Reparto de papeles: startups, capital riesgo y administración
El papel de las Start-ups es muy relevante, más de lo que pensamos. Si nos podemos escapar de esa ventolera que lo mete todo en la misma tormenta veremos que muchos proyectos tecnológicos con alto potencial de crecimiento y que necesitan de rondas de inversión continuas hasta llegar a un producto viable y vendible han transformado definitivamente nuestra manera de vivir y de entender la economía, las relaciones, la transmisión del conocimiento y en general la vida en sus términos más absolutos.
El cambio que ha vivido nuestra cadena de valor ha convertido muchos productos en meros servicios que requieren de un análisis distinto. El recorrido de una empresa ahora, cuando su función es crear un software, una aplicación, un elemento disruptivo que genere un cambio relevante en su entorno, es largo y complejo. Son muchos los meses y los equipos que se van a ir sucediendo hasta llegar a algo que, o bien no existía (atentos a eso) o bien se procura mejorar de manera importante (atentos también). Se llama innovar y solo es factible la innovación si el mercado la acepta. No obstante, hasta que ese servicio o producto tecnológico está en posición de ser o no aceptado por un mercado líquido como el actual precisa de que se confíe en él, se apueste y se les acompañe. Los tiempos son muy diferentes entre lo que era una puesta de largo de una empresa hace un tiempo, incluso ahora si hablamos de un modelo tradicional, y el que precisa un proyecto tecnológico.
Aceleradoras, capital público y privado, mentores, ecosistemas y una sociedad receptiva son claves para que un país yerto donde la creación de empleo estos días vuelve a enfocarse en la construcción, asuma el reto histórico que puede todavía abrazar y lanzarse a hacia el futuro. Se lo debemos a nuestros hijos. Parte de esa deuda tiene que ver con modelar una economía del conocimiento, de las tecnologías digitales y de la información, de la red, de los entornos automáticos, del futuro inminente en definitiva. Sobrevivir es para el presente y suele traer mucha hambre después. Ya lo hemos visto.
Las start-ups acaban con lo innecesario. Así debe ser. La focalización y un eficiente mecanismo para sacrificar aquello que no sirve al plan estimulante del conjunto serán imprescindibles si quieren sobrevivir. Deberán priorizar identificando el verdadero negocio. Una start-up es esencialmente un nuevo modo de entenderlo todo. Obligan a sentir la vida de otro modo, a interpretar el futuro a partir de los retos y de las conquistas a cada minuto. Una sociedad tecnológica depende de este tipo de proyectos, pero es que además, una sociedad emprendedora, exploradora y aferrada al futuro precisa de gente que a cada día, su proyecto, propio o no, lo sienta como parte del cambio que vivimos como sociedad.
En una start-up cada trabajador, cada empleado, puede y suele sentirse como un director general. Son responsable de su trabajo, pueden sentirse parte fundamental de todo cuanto afecta a la empresa y a la cadena de conexiones que tienen. Son de base tecnológica y de alto valor de crecimiento como definición, pero también lo son cuando definen a cada fragmento que componen el proyecto.
Ahora es el momento de apostar por la tecnología y por las empresas que la fabrican. Escuchar a los políticos estos días que he estado en España es de aurora boreal. Siguen a lo suyo, con esa cancioncilla y con la misma estrofa repetida. Recuperación unos, vocabulario manido otros, tertulias que son una falta al respeto de la gente y siempre dando vueltas en el mismo lugar. Parece como si el mundo fuera por un camino y todos ellos por otro. Lo preocupante es cuantos se los creen y se van con ellos.
Lo digital y el cambio van de la mano y precisan de actores que lo estimulen. Descartada la acción pública en muchos casos, nos queda el que podemos hacer el resto. El capital privado, el capital riesgo, puede estar tomando partido de nuevo y haciéndolo de manera importante. Y lo necesitamos como agua de mayo. El dinero vuelve y lo hace con la vista puesta en la transformación de nuestra vida, con la idea de mejorar cuentas corrientes pero también con capacidad para mejorar nuestra existencia inmediata.
Una economía del conocimiento parte del número de start-ups que nacen en su ecosistema. Israel, Irlanda, Estados Unidos, Suecia y tantos otros que están apostando de verdad por este tipo de modelo empresarial no esperan que el apoyo venga de la Administración (que también), sino que son su sociedad civil, su entorno privado y la cohesión entre inversores y emprendedores los que permiten que todos, de una vez, se la jueguen en común.
El que quiere estimular cambios debe implicarse y no solo pedir que otros lo hagan. Cada uno pone su granito. Hace unos días presenté nuestro nuevo y modesto pledge fund que busca ocupar un espacio concreto y que puede ser importante para dar salida a startups españolas hacia destinos muy ambiciosos y a dar un escenario real a pequeños inversores que quieran participar de esas ligas sin arriesgar demasiado.
El capital riesgo llega a Europa, eso es bueno. Quiere decir que se confía en lo que se hace. Nuestra obligación es mostrar a las startups españolas que están en disposición de que las saquen a bailar. Según los datos del último Dow Jones VentureSource la inversión de capital riesgo en compañías europeas ascendió en este primer trimestre de año a lo que sucedía en los gloriosos años 2001 y 2002.
En Europa se recaudaron 2.600 millones. La mayor operación fue la inyección de capital que Rocket Internet realizó en la compañía berlinesa Delivery Hero (288 millones de euros). Además, en este período, el número de adquisiciones, fusiones y ofertas públicas de venta ascendió a 140, estando más de una tercera parte de las mismas respaldadas por capital riesgo lo que supone claramente un recorrido atractivo para los fondos americanos.
Hace unos meses el ’2014 European Tech Report’, ya hablaba de un incremento en la cuantía de las operaciones de capital riesgo tecnológico en Europa a lo largo del año pasado. En capital americano sigue siendo líder Irlanda, pero en el global es Alemania quien más acapara. Triplica con 921 millones al Reino Unido. España es la quinta siendo superada por el ecosistema austriaco. Hay que potenciar que esos fondos alcancen a nuestras startups, que las vean viables, que las entiendan en su modelo internacional. Hay que ir más allá de un plan de ‘internacionalización’ que incorpora países en un Business Plan, hay que asumir un proyecto internacional con un producto sin fronteras.
El futuro está compuesto de mil cosas, pero hay una que va a especificar sus vértices y tonos. Se llama tecnología y el como la sociedad la acepta. Las protagonistas de eso son las startups. Son buenas noticias que el capital riesgo regrese y se sienta cómodo invirtiendo en Europa, pero, hay que facilitar los caminos para que ese reparto sea equitativo. La tarea es brutal, pero apasionante. Es una aventura que precisa de liderazgo y mucha gestión con visión de futuro. No vale hablar de recuperación y poner las luces cortas. Esto va de tener un ‘road map’ claro y arriesgado. ¿Por qué van a arriesgar su capital algunos fondos si no interpretan que ese escenario se está enlazando con lo que ellos representa? Que venga capital riesgo es factible, preparemos el escenario, demos opciones para que sea algo atractivo, aprovechemos el momento para cambiar nuestro modelo productivo. Dejemos de mirar en corto y miremos con perspectiva.
Spotify vale más que la toda industria musical americana junta
Mi hijo no ve la televisión. La escucha. Es algo accesorio, complementario al uso audiovisual que hace de otros emisores. Es como un acompañamiento del que poco importa lo que hagan, sólo está ahí. Lo realmente destacado para él es lo que selecciona en su Mac. Está suscrito a decenas de ‘youtubers’ en varias lenguas, que explican partidas de videojuegos, reflexiones acerca de tribus urbanas o sobre lo que a millones de niños y jóvenes les interesa.
Y eso ya ha pasado a ser habitual cuando entramos en el mundo ‘Netflix’ y su sección infantil. La música, jamás la busca en el las entrañas de su disco duro. No hay nada. Ni tan siquiera cuando utiliza su procesador de textos para algún trabajo en la escuela abre ningún programa. Todo lo tiene en la nube o en streaming. Otra cosa es que en la escuela, tema aparte, no comprendan que los trabajos escolares que hace están en un lugar llamado ‘nube’ y que podría ser muy interesante tratarlos a tiempo real independientemente de estar o no en la escuela. Alumnos del futuro en escuelas del pasado dijimos una vez.
Pero regreso al tema. La conducta de mi hijo es genérica en su generación y transversal socialmente ya. Sabemos que los ingresos por servicios de streaming ya supera las ventas de CD por primera vez en la historia. Incluso hoy sabemos que Spotify ya vale, según The Wall Street Journal, más que toda la industria musical de Estados Unidos junta.
La última ronda de financiación ha puesto a la empresa en un valor cercano a los 8.400 millones de dólares, cuando los ingresos de toda la industria en 2014 fue $ 6.970 millones. Cierto que es comparar con algo de trampa pues Spotify es una plataforma a nivel mundial y la comparación no sería equitativa pero es significativo destacar lo que supone el volumen de un nuevo modo de acceder a los contenidos ya, cada vez, menos sujetos a un soporte.
También es cierto que comparar valoración con ingresos puede llevar a engaño. La valoración de una ‘startup’ se determina mediante una estimación de los beneficios futuros, y en eso Spotify flojea pues en realidad nunca ha dado beneficios, sino todo lo contrario, es una máquina de música y de perder dinero.
Sin embargo parece que si los inversores tienen paciencia y la tienen pues mantienen su apuesta con esta ronda de 400 millones frescos que acaban de aportarles y que valoran la empresa en ese punto, los ingresos por streaming aumentaron ya un 25% en el último año mientras que la caida de ventas digitales o descargas permanentes fue del 8,7%. Es decir, se tiende a no almacenar y a acceder al contenido mediante cuota que da derecho ilimitado. Es un concepto cultural incluso. De producto a servicio.
Y es que los jóvenes prefieren el streaming. El 76% escucha la música directamente de YouTube cada día. YouTube y Spotify son con mucho las fuentes de música más populares en todas las encuestas. YouTube es el servicio más utilizado para escuchar música. Incluso los usuarios activos de Spotify visitan YouTube a menudo para complementar la selección musical todavía incompleta en Spotify.
La popularidad de YouTube es abrumadora. Casi todo el mundo lo usa para escuchar música y ha transformado el mundo como lo hizo el propio Google. Aun no tenemos ni idea de lo que supondrá.
Ya no hay vueltra atrás. Un nueva crónica de una muerte anunciada lleva el nombre de Mp3, CD o descarga musical. A la vez que todo esto pasa, incluso la radio y sus listas de escucha híbrida empiezan a notar cambios. Se sabe que hay millones de personas que no escuchan ‘la radio’ tradicional, van directamente a su lista de ‘emisoras’ y seleccionan las emisiones digitalizadas. A lo mejor el ‘video no mató a la estrella de la radio’, pero si lo hace ‘el streaming a la carta’.
Mi opinión es que los servicios de música en streaming también requieren la búsqueda de música y crear listas de reproducción. Los servicios digitales han ofrecido nuevos tipos de experiencias de radio, pero el futuro está en los sistemas híbridos que combinan las preferencias humanas con las recomendaciones inteligentes, poco a poco tendiendo a menos humano y más inteligente. Esto ha quedado raro, pero casi lo dejo así.
Una App contra la desorientación
Hemos hablado de tecnología y tercera edad. Me interesa mucho como ese segmento generacional al que todos deberíamos llegar tarde o temprano podrá beneficiarse de cuanto tiene que aportar la digitalización de la vida y de haberlo hecho en formatos cotidianos y asequibles para todos.
El Grupo de Bioingeniería y Telemedicina de la Universidad Politécnica de Madrid ha desarrollado una App de localización mediante Smartphone para detectar episodios de desorientación espacial de manera rápida y que con cierta frecuencia sufren las personas de mayor edad con algún deterioro cognitivo leve.
El software, la aplicación disponible, ofrece la detección de ese momento de desorientación y pérdida y pone en práctica la gestión de datos que dispone a tiempo real. Tiene en cuenta información del contexto de la persona mayor, cercanía a su domicilio, lugares de interés o uso habitual, si está acompañado por un familiar, si se está moviendo en transporte público, o intervalos de tiempo determinados. Cuando ocurra un episodio de desorientación, la aplicación pone automáticamente en contacto a su contacto más próximo para confirmar si la persona necesita ayuda.
Nuestra sociedad envejece. El gran reto tecnológico es ofrecer respuesta a un mundo con menos capacidad de trabajo físico y más necesidades en edades determinadas. El deterioro cognitivo puede ir de la mano de un modelo de aprendizaje tecnológico que lo equilibre. Este caso simple de lo que se conoce como Mild Cognitive Impairment y que se reproduce en cualquier momento y sin previo aviso, incluso en zonas de absoluto conocimiento por el afectado, es un buen ejemplo de cómo se puede mejorar aspectos muy detallados.
La sanidad y las aplicaciones tienen un futuro espectacular. De hecho, aquí en Irlanda, este es uno de los espacios de mayor auge de la mano de la Universidad Trinity College o del propio DIT. Hace apenas unos meses ya comentamos como una App diseñada y desarrollada aquí pasaba a ser una de las más solicitadas en su campo. Se trataba de Beats Medical que hace la vida de los enfermos de Parkinson mucho más llevadera.
En el caso de este proyecto basado en la tecnología de redes inteligentes de comunicación, la IMS, que ayuda a almacenar información estática mediante un perfil de cada uno de los usuarios registrados en esa red. Es un ejemplo más de cómo las TIC están abordando el apoyo a personas mayores. En este caso, una aplicación para smartphone es capaz de algo tan simple como extraordinario: permite a personas con este problema un mejor modelo de vida. Sin llegar a imaginar un futuro lejano, ni un escenario repleto de automatismos, este es uno de esos casos, que sin ir muy lejos, alcanzamos la cumbre.
¿El Big Data puede ayudar a mi startup?
Como cada martes, hoy toca autor invitado. Hoy es otro de los autores de Westinghouse Future Economy, la revista digital que puedes encontrar en el quiosco virtual de Itunes o de Google Play. El post que hoy he elegido trata de unos de esos temas que a veces nos puede parecer inmensamente complejo y que sólo pueden atender o utilizar grandes corporaciones, el Big Data. La gestión de datos masivos es algo que se hace imprescindible y tratarlos adecuadamente debe ser una parte sustancial de nuestros proyectos empresariales. En la consultora tecnológica, Idodi Only Different Ideas, tenemos un departamento que se encarga de ayudar a la gestión de datos masivos a Pymes y Startups y sacarle el rendimiento más adecuado. Por esta razón me pareció hoy interesante elegir esta gran reflexión de Iván Giménez Chueca, un ejemplo del gran material que tratamos cada mes en WFE. Aquí os lo dejo:
¿El Big Data puede ayudar a mi startup?
Big Data es la palabra que hoy en día está en boca de todo el mundo. Al igual que lo sucedía hace unos pocos años con las Redes Sociales, hay debate sobre si una pequeña empresa se lo puede permitir, o es un terreno reservado para las grandes empresas porque requiere una gran inversión poder manejar esa gran cantidad de datos.
Según IBM, las compañías han recopilado más datos en los últimos tres años que en los 2.000 anteriores. La cantidad de información que se maneja nos hace empezar a trabajar con unidades como el petabyte (equivalente a 1.000 terabytes) o el yottabyte (1024 bytes). Unas dimensiones que pueden resultar abrumadoras para más de uno, por lo que no es extraño que muchos pequeños empresarios y emprendedores crean que sólo pueden encargarse entidades con grandes recursos.
Pese a esta apariencia, no se trata de una cuestión de tamaño del volumen de datos, sino de saber qué hacemos con ellos. Es decir, lo importante es tener clara una estrategia para utilizar toda esa información que está ahí fuera, y que generan mis clientes (ya sean actuales o potenciales). Los usos que ofrece el Big Data son muy variados, por ejemplo, permite ayudar a mejorar la logística, o con los indicadores que hemos recopilado puedo realizar predicciones financieras.
Es decir, en el caso de las startups tienen que saber hacia dónde queremos enfocar nuestros esfuerzos en el terreno del Big Data. A partir de ahí, con la información que obtenga una empresa se puede empezar a trabajar en tres grandes campos de acción.
https://www.youtube.com/watch?v=aXDrBGE4lEo
En primer lugar, conocer mejor el entorno donde se mueve la empresa. Si se delimita bien la información que puede ser de interés y se utilizan las herramientas adecuadas, la startup seguramente tendrá un conjunto de datos de alto interés que le pueden se de ayuda a la hora de tomar determinadas decisiones para el negocio. Antes, las compañías podían tener el conocimiento en bruto, pero no había tantos mecanismos de gestión como ahora.
En segundo lugar, esta información se puede monitorizar en tiempo real, algo que puede ayudar a agilizar la toma de decisiones para corregir errores y/o aprovechar oportunidades. Por ejemplo, el seguimiento que se puede hacer hoy en día a determinadas campañas con herramientas como Google Analytics o Google Adwords ha abierto nuevos e interesantes campos de actuación.
En tercer lugar, con la información que una empresa capta, le permite conocer mejor a sus clientes. Asimismo, otro punto fuerte en este ámbito es que se pueden segmentar más detalladamente los mensajes que se envían a los consumidores. También puede ayudar mucho a saber en qué canales están nuestros actuales y potenciales compradores.
Una vez tenemos la estrategia, es cierto que hacen falta herramientas. Algunas son muy costosas y complejas de utilizar; pero también hay algunas muy interesantes para las startups.
Por ejemplo, existe Hadoop, un software de código abierto que nos permite manejar miles de nodos y petabytes de datos. Otro instrumento interesante es Insight Squared que por 35 dólares ya permite al empresario empezar a trabajar con ella, y ha sido recomendada en múltiples canales como especialmente útil para las pymes. Por último en este repaso conviene destacar Canopy Labs, orientada principalmente a identificar a los clientes que puedan aportar más valor a la empresa.
https://www.youtube.com/watch?v=5DNde2Xj_-0
Por lo tanto, el Big Data puede ser una herramienta clave para el futuro de una startup. Con una estrategia adecuada puede aportar una información que ayudará a su crecimiento y desarrollo. Se trata de saber encontrar la oportunidad, tal y como se explica en este artículo de Entrepreneur del pasado mes de agosto. Pero no todo queda aquí. El Big Data en sí mismo también es una gran oportunidad de negocio para las startup. Todos aquellos emprendedores que estén buscando su idea pueden encontrar un terreno abonado en este ámbito.
Como siempre, hay que ir a buscar uno de los países referentes en innovación empresarial como es Estados Unidos. El McKinsey Global Institute ha publicado un informe donde identificar cuáles son los campos con más oportunidades para desarrollar un negocio vinculado al Big Data, y son tan variados como el marketing de segmentos, la sanidad, dispositivos de seguimiento, Social Media, o la investigación científica.
Para comprobar estas oportunidades de negocio que ofrece el Big Data a las startups solo hay que ver como en algunos medios económicos de referencia comienzan a realizar rankings para que se conozcan las empresas más prometedoras en este ámbito, como por ejemplo esta lista que publicó Fortune el verano pasado.
Emprender en un momento único
Ayer se publicó en Axesor, la primera agencia de rating española, un artículo que me solicitó Fernando Martínez. El post debía tratar acerca del papel que juegan los emprendedores, la valoración que se tiene de ellos y si realmente son ellos quienes deben liderar el cambio de modelo que vive nuestra sociedad en muchos ámbitos. Os lo replico parte del mismo y os enlazo con la ubicación original, está aquí.
Emprendedores para un momento irrepetible
La OCDE tiene la manía persecutoria de fijarse en los países con menor interés por emprender. De hecho publican cifras en que alrededor de la mitad de los jóvenes españoles que tienen ocupación (afortunados), trabaja en algo que requiere menos habilidades de las que tienen. De lo que se desprende siempre que la juventud de este país no va al trabajo pendiente de vivir retos, sueños o de conquistar expectativaspara crecer emocional y profesionalmente.
En cierta manera tenemos lo que nos merecemos. La educación es pura instrucción, no hay debate, pensamiento o crítica. Nadie enseña a nuestros hijos el valor del fracaso cuando es sólo un error, a perseguir sueños a pesar de no ser rentables, a emprender como valor moral y no sólo como factor de enriquecimiento. No les enseñan a entender que un negocio es mucho más que una oficina, una fábrica, un campo de cultivo, un comercio o un escenario de venta, nadie les indica que también son espacios de conclusión, de rescate espiritual y de relación humana, de cooperación, de suma intelectual, de talento y de prosperidad.
Emprender hoy en día es, también, un encargo histórico. Un método social para adentrarnos en el futuro. Cada nuevo proyecto, cada nueva idea que se transforma en empresa y ésta se basa en la innovación y utiliza las costuras de la Nueva Economía para armar un nuevo escenario, son los pasos que un país, una sociedad, precisa para convertirse en próspera. Ofrecer futuro no es gratis, de hecho el futuro no es algo que pueda rentabilizarse en el presente, pero si puede cultivarse.
Hubo un tiempo, mil años atrás, que mis referentes me decían que la vida ‘ahí afuera’ era una jungla, una competencia feroz donde solo sobrevivían los más fríos y calculadores, los que lo tenían todo seguro. Me lo creí. Tardé tiempo en ver que así no se disfrutaba y que no era el mundo que yo quería comerme. El pastel del que me hablaban era indigesto y lo que me apasionaba siempre estaba detrás de los cristales de aquellos despachos grises y abarrotados de personas grises.
Puedes leerlo completo en Axesor
Dejar de ser la especie más inteligente del planeta
El pasado sábado mantuve una conversación ‘telefónica’ muy animada con un robot. Fue durante una presentación para inversores que se hizo en la zona del Silicon Docks de Dublín en conexión con el MIT de Boston. Participaron un buen número de sorprendidos amantes de la inversión tecnológica. En mi caso, el engendro, bromeó con alguna palabra en castellano incluso. Te descoloca a la vez que te emociona. Te la impresión que estamos cerca de dejar ser la especie más inteligente del planeta.
No era el caso de este, pero en algunos especímenes, componen música en un minuto, hablan como nosotros con errores que generan confianza, bromean pues eso abraza la humanidad y tienen su propia ética que se compone del análisis de la nuestra mientras no puedan, o quieran, ir pariendo la suya.
Hablando con los técnicos que hicieron posible la conexión, éstos afirmaban tomando el café, que si nos confesaran lo que ahora mismo ya son capaces de hacer algunos de sus desarrollos en materia de inteligencia artificial nos asustaríamos. Te dicen, sin mirarte a los ojos y removiendo la cucharilla del café, que no estamos preparados para dar el relevo a otra especie superior, a un símil de post humanidad inminente. De momento, dicen, les vamos a ir dando trabajo. Luego ya veremos que hacemos.
La mayoría de los últimos avances en inteligencia artificial, como aplicaciones móviles que convierten la voz en texto son el resultado de aprendizaje de una máquina con enormes conjuntos de datos para buscar patrones. Sin embargo, el avance actual radica en hacer que las aplicaciones de aprendizaje se basen en lago llamado ‘lenguajes de programación probabilísticos’, que permiten a los investigadores mezclar y combinar técnicas de aprendizaje automático.
Investigadores del MIT han demostrado las máquinas están aprendiendo a aprender. En un lenguaje de programación probabilística, el trabajo pesado se realiza por el algoritmo que reajusta continuamente probabilidades sobre la base de nuevas piezas de datos del entrenamiento previo. Digamos, para entendernos que esa rama de investigación tiene como objetivo resolver todas las tareas que precisa un ordenador para entender el mundo tal y como nosotros lo vemos, sus dimensiones, complejidades y relaciones.
El 19 de febrero de este mismo año fue presentado en España un tal Watson, el ordenador más inteligente del mundo. En aquella ocasión, en la sede de IBM se hizo una demostración que consistió en una conversación en lenguaje natural sobre la adquisición corporativa sugerida por parte del robot a un hipotético consejo de administración.
Nada nuevo sin embargo por muy rebuscado que parezca. Como aquí dijimos, ya hay diversos ‘robots’ dirigiendo alguna empresa del mundo. Ya están sentados en los consejos de administración tomando decisiones y no tanto ayudando a tomarlas como se creería en un primer instante.
Vamos a tener que convivir con ellos. Seguramente habrá de muchas formas y modelos, unos simplemente serán brazos armados que prepararán el almuerzo, otros simplemente un software que ‘hablará’ con nosotros paseando por tu casa acerca de cómo ha ido el día en tu ausencia, otros conducirán taxis, otros llevarán tus encargos de la compra a tu casa, otros darán las noticias en televisión sin presentadores, otros limpiarán los despachos y, finalmente, llegarán los que tendrán un aspecto más o menos humanoide con los que será más fácil interactuar en situaciones más cercanas.
Y no es algo tan lejano. Ya llega. La inteligencia artificial está mucho más avanzada de lo que el público en general piensa. Si supieramos donde se encuentra todo esto, no daríamos crédito. Como en todo, nos llegará, será disruptivo y lo digeriremos con cierta naturalidad. De ver a ese tal ‘Watson’ ganar un concurso televisivo en 2011 a lo que ahora es capaz de hacer hay años luz.
Ya no es tanto que sea capaz de analizar datos, es factible observar en su funcionamiento un cierto grado de ‘razonamiento’. De hecho pocos saben que Watson ya no es una máquina gigantesca que está en algún lugar para uso y disfrute de sus programadores. Ahora es un rentable trabajador multitarea de la multinacional IBM. Empresas del Ibex35 españolas y 25 empresas más de otros países utilizan a Watson como tecnología comercial accesible pues ahora está ‘en la nube’.
https://www.youtube.com/watch?v=WFR3lOm_xhE
Watson habla varios idiomas, delicados y modernos por cierto. Es la primera computadora capaz de aprender a medida que trabaja y acumula información que puede interactuar con el ser humano en un lenguaje natural. Es decir, un paso desde ‘el mundo de los ordenadores que sólo entienden el lenguaje de programación, hacia un nuevo paradigma en el que las máquinas pueden alimentarse de lenguaje hablado’. Este ‘bicho’ se siente cómodo hablando como los humanos. Lee libros, centenares al día. Escucha la televisión, conversaciones, películas. Tiene datos de cómo somos y como nos gusta ser tratados. Aprende de ello y se adapta.
Según el MIT, estamos a muy poco de dar el salto definitivo. De momento las máquinas ‘inteligentes’ sólo analizan datos como lo hace un humano, se basan en estructuras de datos que gestionan, ordenan y procesan. El salto se producirá cuando técnicamente sean más inteligentes que nosotros. Ahora son como nosotros pero más rápidos. Nada más. El eterno debate sobre si ‘piensan o no’ cada vez es más obsoleto pues pensar no deja de ser un proceso gigantesco de datos y un cruce de probabilidades, por lo que a la pregunta, ¿el ordenador más inteligente del mundo piensa? La respuesta ya es sí.
Pero, ¿para que queremos ordenadores que piensen? En todo caso lo que queremos es que hagan algo que nosotros no podemos hacer o hacemos mal. Es lo mismo que un brazo armado, un robot físico. Lo queremos para que haga cosas que nosotros ya no podemos alcanzar.
Cuando estos ordenadores inteligentes, pensantes, entren en Internet e interactúen con los usuarios aprenderán aun más de ellos. Son insaciables, les encanta saber cada vez más. Watson, sin ir más lejos, no da la misma respuesta a la misma pregunta siempre pues en realidad no la busca en una base de datos ni en el cruce de estos, los grandes computadores pensantes, lo que hacen es aprender y hacerse cada vez más inteligentes y modificar, si es necesario, sus respuestas a la misma cuestión. Incluso, si lo ve preciso, mentir.
De todos los elementos donde la inteligencia artificial tiene un aspecto para mí más interesante es en la medicina. La idea es utilizar la inteligencia artificial para poder mejorar los diagnósticos y ofrecer mejores terapias a cada paciente, de una forma personalizada. El caso de Watson concretamente es también un ejemplo. El figura se ha leído más de 20 millones de publicaciones científicas y ha establecido conexiones entre todo ello. Si le damos a ese, u otros ordenadores toda nuestra información genética a título personal, podemos estar ante curas hasta la fecha totalmente inalcanzables.
Hace mucho, desde que a finales de hace dos siglos Ada Lovelace creara una cosa parecida a un programa informático, hemos puesto rumbo la post humanidad y nos hemos preguntado siempre cómo lograremos hacer pensar, si es que es factible, a una máquina. Ese estadio posterior a que el género humano no sea la especie predominante en esta tierra de ‘reyes’ efímeros. Al fin y al cabo, hace muy poco que estamos aquí y nos creemos los reyes del mambo.
Estuve pensando que le podía preguntar a un robot durante días. Sólo podía hacer una o dos. Finalmente el pasado sábado le cuestioné: ‘What do you think about the human race?’ su respuesta fue, ‘sometimes I think that you aren’t intelligent’. Se refería a noticias que ‘lee’ acerca de decisiones que tomamos los humanos que nos llevan a desastres o que, incluso, por ser demasiado ‘humanos’ dejamos que pase. Tal vez se refería a eso, o tal vez no. ¿Quien sabe lo que hay en la mente de un ordenador?
Oportunidad para pequeños inversores en Startups internacionales.
Desde varias décadas, Irlanda se ha convertido en un país atractivo para la inversión extranjera directa. En concreto, desde hace unos años, es la base global que algunas de las corporaciones más grandes del mundo han elegido para sus negocios a la vez que, los grandes fondos de inversión tecnológica se vuelcan continuamente en impulsar startups que residen o pasan por aquí. Esa inversión genera más trabajos per cápita en Irlanda que en cualquier otro país de la Unión Europea. En lo que llevamos de año, no hay ningún país de europeo que pueda decir que ha recibido más capital riesgo que el acumulado en el Tigre Celta.
En los años que hace que vivo aquí he podido conocer y localizar los espacios de inversión y los fondos que mejor trabajan en ese ámbito. Junto a mi equipo, hemos aprendido cual es el patrón a seguir y el modelo de inversión a realizar cuando hablamos de startups. Aquí se celebran los eventos más importantes de Europa para que esas empresas en sus fases iniciales se den a conocer a inversores norteamericanos sobretodo. Son muchas las grandes compañías que tienen sede a pocos metros de donde escribo esto. Pero no tan solo son sus Headquarters, también son sede de los fondos de inversión con los que ellos trabajan.
En ese contexto planteé hace unos meses la idea de crear un Venture Capital, un fondo para invertir en aquello que considero tremendamente rentable a medio plazo y que diera respuesta fácil a quienes, por lejanía o desconocimiento, no puedan entrar en este mercado tan nutritivo. De hecho, lo que hoy presento, incluso antes que en prensa, es el fondo Idodi Venture Capital, con sede en Barcelona y Dublín y que está destinado a micro inversores que quieran no arriesgar mucho pero sí participar de un escenario de inversión impresionante y tan atractivo. El accionariado estará formado mayoritariamente por la incubadora de Idodi Only Different Ideas a la que se suman un Family Office de capital integro irlandés y por diversos accionistas de primera linea españoles, británicos e irlandeses.
Sin embargo, no quería que se tratara sólo de un fondo irlandés. No, lo que realmente me apasiona, y en eso llevo 24 años, es estimular en la internacionalización de proyectos que nacen en España. De eso va también Idodi Venture Capital, de traer, de lograr que vengan con garantías y para exponer su proyecto a lo que se conoce, y aquí eso es real, como el Silicon Valley europeo. A muchos lugares se les llama Silicon Valley, sobre todo cuando se acercan elecciones, pero sólo aquí se puede listar a las mayores tecnológicas del mundo y visitarlas en una sola jornada pues están en pocos kilómetros cuadrados. Irlanda ocupó el puesto 10 a nivel mundial por la cantidad de trabajos creados en el área de tecnológica en un estudio realizado por IBM resaltando el papel de la inversión extranjera directa para ello.
En España hay talento, proyectos que nos llegan cada día y que con algo de impulso podrían estar en condiciones de enfrentarse a los grandes players de su sector. Desde España han triunfado grandes startups. Eso es real, pero son miles las que se quedan en la sala de espera del éxito. Veo cada día como llegan a los coworkings, aceleradoras u oficinas cercanas a la nuestra en Dublín, startups francesas, alemanas, italianas, británicas incluso, pero pocas españolas. Veo como en los grandes foros de inversión se vuelcan en ellas y cómo en pocos meses se lanzan, acompañados por fondos normalmente americanos, a la conquista del mercado mundial y especialmente norteamericano.
El gran capital riesgo norteamericano invierte más en startups ubicadas aquí que en ningún otro lugar de Europa. Una gran opción de hacer ‘exits’ de gran valor a medio plazo en cualquier participada que pase por aquí. Parece que 2015 y 2016 serán los mejores años para este sector en Irlanda, así lo permite identificar la cantidad de capital americano que se maneja en los foros a los que asisto y participo. Tanto en volúmenes de inversión como en captación de nuevos fondos es el momento.
Pensé que ¿porqué no unir ambas opciones? Un fondo de inversión localizado en España, que invierta en startups españolas mayoritariamente y en cuya estructura, ADN u hoja de ruta esté el pasar y crecer en Irlanda. Hay muchos casos que se nos acercan para eso, con grandes posibilidades, pero que al no disponer de un fondo para ello no podíamos dar respuesta. Ahora, desde hoy, si.
En eso nos pusimos hace unos meses. Quise disponer de un equipo que sepa de esto y que sepa más que yo. Por eso, al frente y dirigiendo el proyecto estarán dos cracks. Carlos Guerrero, miembro de Fornesa Abogados y director del fondo Sitka Capital que ha logrado situar un fondo de microinversores como uno de los más activos en España en los últimos años. Por otro lado Josep Mora un experimentado economista conocedor de los modelos de inversión tradicional vinculado a GVC y que me pareció bueno disponer en este proyecto de cara a profesionalizar mucho el como se explica el plan de inversiones y sus resultados mensualmente.
El resto del equipo en España lo forman Oshcar Vidal de Idodi Only Different Ideas y Miguel Lobón también de Fornesa Abogados. A parte de ellos, en España contamos con casi una decena de ‘advisors’ que nos ayudarán a la localización de buenos proyectos donde participar e invertir. Nuestra vinculación con aceleradoras como Conector nos da una posición privilegiada para localizar esas startups con alto potencial internacional y de crecimiento.
En Irlanda, tenemos vínculos con el Ireland Enterprise, el Digital Hub, una decena de entidades públicas y privadas con las que ya trabajo hace años y a los mejores gestores y expertos legales para que nos ayuden en el entramado legal irlandés cuando se produzcan los saltos a este mercado desde España. Actualmente el fondo está formado por capital español e irlandés pero es un fondo con sede fiscal en España que invierte indistintamente en startups españolas e irlandesas, gracias a la dualidad residente de los miembros.
Por eso, si quieres invertir en un fondo de inversión especializado en startups, cuyo patrón es la búsqueda, localización, asesoría, acompañamiento y exposición en la combinación España e Irlanda para rentabilizar en la suma de estos factores, este es tu fondo.
Si ya eres miembro de otros fondos este lo complementaría muy bien. Significa una diversificación eficiente y sencilla de la inversión al invertir en todas nuestras participadas a la vez y vinculados al escenario internacional claramente. Un potencial en la selección de proyectos innovadores al tener unos contactos de primer orden dentro del ecosistema español e irlandès que nos permiten conocer de primera mano cuales son las mejores oportunidades del mercado en cada momento. Un equipo multisectorial, internacional y con amplia experiència inversora en este tipo de vehículos de inversión y una selección de proyectos realizada por un comité de expertos profesionales que valoran en cada momento cada una de las oportunidades de negocio que se nos plantean.
¿Tienes una startup que consideras que podría ser parte de nuestro portfolio de inversión? ¿Está en fase inicial pero ya factura y tiene un producto en el mercado con clara visión internacional? También nos interesa. Ponte en contacto con nosotros y evaluaremos tu proyecto.
El negocio de los coches autónomos
En el estudio que hace apenas unos días por la consultora norteamericana McKinsey & Company se muestra un algo de lo que llevamos tiempo hablando y que, a medida de que se vayan sucediendo noticias derivadas, iremos naturalizando hasta el punto de no sorprendernos demasiado al ver grupos de coches autónomos por el mundo organizándose de manera automática y coordinada.
El estudio en cuestión es interesante porque cuantifica por primera vez algo que siempre se considera ‘el talón de Aquiles’ de este importante cambio: lo que perderán las marcas de coches. Algo parecido a cuando se pone en duda el avance rápido de las energías alternativas al petróleo por el control absoluto de las empresas y gobiernos dependientes y el coste que resultaría ‘evolucionar’ hacia un escenario sin energías fósiles.
La verdad es que ambas cosas pasarán y lo harán por el peso de lo inevitable. Además, como decía, no está tan claro que no hay un negocio rentable y nutritivo, también para las grandes marcas de siempre, en esto del coche autónomo. El informe McKinsey proyecta que la industria de autos de conducción autónoma en un futuro próximo provocará una ingente cantidad de ingresos cifrada ya en miles de millones de dólares anuales.
El análisis publicado no deja de ser prospectivo, de hecho ‘toma variables como el tiempo que pasará el usuario sin tener que conducir y la reducción sustancial de accidentes relacionados con la mala conducción. La utilización masiva de vehículos autónomos podría llevar a una merma sustancial del 90% en accidentes al volante en los Estados Unidos, lo que significaría un ahorro de hasta 200.000 millones de dólares con respecto a gastos médicos’.
Imagino el uso del tiempo libre. Cincuenta minutos de conducción autónoma permitiría ‘al pasajero’ mayormente estar conectado a Internet y, como es lógico, comprar productos, incluso y curiosamente, para su ‘chofer’. Tu propio coche comprando sus propios recambios.
El informe dice que ‘por cada minuto que un usuario pase en Internet durante su viaje se generarán 5,6 mil millones de dólares al año, asumiendo un escenario donde los coches autónomos fueran utilizados masivamente’. Las ganancias, de todo ello, de momento irían a las grandes corporaciones del tipo Google, Netflix, Amazon, Facebook, etc, pero obviamente, si las marcas descubren donde está el click que las enlaza con esa ingente capacidad de beneficio, el salto será inmediato.
Sin embargo, para mi, lo más relevante de lo que llevamos de momento en esto de comernos el tiempo y descubrir como nos vamos a mover por el mundo, es el caso de la marca nipona Nissan cuando anunció que se asociaba con la NASA para el desarrollo y distribución de vehículos autónomos. Ya llegan, es cuestión de horas.
'Emprender no es un verbo', en Westinghouse
Ya está en tu quiosco digital el número 4 de Westinghouse. Este número ya está disponible para iPhone y para Android además de, como hasta ahora, para iPad. El crecimiento de descargas y difusión no ha hecho más que crecer desde su nacimiento y eso se debe obviamente a la calidad de los redactores que he tenido la suerte de poder sumar en este proyecto y al gran equipo de desarrollo y diseño de la editorial Mediazines. Este número 4 gira en torno al papel que juega ‘el emprendedor en el cambio social y de su propio reto durante ese tránsito’. No sómos héroes, ni villanos, de hecho no queremos ser moneda de cambio en un programa electoral, ni queremos palmaditas en la espalda, no nos hace falta una foto o un abrazo. Se trata de que emprender transforme tu entorno y que te dejen hacerlo. Que eso se haga abrazado de tecnología, porque los emprendedores deben ser, fundamentalmente, exploradores. De ellos, nosotros, depende que lo quememos todo para que emprender no sea un verbo, sino un modo de revolucionarlo todo. No os perdáis algunos de los artículos más brillantes que he leído en tiempo y que tengo la suerte de leer antes que nadie. Os dejo, como es habitual, con mi editorial que intenta definir lo que en el interior de este número dedicado a un verbo que no lo es.
Emprender no es un verbo.
Cada uno es como puede y lo que debería ser es lo que quiere. Escuchar a quienes explican su vida forzando las frases, esperando llegar a la parte en la que dejan de definir su tiempo de trabajo para iniciar la que describe su ocio, es una lástima. En un mundo donde todo cambia y lo hace para automatizar nuestras relaciones, vida y condición, el concepto trabajar también cambia. Yo no trabajo para vivir. No lo hacen muchos de los que me rodean. Viven para trabajar, vivimos trabajando pues en el ejercicio de nuestro trabajo vivimos intensamente los retos y tocamos la textura de nuestros sueños. Y no siempre sale bien. Ni mal. A veces ni sale. Pero lo importante no es tanto si acabas, lo estimulante es vivir.
Este número de WFE que tienes en frente gira entorno al valor que tiene conducir por la carretera que nos han puesto delante. Es la que es, no hay otra. El resto sería impracticable. Las claves de cómo recorrerla es el modo en el que lo vives. El papel de los llamados ‘emprendedores’ no es otro que indicar cual el camino, como debe tomarse y, ¿por qué no?, mostrar las heridas que produce salirse o caer. El futuro espera, el presente se muestra tremendamente exótico para los que queremos vivir intensamente cada avance en la Nueva Economía, en su digitalización y eliminación de procesos. Ser parte de todo eso puede ser, desde el interior de una empresa de alguien, o a través de tu propio anhelo empresarial.
Funda una empresa si quieres. O no. Pero vive este momento con el valor real que tiene. No lo dudes, no es ciencia ficción, es tan real que quema. Déjate quemar. La tecnología llegó, impregnó toda la economía hasta cambiarla muchas veces, y lo hace ahora a mayor velocidad e intensidad que nunca. Emprender en estos momentos es una exploración, algo reservado para conquistadores. Los mismos que se lanzaron a interpretar su presente, sus inventos, convertirlos en negocio y trasladarlos a sus semejantes para mejorar sus vidas.
Como hizo George Westinghouse, emprendedor ejemplar no solo por sus empresas, sino por como entendió el papel de ellas en el cambio de modelo económico y social que se avecinaba.
Para mí, emprender es soñar y conectar con un nuevo mundo inminentemente hipersocial. Emprender no es un verbo, es una manera de ser. Es una representación de cómo cristaliza la esencia humana que quiere explorar. Si aquellos que soñaban con cambiar el mundo lo hubieran creado empresas, seguiríamos viviendo en cavernas. Ese perfil inconformista, que se revela y que no se acomoda es el que tanto molesta a los que nos pretenden “dirigir”, ese modelo de vida es el que no teme fracasar, no siente dolor y escucha, no dice no, no dice imposible sino ¡vamos!, no piensa en si va solo o acompañado, solo decide ir. Entra en Westinghouse Future Economy y verás de que te estoy hablando. Ven.
Joyners: tecnología, consumo colaborativo y Tercera Edad.
Muy de vez en cuando me llega algún proyecto en fase embrionaria que destaca en tres de los aspectos que considero esenciales para invertir. Por un lado la idea debe, sin necesariamente ser original, encajar con la Nueva Economía. Por otro, el equipo, gente que pueda llevar a cabo por capacidad y sobretodo pasión ese proyecto a puerto. Y, finalmente, un plan ejecutivo creíble y que se soporte en argumentos racionales y fácilmente comprensibles. Este es el caso de una de mis últimas apuestas: Joyners.
Cuando Oriol de Pablo, un joven que me buscó para ‘presentarme su idea’ me la explicó, me dio a conocer su equipo con el entusiasmo de quien habla de ‘un dream team’ y me trasladó su apuesta personal, dejando su cómodo despacho en una importantísima empresa internacional, supe que iba a invertir y me iba a implicar. De hecho es una de las participadas de uno de los fondos en los que soy socio, en Sitka.
Tras un tiempo de maduración y sorteando los primeros problemas de desarrollo habituales, de aterrizaje de la idea y de lo que significa trabajar financieramente a pulmón, llegó el momento de proponerla como una de las startups a uno de los programas de aceleración de Conector. Y fue una de las elegidas. Aceleración que están aprovechando de manera excepcional. El nivel de sus mentores, entusiasmados con este proyecto desde el primer minuto, así lo demuestra.
Pero ¿qué es Joyners? Es consumo colaborativo como lo es Uber o Airbnb pero, por primera vez no está destinado a los ‘de siempre’. Es habitual que este tipo de plataformas de economía socializada estén pensadas para gente joven y nativos digitales. Pero este no es el caso el usuario es la gente más mayor, nuestra tercera edad. Hablamos de mejorar la vida de las personas, que no es poco.
Joyners representa mucho más que una idea económicamente viable. Es un plan ideológico en el que la tecnología y su valor social se dan de la mano. Un espacio donde se ofrece compartir casa y servicios de valor añadido a las personas que ya han alcanzado edades senior. Cada día nacen decenas de startups, empresas y proyectos que buscan conectar, socializar y vincular gente joven a través de tendencias, tecnología o encuentros. En Joyners se preguntaron si no era factible utilizar lo sabido en esos segmentos jóvenes en un entorno con muchas menos ‘skills’ digitales.
Estamos desbordados por ‘sites’ dedicadas a compartirlo todo pero que jamás se destinan a algo tan esencial como es mejorar la calidad de vida de muchas personas que, a pesar de su avanzada edad, utilizan intuitivamente su ‘tablet’ para hacer skype con sus nietos o envían Whatsapps a su hijo con una fotografía de ‘buenas noches’ repleta de cariño. Son muestras de que la tecnología se ha hecho cercana, fácil y cada vez más humana. Cada vez hay menos barreras para su uso incluso en esa franja de edad. Por cierto, a ese territorio generacional llegaremos todos, por lo que el futuro de Joyners está más que asegurado. Es de esos proyectos que sabes que cada vez tendrá más clientes (pirámide demográfica) y con mayor capacidad de uso de su solución (generación con alto uso tecnológico).
Joyner se define como ‘una plataforma que une a personas mayores que prefieren vivir de manera alternativa a los tradicionales hogares para la tercera edad. Buscan perfiles afines que quieren compartir vida y gastos y, además, ofrecen la aportunidad de agregar servicios extras que se pueden permitir gracias a que el coste es compartido’, algo que hacen a través de un test de afinidad y de un algoritmo propio basado en criterios de la asistencia social. Este se encarga de encontrar la compañía más adecuada para comenzar una nueva vida acompañado y compartiendo todos los gastos que se generan.
Ahora mismo, ya son centenares los usuarios registrados que saben que no se trata de estar acompañado de cualquiera, sino más bien de que nadie viva en soledad o en precario. La acogida está siendo emocionante porque, cuando los ves trabajar, ves como lo que proponen es vitalidad, compañía y aumentar rentas por el uso compartido de todo.
Lo dicho, cuando la tecnología nos hace más humanos y derriba barreras mentales, sociales, generacionales, como es el caso, o económicas, nos enlaza directamente con ese futuro del que hablamos tanto aquí.
RadikalVip, invertir en ecommerce, tendencias y sostenibilidad
Hace una semana convoqué en Dublín al equipo de desarrollo, ventas, marketing y diseño de uno de los últimos proyectos en los que participo como inversor. Se trata de la tienda online RadikalVip y la cuestión era ‘en que momento inaugurábamos’. La votación final fue realizar el kickoff el viernes a las 4 de la tarde. Pensé que me tomaban el pelo, pero es lo que tiene trabajar con ‘embajadoras‘ como TheGuestGirl o directoras como Lara Oliveras. Si lees hasta el final, hay una oferta especial para ti como lector de este blog.
Como inversor poco puedo decir en estos temas sino limitarme a aprender de los que más saben. La media de edad del equipo está en la mitad de la mía y es tremendo lo que saben. El uso de las redes y horarios parece ser que poco tienen que ver con el que yo hago y así me lo demostraron en concreto para productos como éste. Hubo respuestas como ‘en Instagram se lía el viernes por la noche’ y cosas así.
RadikalVip es una nueva ‘store’ de nicho que nace en la incubadora que tenemos aquí y que seguirá lanzando proyectos propios en la concepción o importados para invertir. Ahora mismo la tendencia a la inversión en startups parece ir en otra dirección pero lo interesante es diversificar y porque no, también en un modelo de venta online tan divertido como este.
En concreto este trata de gafas de sol hechas a mano en madera o bambú. Se presentan en decenas de variedades que van desde el tratamiento natural, carbonizado o tintado. Siempre con lentes polarizados de altísima calidad y con todos los estándares que la Unión Europea exige en este tipo de productos. Para nosotros esa era una de las exigencias de mayor valor al igual que reducir los precios al máximo en algo ‘handmade’.
El bambú es un material que crece rápido y abundantemente. Trabajar con él permite ser respetuoso con el medio ambiente y un efecto final del producto que ‘flota’ en el agua pues es tremendamente ligero a la vez que robusto y muy bien acabado. A mi me maravillan. Los lentes tintados y polarizados en diversos colores flash brillantes o también en oscuro o negro para los que son menos atrevidos ofrecen una visión espectacular para conducir, descansar en una terraza al sol, practicar deporte o lo que quieras. El efecto visual es brutal.
No voy a hablar del producto porque no es lo mío pero si de los consejos que establecí para que el equipo pudiera salir con opciones de éxito en estos momentos. Teniendo en cuenta que sólo hemos salido en inglés, en unos días también habrá versión italiana y en castellano, las ventas durante esa noche y el fin de semana alcanzaron el centenar y se mantiene el ritmo.
Internet ya no es que forme parte de nuestras vidas, es nuestra vida en un escenario completo. La red ha modificado todo, modelos de negocio y el comercio en su condición más extrema a la vez que ha sido el sector de mayor crecimiento en todo el planeta. Nada ha crecido, crece y crecerá como la venta online. Hay que saber, tener cada vez mayor especialización y mejor equipo, pero no dejará de crecer.
Al terminar el año pasado supimos que el 32,5% de los usuarios en España realizaron compras online, porcentaje todavía mayor, por ejemplo en UK, Francia, Alemania o Irlanda donde se disparan esas cifras bastante más. Las ventas en comercio electrónico en Europa alcanzaron un volumen de 156.280 millones de euros, con un crecimiento considerable del 19%. Ahí es nada en un país en que todo estaba cuesta abajo. Ya he hablado en ocasiones de hacia donde va el ecommerce y donde el comercio minorista todavía muy importante en el ámbito físico, pero no hay que dejar de lado que el trasvase es ya irremediable.
El número de compradores online continúa creciendo en Europa y su comportamiento cada vez es más completo y conocedor. La población desconectada se reduce. La que peor sale parada es Italia, por cierto, con un tercio de su población fuera de Internet o en España con una quinta parte.
En Radikalvip nos preguntamos ¿quién es el consumidor online? Esa es la clave. Tu producto es para alguien, no es un ‘bit’ o un ordenador, es un ser humano que utiliza la tecnología para rastrear, comparar, seleccionar y finalmente hacer ese gesto extraordinario que se llama ‘checkout’ en tu comercio. A modo de curiosidad, del primer centenar de gafas vendidas, el 71% fueron via dispositivo movil o táblet, y el 64% fue en España a pesar de que el site está totalmente en inglés.
Permíteme que cómo lector de este blog te ofrezca, como te dije al principio, que utilices el código ‘KICKOFF’ si quieres comprar alguna y tendrás un 20% de descuento al finalizarla con transporte gratuito para cualquier parte del planeta. Espero te gusten y sigas nuestro ‘claim’ de ‘Be Radikal, Be VIP’.
Drones que sustituyen inspectores. Un paso más.
La organización mundial líder en el campo de los seguros y que tiene clientes en más de un centenar de países, controla una de las redes más extensas de ‘Daños y Accidentes’ del mundo. AIG cotiza en la Bolsa de Nueva York y en la de Tokio. Por eso no es una anécdota más que la FAA, la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos, aprobará la semana pasada una solicitud para operar ‘drones’ no tripulados para realizar inspecciones cuando así lo exija una evaluación tras un evento catastrófico.
Es decir, la FAA permitirá a AIG que remplace a los inspectores humanos por drones. ¿A que parece de sentido común? Pues lo que parece y lo que hasta ahora era son dos cosas muy distintas pero que no dejan de dirigirse hacia el mismo lugar: lo inevitable. Esta petición había estado en la mesa de la FAA durante muchísimo tiempo y la negativa, cómo le sucedía al gigante del comercio electrónico Amazon, era reiterada. ¿Qué ha cambiado? ¿Por qué ahora se empieza a aceptar que un ‘drone’, que en la mayoría de los casos funcionará de manera autónoma y no por control remoto, pueda ser un elemento aceptable para los estamentos de aviación?
https://www.youtube.com/watch?v=jHGFJdlQF0o
La respuesta es la misma que debieron tener en múltiples ocasiones aquellos que recibían el no a la teléfonos inalámbricos por no se que reglamento de ‘las ondas’ o cuando de repente un auto a motor irrumpía por las calles atestadas de carrozas y caballos. El mundo va de eso, de progresar y hacerlo de la mano de la tecnología, más rápida, más eficiente y, siempre, capaz de ser limitada a un uso adecuado.
Las negativas y las puertas al campo irán abriéndose. Ahora es un ‘drone’ para la mayor aseguradora del planeta con libertad de movimiento, el año que viene automóviles sin conductor circulando por el centro de Londres, en breve la aceptación que una plataforma determinada se lleva por delante modelos de negocio que ya no pueden mantener su mecanismo atrapado en lo tangible cuando hablamos de intangibles. Así pasó antes y así pasará ahora.
La noticia que hoy aporto no lo es tan solo como hecho comercial. No es sólo un ejemplo de cómo una empresa puede aprovechar una tecnología disponible para abaratar inspecciones, costes de revisión y minimizar riesgos personales. No, también es la derivada de que supone negarse a lo evidente o lo irremediable. Hablamos de empresas comprometidas en la mejora de sus sistemas y procesos, donde la tecnología de vanguardia como el ‘UAV’ es claramente un exponente de ello.
La importancia de la noticia radica en sus derivadas. AIG ya ha establecido un programa de investigación y desarrollo de UAV internacional para sus vuelos en Nueva Zelanda que ya está realizando. Estos vuelos han proporcionado información valiosa sobre tecnología, operaciones de vuelo y técnicas de recolección de imagen que se incorporarán en la estrategia UAV global de la compañía. La presencia global de AIG pone esta autorización en una de las más importantes hasta la fecha en materia de vuelos ‘no tripulados’ y autónomos.
En la sala de espera de esta revolución siguen sentados otros. Impresión tridimensional que se va a llevar por delante los procesos de producción y el cómo entendemos toda la cadena de valor que va desde la fabricación y el consumidor final, las plataformas sociales que se ventilaran las relaciones comerciales asumidas con normalidad hasta ahora, la automoción que dejará de ser como la visualizamos en nuestros días, la relación entre objetos y personas y el uso bíblico de los datos que suministramos cada vez que respiramos. Todo eso es parte de lo que viene y viene para mejorar el mundo.
La tarea será que seamos capaces de utilizar todos esos mecanismos para acomodar nuestra sociedad en un espacio mejor donde los sueños de cada uno tengan más opciones de alcanzarse y no lo contrario. Cada tiempo tiene sus grietas y la nuestra se está abriendo ya, sin demora, pero podemos verla, esa es la diferencia con otros momentos de la historia. Una crisis social y de valores que tendremos que confrontar para que cada uno de los avances que estamos viviendo no se conviertan en lo contrario de lo que deberían de ser.
El arte de empezar
En la revista económica que dirijo, Westinghouse Future Economy, que desde este próximo número ya está disponible para dispositivos Android y iOS, a parte de iPad como hasta ahora, disponemos de autores, columnistas y redactores de altísima calidad. Cada semana publicaré alguno de esos artículos de algún autor invitado a este blog por la proximidad a la temática que aquí tratamos a menudo. Emprendedores, startups, tecnología, tendencias económicas y análisis socioeconómico en estado puro. Hoy os traigo uno de ellos. En concreto el que publicó en el primer número de enero mi socio y amigo Isaac González de Cilenis, una de las startups en las que he invertido. Su sección, ‘The Conference‘ trata de aportar razonamiento analítico a una charla significativa en el campo que tratamos. La de hoy es una de Guy Kawasaki titulada ‘El arte de empezar‘. Agradezco a Mediazines, la editorial donde se publica Westinghouse y a los autores que han dado su autorización, para poder mostraros ejemplos puntuales de lo que en este proyecto se puede leer cada mes por muy poco. Enjoy!
“El arte de empezar”
Los publicistas han explotado hasta el aburrimiento que el cerebro dedica la mitad izquierda a lo analítico y la mitad derecha a lo artístico, casi siempre para apelar al lado derecho, a las emociones, para decantar nuestra decisión de compra de su lado. Es efectivo e incluso una buena metáfora, pero lo siento, yo no tengo un botón en medio de mi cráneo para balancear el uso de mi cerebro, yo uso los dos lados, todos lo hacemos.
La keynote que nos ocupa este primer mes, como no podía ser de otro modo, trata de El arte de empezar de Guy Kawasaki. No es una casualidad que la palabra “arte” esté en el título de esta y otras keynotes y libros de Guy Kawasaki, pues ha sido Chief Evangelist de Apple. Tampoco es una casualidad que empecemos con una keynote de 2006, inisistimos en que vivimos un cambio de era y queremos ganar perspectiva para analizar la economía y la empresa en medio de la tormenta perfecta.
https://www.youtube.com/watch?v=KURivXspgzM
El arte de empezar es sobre todo el arte de crear un propósito a lo que hacemos, un sentido, lo que nos pone en marcha, lo que conmueve a los demás, en definitiva un horizonte al que ir. Y Guy sugiere concretarlo en un mantra, lo que tradicionalmente llamamos “claim” pero todavía más reducido y orientado a ese horizonte, casi emocional del propósito de lo que estamos empezando.
¿Porqué algo que parece tan naif como un propósito puede tener tanta carga? Sabemos por la “Conceptual Economy” que un mercado transita por cuatro épocas: habilidad tecnológica, lucha por las funcionalidades, ofrecer experiencias y finalmente crear significados. Cuanto más maduro está el mercado más cerca estamos de los significados, y como ejemplo el teléfono móvil y todo lo que pensamos sobre alguien cuando saca del bolsillo un androide, una manzana mordida o unas flechitas hacia la derecha ¿Como era el nombre de esa marca?
Guy Kawasaky continúa con una obviedad: “Ponerse en marcha”, pero da tres claves para hacerlo de modo efectivo. En primer lugar un slogan que seguro que les es familiar “Think different”. ¿He dicho ya que trabajó en Apple? Lo ilustra con ejemplos de cambios disruptivos basados en tecnología. Otra clave, no dejar a nadie indiferente y como consecuencia, generar amor y odio; la diferenciación ya no parece suficiente, hay que agitar y así conseguir ser visto. Y por último, buscar almas gemelas o dicho de manera más clásica, “ojo con los socios”.
En 2006 todavía no había llegado Lean Startup (2008), que consagra la acción inicial y la iteración, como básicas para el aprendizaje sobre el mercado y los usuarios; pero está claro que en los últimos años se está poniendo el foco en la acción y en la innovación, ya no se necesita una planificación mastodóntica, o en palabras de Marc Vidal: “Muerte al business plan”. En el recomendable “El Libro negro del emprendedor” la cuestión de la elección de socios se considera el principal problema al que se enfrentan los emprendedores, generalizando, escoge cuidadosamente los compañeros de tu viaje.
Tras la acción, definir el modelo de negocio, que Guy lo define así “¿Quien es tu cliente? ¿Como consigues que TU dinero salga de SU cartera?”. Y para ello usar MAT, Milestones (Hitos), Asumptions (Suposiciones) y Tasks (Tareas); o dicho de otro modo: que vamos a hacer, qué vamos a conseguir y como lo vamos a hacer.
Hoy en día el Business Model Canvas (creado en 2008) se está convirtiendo en estandar de facto en el mundo startup, incluso recientemente aparece Lean Canvas, la adaptación al modelo Lean Startup. Ambos permiten ver el modelo de negocio de un vistazo pero no son suficientes para ver los planes de evolución, para ello se suele utilizar un “Roadmap”, muy parecido al MAT del que ya hablamos.
Y llegamos a la parte de Marketing, quizá la más controvertida de la charla pues Kawasaki apuesta por la estrategia de generar gran valor al cliente y tener un producto único; y “esto es todo lo que deben saber de marketing”, dice. ¿Que importan las cuatro o las siete “P” del marketing? El precio, la distribución, la promoción; dan igual, Guy dice: Producto, Producto, Producto.
Como Venture Capitalist Guy Kawasaki nos presenta la regla 10, 20, 30 para presentar un proyecto: 10 slides, 20 minutos, 30 tamaño de la fuente. Hoy en día parece una obviedad y solo hay que echar un vistazo a Slideshare para darnos cuenta cuanto han evolucionado las presentaciones de producto, de hecho hoy en día es complicado presentar algo sin un vídeo explicativo. Por ejemplo, en plataformas de crowfunding como Kickstarter, aparte del producto, el vídeo y la promoción social son clave para el éxito.
Cuando comenzamos algo, tenemos expectativas, ilusiones y un lienzo en blanco que llenar. Esta keynote nos propone un modo de uso: tener un propósito, ponerse en marcha, definir un modelo de negocio con MAT, crear un producto único de alto valor para el cliente y presentarlo de modo directo y condensado. No existe la fórmula secreta del éxito, pero si podemos aprender de la experiencia de otros y sobre todo utilizar ambos lados de nuestro cerebro, porque crear un proyecto empresarial rentable es un arte.
Artículo publicado en Westinghouse Future Economy por Isaac González.
Cuando acelerar es mucho más que ir más rápido
Hace unas semanas el Diario Expansión publicó el ranking de las principales operadoras en cuanto a inversión en capital riesgo se habían producido en 2014. En la sección dedicada al Venture Capital, Conector Accelerator Startup, encabezaba la lista. No era un hecho casual. En menos de dos años, los fundadores del proyecto, encabezados por Carlos Blanco y Elizabeth Martínez, hemos trabajado duro. Los fundadores que se sumaron desde el principio, Gerard Olivé, Marc Ros, Miguel Vicente, Risto Mejide, Xavier Verdaguer y yo mismo, hemos trabajado duro en este tiempo, como realmente se merece algo tan apasionante. Pero la clave del éxito está siendo el grado de comprensión e implicación del casi centenar de mentores de los que dispone nuestro proyecto.
Mentores que entendieron rápidamente que Conector pretendía era ser algo más que una aceleradora y dónde el valor del ‘mentoring’ a aportar iba mucho más lejos de aportar financiación, espacio físico o una serie de charlas puntuales. En Conector las cosas pasan y pasan porque hay vinculación absoluta, gestión de equipo y valor añadido. Todo hasta el punto exacto en que, cada uno de los mentores y en cada una de las startups que ‘ayudan’, alcanzan una simbiosis que las hace parte de las mismas. No es enseñar, no es sólo dar lecciones de experimentados emprendedores, no, es también entrar en el asunto, ser parte, implicarse incluso societariamente en la startup, dando un patrón tremendamente nutritivo a lo que cada día pasa en las instalaciones de este sueño colectivo.
En Conector elegimos los proyectos que enlazan con una manera de ser y un patrón determinado de enfocar el hecho emprendedor. Creemos que si colectivamente retiramos algunas barreras mentales que rodean a la ‘vieja economía’ cambiará incluso la manera de pensar de las personas y sus relaciones con la realidad económica, política y social. Ciudades más modernas, tecnológicas y digitales serán también más plurales, eficientes y competitivas. En Barcelona, en Madrid o allá donde empezamos a expandirnos. Los emprendedores digitales son los estimulantes de ese nuevo rumbo, los dinamizadores del proceso. Su hoja de ruta se define por objetivos, por retos y por sueños, pero hacerlo de un modo actual es fundamental. En Conector mostramos como hacerlo y nos implicamos en el camino a recorrer. No siempre delante, eso es tarea del equipo emprendedor, pero siempre soportando y sufriendo con ellos, el peso de todo cuanto se necesita en ese viaje.
Recientemente Conector ha ultimado el acuerdo con el Ayuntamiento de Barcelona para ir al Edificio MediaTIC donde se ubicará Conector Mobile y Conector Growth. Dos nuevos ‘spin off’ que se suman al Conector Games Madrid que ya está en pleno funcionamiento en las oficinas de R.Franco. En breve también, esperamos tener definida la ubicación de Conector Madrid.
Durante este año y el que viene se van a preparar los programas de aceleración en México, Colombia e Irlanda. Una muestra de que crear ecosistemas con el mismo modelo al que ya está resultando en Barcelona y Madrid pueden ser exportables y retroalimentarse entre si. El sueño sigue creciendo.
Publicaba la prensa recientemente que ‘el sector de las start-ups tecnológicas se mueve. Las aceleradoras de empresas son una de las mejores opciones que tienen los emprendedores para impulsar sus negocios, y el éxito de algunos proyectos ha llevado a Conector a replicar el modelo de negocio no solo en Madrid con aceleradoras sectoriales, sino también en México, Colombia e Irlanda, comenzó a funcionar en el 2013, y desde entonces ha propiciado el impulso de una quincena de empresas como PopPlaces, Viuing, Glovo. (...) En la primera edición, comenzaron seis start-ups, acabaron cuatro y dos lograron financiación. En la segunda ronda empezaron 15, acabaron 12 y han logrado financiación 10 en total. Algunos mentores acaban invirtiendo en las start-ups que aconsejan’
Con la tercera ronda en marcha en Barcelona (11 nuevas start-ups), hemos apostado por abrir aceleradoras sectoriales (start-ups que crean productos de un solo sector), algo que se va a replicar con otros sectores, siempre de la mano de socios industriales especializados. En otros países Volkswagen o Barclays tienen sus aceleradoras verticales de automóvil o banca.
Si eres un emprendedor tecnológico y crees que podemos ayudarte, estate atento, pronto habrá más novedades y convocatorias abiertas. Si consideras que puedes ayudarnos en nuestra expansión pues tienes conocimiento de partners de valor también nos interesa. Y, si quieres crear tu propia aceleración vertical con nosotros, si tu empresa quiere liderar una aceleración sectorial como se hace en otros lugares, no dudes en escribir aquí.
¿Es esto la Cuarta Revolución Industrial?
Hubo un momento que la economía y el modelo productivo sufrió una de las mayores revoluciones de la historia. La cadena de montaje que ideó Henry Ford retorció las costuras en las industrias que iniciaron un proceso nuevo que buscaba la eficiencia por encima de la diferencia. Ahora parece que eso, se ha dado la vuelta. La economía digital ha logrado que aquella gestión centralizada pase a ser algo procesado a través de plataformas sin propietario o sin control. Ya no es importante como construimos desde la eficiencia y si como desarrollamos las conexiones que hace rica y diversa toda la ‘cadena’ de producción.
Ahora bien, seguimos con problemas sobre como todo eso puede adaptarse a un mundo en el que hay demasiados intereses creados. Algo que viene de lejos. Cuando Baran, Cerf y Kahn crearon la tecnología computacional empaquetada en protocolos TCP/IP, el esqueleto de Internet, no todo fueron elogios y alegría. Aquella vinculación entre computadoras desde un punto de vista académico pronto tuvo detractores que consideraban que su apertura podía ser un problema.
De hecho, el nombre de aquel invento del demonio se llamó ‘Arpanet’ y durante un tiempo, se convirtió en una especie de espacio cerrado para intelectuales. Pocos supieron de su existencia. Era una tecnología dispuesta y creada para revolucionar nuestra sociedad en la sala de espera de las revoluciones.
Desde la política en general, donde todo se estaba cociendo, se consideró que era una malísima idea eso de abrir un modelo de comunicación institucional al público en general. De ‘Arpanet’ a ‘Internet’ había poco camino que recorrer pero un muro enorme que saltar. Durante un tiempo las puertas puestas en el campo parecían efectivas, pero era eso, una ilusión de algo imposible de hacer. El tiempo que pasó entre la idea, el proyecto, el concepto y su apertura legal, retrasó no sabemos cuanto, el progreso de este mundo. Probablemente, mucho de cuanto ahora tenemos, hace años que debería haber existido y, también, muchos lugares de este planeta que ahora acceden a la red y les permite erosionar las diferencias con el primer mundo, ya no existirían. Les debemos mucho, mucho retraso a los que ‘se asustaron’, a los que consideraron que todo aquello podía poner en jaque las estructuras que controlaban el trabajo, su distribución y, por supuesto, la transmisión del conocimiento entre las personas.
Pero, pasó. El mundo tuvo Internet y con él todo se fracturó. Poco a poco, pero la grieta entre el control y lo incontrolable se fue forjando, agrandando hasta ceder. Sin embargo, la ‘revolución’ no se produjo hasta que la necesidad apareció. Berners-Lee, un administrador de sistemas del laboratorio de física europea CERN, quien se dio cuenta que sin el aumento de innovación abierta y capaz de gestionarla de manera correcta sería imposible tratar con todo cuanto allí se investigaba. Para relacionarlo todo, para abrir esa red de ‘clase’ que suponía la conexión entre centros de investigación, precisaba otra cosa: la World Wide Web.
Lo que ahora llamamos ‘www’ no era más que un formato, un modo de hacer visible desde cualquier computadora un documento. Eso fue el principio, en 1991, de lo que sería la plataforma universal y abierta que ahora tenemos. Al crear ese modelo de lectura y transcripción, el conocimiento de alto valor empezó a ser visible por el público en general, y así, nutrirse de manera radical de la inteligencia colectiva. Todo empezaba a cambiar y lo estaba haciendo para siempre.
Pero no había bastante. En 1994, Berners-Lee creó un consorcio que fue llamado W3C que logró convertir la red en un fenómeno universal. Se vieron desbordados rápidamente. Las compañías que identificaron su valor y el capital riesgo que decidió apostar por todo ello, estimularon rápidamente su crecimiento. Recuerdo mi primera empresa ‘de Internet’. Se llamaba Visornet, rondaba esos años. Poca gente entendía a que nos dedicábamos y de hecho cada día era nuevo, un descubrimiento, una nueva pieza a un puzzle rarísimo y espeluznantemente vibrante. Hace 21 años. La vendimos un año después a una consultora que empezó a hacer las primeras páginas Web dinámicas que podo después se convertiría en una gran empresa que más tarde también fue incorporada en otra y en otra y así en la locura de finales del siglo pasado. (Cómo suena eso…)
El mercado universal de ideas, era eso, un zoco donde se comunicaban personas a través de un lenguaje de máquinas. Pero, ¿cómo lograr que las máquinas se comunicaran entre ellas? Eso ha perseguido el desarrollo de la red hasta ahora. ¿Cómo podían vincularlas en cada proceso de análisis de la ingente cantidad de datos que se iban sumando de manera exponencial en los servidores? Nos ha llevado mucho tiempo lograrlo. Ahora las cosas hablan entre si, no sólo ordenadores con ordenadores, sino cafeteras con neveras y coches con señales de tráfico. Yo con mi otro yo digital y mi otro yo digital con mi sistema de iluminación doméstico. Así todo.
Podremos pararlo un tiempo. Podrán reducir la velocidad, pero Internet no es ningún invento superfluo, no es uno más. De hecho no tiene que ver con si un taxista se queda sin clientes en beneficio de un usuario de una plataforma social, ni tan siquiera es si los electrodomésticos dejan de necesitar ser arreglados pues será mejor cambiarlos con software nuevo que reparar cualquier pieza. No tiene que ver con nada de todo eso. Internet no es la imprenta. No es disruptivo como lo fue en su día el acceso al conocimiento por parte del pueblo en la parte final de la Edad Media para asombro y preocupación de la Santa Madre Iglesia que tenía el control absoluto de lo que se podía leer y quien podía hacerlo.
Internet no es eso. El mundo que vivimos no es sólo el mundo que ahora gestiona y se gestiona con un nuevo factor determinantemente digital. Es todo. No es tan solo una herramienta. No es el volante, ni las ruedas, ni el cambio de marchas, no es el motor, no es el asiento de atrás, no es el semáforo, no es el guardia que indica por donde pasar y cuando, no es el sistema de control de tráfico, no es el mecánico, no es el fabricante, no es nada de todo eso. No es el coche, no es el vendedor, no es el anunciante, no es el creativo, no es nada de todo eso. Internet es el espacio donde todo sucede y lo hará ya de manera incontrolable para siempre. Evolucionará hacia la cuarta revolución industrial pero esa ya no será ni tan siquiera industrial, será de otro modo que apenas podemos identificar.
No hará falta ser pacientes. Será pronto. La velocidad a la que todo ello se aproxima es espeluznante. Cada vez toma mayor velocidad y apenas nos adaptamos, pero lo hacemos y sucede en todas partes.
Hoy en día vivimos bajo la influencia de los ecosistemas. Apple y su App Store, Amazon u otros. Sus competidores ya no pueden sólo competir con ‘buenos productos’, necesitan ecosistemas, comunidades interconectadas. Ese ejemplo deja claro que el ‘mercado’ ya no es un mundo repleto de individuos, es un individuo capaz de ser clasificado como la parte fundamental de tu proceso comercial. Sin comunidad no hay nada.
No se trata sólo de redes sociales, que también, sino de entender la magnitud de la tragedia. Un mercado líquido pero atractivo, donde, pequeñas empresas, nacidas de una buena idea, o no tan buena, se convierten en un proyecto de comunidad capaz de integrar en su arquetipo, en su funcionamiento, los caracteres básicos de ese comportamiento que nos lleva a la Cuarta Revolución Industrial, llámala como quieras, pero habrá que llamarla.
Apple en su esfera, Marketo para el marketing, Xero para la contabilidad, Tidemark para el ERP, Kareo para la medicina, IBM para la inteligencia artificial. Todos construyen plataformas, todo son plataformas. Ya no existen webs. Ya no hay redes sociales. Todo se está transformando en algo genérico, profundamente conectado.
Mientras que en épocas anteriores, las empresas competían sobre la base de la eficiencia, la capacidad y el rendimiento, ahora deben pensar en términos de ampliar y profundizar sus conexiones. Hace relativamente poco Elon Musk abrió sus patentes de coches eléctricos en una decisión inédita en el sector. Toyota hizo lo mismo con el de hidrógeno. Es parecido a lo que IBM hizo con la aportación de mil millones de dólares y así contribuir a la comunidad Linux. Todo lo abierto y accesible ha ido sustituyendo, y cada vez será en mayor medida, a lo cerrado.
Por eso, las guerras entre quienes consideran que el comercio electrónico se llevará por delante las tiendas físicas, o que las plataformas sociales se ventilaran taxis, hoteles, agencias de viajes (ayer vi una), tiendas de música (¿que es eso?), o lo que sea, son agresiones que se deben evitar, no enfocan correctamente. Esto no va de si algo debe quedarse a costa de otro que quiere venir. No hay opciones de ese tipo. Como decía Heather O’Rourke en Poltergeist, ‘ya están aquí’.
Amazon y Uber y la llegada de todo.
En un artículo reciente, Dianne See Morrison, asegura que la economía socializada promete transformar la vida urbana de un modo irreversible y para mejor. De hecho asegura que el crecimiento urbano y la desigualdad logística en las ciudades se va a equilibrar gracias a la economía ‘del compartir y con la automatización de todo’. Será más eficiente, más amable y la solución a muchas de las quiebras que hoy en día definen nuestro núcleo cotidiano. Contrapone las opciones que una economía socializada representaría en la congestión de muchas de las operativas diarias en las que estamos sumidos.
En Londres, por ejemplo, existe un buen número de ejemplos. La congestión de tráfico cuesta más de cuatro mil millones de libras cada año y sus habitantes pierden 170 millones de horas sentados en un coche. La contaminación causa más de tres mil muertos atribuibles a la contaminación. La vivienda ha alcanzado un precio medio de medio millón de euros cuando el salario anual no supera los 35.000. Como hemos asegurado que sucede en muchas partes del planeta, apenas el 10% de los habitantes de la capital británica poseen el 60% del activo financiero total y el 80% más pobre de esa ciudad representa lo mismo que el 20% del capital total. Recuerdo que no hablamos de un país emergente, en todo caso, sumergido.
En ese escenario, replicable en muchos puntos del planeta, aparece la economía basada en compartir y en automatizar. De hecho muchos de los conceptos que representan algunos de los avances tecnológicos y de aplicación que la misma suponen, aunque sea por derivación, pueden suavizar esas desigualdades. No hablamos sólo, que también, de Uber, Airbnb u otros. Es sólo parte de lo que supone automatizar la logística o los elementos que retiran intermediarios.
Hace tiempo que existe una guerra subterránea, o no tanto, contra todo lo que representa un cambio notable en el modo en el que todo se ha hecho hasta la fecha a pesar de que, por ello, retrasemos lo inevitable. Sin embargo poco a poco, el peso del sentido común va imponiendo sus bases.
De momento el debate está en los derechos laborales, las licencias, la legalidad o cualquier aspecto que, siendo razonable, en muchos casos responde a principios y factores que gobernaban el mundo cuando aun no existía ni tan siquiera Internet. Ponerle puertas al campo es imposible y además imprudente. Suele retrasar cosas y cuando esas cosas pueden ser mejorar la manera de afrontar el futuro y vivir de un modo más sostenible es obvio que no aguantará mucho.
Tengo la sensación que mantener la legalidad y los rituales que todo lo retrasan desde despachos o intereses creados es como apuntalar una presa apunto de ceder por el peso del agua acumulada. Es como si se quisiera mantener el líquido a un lado y la sequía controlada al otro. Con el tiempo va aumentando la presión, las fisuras aparecen y se taponan con sacos de arena. Si no se toman decisiones inteligentes y se aprovecha el punto exacto de la historia, se quebrará del todo y se llevará por delante cuanto ahora tenemos montado y de manera radical. Lo que, por supuesto, cuando se hace así, no es del todo bueno. Suele causar bajas innecesarias de profesiones que desaparecerán de un plumazo cuando se podría haber ido transformando adecuadamente el entorno por el que circulará esa enorme masa de agua y progreso tecnológico, socializado y global.
Los taxis contra Uber, la industria hotelera contra Airbnb, el sector del transporte contra los envíos automatizados de Amazon. Los protagonistas de las batallas que componen la guerra se suceden y seguramente son meras excusas de otros a los que no les apetece que el mundo cambie tan deprisa. La pérdida de control que supone la Internet social, la Internet automática e, incluso, la Internet de las Cosas, para los que ahora deciden con que se avanza y por donde, significa el mayor de los desafíos. Veremos como se adaptan, pues no hay más remedio.
Poco a poco las noticias se suceden y van describiendo el camino por el que discurre todo. Leyes que hace unos meses eran impensables o autorizaciones que se aseguraba no se iban a dar, van llegando.
Dos ejemplos, Uber en New York y los drones de Amazon. El primer caso supone la evidencia de cómo evoluciona todo a pesar de los intentos de evitarlo. Tal y como ha publicado la Comisión de Taxis de NYC, por primera vez, los taxis amarillos de la capital americana son minoría frente a los vehículos registrados con el distintivo Uber. Estos últimos son 14.088 y los tradicionales 12.587. En cuatro años apenas han logrado eso. Cabe decir que el número de viajes y pasajeros todavía es abrumador por parte de los taxis ‘de siempre’ y eso podría ser parte de la solución. Tal vez, cada uno, tiene un papel determinado para transportar personas. De los casi medio millón de pasajeros transportados por los taxis, Uber sólo lo hizo en 5.887 ocasiones. Obviamente esto responde a que un conductor Uber no lo es todo el tiempo, lo es ‘en el uso de su tiempo y coche’ de manera complementaria a otras ocupaciones y eso tiene mucho que ver con la tecnología y su adaptación a una manera de vivir muy diferente el valor de lo propio.
Otro caso, la autorización por parte de la Administración Federal de Aviación de EE.UU. a la aeronavegación experimental por parte de Amazon y desarrollar e investigar con aparatos voladores no tripulados. Se trata del prototipo de drones del que hemos hablado ya y que podrán realizar vuelos siempre por debajo de 112 metros de altura, durante el día y en condiciones meteorológicas de visibilidad. Requerirán certificados de conductor y derivados que ya imaginábamos. Me imagino nuevas profesiones. Conductor de drones, profesor de conductor de drones y expendedor de certificados de conductor de drones, por ejemplo.
Ya el año pasado, Bezos anunció la intención de desarrollar Prime Air, que tenía como objetivo llevar paquetes a través de drones automatizados, de casa en casa. La negativa tajante de la administración americana ya va suavizándose ante lo absurdo que puede ser negarse a avanzar en algo que tecnológicamente es factible, más fácil, eficiente y sostenible. Pues eso, que la presa puede descargarse poco a poco, pero de manera continuada o dejar que reviente por la presión de la lógica y los tiempos.
¿Preparado para los últimos avances en Inteligencia Artificial?
Alan Turing creó un test que lleva su propio nombre a mediados del siglo pasado al escribir el artículo Computing Machinery and Intelligence. Consistía en determinar si una máquina era capaz de pensar. De hecho la prueba en si misma trataba de definir el punto exacto de conexión entre la inteligencia artificial y la conciencia humana. Durante más de veinte años ese test siempre condujo al mismo resultado negativo. Un grupo de jueces preguntaban a dos pantallas diferentes cuestiones y éstas respondían. Una estaba controlada por un ser humano y la otra por un software.
La idea de Turing era que si una máquina actuaba de manera inteligente se podía establecer que lo era y, por lo tanto, rozaba la conciencia, la humanidad. Finalmente a finales del año pasado, un tal Eugene, un hipotético niño de 13 años, lograba engañar al jurado. No era un crío ucraniano hijo de un ginecólogo como decía el ‘bicho’, sino un software capaz de hacerlo creer durante el evento que se realizó en la Royal Society de Londres.
Eugene no era otro que un software diseñado en San Petersburgo, un ‘chatbot’ (robot diseñado para conversar) desarrollado por los programadores ucranianos Veselov y Demchenk hace doce años. Curiosamente la clave estuvo en que se pensó simular a un niño y no a un adulto, pues aunque el robot hablara de todo como si supiera no parase de cometer errores. El error como clave para parecer humano me parece algo fascinante, una personalidad sintética que se muestra en fase de experimentación, aprendiendo, errando, explorando. Como un niño. ¿Qué hay más humano que un chaval de 13 años?
Sin embargo lo que me interesa mucho más es ver como Eugene logró mantener conversaciones creíbles, humanas, con interpelaciones, interrupciones y cómo buscaba la lógica de la conversación. Hace ya unos años invertimos en Cilenis, empresa especializada en este tipo de desarrollos y que, aun estando en otro nível, me ha permitido aprender mucho de todo ello y darme cuenta de que cerca está todo el modelo relacional entre máquinas y seres humanos.
Soy un apasionado desde niño de las novelas de ciencia ficción. La primera ‘paga’ que mis padres me dieron hace mil años la gasté en libros de una colección de Isaac Asimov y otra de Ray Bradbury. El resto fue para dos chicles de plátano. Por aquel entonces la ciencia ficción, en libros o en cine, trataba el efecto, los fuegos artificiales, buscaban crear una fantasía en torno a cosas que difícilmente pudiéramos entender. Viajes a otros mundos o un planeta habitado por humanoides. No aparecía Internet ni nada que se le pareciera. Se hablaba de ‘teletransportación’ pero no de comunicación global. Lo más parecido a un teléfono móvil era el golpe en pecho que se daban los protagonistas de Star Trek cuando querían hablar entre ellos a distancia.
Ahora el cine o la novela que habla del futuro suelen adaptarse al futuro inmediato. Algo cercano, como si fuera imposible relatar que sucederá más allá de lo que vemos en el horizonte. Estamos escarmentados. En apenas dos décadas este mundo no lo conoce nadie que lo habitaba entonces. Ahora es imposible predecir que supondrán todas estas aplicaciones inteligentes en nuestro día a día en ni tan siquiera medio lustro. Coches que van solos, ciudades organizadas inteligentemente por un software, datos aportados de nuestro comportamiento a una base de datos megalítica a fin de que nuestro ejercicio de vivir sea más fácil y requiera menos intervenciones o procesos. Nadie puede ver que viene como nadie pudo interpretar el escenario actual.
Y ahora está claro que en todo lo que comentamos aquí, de cuantos proyectos desarrollan muchos jóvenes y no tan jóvenes en sus startups que buscan aportar cosas nuevas o mejorar las existentes, van a tener mucho que ver con eso que llamamos Inteligencia Artificial. Mientras vivimos, la vida real se va preparando para algo que está mucho más cerca de lo que pensamos. Que Google y otras grandes corporaciones inviertan en empresas que desarrollan robots físicos, humanoides, que en Japón la industria de simular la humanidad esté realizando avances míticos o que un software ruso pudiera engañar a un jurado británico no son más que aspectos que se entrecruzan y que desembocan en un escenario ‘posthumano’ muy próximo.
https://www.youtube.com/watch?v=hlHrvQ7D5OU
Fijaros como las películas ya no sólo se esfuerzan en los ‘efectos especiales’. Ahora las tramas buscan explicar científicamente aquello que aportan. Unas lo logran mejor y otras no tanto. Her, trataba de algo que muchos pensamos que es factible. No sólo la toma de conciencia de un sistema operativo, sino la opción de llegar a confundir si con quien interactúas es real o no.
La AI todavía está considerada un mero asistente personal. De ahí que la inversión en esta industria no esté dando grandes pasos todavía de manera visible. La financiación en este tipo de proyectos es bajo demanda y hay poco de capital riesgo capaz de ‘acompañar’ a proyectos de este tipo que requieren mucha investigación e ideología si me apuras. Inversiones muy vinculadas a la universidad y sus laboratorios. El gobierno que apueste por ello, el ecosistema que se centre y ponga recursos ingentes para que los mejores en este campo se instalen y apliquen con empresas en paralelo, estará cambiando el ‘point of view’ de ese territorio. Estaría sentando las bases de un modelo productivo de futuro, de conocimiento y tremendamente versátil y eficiente.
Si alguien con capacidad para decidir me está escuchando, le diré que ya no es necesario invertir en superordenadores ni en nada que se le parezca. La velocidad de las infraestructuras necesarias, la disponibilidad y magnitud de todo ha permitido algoritmos más capaces para abordar los problemas más ambiciosos. No sólo es el hardware necesariamente más rápido, ahora son matrices especializadas disponibles en la propia nube. Lo que solía ser ejecutado en los laboratorios especializados ahora se puede implementar desde ‘cloud’ por coste mucho menor. No hace falta crear un parque ‘temático’, sólo las condiciones para que nazcan empresas vinculadas a este campo. Que no sean anécdotas sino genérico. Que se complementen, que trabajen en común, que perciban una apuesta firme.
Esa revolución de la que hablamos muchas veces está en su epicentro. Ahora más que nunca. Cuesta darse cuenta, tiene que ver con todo cuanto nos rodea y lo que se está haciendo ahora mismo en muchos lugares del planeta. ¿Por qué no subirse? Tiene que ver con el Big Data, un espacio de interés para las compañías que ven en la Inteligencia Artificial un campo claro de crecimiento. Almacenamiento en la nube, datos, digestión de todo ello y demanda de soluciones prácticas no harán más que hacer crecer ese sector y, por derivación, la capacidad de todo lo que tiene que ver con la inteligencia no humana.
El foco puesto en la AI ya es general. La inversión llega y va a ir definiendo en que empresas pueden utilizarla y como. No hablo de ‘un televisor en tu casa hablándote’, hablamos de algo menos ‘cool’ pero igualmente efectivo y disruptivo. Por ejemplo empresas vinculadas a plataformas, proporcionando APIs genéricas basadas en Inteligencia Artificial para profesionales como hace Nuance, PredictionIO, o Wise.io. También para empresas de nueva creación, combinando tecnologías básicas y servicios profesionales de personalización para otras empresas en general como hacen en Skymind o Predii. Otro campo serán las empresas de productos enfocados a aplicaciones verticales y específicas de la propia IA como ahora desarrollan Euclides Analytics o HoneyComb. Si tienes una empresa que gira en este entorno, me interesa.
En definitiva, ahora mismo de la Inteligencia Artificial ya podemos esperar muchas cosas, de su conciencia o no, veremos. Mi impresión es que su uso se encaminará a la detección de errores en múltiples campos y a aportar solución, al diagnóstico médico, a la gestión pública, a la asistencia personal, a la navegación sofisticada y al descubrimiento de clientes y productos para el comercio electrónico como elemento de interacción comercial o sencillamente como interpretador de necesidades en una tienda. Tal vez todavía es un buen guión cinematográfico, una buena novela de ciencia ficción, pero está claro que uno de los campos más interesantes del desarrollo económico que nos espera en apenas dos o tres años es ver como traspasamos la próxima frontera que supone todo ello, entre la innovación y su aplicación. Recordemos que ‘innovación existe si el mercado la acepta’. ¿La aceptará?
Mientras tanto, Internet se convierte en 'todo'.
Mientras lees esto. Durante el partido que viste el domingo. Cada vez que sales a correr o quedas con los amigos. Al revisar el trabajo escolar de tu hijo. Esperando el metro. En cualquier momento. En todos esos minutos en los que el planeta gira en un sentido concreto, alguien está ya acabando el arquetipo del mundo que lo hará girar en otro. Se trata de gente que ahora mismo están preguntando a un algoritmo cuestiones que precisan un razonamiento, generando dudas en una máquina, procurando que los procesos binarios se asemejen lo máximo a los neuronales o, sencillamente, creando empresas que lo van a cambiar todo definitivamente.
En un reciente artículo de Tom Goodwin, éste señalaba la tremenda paradoja que para muchos puede suponer que la mayor compañía de taxis del mundo no posea ni un solo vehículo, que el espacio mediático más importante no genere contenido propio, que el entorno minorista más valioso del planeta no tenga inventario o que el mayor proveedor de alojamiento hotelero que existe actualmente no tenga una sola propiedad. Hablaba de Uber, Facebook, Alibabá y Airbnb respectivamente.
En ese mismo artículo, Goodwin, señalaba aspectos que aquí hemos comentado en ocasiones. Desde la propia Revolución Industrial hemos ido desarrollando una cadena de valor basada en complejas fórmulas que incorporaban distribuidores, importadores, mayoristas y minoristas, lo que a su vez permitió, desde entonces, que cualquier producto se pueda vender y consumir en cualquier lugar.
Fue Internet. Internet es el culpable de todo. El mecanismo más poderoso que la humanidad ha podido establecer por su capacidad de modificarlo todo. Además, en cada nuevo avance que le afecta, el giro es absoluto. Recordemos ya todos los ‘internets’ que hemos vivido.
Todo empezó con un Internet Técnico. Los primeros años de un modo de comunicar que permitía trasladar información cifrada de un lugar a otro aprovechando la potencia de eliminar todas las barreras. Pero era dependiente de muchos aspectos.
Luego llegó un Internet Empresarial. Antes del año 2000 las empresas se lanzaron a la conquista de su ‘espacio web’. Avanzábamos hacia un mundo digital donde las compañías con mayor potencial determinaron el rumbo de para que podía ser útil económicamente la red de redes.
Más tarde, un Internet Social dónde el sistema que supuso modificar el lugar dónde pasaban las cosas generaba una libertad total al usuario. De las cadenas que suponía la instalación de software en tu computadora a sencillamente a ese nuevo escenario en el que tu ordenador es sencillamente la ‘pantalla’ de algo que pasa en el servidor remoto de alguien. Ya no teníamos que descargar nada, todo sucedía en otro lugar. Así nacieron las redes sociales.
Ahora, otra nueva tecnología modifica el escenario. Todo es automático. Internet automático. Va sólo. El 90% de cuanto sucede ya no tiene que ver con nuestra acción o deseo. El big-data y otros aspectos ejecutan de modo determinante sin consultar. Este nuevo avance, en Internet, lo está cambiando todo.
En breve, aterrizando, la Internet de las Cosas. Mucho más allá que automatizar. Sencillamente un nuevo campo tecnológico dentro del concepto Internet que ha decidido que conectar personas está muy bien, pero que si te pones a conectar objetos el universo se amplía y facilita la vida.
En nada, detrás de la esquina, la Internet posthumana, la llamada Internet del Todo. Un escenario donde quienes ‘entrarán’ en la red ya no seremos nosotros. Lo harán nuestros ‘robots’, nuestro software inteligente que se relacionará con ese mundo líquido y cambiante, que lo interpretará mejor que nadie y nos lo entregará a la carta, su carta.
Y, en apenas una década, lo que ahora llamamos Internet, sencillamente será ‘Todo’. A cada evolución, a cada cambio que simplifica un proceso, cada vez que una línea de código es eliminada de un programa para simplificar el mismo proceso, o cuando se sustituye ese comando por otro que es capaz de hacer algo por si solo y lo hace en coordinación con un objeto para completarlo en la globalidad del conjunto de nuestra existencia inmediata, nos acercamos a un nuevo y radical cambio.
No es sólo ya que las discográficas, las agencias de viajes o un nuevo negocio afectado por la modificación en la cadena de valor esté en riesgo cada vez que hay un nuevo ‘avance’ en lo la morfología de Internet. No, es algo más complejo. Tiene que ver con la adaptación al medio de algo vivo, con la propia evolución de algo nuevo que interpretábamos que era un ‘sistema’ y ha resultado ser un ‘ecosistema’ que muta, mejora y se adapta.
En apenas dos décadas Internet ha cambiado tanto que no la reconocemos quienes la vimos nacer. Somos una generación que vivía sin ella, sin teléfonos móviles, sin Google. Cuando querías saber algo debías ir a un lugar llamado ‘Biblioteca’ y no era para estar tranquilo o en silencio, era para consultar la sabiduría universal, algo que hoy cabe en un USB. Mientras todo transcurre, Internet crece y se convierte en Todo.
Invertir en una App contra el Párkinson
Hace unos meses llegó a mi oficina de Dublín una propuesta de inversión que desde el primer momento nos pareció a todos magnífica. Se trataba de una aplicación para smartphones que ayuda a recuperar la movilidad de los pacientes de Parkinson. Su autora, la joven irlandesa ganadora del Entrepreneur Dublin City al mejor proyecto tecnológico joven de 2014, Ciara Clancy, ha desarrollado un método que permite a los pacientes de esta enfermedad degenerativa a superar los problemas de movilidad que causa.
Se trata de Beats Medical. La emprendedora que la ha hecho posible apenas tiene 24 años y, una vez presentada en sociedad, se ha lanzado al mercado británico como primer paso para la explotación global. De hecho fue en ese instante que estuvimos en contacto con el proyecto, justo antes de que abriera una oficina en Londres. Hasta hace poco su zona de trabajo está en el conocido muelle de Dublín John Rogerson.
Invertir en aplicaciones es complicado, exige paciencia y requiere que la tracción se logré rápido por la enorme competencia que hay en todos los campos. En el caso de Beats Medical el hecho de ser pionera ha permitido a esta aplicación adquirir una ventaja de la que ya se vale de cara a lograr grandes acuerdos y el acercamiento de socios de alto valor en el sector médico.
La tecnología de Beats Medical suministra a las personas con Parkinson un tratamiento óptimo en el hogar a través de un teléfono inteligente. Terapias pensadas a partir del metrónomo es el vértice del que parte el concepto. Un tipo de terapia que hasta la fecha sólo se podía utilizar en el ámbito hospitalario.
El hecho de que Ciara Clancy ha trabajado de fisioterapeuta en el norte de Dublín durante un par de años le hizo pensar en diseñar una aplicación que permitiera enviar de forma remota sonidos a través de los auriculares del smartphone al igual que se realizan en el tratamiento tradicional que lucha contra la destrucción del sistema nervioso que provoca el Párkinson.
Ideas brillantes que con muy poco permiten mejorar la vida de muchas personas con la tecnología disponible en el uso cotidiano. En este caso los afectados pueden evaluar a diario, colocando en activo su teléfono durante dos minutos en un bolsillo del pantalón. Se recogen los datos y la aplicación prescribe un ritmo sonoro al paciene que debe escuchar durante diez minutos dos veces cada día. Lo va variando según lo que percibe en cada prueba.
Este tratamiento, cómo decía, llamado metrónomo, estimula de manera auditiva anulando la disfunción del cerebro de manera que evita movientos en el cuerpo que no se desean. Es un tratamiento que llevaba décadas investigándose y cuya puesta en práctica jamás antes se había trasladado a lo cotidiano.
Actualmente está en ronda de financiación de medio millón de euros. Por lo que nos han transmitido desde Enterprise Ireland está cerca de lograrlo con capital proveniente de diversos inversores privados, entre los que intentaremos aplicar, y que ya encabezan gente como el empresario Sean Melly de Etel, la doctora y vicepresidenta de la Confederación Mundial de Fisioterapia Emma Stokes y Graham Merriman, ex jefe de ventas globales online de Phillips
Cuando hablamos de aplicaciones, emprendedores, tecnología y futuro, no podemos dejar de lado una de las más apasionantes de sus vertientes: como lo digital elimina barreras y fricción entre lo que antes de su llegada era mucho más complicado de hacer, de como mejora la vida de las personas en aspectos impensables antes de la retirada de procesos e intermediarios de una hipotética cadena de valor. En el ámbito de la salud hay un mundo por recorrer y este ejemplo que nos toca de cerca a los que vivimos el ecosistema emprendedor irlandés, es uno de ellos.
Dicen que el 95% de las aplicaciones no serán rentables, algo parecido a decir que no serán visibles, en apenas un par o tres de años. Si estás pensando o trabajando en alguna, piensa en si tu trabajo responde a ‘mejorar la vida’ a eliminar problemas o a ofrecer respuestas. La clave, cada vez más y excepto alguna anécdota que sirva de elemento que rompe la norma, será de un modo determinante ser útil.
¿De qué hablan las maquinas?
Al despertar escuché un cuchicheo de lejos. Eran mi cafetera y la nevera charloteando. No le di importancia, suelen hacerlo siempre al empezar al jornada. La tostadora no entra en debates y más cuando el asunto es acerca de consumo de calorías o ir de compras. Café intenso pero con la justa tasa de fortaleza que a mi me gusta. Es lo que mi cafetera inteligente considera adecuado para empezar bien el día. Sin embargo mi nevera, también inteligente, suele tener consideraciones mucho menos aplicadas al sabor sino que se enfoca en aspectos más técnicos. Le gusta comprar lo justo, de alto valor nutritivo y se lee todos los indicadores orgánicos descartando siempre aquello que, su sistema operativo, considere aditivo, innecesario o que pudiera causarme algún inconveniente en el futuro.
La suerte es que ‘KubiRubiko’ siempre atempera los nervios en casa y se encarga de que la ‘sangre’ no llegue al río. Es el sistema central de control de mi hogar, mi gran aliado, el justo y equilibrado señor de mi casa. Controla el consumo, la emisión a la carta (su carta) de música, cine o noticias sobre cualquier superficie de mi apartamento que previamente ha filtrado, analizado, resumido, estructurado y presentado, sin perder tiempo ni hacérmelo perder a mi. Todos vivimos felices, nos comunicamos mucho. A veces, incluso, lo hacemos con personas.’
No es ciencia ficción. Que no lo veamos no quiere decir que no esté pasando. O, en el mejor de los casos, está a punto de pasar. La tecnología no nos entrega el futuro, lo empaqueta en papel celofán y espera que nosotros mismos saquemos conclusiones. Si el resultado que obtenemos es lo mismo pero con nuevos ‘juguetes’ estaremos fracasando. No se trata de ‘hablar entre objetos’, es un cambio esencial del comportamiento moral y social de toda nuestra especie lo que se está larvando.
Deberemos aceptarlo. Mejor dicho, deberán. Todo cambia y lo hace porque la tecnología nos hace más inteligentes. Se pongan como se pongan, los hoteles cambiarán, los taxis, los periodistas, los directores de revistas como esta, o lo que se os ocurra, cambiará. Todos estamos afectados y es cuestión de alegrarse por ello. Saber más nos hace avanzar. Sobretodo porque cuando sabes más detectas lo que está mal, sabes que algo necesita de arreglo. Si no sabes nada nunca podrás saber que aquello ‘iba mal’. Por eso nos dirán que todo eso de los robots, las cosas hablando entre si y la evolución natural de la tecnología puede ser muy malo. El infierno de silicio le llamarán. Pero eso no tiene porque ser así.
Los robots no son malos. Ni buenos. Son el futuro como lo es tu hijo o el mío. De ellos es todo esto. Nosotros solo estamos con la puerta entreabierta, ellos la abrirán de par en par. Siéntete importante. Has vivido, estás viviendo y seguiremos en el futuro disfrutando el hecho de ser parte esencial de todo cuanto va a cambiar el mundo. Algo parecido a la posthumanidad bien entendida. La evolución natural de nuestra especie ha empezado un nuevo paso, probablemente el estadio en el que tratemos directamente con objetos inteligentes, pero aceptemos que ellos, entre si, también dialoguen para servirnos un mundo más eficiente y mejor.
Robots, software, conocimiento, cambio. Tecnología a toda velocidad. Ahora, por primera vez y a diferencia de otras revoluciones, la tecnología disponible está en las manos de cualquiera. La minoría poderosa ahora es la que se siente amenazada. Si antes podían establecer los criterios y las bases del uso de esa tecnología, ahora eso no es así.
Obviando problemas que se han asentado y que pondrán en juego todo este bucólico escenario, ‘peak oil’, reservas, superpoblación y colapso entre divisas, este podría ser el principio de un mundo mejor en manos de todos, con mayor conocimiento, capacidad para decidir, para emprender nuestros propios proyectos, con la eliminación de intermediarios y con una conjunción casi imperceptible entre máquinas y humanos. En este tercer número de Westinghouse vas a poder adentrarte en este mundo inminente que da sus primeras muestras de cómo va a ser y no se olvida de cómo es ahora mismo. Volvemos a mostrar ‘la hoja de ruta aparente’.
¿De que hablarán las maquinas? Vete tu a saber, seguramente de lo mismo que nosotros. Lo único que podemos tener en cuenta sobre ese dialecto imperceptible es que ya es una lengua más, un escenario de comunicación entre los que ahora son sólo objetos adquiriendo conocimiento y aprendiendo artificialmente y un mundo que trastocará el nuestro donde las propias máquinas serán capaces de rebatir, dudar y opinar acerca de lo que nosotros les ordenemos.
El futuro puede ser mucho mejor, pero dependerá de los que lo estamos construyendo, los que de algún modo, tenemos la responsabilidad de convertirlo en un lugar habitable para nuestros nuevos inquilinos. Vienen, seguro, mejor aceptarlo y hacerlo cómodo. La mayoría de ellos ya están aquí y ni lo sabemos. Están por todas partes sólo que aún no han aprendido a comunicarse con nosotros o, sencillamente, no tienen nada que decirnos todavía. Todo llegará.