¿Quien ganó la primera competición entre un periodista y un robot?
Hace unos días un reportero de la NPR accedió a competir contra una máquina denominada WordSmith perteneciente a lo que conocemos software de periodismo robótico. Hemos hablado ya de ello en diversas ocasiones y resulta fascinante. La idea era no tan solo establecer si era factible o no, eso ya se sabe que si lo es, era juzgar el nivel y velocidad de ambos contendientes.
Hace unos días un reportero de la NPR accedió a competir contra una máquina denominada WordSmith perteneciente a lo que conocemos software de periodismo robótico. Hemos hablado ya de ello en diversas ocasiones y resulta fascinante. La idea era no tan solo establecer si era factible o no, eso ya se sabe que si lo es, era juzgar el nivel y velocidad de ambos contendientes.
Es algo que ya sucede con normalidad aunque muchos sigan mirando hacia otra parte y está bien medir el nivel y sus resultados. Para ello se eligieron a los mejores. WordSmith, fabricado por la compañía Insights, ‘escribe’ sobre temas deportivos y financieros que ya se publican habitual y automáticamente en Yahoo a través de Associated Press y por otro lado a Scott Horsley, uno de los corresponsales de mayor experiencia en la Casa Blanca. Se sabe que es preciso ser rápido, sintético y especialmente claro en esa corresponsalía, por lo que la competición prometía.
La competición era sencillamente para saber ¿quién sería mejor? ¿todavía la redacción de una noticia sin opinión es mejor en términos de tiempo de ejecución y calidad descriptiva que la de una máquina? Para responder se impusieron unas reglas. Ambos debían esperar al flujo de información que llegaría en un momento concreto sobre un informe de ganancias. Una vez llegó el cronómetro empezó a contar y el foco era lograr una redacción en el menor tiempo posible y con un estilo aceptable. Ambos temas serían las que calificarían. Aquí está el resultado:
Cuando el informe de resultados llegó a la redacción, WordSmith terminó su trabajo en apenas dos minutos. Scott necesitó siete. Sin embargo, aquí arriba las he replicado, la historia de la izquierda, escrita por un robot no tiene el estilo del corresponsal de la Casa Blanca. Pero según los programadores de Insight eso es algo menor, es factible ‘enseñarle’ a aprender estilos ‘leyendo’ millones de textos que queramos que tome como referencia. Puede incluso ironizar o crear metáforas. Pero aquí puedes leer su trabajo en diferentes campos. Lee lo que ha escrito un robot.
Al final se consideró que tal vez, estábamos ante un ‘empate técnico’. La velocidad contrarrestaba una falta de estilo. Pero eso parece que es algo absolutamente superable. WordSmith es programable y el que se utilizó para este caso partía de un precepto que Scott no respetó: la historia debía estar bajo un tono sencillo al estilo AP como establece la comunicación de resultados económicos. En apenas unas horas los ingenieros de Inshight lograron modificar ese estilo y ya han propuesto la ‘revancha’.
La súper fábrica de Tesla y la política. Agítalo, a ver que sale.
Me pedía ayer una radio irlandesa que hiciera un análisis sobre las elecciones municipales y autonómicas en España. Creo que no les fui de gran ayuda. De hecho me agota la palabrería y la tertulia de café, estadística y escenarios, conversaciones de partido y de intereses que sólo interesan a unos interesados. Están con aquello de sumar ‘mayorías’ o del quítate tu que me pongo yo o viceversa. Nada nutritivo. El debate tiene escaso valor en el ‘quien’. Lo realmente destacado sería el ‘que’. Seguimos peripuestos en el andén y el tren sigue pasando. Y se va.
Me pedía ayer una radio irlandesa que hiciera un análisis sobre las elecciones municipales y autonómicas en España. Creo que no les fui de gran ayuda. De hecho me agota la palabrería y la tertulia de café, estadística y escenarios, conversaciones de partido y de intereses que sólo interesan a unos interesados. Están con aquello de sumar ‘mayorías’ o del quítate tu que me pongo yo o viceversa. Nada nutritivo. El debate tiene escaso valor en el ‘quien’. Lo realmente destacado sería el ‘que’. Seguimos peripuestos en el andén y el tren sigue pasando. Y se va.
Por poner un ejemplo sencillo de cómo se es permeable a los cambios y a la adaptación del futuro inminente. Si miramos el mapa europeo de dónde se puede y dónde no atender a un modelo Tesla, un coche diseñado y fabricado por la empresa que lidera Elon Musk, veremos el agujero histórico en el que nos encontramos. Cierto que el jefe de la marca aseguró que a finales de 2015 en España habría 12 estaciones de ‘súper carga’, pero de momento lo que es, es lo que ves.
Tesla es una compañía que ha logrado comercializar de manera importante su vehículo eléctrico. Puedes reservar el vehículo ‘aspiracional’, de lujo pero eléctrico, Modelo X pagando 5 mil dólares por anticipado y asegurarte su entrega en un buen tiempo.
Sería algo así como una nueva versión de Apple según algunos. Su historia es la historia de una guerra contra el poder de un sector, el de los coches, que sigue lejos de entender la que se le viene encima. De hecho, durante un tiempo, Tesla tuvo prohibida la venta en algunos estados americanos. Ahora, una vez su rentabilidad es pública y su plan definitivo acerca del uso de baterías que revolucionarán el sistema energético mundial, la vuelta atrás es imposible.
Las empresas lideran la innovación, eso es una evidencia. Nuestras vidas dependen en gran medida de que las compañías disruptivas ejecuten sus proyectos. Vivimos en un día a día muy distinto al de nuestros padres debido a la irrupción de diferentes artilugios, sistemas, inventos, productos o redes que surgieron en alguna empresa. Los cambios en términos energéticos no sólo son una opción económica, de gustos o de capacidad, es una innegable obligación sostenible. Tesla es una de esas empresas que se han lanzado a una conquista transversal a partir de un proyecto inicial. Del coche eléctrico se ha pasado a la batería cotidiana.
Y ciertamente ahí está la clave del asunto. Lo del coche tiene su cosa pero ya sabéis que en mi manera de ver la movilidad futura aparece más destacado el coche automático y, a medida que las leyes se adapten, un modelo de uso socializado del automóvil será la tónica en las grandes ciudades.
Por eso, cualquier noticia al respecto de lo que está preparando Tesla acerca de las que se salten a todo un modelo energético establecido es algo interesante de analizar. En España ya sabemos que no hay intención de apostar por un modelo que penalizaría a las grandes compañías y que, para eso está, la política piensa trabajar duro a fin de asegurar sus modelos actuales. Y así nos va. Así veremos alejarse ese tren que en otros lugares abrazan con entusiasmo.
Y la cosa avanza rápido. Con medio millón de metros cuadrados y un costo de inversión de 5 mil millones de dólares, Tesla construye la fábrica de baterías más grande del mundo en Nevada. A pesar de que hay un video que muestra la gigantesca construcción, en ese video parece ser que sólo aparece una cuarta parte de lo que acabará siendo. De hecho con ese tamaño no sólo será la factoría de baterías más grande del planeta, probablemente será una de las tres más grandes en términos generales que se puedan ver en el mundo. Su nombre ha empezado a ser el de ‘Gigafábrica’.
Si bien los planes de Tesla es empezar la producción de baterías en 2017, parece ser que la creación completa del paquete de estas baterías estará a principios de 2016. Momento para empezar a pensar en serio en ello pues los pedidos que ya tienen hace pequeña la propia intención inicial.
Los números son impresionantes. En los primeros días de reservas desde que se anunció la batería, Tesla recibió órdenes de compra por valor de unos 800 millones de dólares según Bloomberg Businesss.
Todo aquel al que le entusiasme la idea de un futuro de energía solar barata puede hacer una reserva online, con años de anticipación, sin pagar un adelanto. Es increíble pensar que desde ya mismo no hay modo de que Tesla pueda hacer frente al nivel de demanda que reflejan las primeras reservas. La gigantesca planta originalmente iba a destinar unos dos tercios de su producción a las baterías para vehículos eléctricos y ya están pensando que igual se les ha quedado pequeña antes de empezar.
Como decía, mientras tanto, en el Reino, se sigue pensando más en que nadie toque el chiringuito de algunos que en proponer opciones energéticas disruptivas y que a buen seguro liderarán los cambios inminentes.
¿Peligra tu empleo en esta Revolución Industrial definitiva?
La semana pasada el World Economic Forum se hacía eco de diversos estudios que ponían en duda la inminente llegada de todo tipo de robots a la vida cotidiana de todos nosotros. Aseguraba que los cambios ya no eran elementos del futuro sino que en muchos casos eso ya estaba sucediendo. Para ello enumeró un listado de trabajos que ya realizan robots y que, en muchos casos, la mayoría de personas desconoce que es así. No hablamos de grandes brazos armados montando automóviles o carretillas automáticas entre estanterías. Faltan muchos, pero el listado es interesante, hasta futbolistas.
La semana pasada el World Economic Forum se hacía eco de diversos estudios que ponían en duda la inminente llegada de todo tipo de robots a la vida cotidiana de todos nosotros. Aseguraba que los cambios ya no eran elementos del futuro sino que en muchos casos eso ya estaba sucediendo. Para ello enumeró un listado de trabajos que ya realizan robots y que, en muchos casos, la mayoría de personas desconoce que es así. No hablamos de grandes brazos armados montando automóviles o carretillas automáticas entre estanterías. Faltan muchos, pero el listado es interesante, hasta futbolistas.
En algún lugar del planeta y de la mano del desarrollo de alguna empresa privada, un robot, un software, un algoritmo aplicado a la inteligencia artificial y la capacidad de gestión unidas, está llevando a cabo tareas que hasta hace una década sólo podías ver en películas de ciencia ficción. Como hemos dicho muchas veces, el empleo como lo conocemos se desvanece y los cambios que con ello vamos a vivir debemos afrontarlos cada vez con mayor urgencia. Si seguimos pensando que ‘falta mucho’ o ‘en mi trabajo eso no puede pasar’, el batacazo, que podría haber sido amortiguado y agradable incluso, se convertirá en un martirio social.
¿Qué haces? ¿Cuál es tu empleo? Hace tiempo, cuando los robots llegaron a las fábricas, muchos perdieron sus empleos. Los uniformes azul metálico dejaron paso al metal directamente. Pocos de los responsables de aquellas factorías, los directivos, los del cuello blanco, pensaron que sus días, también podrían estar contados. Ahora, en algunos lugares, un software de ‘cuello blanco’ gestiona sus empresas y las hace más eficientes.
Recuerdo un debate que tuve en una televisión hace años y en la que introduje una noticia que me pareció significativa sobre los primeros periodistas robóticos. Me dieron hasta en el cielo de la boca asegurando la imposibilidad de lo que estaba diciendo en decenios. Actualmente The Associated Press está en manos de articulistas no humanos. Lo mismo dije sobre los futuros cocineros. Ya hay restaurantes con chefs ‘robot’ capaces de cocinar como si tuvieran tres estrellas Michelin.
Actualmente hay dos teorías acerca de la Second Age Machine, algo así como la Revolución Industrial definitiva, el final del tramo. En una se asegura que dicha etapa socioeconómica generará mucho empleo nuevo, distinto, de otro tipo, como sucedió en otros momentos de la historia. Otra, la más realista, asegura que el empleo como lo conocemos desaparecerá de manera masiva y que, como no hagamos algo, el problema será de dimensiones bíblicas. La primera teoría asegura que es factible generar espacios laborales a partir de la intervención de robots y software, la segunda espera que quienes lideran nuestro tiempo se pongan a trabajar en el diseño de un mundo distinto, donde la medición de riqueza, tiempo, productividad y relaciones sociales sea muy diferente.
Pero, sigues pensando que tu trabajo no está en juego. ¿Es factible que un robot haga tu trabajo? ¿Qué hacen ahora? Déjame que te sorprenda con esta lista según el Business Insider hablando de cosas que ‘ahora mismo’ están pasando.
Actores.
Existe un modelo de robot capaz de actuar. Es el robot Robothespian que explica chistes y canta. Una compañía británica, ha creado un robot totalmente interactivo y multilingüe que, controlado por una tableta, puede mantener el contacto visual, suponer el estado de ánimo de su interlocutor, su edad, empezar a cantar, explicar chistes e incluso actuar en un escenario. Actualmente es como una ‘atracción de circo’ como lo fueron tantos casos de personas que se adelantaron a su tiempo y fueron incomprendidos. Los hay interpretando a Kafka.
Anestesistas
La participación de un anestesiólogo normalmente suma entre 600 a 2.000 dólares en cualquier intervención quirúrgica. Con un robot llamado Sedasys esto pasa a costar apenas 150. ¿Recuerdas aquello de ‘si es más barato, eficiente y rápido, será’? Los anestesiólogos son los profesionales mejor pagados en Estados Unidos, pueden tener los días contados. Johnson & Johnson ha desarrollado un sistema llamado Sedasys, que suministra la anestesia a un precio mucho más barato. La FDA aprobó Sedasys para los pacientes mayores de 18 años.
Personal de Hotel.
El Aloft Hotel en Cupertino, California, ha mejorado el servicio al cliente gracias a su nuevo botones robótico llamado Botlr. Diseñado por la empresa de Silicon Valley Savioke, Botlr, que tiene una cámara y sensores, se abre paso hacia el ascensor, envía una orden para que la puerta de cualquier habitación se abra, viaja a su destino y hace una entrega solicitada cuando el huésped no está. Además se enchufa él mismo cuando termina la jornada.
Cocineros
Los grandes chefs pueden estar el punto de mira de algunos desarrolladores. Un robot llamado Foxbot ya es jefe de cocina en una cadena de restaurantes chinos en la provincia de Shanxi. No sólo Foxbot con 20 motores, 24 articulaciones y 129 sensores cocina fideos perfectos, es la especialidad de Shanxi, sino que lo hace más rápido que cualquier mano humana. Ademas el tema sanitario lo cumple a rajatabla. Hay más cocineros robot. Otro desarrollo parecido, de Moley Robotics, puede completar cualquier plato, por complicado que sea, en apenas 30 minutos.
Analistas Financieros
Ya lo hemos comentado antes. La economía de mercado está en manos del software. Los analistas robóticos predicen y analizan con mayor precisión que cualquier humano y lo hacen gracias a la capacidad de gestión de datos inasumible si respiras y duermes.
Son los servicios automatizados llamados “Robo-asesores“. Cada vez hay más. Están empezando a sustituir a los asesores financieros y planificadores tradicionales. Un ejemplo de ello es SigFig, que utiliza algoritmos para adaptar las carteras de sus clientes. Se extiende a abogados, médicos, psicólogos o cualquier profesión que deba alcanzar conclusiones con la gestión de datos.
Músicos
Toyota ha estado experimentando con algo más que coches. De hecho ha creado un robot que toca el violín gracias a las 17 articulaciones que tiene en sus manos y brazos. Esto le permite alcanzar la técnica para interpretar como si fuera humano. No es reproducción, es interpretación. Toyota tiene como objetivo introducir al robot a hogares de ancianos y hospitales en menos de dos años. Para otros estilos musicales también hay otros mucho más rockeros.
Recepcionistas
El fabricante de robots japones Kokoro ha creado una recepcionista robot para todo tipo de oficinas. Se considera que este será uno de los campos de sustitución más disruptivos y rápidos. Además muy probablemente será el espacio donde los humanos naturalizaremos el trato con robots de aspecto humanoide. Ahora mismo Kokoro ha creado a Saya, una recepcionista capaz de mantener una conversación básica de 300 palabras y 700 frases combinadas. Algo así como un político.
Periodistas
Es fascinante pensar que hay robots escribiendo noticias sobre humanos. Associated Press ha estado generando automáticamente más de 3.000 artículos trimestrales de tipo económico desde junio de 2014. Esta automatización de está liberando un valioso tiempo permitiendo que sus periodistas dedicarse a buscar historias nuevas. Otra ventaja: los análisis económicos automatizados tienen menos errores que los informes escritos manualmente. Pues eso.
Vendedores
Desarrollado por Toshiba Corp, el humanoide femenino ChihiraAico puede sonreír, pronto podrá conversar, y nunca se cansa de dar la bienvenida a los clientes de la tienda dónde ‘trabaja’. A ella le toca estar en el departamento de lujo de unos almacenes de Tokio.
Guardias de Seguridad
La Universidad de Birmingham ha puesto a patrullar sus instalaciones a un guardia de seguridad robot llamado Bob. El bueno de Bob utiliza sensores 3D y cámaras de alta definición de manera que añade soporte y elimina parte del equipo previsto para esta tarea ‘tan humana’.
Cirujanos
Los cirujanos ya utilizan sistemas automatizados hace tiempo, pero pronto, los robots podrían estar equipados para completar ciertas cirugías por su cuenta sin intervención humana. La cirugía robótica supondría menos complicaciones, menos dolor, menor pérdida de sangre, una recuperación más rápida y cicatrices menos visibles.
Los camareros
Un restaurante en Chunxi Road en Chengdu tiene 10 camareros robot. Camareros robot que están empezando a ser cada vez más normales en China. Los robots toman pedidos, llevar los platos a los clientes, e incluso ofrecen saludos simples en chino mandarín. Cada uno cuesta unos 9.400 dólares.
Hay mucho más, de hecho os invito a que busquéis información al respecto y conformemos un listado de empleos que ya están siendo sustituidos por esos futuros protagonistas de la ‘última revolución industrial’. Pensad que no hablamos de robots con aspecto humano, de hecho eso es algo a lo que tardaremos algo más de tiempo en estar preparados, ni tan siquiera hablamos sólo de aparatos físicos moviendo cosas o interactuando, recordemos que hablamos incluso de software, inteligencia sintética participando de nuestro día a día y modificando todo tal y como lo entendemos ahora. Cuando empieces a imaginar, verás que mucho ya existe, y lo que no está operativo, es sólo cuestión de ponerlo en marcha. No hay límites.
Tu papel en este reto histórico
Hace tiempo leí en The Economist que si nos hacemos la pregunta ‘¿qué es un emprendedor? sólo tendremos dos posibles respuestas o puntos de vista. El primero es el más popular y asegura que los empresarios son personas que dirigen sus propias empresas. La segunda opinión es la que defiende Joseph Schumpeter quien asegura que los empresarios son los innovadores de la economía y de la sociedad. Asegura que las personas tienen ideas, que quienes las convierten en empresas aportan valor social que se traduce en bienestar tarde o temprano. Ha pasado antes y seguirá pasando.
Hace tiempo leí en The Economist que si nos hacemos la pregunta ‘¿qué es un emprendedor? sólo tendremos dos posibles respuestas o puntos de vista. El primero es el más popular y asegura que los empresarios son personas que dirigen sus propias empresas. La segunda opinión es la que defiende Joseph Schumpeter quien asegura que los empresarios son los innovadores de la economía y de la sociedad. Asegura que las personas tienen ideas, que quienes las convierten en empresas aportan valor social que se traduce en bienestar tarde o temprano. Ha pasado antes y seguirá pasando.
Pero la diferencia es que, aunque ahora menos, los emprendedores son los nuevos héroes. Se acercan elecciones en España y volverá la recurrencia al efecto. Volverán a llenarse la boca del término muchos de los que no tienen ni la más mínima impresión de que significa serlo, lo que necesitan o lo que se espera que no hagan por ellos. Los políticos desearían tener un molde para fabricar emprendedores a su gusto. Volverán los programas de televisión, los artículos por todas partes defendiendo sus ayudas y se nos mostrará un nuevo ejército de personas encabezadas siempre por nombres destacados y de éxito, al calor de los cuales, otros se lanzarán a la glamourosa aventura de emprender. Pues de glamour tiene poco o mucho, depende, pero no de lo que crees o te parece. Hay de todo. Lo importante es de que tipo se crean. En mi opinión deben crearse emprendedores tecnológicos pero con capacidad de salir fuera, de conquistar el mundo, de explorar mercados que parecen inaccesibles. Hay que trabajar en construir un mundo mejor cuando precisamente todo va peor. No vale hacerlo cuando es fácil, no suele ser duradero ni real. ¿No saben que cuando la cometa vuela es porque el viento sopla en su contra?
Si un país no es capaz de generar el escenario idóneo para crear empresas no tan solo perderá masa laboral, ciudadana, cohesión y otros factores que desestabilizan a una sociedad, sino que se alejará del talento, de la innovación, del progreso tecnológico y, por derivación siniestra, del bienestar y modernidad socioeconómica requerida. Así ha estado pasando estos años y mucho hay que trabajar para que esa masa gris que se escapa regrese por algún motivo que no sea visitar a sus familiares por vacaciones.
Tengo la sensación que los empresarios o emprendedores que alteramos y desorganizamos continuamente la manera de hacer las cosas jugamos nuestro papel. Somos incómodos para los que eso les supone un colapso mental. Es obvio, pues sino no se entendería que, tras llenarse la boca y farfullar frases hechas sobre el apoyo al emprendedor y a la creación de empresas, te pegan el palo que te pegan con dificultades y meriendas similares a fin de que montar un negocio sea como subir el Everest sin oxígeno.
Un emprendedor es un agente incómodo para lo organizado porque requiere un fuerte compromiso con la innovación. De ella depende para competir con empresas que estaban antes que él, ser emprendedor obliga a ser optimista, pues sin ese valor casi irreflexivo a veces no se conquistan nuevos territorios. Pero ser emprendedor exige ser crítico con tu entorno para facilitar la creación de riqueza y de supervivencia de un negocio a fin de crear empleo. No es lo mismo acudir al trabajo a las 9 y salir a las 5 que no tener hora de entrada ni salida pues el proyecto que llevas entre manos requiere de concentración constante. Esa exigencia superior aborta cualquier imposición irreflexiva y te pone en alerta de la ineficiencia pública por ejemplo muchas veces.
Por todo el mundo hay gobiernos que no saben medir los tiempos o los tiempos ya los han medido a ellos. La mayoría de estos tipos que dicen ir a sus ministerios a mejorar la sociedad y a ayudar a ‘sacarnos de la crisis’ no tienen la más mínima idea de a lo que se enfrentan. Siguen considerando que para saber que tan emprendedora es una sociedad se trata de medir el número bruto de empresas o personas que trabajan por cuenta propia por ejemplo. No introducen el baremo más importante, el que realmente define el verdadero valor emprendedor (por innovador) de una sociedad que debería acelerar e ir de cabeza hacia la automatización y la tecnología.
La visión distorsionada que tenemos de ‘por donde hay que recuperar la economía’ se debe a que mayoritariamente la sociedad ve el mundo por el prisma de la prensa tradicional que a su vez transcribe los mensajes oficiales e interesados que a su vez componen con una absoluta indiferencia hacia la realidad que les rodea de lejos. Una visión que habla de ‘recuperación’ de no sabemos qué, de volver al crecimiento y creación de empleo de manera táctica y no estratégica y de un mundo de colores pastel que no te puedes creer si has viajado un poco. Esto no va de inventarse un titular y esperar a ver que pasa. Esto no va de esperar y que por ciencia infusa se ‘arregle’ todo pues no hay nada que arreglar. Esto no va de generar empleo inmediato porque no se va a crear. Esto va de diseñar, estimular y generar un mundo nuevo vinculado a la tecnología, la economía digitalizada y digital, al conocimiento y al valor añadido de aquello que ya tenemos en marcha como el turismo y otros.
Los retos históricos se pierden por desinterés, por ineficiencia o por voluntad. No se cual es el caso, pero o se toma un giro determinante o, no sólo España, Europa en general los va a perder. Se puede perder el tren por no ser capaz de correr hacia el andén si ves que se está escapando, porque no encuentras el andén o por que, viendo el andén y el tren parado, decides ir al bar. ¿Cuál es el caso que nos ocupa?
La transformación de las ciudades con la llegada de los 'taxibots'
Las ciudades, tal y como las conocemos y en cuanto a lo que las ordena o gestiona, ya poco tiene que ver con el modo en el que sucedía apenas hace una década. La automatización de miles de procesos se suceden y sustituyen a los que se regían por decisiones humanas. Uber ya dedica más recuros a desarrollar su futuro taxi automático que a crecer en el humano.
En los próximos meses, una de esas transformaciones de tipo disruptiva se va a ir imponiendo y nos mostrará la cara aproximada de cómo serán las propias ciudades en el futuro inmediato. Hablamos de los ‘taxibots’, los coches automáticos que a modo de flota auto conducida circule ordenadamente por ellas.
Hace unos días se presentó una simulación que mostraba la transformación de las ciudades mediante la eliminación de casi un 90% de los coches que ahora circulan, buscando nuevas trayectorias automatizadas y recortando tiempos de viaje. El estudio, la simulación, fue presentada por un equipo de científicos de transporte en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico que analizó los datos de los viajes en coche reales en Lisboa para ver cómo una flota de auto-conducción, llamados ‘taxibots’ cambiaría el paisaje metropolitano de la capital portuguesa.
Los ‘taxibots’ del estudio se basan en un ‘mix’ de empresas de transporte. La matemática juega un papel destacado en cómo se organizan este tipo de trayectos y, tras la simulación, el dato es espantoso. Nueve de cada diez conches son completamente innecesarios si se utilizara un ‘cerebro global’ que dirigiera por donde y cuando tienen que ir todos ellos. Pasa lo mismo con el transporte público en todas sus vertientes. Incluso analizaron el coste y modelo de trayecto que cualquiera de estos autos deberían pasar revisiones o arreglos.
El estudio, que repito es de los más exhaustivos que se han realizado en cuanto a la realidad del movimiento automatizado y organizado, habla también de la innecesaria disponibilidad de ‘aparcar’ esos vehículos, con lo que los espacios para humanizar las ciudades sería enorme. Es curioso como poco a poco la tecnología nos da pistas de como podría ser el futuro. Cuantos más robots, cuanta más tecnología y automatismos, más vida, más tiempo para ser más humano. Es similar a otras revoluciones vividas por el hombre. Aquellos momentos de la historia en los que parecía que una máquina nos hacía menos humanos y resultaba ser todo lo contrario. El humanismo se basa en eso. Incorporar la tecnología en el punto exacto que permita una vida mejor.
La reducción de coches pone en juego muchos negocios actuales que se debaten en cómo sobrevivir en apenas una década (y ellos lo saben) a fin de soportar lo que por mucho que se quiera evitar, sucederá. La propiedad individual de automóviles liberará, según el estudio centrado en Lisboa, un espacio similar a 210 campos de fútbol, un 20% del espacio disponible en la ciudad.
El trabajo concluye algo que me parece aun mejor si cabe. El coste final de la construcción podría verse afectado de manera importante. El coste de edificación se aplica también a los aparcamientos incluidos en cada vivienda. Eliminarlos haría más sostenible el acceso a un derecho fundamental. Todos esos que defienden el derecho a una vivienda digna deben, desde ya, incorporar en sus programas electorales o lo que sea, la urgente aplicación de programas de ‘taxibots’ y coches automatizados que recorran las ciudades como ha decidido aplicar, por ejemplo, Londres el año que viene.
No es ciencia ficción. Es simplemente, querer. Leer los avances, acercarse a empresas que están desarrollando todo ello y ser valiente en las propuestas. El estudio/simulación destaca que los espacios de estacionamiento pasarían a valer el 1%de lo que ahora repercute. El canje es impresionante. La recaudación por zonas azules y otros métodos como impuestos fijados a la circulación privada debería procesarse ahora en otro modelo, que al ser más eficiente, precisaría de menos personas trabajando en los ayuntamientos y en menos demanda de costes en los mantenimientos. Si, menos empleo o un empleo diferente aun ni siquiera inventado. El futuro pasa por ahí.
Se supo hace unos días que gran parte de la última ronda de financiación obtenida por Uber está ya canalizada a la fabricación de este tipo de autoconducción para que la ciudad del futuro que describe el estudio no sea fantasía. De hecho ya tiene una planta desarrollando una flota al efecto. Cuando explico esto en algún foro siempre escucho lo mismo. Eso no pasará tan pronto. Y me pregunto, ¿que es pronto? ¿Como medimos ahora ese ‘pronto’? ¿Como lo medían nuestros ancestros, en la edad media, en los años veinte o como lo medimos ahora?. En apenas una década han pasado cosas que precisaron siglos en el pasado.
Hace unos días clausuré unas jornadas que celebraban el 20 aniversario de un Centro de Negocios. Al empezar, simplemente pregunté ¿recuerdan su cuenta de email el día que se inauguró este centro? Nadie tenía. Podría haber terminado la conferencia ahí, pero decidí seguir y mostrar lo que intuyo puede pasar cuando celebren el 40 aniversario.
Una App contra la desorientación
Hemos hablado de tecnología y tercera edad. Me interesa mucho como ese segmento generacional al que todos deberíamos llegar tarde o temprano podrá beneficiarse de cuanto tiene que aportar la digitalización de la vida y de haberlo hecho en formatos cotidianos y asequibles para todos.
El Grupo de Bioingeniería y Telemedicina de la Universidad Politécnica de Madrid ha desarrollado una App de localización mediante Smartphone para detectar episodios de desorientación espacial de manera rápida y que con cierta frecuencia sufren las personas de mayor edad con algún deterioro cognitivo leve.
El software, la aplicación disponible, ofrece la detección de ese momento de desorientación y pérdida y pone en práctica la gestión de datos que dispone a tiempo real. Tiene en cuenta información del contexto de la persona mayor, cercanía a su domicilio, lugares de interés o uso habitual, si está acompañado por un familiar, si se está moviendo en transporte público, o intervalos de tiempo determinados. Cuando ocurra un episodio de desorientación, la aplicación pone automáticamente en contacto a su contacto más próximo para confirmar si la persona necesita ayuda.
Nuestra sociedad envejece. El gran reto tecnológico es ofrecer respuesta a un mundo con menos capacidad de trabajo físico y más necesidades en edades determinadas. El deterioro cognitivo puede ir de la mano de un modelo de aprendizaje tecnológico que lo equilibre. Este caso simple de lo que se conoce como Mild Cognitive Impairment y que se reproduce en cualquier momento y sin previo aviso, incluso en zonas de absoluto conocimiento por el afectado, es un buen ejemplo de cómo se puede mejorar aspectos muy detallados.
La sanidad y las aplicaciones tienen un futuro espectacular. De hecho, aquí en Irlanda, este es uno de los espacios de mayor auge de la mano de la Universidad Trinity College o del propio DIT. Hace apenas unos meses ya comentamos como una App diseñada y desarrollada aquí pasaba a ser una de las más solicitadas en su campo. Se trataba de Beats Medical que hace la vida de los enfermos de Parkinson mucho más llevadera.
En el caso de este proyecto basado en la tecnología de redes inteligentes de comunicación, la IMS, que ayuda a almacenar información estática mediante un perfil de cada uno de los usuarios registrados en esa red. Es un ejemplo más de cómo las TIC están abordando el apoyo a personas mayores. En este caso, una aplicación para smartphone es capaz de algo tan simple como extraordinario: permite a personas con este problema un mejor modelo de vida. Sin llegar a imaginar un futuro lejano, ni un escenario repleto de automatismos, este es uno de esos casos, que sin ir muy lejos, alcanzamos la cumbre.
Dejar de ser la especie más inteligente del planeta
El pasado sábado mantuve una conversación ‘telefónica’ muy animada con un robot. Fue durante una presentación para inversores que se hizo en la zona del Silicon Docks de Dublín en conexión con el MIT de Boston. Participaron un buen número de sorprendidos amantes de la inversión tecnológica. En mi caso, el engendro, bromeó con alguna palabra en castellano incluso. Te descoloca a la vez que te emociona. Te la impresión que estamos cerca de dejar ser la especie más inteligente del planeta.
No era el caso de este, pero en algunos especímenes, componen música en un minuto, hablan como nosotros con errores que generan confianza, bromean pues eso abraza la humanidad y tienen su propia ética que se compone del análisis de la nuestra mientras no puedan, o quieran, ir pariendo la suya.
Hablando con los técnicos que hicieron posible la conexión, éstos afirmaban tomando el café, que si nos confesaran lo que ahora mismo ya son capaces de hacer algunos de sus desarrollos en materia de inteligencia artificial nos asustaríamos. Te dicen, sin mirarte a los ojos y removiendo la cucharilla del café, que no estamos preparados para dar el relevo a otra especie superior, a un símil de post humanidad inminente. De momento, dicen, les vamos a ir dando trabajo. Luego ya veremos que hacemos.
La mayoría de los últimos avances en inteligencia artificial, como aplicaciones móviles que convierten la voz en texto son el resultado de aprendizaje de una máquina con enormes conjuntos de datos para buscar patrones. Sin embargo, el avance actual radica en hacer que las aplicaciones de aprendizaje se basen en lago llamado ‘lenguajes de programación probabilísticos’, que permiten a los investigadores mezclar y combinar técnicas de aprendizaje automático.
Investigadores del MIT han demostrado las máquinas están aprendiendo a aprender. En un lenguaje de programación probabilística, el trabajo pesado se realiza por el algoritmo que reajusta continuamente probabilidades sobre la base de nuevas piezas de datos del entrenamiento previo. Digamos, para entendernos que esa rama de investigación tiene como objetivo resolver todas las tareas que precisa un ordenador para entender el mundo tal y como nosotros lo vemos, sus dimensiones, complejidades y relaciones.
El 19 de febrero de este mismo año fue presentado en España un tal Watson, el ordenador más inteligente del mundo. En aquella ocasión, en la sede de IBM se hizo una demostración que consistió en una conversación en lenguaje natural sobre la adquisición corporativa sugerida por parte del robot a un hipotético consejo de administración.
Nada nuevo sin embargo por muy rebuscado que parezca. Como aquí dijimos, ya hay diversos ‘robots’ dirigiendo alguna empresa del mundo. Ya están sentados en los consejos de administración tomando decisiones y no tanto ayudando a tomarlas como se creería en un primer instante.
Vamos a tener que convivir con ellos. Seguramente habrá de muchas formas y modelos, unos simplemente serán brazos armados que prepararán el almuerzo, otros simplemente un software que ‘hablará’ con nosotros paseando por tu casa acerca de cómo ha ido el día en tu ausencia, otros conducirán taxis, otros llevarán tus encargos de la compra a tu casa, otros darán las noticias en televisión sin presentadores, otros limpiarán los despachos y, finalmente, llegarán los que tendrán un aspecto más o menos humanoide con los que será más fácil interactuar en situaciones más cercanas.
Y no es algo tan lejano. Ya llega. La inteligencia artificial está mucho más avanzada de lo que el público en general piensa. Si supieramos donde se encuentra todo esto, no daríamos crédito. Como en todo, nos llegará, será disruptivo y lo digeriremos con cierta naturalidad. De ver a ese tal ‘Watson’ ganar un concurso televisivo en 2011 a lo que ahora es capaz de hacer hay años luz.
Ya no es tanto que sea capaz de analizar datos, es factible observar en su funcionamiento un cierto grado de ‘razonamiento’. De hecho pocos saben que Watson ya no es una máquina gigantesca que está en algún lugar para uso y disfrute de sus programadores. Ahora es un rentable trabajador multitarea de la multinacional IBM. Empresas del Ibex35 españolas y 25 empresas más de otros países utilizan a Watson como tecnología comercial accesible pues ahora está ‘en la nube’.
https://www.youtube.com/watch?v=WFR3lOm_xhE
Watson habla varios idiomas, delicados y modernos por cierto. Es la primera computadora capaz de aprender a medida que trabaja y acumula información que puede interactuar con el ser humano en un lenguaje natural. Es decir, un paso desde ‘el mundo de los ordenadores que sólo entienden el lenguaje de programación, hacia un nuevo paradigma en el que las máquinas pueden alimentarse de lenguaje hablado’. Este ‘bicho’ se siente cómodo hablando como los humanos. Lee libros, centenares al día. Escucha la televisión, conversaciones, películas. Tiene datos de cómo somos y como nos gusta ser tratados. Aprende de ello y se adapta.
Según el MIT, estamos a muy poco de dar el salto definitivo. De momento las máquinas ‘inteligentes’ sólo analizan datos como lo hace un humano, se basan en estructuras de datos que gestionan, ordenan y procesan. El salto se producirá cuando técnicamente sean más inteligentes que nosotros. Ahora son como nosotros pero más rápidos. Nada más. El eterno debate sobre si ‘piensan o no’ cada vez es más obsoleto pues pensar no deja de ser un proceso gigantesco de datos y un cruce de probabilidades, por lo que a la pregunta, ¿el ordenador más inteligente del mundo piensa? La respuesta ya es sí.
Pero, ¿para que queremos ordenadores que piensen? En todo caso lo que queremos es que hagan algo que nosotros no podemos hacer o hacemos mal. Es lo mismo que un brazo armado, un robot físico. Lo queremos para que haga cosas que nosotros ya no podemos alcanzar.
Cuando estos ordenadores inteligentes, pensantes, entren en Internet e interactúen con los usuarios aprenderán aun más de ellos. Son insaciables, les encanta saber cada vez más. Watson, sin ir más lejos, no da la misma respuesta a la misma pregunta siempre pues en realidad no la busca en una base de datos ni en el cruce de estos, los grandes computadores pensantes, lo que hacen es aprender y hacerse cada vez más inteligentes y modificar, si es necesario, sus respuestas a la misma cuestión. Incluso, si lo ve preciso, mentir.
De todos los elementos donde la inteligencia artificial tiene un aspecto para mí más interesante es en la medicina. La idea es utilizar la inteligencia artificial para poder mejorar los diagnósticos y ofrecer mejores terapias a cada paciente, de una forma personalizada. El caso de Watson concretamente es también un ejemplo. El figura se ha leído más de 20 millones de publicaciones científicas y ha establecido conexiones entre todo ello. Si le damos a ese, u otros ordenadores toda nuestra información genética a título personal, podemos estar ante curas hasta la fecha totalmente inalcanzables.
Hace mucho, desde que a finales de hace dos siglos Ada Lovelace creara una cosa parecida a un programa informático, hemos puesto rumbo la post humanidad y nos hemos preguntado siempre cómo lograremos hacer pensar, si es que es factible, a una máquina. Ese estadio posterior a que el género humano no sea la especie predominante en esta tierra de ‘reyes’ efímeros. Al fin y al cabo, hace muy poco que estamos aquí y nos creemos los reyes del mambo.
Estuve pensando que le podía preguntar a un robot durante días. Sólo podía hacer una o dos. Finalmente el pasado sábado le cuestioné: ‘What do you think about the human race?’ su respuesta fue, ‘sometimes I think that you aren’t intelligent’. Se refería a noticias que ‘lee’ acerca de decisiones que tomamos los humanos que nos llevan a desastres o que, incluso, por ser demasiado ‘humanos’ dejamos que pase. Tal vez se refería a eso, o tal vez no. ¿Quien sabe lo que hay en la mente de un ordenador?
Joyners: tecnología, consumo colaborativo y Tercera Edad.
Muy de vez en cuando me llega algún proyecto en fase embrionaria que destaca en tres de los aspectos que considero esenciales para invertir. Por un lado la idea debe, sin necesariamente ser original, encajar con la Nueva Economía. Por otro, el equipo, gente que pueda llevar a cabo por capacidad y sobretodo pasión ese proyecto a puerto. Y, finalmente, un plan ejecutivo creíble y que se soporte en argumentos racionales y fácilmente comprensibles. Este es el caso de una de mis últimas apuestas: Joyners.
Cuando Oriol de Pablo, un joven que me buscó para ‘presentarme su idea’ me la explicó, me dio a conocer su equipo con el entusiasmo de quien habla de ‘un dream team’ y me trasladó su apuesta personal, dejando su cómodo despacho en una importantísima empresa internacional, supe que iba a invertir y me iba a implicar. De hecho es una de las participadas de uno de los fondos en los que soy socio, en Sitka.
Tras un tiempo de maduración y sorteando los primeros problemas de desarrollo habituales, de aterrizaje de la idea y de lo que significa trabajar financieramente a pulmón, llegó el momento de proponerla como una de las startups a uno de los programas de aceleración de Conector. Y fue una de las elegidas. Aceleración que están aprovechando de manera excepcional. El nivel de sus mentores, entusiasmados con este proyecto desde el primer minuto, así lo demuestra.
Pero ¿qué es Joyners? Es consumo colaborativo como lo es Uber o Airbnb pero, por primera vez no está destinado a los ‘de siempre’. Es habitual que este tipo de plataformas de economía socializada estén pensadas para gente joven y nativos digitales. Pero este no es el caso el usuario es la gente más mayor, nuestra tercera edad. Hablamos de mejorar la vida de las personas, que no es poco.
Joyners representa mucho más que una idea económicamente viable. Es un plan ideológico en el que la tecnología y su valor social se dan de la mano. Un espacio donde se ofrece compartir casa y servicios de valor añadido a las personas que ya han alcanzado edades senior. Cada día nacen decenas de startups, empresas y proyectos que buscan conectar, socializar y vincular gente joven a través de tendencias, tecnología o encuentros. En Joyners se preguntaron si no era factible utilizar lo sabido en esos segmentos jóvenes en un entorno con muchas menos ‘skills’ digitales.
Estamos desbordados por ‘sites’ dedicadas a compartirlo todo pero que jamás se destinan a algo tan esencial como es mejorar la calidad de vida de muchas personas que, a pesar de su avanzada edad, utilizan intuitivamente su ‘tablet’ para hacer skype con sus nietos o envían Whatsapps a su hijo con una fotografía de ‘buenas noches’ repleta de cariño. Son muestras de que la tecnología se ha hecho cercana, fácil y cada vez más humana. Cada vez hay menos barreras para su uso incluso en esa franja de edad. Por cierto, a ese territorio generacional llegaremos todos, por lo que el futuro de Joyners está más que asegurado. Es de esos proyectos que sabes que cada vez tendrá más clientes (pirámide demográfica) y con mayor capacidad de uso de su solución (generación con alto uso tecnológico).
Joyner se define como ‘una plataforma que une a personas mayores que prefieren vivir de manera alternativa a los tradicionales hogares para la tercera edad. Buscan perfiles afines que quieren compartir vida y gastos y, además, ofrecen la aportunidad de agregar servicios extras que se pueden permitir gracias a que el coste es compartido’, algo que hacen a través de un test de afinidad y de un algoritmo propio basado en criterios de la asistencia social. Este se encarga de encontrar la compañía más adecuada para comenzar una nueva vida acompañado y compartiendo todos los gastos que se generan.
Ahora mismo, ya son centenares los usuarios registrados que saben que no se trata de estar acompañado de cualquiera, sino más bien de que nadie viva en soledad o en precario. La acogida está siendo emocionante porque, cuando los ves trabajar, ves como lo que proponen es vitalidad, compañía y aumentar rentas por el uso compartido de todo.
Lo dicho, cuando la tecnología nos hace más humanos y derriba barreras mentales, sociales, generacionales, como es el caso, o económicas, nos enlaza directamente con ese futuro del que hablamos tanto aquí.
Drones que sustituyen inspectores. Un paso más.
La organización mundial líder en el campo de los seguros y que tiene clientes en más de un centenar de países, controla una de las redes más extensas de ‘Daños y Accidentes’ del mundo. AIG cotiza en la Bolsa de Nueva York y en la de Tokio. Por eso no es una anécdota más que la FAA, la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos, aprobará la semana pasada una solicitud para operar ‘drones’ no tripulados para realizar inspecciones cuando así lo exija una evaluación tras un evento catastrófico.
Es decir, la FAA permitirá a AIG que remplace a los inspectores humanos por drones. ¿A que parece de sentido común? Pues lo que parece y lo que hasta ahora era son dos cosas muy distintas pero que no dejan de dirigirse hacia el mismo lugar: lo inevitable. Esta petición había estado en la mesa de la FAA durante muchísimo tiempo y la negativa, cómo le sucedía al gigante del comercio electrónico Amazon, era reiterada. ¿Qué ha cambiado? ¿Por qué ahora se empieza a aceptar que un ‘drone’, que en la mayoría de los casos funcionará de manera autónoma y no por control remoto, pueda ser un elemento aceptable para los estamentos de aviación?
https://www.youtube.com/watch?v=jHGFJdlQF0o
La respuesta es la misma que debieron tener en múltiples ocasiones aquellos que recibían el no a la teléfonos inalámbricos por no se que reglamento de ‘las ondas’ o cuando de repente un auto a motor irrumpía por las calles atestadas de carrozas y caballos. El mundo va de eso, de progresar y hacerlo de la mano de la tecnología, más rápida, más eficiente y, siempre, capaz de ser limitada a un uso adecuado.
Las negativas y las puertas al campo irán abriéndose. Ahora es un ‘drone’ para la mayor aseguradora del planeta con libertad de movimiento, el año que viene automóviles sin conductor circulando por el centro de Londres, en breve la aceptación que una plataforma determinada se lleva por delante modelos de negocio que ya no pueden mantener su mecanismo atrapado en lo tangible cuando hablamos de intangibles. Así pasó antes y así pasará ahora.
La noticia que hoy aporto no lo es tan solo como hecho comercial. No es sólo un ejemplo de cómo una empresa puede aprovechar una tecnología disponible para abaratar inspecciones, costes de revisión y minimizar riesgos personales. No, también es la derivada de que supone negarse a lo evidente o lo irremediable. Hablamos de empresas comprometidas en la mejora de sus sistemas y procesos, donde la tecnología de vanguardia como el ‘UAV’ es claramente un exponente de ello.
La importancia de la noticia radica en sus derivadas. AIG ya ha establecido un programa de investigación y desarrollo de UAV internacional para sus vuelos en Nueva Zelanda que ya está realizando. Estos vuelos han proporcionado información valiosa sobre tecnología, operaciones de vuelo y técnicas de recolección de imagen que se incorporarán en la estrategia UAV global de la compañía. La presencia global de AIG pone esta autorización en una de las más importantes hasta la fecha en materia de vuelos ‘no tripulados’ y autónomos.
En la sala de espera de esta revolución siguen sentados otros. Impresión tridimensional que se va a llevar por delante los procesos de producción y el cómo entendemos toda la cadena de valor que va desde la fabricación y el consumidor final, las plataformas sociales que se ventilaran las relaciones comerciales asumidas con normalidad hasta ahora, la automoción que dejará de ser como la visualizamos en nuestros días, la relación entre objetos y personas y el uso bíblico de los datos que suministramos cada vez que respiramos. Todo eso es parte de lo que viene y viene para mejorar el mundo.
La tarea será que seamos capaces de utilizar todos esos mecanismos para acomodar nuestra sociedad en un espacio mejor donde los sueños de cada uno tengan más opciones de alcanzarse y no lo contrario. Cada tiempo tiene sus grietas y la nuestra se está abriendo ya, sin demora, pero podemos verla, esa es la diferencia con otros momentos de la historia. Una crisis social y de valores que tendremos que confrontar para que cada uno de los avances que estamos viviendo no se conviertan en lo contrario de lo que deberían de ser.
Amazon y Uber y la llegada de todo.
En un artículo reciente, Dianne See Morrison, asegura que la economía socializada promete transformar la vida urbana de un modo irreversible y para mejor. De hecho asegura que el crecimiento urbano y la desigualdad logística en las ciudades se va a equilibrar gracias a la economía ‘del compartir y con la automatización de todo’. Será más eficiente, más amable y la solución a muchas de las quiebras que hoy en día definen nuestro núcleo cotidiano. Contrapone las opciones que una economía socializada representaría en la congestión de muchas de las operativas diarias en las que estamos sumidos.
En Londres, por ejemplo, existe un buen número de ejemplos. La congestión de tráfico cuesta más de cuatro mil millones de libras cada año y sus habitantes pierden 170 millones de horas sentados en un coche. La contaminación causa más de tres mil muertos atribuibles a la contaminación. La vivienda ha alcanzado un precio medio de medio millón de euros cuando el salario anual no supera los 35.000. Como hemos asegurado que sucede en muchas partes del planeta, apenas el 10% de los habitantes de la capital británica poseen el 60% del activo financiero total y el 80% más pobre de esa ciudad representa lo mismo que el 20% del capital total. Recuerdo que no hablamos de un país emergente, en todo caso, sumergido.
En ese escenario, replicable en muchos puntos del planeta, aparece la economía basada en compartir y en automatizar. De hecho muchos de los conceptos que representan algunos de los avances tecnológicos y de aplicación que la misma suponen, aunque sea por derivación, pueden suavizar esas desigualdades. No hablamos sólo, que también, de Uber, Airbnb u otros. Es sólo parte de lo que supone automatizar la logística o los elementos que retiran intermediarios.
Hace tiempo que existe una guerra subterránea, o no tanto, contra todo lo que representa un cambio notable en el modo en el que todo se ha hecho hasta la fecha a pesar de que, por ello, retrasemos lo inevitable. Sin embargo poco a poco, el peso del sentido común va imponiendo sus bases.
De momento el debate está en los derechos laborales, las licencias, la legalidad o cualquier aspecto que, siendo razonable, en muchos casos responde a principios y factores que gobernaban el mundo cuando aun no existía ni tan siquiera Internet. Ponerle puertas al campo es imposible y además imprudente. Suele retrasar cosas y cuando esas cosas pueden ser mejorar la manera de afrontar el futuro y vivir de un modo más sostenible es obvio que no aguantará mucho.
Tengo la sensación que mantener la legalidad y los rituales que todo lo retrasan desde despachos o intereses creados es como apuntalar una presa apunto de ceder por el peso del agua acumulada. Es como si se quisiera mantener el líquido a un lado y la sequía controlada al otro. Con el tiempo va aumentando la presión, las fisuras aparecen y se taponan con sacos de arena. Si no se toman decisiones inteligentes y se aprovecha el punto exacto de la historia, se quebrará del todo y se llevará por delante cuanto ahora tenemos montado y de manera radical. Lo que, por supuesto, cuando se hace así, no es del todo bueno. Suele causar bajas innecesarias de profesiones que desaparecerán de un plumazo cuando se podría haber ido transformando adecuadamente el entorno por el que circulará esa enorme masa de agua y progreso tecnológico, socializado y global.
Los taxis contra Uber, la industria hotelera contra Airbnb, el sector del transporte contra los envíos automatizados de Amazon. Los protagonistas de las batallas que componen la guerra se suceden y seguramente son meras excusas de otros a los que no les apetece que el mundo cambie tan deprisa. La pérdida de control que supone la Internet social, la Internet automática e, incluso, la Internet de las Cosas, para los que ahora deciden con que se avanza y por donde, significa el mayor de los desafíos. Veremos como se adaptan, pues no hay más remedio.
Poco a poco las noticias se suceden y van describiendo el camino por el que discurre todo. Leyes que hace unos meses eran impensables o autorizaciones que se aseguraba no se iban a dar, van llegando.
Dos ejemplos, Uber en New York y los drones de Amazon. El primer caso supone la evidencia de cómo evoluciona todo a pesar de los intentos de evitarlo. Tal y como ha publicado la Comisión de Taxis de NYC, por primera vez, los taxis amarillos de la capital americana son minoría frente a los vehículos registrados con el distintivo Uber. Estos últimos son 14.088 y los tradicionales 12.587. En cuatro años apenas han logrado eso. Cabe decir que el número de viajes y pasajeros todavía es abrumador por parte de los taxis ‘de siempre’ y eso podría ser parte de la solución. Tal vez, cada uno, tiene un papel determinado para transportar personas. De los casi medio millón de pasajeros transportados por los taxis, Uber sólo lo hizo en 5.887 ocasiones. Obviamente esto responde a que un conductor Uber no lo es todo el tiempo, lo es ‘en el uso de su tiempo y coche’ de manera complementaria a otras ocupaciones y eso tiene mucho que ver con la tecnología y su adaptación a una manera de vivir muy diferente el valor de lo propio.
Otro caso, la autorización por parte de la Administración Federal de Aviación de EE.UU. a la aeronavegación experimental por parte de Amazon y desarrollar e investigar con aparatos voladores no tripulados. Se trata del prototipo de drones del que hemos hablado ya y que podrán realizar vuelos siempre por debajo de 112 metros de altura, durante el día y en condiciones meteorológicas de visibilidad. Requerirán certificados de conductor y derivados que ya imaginábamos. Me imagino nuevas profesiones. Conductor de drones, profesor de conductor de drones y expendedor de certificados de conductor de drones, por ejemplo.
Ya el año pasado, Bezos anunció la intención de desarrollar Prime Air, que tenía como objetivo llevar paquetes a través de drones automatizados, de casa en casa. La negativa tajante de la administración americana ya va suavizándose ante lo absurdo que puede ser negarse a avanzar en algo que tecnológicamente es factible, más fácil, eficiente y sostenible. Pues eso, que la presa puede descargarse poco a poco, pero de manera continuada o dejar que reviente por la presión de la lógica y los tiempos.
¿Preparado para los últimos avances en Inteligencia Artificial?
Alan Turing creó un test que lleva su propio nombre a mediados del siglo pasado al escribir el artículo Computing Machinery and Intelligence. Consistía en determinar si una máquina era capaz de pensar. De hecho la prueba en si misma trataba de definir el punto exacto de conexión entre la inteligencia artificial y la conciencia humana. Durante más de veinte años ese test siempre condujo al mismo resultado negativo. Un grupo de jueces preguntaban a dos pantallas diferentes cuestiones y éstas respondían. Una estaba controlada por un ser humano y la otra por un software.
La idea de Turing era que si una máquina actuaba de manera inteligente se podía establecer que lo era y, por lo tanto, rozaba la conciencia, la humanidad. Finalmente a finales del año pasado, un tal Eugene, un hipotético niño de 13 años, lograba engañar al jurado. No era un crío ucraniano hijo de un ginecólogo como decía el ‘bicho’, sino un software capaz de hacerlo creer durante el evento que se realizó en la Royal Society de Londres.
Eugene no era otro que un software diseñado en San Petersburgo, un ‘chatbot’ (robot diseñado para conversar) desarrollado por los programadores ucranianos Veselov y Demchenk hace doce años. Curiosamente la clave estuvo en que se pensó simular a un niño y no a un adulto, pues aunque el robot hablara de todo como si supiera no parase de cometer errores. El error como clave para parecer humano me parece algo fascinante, una personalidad sintética que se muestra en fase de experimentación, aprendiendo, errando, explorando. Como un niño. ¿Qué hay más humano que un chaval de 13 años?
Sin embargo lo que me interesa mucho más es ver como Eugene logró mantener conversaciones creíbles, humanas, con interpelaciones, interrupciones y cómo buscaba la lógica de la conversación. Hace ya unos años invertimos en Cilenis, empresa especializada en este tipo de desarrollos y que, aun estando en otro nível, me ha permitido aprender mucho de todo ello y darme cuenta de que cerca está todo el modelo relacional entre máquinas y seres humanos.
Soy un apasionado desde niño de las novelas de ciencia ficción. La primera ‘paga’ que mis padres me dieron hace mil años la gasté en libros de una colección de Isaac Asimov y otra de Ray Bradbury. El resto fue para dos chicles de plátano. Por aquel entonces la ciencia ficción, en libros o en cine, trataba el efecto, los fuegos artificiales, buscaban crear una fantasía en torno a cosas que difícilmente pudiéramos entender. Viajes a otros mundos o un planeta habitado por humanoides. No aparecía Internet ni nada que se le pareciera. Se hablaba de ‘teletransportación’ pero no de comunicación global. Lo más parecido a un teléfono móvil era el golpe en pecho que se daban los protagonistas de Star Trek cuando querían hablar entre ellos a distancia.
Ahora el cine o la novela que habla del futuro suelen adaptarse al futuro inmediato. Algo cercano, como si fuera imposible relatar que sucederá más allá de lo que vemos en el horizonte. Estamos escarmentados. En apenas dos décadas este mundo no lo conoce nadie que lo habitaba entonces. Ahora es imposible predecir que supondrán todas estas aplicaciones inteligentes en nuestro día a día en ni tan siquiera medio lustro. Coches que van solos, ciudades organizadas inteligentemente por un software, datos aportados de nuestro comportamiento a una base de datos megalítica a fin de que nuestro ejercicio de vivir sea más fácil y requiera menos intervenciones o procesos. Nadie puede ver que viene como nadie pudo interpretar el escenario actual.
Y ahora está claro que en todo lo que comentamos aquí, de cuantos proyectos desarrollan muchos jóvenes y no tan jóvenes en sus startups que buscan aportar cosas nuevas o mejorar las existentes, van a tener mucho que ver con eso que llamamos Inteligencia Artificial. Mientras vivimos, la vida real se va preparando para algo que está mucho más cerca de lo que pensamos. Que Google y otras grandes corporaciones inviertan en empresas que desarrollan robots físicos, humanoides, que en Japón la industria de simular la humanidad esté realizando avances míticos o que un software ruso pudiera engañar a un jurado británico no son más que aspectos que se entrecruzan y que desembocan en un escenario ‘posthumano’ muy próximo.
https://www.youtube.com/watch?v=hlHrvQ7D5OU
Fijaros como las películas ya no sólo se esfuerzan en los ‘efectos especiales’. Ahora las tramas buscan explicar científicamente aquello que aportan. Unas lo logran mejor y otras no tanto. Her, trataba de algo que muchos pensamos que es factible. No sólo la toma de conciencia de un sistema operativo, sino la opción de llegar a confundir si con quien interactúas es real o no.
La AI todavía está considerada un mero asistente personal. De ahí que la inversión en esta industria no esté dando grandes pasos todavía de manera visible. La financiación en este tipo de proyectos es bajo demanda y hay poco de capital riesgo capaz de ‘acompañar’ a proyectos de este tipo que requieren mucha investigación e ideología si me apuras. Inversiones muy vinculadas a la universidad y sus laboratorios. El gobierno que apueste por ello, el ecosistema que se centre y ponga recursos ingentes para que los mejores en este campo se instalen y apliquen con empresas en paralelo, estará cambiando el ‘point of view’ de ese territorio. Estaría sentando las bases de un modelo productivo de futuro, de conocimiento y tremendamente versátil y eficiente.
Si alguien con capacidad para decidir me está escuchando, le diré que ya no es necesario invertir en superordenadores ni en nada que se le parezca. La velocidad de las infraestructuras necesarias, la disponibilidad y magnitud de todo ha permitido algoritmos más capaces para abordar los problemas más ambiciosos. No sólo es el hardware necesariamente más rápido, ahora son matrices especializadas disponibles en la propia nube. Lo que solía ser ejecutado en los laboratorios especializados ahora se puede implementar desde ‘cloud’ por coste mucho menor. No hace falta crear un parque ‘temático’, sólo las condiciones para que nazcan empresas vinculadas a este campo. Que no sean anécdotas sino genérico. Que se complementen, que trabajen en común, que perciban una apuesta firme.
Esa revolución de la que hablamos muchas veces está en su epicentro. Ahora más que nunca. Cuesta darse cuenta, tiene que ver con todo cuanto nos rodea y lo que se está haciendo ahora mismo en muchos lugares del planeta. ¿Por qué no subirse? Tiene que ver con el Big Data, un espacio de interés para las compañías que ven en la Inteligencia Artificial un campo claro de crecimiento. Almacenamiento en la nube, datos, digestión de todo ello y demanda de soluciones prácticas no harán más que hacer crecer ese sector y, por derivación, la capacidad de todo lo que tiene que ver con la inteligencia no humana.
El foco puesto en la AI ya es general. La inversión llega y va a ir definiendo en que empresas pueden utilizarla y como. No hablo de ‘un televisor en tu casa hablándote’, hablamos de algo menos ‘cool’ pero igualmente efectivo y disruptivo. Por ejemplo empresas vinculadas a plataformas, proporcionando APIs genéricas basadas en Inteligencia Artificial para profesionales como hace Nuance, PredictionIO, o Wise.io. También para empresas de nueva creación, combinando tecnologías básicas y servicios profesionales de personalización para otras empresas en general como hacen en Skymind o Predii. Otro campo serán las empresas de productos enfocados a aplicaciones verticales y específicas de la propia IA como ahora desarrollan Euclides Analytics o HoneyComb. Si tienes una empresa que gira en este entorno, me interesa.
En definitiva, ahora mismo de la Inteligencia Artificial ya podemos esperar muchas cosas, de su conciencia o no, veremos. Mi impresión es que su uso se encaminará a la detección de errores en múltiples campos y a aportar solución, al diagnóstico médico, a la gestión pública, a la asistencia personal, a la navegación sofisticada y al descubrimiento de clientes y productos para el comercio electrónico como elemento de interacción comercial o sencillamente como interpretador de necesidades en una tienda. Tal vez todavía es un buen guión cinematográfico, una buena novela de ciencia ficción, pero está claro que uno de los campos más interesantes del desarrollo económico que nos espera en apenas dos o tres años es ver como traspasamos la próxima frontera que supone todo ello, entre la innovación y su aplicación. Recordemos que ‘innovación existe si el mercado la acepta’. ¿La aceptará?
Invertir en una App contra el Párkinson
Hace unos meses llegó a mi oficina de Dublín una propuesta de inversión que desde el primer momento nos pareció a todos magnífica. Se trataba de una aplicación para smartphones que ayuda a recuperar la movilidad de los pacientes de Parkinson. Su autora, la joven irlandesa ganadora del Entrepreneur Dublin City al mejor proyecto tecnológico joven de 2014, Ciara Clancy, ha desarrollado un método que permite a los pacientes de esta enfermedad degenerativa a superar los problemas de movilidad que causa.
Se trata de Beats Medical. La emprendedora que la ha hecho posible apenas tiene 24 años y, una vez presentada en sociedad, se ha lanzado al mercado británico como primer paso para la explotación global. De hecho fue en ese instante que estuvimos en contacto con el proyecto, justo antes de que abriera una oficina en Londres. Hasta hace poco su zona de trabajo está en el conocido muelle de Dublín John Rogerson.
Invertir en aplicaciones es complicado, exige paciencia y requiere que la tracción se logré rápido por la enorme competencia que hay en todos los campos. En el caso de Beats Medical el hecho de ser pionera ha permitido a esta aplicación adquirir una ventaja de la que ya se vale de cara a lograr grandes acuerdos y el acercamiento de socios de alto valor en el sector médico.
La tecnología de Beats Medical suministra a las personas con Parkinson un tratamiento óptimo en el hogar a través de un teléfono inteligente. Terapias pensadas a partir del metrónomo es el vértice del que parte el concepto. Un tipo de terapia que hasta la fecha sólo se podía utilizar en el ámbito hospitalario.
El hecho de que Ciara Clancy ha trabajado de fisioterapeuta en el norte de Dublín durante un par de años le hizo pensar en diseñar una aplicación que permitiera enviar de forma remota sonidos a través de los auriculares del smartphone al igual que se realizan en el tratamiento tradicional que lucha contra la destrucción del sistema nervioso que provoca el Párkinson.
Ideas brillantes que con muy poco permiten mejorar la vida de muchas personas con la tecnología disponible en el uso cotidiano. En este caso los afectados pueden evaluar a diario, colocando en activo su teléfono durante dos minutos en un bolsillo del pantalón. Se recogen los datos y la aplicación prescribe un ritmo sonoro al paciene que debe escuchar durante diez minutos dos veces cada día. Lo va variando según lo que percibe en cada prueba.
Este tratamiento, cómo decía, llamado metrónomo, estimula de manera auditiva anulando la disfunción del cerebro de manera que evita movientos en el cuerpo que no se desean. Es un tratamiento que llevaba décadas investigándose y cuya puesta en práctica jamás antes se había trasladado a lo cotidiano.
Actualmente está en ronda de financiación de medio millón de euros. Por lo que nos han transmitido desde Enterprise Ireland está cerca de lograrlo con capital proveniente de diversos inversores privados, entre los que intentaremos aplicar, y que ya encabezan gente como el empresario Sean Melly de Etel, la doctora y vicepresidenta de la Confederación Mundial de Fisioterapia Emma Stokes y Graham Merriman, ex jefe de ventas globales online de Phillips
Cuando hablamos de aplicaciones, emprendedores, tecnología y futuro, no podemos dejar de lado una de las más apasionantes de sus vertientes: como lo digital elimina barreras y fricción entre lo que antes de su llegada era mucho más complicado de hacer, de como mejora la vida de las personas en aspectos impensables antes de la retirada de procesos e intermediarios de una hipotética cadena de valor. En el ámbito de la salud hay un mundo por recorrer y este ejemplo que nos toca de cerca a los que vivimos el ecosistema emprendedor irlandés, es uno de ellos.
Dicen que el 95% de las aplicaciones no serán rentables, algo parecido a decir que no serán visibles, en apenas un par o tres de años. Si estás pensando o trabajando en alguna, piensa en si tu trabajo responde a ‘mejorar la vida’ a eliminar problemas o a ofrecer respuestas. La clave, cada vez más y excepto alguna anécdota que sirva de elemento que rompe la norma, será de un modo determinante ser útil.
¿De qué hablan las maquinas?
Al despertar escuché un cuchicheo de lejos. Eran mi cafetera y la nevera charloteando. No le di importancia, suelen hacerlo siempre al empezar al jornada. La tostadora no entra en debates y más cuando el asunto es acerca de consumo de calorías o ir de compras. Café intenso pero con la justa tasa de fortaleza que a mi me gusta. Es lo que mi cafetera inteligente considera adecuado para empezar bien el día. Sin embargo mi nevera, también inteligente, suele tener consideraciones mucho menos aplicadas al sabor sino que se enfoca en aspectos más técnicos. Le gusta comprar lo justo, de alto valor nutritivo y se lee todos los indicadores orgánicos descartando siempre aquello que, su sistema operativo, considere aditivo, innecesario o que pudiera causarme algún inconveniente en el futuro.
La suerte es que ‘KubiRubiko’ siempre atempera los nervios en casa y se encarga de que la ‘sangre’ no llegue al río. Es el sistema central de control de mi hogar, mi gran aliado, el justo y equilibrado señor de mi casa. Controla el consumo, la emisión a la carta (su carta) de música, cine o noticias sobre cualquier superficie de mi apartamento que previamente ha filtrado, analizado, resumido, estructurado y presentado, sin perder tiempo ni hacérmelo perder a mi. Todos vivimos felices, nos comunicamos mucho. A veces, incluso, lo hacemos con personas.’
No es ciencia ficción. Que no lo veamos no quiere decir que no esté pasando. O, en el mejor de los casos, está a punto de pasar. La tecnología no nos entrega el futuro, lo empaqueta en papel celofán y espera que nosotros mismos saquemos conclusiones. Si el resultado que obtenemos es lo mismo pero con nuevos ‘juguetes’ estaremos fracasando. No se trata de ‘hablar entre objetos’, es un cambio esencial del comportamiento moral y social de toda nuestra especie lo que se está larvando.
Deberemos aceptarlo. Mejor dicho, deberán. Todo cambia y lo hace porque la tecnología nos hace más inteligentes. Se pongan como se pongan, los hoteles cambiarán, los taxis, los periodistas, los directores de revistas como esta, o lo que se os ocurra, cambiará. Todos estamos afectados y es cuestión de alegrarse por ello. Saber más nos hace avanzar. Sobretodo porque cuando sabes más detectas lo que está mal, sabes que algo necesita de arreglo. Si no sabes nada nunca podrás saber que aquello ‘iba mal’. Por eso nos dirán que todo eso de los robots, las cosas hablando entre si y la evolución natural de la tecnología puede ser muy malo. El infierno de silicio le llamarán. Pero eso no tiene porque ser así.
Los robots no son malos. Ni buenos. Son el futuro como lo es tu hijo o el mío. De ellos es todo esto. Nosotros solo estamos con la puerta entreabierta, ellos la abrirán de par en par. Siéntete importante. Has vivido, estás viviendo y seguiremos en el futuro disfrutando el hecho de ser parte esencial de todo cuanto va a cambiar el mundo. Algo parecido a la posthumanidad bien entendida. La evolución natural de nuestra especie ha empezado un nuevo paso, probablemente el estadio en el que tratemos directamente con objetos inteligentes, pero aceptemos que ellos, entre si, también dialoguen para servirnos un mundo más eficiente y mejor.
Robots, software, conocimiento, cambio. Tecnología a toda velocidad. Ahora, por primera vez y a diferencia de otras revoluciones, la tecnología disponible está en las manos de cualquiera. La minoría poderosa ahora es la que se siente amenazada. Si antes podían establecer los criterios y las bases del uso de esa tecnología, ahora eso no es así.
Obviando problemas que se han asentado y que pondrán en juego todo este bucólico escenario, ‘peak oil’, reservas, superpoblación y colapso entre divisas, este podría ser el principio de un mundo mejor en manos de todos, con mayor conocimiento, capacidad para decidir, para emprender nuestros propios proyectos, con la eliminación de intermediarios y con una conjunción casi imperceptible entre máquinas y humanos. En este tercer número de Westinghouse vas a poder adentrarte en este mundo inminente que da sus primeras muestras de cómo va a ser y no se olvida de cómo es ahora mismo. Volvemos a mostrar ‘la hoja de ruta aparente’.
¿De que hablarán las maquinas? Vete tu a saber, seguramente de lo mismo que nosotros. Lo único que podemos tener en cuenta sobre ese dialecto imperceptible es que ya es una lengua más, un escenario de comunicación entre los que ahora son sólo objetos adquiriendo conocimiento y aprendiendo artificialmente y un mundo que trastocará el nuestro donde las propias máquinas serán capaces de rebatir, dudar y opinar acerca de lo que nosotros les ordenemos.
El futuro puede ser mucho mejor, pero dependerá de los que lo estamos construyendo, los que de algún modo, tenemos la responsabilidad de convertirlo en un lugar habitable para nuestros nuevos inquilinos. Vienen, seguro, mejor aceptarlo y hacerlo cómodo. La mayoría de ellos ya están aquí y ni lo sabemos. Están por todas partes sólo que aún no han aprendido a comunicarse con nosotros o, sencillamente, no tienen nada que decirnos todavía. Todo llegará.
*Editorial del número 3 de la revista digital económica Westinghouse Future Economy. Actualmente disponible sólo para iPad pero durante este mes de marzo estarán ya disponibles las versiones en Android y Smartphone.
Tomar las riendas tecnológicas
Es uno de mis temas favoritos en mis conferencias. ¿Cómo vamos a digerir los avances tecnológicos desde el punto de vista social y económico ahora que sabemos que la velocidad empieza a aumentar de manera exponencial? Resulta que las cosas van en dirección contraria a lo que nos explican o nos dejan ver. Es algo tan evidente que ha dejado de preocupar. El reto de nuestra sociedad moderna y digitalizada consiste en hacerse cargo de sus propios límites en términos de gestión laboral y, por defecto, del talento asignado a los procesos de producción actual. Ya nada va a ser igual y no nos lo cuentan para no intranquilizarnos. Es mejor una sociedad adormecida pensando en el destino inexorable que en otra reactiva y protagonizando este cambio de época.
El momento más intenso se vivirá cuando la ‘Internet de las cosas’ entre en colisión o contacto con el concepto ‘big data’ y lo que supone de exponencial su uso compartido. En 2020 habrá más de 50.000 millones de dispositivos conectados entre si, lo que supondrá una digestión inteligente de datos como nunca antes ha vivido la humanidad. Todo ello combinará inteligencia artificial, natural y conversaciones comerciales a partir de lo que el marketing matemático solicite y lo que el comercio de información entregue.
Sin embargo, no todo es tan sencillo. Con el aumento de la automatización, como los robots en las fábricas, el trabajo humano será sustituido. En los próximos años, el problema sólo se hará más intenso a medida que las máquinas aprendan a asumir el control, incluso en lo que antes se consideraban tareas altamente humanas e imposibles de asignar a un software o a un brazo articulado.
Estamos en el principio de algo tremendamente extraordinario. La tecnología continuará acelerando y nadie estará a salvo de ser sustituido por ella. Esto va de aprender, de evolucionar como especie, de avanzar como sociedad y de mejorar nuestro entorno utilizando la ciencia tecnológica y digital. Permitirnos trabajar menos o trabajar por otras cosas. Que cada uno haga su elección. Yo contemplo el futuro tecnológico como un lugar de aprendizaje y de retos continuos.
La velocidad con la que circulamos por la historia cada vez es mayor. Hace una década no existían las empresas que ahora marcan nuestro día a día de manera irremediable. Compañías que no tan sólo son parte de todo lo que nos afecta sino que además son las más valoradas económicamente en algunos mercados de valores. Hace cinco años no existían tampoco una gran cantidad de ‘oficios’ que ahora son los más demandados. Curioso ver también como esos nuevos modelos laborales se basan en otros procesos profesionales que nada tienen que ver con el pasado.
Enumera cuantas cosas haces hoy en día de la mano de tecnología que no estaba en la mente de nadie apenas hace dos décadas. Enumera, si te atreves, cuantos objetos eran precisos y de que tamaño, para englobar lo que ahora está en tu único smartphone. Piensa en como va a afectar a médicos, profesores, abogados, periodistas, políticos, funcionarios, conductores, policías, etc.., cada una de las aparentes iniciativas innovadoras que se van explicando en las webs de tendencias tecnológicas cada día.
La velocidad es espantosa y los emprendedores lo sabemos. Lo vivo como si acabara de cumplir cinco años y cada día tuviera un bono entrada para disfrutar de Eurodisney veinte horas al día. Es inacabable. No permitamos que porque nos dijeran que la tecnología puede ser nociva, tóxica para el empleo, no veamos hacia donde nos lleva.
Nos va a empoderar, nos concede modelos de entendimiento y relación a todos y sin límite. La digitalización de nuestra vida no son cadenas, son llanuras por explorar. Pero hay una fábula que me hace pensar en cuanto podemos hacer y no hacemos por no saber que es factible sólo si nos diéramos cuenta. Hace muchos años me la explicaron, ignoro si es real, imagino que no, pero es la historia de un niño que fue al circo con su padre y quedó fascinado con la actuación de un enorme elefante de fuerza descomunal.
Al terminar la función, el pequeño vio cómo el domador ataba una de las patas del animal a una pequeña estaca clavada en el suelo. Sin embargo, le sorprendió constatar que si bien la cadena era gruesa, la estaca era un minúsculo pedazo de madera. –Papá, ¿cómo puede ser que el elefante no se escape?–, le preguntó. Y su padre le dijo: –Porque está amaestrado–. –Si está amaestrado–, insistió, –¿por qué lo encadenan?–. El padre no supo qué decirle. Antes de marcharse a casa, un anciano que había escuchado la conversación le reveló la respuesta que andaba buscando. –El elefante no se escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que nació. Posiblemente, al principio tratara de soltarse, empujando con todas sus fuerzas. Pero siendo un pequeño elefante, la estaca era demasiado resistente para él. Y así continuó hasta sentirse agotado, impotente y, finalmente, resignado. Por eso ahora, siendo un elefante poderoso, sigue siendo preso de sus cadenas. Está convencido de que no puede liberarse de ellas. Lo que no sabe es que le bastaría con decir no…
Ahora hablamos de tomar las riendas tecnológicas sociales y económicas. No nos queda otra si queremos liderar, nosotros mismos, este tránsito a un nuevo modelo que se automatiza y que se llevará por delante todo cuanto conocemos. Si para ello seguimos esperando los dictados de gobiernos, estructuras y todo lo que supone intervención y control, el retraso nos dañará irreversiblemente.
Del #nopodeis al #podemos’, innovación íntima.
En este blog hablamos de un futuro sin empleo. De como será todo cuando robots y software se afiancen en nuestras vidas cotidianas de un modo más intenso que el que ya gozan en la actualidad. Eso, simplemente, es cuestión de tiempo. Pero mientras todo eso llega, al tiempo que el planeta, a distinta velocidad según el lugar, se adapta, los que deben ir asumiendo esos cambios somos los que lo habitamos. En el campo del trabajo, y su deriva socioeconómica, las cosas han variado y mucho en muy poco tiempo.
Hemos pasado de transitar 30 años en el mismo puesto laboral a tener una decena antes de ser unos cuarentones. Algunos por simple inconformismo, otros por ineptitud, pero muchos por un modo que se ha instalado en nuestro ecosistema económico que no compensa si lo que haces es permanecer en la llamada ‘la sociedad agotada’. También le llamaban libertad, un estado lisérgico que te hace pensar que lo tienes ‘todo’ por tener un trabajo fijo, una hipoteca fija y una familia fija.
El tiempo pasa y en el cuerpo social se fue inyectando el virus de lo que es ‘cool’ y lo que no. Transitamos ahora por ‘la sociedad ordenada’ donde todo está muy bien pensado para parecer menos ordenado. Vacaciones organizadamente desorganizadas y vestimentas diseñadamente informales. En el ámbito de la empresa se tensa hasta límites en los que las estructuras se suceden las unas a las otras, se pisan y se generan galardones a quien más ordenadamente disruptivo es mientras no cambie ‘lo establecido’. Que lo parezca es suficiente, que lo sea no es necesario. Mira a tu alrededor, verás muchos casos.
Ahora todo está mutando. Empieza a ser muy diferente. En la antesala de que todo cambie aún más, mientras esperamos que el mundo se automatice definitivamente, vivimos en otro estadio social mucho menos rígido aparentemente. Es la puerta de entrada y tienes un código concreto por descifrar. Ya tenemos tres de los cuatro dígitos de la clave ‘pin’ que da acceso.
- De ser una sociedad disciplinada y que buscaba cobertura en lo colectivo, en el estado, en lo social, vamos pasando a otra menos dispuesta a obedecer, más emprendedora, dispuesta a alcanzar sus sueños bajo el lema de que ‘es posible’.
- Del ‘#nopodéis se va pasando al #podemos’. Nada es casual, ni en España, ni en el #yeswecan que llevó a la Casablanca a un presidente de raza negra cuando eso en películas de principios de este siglo era algo que se trataba como ciencia ficción. ¿Lo recuerdas? Tampoco lo es en Grecia, ni lo será como preveo en Irlanda. Irá sucediendo. Tiene que ver más con lo que significa que con lo que es y de ahí el error de quienes no lo quieren aceptar y se ven inmersos en una guerra donde no hay soldados, sólo una enorme y elefantiásica pasarela que lleva de un mundo a otro. En la empresa sería una especie de ‘revolución íntima’, revolucionaria, una ‘íntima revolución innovadora’.
- La política no es más que una esquina de todo ello. Me interesa más bien poco quienes están detrás de un nuevo proyecto o que dicen que van a hacer. Poco o nada ya va con ellos. El tiempo es el que es y arrasará con todo, incluso con los más ‘innovadores’ de la gestión pública. Ellos, únicamente, #podrán, y de eso va este nuevo mundo inminente, estimularlo, acelerarlo o frenarlo, pero ya no, nunca, detenerlo. La ventaja de los países, cuyos dirigentes así lo vean, como un gran ‘big picture’ del futuro a 20 o 30 años, irán tomando la delantera e irán conquistando ese futuro para nuestros (sus) hijos, los que no, seguirán (seguiremos) hablando y hablando de no sabemos que exactamente.
- Un mundo en el que se ha pasado de las jerarquías verticales de trabajo a otras cuyas organizaciones son ágiles, comunican bien y son transparentes.
- De competir para captar mercados se ha mutado a una innovación constante para crear nuevos clientes interesados.
- De trabajar vinculado en ‘funciones’ inamovibles se ha pasado a centrarse en ‘proyectos’. Por ello se ha pasado de la ‘estructura’ a las ‘personas’.
- De la orden a la confianza en el equipo, donde la importancia curricular cede a la inteligencia emocional y de la ‘experiencia’ a las ‘ganas’.
- De la conciliación entre trabajo y vida personal se tiende a que tu trabajo sea tu vida pues es esencialmente lo que te realiza en todos los ámbitos, del adicto al trabajo se pasa al explorador con espiritu de sacrificio, de los jefes a las redes.
En breve muchas de esas mutaciones aun serán más complejas. Del jefe al software (robot), de los equipos a la multitarea distribuida, del explorador al soñador, de la inteligencia emocional a la psicología cibernética (llevarse bien con máquinas que parecen personas) o de los modelos de gestión por proyectos pasaremos a otra mucho más difusa en los que los proyectos precisarán de tantos complementos y desde tantos campos que difícilmente sabremos medir su inicio o su final y no dejarán de ser ‘modelos de crecimiento empresarial o social’
Innovar no es fácil. De hecho si no logras que el mercado la acepte no es innovación. De eso va el futuro, pero también el presente. ¿Tu empresa dice estar innovando? ¿Conviertes tu innovación en facturas? Si no es así simplemente estás dando vueltas con un coche nuevo a la misma rotonda de siempre. O cambias de coche o cambias de rotonda. Transfórmate, transforma tu empresa. ¿Quieres más info?
Uber, taxis, coches autónomos y el peso de lo inevitable.
Había una vez dos taxistas hablando durante una de las manifestaciones contra la plataforma demoníaca Uber. Uno le ratificaba al otro que era inadmisible. Que había mil razones que soportaban el argumento de que un ‘taxi’ debía ser un binomio entre un ser humano con licencias de uso y una máquina. Y mientras hablaban pasó un artefacto sin conductor, sin nadie que lo condujera. Ambos dijeron: ‘ese es uno de esos coches que van solos‘. A lo que el otro taxista respondió, ‘ni caso, eso no llegará a ninguna parte, faltan mil años para que sea real‘. Al cabo de unos minutos el ‘auto sin volante’ volvió a pasar. Esta vez llevaba ‘un cliente’. El futuro lejano les pasó frente suyo.
Esta escena se producirá en otoño de 2016. Los primeros ‘taxis’ autónomos serán reales en algunas ciudades británicas. Llevarán volante, eso si, que permitirá tomar el control al ‘pasajero/cliente’ en caso de emergencia. Digamos que es un ‘Uber’ pero ya sin conductor. La plataforma que pondrá en contacto al ‘coche’ con el cliente ya no precisará de ‘conductor’. Al final se manifestarán todos juntos. Lo veo venir. Todo está preparado para la llegada del futuro en este sentido y nos adentra en otro análisis, el político y el social, el de cómo vamos a adoptar un modelo cotidiano de este tipo.
Que hay una guerra latente, una serie de batallas acerca de los vehículos autónomos, es evidente. Ya no es Google quien va detrás. Se habla del iCar de Apple, o los prototipos que ya recorren circuitos piloto de Nissan, Volvo, Renaul y Ford. Seguro que hay más, seguro que todos. El mercado del ‘coche’ está cambiando. Me comentaba el responsable de comunciación y marketing de Nissan hace un par de semanas que ‘la marca nipona está trasladando todo su plan de creación y desarrollo de negocio hacia una vertiente que jamás antes se habían planteado‘. Decía que a los jóvenes no les interesan los coches, no los compran, los comparten, se dejan llevar, no les gusta conducir. La caída de la adoración sobre este artefacto es brutal y que están pensando en dar respuesta a todo ello.
Compartidos, eléctricos y autónomos. Tres claves para entender lo que viene y ya no es cuestión de décadas. Esto va de pocos años. De hecho el primer auto sin conductor en llegar a las carreteras británicas ya fue lanzado la semana pasada y ya deambula por el barrio de Greenwich en Londres. Tal y como prometió el gobierno de aquella ciudad y aquí comentamos.
Se trata de un vehículo de tracción eléctrica LUTZ Pathfinder que puede viajar a 20 kilómetros por hora debido al gran número de sensores, radares y cámaras para evitar los obstáculos. Recordemos que el futuro de este tipo de vehículos no será tanto sus sensores como su memoria. El acuerdo entre Uber y Google giraba en torno a como ‘sintetizar en 3D y a tiempo real el mundo’.
Este Lutz es como una cápsula biplaza. Fue diseñada por Transport Systems Catapult y de momento está plantado para zonas peatonales y alguna urbana de escaso tráfico. Lo que realmente va a cambiar los planteamientos políticos, que no nos olvidemos siempre son los que frenan o aceleran el progreso, a finales de este mismo año se pondrá a prueba una flota de autos en las propias calles de Milton Keynes, al norte de Londres. Si todo sale según lo planeado, en dos años una flota de vehículos totalmente automatizados podría circular por toda la capital británica.
Si has estado en el Aeropuerto Internacional de Heathrow de Londres, desde hace un par de años ya habrás visto alguno de estos ‘engendros’ transportando pasajeros entre la terminal y el estacionamiento de ‘los coches que si necesitan conductor’.
Pero esta vez será la primera que se permitirá que autos automatizados participen del tráfico real. Vince Cable, secretario de negocios británico, dijo que el Reino Unido tenía la oportunidad de convertirse en líder de la industria de los autos sin conductor y que, según espera, todo ello tendrá un valor de 1,5 billones de euros en menos de una década. Ya está. Ya llegó. Google hace tiempo, como decíamos, Uber algo está tramando. Muchas marcas irán detrás. La mayoría no son ni fabricantes de autos ahora mismo.
Que cada país siga planteando su futuro como considere. Las pistas de donde se va a situar el escenario cada vez son más claras. Tener a las riendas de todo esto a quien no lo ve es tal vez la peor apuesta. Liderar el futuro no depende de esperar y verlas venir. El futuro es exclusivamente para los que exploran, gastan en innovación y adecuan sus leyes al futuro inminente y no lo contrario.
Hoteles, bancos y peluquerías atendidas sólo por robots
Fin de la ciencia ficción. Bienvenido al futuro. Un hotel en la ciudad de Nagasaki, el Henn-na Hotel, está haciendo una selección de personal un tanto curiosa. Entre los seleccionados no habrá un sólo humano. Todos serán una especie de C-3PO diseñados por Kokoro, empresa que lleva desarrollando desde hace 12 años el proyecto ‘Actroid’. Un robot de aspecto humano cada vez más eficiente y real. Son robots que parpadean, ‘respiran’, hablan japonés con fluidez, chapurrean el chino, el coreano y el inglés, tienen lenguaje corporal y atienden al tuyo.
En 2011 tuve la oportunidad de ‘conocer’ a un humanoide similar durante una feria. Recuerdo que lo más sorprendente no es que te hablen, te atiendan, su aspecto o que simulen respirar, lo que realmente les da ‘vida’ es que te miran. Saben distinguir el punto de mirada y eso te hace entrar en contacto directo con un objeto que, de algún modo, a medida que incorpora datos y aumenta su velocidad para procesarlos, casi piensa.
En julio este hotel de 72 habitaciones será atendido por una decena de robots humanoides capaces de saludar a los huéspedes, registrarlos, transportar el equipaje, limpiar las habitaciones y al final, vete tu a saber, dirigirlo. El proyecto no tiene como objetivo quedarse sólo en los servicios que pueden ofrecer estos robots, lo que esperan es ir aumentando el rendimiento, la capacidad cognitiva (si me lo permiten) y generar en generaciones posteriores de ‘personal’ la posibilidad de que la inteligencia artificial aflore y tome decisiones fuera de lo que una conducta digitalizada permite ahora.
El hotel Henn (que significa cambio o algo parecido en japonés) ha intentado que la impresión de que el hotel va a ser algo frío, o que con tanto robot andando por ahí va a faltar ‘calor humano’, se compense diciendo que a parte de recepcionistas, botones y servicio de habitaciones, se complementará con algún ser vivo ‘persona’. No obstante, el presidente de este grupo hotelero, Hideo Sawada, asegura que el 90% de las tareas y servicios del hotel las llevarán humanoides y software asociado.
Pero vamos a los temas sensibles y que en este blog interesan. Por un lado sepamos si esto es un aviso o una extravagancia. Cuando viajas a Japón o Corea te das cuenta de que hay un mundo aproximándose a toda velocidad y que tiene que ver con todo esto de automatizar a base de autómatas. Quien viajara o tuviera acceso a lo que pasaba en Tokio hace dos décadas vio parte del futuro que hoy vivimos todos con respecto a la dependencia de teléfonos móviles, máquinas que lo expenden todo, accesos a transportes sin humanos, trenes que van solos, etc.
Ahora pasa igual, miremos bien al llamado ‘hotel más eficiente del mundo’. Así será este hotel. No es una broma, es la pura realidad futura tocando a la puerta de todas las cadenas de hoteles del mundo y a todas las miserables oficinas de empleo temporal. Veremos robots en la cola del paro algún día.
La CNN explicó como será a partir de julio un día en este hotel. Llegas y podrás acceder a tu habitación sin llaves. Todo irá por reconocimiento facial y la temperatura ambiente se monitorizará en base al calor de tu cuerpo. No se deberá llamar a recepción, eso se hará por medio digital con tu teléfono que activará una aplicación al entrar en el hotel.
Lo mejor, el precio. Resulta que un país caro y en una ciudad cara este hotel ofrecerá habitaciones por menos de 50 Euros la noche. Podría ser esa la clave. Si logras hacer eficiente el uso del hotel, no sólo por salarios, estamos hablando de otros elementos con los que un humano no puede competir, tienes menos costes y al final se repercuten en la venta.
Henn-na no se limita solo a construir robots para hoteles. En Tokio, desde hace unos días, hay un robot que habla 19 idiomas y que te ayuda a utilizar a su primo, un cajero automático que hace de todo y que, hasta hace unos días, sin ‘Nao’ (asi se llama el autómata banquero), tenías que estudiar un MBA. Ahora con su apoyo y comprensión, de una tacada, se han quitado tres recepcionistas, una azafata y dos cajeros viejos.
A pocos metros de este banco, los japoneses de allí pueden ir a un bar espectáculo dónde sólo te sirven, actúan y atienden robots, o a una peluquería donde el lavado y corte de pelo te lo hace un robot de 24 dedos. Tal vez, después de tanto robot, en el banco, en el bar, en la peluquería, lo más lógico es ir a un hotel robot y así acabamos el día como Asimov manda.
Definitivamente vamos al paro todos. De aquí nada, de hecho ya hay alguno, los que damos conferencias seremos sustituidos por un bicho de estos más gracioso, mejor visto, que no se cansa, capaz de dar decenas de charlas al día, con una voz genial, proyectando el mismo y que no le molesten los teléfonos móviles en la sala, y si les molesta les enviará rayos gamma a su propietario en medio del aforo.
Habrá a quien todo esto o bien le asuste o lo vea lejano, incluso freak, que es posible pensar que los japoneses están ‘pallá’ o que es imposible que todo esto llegue a nuestros días de un modo tan real. Si hace diez años te dicen que en el supermercado de barrio al que vas siempre, no ibas a encontrarte un humano que te pase los productos por el lector de precios no te lo hubieras creído. Revisa exactamente tu manera de ver el mundo hace 20 años. Piensa. Yo lo hice, y un día publicaré aquella carta personal. Y os aseguro, yo era un visionario al que todos tachaban de decir cosas que ‘eran imposibles’, y me quedé corto.
Foto de Vincent West Reuters
El Big Data y la Internet del Todo.
¿Recuerdas cuando ser un ‘Community Manager’ era lo más ‘cool’? Ahora es un término que se utiliza lo menos posible por haber llegado al exceso y seguramente por haber sido mal definido en su día. Eso pasa mucho en tecnología, en las formas económicas cambiantes que nos toca vivir. Muchos vocablos aparecen para definir cosas nuevas, para intentar explicar en pocas palabras lo que representa una nueva actividad o un nuevo modelo de gestión. Además, se complica cuando el idioma que tiene que hacerlo es uno que de por si ya es suficientemente cáustico, el inglés.
Pues en eso estamos con lo de ‘Big Data’. Existe como una especie de tendencia a vincular dicho concepto exclusivamente a predecir que querrán los consumidores, a una especie de publicidad predictiva como si de una bola mágica se tratara y fuera capaz de decir donde y cuando va a haber un cliente de una empresa determinada y de proponerle el producto ‘que él ni sabe que quiere aún’.
Estoy seguro que en breve, apenas tres o cuatro años, decir que tienes una empresa de ‘Big Data’ será como raro, fuera de tiempo. De hecho lo que denominamos ‘Big Data’ no es más que una esquina de todo esto del análisis de toda la información generada.
Asistí hace un año a una charla de Arvind Narayanan, un tipo que investiga todo esto en Princeton y que fue el primero en analizar el valor de identificar las referencias cruzadas de los clientes ‘supuestamente anónimos’ en Netflix y cruzarlas con la Internet Database Movie. Recuerdo que explicaba que históricamente se capturaban los datos a través de procesos informáticos, como los sistemas de pago, pero ahora gracias a las redes sociales y a las tecnologías móviles combinadas con la ingesta masiva y analítica de datos, el foco está en las interacciones y experiencias de los consumidores. Todo ello proporciona datos de mucho más valor.
En esto del Big Data hay que diferenciar dos fases. Una primera que se basa en los datos procedentes de la secuencia de clicks en las páginas webs, que han permitido comprender las preferencias de los usuarios y su comportamiento. La segunda, la que me interesa más, es la que se deriva de que deja de lado las transacciones que realizan los usuarios y se centra en las interacciones de éstos. Es decir, no solo es un tema del ‘dato de lo qué compra el usuario’ sino todos los clicks que hace para alcanzar esa compra. Esa es la clave.
Decía que ‘los primeros datos son sencillos de analizar porque todo está bien especificado, pero los datos de las redes sociales necesitan mucha más interpretación, hay mucha más ambigüedad en cómo la gente se comunica y por eso la tecnología es más sofisticada’
Pero si estás pensando que esto del Big Data es muy complicado o que da algo de miedo, relájate, porque aun hay más. Una tercera generación en el análisis masivo y comprensión de datos se aproxima. Son los datos provenientes de sensores, de la Internet de las Cosas, del M2M. En el futuro, todo será capaz de sentir, de recibir un estímulo a través de un sensor.
Coches que no necesitaran conductor pero si datos, un cepillo de dientes enviándote un email con el estado de tus dientes, toda la logística de donde compras y como se te vende, las mascotas llevarán sensores, las autopistas, los bolígrafos, las lámparas, las persianas, las tostadoras, tu mujer, tu televisión, tu teléfono y tus zapatos. Todos esos datos también, ¿qué te pensabas? serán analizados, interpretados y recolocados donde sea preciso.
Justo en ese instante aparece una ecuación que sólo es capaz de identificarse en novelas de ciencia ficción pero con la diferencia de que en breve el adjetivo será innecesario. Internet de las Cosas (y sus sensores) más Big Data (con su analítica global) nos da la Internet del Todo. Ese es el destino.
Me temo que existe una especie de prejuicio sobre que todo esto del Big Data está planteado para ‘vender más’, para ‘interpretar intenciones de voto’ o para adelantarse al consumidor, borrego, ciudadano. Es como si, a partir de ahora, el control de nuestro destino estuviera escrito en un código binario y nosotros no lo supiéramos.
Lo dudo, tiene que ver con la Nueva Economía y sus interacciones sociales. Me atrae mucho más saber como esa ingesta masiva de datos y su interpretación lograrán afectar a la educación, en como esos datos permitirán hacer más eficiente el gasto sanitario o educativo, el transporte más eficiente, en como nos ofrecerán una mejor calidad de vida atendiendo a la transacción de datos. Me interesa más ver como eso del Big Data se integra como solución socioeconómica y cultural en lugar de ver como logra ofrecer anuncios personalizados. Lo segundo, que pasará y pasa, es lo de menos.
”El futuro ya ha empezado. ¡Esto es la guerra!”
La editorial del número de 2 de la Revista Económica Westinghouse está planteado como una advertencia a aquellos que consideran que hay muchas cosas que para que pasen ‘aun falta mucho’. Es habitual, cada vez menos visto lo visto, escuchar aquel ‘eso ni tú ni yo lo vamos a ver’. Desde hace un tiempo eso es casi tan arriesgado asegurarlo como todo lo contrario. De lo que hablamos en este segundo número, del que cómo haré siempre replico la editorial en mi blog, es de ser partícipe o simple espectador. Hubo un momento en el que esto era opcional, ahora es casi obligatorio. Por lo menos para los que quieren ser protagonistas de su propia existencia, ser los que, a pesar de las mil batallas que se libran a lo lejos, algunas flechas nos tocan. Muévete, álzate y, aunque seamos pocos, apenas unos trescientos, la batalla por la conquista del futuro, la historia, nos observa. Este número 2 está disponible todavía solo para iPad pero en los próximos días también lo estará para Android y smartphones según me ha asegurado la dirección de la editorial Mediazines.
”El futuro ya ha empezado. ¡Esto es la guerra!”
La digitalización ha cambiado la economía, y también nuestras vidas, a una velocidad formidable. El despegue de la economía digital acorta las cadenas de valor, de las que se excluye cualquier eslabón que no aporte beneficio. De eso va todo esto. Va de entender el momento, de saber elegir entre lo que es accesorio y lo que realmente importa; entre el espectáculo formal y la realidad de fondo. Sabemos que ahora vivimos algo único y retorcidamente especial. Estamos presenciando el tránsito entre dos océanos, uno que representa un mundo anterior analógico y otro que se llena de datos y es digital. Es el paso de un mundo industrial atado a los convenios del pasado hacia el futuro automático y automatizado.
Westinghouse, Future Economy, es el libro de instrucciones para ordenar el rompecabezas. También es uno de esos papiros ocultos o escrituras prohibidas de chamanes y magos que esconden pócimas para transformar el mundo. Expresando nuestro modo de entenderlo todo y sin pretender ser más que un canal de conexión entre lo que es inminente y sus repercusiones socioeconómicas, en este número Westinghouse te ofrecerá más datos y más conocimiento sobre todo ello. Recordemos que saber es poder, querer es otra cosa.
Este segundo número quiere ser parte de la batalla que se libra en algún lugar sin coordenadas. Hablo de una guerra invisible pero a la que todos debemos atender y en la que nos jugamos el futuro de la humanidad. En ella participan dos bandos, como ya sucedió en otras ocasiones; por un lado, están los del flujo inservible e inércico que se dirigen hacia la nada, esos que esperan cifras de organismos oficiales que otorgan puntuales números favorables, los comparan con cifras menores o con cualquier dato que, por bueno e inmediato, les sirva. Son los del bando tóxico y peligroso. Hay otro frente, el nuestro. Este se encuentra en una posición en la que todo es oportunidad y donde los que conducimos siempre vamos con las luces largas. El futuro ya ha empezado. El liderazgo tecnológico es un requisito fundamental para mantener el liderazgo económico. Precisamente, esta búsqueda de la innovación y la voluntad de seguir evolucionando es lo que representa un verdadero desafío para toda la sociedad.
La revolución digital no es más que la antesala de un mundo automático y mejor, un lugar donde las personas dispondrán de oportunidades fuera de las obligaciones actuales. Sin embargo, nuestra revolución va más allá de la obsesión por smartphones, tablets o aplicaciones, es mucho más que hacer el ridículo esperando la llegada de un producto icónico durante horas o días frente a una Apple Store. Es mucho más intenso y profundo. De hecho, no es ni el tiempo que gastamos en todo ello, ni en como los utilizamos, tampoco tiene que ver con las redes sociales o con la distribución de la información. Si tomamos distancia, descubriremos que lo que estamos fabricando es un mundo interactivo, líquido y cada vez más pequeño.
Pero esto depende de cada uno de nosotros. Visto lo visto, y viendo lo que vamos viendo, poco o nada puedes esperar de los que ”deciden”. El desconocimiento de aquellos que siguen en la inopia aun teniendo responsabilidades de liderazgo, no los exonera de ser responsables de haber dejado pasar la oportunidad de conquistar “el futuro”. Si me apuras, hablamos de una Europa que sigue revisando su papel. O de Latinoamérica que está ante la mayor oportunidad que le ha concedido la historia. Si no hacen nada se les recordará por eso. Saldrán en los libros de texto como la generación política que permitió que el tren del futuro pasara por delante de todos y ni se enteraron. Esperemos que lean Westinghouse.
Si lo hacen, si nos leen, podrán saber, en este segundo episodio de nuestra historia, por donde va eso de la ”economia colaborativa” conociendo de cerca la startup ”letmespace”, saber cuál es valor y ”coste de una idea”, ver cómo los ”tecnorrevolucioanrios” están dibujando un mundo distinto y mejor, darse cuenta de que en Boston hay un ”Silicon Valley” repleto de conocimiento, ver cómo en una conferencia nos explican el método que elige una nevera ”para comprar por sí misma”, entender por qué Spotify es el verdadero referente de la economía freemium o incluso aprender que de los valores de un perro pastor alemán se puede inspirar un modelo empresarial.
Yo, si fuera ellos, leería WFE.
Startups como modelo de cambio económico
El discurso oficial dice que la recuperación económica de España es un hecho que ilumina tanto que deslumbra y por eso no lo vemos todos. Que siete años después de que la realidad nos explotará en las narices, el sector que se lo llevó todo por delante, ha vuelto a resurgir. Frases como ‘la construcción ha dejado de ser un lastre para el PIB y ya aporta de nuevo tasas positivas a la riqueza nacional’ son cada vez más recurrentes. Y, curiosamente, de algún modo es cierto. El ‘ladrillo’ generó el año pasado casi 100.000 puestos de trabajo nuevos, lo que obviamente es significativo.
Pero la ruta pasa por muchas esquinas y la explicación, de fondo, no es tan simple. La inversión institucional en activos inmobiliarios, por ejemplo, fue de casi 15.000 millones de euros, un volumen que solo se superó en los años ‘locos’ del decenio pasado, 2006 y 2007. Pues eso, que la pasta poco a poco, quienes disponen de ella, la vuelven a ir moviendo hacía el mismo lugar y quienes podrían impulsar que se distribuyera en sectores de alto valor y menos cíclicos no lo hacen.
Ese rejuvenecido sector inmobiliario convive con un paro descomunal no obstante en todos los ámbitos. A pesar de ese destello de ser la economía que vuelve a maravillar a todo el universo conocido, se sigue con un desempleo cercano a la cuarta parte de la población en edad de trabajar, y donde la mitad de los jóvenes no tienen idea de a que se van a dedicar en los próximos meses o años, cuando no es que se han ido a buscarse la vida. Parece que algunas ‘recuperaciones’ son puro celofán. De hecho la EPA, si se mira al detalle, te explica que, aunque estemos modificando el estadio, nada desde un tipo estructural está pasando de manera significativa y mucho menos está generándose ninguna metamorfosis en lo que sería el modelo de crecimiento.
La economía española creó el año pasado casi 450.000 empleos. Bien. Ya ‘sólo’ quedan 5 millones y medio de parados. La generación de ese empleo tampoco es que sea muy rápida, seamos realistas, pero lo peor es donde y como se crean. El sector tecnológico crea lo que crea, aporta lo que aporta, pero si no se le impulsa o se hace integral en el ámbito de que todo cuanto suceda tenga que ver de algun modo con ella, menos vamos a producir. Una economía tecnológica es la ideal, pero con tener una economía tecnificada ya me vale. Y eso tampoco es que sea de tirar cohetes.
La economía española no tiene mercado laboral para los jóvenes que acaban de terminar sus carreras o sus grados tecnológicos. No se ha creado, ni cuando había dinero o ahora que vuelve a fluir según nos dicen, empleo en la economía del conocimiento y digital que nos tocaría liderar a todas luces. ¿En que vamos a ser un país de interés? La respuesta siempre es el turismo, como si fuera un campo petrolífero sin límites.
Lo malo de este año 2015 es que quienes deben estimular se lo van a pasar dando mítines. Los que tienen que aportar claves, trabajar para que se cumplan e inspirar a una sociedad a la que le urge modernizarse, seguirán incluyendo una ‘@’ delante de su nombre como máximo signo de digitalización.
Y mira que este 2015 la recuperación esa de la que hablan y bajo los términos en los que la definen se producirá. Más como consecuencia de los procesos de ajuste que han situado a la demanda interna en condiciones de volver a crecer y por el impacto de shocks externos de carácter transitorio. Hablamos de la bajada de los tipos de interés a largo plazo, la caída del precio del petróleo, la bajada de impuestos en según que puntos y la depreciación del euro frente al dólar.
De nuevo, ante nosotros, oportunidades de generar un escenario de crecimiento. De nuevo, ante todos, la opción de aprovecharlo para amontonar ladrillos en cada esquina y especular con ellos o, por el contrario, la de construir futuro a partir de la tecnología, la sociedad del conocimiento y el crecimiento digitalizado como hacen e hicieron otros.
Convertir un país en líder en innovación no es algo que se pueda poner el programa electoral de los próximos cuatro años, es un pacto de estado, algo genérico y que debe desdoblarse en el tiempo e independiente a los gobiernos puntuales. A los que les está saliendo así lo hicieron y lo mantienen.
¿Dónde hay más innovación que genera riqueza? ¿dónde esa innovación genera empleo, liderazgo y competitividad tecnológica? Allí donde el modelo startup es un modelo creíble y defendido, no sólo una moda. Allí donde el ecosistema de creación de empresas tecnológicas con emprendedores de alto potencial de crecimiento, repito, startups, es algo consustancial con programas públicos y privados, donde equivocarse es un valor añadido y donde las trabas a la propia idea de innovar no existen.
El segundo escenario de startups más potente del mundo por detrás de Silicon es Israel. Un diminuto pais que también es el que cuenta con más compañías cotizadas en el NASDAQ, solo por detrás de los EEUU. Con apenas ocho millones de habitantes, geográficamente ubicada en una enredadera, lejos de todos los centros de negocio y finanzas del planeta, es sin embargo el referente en startups del planeta tras California.
Tel Aviv, Israel en su conjunto, convirtieron las dificultades, su propio momento complejo, su crisis de hace dos décadas en una oportunidad evidente. Desde legislar a favor del Venture Capital, hasta el trabajo de concienciación al inversor tradicional israelí que hacerlo en tecnología y startups era una apuesta de Estado. Eso sucedía en los años 90, cuando todo esto era una especie de discurso hipnótico que entendían pocos. Muchos países decidieron poner ladrillo sobre ladrillo y otros, el entorno de Tel Aviv, pusieron bits, sobre bits.
Fondos impulsados desde órganos públicos marcaron el camino que luego otros siguieron. Las startups necesitan de financiacion continua para crecer rápidamente y hacerlo a costa de pérdidas. Evangelizar sobre eso no es sencillo y en el caso israelí salió bien. The Yozma Group fue el primer fondo de Venture Capital impulsado por el Gobierno de Israel en Enero de 1993. Hace mucho pero fue pionero y público. Luego vinieron otros y ahora es un hervidero.
España tiene de todo, incubadoras, aceleradoras, capital riesgo, atractivos para inversión, talento, ideas, ambición entre los creadores, emprendedores, innovadores, empresas capaces de apostar por todo ello. Sin embargo sigue sin hoja de ruta. Una ruta que nos debe llevar a una estación parecida a la que otros ya rozan y que lo hacen gracias a estrategias claras, bien pensadas, fuera de tácticas electorales y, sobretodo, sacrificando la riqueza inmediata y de barro que suponen modelos de crecimiento de juguete y peligrosos y sacrificar esa velocidad inicial por una economía escalable, inteligente y de alto valor tecnológico.
Que ya no llegamos a la fiesta a tiempo es casi evidente, pero que más vale tarde que nunca, también.