El desafío de transformar un municipio: Cambrils 2030
Desde Allrework hemos desarrollado el ‘Plan Integral de Transformación Digital y Modelo Estratégico para Cambrils 2030,’ bajo el encargo del Ajuntament de Cambrils. Un plan para transformar digitalmente esta maravillosa ciudad que no sólo es turística y que tiene un enorme potencial social y económico. El proyecto fue liderado por Fèlix Laencuentra y Lara Oliveras y determina la hoja de ruta para el desarrollo del proyecto 'Cambrils Futur 2030'. Así se hizo eco la prensa local.
Vienen tiempos de cambio, de tecnología y de darle un sentido humano a esa transformación. Tengo la certeza de que uno de los tractores sociales en el futuro inmediato serán los municipios. Por esa razón, en la consultora que fundé, nos ilusiona y estimula enormemente trabajar en proyectos que establezcan la hoja de ruta para convertir ciudades con alto potencial, en #smartcities.
Desde Allrework hemos desarrollado el ‘Plan Integral de Transformación Digital y Modelo Estratégico para Cambrils 2030,’ bajo el encargo del Ajuntament de Cambrils. Un plan para transformar digitalmente esta maravillosa ciudad que no sólo es turística y que tiene un enorme potencial social y económico. El proyecto fue liderado por Fèlix Laencuentra y Lara Oliveras y determina la hoja de ruta para el desarrollo del proyecto 'Cambrils Futur 2030'. Así se hizo eco la prensa local.
Durante meses hemos trabajado duro junto a gran parte de la sociedad civil, política, empresarial y asociativa del municipio. El documento final es sin duda una gran carta de intenciones, pero lo mejor y de lo que estamos más orgullosos, es que es un modelo de ejecución, en el tiempo y en el detalle. Da gusto trabajar con gente entusiasta con lo que la tecnología sin olvidar su papel para mejorar la vida de las personas.
Sabemos que ha empezado una carrera de fondo que precisa de un sprint inicial. Ahora toca ponerlo en marcha. En palabras del propio consistorio toca 'abordar aspectos digitales inaplazables y básicos simultáneamente al desarrollo de otras líneas de actuación que afectan a todos los departamentos en mayor o menor medida. Se trata de que la tecnología sea uno de los ejes imprescindibles de las políticas públicas en el momento de su planteamiento'.
Si te interesa conocer en detalle este trabajo o estás pensando que en tu organización o empresa necesita diseñar una hoja de ruta para afrontar el reto de implementar proyectos de modernización a tenor de los fondos ‘Next Generation’, no dudes en contactarnos. Sabemos como hacerlo.
¿Por qué no podemos salir de esta crisis del mismo modo de siempre?
Muy preocupante. Ante la peor crisis sanitaria, social y económica desde la postguerra, todo lo que son capaces de mostrar nuestros dirigentes políticos es un espectáculo bochornoso, deplorable y de un nivel intelectual muy preocupante. Estamos solos. ¿Dónde está la grandeza de la política tras tres meses de una crisis histórica y decenas de miles de muertes? ¿Por qué siguen con la retórica partidista de siempre? Siguen echándose en cara la misma montaña de temas de corto recorrido y de interés particular. Ninguno habla del medio ni el largo plazo. Y lo vamos a pagar los de siempre. Y es que estamos en la antesala de la mayor crisis económica que ninguno de los que estamos en edad de trabajar haya podido conocer. Y es cierto que de todas las quiebras surgen oportunidades, cambios y modelos de crecimiento personal y colectivo. Y cierto es también que esta no será una excepción, el problema es que hay diferentes maneras de vivirlo. Una depresión económica se explica en diez minutos pero se vive durante diez años. El modo en el que se viva depende de la estrategia y liderazgo de quienes tienen que marcar las políticas de salida.
Muy preocupante. Ante la peor crisis sanitaria, social y económica desde la postguerra, todo lo que son capaces de mostrar nuestros dirigentes políticos es un espectáculo bochornoso, deplorable y de un nivel intelectual muy preocupante. Estamos solos. ¿Dónde está la grandeza de la política tras tres meses de una crisis histórica y decenas de miles de muertes? ¿Por qué siguen con la retórica partidista de siempre? Siguen echándose en cara la misma montaña de temas de corto recorrido y de interés particular. Ninguno habla del medio ni el largo plazo. Y lo vamos a pagar los de siempre. Y es que estamos en la antesala de la mayor crisis económica que ninguno de los que estamos en edad de trabajar haya podido conocer. Y es cierto que de todas las quiebras surgen oportunidades, cambios y modelos de crecimiento personal y colectivo. Y cierto es también que esta no será una excepción, el problema es que hay diferentes maneras de vivirlo. Una depresión económica se explica en diez minutos pero se vive durante diez años. El modo en el que se viva depende de la estrategia y liderazgo de quienes tienen que marcar las políticas de salida.
Los que tendremos que lidiar con ese escenario incierto, complejo, que tenemos empresas o que dependemos de nosotros mismos para avanzar, sólo nos queda observar y tomar decisiones mientras se ponen o no de acuerdo en eso que han querido llamar ‘reconstrucción nacional’. Si aplicas la observación, en lo que viene, podrás localizar un modelo de negocio, serás capaz de mejorar tus procesos y lograrás atender, mejor que tu competencia, a tus clientes. Si lo haces, llegarás a tiempo a la meseta donde espero nos encontremos, la mayor cantidad de gente, en unos meses. Sin embargo, en esta travesía, que por experiencia sé que es apasionante, nutritiva y te hace crecer en lo esencial, muchos se van a quedar en el camino. Nunca llegarán al campo base. Por eso es importante no hacerlos invisibles, olvidarlos, dejarlos a la intemperie. Serán muchos. Muchos que ni siquiera ahora lo tienen presente. Seamos solidarios, no los borremos, no pasemos cerca de ellos como si no existieran. Algunos han abierto sus bares estos días creyendo que subiendo la persiana el perjuicio será menor. Que las medidas de restricción que la dichosa ‘nueva normalidad’ reducirá sus ingresos pero que, de un modo u otro, sobrevivirán. Pero no serán pocos los que, tras unas semanas, algún mes, descubrirán que el consumo se reduce y las opciones de ser rentable desaparecen.
Tenemos la oportunidad de afrontar este desastre de dos maneras. Una que tenía que ver con salvar empresas y otra con destruirlas. La primera requería una acción valiente y, tal vez, poco vistosa. Exonerar impuestos e inyectar liquidez a las empresas con el compromiso de mantener el flujo laboral anterior. La otra, convertir a medio país en desempleados, pendientes de que los ERTEs se conviertan en empleo por arte de magia. El tiempo corre en nuestra contra. En contra de los que apostaron todo su patrimonio al negro y par. A su empresa. Esos que hace semanas no duermen bien y juntan las monedas que descansaban en una botella de plástico para complementar en vacaciones, para pagar impuestos y cuotas fiscales. Esos a los que ahora acusan de que si no pagan el IVA del primer trimestre es por ser malos gestores. Se les acusa de que ese impuesto de valor añadido no es suyo, que ellos son los intermediarios y que deben de tenerlo siempre apartado para cuando llega el momento de pagarlo.
Los que dicen esto pocas empresas han montado o no han gestionado ninguna. En la lógica de caja de una empresa, especialmente las más pequeñas, el mundo no funciona así. Los ingresos se reparten en múltiples posiciones. Una factura cobrada en bruto, sin descontar el IVA o los IRPF, inmediatamente se convierte en liquidez. Muchos lo utilizan para invertir en mejoras de su propio negocio, para pagos especiales a sus empleados o, incluso, para mejorar su propio salario y así poder consumir más. Lo normal es que, si la economía no tiene ningún shock, como los que acabamos de vivir, y seguimos viviendo, ese empresario, autónomo o directivo, hace una previsión de pagos tributarios en base a la facturación inminente. Si esa facturación se detiene por orden gubernamental, ajena a cualquier opción de regate, si la alerta sanitaria se lleva por delante todas las opciones de aplicar estrategias de caja, tus cálculos se van a tomar viento.
Eso es lo que ha pasado. La economía de empresa es un puzzle. Las piezas están contadas. Si detienes la cadena de transmisión por ley, tienes que ofrecer una alternativa que no se lleve por delante a todo el tejido productivo de una país. Si no exoneras los impuestos inmediatos, gripas el motor. Si encima anuncias que vas a subir impuestos, asustas a quienes pensaban afrontar valientemente el reto de superar un trimestre cerrado y otro a medio gas. Si mantienes las obligaciones tributarias, tras haber quebrado la línea que une una caja estable con unos ingresos imposibles, no puedes hacer como si nada. No puedes mantener obligaciones fiscales y amortiguarlo con aplazamientos, retrasos o prorrogas. Eso no sirve. Quien ahora no tiene, no tendrá. Es incluso peor. En unos meses tendrá menos. El cierre de muchos comercios y pequeñas empresas puede ser una bola de nieve sin final a corto.
España no ha invertido en innovación ni en tecnología. No ha estimulado a las empresas a hacerlo. El tejido empresarial que tenemos es débil, dependiente y con poca liquidez. Y es normal. Mientras que otros países como Reino Unido, las grandes empresas (más de 250 empleados) suponen el 46,1% y las micro empresas (menos de 9 empleados) son el 17,3%, en España las grandes son el 27% y las micro el 40,5%. ¿Quién crees que está en mejores condiciones para innovar, invertir y aplicar planes de reconversión? ¿quienes crees que tienen mayor capacidad para aguantar una economía yerta, seca y en parada técnica? La media de liquidez de una empresa grande ronda los 18 meses, la de una micro pyme, apenas 18 días. En España el 90% de las pymes declaran su impuesto de sociedades en negativo.
Resulta que la clave para salir de esta fortalecidos dependerá de la capacidad de transformar digitalmente el sector productivo. El problema es que para eso se precisa capacidad financiera. Adaptarse a los cambios que van a ser imprescindibles, obliga a tener un músculo financiero que la mayoría no tienen. La parada técnica de la economía, la inapelable llegada de las obligaciones fiscales y el miedo a los recortes y subidas tributarias anunciadas, apartan a cualquiera de una pretendida inversión en tecnología. Como España es un país de micro empresas, invierte poco en innovación o en tecnología. Es normal y nos deja en una muy mala posición. Volvamos a comparar aunque sea feo. El Reino Unido ha aumentado su inversión privada en innovación y desarrollo un 62,4% en apenas diez años. Alemania un 34,6% y la media europea un 21,8%. España, en una década ha recortado su inversión privada en investigación, desarrollo e innovación un -5,8%. ¡Se ha reducido! Así nos va, y lo que es peor, así nos irá.
Esa falta de inversión no es culpa sólo es de la empresa. Los gobiernos deben priorizar, estimular y marcar las líneas del desarrollo económico y marcar los modelos de crecimiento con políticas activas que la dinamicen. Tiene las herramientas para lograr el modo de que esos porcentajes sean los que el futuro nos exige. Lo que no hagamos en los próximos cinco meses, lo pagaremos en los próximos quince años. Y es que esta crisis no es la crisis de las finanzas. Esta será la crisis del comercio, de las pymes, de los autónomos. Será la crisis del paro porque en España, estos tres sectores son los que más empleo generan. Sólo hay que ver la dificultad para acceder a la liquidez que anunció el gobierno hace unas semanas. Apenas una cuarta parte de los solicitantes han logrado acceder a un ICO. Y casi que es normal. Si tu pequeña empresa pinta mal, es complicado que te den crédito. ¿Cómo era aquello del paraguas, la lluvia y los bancos?
Las pymes mueren por falta de caja. Lo he dicho más arriba. Al mantener la obligación de ‘no vender’ pero sí la de pagar, un 15% del tejido empresarial español ya es historia. En dos meses y poco, miles de sueños se han roto, miles de empleos se han esfumado, millones de euros se han quedado en el debe. Un debe que contagia, nunca mejor dicho, a toda la cadena empresarial. Tu impago daña a tu proveedor y así sucesivamente. Todo dependía de frenar esas dependencias y, desde el gobierno, había una herramienta buenísima para hacerlo: exonerar impuestos y declarar la economía, al prinicipio, en ‘contador a cero’. Y ahora viene lo mejor. Resulta que el gobierno anunció un paquete de ayudas. ‘La mayor movilización de dinero público de la historia de España’ le llamó. Eran 200.000 millones de euros. Lo curioso es que 83.000 millones eran avales sobre los créditos que deberían dar los bancos. Y en eso que le dejas la pelota botando a las entidades financieras. No vale sólo con un aval. Los bancos no se fijan sólo en eso. Miran si la pyme que solicita el crédito es factible de que sobreviva. Si no apuestan correctamente, el banco lo pasara mal a medio plazo y no lo van a conceder en esas condiciones. Estamos hablando de mucho dinero. La banca aprendió en la crisis financiera de 2008. Saben que por cada subida del paro del 1% los impagos de créditos sube un 0,80%. Si sumas los 3 millones de ERTEs que podrían convertirse la mitad en parados, el millón en cese de actividad de autónomos, los parados que ya han aumentado en medio millón y la caducidad de los contratos temporales, la mora para la banca en breve será demasiado importante. España es un país de hipotecados. Recordemos esa dependencia y el escaso interés de la banca en convertirse, otra vez, en una gigantesca inmobiliaria en saldo.
La solución pasaba por exonerar impuestos, vincular las ayudas a la modernización del tejido empresarial y los créditos con avales a mantener la liquidez directamente en las empresas para que ésta llegue a los trabajadores. Pasa por aplicar medidas urgentes en los sectores turístico y de servicios y, pasa también, por estimular la nueva concepción de suma pymes españolas a fin de generar nuevas marcas capaces de ser más grandes. De esta crisis podremos aprender cosas. La importancia de dinamizar la economía con tecnología, de hacerlo con empresas más grandes, concentrando a las pequeñas. Si tuviéramos el porcentaje de empresas medianas que tiene de media Europa, nuestra productividad sería casi un 20% superior al actual. De esa cifra derivaría una mejora salarial que ahora se antoja imposible. Aprenderemos, sin remedio, con una hostia con la mano abierta, que con micro empresas no se puede modernizar un país, que para lograrlo necesitamos empresas más robustas, más grandes y capaces de pelear en un escenario económico veloz, repleto de grandes empresas y muy tecnológicas. Es una oportunidad que vendrá tras un drama de dimensiones gigantescas. Las decisiones que se tomen ahora, en ese sentido, marcarán la dimensión de la tragedia, pero también el nivel de aprendizaje que vamos a sacar de todo esto.
En mi sector, el de la consultoría económica y tecnológica, muchos estamos trabajando por la concentración de pequeñas empresas. En mi caso lo hago porque en otros momentos aprendí que afrontar la reducción de demanda, impagos, subidas de impuestos y problemas salariales, es mejor hacerlo colectivamente, el que te proponga tu sector, en lugar de hacerlo solo.
El futuro será digital. De hecho nadie ha hecho más por esa evidencia que la actual situación sanitaria. O te digitalizas o te digitalizaran. No va a haber otra opción. Por eso es tan importante que si abandonas el análisis de tu propio negocio, pensando en que los de ‘arriba’ te ayudarán o dirán que tienes que hacer, pierdas un tiempo precioso. Tienes que tomar decisiones, poner en marcha una hoja de ruta que permita liquidar lo que ya ha quedado viejo. La crisis de tu empresa podría depender de que no dejes morir lo antiguo para que nazca algo nuevo. Esto sirve para una pyme y para un país. No esperes que las directrices gubernamentales te digan lo que tienes que hacer. Las decisiones debes tomarlas tú. Lo peor que te pueda pasar es que tu sector las tome por ti y no puedas ser participe. Debes darte prisa porque el retraso en tomar decisiones, por mi buenas que sean, las puede convertir en malas decisiones por el simple hecho de tomarlas tarde. Ya expliqué la metáfora del volcán. No te quedes esperando hasta el final. No pretendas ser un héroe. En realidad, un héroe es alguien que no huyó a tiempo. Huye del modo de trabajar de antes, del mundo analógico, ponte en marcha, el tiempo se va a reducir. Esta es tu gran oportunidad, vívela así.
Entrevista en ABC: ¿Cómo será el futuro del trabajo?
Jose Manuel Sánchez, de ABC, me entrevistó para hablar acerca de mi último libro, que se publicó bajo el título «El trabajo del futuro es probable que se parezca más a ir a la escuela que a la oficina». Hablamos de todo cuanto trata el libro de un modo general pero la parte que tuvo mayor relevancia resultó ser la que hace referencia al modo en el que trabajaremos en el futuro. En el libro destaco en la parte final este hecho y, en realidad, es el fragmento en el que mayor esfuerzo de análisis hago. No es fácil imaginar como será ir a trabajar en el futuro cuándo es evidente que no sabemos que tecnologías asociadas y derivadas de las actuales van a ser el hilo conductor. Os dejo aquí la transcripción de la misma.
Jose Manuel Sánchez, de ABC, me entrevistó para hablar acerca de mi último libro, que se publicó bajo el título «El trabajo del futuro es probable que se parezca más a ir a la escuela que a la oficina». Hablamos de todo cuanto trata el libro de un modo general pero la parte que tuvo mayor relevancia resultó ser la que hace referencia al modo en el que trabajaremos en el futuro. En el libro destaco en la parte final este hecho y, en realidad, es el fragmento en el que mayor esfuerzo de análisis hago. No es fácil imaginar como será ir a trabajar en el futuro cuándo es evidente que no sabemos que tecnologías asociadas y derivadas de las actuales van a ser el hilo conductor. Os dejo aquí la transcripción de la misma.
Marc Vidal: «El trabajo del futuro es probable que se parezca más a ir a la escuela que a la oficina»
El lugar no puede ser más apropiado, la Fundación Rafael del Pino. Un espacio céntrico en Madrid que se dedica a formar dirigentes, impulsar los principios del libre mercado y la libertad de empresa y emprendimiento. En ese enclave, rodeado de una escasa vegetación urbana, acude Marc Vidal, una de las figuras más influyentes en la disrupción tecnológica. Conocido conferenciante y tertuliano, el divulgador expone en su nuevo libro, «La era de la humanidad: Hacia la quinta revolución industrial» (Deusto, 2019), los cambios e innovaciones que la sociedad va a vivir en los próximos años, así como el impacto que tendrá no solo en sus vidas, sino en todos los negocios. Su mensaje, pese a la marejada que viene de otra orilla, es más optimista.
Todavía no hemos alcanzado la Cuarta Revolución Industrial y usted ya se va directo a la quinta.
Normalmente, la mayoría de las revoluciones industriales nos enteramos de ellas cuando ya estamos ahí, en medio del meollo, con lo que todas las consecuencias negativas nos las comemos antes que nada; destrucción de empleo, deflación del capital. Diferentes aspectos que son característicos de las diferentes revoluciones tecnológicas nos avisan cuando estamos en ella. La llamada Cuarta Revolución Industrial nos hemos enterado de que lo que estábamos viviendo (una crisis financiera, inmobiliaria) tenía un trasfondo que tenia más que ver con una revolución tecnológica. No es que estemos cerca de la «Quinta», pero sí la podemos prever. Podemos interpretar que la singularidad tecnológica hay diferentes aspectos que tienen que ver con la automatización de nuestra vida económica y social, y van a afectarnos y mucho.
Si alguien piensa en aquellos trabajos de echar carbón a la locomotora hace cien años, debería darse cuenta que la tecnología permitió que esa actividad fuera más eficiente y cómoda para el empleado. ¿La tecnología es una oportunidad o una amenaza?
La tecnología siempre ha traído cosas buenas en términos generales. Obviamente, el ser humano tiene una mente retorcida y la utiliza para cosas no tan buenas. En principio, en ámbitos económicos y en el sentido humano, ha aportado cosas positivas. La Primera Revolución Industrial permitió que unas personas que trabajasen 16 horas al día, en el momento en el que entraba una máquina de vapor en una fábrica textil en el sur de Londres de 400 personas, dejasen de trabajar muchos menos. En esa época, además, lo llamaban «crisis industrial» no «revolución». Ahora los cambios son más rápidos, pero con cuarenta años después se entendió que aquello era para reducir de alguna manera la jornada laboral para que la gente hiciera otras cosas. Y que esa tecnología que en esos momentos se debía ejercer la fuerza bruta -como empujar utensilios- se pudiera realizar por una máquina. Ahí es donde empieza la cadena positiva de la tecnología. Ahora, por ejemplo, un 22% de las cosas que no hacemos los trabajadores las realiza un algoritmo o una inteligencia artificial. Calculo que para 2040 se le habrá dado la vuelta, con un 80% haciéndolo la máquina.
¿Qué hacer con el tiempo que nos resta?
Esa es la clave de esta historia. Cómo convertimos este nuevo tiempo que antes ocupábamos en hacer una serie de aspectos que tenían que ver con la idea de trabajar en una actividad que nos haga más humanos, y que además no perdamos ningún tipo de flujo económico con ello.
Desde hace tiempo se nos viene diciendo que vienen los robots; que en Europa se van a eliminar cincuenta millones de empleos en los próximos años por culpa los procesos automatizados. ¿Cómo se recicla o reutiliza a la gente que se queda fuera?
Siempre habrá empresarios, como habrá trabajadores, que aprovechen esta circunstancia para convertirla en algo a favor y que, además, daña a otro sector. Pero eso ocurre en todos los ámbitos. Está claro que quien entienda bien lo que supone tecnificar y ser más eficiente lo que sucede en su empresa desde el punto de vista tecnológico sacará ventaja. Y esa ventaja, a veces, no es que vayas a reducir el número de trabajadores sino que vas a aumentar la eficiencia de esos trabajadores gracias a que ahora les voy a facilitar herramientas tecnológicas que van a ser mucho mejores. Esto va de colaborar y, cuanto colaboremos con la tecnología, más diferente va a ser nuestro empleo pero seguramente más eficiente. Y tendremos más tiempo para otras cosas. El trabajo del futuro es más que probable que se parezca ir a la escuela que ir a la oficina.
Un mensaje optimista…
Es optimista porque al final refleja la evolución. Obviamente se van a destruir empleos, se ha hecho siempre. El ser humano lo que hace al final es convertir en eficiencia todos los problemas. Y ese problema que va a tener que ver con el régimen laboral, unos países lo harán antes, otros peor, otros mejor. No sabemos si la jornada laboral será de ocho horas o seis o cuatro, ni tampoco si habrá tres días para el fin de semana, pero la propuesta de que eso se hable parte del error de que eso sea automático. Para ello, hay que cambiar el modelo de producción, el modelo de crecimiento de un país, porque tiene que ser más tecnológico.
Uno de los epígrafes del libro se titula «No era una crisis». ¿Qué era entonces?
Fue una crisis, pero fue más una consecuencia. No fue tanto el origen de nada. Desde el punto de vista técnico, y más allá de lo que significa una crisis, fue una deflación del capital. Que es una de las características que tienen habitualmente las revoluciones tecnológicas. Una de ellas es «servitizar» (sic) las cosas -que se conviertan en servicios muchos productos cambiando la cadena de valor- y otra es la deflación del capital. Si comparamos todo lo que era necesario hace quince años para hacer las cosas que hace hoy en día un teléfono móvil necesitábamos quince dispositivos. Eso antes junto costaba 15.000 euros; ahora todo eso lo hace un aparato que vale apenas mil euros. La pregunta que se hicieron los economistas en World Economic Forum hace unos años fue que «¿dónde estaba ese dinero?». El problema es que hemos vivido aparte de esa crisis que en realidad era una consecuencia de algo -la tecnología- que estaba cambiando el mundo hemos vivido otra que llaman «recuperación». Y estamos viviendo una recuperación que en realidad es una deflación social. Es decir, que todo aquello que podíamos ganar por una serie de tareas que hiciéramos durante el día,. ahora es prácticamente imposible. Es decir, hemos vivido una deflación del capital en lugar de una crisis y, ahora, estamos viviendo una deflación social en lugar de una recuperación.
Duras palabras, pero hacía dónde vamos…
Las cifras parecen indicar que vamos hacia una crisis. Las crisis son algo más complejo que una desaceleración. Estamos en una fase de desaceleración, unos países más que otros. Que eso se convierta o no en una crisis dependerá de muchos factores. Es evidente que con las pocas medidas que se están tomando en algunos países como España para enfrentarse a eso que se nos avisa con claridad, nos puede sumir en una crisis profunda. Lo más probable que como en nuestro país no va a pinchar ninguna burbuja, que fue la hecatombe anterior, el problema es que no tienes nada que recuperar. Nada que volver a construir. España depende de un 16% del turismo y un 15% del sector inmobiliario. Es decir, un tercio de la economía española depende de sectores de poco valor añadido. Como no cambiemos ese modelo económico vamos a tener un problema grave. Puede que no sea profunda, pero sí que sea larga. Y los efectos pueden ser incluso peores. El tren de la modernidad ya ha salido. Hay países que tienen un plan integral de Inteligencia Artificial en desarrollo para ver cómo se enfrenta a la próxima década. Hay países que estudian en cómo nos enfrentaremos a la reducción del empleo por la tecnología o la reducción de la jornada para que sea más eficiente. Y nosotros, España, todavía mirando a ver si ha dimitido un señor [en relación a Albert Rivera, exlider de Ciudadanos].
Los gobernantes de uno u otro signos siempre prometen que quieren crear un «Silicon Valley en España». ¿Cree que eso es posible?
Algunos se deben pensar que Silicon Valley es un polígono industrial moderno. O no han estado o no se lo han explicado bien. Silicon Valley es una cosa que es difícil incluso de reconocer. Es un espacio donde hay mucho talento, pero sobre todo mucho dinero que ha generado que ese talento tenga salida. Hay una apuesta empresarial pero también ha habido apuesta institucional desde hace muchos años. Pero además de ese capital, hay que facilitar las cosas para que ese capital tenga ganas de invertir. Hay gente que se cree que es poner varias empresas al lado en una especie de «coworking» -trabajo compartido- . Al final no es así. Y, de hecho, cada país tiene que asumir cuál es su realidad. España, por ejemplo, no tiene petróleo con lo que para qué vamos a plantearnos un futuro con combustibles fósiles. España tampoco tiene un Silicon Valley. No somos creadores de empresas tecnológicas nuevas. España es un país turístico. Tiene innovación en «biotecnología» que se podría potencial. Pero si tienes el Turismo que es un porcentaje importante de la economía española, modernicemos ese sector. En aquello que sabes que eres una potencia mundial, ¿por qué no lo reconvertimos y le damos más valor tecnológico? La idea es cómo utilizar los aspectos en los que somos mejores para que la tecnología nos lo haga mucho mejor y no tengamos competidores.
La tecnología de consumo y la innovación se maneja ahora mismo de dos frentes, Estados Unidos y China. ¿Pinta algo Europa?
El discurso fácil es que en Europa hay mucho talento, pero la realidad es que las empresas europeas que han sido capaces de convertirse en primeras potencias mundiales se han tenido que ir a Estados Unidos para buscar fórmulas alternativas u otras han tenido que relacionarse con China. Europa se ha quedado, sinceramente, detrás de la innovación. Se ha vuelto vieja. No se le hace demasiado favor que se le examine tanto a las tecnológicas. No son todo bondad, pero lo que nos han traído muchas cosas que nos hacen mejores. Habría que ser capaces de jugar otros papeles, no tanto de árbitro, pero sí de estimulante.
De hecho, pone siempre de ejemplo el modelo de Kodak.
Esta empresa vivió una realidad curiosa. Es sintomático de cómo a veces teniendo la solución delante de tus narices no se aprovecha. Kodak había patentado la cámara digital y se negaron a poner en marcha un plan de producción para sacarlo adelante y de incorporarla en su negocio porque consideraban que tenían un problema con el stock de papel. Se encontraron con el debate de que si ellos ponían la pista de que el mundo de la fotografía pasaba por la cámara digital muchas empresa que no se dedicaban a ese sector podrían ser potenciales competidores. Pero también pensaron que nunca los seres humanos preferiría ver imágenes en cámaras pequeñas. Y desaparecieron justo cuando la fotografía estaba siendo más usada. Nunca hemos hecho más fotografías que ahora. El problema no era hacer fotos sino el soporte, que ya se había digitalizado. Y en el momento en el que se digitaliza algo cambia todo.
¿Cómo superan esas grandes estructuras ejecutivas el miedo a la tecnología?
Una gran compañía que quiere enfrentarse a la potencial disrupción tecnológica tiene que asumir un comportamiento más de ser muchas «startups» dentro de ella. Una gran compañía es un transatlántico y una «startup» es una lancha. Es imposible hacer que el transatlántico funcione como una lancha, pero sí que esté compuesto por muchas lanchas. Ese modo de trabajo requiere cuatro cambios imprescindibles: modificar el conocimiento del cliente, los procesos tienen que ser inteligentes, generar nuevos modelos de negocio y, por último, es que hay que formar a las personas de una manera muy distinta. Hay que hacerse una pregunta: «¿Cuántas de las cosas que voy a hacer en dos años las va a hacer una máquina?» Y ahí descubrirás qué porcentaje de tu trabajo va a ser sustituido. El porcentaje que no va a ser sustituido es la clave, porque es el que debes potenciar.
Hace mención también al sector bancario, otro sector que ha estado sufriendo innumerables crisis. ¿Cómo vislumbra el futuro del dinero?
Que el dinero sea digital es el objetivo de la administración pública y de las entidades financieras porque es más fácil de identificar. Va a mejorar todo lo que significa el sistema monetario y esas fluctuaciones de dinero que no sabemos muchas veces qué sucede, y será además más fácil de detectar cuando una persona hace algo malo. El efectivo tiene los días contados. Incluso la tarjeta de crédito empieza a tener poco uso. La disrupción en este sector va más allá de si habrá o no dinero, si será criptográfico o no. Las nuevas discográficas son los bancos porque le van a venir sus «Spotify», su «Napster». Y tiene que ver porque la gente va a empezar a preferir tener productos financieros vinculados a aquello que compra. Esa perspectiva es en donde la banca tradicional va a tener que hacer un mayor esfuerzo.
¿Aboga por una especie de renta básica universal?
El hecho de que vayamos al trabajo a aprender no será optativo por una razón: cuando nos encontremos que hay una máquina o un software que va a hacer cosas que antes hacíamos nosotros. Sabemos que las máquinas son muy buenas respondiendo pero son muy malas creando preguntas. Las preguntas las creamos los seres humanos. Cuando más sepa de esa máquina mejores respuestas me dará. Y cuantas mejores respuestas obtenga, mejor trabajador seré. El buen matemático es aquel que interpreta que con una calculadora puede hacer grandes cálculos. La calculadora no le sustituye a él, sustituye el tiempo que antes dedicaba a operaciones a mano. La renta básica universal u otras fórmulas que se puedan adoptar digo siempre que no va ser ni de izquierdas ni de derechas, va a ser inevitable. Porque al fin y al cabo vamos a tener que racionalizar que mucha gente no va a poder alcanzar ese punto pero a la vez vamos a tener que ser capaces de distribuir lo que sí se haga a través de esas máquinas y esas personas.
No te vas a quedar sin trabajo, te vas a quedar sin el trabajo que haces ahora.
Ya hay fecha. Será en 2025. Según el trabajo presentado por el World Economic Forum, The future of jobs 2018, basado en una encuesta a directores de recursos humanos y a los principales ejecutivos de empresas de doce sectores en veinte economías desarrolladas y emergentes representantes del 70% del PIB mundial, ese año habrá más máquinas inteligentes trabajando que personas. A falta de apenas 7 años para eso, el 29% de la actividad económica la soportan robots y automatismos. Mucho más de lo que, escuchando nuestros gobernantes, algunos consideran. La cifra que aporta el WEF deja claro que el proceso de sustitución se está acelerando sustancialmente. En apenas un rato, en el 2022, ya estaremos en un nada despreciable 42%.
Ya hay fecha. Será en 2025. Según el trabajo presentado por el World Economic Forum, The future of jobs 2018, basado en una encuesta a directores de recursos humanos y a los principales ejecutivos de empresas de doce sectores en veinte economías desarrolladas y emergentes representantes del 70% del PIB mundial, ese año habrá más máquinas inteligentes trabajando que personas. A falta de apenas 7 años para eso, el 29% de la actividad económica la soportan robots y automatismos. Mucho más de lo que, escuchando nuestros gobernantes, algunos consideran. La cifra que aporta el WEF deja claro que el proceso de sustitución se está acelerando sustancialmente. En apenas un rato, en el 2022, ya estaremos en un nada despreciable 42%.
Lo interesante de este estudio no es la cifra. Hasta ahora cualquier informe sobre este asunto era como el anuncio de una catástrofe sin remedio. En este caso, sin dejar de mostrar preocupación, es algo más positivo en cuanto a las opciones que tenemos de aprovechar todo este cambio. Vivimos una revolución industrial como otras veces, la Cuarta, y por ello el discurso oficial ha sido parecido al que vivieron los contemporáneos de cada una de las tres anteriores. Miedo y preocupación ante la sustitución de la fuerza laboral por algún tipo de máquina. Ahora, sin embargo, el mensaje está mutando hacia una especie de soflama que pone en valor las oportunidades económicas, laborales y sociales que se nos presentarán en breve.
Pero no todos vamos en el mismo tren. Lo digo una y otra vez. Esto no es automático, hay que plantear políticas activas que posibiliten que suceda sin traumas o minimizando las consecuencias negativas, hay que pensar en Ministerios del Futuro. Hablamos de que la mayoría de los empleados de todo tipo de empresas deberán reciclarse y rápido, asumir que las plantillas serán recortadas y que los cambios de empresa, sector o habilidades serán imprescindibles para muchos de ellos. No te vas a quedar sin trabajo, te vas a quedar sin el trabajo que haces ahora.
La revolución robótica supondrá un recorte de plantilla fija en el 50% de las empresas, según ese informe. Aunque se estima un crecimiento neto del empleo, este cambiará significativamente en calidad, ubicación, formato y permanencia. Va a ser imprescindible invertir en personas a parte de en la compra de automatismos, software inteligente y robots. Y eso habría que ir haciéndolo ya. Muchas empresas están cometiendo un error estratégico importante. En el informe, especialmente cuando se refiere a Europa, detecta una limitación en la inversión prevista en capacitar a empleados durante los próximos años. Se considera que muchos de ellos no estarán preparados para asumir el cambio y será mejor contratar bajo demanda a personal en cada operativa que surja. Un error importante que aleja el papel de la tecnología en esta revolución: la transformación digital no es una metodología en sí misma, sino un modo cultural que engloba al personal existente y que permite cambiar procesos y modelos de trabajo digitalizándolos para hacerlos más eficientes.
Mi trabajo consiste en ayudar a empresas en este tránsito, formando equipos o trabajando en su propia transformación estratégicamente. En algunas de las primeras reuniones con quienes nos contratan se habla de sustituir personas y/o comprar tecnología. Mi tarea consiste en demostrar que eso es un error mayúsculo muchas veces y que lo que debemos abordar es un salto tecnológico para modificar procesos entre otras cosas pero formando al propio personal. Generar valor a partir de un cambio cultural en la compañía que permita extraer todo lo bueno de la inteligencia artificial, del big data, de la automatización, pero también del trabajo colectivo desarrollando nuevas habilidades en todos los miembros de la empresa, por grande o pequeña que sea.
Y es que habrá más trabajo, pero será muy distinto y pronto. Cambiarán calidades, formatos, ubicaciones e, incluso, el concepto de empleo y su deriva real. Se avecina una destrucción de empleo notable a la vez que se debería preparar el tejido industrial para generar uno nuevo. La pérdida de empleos prevista en sector del consumo es enorme. Entre los empleos que se estima tendrán más demanda figuran los basados en la tecnología o potenciados por ella. Los fundamentados en habilidades humanas también irán a más. Todo lo que no sea automatizable tendrá un valor incalculable. En cambio, los que se basan en rutinas desaparecerán.
Y la cosa puede verse desde dos vértices. Esta carrera comportará nuevos problemas pero también oportunidades. Dice el WEF que con los robots se destruirán 75 millones de empleos en el mundo en 5 años, pero que surgirán nuevas funciones que permitirán crear 133 millones. Una creación neta de 58 millones. El problema es el de siempre: ¿dónde se van a crear? ¿Que países se están preparando y cuales no? ¿Nuestra clase política se ha puesto en marcha? ¿Lo saben las empresas? ¿Somos conscientes del monumental desastre o maravillosa oportunidad que se avecina?
Esto va de tener conocimiento, analizar la situación, plantear una hoja de ruta y ponerla en marcha. Hay, como hemos visto, opciones de que este cambio bíblico no se nos lleve por delante, pero también existen amenazas de que sí lo haga. Depende, como siempre de dos agentes: un liderazgo político que se deje de menudencias y una revolución íntima de todos nosotros para entender el punto exacto en el que nos encontramos. No todo es asunto del gobierno, se trata de si nosotros hemos entendido la suerte de vivir este momento histórico.
No es momento de subir impuestos, eso es un error monumental ahora mismo. Se trata de estimular la inversión para afrontar los cambios que vienen. A cada décima impositiva de más, son millones de empleos que peligran por la falta de inversión en la transformación de las empresas. A cada intento por penalizar a una empresa tecnológica por el mero hecho de serlo miles de empleo se van por la alcantarilla del futuro inmediato. Es urgente saltarse esta pantalla y ponerse a jugar en la siguiente, una que por cierto ya va con Realidad Aumentada.
La destrucción de empleo previsible en los próximos años, especialmente a partir de 2022, no habrá manera de detenerla sino se hace algo desde ya. Aun estamos a tiempo. A tiempo de poner en marcha un plan para crear las vacantes necesarias, modificar las existentes y estructurar una sociedad que soporte un empleo muy distinto al actual sin situaciones dramáticas. Un plan para ejecutarlo. Menos análisis pues sólo crea parálisis.
Será imprescindible formar a las personas. Los robots no van a quitarte el empleo, en todo caso, tu trabajo peligra en manos de alguien que se lleve mejor que tu con un robot. Son necesarias políticas activas que estimulen la inversión en ese sentido y en la integración de tecnología estudiando el impacto en el personal y en los requerimientos obligatorios. Se deben abrir debates urgentemente acerca de jornadas laborales distintas, de renta básica, etc. Discusiones que quienes deben plantearlas desconocen en su verdadera envergadura o consideran que suponen desgastes electorales que no quieren asumir. También es necesario saber que piensas hacer tú. Empresario que debe invertir en transformar su empresa o trabajador que tiene que tiene que sentirse en ‘beta’ constante y donde no hay empleo seguro. En unos minutos sale el tren del futuro inmediato. En España me temo no hemos comprado ni el ticket. Para los amigos que me leen desde otros países, la pregunta también es válida.
Vivo para trabajar, mi trabajo es vivir
En plena puerta de acceso a uno de esos vuelos de conexión a ningún lugar, me encontré hace unos días a mi amigo Erwin Rauhe, Presidente de la Cámara de Comercio Italo-Alemana y uno de los máximos responsables de BASF para Europa. Apenas unas frases y unos comentarios casi sin espacio para profundizar, pero siempre nutritivos para reflexionar durante el viaje.
Decía Erwin que ‘las cosas van bien o mal no tanto en base a lo que la gente considera por cuanto sabe o siente sino por lo que escucha en las noticias o le trasladan los flujos informativos’. Ahora por ejemplo estamos viviendo el nacimiento de una teoría sobre ‘la recuperación’ que no deja de sorprenderme.
La más que probable aportación de cifras y datos en positivo no responde tanto a que las cosas estén mucho mejor sino a que estas se comparan con el miserable dato anterior. Hay políticos que si dijeran la verdad se sonrojarían pues sería su estado excepcional. Cuando dicen que ya se notan signos de mejoría deberíamos examinar de que mejora hablamos. ¿Estamos subiendo la escalera de nuevo o simplemente nos hemos levantado tras caer por ella? tiene mérito hacerlo, no lo dudo pero ¿y si ese aparente paso hacía arriba no es más que el hecho de apoyar el pie en el primer escalón aturdidos y sin pretender subir ninguno de ellos todavía?
En mi corta conversación con alguien como Rahue, conocedor del modelo empresarial europeo en su complejidad, desde la diversidad del sur hasta la exactitud alemana, me quedé con el mensaje sobre el trabajo como factor transformador en una etapa histórica sin precedentes en lo moral, social y tecnológico.
Cuando hablamos de que sobrará la mitad de la población ocupada del planeta en unos años, hablamos de que el ‘trabajo’ como puesto a ocupar va a cambiar radicalmente y lo que ahora denominamos empleo se definirá por otros factores. Sin embargo, a mi modo de ver, el progreso, el estímulo, el deseo por aprender y por ser mejor, pasa por volver a poner el trabajo en el centro de los valores.
Eso es algo que vale para el pasado, el futuro, para cuando el empleo se media en porcentaje y para cuando se mirará como algo menos claro. Habrá que renunciar a patrones que hacen ver el ‘trabajo’ como el sustitutivo del ocio, del tiempo libre, de aquello que no nos aprisiona. El futuro tecnológico y automatizado nos premitirá ver ese ‘trabajo’ como un factor de crecimiento que irá más allá de lo que ahora, como sociedad, estamos dispuestos a aceptar.
No obstante, a los que me acusan de ‘adicto al trabajo’ yo les suelo responder que lo que soy es un ‘explorador que hace cosas’. Me gusta pensar, soñar, estructurar, imaginar como, aprender y, sobretodo, hacer. Me encanta hacer. Comparar lo que era algo antes de estar hecho con lo que supone que ya es. ¡Hacer! Disfrutar haciendo. Estoy seguro que deriva de la hiperactividad pero es lo que hay.
Hacer, soñar, correr, parar para hacer, vivir haciendo, crear, explicar, volar y soñar para saber que hacer. Resulta que todo eso, casi todo, está dentro de lo que la gente llama ‘trabajar’.
Hay quien considera que el concepto trabajo, como valor, esta en crisis porque no hacemos otra cosa que trabajar. Existe la concepción de que eso del trabajo es un atraso de la humanidad y por eso buscamos métodos para minimizar su carga. Está bien, y ese cambio tecnológico ayudará a compaginar. El hombre ha progresado por ese esfuerzo en el trabajo, por esas ganas de construir, de creer. Arte, cultura y trabajo constituyen los elementos de evolución que el hombre ha precisado históricamente.
En un mundo en el que se venden como churros libros que explican como vivir sin trabajar o haciéndolo muy poco, lo ‘cool’ parecería que es echarse a dormir y esperar que un programa televisivo te convierta en estrella porque tu hijo ha elegido mal la novia. Yo hablo de la cultura del esfuerzo pero lejos de la penitencia o de la sumisión. Hablo de algo lejano a la explotación, apelo al valor del trabajo como elemento de progreso, no como distorsión de la libertad individual.
Hay días que me sorprendo mirando a mi alrededor. Aquellos que pensaba que sabían interpretar el momento, la oportunidad y los tiempos que por fortuna les ha tocado vivir, desaprovechan ese camino porque lo observan desde la óptica del ‘trabajo de siempre’ y no desde la que proporciona el conocimiento de la vida en el trabajo.
Decían que “el trabajo os hará libres y dignos”. Las máquinas trabajarán para nosotros, algún día todo será así, pero aun así, será siempre bueno transitar por ese nutritivo y bello estadio que supone ‘crecer’.
Si no tienes trabajo, invéntatelo, si no lo encuentras cerca, aléjate más, si no sabes de eso, aprende, si no tienes tiempo, duerme menos, y si no tienes dinero, pídelo. No hay más remedio, pero en todos los casos solo te queda aceptar el concepto trabajo como valor en todos sus aspectos. Yo no trabajo para vivir, vivo para trabajar porque mi trabajo es vivir, aprender, conocer y divertirme.
Equipo para México
De nuevo acabamos de llegar de América. Durante tres semanas hemos visitado las sedes de nuestra empresa en diferentes capitales latinoamericanas. La última fue México DF, de cuya estancia os hablaré en un post más adelante por cuanto allí vivimos y aprendí. Sin embargo, debido al potente crecimiento de nuestro proyecto en la capital azteca os dejo otra oferta laboral calentita que aun ni siquiera ha llegado a nuestra web.
Buscamos para DF un Social Media Strategist con experiencia previa demostrable como Community Manager y que resida en México o esté dispuesto a hacerlo en breve. Sus funciones iniciales serán un híbrido entre CM y SMS a fin de ir ampliando el equipo que llevará la comunicación y estrategia de nuestra empresa.
Descripción:
Interlocución directa con el cliente.
Apoyo al departamento comercial.
Creación de planes estratégicos en redes sociales.
Gestión de equipos en la implementación de acciones digitales.
Confección de informes de monitorización y reputación.
Redacción de informes de seguimiento del proyecto (indicadores cuantitativos y cualitativos).Requisitos:
Experiencia en gestión profesional de redes sociales, una agencia interactiva o en consultoría estratégica.
Ser un entusiasta del marketing y de la realidad digital.
Tener conocimientos de gestión y estrategia profesional de redes sociales.
Haber trabajado herramientas de medición y reputación en redes sociales.Se valorará:
Comprobada capacidad de escritura y habla fluida
Estudios en Marketing y Comunicación
Cursos específicos en Community Management
Experiencia demostrable en puesto similar mínima 2 años
Conocimientos básicos de diferentes CMS (WordPress, Joomla, Drupal)
Rapidez de respuesta y adaptación a las necesidades.
Habilidades comunicativas. y comprensión del funcionamiento de la lógica de redes sociales.
Amplia presencia en Redes Sociales desde sus inicios
Conocimiento de todas las redes influyentes en todo el territorio nacional.
Experiencia en agencias de publicidad, empresas 2.0, grandes empresas.
Se valorará experiencia anterior en empresas de nuevo desarrollo (Start Up).Condiciones:
Tipo de contrato: 6 meses + Indefinido. Legislación Mexicana.
Horario: Laboral por convenio mexicana.
Sueldo: A negociar con Filial en DF.
Interesados pueden ponerse en contacto con nuestro Director en DF, Oscar Espinosa
El mejor trabajo del mundo
Buscamos 4 jóvenes apasionados por la moda, la tecnología y las redes sociales y que quieran vivir una experiencia irrepetible durante 4 meses recorriendo el planeta.
Precisamos alguien que hable como mínimo inglés y francés para recorrer Europa, que hable portugués y español para recorrer Latinoamérica, que hable chino e inglés para recorrer Asia e inglés y español para recorrer Norteamérica.
Deberán recorrer capitales y poblaciones que ellos mismos asignarán coordinados con el “campo base” de Tueddy. Además del contrato laboral vigente con sueldo asignado, dispondrán de un presupuesto para establecer su viaje, estancias y logística como consideren más operativo. Deberán localizar y ayudar a ser “tueddyers” un mínimo de marcas y diseñadores diarios y reportarlos con un dispositivo móvil que les proporcionaremos a los seleccionados. Cada día, a modo de diario de bitácora, deberán hacer un post en inglés describiendo las experiencias vividas y compartiendo con las redes ese maravilloso “tueddytrip”. Por supuesto el video y la fotografía serán esenciales e imprescindibles para complementarlo.
A lo largo de 4 meses serás protagonista en múltiples canales y escenarios gracias a la exposición de tu viaje y tus experiencias y lograrás que el talento de la moda que ahora está escondido en alguna esquina de algún lugar aparezca gracias a tu perspicacia y tenacidad. Si además, una vez finalizan esos 4 meses, la experiencia ha sido satisfactoria para todos continuarás siendo parte del equipo de Tueddy.
Si crees que eres la candidata o candidato y quieres tener el mejor trabajo del mundo, envíanos un solo enlace con una presentación original en cualquier plataforma que decidas donde debe haber como mínimo un post de 100 palabras describiendo lo que te venga en ganas, un video que lo complemente y una galería fotográfica utilizando cualquier aplicación disponible en IOS o ANDROID.
Tienes quince días para que sepamos que te interesa, en septiembre tendrás que hacer las maletas.
Let’s go!
COCINANDO LAS CIFRAS DE PARO
Está en el horno un pastel. Lo sacarán en breve y su sabor es agridulce. En unos días, cuando el gobierno anuncie la cifra de paro de diciembre, nos va empachar tanto edulcorante. Un postre de mierda que será un monumento a la manipulación más absoluta. Ayer tuve una conversación con alguien con responsabilidades en el ministerio implicado y ya me advirtió que los datos que se van a publicar ya están claros. Lo han filtrado a varios periodistas y opinadores, está hecho con premeditación estratégica.
Como el verdadero recuento de desempleados se finiquita el 21 de cada mes ya sabemos que la destrucción de empleo este final de año va a ser mínima. Apenas 24.000 nuevos parados se incorporarán a la lista maldita. Objetivo mediático conseguido: fin de 2009 con menos de 4 millones de desempleados oficiales. Corbacho es un mago que ejecuta las órdenes al pie de la letra y se pasa por el arco del triunfo la lógica y la ética.
Con el sistema de medición adoptado en los últimos años no se puede entrar en debate. La metodología de edición de datos responde a los intereses retorcidos del que los publica. Justo en el momento que se publiciten esos datos, casi un millón de personas estarán en el limbo de los desempleados, un espacio en el que ni eres trabajador ni eres parado, sólo puedes permanecer como “individuo en formación”, y medio millón más estarán en el purgatorio de los expedientes de regulación. En total un millón y medio de trabajadores que están en paro no figurarán en la lista oficial del INEM.
- Que te tome por tonto el gobierno es una opción. De hecho es casi normal que lo piensen. Ganaron dos elecciones. Mientras toda la prensa internacional gritaba avisando a los españoles de la que se nos venía encima, el votante medio ibérico votaba a los que negaban esas “mentiras interesadas del exterior”.
- Que la oposición nos tome por idiotas es otra opción. De hecho es más que normal que así lo piensen. Casi ganan dos elecciones. Mientras toda la prensa gritaba avisando a los españoles de la que se nos venía encima, el votante medio ibérico votaba a los que no se habían ni inmutado mientras se gestaba la crisis.
- Que la prensa publique el próximo dia 2 de enero titulares como: “se detiene la destrucción de empleo”, “menos de 4 millones de parados”, “el gobierno detiene el aumento del paro”, “la recuperación es un hecho” o lo que es peor “finalizamos el año a punto de crear empleo, lo que aventura que el final de la crisis en España es algo inmediato”. Y se quedarán tan anchos. Tendremos que rebuscar en medios digitales para encontrar un análisis real, más allá del teletipo facilón e interesado, que aporte la traducción de las cifras reales. Costará.
Claro que, como me contaban, el Ministerio sabe que mientras la crisis de los medios de comunicación sea del calibre actual, no va a haber demasiado problema para publicar lo que interese. Son muchos los mecanismos para lograr esa laxitud crítica. Por un lado la publicidad institucional que siempre está en juego, las subvenciones por contenidos culturales que aporta mucho dinero al sistema periodístico y la gestión implicada de empresas semipúblicas. Todos ellos son elementos que abonan un modelo intervenido en la práctica.
RECORTES DE PRENSA
En la prensa internacional de hoy se habla de España. En el Frankfurter Allgemeine Zeitung, hay un artículo de opinión firmado por Michael Psotta titulado “El mercado laboral español dividido en dos”, en El Mercurio hay una crónica titulada “Fila de desempleados de España podría llegar a Amsterdam” y en el De Tijd de Bélgica se puede leer una crónica firmada por Henk Boom titulado “El camino de la recuperación española se encuentra sembrado de obstáculos”.
El primero de los tres comenta que “El mercado laboral español muestra una imagen deprimente. Con una cuota de desempleo de un 19,3 por ciento, España se queda muy atrás en la Unión Europea; según el Instituto Europeo de Estadística, tan solo Letonia está aún algo peor. Los más afectados son los jóvenes: más de un 40 por ciento de los españoles de menos de 25 años no tienen trabajo actualmente. Y las perspectivas son demoledoras: España necesitaría un crecimiento de al menos un dos por ciento para generar nuevos empleos. Y esto no parece factible antes del 2012. Más bien todo indica que la cuota de desempleo superará próximamente la marca del 20 por ciento y que seguirá en aumento. El desarrollo actual sorprende tanto más cuanto que el país modélico, tan dinámico en su día, durante 15 años generó más empleos que cualquier otro miembro de la UE; en algunos años incluso más que la suma de los demás miembros de la UE”. Sigue con “este importante incremento de empleo en el fondo apunta a un mercado laboral sumamente flexible – y permitiría la interpretación de que el rápido empeoramiento tan solo es el otro lado de la medalla de esta flexibilidad. Es cierto que los jóvenes españoles encontraron trabajo ante todo porque aceptaron tratados limitados. De esta manera, sus empleadores no asumieron el riesgo de que los nuevos empleados se convirtieran en un lastre en caso de una crisis. Seguramente se trataría de un principio defendible si el mercado laboral español no estuviera dividido en dos”. Al final en ese mismo elemento confirma que “al comienzo de la crisis económica hace aproximadamente año y medio, dos terceras partes de los trabajadores tenían contratos indefinidos con una alta protección contra el despido y, según el baremo europeo, con unas regulaciones de indemnización especialmente aras. En un primer momento, estos empleados apenas se vieron afectados por la crisis. Los más afectados fueron casi exclusivamente aquellos que tenían contratos limitados. Esta división del mercado laboral no solamente es injusta. También aporta importantes desventajas a la economía española”.
En el diario chileno nos aseguran que “hace un año, la crisis en España había llevado a que, si se ponían en fila india los más de 2,6 millones de desempleados de esa época cinco personas cada dos metros, éstos cubrirían 1.050 kilómetros; nada menos que la distancia entre Madrid y París. Hoy, la crisis elevó esa cifra a 3,8 millones, con lo que se podría cubrir la distancia entre Madrid y Amsterdam, 1.500 kilómetros. Y puede ser peor: ayer el BBVA pronosticó 4,2 millones de desocupados para el 2009”.
En el rotativo belga la cosa gira hacia el mundo laborarl de nuevo y atestiguan que “el déficit presupuestario y el paro crecen con celeridad. Con el aumento del IVA, el Gobierno Zapatero perjudica sobre todo a la clase media. España lleva más de un año en plena crisis económica. El Ejecutivo socialista no logra rendimientos tangibles en su lucha contra la crisis. La oposición y los empresarios interpretan la política anticrisis como una puñalada en la espalda de la clase media”
BURBUJA LABORAL
A la espera que desde Eurostat nos den otro repaso a las cifras y confirmen que lo que se publica desde el Ministerio de Trabajo e Inmigración suele estar cocinado, de momento lo que tenemos son las “buenísimas” cifras de paro y ocupación publicadas hoy mismo. Según la octavilla en cuestión, el número de parados registrados en las oficinas del Instituto Nacional de Empleo bajó en 20.794 personas en julio respecto a junio, registrando su tercer descenso mensual consecutivo tras haber estado 14 meses al alza. Según estos datos en España tenemos 3.544.095 personas.
A la espera que desde Eurostat nos den otro repaso a las cifras y confirmen que lo que se publica desde el Ministerio de Trabajo e Inmigración suele estar cocinado, de momento lo que tenemos son las “buenísimas” cifras de paro y ocupación publicadas hoy mismo. Según la octavilla en cuestión, el número de parados registrados en las oficinas del Instituto Nacional de Empleo bajó en 20.794 personas en julio respecto a junio, registrando su tercer descenso mensual consecutivo tras haber estado 14 meses al alza. Según estos datos en España tenemos 3.544.095 personas.
Parece claro que el Plan de Inversión Local y la estacionalidad veraniega han causado efecto. Del número total de nuevos ocupados, la mayoría son de la construcción y de servicios. Ahora bien, si analizamos al detalle, el Plan E empieza a desinflarse y con él la creación de empleo de urgencia. El descenso de casi 20.800 personas es inferior al logrado el mes pasado, en el que el paro cayó en más de 55.000 personas. El abrir zanja, cerrar zanja, abrir zanja otra vez para repasar zanja, cerrar zanja, abrir de nuevo zanja, cerrar definitivamente zanja y esperar al experto técnico en zanjas que certifique que no se debe empezar la obra de la zanja, tiene un límite. Ese límite es el ridículo. El penoso espectáculo de repartir el dinero que no tenemos por todas partes a fin de ocupar a la gente en cosas que no necesitamos y que al final vamos a pagar todos. Atajar la fábrica de parados en la que se había convertido este país era una prioridad, claro está, pero tal vez debíamos haber establecido otro sistema que pudiera generar un valor a medio plazo en términos de cambio en el modelo.
Durante el día de hoy el ministro Corbacho se apuntará el tanto de que esta bajada experimentada en julio constituye el mejor dato en este mes desde el año 2004. De momento, la que ha hablado es doña Maravillas, que destacó que los datos de julio vienen a confirmar que el crecimiento del desempleo "sigue moderándose" considerando que esta caída es una "buena noticia”. Obviamente que alguien deje de estar en la preindigencia es buena noticia, pero que pase a cavar zanjas por cavarlas y cobrando, es algo que, aunque no tranquiliza, permite a todos vivir en una burbuja laboral. Como sabemos, todas las burbujas acaban explotando. Que se lo digan al millón ochocientos mil parados reales que han ido alistándose en las oficinas del INEM desde mayo del año pasado.
Como opción es posible. Podemos dejarnos engañar. Es una elección que cada uno hace. Es algo que enlaza con la credibilidad de tus políticos favoritos, con un voto que no quieres aceptar como erróneo, con una afinidad partidaria o con una simpatía elemental, pero engañarse a uno mismo encaja con la idiotez supina. Los datos del paro tal y como los refleja la nota de prensa del ministerio son un fraude. Hablar de “fin de tendencia”, “inicio de la recuperación” o de “buenas noticias” a secas es humillante. Por ejemplo, en julio se registraron un total de 1.403.023 contratos, un 13,7% menos que en igual mes de 2008. Es decir, se contrata menos pero sin embargo baja el paro. Insólito.
Además, las cifras que maneja el ministerio siempre están en desacuerdo con las que desde Europa nos tramitan. Entre los datos de “personas apuntadas al INEM” y “parados contabilizados” hay más de un millón de personas que el gobierno intenta catalogar de diversos modos. De los 4.977.288 demandantes de empleo brutos, el ministerio empieza el recorte con 939.497 ocupados (en formación la mayoría), 201.742 con disponibilidad limitada (que no pueden trabajar en las ofertas objetivas) y otros 291.954 no ocupados, que la EPA si considera parados en toda regla. El total de las cifras, trasquilando los flecos monclovitas se nos queda en 3.544.095. A esto hay que empezar a contabilizar los autónomos que dejan de serlo. En concreto este mes casi 15.000 han dejado de pagar su cuota y han pasado a la lista de los que cobrarán los 420 euros de subsidio previsto para los que se quedan sin ningún tipo de ingreso. A tirar de tarjetas de crédito hasta que se agoten.
En otoño los datos no serán tan malos como en 2008 pero igualmente serán muy malos. Costará maquillar, y aun haciéndolo la evidencia pesará como el plomo. No serán tan duros como hasta ahora pues no se puede caer siempre en vertical, al final la caída se hará sostenida y parecerá menos caída. Sin embargo, seguiremos bajando y con la amenaza de una parada técnica de la economía provocada por la incapacidad presupuestaria para programar acciones rápidas y con dificultades para emprender otras más estructurales puesto que las inversiones públicas empezarán a tener serios recortes.
Algo que me preocupa es descubrir que uno de los motores clave de la economía española sigue sin levantarse del lodazal. En Catalunya sigue aumentando el paro, más que en ninguna comunidad española. Me duele como catalán pero me aterroriza por los españoles que se quedan sin el motor tributario del estado. Casi una cuarta parte de los impuestos recaudados en España son catalanes y si se va reduciendo esa capacidad laboral en mayor medida es porque el motor se está quedando sin gasolina y sin conductores.
Espero equivocarme. En todo lo que he escrito hay aciertos y deducciones erróneas. Espero equivocarme y que en realidad este sea el inicio de la recuperación, pero me temo que no va a ser así. Espero equivocarme y que media blogosfera me ponga a bajar de un burro por haber sido un agorero que al final acertaba y luego se despeñó en su propia literatura. Espero que sea así, pero los datos y la manera de obtenerlos no parece que así pueda ser. Cierto es que, si invirtiendo todo lo que el gobierno está inyectando en medidas muy discutibles por lo poco estratégicas que resultan no se genera empleo en los meses limítrofes con el verano, apaga y vámonos. Otra cosa será cuando esa factura se deba de pagar via impuestos o a partir de la reducción de servicios públicos o en la calidad de los mismos.
El valor del trabajo
Leo en “Le Monde” que el líder gaullista francés y candidato a la presidencia Nicolás Sarkozy, aseguró ayer que si gana las elecciones a la jefatura del país vecino en mayo, emprendería una “revolución económica real” a través de incentivar a los trabajadores con mayores sueldos si se trabaja más. Para él la “prioridad de prioridades” será restaurar el valor del trabajo e impulsar el lento ritmo de crecimiento económico en Francia”. Según el actual ministro de interior galo “la crisis moral” de su país “es la crisis del trabajo”.
Las elecciones presidenciales francesas van a aportar aire fresco a la política europea. Eso es un hecho. Las puertas de los edificios ideológicos más rancios ya se han abierto y circula un airecillo de renovación por todas sus estancias. Ségolène Royal está revolucionando desde la segosphere el concepto de la relación de los políticos con sus votantes y militantes. Nicolás Sarkozy está construyendo su propia red social alrededor de propuestas políticas en su blog, inteligentemente dosificadas y que después al regresar por métodos interactivos son recibidas con entusiasmo por sus analistas de campaña
Ese nuevo clima ideológico que se esta cimentando tanto en el centro-izquierda como en el centro-derecha está logrando, a base de pinceladas, desvirtuar las fronteras ideológicas de cada uno de ellos. Que para mí Royal es una esperanza más instintiva que racional, es un hecho conocido y que espero que Francia retome un nuevo curso político de la mano de esta eficaz mujer, también. Pero sin que sirva de precedente, estoy de acuerdo en algún vértice de esa pretendida salida a una crisis social y económica que vive el país vecino planteada por el líder de la derecha. Las medidas fiscales que propone son interesantes. No pagar impuestos por los beneficios de las horas extras, recortar impuestos fiscales y sociales para reflotar el consumo y suprimir el impuesto de sucesiones. De hecho, algunos economistas independientes aseguran que esas horas que excederán a las 35 semanales podrán incrementar en unos 1.900 euros anuales la renta de los sueldos mínimos.
Desde el 14 de enero, Sarkozy lleva liderando la agenda política en Francia de un modo casi ensordecedor. Ségolène Royal ha desaparecido de escena. Cuando aparezca no debe caer en el error de negar a la mayor. Igual que el líder de la UMP no debió enfrentarse a ella en temas que la ciudadanía entiende que son objetivamente razonables y beneficiosos, el PSF no debiera construir muros infranqueables delante de ideas interesantes como esta.
Volver a poner el trabajo en el centro de los valores. Vale para Francia como para el conjunto de la sociedad occidental. Parecería que el concepto trabajo como valor esta en crisis porque no hacemos otra cosa que trabajar pero la verdad es que trabajamos porque no tenemos otro remedio. Existe la concepción de que eso del trabajo es un atraso de la humanidad y por eso buscamos métodos para minimizar su carga. El hombre ha progresado por ese esfuerzo en el trabajo, por esas ganas de construir, de creer. Arte, cultura y trabajo constituyen los elementos de evolución que el hombre ha precisado históricamente. En un mundo en el que lo moderno es echarse a dormir es preciso analizar a que damos valor y a que no. No estoy hablando de la cultura del esfuerzo que es otra cosa que suena más a penitencia y sumisión, a explotación y entierro, no, yo apelo al valor del trabajo como elemento de progreso, no como distorsión de la libertad individual. Esta apreciación sobre la crisis moral de Francia bautizada como la crisis del valor del trabajo es compartida por individuos de derechas y de izquierdas que entienden necesario que hay que dejar de vivir del cuento y pasar a la ejecución de proyectos personales.