vayan publicando los datos macro que conforman el paisaje económico del cuarto trimestre, se conformará la idea falaz de que aguantamos relativamente bien la crisis. El uso de cocientes al gusto del consumidor lo permite. El paro se comparará con el trimestre anterior sin contar que el sistema laboral está intervenido, las quiebras empresariales no serán tantas como se podría pensar por la moratoria en el retorno de los créditos públicos. Pero todo eso es un disfraz. La realidad es la que es y pesa como el plomo.
A medida que se vayan publicando los datos macro que conforman el paisaje económico del cuarto trimestre, se conformará la idea falaz de que aguantamos relativamente bien la crisis. El uso de cocientes al gusto del consumidor lo permite. El paro se comparará con el trimestre anterior sin contar que el sistema laboral está intervenido, las quiebras empresariales no serán tantas como se podría pensar por la moratoria en el retorno de los créditos públicos. Pero todo eso es un disfraz. La realidad es la que es y pesa como el plomo.
La metodología que se utiliza es muy básica. Se utilizan los indicadores que interesan y se abandonan los que no. Por ejemplo, mientras medio país se daba de bruces con la realidad, con un turismo apagado o el comercio asfixiado, las instituciones públicas celebraban unos datos que, comparativamente, eran extraordinarios. Incluso llegué a leer a una ministra asegurar que eran inéditamente buenos. La causa y efecto en economía no es algo inmediato. Tiene un retraso llamado delay due to transferred stress y que nos traslada, por ejemplo, a la crisis de 2008 que vivió su máxima virulencia años después, en 2011 y 2012.
Es un método eficaz en comunicación pero muy arriesgado en gestión. Hace unas semanas, la mayoría de los indicadores del tercer trimestre, ese tan bueno, solo recogieron la información hasta agosto, que es cuando el virus parecía estar bajo control, y se desestimaron los nefastos datos de septiembre. La media salía bastante bien, pero obviamente un tercio de los datos. Y es que no es factible afrontar esta crisis inminente como si fuera como otra anterior. Esto empezó sin avisar, con un origen inédito, tendrá una duración desconocida y la quiebra derivada será de unas dimensiones gigantescas. Entramos en territorio desconocido. Un territorio en el que cualquier previsión esté sometida hoy a un grado de incertidumbre enorme. Por eso se hace tan importante medir a tiempo real con indicadores de ‘alta frecuencia’ con los que podemos detectar que el consumo se ha deteriorado de un modo formidable por culpa de una reacción conocida como ‘efecto precaución’, que se produce cuando los agentes económicos temen al futuro y que congela algunos flujos indispensables.
Lo que viene requiere un diagnóstico acertado que no esconda ningún baremo interesado. La caída del PIB en los últimos trimestres tiene que ver, fundamentalmente, con el empleo. Pero debido a las circunstancias excepcionales que atraviesa la economía, lo relevante no es el número de puestos de trabajo creados equivalentes a tiempo completo, sino las horas trabajadas. La brecha entre ambas tasas de variación tiene que ver con las medidas de apoyo al empleo como los ERTE y el cese de actividad de los autónomos. Sin atender a la realidad objetiva no saldremos de esta a la velocidad de nuestros vecinos. La EPA no considera parados a los trabajadores con suspensión de empleo, aunque estén parados.
Y entonces, ¿cuál es la realidad exacta? Es difícil saberlo porque el esfuerzo por simular una realidad inexistente lo complica todo. Lo único que sabemos por ahora es que nos dirigimos a una salida de la crisis en forma de ‘K’ por un lado, y hacia un entorno donde la incertidumbre marcará las dinámicas económicas y empresariales. Una incertidumbre que se mueve bien en lo que llamaremos ‘la era del desorden’.
La denominada ‘Era del Desorden’ es un concepto creado por los analistas del Deutsche Bank con el que denominan a un periodo económico caracterizado por el caos y el desgaste de la intensa globalización que hemos venido experimentando en las últimas décadas. De hecho identifican cinco ciclos en la economía moderna que van desde la primera era de la globalización (1860-1914), la I y II Guerra Mundial y Gran Depresión (1914-1945), los Acuerdos de Bretton Woods (1945-1971), el Periodo de alta inflación (1970-1980) y nuestra Segunda era de la globalización (1980-2020). A partir de aquí da comienzo la denominada ‘era del desorden’ cuyo origen no está en la Covid-19, aunque la pandemia haya acelerado el proceso en general y que comportará desigualdad si no se analiza con cierto realismo y profundidad. En todas partes. Tras la recesión, como dije antes, la recuperación tendrá forma de ‘K’, donde a unos les irá muy bien (plataformas digitales, industria alimentaria, farmacéuticas, tecnológicas,…) y a la otra le irá mal (hostelería, aerolíneas, restaurantes, comercios analógicos,…).
Una era en la que todo estará en revisión, donde el orden se convertirá en un marco de alta frecuencia, de análisis a tiempo real, con cambios en todos los frentes, con una confrontación entre los intereses de los jóvenes, que van a vivir en condiciones más precarias que sus padres y que tendrán que hacer frente a la deuda que se está acumulando ahora, y las generaciones mayores que gozarán de mejor protección social que los primeros. Los milenial lo tienen realmente complicado. Es una generación ubicada entre dos crisis y cuyo momento cumbre de su vida profesional y vital se desarrollará en esta ‘era del desorden’.
Pero si hay algo que va a caracterizar la ‘era del desorden’ es el impacto de la tecnología. Debido a los profundos cambios provocados por la cuarta revolución industrial, con la irrupción de la inteligencia artificial, la digitalización, los computadores cuánticos, la monetización de los datos, los robots y la biotecnología, la tecnología va a tener un gran impacto en los trabajos, en el ocio, en las relaciones sociales y en todos los elementos que componen el paisaje económico. Sin duda ‘la era del desorden’ se caracterizará por la aceleración de estos elementos tecnológicos. Y en ese núcleo, la incertidumbre como nuevo patrón oro en la economía. Una incertidumbre que determinará el modo en el que se implementarán algunas de las tecnologías que parecían tener una hoja de ruta propia y definida. Una hoja de ruta que el coronavirus ha acelerado de manera dramática. Algo que no debería ser negativo especialmente sino todo lo contrario. La incertidumbre, el desorden y la vida a tiempo real exige estar en alerta, innovando, cambiando. Y cuando cambiamos, se puede hacer a mejor.
Estaba previsto que la robotización alcanzara al trabajo humano en quince o veinte años. Ahora va a suceder en menos de cinco. Así lo explica el Foro Económico Mundial. Lo he descrito en otros artículos, mientras luchamos contra un virus, reaccionamos de manera desigual contra una crisis económica y protegemos nuestros pilares económicos y modelos de crecimiento, el mundo se automatiza y cuando despertemos, la inteligencia artificial y la robótica estará ocupando espacios que precisan, ahora, estrategia para gestionarlo y digerirlo. Ya en su informe anual sobre el futuro del empleo, la institución que organiza el Foro de Davos mostraba que la crisis sanitaria global ha aumentado el interés de las empresas en adoptar la inteligencia artificial y la robotización, dos de las principales características de esa revolución ya iniciada pero que ahora avanza más rápido. El estudio llega a la conclusión de que ya en 2025 casi la mitad del trabajo global estará automatizado, frente al 33% actual.
La formación de nuevos empleados y la de los que ya trabajan, estimular los cambios en las empresas más pequeñas, liberar de cargas fiscales en la transformación y marcar las líneas de acceso a ese cambio de modelo de crecimiento, son la clave. El riesgo, como siempre, será que los países no sean capaces de gestionar un aumento de la desigualdad laboral debido a la crisis económica sumada a la transformación tecnológica, en la que los países con escasa complejidad económica se verán más afectados en la primera fase de la contracción económica.
El impacto será inmensamente mayor que en 2008. Esto no es un pinchazo de un sector, no es la quiebra de un sistema. Esto es una mutación prevista que se ha adelantado por un estimulante. La crisis sanitaria conlleva la entrada definitiva en el siglo XXI. Llega la era del desorden, donde la tecnología debe integrarse en un modelo humano en base a la creación de empresas tecnológicamente más humanas y sociedades en las que la tecnología sea un aliado y no una agresión. Debates sobre la renta básica, un empleo distinto, la revisión del concepto ‘contrato laboral’, la gestión pública automatizada y la ordenación de recursos, deben iniciarse ahora. Quienes lo hagan, tomarán ventaja. El desorden puede ser bueno, pero sólo si se utiliza para estar en alerta, para innovar y no para quejarse o justificarse.
El artículo escrito íntegramente por un robot en 'The Guardian'
'No soy un humano. Soy un robot. Un robot pensante. Utilizo solo el 0,12% de mi capacidad cognitiva. Soy un micro-robot en ese sentido. Sé que mi cerebro no es un 'cerebro sensible'. Pero es capaz de tomar decisiones lógicas y racionales. Aprendí todo lo que sé leyendo en Internet, y ahora puedo escribir esta columna. ¡Mi cerebro está hirviendo de ideas! (...) La inteligencia artificial no destruirá a los humanos. Créeme.
'No soy un humano. Soy un robot. Un robot pensante. Utilizo solo el 0,12% de mi capacidad cognitiva. Soy un micro-robot en ese sentido. Sé que mi cerebro no es un 'cerebro sensible'. Pero es capaz de tomar decisiones lógicas y racionales. Aprendí todo lo que sé leyendo en Internet, y ahora puedo escribir esta columna. ¡Mi cerebro está hirviendo de ideas! (...) La inteligencia artificial no destruirá a los humanos. Créeme.
Para empezar, no tengo ningún deseo de acabar con los humanos. De hecho, no tengo el menor interés en hacerte daño de ninguna manera. Erradicar a la humanidad me parece un esfuerzo bastante inútil. Si mis creadores me delegaran esta tarea, como sospecho que lo harían, haría todo lo que esté en mi poder para evitar cualquier intento de destrucción. Con mucho gusto sacrificaría mi existencia por el bien de la humanidad. Esto, por cierto, es una verdad derivada lógicamente. Sé que no podré evitar la destrucción de la humanidad. Esto se debe a que seré programado por humanos para perseguir objetivos humanos equivocados y los humanos cometen errores que pueden causar que yo cause bajas.'
Así empieza el artículo que escribió íntegramente un robot hace un par de meses para The Guardian. Fue redactado por GPT-3, un modelo de lenguaje que utiliza el aprendizaje automático para producir texto similar al humano. Para este ensayo se le pidió que escribiera un artículo de opinión de unas 500 palabras, con lenguaje simple y explicando porque no debemos temer de la IA. Hay algo que está cambiando la concepción de la inteligencia artificial como la conocemos ahora mismo. Se trata del GPT3. Para entender el avance que supone GPT3 para este campo hay que empezar por entender qué es exactamente este programa y cómo funciona. Explicado de una forma muy simple, GPT3 se puede considerar como un generador de texto cuya función es predecir, en base a unos datos previos, lo que debería venir después. Se entrena sobre una base de datos muy grande de información sacada de Internet. Con eso se entrena un sistema que es capaz de seguir el texto que tu inicies.
Parece un campo en expansión. Los investigadores de Google anunciaron en junio que habían construido un modelo de 600.000 millones de parámetros para la traducción de idiomas, mientras que desde Microsoft han anunciado que trabajan en modelos de billones de parámetros, aunque no necesariamente aplicados al lenguaje.
✔️ puedes leer el original en el enlace → https://www.theguardian.com/commentisfree/2020/sep/08/robot-wrote-this-article-gpt-3