Tras lo de Grecia, seguiremos trotando.
Lo de Grecia ya pasó. Y pasó como pasan las tormentas tropicales. Todo el mundo avisado de que hay que cerrar las ventanas, no salir a la calle y esperar a que amaine. Cuando sales el destrozo es mayúsculo. De eso iba todo esto. De ver como Europa, como nos la han explicado no existe. Y no existe porque quienes están ‘dibujándola’ no saben dibujar
Lo de Grecia ya pasó. Y pasó como pasan las tormentas tropicales. Todo el mundo avisado de que hay que cerrar las ventanas, no salir a la calle y esperar a que amaine. Cuando sales el destrozo es mayúsculo. De eso iba todo esto. De ver como Europa, como nos la han explicado no existe. Y no existe porque quienes están ‘dibujándola’ no saben dibujar. De hecho están en clase de artes plásticas con una calculadora. Así no sale. La verdad es que cuanto más lo pienso más claro tengo que reacciones sociales que se creían contenidas van a ir eclosionando por todas partes. Y no porque las cosas estén mal montadas, no, sino porque los que deberían estar trabajando por el futuro mantienen todos los gestos y protocolos del pasado.
Europa se configuró en una época que no existía Internet, teléfonos móviles ni redes sociales. Europa es una entelequia que se pensó para enfrentarse a un mundo emergente que poco a poco va emergiendo. No se trata de rescatar bancos, que también, ni de reestructurar deudas, que podría ser, sino de cómo un continente viejo y lento, sobre dimensionado, repleto de normas y estructuras, se adapta a un nuevo mundo.
Miremos con objetividad ¿Quiénes son? ¿A que se dedican? ¿Cómo estructuran la sociedad del futuro? Apenas saben nada ni se dejan asesorar. Todo parece en manos de bancos salvando cuentas de resultados con ecuaciones que no se aguantan por ningún sitio, deudas soberanas que aparecieron de la noche a la mañana y de un enorme y gigantesco sofá social que nos acomoda a todos.
Europa debería ser otra cosa. La cuna de un nuevo modelo económico que diera espacio a un futuro que se acerca a toda velocidad. Metafóricamente la imagen es descriptiva. Europa corre al trote por una vía paralela por la que se acerca un tren de alta velocidad. En menos de un minuto el tren pasará de largo y nosotros seguiremos corriendo al trote pensando que el vientecillo tibio que ha quedado tras el adelantamiento no es más que una brisa veraniega. Nada grave. Sigamos trotando.
Pero no era una ráfaga, era el futuro. Mientras pensamos en como dar de comer a millones de personas que se van quedando sin trabajo, mientras los gobiernos piensan desordenadamente como enfrentarse a las encuestas, el empleo desaparece en términos generales. Podemos darle valor y relevancia a las cifras puntuales que nos dicen que se crea empleo y que parece sostenido, pero es engañarse. No llegaremos al pleno empleo nunca más. Y es normal pues no hacemos falta en la mayoría de esos puestos de trabajo.
Improvisar es un verbo que se les da muy bien a los políticos. No nos engañemos, no es estrategia, es táctica. Si les sale bien dirán que lo tenían pensado y que es gracias a una buena estrategia. Si sale mal lo borran de sus discursos y crean otra táctica. Si tuvieran estrategia y luces largas, si realmente estuvieran trabajando para el futuro de todos estarían analizando como será Europa sin empleo. Como vamos a fabricar un mundo donde el ser humano requiere trabajar en lo que lo hace humano. Su creatividad.
Estuve el jueves en Londres. En un foro muy interesante sobre la permanencia de Reino Unido en Europa que tenía como punto de inicio el informe conjunto de Deloitte y la Universidad de Oxford publicado a finales de 2014 y que aportaba alguna revisión significativa. El tema central derivó hacía que más de diez millones de empleos británicos serán asumidos por la tecnología desplazando irremediablemente a las personas que ahora los ocupan. Es decir, uno de cada tres en apenas veinte años.
Allí no se hablaba de Grecia, ni de Alemania. No se mencionó Europa, sólo se habló del futuro de occidente y del papel que la clase política, empresarial y bancaria juega en este reto de cambio y de cómo, para evitar un conflicto social inmenso, se debe trabajar a medio plazo. Se dijo que si el plazo es relativamente cómodo, empezar a construir amortiguadores es urgente.
Podemos discutir de lo que queramos. A veces parece que vivimos en planetas distintos unos y otros. Que se convoquen elecciones y se hable de ‘lo de siempre’ preocupa. Pocos, ninguno, de los que dicen que nos gobernaran bien, nombra el futuro real que nos espera. Siguen con sus discursos manidos, de distintos colores, con la misma verborrea inútil de siempre, pero ninguno habla de que el empleo se va por la alcantarilla y de que el modelo social futuro exigirá de una nueva perspectiva.
Dan miedo. Terror. Los escuchas y siguen con lo de siempre. Recuperación, cambio, críticas al de enfrente, siempre igual. Ninguno de ellos, nadie, habla de que los empleos que se están planteando ‘crear’ en sus programas serán empleos muy mal pagados, en posiciones repetitivas y propensos a desaparecer. Las personas que ganen menos de 30.000 Euros al año tienen cinco veces más posibilidades de perder su empleo que los que ganen más de 100.000. Eso es de lo que deben preocuparse ‘sus señorías’ de las narices.
Los avances tecnológicos van a provocar un cambio importante en el mercado de trabajo en las próximas décadas. A menos que se hayan comprendido y anticipen estos cambios, habrá un riesgo de desempleo general y subempleo crónico que acrecentará las diferencias sociales de manera drástica. De eso no iba la modernidad, de eso no va ‘el futuro tecnológico’. En Reino Unido, y otros, están trabajando para sentar las bases políticas de esos cambios. Coches automáticos, debates sobre como se podrá sustentar energéticamente todo esto, etc.
A menos que se trabaje en base a estos cambios inminentes, hay un riesgo de brecha cada vez mayor entre los que tendrán tecnología y los que no y una gravísima derivada sobre la ocupación laboral que se tiene que prever. Es inadmisible que de esto no se hable, debata y legisle. La generación de políticos más egoístas, mediocres y mal informados de la historia se está cargando la historia.
Los autores del informe que os comentaba hablaba de sectores que consideran de mayor riesgo. Los que trabajan en la administración, las ventas, el transporte, la construcción, la minería en una década verán como un montón de autómatas se los llevarán por delante.
Fijaos. En Londres, nos informaron, algunos empleos han empezado a desaparecer de manera masiva y silenciosa. Desde el año 2001 el 65% de los bibliotecarios han desaparecido y la mitad de secretarias o asistentes de administración también. En los supermercados apenas trabajan ya el 30% de los que lo hacían hace una década. No es un tema de robots, ni de androides, eso ya vendrá más tarde, hablamos de ‘bits’ haciendo tareas hasta ahora humanas. Es menos evidente, menos ‘glamouroso’, pero tremendamente eficiente.
Ya lo hemos dicho, el 47% de empleos actuales ya son susceptibles de ser sustituidos. Es un tema de presupuesto y amortización. A medida que las empresas puedan ‘comprar’ ese mecanismo que le evita tener un número de empleados para obtener más beneficios, lo hará. No lo podemos evitar, es pura lógica empresarial. También pasará en la administración pública. Pasará y hay que prepararse legislativamente y socialmente. Esperar a que llegue sólo hará que nos explote en la cara otra burbuja más.
Durante la revolución industrial, se fue labrando la clase media a través de la disponibilidad de puestos de trabajo en el sector manufacturero como medio de distribución de la riqueza en nuestra sociedad. ¿Cómo vamos a manejar esto ahora con la última revolución tecnológica? Los robots no sólo están haciendo el trabajo que son arriesgados o difíciles, ahora hacen cualquier trabajo que suponga una reducción de costes. No es futuro, es presente.
Lo de Grecia es Disney comparado con lo que se le viene encima a una Europa embarrada, lenta y lejos de la realidad. Las declaraciones de quienes nos ‘gobiernan’ sobre como afrontar el futuro son de aurora boreal. No se enteran o no quieren enterarse. Mucha gente va a sufrir, ya lo están haciendo y la explicación de que estamos saliendo de una crisis no se aguanta. No se trata de las cosas de antes, no se trata de un modelo económico tradicional. Hablamos de la Cuarta Revolución y muchos, los que deberían trabajar en ello, lo ignoran.
Entre hoy, mañana y pasado, escucharemos mil troikas y mil discursos. Todos acojonados con lo que vendrá tras el ‘no’ de Grecia. Pero seguirán ocupados en su partida de damas particular. No abordarán la verdadera reestructuración que nos importa. La de cómo modelamos un nuevo modelo económico y social que está sembrando ya la semillas que se traducirá en trastornos sociales a gran escala. ¿Piensan proporcionar alguna solución antes de que el problema se nos derrame por todas partes?
Como decía antes, 'Europa corre al trote por una vía paralela por la que se acerca un tren de alta velocidad. En menos de un minuto el tren pasará de largo y nosotros seguiremos corriendo al trote pensando que el vientecillo tibio que ha quedado tras el adelantamiento no es más que una brisa veraniega. Nada grave. Sigamos trotando'.
A Europa ya sólo le queda Eurovisión
Se comentaba hoy en Bloomberg que ‘the greek drama won’t end with vote as polls show a tight race’, algo así como que por mucho que se vote el calvario griego no terminará para nadie viendo lo que las encuestas muestran sobre el referéndum del próximo domingo.
Se comentaba hoy en Bloomberg que ‘the greek drama won’t end with vote as polls show a tight race’, algo así como que por mucho que se vote el calvario griego no terminará para nadie viendo lo que las encuestas muestran sobre el referéndum del próximo domingo. Básicamente por que cualquier programa de rescate que pudiera renovarse se enfrentará a obstáculos insalvables en el parlamento germano, el mayor acreedor de los griegos. Es incluso posible que cualquier gobierno griego, aun votando ‘sí’ el pueblo griego, lo tiene crudo pues las negociaciones con Alemania no está claro que puedan llevarse a cabo. No se fían y menos cuando ponen la calculadora en marcha y les salen otros 36.000 millones de euros a soltar en tres años.
Esto ya no va de si Alemania quiere o puede, de si Europa está o no se le espera. Esto va de que los paquetes de rescate que se deben ofrecer y que el parlamento alemán tiene que autorizar puedan ser aportados. El sistema utilizado hasta ahora, el European Stability Mechanism, está plagado de inconvenientes llegados a estas alturas. En Alemania se considera que un voto afirmativo de los helenos a seguir con el plan de austeridad que los lleve a la pobreza extrema a cambio de no presentar un ‘default’ integral llevará a Grecia a un punto muerto de varios meses. Tras la renuncia de Tsipras y Varoufakis vendrían elecciones que hasta septiembre no se podrían ejercer. En esos términos todo lo que la ley exige que se debe hacer para acceder a los fondos no se podría desarrollar. Punto y final.
Ni el sí ni el no tienen la solución. De hecho se ha llegado a tal punto que lo que tenemos ante nosotros no es más que el final con consecuencias que los mercado aun no han querido medir ni los que lo intuyen se atreven a comentar. Mientras tanto vamos escuchando en tertulias de bar televisadas y en artículos de opinión interesados doscientas teorías sobre todo ello la mayoría de los casos con escasos fundamentos.
Los ciudadanos alemanes, que no nos olvidemos también votan y lo hacen a sus políticos alemanes que dependen de ello para seguir mandando en su propio país, ya no quieren mayoritariamente que Grecia siga en el euro. Del 51% que lo querían en febrero ya sólo son un 44%. Incluso ya hay opiniones muy destacadas que aseguran que lo mejor es sacar a patadas de Europa a los griegos. Lo dice un tal Hans-Peter Friedrich, ex ministro de Interior y diputado en representación de la CSU de Merkel. Disfrazando de ‘lo mejor para Grecia’ venia a decir que en el euro ya no hay sitio para los griegos cueste lo que cueste y que los votos del próximo domingo deberían de importar poco. Deben irse.
Grecia está en ‘default’ técnico como decíamos ayer. El tiempo irá disipando algunas responsabilidades como la que no se puede abstraer el FMI. Como no logren pactar un acuerdo de financiación con los que quieren su pasta, a la institución que se saltó todas sus propias normas prestando 35.000 millones sin tener evidencia de que se lo iban a reembolsar se la van a llevar por delante. Y no sólo por gestionar con el culo, sino también por hacerlo en base a intereses que cada vez son de mayor incoherencia con el peso de las economías del mundo.
El FMI está al servicio de Europa. De una parte de Europa. Las economías más grandes y emergentes del planeta se oponen a esa dinámica interesada hacia salvaguardar una economía, la europea, que cada vez pinta menos en el concierto global. Si quitas Alemania, que eso es otra Europa, y descartas al Reino Unido, que eso ya no se sabe que es, nos queda cero coma cero. Los grandes, Francia, Italia y España son lo que son y están como están. El resto, son postales de Navidad, bonitas estampas que quedan bien pero ocupan espacios sin trascendencia y sólo por temporadas.
Si el FMI piensa que puede obviar el desastre europeo va muy equivocado. Estados Unidos ya amenaza con dejar de participar en el fondo para ajustar cuotas que son imprescindibles para apoyar nuevas economías que emergen. De facto eso sería una estocada mortal a la institución de la Sra. Lagarde. De hecho la administración de Obama exige que se anule la deuda griega.
¿Que hizo mal el FMI? Un montón de cosas. Pero la más evidente fue tratar el problema griego en 2011 como si fuera una partida del monopoly. El diseño del plan de recuperación del rescate contemplaba una caida del PIB del 5% y una recuperación a toda leche devaluando internamente. Pero eso no fue así. Grecia ya lleva acumulada una caída del 25% de su PIB y de momento no se ha detenido.
La pobreza apareció por todas partes. Si pasas por Atenas lo notas, pero como te vayas a Salonika lo flipas. Ahí está la ‘otra’ Europa, la que nadie quiere ver, una que se parece al desaparecido Chipre. Resulta que la austeridad se lleva por delante la economía de un país y se considera que más austeridad lo va a arreglar todo. Se van a ventilar lo poco que queda.
El camino se termina. El FMI no puede ayudar a Grecia. Europa no puede ayudar a Grecia. Hay otra parte de Europa que podría estar tan jodida como Grecia si empezamos a ponernos detallistas con lo que somos unos y otros y analizamos que es eso de ‘la recuperación’ o que significa realmente ‘estamos creando empleo veraniego’. A Grecia no le van a dejar un duro a menos que ‘reestructure’ su deuda. Pongo entre comillas lo de la reestructuración porque en realidad quiere decir que les van a hacer ‘un griego’ mucho más intenso.
Seamos justos. A Grecia no la quiere rescatar nadie. En realidad de lo que se trata toda esta función es de rescatar acreedores. El plan de ‘2020 salvemos Grecia’, el programa que se presentó como un rescate a Grecia no era más que un plan de recuperación de la pasta de los prestamistas privados. De hecho fue el método por el cual los bancos franceses y alemanes que estaban más pillados pudieran escapar de la refriega. Todo eso lo saben brasileños, americanos, rusos, chinos y esquimales. Por eso, los planes del FMI y de cualquiera que toque un duro de los paises emergentes lo tiene complicado de ahora en adelante.
De Grecia nos quedará la ‘Tragedia’, de Europa el ‘drama’. Que mal lo han hecho todos. Todo cuanto pasa estos días no es más que el reflejo de una Europa que pudo ser pero no será. No nos sentimos europeos aunque suene más ‘cool’ que decir otra cosa. Reino Unido se va, Grecia no está, Chipre ya no hay quien lo encuentre en el mapa, Italia parece una caricatura, Francia es una bomba de relojería, Alemania ya no tiene claro si quiere o no quiere. Bruselas es un barrizal, Estrasburgo un gasto.
Mientras tanto, el planeta sigue su curso. El mundo, ese otro, sigue modernizando sus sistemas, automatizándolo todo, gestionando datos y cambiando la cadena de valor de todo lo que se produce. Y todo sucede cada vez más lejos. En Europa hay gente brillante, proyectos increíbles. Pero no hay agilidad. El tiempo pasa como pasa todo. La generación de políticos más inútiles de la historia se está ventilando la oportunidad de todos, se están repartiendo un pastel que era de nuestros hijos. Lo hacen porque no tienen claro si podrán comerse otro. Solo nos queda Eurovisión. Cabrones.
Grecia es la anécdota de una Europa estancada
Podemos darle mil vueltas al asunto griego. Vueltas y vueltas. Podemos poner encima de la mesa consideraciones políticas, de orgullo patrio o de imposición germánica. Podemos darle al ventilador. Podemos, incluso, creernos todo lo que nos cuentan. Podemos.
Podemos darle mil vueltas al asunto griego. Vueltas y vueltas. Podemos poner encima de la mesa consideraciones políticas, de orgullo patrio o de imposición germánica. Podemos darle al ventilador. Podemos, incluso, creernos todo lo que nos cuentan. Podemos. El asunto no obstante tiene una arista más técnica. Grecia debe mucho dinero. Debe pagar plazos y ya se ha saltado alguno de ellos. El BCE ya le ha dicho que eso está mal. Y lo está no tanto por lo que significa dejar de pagar una cuota sino por lo que se esperaba obtener de todo ello. Es más feo hablar de intereses que de cuotas.
Grecia necesita aportar unos mil millones de euros sólo en términos de intereses sobre el dinero prestado. Son la amortización e intereses que se hacen pagaderos el 18, 19 y 20 de este mismo mes. Son los bonos en tenencia del propio banco europeo. Ese es el punto de inflexión y del que poco se habla.
Una vez que Grecia no pague, que no pagará, como ya hizo con los 1600 que vencieron de cuota, todos van a mirar al resto de acreedores para saber si se mantienen las vías de urgencia. No está claro que tras el Referendum el grifo se cierre, pero puede ser. Si los griegos votan ajustarse un agujero más el cinturón el conflicto entre la política y la realidad se encarecerá para los ciudadanos de ese país y el riesgo de tener parte del tercer mundo a una hora y media de avión y en plena Europa será muy probable.
Un tercer mundo revestido de ‘rescate’ pero tercer mundo al fin y al cabo. Una economía basada en nada, un plan de crecimiento imposible de ejercer y una sociedad que considera que ya ha pagado suficiente sus pecados y no piensa redimirse de ninguno de ellos. La corrupción socializada es parte del problema pero se acusa a quienes la ampararon como responsables de su distribución. Ahora nadie quiere asumir sus culpas.
Si el pueblo heleno dice no al plan europeo el asunto entra en pura niebla. No es fácil divisar donde está el acantilado. No se ve. Probablemente en ese 18 de julio. Con un no, el gobierno griego debe sentarse de nuevo a negociar ‘imponiendo’ sus condiciones, las condiciones del pueblo. Con eso sobre la mesa el tiempo correrá en contra de Grecia pues los requerimientos de pago llegarán y las soluciones o acuerdos seguirán lejos, más lejos aún.
El famoso ‘Grexit’ es más que probable bajo un prisma ‘técnico’. Veamos. Si votan no, teniendo en cuenta que Bruselas ya ha calificado ese referéndum como una especie de ‘si o no’ a Europa, un ‘no’ será como admitir que se repetirán los impagos. De esa manera Grecia se verá sumida en una espiral complicada pues al no pagar no recibirá liquidez de urgencia para pagar pensiones, funcionarios o proveedores por lo que la única manera de no parar la maquinaria del Estado será hacerlo con unos pagarés ‘oficiales’ que de algún modo serán, técnicamente, una nueva moneda: el ‘dracmapagaré’.
De todo esto, que no ha hecho más que empezar, podemos aprender varias cosas. De hecho está bien, como antes ya hemos hecho, mirarlo con mayor cercanía de la que dirigentes iluminados nos advierten. Vivimos en una especie de inopia por desconocimiento forzado. Unas veces por incapacidad de los que lo explican y otras por mala fe de quienes saben lo que pasa realmente. La cuestión es que no se cuentan las cosas como son.
Ahora sabemos que, por mucho que Bruselas se esfuerce en pintar de esfuerzo todo lo que hacen, de llegar a acuerdos de madrugada para que parezca que se lo curran mucho y que la sangre nunca llega al río, resulta que estas cosas pueden pasar. La suspensión de pagos, las quitas desproporcionadas, los corralitos, la vuelta a monedas anteriores al euro y vete tú a saber.
El gobierno español, italiano y portugués se esfuerzan en decirnos que Grecia está muy lejos. Y no lo está. En 2011 quedó claro, estaba a tiro de piedra. La incertidumbre va a ir dando alas al precio de la deuda. Estos días la prima de riesgo se está portando bien, pero eso es simplemente porque la prima, a veces, descuenta las cosas en diferido. La deuda se va a encarecer, su pago y amortización también. ¿Saben cual es el país más endeudado con el exterior de todo el planeta? Si, has acertado. Estados Unidos el primero y España va segunda por cierto. La deuda externa española es la medalla de plata.
Seguir leyendo sólo prensa tradicional y sus análisis es suicida. Lo fue hace años cuando absolutamente nadie decía la que se nos venía encima. Que tiempos aquellos en los que era evidente que todo se derrumbaría y que si lo escribías o te demandaban o te llamaban catastrofista. Ahora sabemos que todo aquello aun no ha terminado por mucho que se esfuercen en envolverlo en papel celofán. Los datos comparativos son muy jodidos. Cuando estás muy abajo, comparar con lo inmediato siempre te da positivo, pero sigues estando en el culo del vaso.
Sabemos que lo de Grecia es financiero pero tiene una deriva genérica mayor. Modelos productivos, tecnología y desarrollo de una nueva sociedad que debe adaptarse al futuro sin empleo que se avecina. Si no nos preparamos poco a poco Europa se irá convirtiendo en una postal del pasado. Se lo están currando quienes ahora mandan. Encima, mientras todo pasa, se pasa por encima de la gente que, aun teniendo alguna culpa, la mayor de ellas es haber votado (o no) a quienes desordenan el puzzle de todo esto.
Lo preocupante es que, al igual que en 2011, todo este asunto afectará de manera importante a las empresas, motor de todo. Hace años que el problema es crear empleo. Por desgracia se está creando en los mismos sectores donde no se produce ningún cambio de modelo productivo que pueda hacernos pensar que vamos en el tren del futuro. Ahora se acumula un nuevo problema de dimensiones difíciles de analizar. Lo único que sabemos, es que nadie ha actuado estratégicamente.
El futuro llega. Su tono es absolutamente distinto al que tiene este presente. Para muchos llegará y ni lo notarán. Otros, los que ya trabajan en él, van a definir la sociedad del futuro. La diferencia entre países que conquistarán su propio destino y otros que vivirán el que les quede, radicará en lo que se haga en estos momentos. Europa, cada vez que intenta solucionar algo se enreda en un barrizal legalista, inservible y viejuno. Europa se está quedando mientras el mundo sigue girando. Lo de Grecia es una anécdota más.
Entrevista para el Diario del Golfo Pérsico de Emirates.
La semana pasada Carles Enric López me entrevistó para el medio escrito en español editado desde Emiratos Arabes 'El Diario del Golfo Pérsico'. Aquí os dejo la transcripción del mismo y el enlace de este interesante medio que trata aspectos económicos que afectan a este lugar del planeta tremendamente activo.
La semana pasada Carles Enric López me entrevistó para el medio escrito en español editado desde Emiratos Arabes 'El Diario del Golfo Pérsico'. Aquí os dejo la transcripción del mismo y el enlace de este interesante medio que trata aspectos económicos que afectan a este lugar del planeta tremendamente activo.
PREGUNTA.- Por ir directo al grano: vive en Irlanda y quería plantearle si hablando desde una perspectiva europea, y teniendo en cuenta la competencia principalmente del mercado asiático, ¿la relación entre el Estado y el trabajador del futuro será muy diferente a la actual? ¿Sistemas relativamente poco sostenibles como el europeo son sostenibles?
RESPUESTA.- La Administración en Europa en general es un inconveniente para el progreso y en algunos países incluso es un muro infranqueable. Da igual el color. Ahora mismo las entidades públicas podrían impulsar algo la actividad emprendedora y como dices irse adaptando a algo que tiene poco que ver con lo actual. La relación entre empresa, Estado y trabajadores no es factible como lo tenemos a medio plazo. Si a eso sumamos la escasa apuesta por la innovación, la de verdad, no la de escaparate, la gestión pública no es más que un barco a la deriva. Seguir subsidiando sectores que no llevan a ningún lugar es la evidencia más clara. El problema es que cuando hablas de eliminar estado automáticamente, a los que manejan todo, sean de un color u otro, les entra el pánico.
P.- Algunos han hablado de éxodo por la “expulsión” de jóvenes a otros mercados. Otros hemos pensado que ya era hora de que los jóvenes españoles salieran a ver el mundo. Es muy usual en EEUU o Alemania que los jóvenes ya estudien o vivan fuera de casa, cuando en España sucede a partir de los 30 o más. ¿Qué mensaje daría a aquellos que aún ven el trabajar fuera como un fracaso por no estar trabajando en la puerta de al lado de su casa?
R.- La verdad es que cuando hablan de expulsión o éxodo lo hacen porque siguen con el patrón mental que señalas. Irse es una especie de acción desesperada. Sin embargo en mi opinión, en mi experiencia, que no he vivido en el mismo lugar más de tres años seguidos, eso de explorar, conquistar, conocer y conocerse, aprender idiomas, darse cuenta de lo poco que sabemos cuando creemos saber tanto, eso de afrontar un reto personal como es irse ‘de casa’ es lo mejor que se puede hacer. En la expresión ‘irse de casa’ ya lo dicen todo. Es como si al salir al exterior no pudieras nunca sentirte como en casa y abordar ese nuevo espacio como un lugar de crecimiento personal y profesional. Si miles de jóvenes se van no es grave, incluso si no regresan, el problema es por qué se van y por qué no regresan.
P.- Aunque formemos parte de la Unión Europea no existe realmente una unión fiscal y menos laboral. ¿Cree que es el principal escollo para que Europa sea realmente una potencia unificada? ¿Es lógica la diferencia de modelos impositivos tan grande entre países como por ejemplo Irlanda o España?
R.- Lo primero es que esa hipotética diferencia fiscal, que existe, hay que mirarla en términos de carga fiscal y a veces lo que supone algo muy evidente no lo es. Por ejemplo en el caso de Irlanda el impuesto de sociedades es del 12,5% pero la tributación asociada a las personas y las tasas son importantes cuando se suman todas. Por no hablar del coste de la vida asociado a un salario mínimo de 1.600 euros aproximadamente que ha encarecido todo bastante y con unos servicios públicos casi inexistentes y que debes pagarte tú mismo. Hay que revisar cómo y de qué manera se estructura todo. Sin embargo, cuando Irlanda inició una política impositiva a la baja avisó, sugirió hacerlo en el resto de Europa y ésta se negó. Irlanda las pasó putas durante unos años ingresando muy poco. Ahora incluso cambiando como pide Europa, ya han logrado mucho, convertir un país dependiente de la agricultura y ganadería en un centro mundial de talento e industria tecnológica. Eso no es un milagro, es una política dirigida a la libertad empresarial y al impulso concreto de un modelo.
P.- Muchos partidos políticos apuestan por un aumento del empleo público. Un empleo, en principio fijo y estable de por vida, que entronca con la realidad del empleo privado, podríamos decir la antítesis. Vemos curiosamente por ejemplo que en España genera más ofertas una empresa privada como Infojobs que todos los servicios públicos de empleo. Además, el portal es el primer lugar donde van muchos parados a informarse. Es un caso paradigmático que suceda en algo como la búsqueda de empleo. Está claro que el empleo público debe adaptarse a los nuevos escenarios. Pero, ¿debería desaparecer por completo en los próximos años?
R.- Hay empleo público necesario, imprescindible y que tiene que tratarse de un modo concreto. Fuerzas de seguridad, médicos y otros. Lo que no es lógico ni sostenible es que haya comunidades que tienen el 30% de su fuerza laboral, no parada, en el empleo público. Es algo estructural. Si hay algo que está mal visto en España no es ser funcionario, ni tan siquiera el ejercicio empresarial aunque a veces lo parezca, lo que no se soporta es el fracaso en sí mismo. En una sociedad de valores en crisis como la nuestra, el miedo al fracaso tiene su sentido, puesto que el nivel de tolerancia hacia este hecho es cero. No hay transigencia ninguna. Se fabrican ciudadanos narcotizados cuyo miedo al fracaso es supino. Por ejemplo, a los jóvenes les ayudamos a conseguirlo todo y a evitar que se enfrenten al error. Muchos de esos chicos y chicas que analizan su futuro inmediato lo hacen pensando que ser funcionario es lo más seguro y tranquilo. Y tal y como están las cosas es así. Luego no nos extrañemos.
P.- La tecnología ha hecho reducir las relaciones “personales” en la empresa privada. Las reuniones se reducen, las llamadas. Incluso las gestiones en los bancos que han pasado de casi diarias a prácticamente puntuales. Curiosamente esa supuesta simplificación en la empresa privada es duplicada en la administración pública. Más formularios, más controles, más papeles. ¿Tiene sentido en estos tiempos una administración poco simplificada como la española?
R.- Es lo que te comentaba antes. Parece como si fuera deliberado. Cuantos más procesos, más control, más cloroformo. Los países donde los trámites para abrir una empresa son menos, por ejemplo, suelen innovar más, ser más capaces de superar momentos de crisis. En Estados Unidos en 2009, cuando les explotó la crisis financiera en las narices, se crearon 200.000 empresas de tipo tecnológico. Fue como un ‘ante el acantilado yo salto’. No digo que eso sea lo que se deba hacer siempre, pero refleja dos cosas, una manera de ser y un modelo administrativo que pide muy poco para empezar un negocio. En Europa, con contadas excepciones, montar un negocio en crisis es condenarte al impago en breve debido a que tus obligaciones fiscales son altas incluso antes de poder tener ni tan siquiera tus primeras facturas listas.
P.- Para un emprendedor cualquier país con una mínima garantía jurídica puede ser la sede de su actividad. Los impuestos son las armas con la que compiten los Estados en estas guerras del siglo XXI. Algunos como Emiratos con una riqueza basada en el petróleo y en las ‘real states’ pueden forzar esa competencia hasta límites cercanos al cero en impuestos. ¿Cómo se puede competir en esas condiciones en el mercado global de países?
R.- Se puede. Mira, antes hablábamos de Irlanda. La revista ‘Forbes’ lo coloca como el mejor país del mundo para los negocios. Lo es en base a parámetros como el derecho a la propiedad, impuestos, tecnología, corrupción, libertad o burocracia. Puede que el tema del Impuesto de Sociedades funcione como reclamo, pero la verdad es que quien quiera instalarse en un país donde pagar menos impuestos puede ir a lugares mejores. Si no quieres impuestos deberías ir a Luxemburgo, Suiza, Holanda o Singapur. Digamos que los países pueden competir con otros temas. Se me ocurren decenas y tienen que ver con muchos aspectos aplicables hasta en las Islas Baleares por decir algo, pero depende de que haya una política clara de libertad de acción empresarial, de reducción del peso que ejerce la administración y de, si tiene que hacer algo, impulsar modelos asequibles a medio plazo. La tecnología, la automatización y otros temas irán dando las claves.
P.- Es usted un incansable viajero. No preguntaré cuántos países ha visitado o cualquier cuestión típica. En estos años de internacionalización global de la economía en los que se ve por ejemplo un Zara en cualquier ciudad China, de Emiratos o Irlanda, ¿dónde cree que está el valor añadido de la producción?
R.- Las grandes corporaciones se encargan de que ese valor añadido sea casi imperceptible. Buscan producir bien, rápido y adelantarse a los gustos de sus compradores. El futuro precisará de un modelo predictivo para el comerciante y de un modelo de cercanía que la mediana empresa puede ofrecer. Sin embargo, tengo la sensación y lo llevo comentando hace años con expertos y pensadores económicos con los que coincido a veces en foros internacionales, que esto no va tanto del ‘valor añadido’ sino de cómo afrontamos como sociedad un mundo en el que la mayoría de lo que consumimos vendrá fabricado, transportado y vendido por un sistema no humano. Nos dirigimos hacia un mundo sin empleo, no como ahora lo conocemos, y será rápido, a eso debemos ir enfocando el asunto, las empresas, esas que comentas tan globales, lo están haciendo y sin hacer ruido.
P.- Siguiendo esa misma línea, a cualquier emprendedor que desee tener una base teórica, qué cree que le sería más práctico ¿pensar en escalar un producto o en crear un producto rompedor? ¿Acaso ambos términos son necesarios?
R.- Es una pregunta complicada, Carles Enric. Tú de eso sabes tanto como yo. Sabes que es difícil generalizar y más en un sistema económico que premia a veces muy poco la innovación y, sin embargo en otras, la premia incluso sin que haya sido validada. Tengo la impresión, no obstante, que ambos términos pueden combinarse. Crear algo disruptivo y que en su naturaleza tenga un valor escalable me parece lo ideal. La cadena de valor, tú lo has escrito en alguna ocasión, ya nada tiene que ver con la de hace apenas cinco años. ¿Quién soy yo para definir cómo puede ser esa cadena en apenas tres? Mi sexto sentido me dice que hay que innovar al ritmo adecuado. Incluso a veces, copiar es innovar, si lo que haces es recomponer el puzzle que ese otro no supo montar.
P.- Emiratos es muchas veces presentado como un lugar excéntrico. Las obras más grandes, los proyectos más extravagantes, los ‘malls’ más extensos, pero al final han conseguido colocar un pequeño país en el mapa cuando hace apenas 20 años la mayoría no sabían ni dónde estaba. ¿Deberíamos pensar que en el siglo XXI cualquier lugar puede convertirse en centro del mundo?
R.- Esto me recuerda lo de “ponga Silicon Valley en su programa electoral que queda muy bien” y luego le llamaremos ‘Nosédónde del Camino Valley’ a una especie de ‘coworking’ o parque industrial semivacío. El plan de Emiratos no nació ni hace unos meses ni para ejecutarse en unos pocos años, hablamos de algo de mayor calado. Hubo políticas activas y dinero focalizado en algo concreto. Para los que estén estos días pensando en esas políticas activas deberían de saber que hoy en día un país ya no puede sobresalir en todas las etapas de desarrollo de la producción, que hay que repensar lo que significa el crecimiento basado en la innovación y cuáles son las mejores estrategias para la inversión pública y cuáles los estímulos privados que se deberían de tener en cuenta. En mi opinión esto va de no ser esclavos de un modelo económico que en el extranjero funcione. Esto va de trabajar en adaptar lo que tienes poco a poco para convertirse en un modelo innovador basado en la realidad.
P.- El área del Golfo dispone de tres grandes ‘hubs’ aéreos en la zona, Doha (Qatar Airways), Etihad (Abu Dhabi) y Emirates (Dubai). Todos con vuelos directos a España. La inversión publicitaria de estas empresas es cada vez mayor. Copan principalmente el sector deportivo con patrocinios. En algún caso como el FC Barcelona se provocan confusiones por temas culturales. ¿La internacionalización de la economía puede provocar la anulación de las culturas más débiles?
R.- No debería ser así pero se corre el riesgo. ¿Qué impresión tienes Carles Enric de países como Eslovenia, el norte de Italia, Nigeria, Costa Rica, Chile u otros, incluso comunidades como Catalunya, Escocia o California? Quiero decir que en una economía global, internacionalizada y donde todo es factible de estar comunicada en apenas en milésimas de segundo, lo que hay que trabajar es el modelo de exposición y hacerlo a partir del valor que aporta el conocimiento. Ese conocimiento, mientras no me demuestren lo contrario, lo generan (puede que por intereses) las empresas. Démosle a ellas el papel en esta obra, lo representan bien, y generemos un espacio para que la sociedad pueda definir sus beneficios a partir de ese núcleo creativo. Creo en la empresa como motor y eso, de momento, no tiene por qué ir en dirección contraria al tamaño, capacidad o sociedad que las posea. Lo único que las detiene muchas veces es una legislación de esas ‘culturas débiles’ que lo son por la poca capacidad de entender el futuro que viene que por el tamaño real de las mismas.
P.- Y no me gustaría acabar sin una pregunta básica en esta entrevista. Nuestros nietos, ¿cómo será su mundo? ¿El modelo español de los años 80-90 existirá en el futuro? ¿Estudiar, tener una carrera, casarse, hipotecarse, divorciarse, trabajar 8 horas cada día?
R.- No. Nada de lo que ahora conocemos existirá. No estudiarán como ahora. La enseñanza será otra cosa, menos técnica y más adaptativa, focalizada en el individuo y menos en lo colectivo, eso lo permitirá la tecnología predictiva. Casarse o no, ni idea, pero supongo que en nuestra familia tradicional deberemos ser capaces de adaptar un nuevo componente basado en la inteligencia artificial que dejará de ser artificial para convertirse en natural. La única hipoteca que les quedará por pagar a nuestros nietos será la de sus abuelos. El futuro no es de la propiedad privada como la conocemos. Los coches dejarán de ser un objeto para ser un servicio prestado según necesidades y la vivienda un bien común aplicado a una racionalización del espacio y los mal llamados derechos que yo quiero considerar que tomarán el nombre de ‘servicios’. ¿Trabajar 8 horas? Supongo que estás de broma (risas). Nadie trabajará en 30 o 40 años. El trabajo se estudiará en las facultades de Historia. El modelo de trabajo que ahora conocemos se extinguirá y ese es el gran reto, el gran problema que podemos convertir en oportunidad única de construir un mundo inteligente y bello. Cuando no haya nada que hacer, cuando todo lo hagan software y robots, ¿qué podremos hacer los humanos? Aprender, disfrutar del arte, de la cultura, vivir. Siempre habrá algo que hacer, pero el concepto es muy distinto. ¿Divorciarse? Vaya, eso no sé si desaparecerá, pero seguro que a los padres divorciados algún abogado robot nos joderá vivos.
Voces críticas ante el futuro digital y automático
A pesar de que en este espacio suelo aportar una visión positiva y de defensa del uso tecnológico que como especie tendremos que asumir en el futuro inminente, es cierto que es bueno reflejar otros puntos de vista. Aquí mostramos a menudo una visión crítica hacia los que deben liderar o estimular los cambios sociales y laborales que
A pesar de que en este espacio suelo aportar una visión positiva y de defensa del uso tecnológico que como especie tendremos que asumir en el futuro inminente, es cierto que es bueno reflejar otros puntos de vista. Aquí mostramos a menudo una visión crítica hacia los que deben liderar o estimular los cambios sociales y laborales que irremediablemente todos tendremos que abrazar debido a que estamos ante una revolución en todos los sentidos de la vida y, potencialmente, la revolverá definitivamente. Espero siempre, así lo demuestra la historia, que los avances tecnológicos nos llevan a un mundo mejor. Vamos a escuchar voces contrarias a ello y vamos a ver como relacionan directamente a las grandes empresas que ahora mismo son los protagonistas de esa mutación con una especie de esclavitud digital forjada en los datos masivos y que, según nos contarán, relaciona tecnología con tiranía. Publicaba el pasado domingo Finanzas.com un interesante artículo que replico en algunos fragmentos más abajo. El tema del mismo era el punto en el que se encuentra la dependencia de nuestra sociedad y sistemas relacionados con respecto a las grandes compañías que tras un aparente servicio gratuito nos conceden diferentes modelos de conexión digital a cambio de saber cosas sobre nosotros. La dependencia de un algoritmo analizada por tres expertos muy críticos con el momento actual. Ya hemos escrito de 'los algoritmos que dirigen nuestra vida' y casi ni nos damos cuenta, hemos opinado sobre como debemos ir asumiendo una especie de posthumanidad que se plantea a medida que la inteligencia artificial toma cada vez mayor complejidad y hemos analizado como Internet se convierte en todo y hemos escuchado de que hablan las máquinas. De todo eso hemos debatido pero siempre desde un punto de vista concreto. Hoy me apetece escuchar la voz de quienes dudan de la bondad de todo ello.
En el artículo que comentaba hay diversas apreciaciones al respecto de que eso de la Internet del Todo, la Internet total, la interconexión absoluta, vayan a conducir a más riqueza y oportunidades. A través de la óptica de Margrethe Vestager, una política que desde el parlamento europeo se ha enfrentado a Google, Jaron Lanier, uno de los pioneros expatriados de Silicon Valley y Dave Eggers autor de 'El Círculo', la polémica novela sobre el circuito cerrado que suponen empresas como Google, Twitter o Facebook y el control que ejercen sobre nosotros.
Aquí hemos comentado como estas empresas son como una especie de 'todo es posible'. Lo vimos en muchas ocasiones. Recuerden todo lo que suponía tan solo imaginar muchas de las cosas que ya han logrado. Fotografiar al mundo, conectar millones de personas aun evento, darle el poder del contenido a la sociedad y otros. Ahora 'Google proyecta una red de globos de helio para crear una burbuja de Wi-Fi mundial. Facebook, que está a punto de alcanzar los 1500 millones de usuarios aspirando a que su aplicación esté operativa en los 7000 millones de teléfonos inteligentes que hay en el mundo. Amazon va camino de dominar el almacenamiento de datos en la nube y cambiar el concepto de lectura (y del propio libro) pasando de producto a servicio, o incluso con los supermercados a través de los drones. Soy de los que opinan que todo eso es inevitable, pero lo interesante será saber hasta que punto, todos esos avances suponen un coste en la libertad de los individuos. El debate está servido. En mi opinión si superamos esa intermediación que suponen todo esta amalgama de intereses creados y modelos de escucha social, lo abremos logrado, sino, habremos cambiado de manos la llave que nos controla y dirige actualmente. El nuevo establishment no será más que el viejo pero digitalizado y mucho más poderoso.
Mañana hablaremos de una realidad al respecto de los datos personales y su almacenamiento. 'Más de 200.000 personas han pedido a Google la retirada de sus datos desde que se dictó la sentencia acerca de la petición de un usuario de borrar su memoria digital. Google controla el 90 por ciento de las búsquedas de Internet en Europa. Pero el buscador con su algoritmo solo es la punta de lanza de un negocio de más de 300.000 millones de euros. Es la agencia de publicidad más grande del planeta'. Es la punta del iceberg según estos tres analistas.
Margrethe Vestager, considerada la política más poderosa de la Unión Europea. En su país, Dinamarca, fue ministra de Educación y de Asuntos Eclesiásticos. Es liberal y feminista y comenta con respecto a Google que 'hemos tenido que trabajar meticulosamente. Ahora nos hemos centrado en su comparador de precios [Google Shopping, que el gigante estadounidense estaría favoreciendo frente a sus rivales], pero hay otras investigaciones en curso relacionadas con el buscador de viajes, con los mapas, con la publicidad y las restricciones a los anunciantes [el algoritmo privilegia a los que pagan (enlaces patrocinados), manipulando así el resultado de las búsquedas], con el uso indebido de contenidos de terceros...'
Jaron Lanier, el científico computacional pionero de Silicon Valley se dedica a denunciar que el sistema de grandes servidores 'gratis' lleva al hiperdesempleo y al fin de la clase media. Al respecto de todo esto destaco lo que dice sobre que 'la información es poder y creíamos que hacer esa información libre y gratuita daría poder a la gente. Nos equivocamos. Las cosas cambiaron hace unos diez años. Se produjo lo contrario, una concentración de ese poder en unas pocas manos, en los propietarios de los grandes servidores o lo que yo llamo 'servidores-sirena'. Se creó así un nuevo tipo de plutocracia, en detrimento de la clase media. La gente debe entender que no existe lo 'gratis'. Cuando los usuarios aceptan un sistema en el que suben vídeos a YouTube y contribuyen con información a las redes sociales sin esperar nada a cambio, lo que están haciendo es trabajar para que otro, con unos servidores muy grandes, haga fortuna. Nos ofrecen cosas gratis a cambio de que permitamos que se nos espíe. Hemos sido hipnotizados con la idea de que no debemos esperar dinero a cambio de lo que hacemos on-line. Lo único que sacamos a cambio son abstractos beneficios de reputación o subidones ego. Sin embargo, si pagas por esos datos, logras un equilibrio. Si algo de lo que una persona dice o hace contribuye, aunque sea en una mínima medida, a una base de datos necesaria para que un algoritmo de traducción o de predicción del comportamiento, por ejemplo, realice su función, la persona debería recibir un 'nanopago' proporcional al valor resultante.'
Lanier llega a decir que Internet es una tecnología fallida porque al contrario de lo que en los años sesenta, Ted Nelson propuso 'para que fuese un mercado universal en el que la gente pudiera comprar y vender bits de uno a otro, donde se pagaría por la información y los ordenadores personales daban poder a la gente, pero al cambiar de siglo, algo se torció. Ahora la gente puede esperar cosas gratis de Internet, pero no puede esperar riqueza de Internet, lo que lo convierte en una tecnología fallida'. Lanier dice no tener cuentas en redes sociales. 'Eso es una decisión personal porque yo encuentro muy inquietante que conserven copia de todo lo que hago o digo. Pero no creo que el boicot sea una solución. No tendría sentido porque demasiada gente ha nacido ya con estas cosas.' y habla de los nativos digitales diciendo que 'por primera vez vemos una generación que tiene menos ingresos que sus padres; chicos que no pueden irse de casa de sus padres y que están todo el día consumiendo cosas 'gratis' en Internet. Pero es muy difícil hacerles entender que hay una relación entre esas dos cosas. Que la razón por la que no se pueden ir de casa es porque tienen todas esas cosas 'gratis'. Que eso es lo que ha destrozado sus opciones de tener trabajo.'
Finalmente Dave Eggers considerado un intelectual contra 'la secta', así es como llaman a los grandes de Silicon Valley, se despacha sobre lo que considera el 'mix' de las grandes redes que se irá conformando en el futuro inminente. Dice que 'buena parte de las cosas que narra el libro ya están sucediendo. Muchas de las tecnologías que pensé que estaban a cinco o diez años vista ya se están comercializando. Aplicaciones reales como Meerkat o Periscope se parecen mucho a la cámara que lleva Mae, la protagonista de la novela, que lleva 24 horas encendida una webcam. Cuando empecé a escribir, algunas tecnologías me parecían demasiado descabelladas. Recuerdo que escribí una escena en la que la televisión de uno de los personajes está espiándolo, grabando su voz sin su conocimiento. Pero pensé que era demasiado inverosímil. Y ahora resulta que los nuevos televisores de Samsung hacen exactamente eso. Es una locura. Creo que una gran amenaza es la recolección indiscriminada de datos de ciudadanos privados. Francia, por ejemplo, acaba de abrir la vía para que su Gobierno recopile metadatos de todos sus ciudadanos, supuestamente para mantenerlos a salvo del terrorismo. Pero esa es una clara violación de la privacidad. Un ciudadano debe ser capaz de hacer llamadas telefónicas y enviar mensajes de correo electrónico sin que el Ejecutivo tenga acceso a esa información. Si aceptamos esto, ¿qué más vamos a aceptar? El verdadero peligro es con qué pasividad aceptamos la intromisión en nuestra privacidad, como si esta no fuese importante. Sin privacidad no se puede ser disidente. Y sin disidencia no es que la tiranía sea posible, es que está garantizada.'
Esto es un poco de lo que se dice en el punto contrario a lo que en general aquí comentamos. Es bueno saber que se opina desde todos los puntos. Genera un espacio de reflexión más interesante y completo. Ni unos tienen toda la razón ni otros podemos pensar que la tecnología es todo bondad. Me gusta pensar que Internet ha dado calidad a la democracia que ha obligado a muchos espacios opacos a ser más transparentes, a empoderar a la sociedad. No tengo claro que sea mejor hablar con un hombre que con una máquina, de hecho me entusiasma cuando logro hacer eso, pero también es cierto que si somos 'humanistas' no debemos olvidarnos que tras un mundo automatizado descansa una sociedad menos crítica y eso, sí, me preocupa.
La súper fábrica de Tesla y la política. Agítalo, a ver que sale.
Me pedía ayer una radio irlandesa que hiciera un análisis sobre las elecciones municipales y autonómicas en España. Creo que no les fui de gran ayuda. De hecho me agota la palabrería y la tertulia de café, estadística y escenarios, conversaciones de partido y de intereses que sólo interesan a unos interesados. Están con aquello de sumar ‘mayorías’ o del quítate tu que me pongo yo o viceversa. Nada nutritivo. El debate tiene escaso valor en el ‘quien’. Lo realmente destacado sería el ‘que’. Seguimos peripuestos en el andén y el tren sigue pasando. Y se va.
Me pedía ayer una radio irlandesa que hiciera un análisis sobre las elecciones municipales y autonómicas en España. Creo que no les fui de gran ayuda. De hecho me agota la palabrería y la tertulia de café, estadística y escenarios, conversaciones de partido y de intereses que sólo interesan a unos interesados. Están con aquello de sumar ‘mayorías’ o del quítate tu que me pongo yo o viceversa. Nada nutritivo. El debate tiene escaso valor en el ‘quien’. Lo realmente destacado sería el ‘que’. Seguimos peripuestos en el andén y el tren sigue pasando. Y se va.
Por poner un ejemplo sencillo de cómo se es permeable a los cambios y a la adaptación del futuro inminente. Si miramos el mapa europeo de dónde se puede y dónde no atender a un modelo Tesla, un coche diseñado y fabricado por la empresa que lidera Elon Musk, veremos el agujero histórico en el que nos encontramos. Cierto que el jefe de la marca aseguró que a finales de 2015 en España habría 12 estaciones de ‘súper carga’, pero de momento lo que es, es lo que ves.
Tesla es una compañía que ha logrado comercializar de manera importante su vehículo eléctrico. Puedes reservar el vehículo ‘aspiracional’, de lujo pero eléctrico, Modelo X pagando 5 mil dólares por anticipado y asegurarte su entrega en un buen tiempo.
Sería algo así como una nueva versión de Apple según algunos. Su historia es la historia de una guerra contra el poder de un sector, el de los coches, que sigue lejos de entender la que se le viene encima. De hecho, durante un tiempo, Tesla tuvo prohibida la venta en algunos estados americanos. Ahora, una vez su rentabilidad es pública y su plan definitivo acerca del uso de baterías que revolucionarán el sistema energético mundial, la vuelta atrás es imposible.
Las empresas lideran la innovación, eso es una evidencia. Nuestras vidas dependen en gran medida de que las compañías disruptivas ejecuten sus proyectos. Vivimos en un día a día muy distinto al de nuestros padres debido a la irrupción de diferentes artilugios, sistemas, inventos, productos o redes que surgieron en alguna empresa. Los cambios en términos energéticos no sólo son una opción económica, de gustos o de capacidad, es una innegable obligación sostenible. Tesla es una de esas empresas que se han lanzado a una conquista transversal a partir de un proyecto inicial. Del coche eléctrico se ha pasado a la batería cotidiana.
Y ciertamente ahí está la clave del asunto. Lo del coche tiene su cosa pero ya sabéis que en mi manera de ver la movilidad futura aparece más destacado el coche automático y, a medida que las leyes se adapten, un modelo de uso socializado del automóvil será la tónica en las grandes ciudades.
Por eso, cualquier noticia al respecto de lo que está preparando Tesla acerca de las que se salten a todo un modelo energético establecido es algo interesante de analizar. En España ya sabemos que no hay intención de apostar por un modelo que penalizaría a las grandes compañías y que, para eso está, la política piensa trabajar duro a fin de asegurar sus modelos actuales. Y así nos va. Así veremos alejarse ese tren que en otros lugares abrazan con entusiasmo.
Y la cosa avanza rápido. Con medio millón de metros cuadrados y un costo de inversión de 5 mil millones de dólares, Tesla construye la fábrica de baterías más grande del mundo en Nevada. A pesar de que hay un video que muestra la gigantesca construcción, en ese video parece ser que sólo aparece una cuarta parte de lo que acabará siendo. De hecho con ese tamaño no sólo será la factoría de baterías más grande del planeta, probablemente será una de las tres más grandes en términos generales que se puedan ver en el mundo. Su nombre ha empezado a ser el de ‘Gigafábrica’.
Si bien los planes de Tesla es empezar la producción de baterías en 2017, parece ser que la creación completa del paquete de estas baterías estará a principios de 2016. Momento para empezar a pensar en serio en ello pues los pedidos que ya tienen hace pequeña la propia intención inicial.
Los números son impresionantes. En los primeros días de reservas desde que se anunció la batería, Tesla recibió órdenes de compra por valor de unos 800 millones de dólares según Bloomberg Businesss.
Todo aquel al que le entusiasme la idea de un futuro de energía solar barata puede hacer una reserva online, con años de anticipación, sin pagar un adelanto. Es increíble pensar que desde ya mismo no hay modo de que Tesla pueda hacer frente al nivel de demanda que reflejan las primeras reservas. La gigantesca planta originalmente iba a destinar unos dos tercios de su producción a las baterías para vehículos eléctricos y ya están pensando que igual se les ha quedado pequeña antes de empezar.
Como decía, mientras tanto, en el Reino, se sigue pensando más en que nadie toque el chiringuito de algunos que en proponer opciones energéticas disruptivas y que a buen seguro liderarán los cambios inminentes.
Tu papel en este reto histórico
Hace tiempo leí en The Economist que si nos hacemos la pregunta ‘¿qué es un emprendedor? sólo tendremos dos posibles respuestas o puntos de vista. El primero es el más popular y asegura que los empresarios son personas que dirigen sus propias empresas. La segunda opinión es la que defiende Joseph Schumpeter quien asegura que los empresarios son los innovadores de la economía y de la sociedad. Asegura que las personas tienen ideas, que quienes las convierten en empresas aportan valor social que se traduce en bienestar tarde o temprano. Ha pasado antes y seguirá pasando.
Hace tiempo leí en The Economist que si nos hacemos la pregunta ‘¿qué es un emprendedor? sólo tendremos dos posibles respuestas o puntos de vista. El primero es el más popular y asegura que los empresarios son personas que dirigen sus propias empresas. La segunda opinión es la que defiende Joseph Schumpeter quien asegura que los empresarios son los innovadores de la economía y de la sociedad. Asegura que las personas tienen ideas, que quienes las convierten en empresas aportan valor social que se traduce en bienestar tarde o temprano. Ha pasado antes y seguirá pasando.
Pero la diferencia es que, aunque ahora menos, los emprendedores son los nuevos héroes. Se acercan elecciones en España y volverá la recurrencia al efecto. Volverán a llenarse la boca del término muchos de los que no tienen ni la más mínima impresión de que significa serlo, lo que necesitan o lo que se espera que no hagan por ellos. Los políticos desearían tener un molde para fabricar emprendedores a su gusto. Volverán los programas de televisión, los artículos por todas partes defendiendo sus ayudas y se nos mostrará un nuevo ejército de personas encabezadas siempre por nombres destacados y de éxito, al calor de los cuales, otros se lanzarán a la glamourosa aventura de emprender. Pues de glamour tiene poco o mucho, depende, pero no de lo que crees o te parece. Hay de todo. Lo importante es de que tipo se crean. En mi opinión deben crearse emprendedores tecnológicos pero con capacidad de salir fuera, de conquistar el mundo, de explorar mercados que parecen inaccesibles. Hay que trabajar en construir un mundo mejor cuando precisamente todo va peor. No vale hacerlo cuando es fácil, no suele ser duradero ni real. ¿No saben que cuando la cometa vuela es porque el viento sopla en su contra?
Si un país no es capaz de generar el escenario idóneo para crear empresas no tan solo perderá masa laboral, ciudadana, cohesión y otros factores que desestabilizan a una sociedad, sino que se alejará del talento, de la innovación, del progreso tecnológico y, por derivación siniestra, del bienestar y modernidad socioeconómica requerida. Así ha estado pasando estos años y mucho hay que trabajar para que esa masa gris que se escapa regrese por algún motivo que no sea visitar a sus familiares por vacaciones.
Tengo la sensación que los empresarios o emprendedores que alteramos y desorganizamos continuamente la manera de hacer las cosas jugamos nuestro papel. Somos incómodos para los que eso les supone un colapso mental. Es obvio, pues sino no se entendería que, tras llenarse la boca y farfullar frases hechas sobre el apoyo al emprendedor y a la creación de empresas, te pegan el palo que te pegan con dificultades y meriendas similares a fin de que montar un negocio sea como subir el Everest sin oxígeno.
Un emprendedor es un agente incómodo para lo organizado porque requiere un fuerte compromiso con la innovación. De ella depende para competir con empresas que estaban antes que él, ser emprendedor obliga a ser optimista, pues sin ese valor casi irreflexivo a veces no se conquistan nuevos territorios. Pero ser emprendedor exige ser crítico con tu entorno para facilitar la creación de riqueza y de supervivencia de un negocio a fin de crear empleo. No es lo mismo acudir al trabajo a las 9 y salir a las 5 que no tener hora de entrada ni salida pues el proyecto que llevas entre manos requiere de concentración constante. Esa exigencia superior aborta cualquier imposición irreflexiva y te pone en alerta de la ineficiencia pública por ejemplo muchas veces.
Por todo el mundo hay gobiernos que no saben medir los tiempos o los tiempos ya los han medido a ellos. La mayoría de estos tipos que dicen ir a sus ministerios a mejorar la sociedad y a ayudar a ‘sacarnos de la crisis’ no tienen la más mínima idea de a lo que se enfrentan. Siguen considerando que para saber que tan emprendedora es una sociedad se trata de medir el número bruto de empresas o personas que trabajan por cuenta propia por ejemplo. No introducen el baremo más importante, el que realmente define el verdadero valor emprendedor (por innovador) de una sociedad que debería acelerar e ir de cabeza hacia la automatización y la tecnología.
La visión distorsionada que tenemos de ‘por donde hay que recuperar la economía’ se debe a que mayoritariamente la sociedad ve el mundo por el prisma de la prensa tradicional que a su vez transcribe los mensajes oficiales e interesados que a su vez componen con una absoluta indiferencia hacia la realidad que les rodea de lejos. Una visión que habla de ‘recuperación’ de no sabemos qué, de volver al crecimiento y creación de empleo de manera táctica y no estratégica y de un mundo de colores pastel que no te puedes creer si has viajado un poco. Esto no va de inventarse un titular y esperar a ver que pasa. Esto no va de esperar y que por ciencia infusa se ‘arregle’ todo pues no hay nada que arreglar. Esto no va de generar empleo inmediato porque no se va a crear. Esto va de diseñar, estimular y generar un mundo nuevo vinculado a la tecnología, la economía digitalizada y digital, al conocimiento y al valor añadido de aquello que ya tenemos en marcha como el turismo y otros.
Los retos históricos se pierden por desinterés, por ineficiencia o por voluntad. No se cual es el caso, pero o se toma un giro determinante o, no sólo España, Europa en general los va a perder. Se puede perder el tren por no ser capaz de correr hacia el andén si ves que se está escapando, porque no encuentras el andén o por que, viendo el andén y el tren parado, decides ir al bar. ¿Cuál es el caso que nos ocupa?
Cuando salir de la crisis es un 'deja-vu'
Hoy participo en un programa donde se cuestionará si el final de la crisis es real. Esto es algo que desde hace años se cuestiona. Es como si por repetirlo vaya a suceder. De hecho hace tres años ya lo respondí en la propia Contra de La Vanguardia. Sigo pensando igual que entonces y, algunas de las cosas que temía se están dando lo que no hace más que ratificar que por aquel entonces se entró en una dinámica de parálisis definitiva a pesar del estribillo ridículo y pueril que los ministros sucesivos se esforzaron en pintar de colores diversos.
De hecho, ahora mismo se cuestiona si hemos salido de la crisis, o estamos saliendo, porque los datos de empleo y algún otro, así ‘lo demuestran’. La llamada recuperación está llegando dicen. Tal vez, pero maldita recuperación si de lo que hablamos es de recuperar lo que ya teníamos, de retomar la senda del absurdo acumular ladrillos por todas partes y darle valor por el mero hecho de intercambiarlos de mano mientras miles de personas pierden sus viviendas al mismo tiempo. Eso es lo que viene.
No se ha hecho nada, la oportunidad histórica que teníamos ante nosotros está pasando como pasan los trenes de mercancías que no paran nunca. La realidad que persiste tras esas cifras de papel cartón es siniestra. Huida de jóvenes y no tan jóvenes, de una sociedad esclerotizada, de una clase media hundida y de una política plomiza e intratable, descubres que no ha pasado casi nada. La reacción es mínima y ahora, incluso, inexistente. Es tanto el pavor a perder lo poco que nos queda que hemos enmudecido. Es tanta la inspiración que supone recuperar el modelo productivo improductivo que lo vamos a repetir.
El silencio de los corderos. Tenemos tan poco que pensamos indispensable vivir conservando la nada más absoluta. Nos estamos quedando sin libertad pero con más ladrillos en la sala de espera. Se nos pasa la cuenta de nuestro cambio de modelo como en otros países si están asumiendo y tomando en cuenta.
Cuando nos dicen que ‘estamos saliendo de la crisis’ porque el empleo mejora es de aurora boreal. Probablemente mejore todo, inclusive el consumo, pero quemar la tierra ya quemada hace apenas unos años la convierte en desierto tarde o temprano.
Desde que se inició la crisis en 2008, el único movimiento que se detectaba en el ladrillo era recesivo. La construcción perdió cerca de 2 millones de empleos en seis años, 6 de cada 10 puestos de trabajo destruidos durante la crisis eran de la construcción. Pero ahora resurge.
El sector que se llevó la economía y la sociedad por delante, por aquello de que culturalmente en España es bueno tener propiedades, jugar con ellas y especular con su acumulación, porque todos podían ser promotores y todos vendedores, traders de viviendas o lo que fuera, ahora es el motor del nuevo empleo. Ya lo es. No lo es la tecnología, ni lo dependiente de una economía moderna y actualizada. Se nos llena la boca a todos de ‘futuro’ pero construimos pasado.
Según la última Encuesta de la Población Activa, que elabora el Instituto Nacional de Estadística, los parados de la construcción han pasado de 1,857 a principio de 2013 (en su nivel más alto) hasta 1,43 millones a finales de 2014. La cifra se ha reducido en 427.000 personas. El sector ha pasado de destruir empleo a crearlo a un ritmo equivalente en términos anualizados de cerca del 9%. No digo que sea malo crear empleo, en cualquier sector es bueno, pero cuando es desequilibrado otra vez, dependiente de unos factores concretos y a la vez expulsa de ese crecimiento a los que deben llevarnos a ser competitivos en el mundo que se está creando, la cosa es grave. Muy grave.
Es un empleo volátil y temporal. Con gran rotación y de baja cualificación. Por no decir lo absurdo de iniciar la conquista inmobiliaria en un país donde hay más de medio millón de viviendas vacías. No se aguanta por ningún sitio que sigamos pensando que eso es una recuperación o salida de la crisis.
Vamos a convertir lo que es un cambio de época, un nuevo modelo socioeconómico al que podíamos subirnos, no sin sufrimiento, no sin esfuerzo, en nada. Vamos a dejar pasar la oportunidad de dejar a nuestros hijos un mundo mejor a cambio de dejarles un nuevo ‘pack’ de hipotecas.
De hecho la EPA del primer trimestre de 2015 dice que el paro bajó en 13.100 personas en los tres primeros meses del año pero que se destruyeron 114. 300 empleos. Aunque se trataba del mayor descenso del desempleo en un primer trimestre desde 2005, el paro subió ligeramente, desde el 23,7% hasta la el 23,78%. Hay menos personas buscando empleo porque no confían en lograrlo o sencillamente ya no están.
Por sectores es de traca. El empleo cae en los servicios en 136.000 personas y en la agricultura (-9.000); mientras que aumenta en la construcción (en 30.000 personas) y en la industria (3.000). Porcentualmente asusta. La gente preparada y joven se va, los que necesitan un empleo aunque sea precario se apunta a la lista de la próxima obra.
La crisis dicen que se va. Que se lo cuenten a los nuevos 27.300 hogares que no tienen a nadie currando y que viven ya en el umbral de la pobreza. Se suman a los casi dos millones que existen. Eso si es salir de la crisis.
¿Y que deberíamos haber hecho? Que se debía haber tenido en cuenta en este tiempo, en el futuro inmediato tal vez, mucho más. Asumir el momento y haber aprovechado que la dureza de un parto social, revolucionario, de entrada a un mundo distinto requería de poner cimientos para ello. Además veníamos de las vacas gordas, había pasta para cambiarlo todo, pero daba miedo parar la máquina que finalmente se paró y ahora quieren arrancar de nuevo.
Recientemente se hizo referencia a un informe que decía que el 47% de los puestos de trabajo que existen en el mundo son susceptibles de ser automatizados en las próximas dos décadas. Una mayor automatización supone una mayor eficiencia para las empresas, por ende, mayores ganancias y menos necesidad también de puestos de trabajo. Maquinistas, traductores, electricistas, gestores, e incluso vendedores, se prevé que desaparezcan.
Esto que puede ser muy malo podría convertirse en una tremenda ventaja en cuanto a la construcción de un mundo mucho más ‘mental’ y menos ‘físico’. Me imagino personas disfrutando de cosas que no son accesibles ahora porque precisan de costosas cadenas de valor. No obstante, de momento, solo detectaremos lo malo, lo que convierte este momento en un auténtico desastre socioeconómico, veremos que esa dinámica solo enriquecerá a los que puedan desarrollar máquinas inteligentes o logren establecer aplicaciones sustitutivas de la mano de obra. Eso sería terrible. Sería la continuación a las últimas tres décadas en las que la participación de la mano de obra en la producción se ha reducido a nivel mundial del 64% al 59%.
Me niego a pensar en clave negativa y me gusta pensar que poco a poco, cambiando los tractores que conducen este cambio, personas por delante de líderes que no tienen perspectiva, podremos lograr un nuevo modelo de crecimiento basado en cosas que ahora nos parecen ciencia ficción.
Crear empresas, con nuevos planteamientos era la clave. Si no se estimula las políticas que apoyen a la creación de empresas con base tecnológica o vinculadas a la nueva economía, todo este ‘resurgir’ serán fuegos artificiales que nos van a quemar a todos. Algunos ya no están, se fueron, y nos fuimos donde hay oportunidades para retomar proyectos que se ajustan socialmente a lo que es un momento extraordinario de la historia. Hay paises que lo dejarán pasar y cambio dirán que están ‘recuperando’ no sabemos que, otros, a cambio, las pasarán putas para subirse al tren del futuro.
Esto no es una crisis, sencillamente es una revolución. Recordemos que cuando en el siglo XIX entró una máquina de vapor a una fábrica de 400 trabajadores para que la llevaran sólo dos, hubo 398 personas que creyeron estar en una crisis absoluta y no sabían qué hacer. La sociedad nombró “crisis Industrial” a lo que siglos más tarde hemos llamado “Revolución Industrial”. Aquella sociedad aprendió a colocar a todas esas personas en diferentes sectores y a mejorar la vida de todos. Nosotros estamos aprendiendo a modificar nuestros ritmos vitales, económicos, sociales, políticos para que la gente se incorpore en esta revolución tan absoluta. Hoy la respuesta al momento actual no está en recuperar nada, ni en hablar de crisis, sino en intervenir teniendo en cuenta que estamos viviendo una revolución en todos los sentido
Entrevista en Libertad Digital, 'La cultura del subsidio decapita la economía'
Ayer se publicó la entrevista que me hizo Diego de la Cruz para Libertad Digital, concretamente en Libre Mercado. Una conversación muy marcada por temas más ligados a la política económica que a tecnología, pero en la que lo pasamos bien. Aquí os dejo la transcripción que tambíén podéis ver en su lugar original.
Marc Vidal: “La cultura del subsidio decapita la economía”. Apunta que “nos han llevado a un pozo” y reivindica un impulso del emprendimiento y la innovación.
- Pregunta: Los jóvenes españoles son los europeos que más se plantean ser funcionarios. Hablamos de un 32% frente al 17% italiano, el 13% griego, el 11% luso… ¿No es descorazonador que haya tanta querencia por el empleo público?
Respuesta: Tiene que ver con un modelo económico, un aspecto cultural y una administración que poco o nada hace por cambiar esto. No solo es doloroso, es que es una oportunidad perdida. Los funcionarios son necesarios y no olvidemos que funcionarios hay de muchos tipos y en muchos de ellos es pura vocación. El problema viene cuando analizas los motivos de que, no habiendo tanta ‘vocación’, si haya ‘devoción’.
En términos económicos la seguridad que garantiza el empleo público vende muy bien. No requiere jugarte tu patrimonio, no tienes que lidiar con la falta de perspectivas en tu jubilación como le pasa a un autónomo por ejemplo. En lo cultural el trasvase hacia lo que supone ser emprendedor es muy complicado.
Emprender es lo contrario a la seguridad pública. Un emprendedor siempre está en crisis y el fracaso es un elemento consustancial con la propia actividad emprendedora. Culturalmente, como te decía, es un estigma, un motivo para que las cosas se pongan muy jodidas a partir de ahí y para siempre…
- Quizá no hemos sabido explicar lo que significa convertirse en empresario.
El agente de cambio más importante que tiene una sociedad es su tejido emprendedor. En el año 2008, parte de la economía estadounidense se desmoronaba pero, al mismo tiempo, nacían 250.000 empresas de base tecnológica, muchas con apenas dos o tres fundadores.
Ante la caída, decidieron ponerse en marcha con un criterio: cambio. ¿Aquí que hemos cambiado? ¿Cuál es la hoja de ruta? ¿De que va todo esto? ¿Por qué los que dirigen este barco se alegran cada vez que aumenta la cifra bruta de nuevas hipotecas? ¿En que planeta viven?
- Muchas de esas nuevas empresas que nacen en el ámbito tecnológico se enmarcan en ese sector de la nueva economía que choca con las regulaciones vigentes, pensadas para esquemas que poco a poco se van agotando. ¿Está España reaccionado de forma inteligente o se equivocan nuestros reguladores?
Por desgracia hay gobiernos que no saben medir los tiempos o los tiempos los han medido a ellos. La mayoría de estos tipos que dicen ir a sus ministerios a mejorar la sociedad y a ayudar a “sacarnos de la crisis” no tienen la más mínima idea de a lo que se enfrentan, ni falta que les hace.
Siguen considerando que para medir el emprendimiento en una basta con medir el número bruto de empresas o personas que trabajan por cuenta propia. En esa definición falta el baremo más importante, el que realmente define el verdadero valor emprendedor, que es el de la innovación. He ahí el aspecto que una sociedad debe acelerar para poder ir de cabeza hacia la tecnificación y la tecnología.
La visión distorsionada que tenemos de “por donde hay que recuperar la economía” se debe a que mayoritariamente la sociedad ve el mundo por el prisma de la prensa tradicional que a su vez transcribe los mensajes oficiales e interesados que a su vez componen con una absoluta indiferencia hacia la realidad que les rodea de lejos.
Una visión que habla de “recuperación” de no sabemos qué, de volver al crecimiento y creación de empleo de manera táctica y no estratégica y de un mundo de colores pastel que no te puedes creer si has viajado un poco. Esto no va de inventarse un titular y esperar a ver que pasa.
Esto no va de esperar y que por ciencia infusa se “arregle” todo pues no hay nada que arreglar. Esto no va de generar empleo inmediato porque no se va a crear. Esto va de diseñar, estimular y generar un mundo nuevo vinculado a la tecnología, la economía digitalizada y digital, al conocimiento y al valor añadido de aquello que ya tenemos en marcha como el turismo y otros.
Por eso hay que decirle no a quienes quiere ponerle trabas a lo que ya influye, de un modo absoluto, la vida de muchas personas. Negar que una plataforma social es un vínculo entre usuarios y empresas y que de ello ya no puedes abstraerte es girar la cara a la realidad.
España está a punto de perder una oportunidad histórica. Un tren que pasa pocas veces, una opción de enrolarse en el cambio de época que vive la humanidad y de la que hablo en casi todas mis conferencias. Los retos históricos se pierden por desinterés, por ineficiencia o por voluntad. Se puede perder el tren por no ser capaz de correr hacia el andén si ves que se está escapando, porque no encuentras el andén o por que, viendo el andén y el tren parado, decides ir al bar.
¿Cuál es el caso que nos ocupa? Tengo la impresión que es una mezcla según el momento, tengo la idea, y la he perseguido todos los días, de que o por inútiles, vagos o mal intencionados mi futuro no puede estar en manos de nadie, solo puede estar bajo mi influencia. Les llamamos líderes vete tú a saber porque, pues su lejanía de lo que sucede es de tal calibre que probablemente cuando todo esto se los lleve por delante pasarán años hasta que se den cuenta.
- En España cala poco a poco la tesis de la recuperación pero ¿qué impresión tienen los inversores extranjeros con los que Vd. toca el tema?
Va por barrios. Vivo en Irlanda y me paso la mitad del año viajando por el mundo. En algunos países se sostiene la idea de que la recuperación de nuestro país es poco más que un eslogan, manido y repetitivo, suelen ser lugares donde, a pesar de crecer menos que lo necesario, lo hacen sustentados en un cambio de modelo de crecimiento vinculado a nuevos escenarios económicos de vanguardia.
Otros, los que nos incluyen en el tren de los “recuperados” ya van pensando en comprar pisos pues se espera la inflación del precio de la vivienda. ¿Te suena? ¿Tiene valor eso? Y es que la inversión foránea va dónde es factible ganar dinero lo antes posible. De momento eso parece factible, otra cosa será en base a que…
- Entonces, ¿en qué punto estamos?
No saldremos de la crisis simplemente afirmándolo. Nosotros mismos debemos ser capaces de trabajar para cambiar nuestro futuro. La historia de la humanidad es la historia de la evolución y de la modernidad, y esta modernidad conlleva momentos críticos como el actual donde quienes deben liderar los procesos, marcar con luces largas el futuro de todos, tienen la obligación de construir en base a la competitividad, eficiencia y construcción de una sociedad más equilibrada y justa. Pero eso no parece ser lo que está pasando.
¿Cómo piensan los que están, los que quieren estar y los que, parece, pueden estar, estructurar un país como España en un entorno económico robotizado, automático y con mucho menos empleo? ¿Cómo piensan balancear la pérdida del valor humano en cuestiones laborales, el incremento de máquinas al servicio de la eficiencia y la retirada genérica de intermediarios en todo lo que una plataforma digital puede sustituirlos? ¿Cómo han pensado mejorar mi vida, la de mi hijo, la del tuyo, la de todos cuando ese mundo, inminente, se despliegue?
Probablemente ellos no deban ser quienes deban liderar esto, porque son los responsables, en gran medida, de habernos llevado a un pozo mucho más profundo de lo que probablemente nos correspondía. Lo que debería de preocuparnos es que seguimos centrados en el corto plazo, en la táctica. Este planteamiento es muy pobre y que nos dejará al margen de muchas de las revoluciones (socioeconómicas y tecnológicas) que se están produciendo en el mundo.
- ¿Qué aspectos son fundamentales para tener éxito como empresario?
No debe haber una receta segura. Haciendo lo mismo me han salido cosas bien y otras mal. Con modificaciones casi imperceptibles un fracaso inminente se trastornó en éxito y viceversa. Creo que la clave está en la preparación, en las hostias que te da la vida y en administrar bien tu capacidad de liderazgo. Creo que tener espíritu de sacrificio, pasión por tu trabajo, predilección por lo imprevisto sobre lo previsible y vivir intensamente el valor de aprender, de innovar constantemente.
Según la OCDE, el 44% de los españoles entre 25 y 30 años que tienen ocupación, están trabajando en algo que requiere menos habilidades de las que tienen. Los jóvenes españoles no van al trabajo pendientes de vivir retos, sueños y expectativas de crecer emocional y profesionalmente. Muchos van pensando que allí no va a pasar nada excitante, que lo importante es que pase el tiempo.
- El modelo educativo no ayuda…
La educación es pura instrucción, no hay debate, pensamiento o crítica. Nadie enseña a nuestros hijos el valor del fracaso, a perseguir sueños a pesar de no ser “rentables”, a emprender como valor de libertad y no como factor de enriquecimiento.
No les enseñan a entender que un negocio es mucho más que una oficina, una fábrica, un campo de cultivo, un comercio o un escenario de venta, nadie les indica que también son espacios de conclusión, de rescate espiritual y de relación humana, de cooperación, de suma intelectual, de talento y de prosperidad.
Cambiar todo eso, educacionalmente hablando, podría también influir en lo que se puede considerar, al final, un empresario de éxito, pues ‘éxito’ es mucho más que ganar dinero, es reconocerte ante tu obra, tu sueño. A veces repercute en mil millones y otras simplemente en subir la persiana de tu taller, pero siempre, con la sensación de que son tus mil millones o es tu taller.
- ¿Cuáles son las preguntas que debemos responder antes de dar ese paso?
¿Cómo vas de espíritu de sacrificio? ¿Sabes que no sabes nada? ¿Miedo a fracasar? ¿Demasiado mayor para esto? ¿Tu proyecto es tu sueño? Si no dudas en ninguna de ellas, si no hay grises, mejor.
- Los españoles tienen una imagen mucho más negativa de la economía de mercado que otros europeos. ¿Qué aspectos del capitalismo defendería Vd. ante quienes abogan por otras recetas?
Yo del capitalismo, así, sin anestesia, le reconozco el valor de la innovación necesaria. Que es incómodo. Más de lo que se piensa. Un capitalista conceptualmente desea la libertad por encima de todo. No le gustan las regulaciones.
Por ejemplo en el caso del término emprendedor es muy evidente lo que quiero decir. A la pregunta ¿qué es un emprendedor? sólo tendremos dos posibles respuestas o puntos de vista. El primero es el más popular y asegura que los empresarios son personas que dirigen sus propias empresas. La segunda opinión, la que defiende Joseph Schumpeter. asegura que los empresarios son los innovadores de la economía y de la sociedad. Asegura que las personas tienen ideas, que quienes las convierten en empresas aportan valor social que se traduce en bienestar tarde o temprano. Ha pasado antes y seguirá pasando.
Para mi el capitalismo se rige por el valor de la empresa privada y para mí, la empresa privada es el estímulo de los cambios, que desde la cultura, la investigación y la política se pueden ir concibiendo. Si un país no es capaz de generar el escenario idóneo para crear empresas no tan solo perderá masa laboral, ciudadana, cohesión y otros factores que desestabilizan a una sociedad, sino que se alejará del talento, de la innovación, del progreso tecnológico y, por derivación siniestra, del bienestar y modernidad socioeconómica requerida.
Tengo la sensación que los empresarios o emprendedores que alteramos y desorganizamos continuamente la manera de hacer las cosas jugamos nuestro papel. Somos incómodos para los que eso les supone un colapso mental.
- Ha escrito un libro contra la “cultura del subsidio”, ¿qué efectos tiene en la economía de un país?
Lo decapita. El subsidio es necesario como elemento en una sociedad de vanguardia. La subvención también, estimula y tiene un objetivo, pero la cultura del subsidio es algo tóxico. Adormece y acomoda y sobretodo crea una masa social acrítica y dependiente. Así es. Se estimula una sociedad de valores en crisis donde, por lo tanto, el miedo al fracaso tiene su sentido, puesto que el nivel de tolerancia hacia este hecho es cero por ejemplo.
Si te digo que ‘papá estado’ se encarga de todo, que tras todos tus problemas te daré lo justo para que aguantes, sobrevivas, consideres que soy tu providencia, que poco harás contra mí. Se fabrican ciudadanos narcotizados cuyo miedo al fracaso es supino.
Por ejemplo, a los jóvenes, les ayudamos a conseguirlo todo y a evitar que se enfrenten al error. Muchos de esos chicos y chicas que analizan su futuro inmediato es normal que dejen de pensar en ‘emprender’ pues es más sencillo no confrontarse con ese miedo que te comento. Vivimos en la sociedad del “no lo intentes sino vas a lograrlo”.
El subsidio lo estimula, por eso creo que la ‘cultura del subsidio’ narcotiza y es contraria lo que necesita el punto exacto de la historia que hemos tenido la suerte de vivir.
Todos los ministros de ‘tournée’
Ayer en el noticiario de la RTE Irlandesa, el que ve todo dios a las 9 de la noche una vez ya has cenado, se anunciaba el conocido ‘sorteo ministerial de San Patricio’. Una especie de carrusel que envía a todos los ministros de este país de ruta durante dos o tres días por todo el mundo en el día nacional. Ese en el que los monumentos de medio planeta se iluminan de verde ‘irish’ para homenajear a expatriados, o no, que tienen origen gaélico.
La cosa no tendría más significado que el hecho de tener a un atajo de políticos de viaje oficial sino fuera por lo que logran y cómo lo logran. El reparto no es aleatorio, los países elegidos y los ministros enviados responden a un criterio estratégico y, por si fuera poco, se preparan equipos complementarios que no van de turismo si no a la caza de ‘deals’ entre pinta y pinta de Guiness.
Para hacernos una idea (demostrable), el coste para las arcas públicas de tan ‘curioso’ batallón político es de apenas 300.000 euros. Hay países que se lo ventilarían con las dietas de un solo ministro y no miro a nadie. Sin embargo el ‘revenue’ que se auditaron en la edición pasada, fue superior a los 10 millones de euros en acuerdos básicos y un ahorro estimativo de casi 20 millones en publicidad. Salir en todos los medios del planeta en plan ‘friendly’ y con imágenes de tu país (cuando no llueve) tiene un valor ciertamente muy alto. Además, por supuesto, certifican que ese esfuerzo viajero es siempre el inicio de procesos comerciales que estos días, además, se han ido conocido.
Es un ataque frontal de todo un Consejo de Ministros y en plan divertido. Volverán a sentarse y bromear tras una reunión ya de tipo anual el presidente irlandés Enda Kenny y el norteamericano Obama. Volverán a China, Japón, Australia, Brasil, Francia, Alemania, México, Rusia, Dinamarca, Canadá y otros. La geografía es para atenderla y estudiarla. Incluso, y es destacable el tratamiento que se le da a California es de ‘país propio’. Allí va un ministro en concreto. Hay mucho que celebrar y mucho que negociar en Palo Alto, Mountain View, Cupertino y San Francisco.
¿Que suele pasar después? Aquí van tres apuntes que se han materializado en pocos años y obviamente dependen de mucho más que del viaje de un ministro, pero, por lo menos, empieza así en muchos casos. De un político se espera, al menos, que estimule, lidere y cierre. El proceso lo establecen los técnicos.
1. El primer tema fue el cierre de un acuerdo entre Estados Unidos e Irlanda para permitir que la industria cárnica pudiera ser vendida sin restricciones ni controles (que si sufren otros países europeos) en todo el territorio americano. Sin aranceles, ni sobre costes de control, lo que hace mucho más competitivo la ya muy competitiva carne irlandesa. Por calidad y por tratamiento.
2. El segundo también tiene que ver con esa industria, la cárnica. China acordó con el propio presidente del país, la semana pasada, iniciar la importación sin requerimientos complejos de la carne irlandesa. En apenas un año la tercera industria exportadora de carne del mundo se ha zampado dos mercados nuevos que suponen el doble del que ahora tenían disponible.
3. El tercero, el que me parece más interesante. Corrían rumores que Apple estaba examinando localizar en Suecia, Dinamarca, Noruega, Finlandia o incluso Islandia un lugar para construir su nuevo centro de datos para Europa. Finalmente el premio ha sido repartido entre los daneses y los irlandeses que no parecían tener opciones inicialmente, pues en este caso, el tema tributario no jugaba a favor. Era un tema climático, imagina lo que supone poner en marcha todo ese cúmulo de servidores ofreciendo respuestas a tiempo real para iTunes, App Store, iMessage, Maps o la propia Siri. Calor. Apple invertirá 850 millones de euros en el desarrollo de un nuevo centro de gestión de datos para ayudar en la ejecución de esos servicios de datos.
Pero, como siempre, todo no es bueno, de eso ya hemos hablado. Sigue siendo complicado vivir aquí. Cada vez es más caro y falto de servicios que en España, por ejemplo, son asumidos como derechos fundamentales. Y sigue siendo complejo gestionar tu propia empresa en base a usos y costumbres que, todavía, me cuesta entender y de los que aprendo o me desespero. Sigue el paro excesivamente alto, cuesta encontrar trabajo para los que vienen pensando que esto es como ‘Silicon Valley’, sigue el consumo interno bajo y las cargas impositivas en forma de todo tipo de tasas siguen en aumento a pesar de todo. Exportan mucho, el cambio de modelo se va aplicando, pero siguen jugándosela todo a que la sociedad aguante tanta presión. Veremos si lo equilibran y les sale bien.
Aparecen nubarrones en sectores en los que ya no son competitivos, nuevas hipotecas sin límite, mucho nuevo ladrillo que asoma, pero, por lo menos, parece que los ministros tienen claro para quien trabajan y quienes les pagan. Asciende en las encuestas (en algunas ya las lidera) un nuevo lider antiausteridad, Paul Murphy, al estilo Podemos o Siritza. No obstante, a destacar que los políticos irlandeses hablan muy poco de ellos mismos. Está mal visto y los vigilan bastante. Trato con algunos y realmente son políticos, eso es evidente, pero tienen muy presente que los observan, que hay una especie de ‘escucha activa’ de la que no pueden desprenderse.
Será que los ‘mitings’ son en los pubs y eso ayuda mucho, pero aquí la política es acción y mucha menos politiqueo de partido. Aquí el tema ‘de partido’ es un modelo de acercamiento por distritos, por condados, más que un organigrama con todo dios viviendo ‘liberado’ y estructuras muy reducidas y donde todos tienen que rendir cuentas periódicamente ante sus votantes inmediatos a pesar de ser un político de rango alto.
Se los llevan de ‘tournée’ pero, visto lo visto y escuchando los avisos de que van a tener que explicar ‘que lograron en sus viajes’, no van de turismo. ¿Que pasaría si el 12 de octubre enviamos a los ministros españoles por el mundo?
Del #nopodeis al #podemos’, innovación íntima.
En este blog hablamos de un futuro sin empleo. De como será todo cuando robots y software se afiancen en nuestras vidas cotidianas de un modo más intenso que el que ya gozan en la actualidad. Eso, simplemente, es cuestión de tiempo. Pero mientras todo eso llega, al tiempo que el planeta, a distinta velocidad según el lugar, se adapta, los que deben ir asumiendo esos cambios somos los que lo habitamos. En el campo del trabajo, y su deriva socioeconómica, las cosas han variado y mucho en muy poco tiempo.
Hemos pasado de transitar 30 años en el mismo puesto laboral a tener una decena antes de ser unos cuarentones. Algunos por simple inconformismo, otros por ineptitud, pero muchos por un modo que se ha instalado en nuestro ecosistema económico que no compensa si lo que haces es permanecer en la llamada ‘la sociedad agotada’. También le llamaban libertad, un estado lisérgico que te hace pensar que lo tienes ‘todo’ por tener un trabajo fijo, una hipoteca fija y una familia fija.
El tiempo pasa y en el cuerpo social se fue inyectando el virus de lo que es ‘cool’ y lo que no. Transitamos ahora por ‘la sociedad ordenada’ donde todo está muy bien pensado para parecer menos ordenado. Vacaciones organizadamente desorganizadas y vestimentas diseñadamente informales. En el ámbito de la empresa se tensa hasta límites en los que las estructuras se suceden las unas a las otras, se pisan y se generan galardones a quien más ordenadamente disruptivo es mientras no cambie ‘lo establecido’. Que lo parezca es suficiente, que lo sea no es necesario. Mira a tu alrededor, verás muchos casos.
Ahora todo está mutando. Empieza a ser muy diferente. En la antesala de que todo cambie aún más, mientras esperamos que el mundo se automatice definitivamente, vivimos en otro estadio social mucho menos rígido aparentemente. Es la puerta de entrada y tienes un código concreto por descifrar. Ya tenemos tres de los cuatro dígitos de la clave ‘pin’ que da acceso.
- De ser una sociedad disciplinada y que buscaba cobertura en lo colectivo, en el estado, en lo social, vamos pasando a otra menos dispuesta a obedecer, más emprendedora, dispuesta a alcanzar sus sueños bajo el lema de que ‘es posible’.
- Del ‘#nopodéis se va pasando al #podemos’. Nada es casual, ni en España, ni en el #yeswecan que llevó a la Casablanca a un presidente de raza negra cuando eso en películas de principios de este siglo era algo que se trataba como ciencia ficción. ¿Lo recuerdas? Tampoco lo es en Grecia, ni lo será como preveo en Irlanda. Irá sucediendo. Tiene que ver más con lo que significa que con lo que es y de ahí el error de quienes no lo quieren aceptar y se ven inmersos en una guerra donde no hay soldados, sólo una enorme y elefantiásica pasarela que lleva de un mundo a otro. En la empresa sería una especie de ‘revolución íntima’, revolucionaria, una ‘íntima revolución innovadora’.
- La política no es más que una esquina de todo ello. Me interesa más bien poco quienes están detrás de un nuevo proyecto o que dicen que van a hacer. Poco o nada ya va con ellos. El tiempo es el que es y arrasará con todo, incluso con los más ‘innovadores’ de la gestión pública. Ellos, únicamente, #podrán, y de eso va este nuevo mundo inminente, estimularlo, acelerarlo o frenarlo, pero ya no, nunca, detenerlo. La ventaja de los países, cuyos dirigentes así lo vean, como un gran ‘big picture’ del futuro a 20 o 30 años, irán tomando la delantera e irán conquistando ese futuro para nuestros (sus) hijos, los que no, seguirán (seguiremos) hablando y hablando de no sabemos que exactamente.
- Un mundo en el que se ha pasado de las jerarquías verticales de trabajo a otras cuyas organizaciones son ágiles, comunican bien y son transparentes.
- De competir para captar mercados se ha mutado a una innovación constante para crear nuevos clientes interesados.
- De trabajar vinculado en ‘funciones’ inamovibles se ha pasado a centrarse en ‘proyectos’. Por ello se ha pasado de la ‘estructura’ a las ‘personas’.
- De la orden a la confianza en el equipo, donde la importancia curricular cede a la inteligencia emocional y de la ‘experiencia’ a las ‘ganas’.
- De la conciliación entre trabajo y vida personal se tiende a que tu trabajo sea tu vida pues es esencialmente lo que te realiza en todos los ámbitos, del adicto al trabajo se pasa al explorador con espiritu de sacrificio, de los jefes a las redes.
En breve muchas de esas mutaciones aun serán más complejas. Del jefe al software (robot), de los equipos a la multitarea distribuida, del explorador al soñador, de la inteligencia emocional a la psicología cibernética (llevarse bien con máquinas que parecen personas) o de los modelos de gestión por proyectos pasaremos a otra mucho más difusa en los que los proyectos precisarán de tantos complementos y desde tantos campos que difícilmente sabremos medir su inicio o su final y no dejarán de ser ‘modelos de crecimiento empresarial o social’
Innovar no es fácil. De hecho si no logras que el mercado la acepte no es innovación. De eso va el futuro, pero también el presente. ¿Tu empresa dice estar innovando? ¿Conviertes tu innovación en facturas? Si no es así simplemente estás dando vueltas con un coche nuevo a la misma rotonda de siempre. O cambias de coche o cambias de rotonda. Transfórmate, transforma tu empresa. ¿Quieres más info?
Startups como modelo de cambio económico
El discurso oficial dice que la recuperación económica de España es un hecho que ilumina tanto que deslumbra y por eso no lo vemos todos. Que siete años después de que la realidad nos explotará en las narices, el sector que se lo llevó todo por delante, ha vuelto a resurgir. Frases como ‘la construcción ha dejado de ser un lastre para el PIB y ya aporta de nuevo tasas positivas a la riqueza nacional’ son cada vez más recurrentes. Y, curiosamente, de algún modo es cierto. El ‘ladrillo’ generó el año pasado casi 100.000 puestos de trabajo nuevos, lo que obviamente es significativo.
Pero la ruta pasa por muchas esquinas y la explicación, de fondo, no es tan simple. La inversión institucional en activos inmobiliarios, por ejemplo, fue de casi 15.000 millones de euros, un volumen que solo se superó en los años ‘locos’ del decenio pasado, 2006 y 2007. Pues eso, que la pasta poco a poco, quienes disponen de ella, la vuelven a ir moviendo hacía el mismo lugar y quienes podrían impulsar que se distribuyera en sectores de alto valor y menos cíclicos no lo hacen.
Ese rejuvenecido sector inmobiliario convive con un paro descomunal no obstante en todos los ámbitos. A pesar de ese destello de ser la economía que vuelve a maravillar a todo el universo conocido, se sigue con un desempleo cercano a la cuarta parte de la población en edad de trabajar, y donde la mitad de los jóvenes no tienen idea de a que se van a dedicar en los próximos meses o años, cuando no es que se han ido a buscarse la vida. Parece que algunas ‘recuperaciones’ son puro celofán. De hecho la EPA, si se mira al detalle, te explica que, aunque estemos modificando el estadio, nada desde un tipo estructural está pasando de manera significativa y mucho menos está generándose ninguna metamorfosis en lo que sería el modelo de crecimiento.
La economía española creó el año pasado casi 450.000 empleos. Bien. Ya ‘sólo’ quedan 5 millones y medio de parados. La generación de ese empleo tampoco es que sea muy rápida, seamos realistas, pero lo peor es donde y como se crean. El sector tecnológico crea lo que crea, aporta lo que aporta, pero si no se le impulsa o se hace integral en el ámbito de que todo cuanto suceda tenga que ver de algun modo con ella, menos vamos a producir. Una economía tecnológica es la ideal, pero con tener una economía tecnificada ya me vale. Y eso tampoco es que sea de tirar cohetes.
La economía española no tiene mercado laboral para los jóvenes que acaban de terminar sus carreras o sus grados tecnológicos. No se ha creado, ni cuando había dinero o ahora que vuelve a fluir según nos dicen, empleo en la economía del conocimiento y digital que nos tocaría liderar a todas luces. ¿En que vamos a ser un país de interés? La respuesta siempre es el turismo, como si fuera un campo petrolífero sin límites.
Lo malo de este año 2015 es que quienes deben estimular se lo van a pasar dando mítines. Los que tienen que aportar claves, trabajar para que se cumplan e inspirar a una sociedad a la que le urge modernizarse, seguirán incluyendo una ‘@’ delante de su nombre como máximo signo de digitalización.
Y mira que este 2015 la recuperación esa de la que hablan y bajo los términos en los que la definen se producirá. Más como consecuencia de los procesos de ajuste que han situado a la demanda interna en condiciones de volver a crecer y por el impacto de shocks externos de carácter transitorio. Hablamos de la bajada de los tipos de interés a largo plazo, la caída del precio del petróleo, la bajada de impuestos en según que puntos y la depreciación del euro frente al dólar.
De nuevo, ante nosotros, oportunidades de generar un escenario de crecimiento. De nuevo, ante todos, la opción de aprovecharlo para amontonar ladrillos en cada esquina y especular con ellos o, por el contrario, la de construir futuro a partir de la tecnología, la sociedad del conocimiento y el crecimiento digitalizado como hacen e hicieron otros.
Convertir un país en líder en innovación no es algo que se pueda poner el programa electoral de los próximos cuatro años, es un pacto de estado, algo genérico y que debe desdoblarse en el tiempo e independiente a los gobiernos puntuales. A los que les está saliendo así lo hicieron y lo mantienen.
¿Dónde hay más innovación que genera riqueza? ¿dónde esa innovación genera empleo, liderazgo y competitividad tecnológica? Allí donde el modelo startup es un modelo creíble y defendido, no sólo una moda. Allí donde el ecosistema de creación de empresas tecnológicas con emprendedores de alto potencial de crecimiento, repito, startups, es algo consustancial con programas públicos y privados, donde equivocarse es un valor añadido y donde las trabas a la propia idea de innovar no existen.
El segundo escenario de startups más potente del mundo por detrás de Silicon es Israel. Un diminuto pais que también es el que cuenta con más compañías cotizadas en el NASDAQ, solo por detrás de los EEUU. Con apenas ocho millones de habitantes, geográficamente ubicada en una enredadera, lejos de todos los centros de negocio y finanzas del planeta, es sin embargo el referente en startups del planeta tras California.
Tel Aviv, Israel en su conjunto, convirtieron las dificultades, su propio momento complejo, su crisis de hace dos décadas en una oportunidad evidente. Desde legislar a favor del Venture Capital, hasta el trabajo de concienciación al inversor tradicional israelí que hacerlo en tecnología y startups era una apuesta de Estado. Eso sucedía en los años 90, cuando todo esto era una especie de discurso hipnótico que entendían pocos. Muchos países decidieron poner ladrillo sobre ladrillo y otros, el entorno de Tel Aviv, pusieron bits, sobre bits.
Fondos impulsados desde órganos públicos marcaron el camino que luego otros siguieron. Las startups necesitan de financiacion continua para crecer rápidamente y hacerlo a costa de pérdidas. Evangelizar sobre eso no es sencillo y en el caso israelí salió bien. The Yozma Group fue el primer fondo de Venture Capital impulsado por el Gobierno de Israel en Enero de 1993. Hace mucho pero fue pionero y público. Luego vinieron otros y ahora es un hervidero.
España tiene de todo, incubadoras, aceleradoras, capital riesgo, atractivos para inversión, talento, ideas, ambición entre los creadores, emprendedores, innovadores, empresas capaces de apostar por todo ello. Sin embargo sigue sin hoja de ruta. Una ruta que nos debe llevar a una estación parecida a la que otros ya rozan y que lo hacen gracias a estrategias claras, bien pensadas, fuera de tácticas electorales y, sobretodo, sacrificando la riqueza inmediata y de barro que suponen modelos de crecimiento de juguete y peligrosos y sacrificar esa velocidad inicial por una economía escalable, inteligente y de alto valor tecnológico.
Que ya no llegamos a la fiesta a tiempo es casi evidente, pero que más vale tarde que nunca, también.
Cuatro (hay más) aspectos de esta revolución socioeconómica
Llevamos apenas veinte años de algo que tiene que durar cincuenta. La dificultad para adaptarnos no es más que algo tremendamente normal a lo que cualquier sociedad debe enfrentarse. Lo de ahora es como un parto, doloroso, pero que el tiempo mostrará que no era más que una revolución. Como ya lo fue en su día la Revolución Industrial (a la que sus contemporáneos le llamaron ‘crisis industrial’) o la revolución en la distribución del conocimiento que supuso la imprenta y que sus contemporáneos vivieron con incertidumbre pues retiró el privilegio y control del ‘saber’ y la información que tenían unos cuantos.
Y dolió. Fueron momentos duros, de difícil adaptación y en algún aspecto hay cosas que todavía vivimos hoy en día con desequilibrio que son herencia de haberlo hecho mal en aquel entonces, de no haber entendido que sucedía por parte de muchos y en haberle dado valor de ‘crisis’ a lo que no era otra cosa que ‘una oportunidad de mejorar el mundo’.
En este tiempo unos vivirán su crisis y otros su revolución. De hecho esa revolución, en lo íntimo, es normal que se viva como una crisis pues debe ser aceptada en cuatro factores que interpreto como destacables. Una vida de incertidumbre, una vitalidad extrema, saborear la inestabilidad y practicar la deconstrucción.
1. La incertidumbre. Hace años que desconozco que me espera en mi despacho, que riesgos nuevos asumiré o que personas conoceré. Hace años que, tal vez toda la vida, que persigo un lugar definitivo. Sueño con que ese lugar no exista y así poder seguir en su búsqueda hasta el final de mis días. El desconocimiento de cuanto nos espera nos obliga a estar en alerta, en aprendizaje, a permanecer en beta constante. ¿No es cierto que como emprendedor tu proyecto es cada vez mejor si eres capaz de gestionar ese redireccionamiento constante?
2. La jubilación. Que al final de tu vida haya como una compensación por los servicios prestados que en la mayoría de los casos es para sobrevivir, es humillante. Es como anestesia. Me preocupa que muchas personas consideren que la jubilación es un puerto seguro, el destino garantizado, el punto tranquilo hasta el último aliento. Y es que considerar que el futuro está garantizado por algún elemento es un error. Creer que los planes de jubilación, pensiones o meriendas similares financiarán nuestra etapa final es, como menos, dudoso. Debemos aceptar que los ingresos de la madurez no serán los mismos, obviamente, pero no va de eso. Va de tener fuerzas para hacer lo que te gusta y que cuando no pueda ser físicamente, lo sea mentalmente. ¿Desear la jubilación es en si misma la prejubilación? ¿Odiar que llegue un lunes más no quiere decir que no te dedicas a lo que te gusta?
3. La deconstrucción. Ya todo está en fase de implosión. ¿No lo ves? En apenas unas décadas todo el plan de gestión de una empresa era el de tener claro cada día lo que le tocaba a todo el mundo hacer. Ahora eso ha cambiado radicalmente. La clave del éxito estaba en que todos los integrantes de una estructura tuvieran claro que les tocaba hacer al despertar cada mañana. Romper esas cadenas suponía un deterioro en el proceso que repercutía en graves consecuencias. Pongo un ejemplo en la agricultura. Imaginemos el campo donde todos los integrantes de una granja tienen claras sus funciones, taras y actividades durante todos los días de la semana y horas del día. Eso nunca cambió y permaneció siglos igual. Hoy en día nada es así y los procesos ya no pertenecen a los protocolos sino a los análisis de necesidad, riesgo y acción. Un sistema inteligente modifica cada día lo que hay que hacer en función de lo que realmente es preciso y no de una agenda intocable. Esa deconstrucción de procesos está llevando a industrias poderosas a reinventarse. ¿Por qué no lo hace tu empresa menos grande y dónde sería más fácil hacerlo?
4. La inestabilidad. Hace siglos, cuando trabajé en Bolsa, mi obligación era avanzar en la escala salarial y subir en el organigrama. Todo era como tenía que ser. Cada cierto tiempo un ascenso, una mejora, un nuevo despacho. Era tremendamente tranquilizador saber hacia donde iba, cual era el destino y donde se fijaba la nueva meta. Todo estaba escrito, como un libro de vida por cumplir. La hoja de ruta me relajaba. La evidencia de la estabilidad empezó a angustiarme hasta tal punto que abandoné. Esa estabilidad era paralizante, algo cobarde. La tranquilidad impide pensar en grande. Dejé aquel trabajo y monté un negocio. Muchas personas ansían ser funcionarios, respetable, desean tener una estabilidad en un mundo donde eso cada vez es más complejo y difícil. No todos somos iguales y se debe respetar.
Pero pensemos que si es cierto que vivimos un momento excepcional de la historia ¿no será algo maravilloso ser parte de ella a partir de las características que nos impone este preciso instante? Estos son cuatro, de muchos, aspectos que comento en una de mis conferencias y que marcan el día a día inmediato de cuantos estamos viviendo estas cuatro o cinco décadas que marcarán, como ya sucedió en el pasado, todo el futuro a medio plazo.
(Foto AP Photo/Victor R. Caivano)
Cuando se presenten, votaré al Partido Robot
Muchas de las cosas que hacemos de manera cotidiana hace apenas unos años eran de otro modo. Voy a generalizar con el riesgo que eso conlleva, pero espero se me entienda. Ya no escribimos cartas, no elaboramos álbumes de fotos, nos reunimos sin estar juntos, no compramos entradas en ninguna taquilla, no se utilizan mapas callejeros, las guías turísticas son reliquias, no compramos periódicos, no visitamos tiendas de música y no votamos por ideología sino por múltiples factores que tienen que ver con el debate en red, más bidireccional y complejo.
Europa está en estado de shock. Draghi decide que lo mejor para el futuro es meter todo el papel que le queda por imprimir en el sistema y que sea lo que dios quiera. Pues querrá, pero no lo que ellos consideran. La masa ingente de liquidez en euros se va a llevar por delante el valor del mismo. Pon diez monedas donde antes había una y lograrás que esas diez valgan menos ahora que cuando las contabas por separado. Si eres un vendedor de algo, póngamos moneda, y sabes que los que vienen a tu tienda tienen diez veces más dinero que antes, ¿no subirás el precio de todo? Y, eso, ¿no deflacionará el valor del dinero en términos generales? Pues eso.
En Grecia viudas y jubiladas con hijos que pagaron toda la vida sus impuestos, que cotizaron ellas y sus maridos, se ven obligadas a trapichear con cualquier cosa por las calles, y esperar el miserable cheque de 320 euros que el Estado les ‘regala’ por los servicios prestados. Y se sorprenderán de la victoria de Siritza, o de que Europa esté en juego. Aquí en Irlanda todas las encuestas ponen de ganador a un indefinido cuadro de ‘independientes’ que lideran todas las batallas locales contra la subida de tasas, impuestos, recortes y meriendas oficiales. En España Pablo Iglesias tres cuartos de lo mismo. Mira este video de la señora Katsulis.
¿Es todo esto un tema político? ¿Sociopolítico? ¿No tendrá que ver, previsto o no, estratégico o no, con algo más técnico, tecnológico y de adaptación al momento desde un punto de vista automático? Tengo la impresión que si. No niego que la aparición en programas de televisión ayuda, que un líder que diga lo que todos quieren escuchar también, que poner de vuelta y media a unos cuantos que no hay manera de sacar ni con agua caliente ayuda, pero también el cómo todo eso se ha enlazado entre los potenciales votantes, las estructuras (des)organizadas y las ideas es tremendamente menos ideológico y político de lo que parece.
El mundo sigue su curso hacia un escenario sin empleo. Todo lo que pueda ser automatizable, ‘robotizable’ y todo lo que pueda sustituir un grupo de humanos por un ‘software’ o un brazo mecánico, será. Periódicos sin periodistas, bibliotecas sin bibliotecarios, bares sin camareros, tiendas sin vendedores, empresas sin directores, taxis sin taxistas, hoteles sin intermediarios, transporte sin transportistas, clínicas sin doctores y, quien sabe, parlamentos sin políticos. ¿Para que se precisa un político?
Hoy en día las decisiones políticas se toman en base a tres criterios: presupuesto, interés partidista y capacidad de gestión. La primera la gestionaría increíblemente mejor un software inteligente que una docena de ministros de economía visto lo visto. Lo segundo, más divertido, un gestor de datos masivos capaz de trabaja en base a variables de bienestar social no dependiente de votos, podría gobernar sin esperar ‘encuestas’ o lo que fuera. La tercera es pura evidencia. ¿Quien más eficiente que un robot?
Permitidme el juego. Yo votaría a un robot, pero mientras eso no llega veamos a que se dedican los actuales ‘líderes’. Les llamamos líderes vete tú a saber porque, pues su lejanía de lo que sucede es de tal calibre que probablemente cuando todo esto se los lleve por delante pasarán años hasta que se den cuenta. Ellos seguirán yendo a su puesto de trabajo como si nada hubiera pasado, como en un guión de Asimov entrarán en su despacho rodeados de máquinas, se sentarán a ‘gestionar’ y nadie se dará cuenta de su presencia. Tanto tiempo ralentizando el mundo, tanto tiempo derivando sus responsabilidades, jugando a sus juegos de tertuliano de bar, tanto tiempo hablando de ellos mismos, que nada cambiaría con su presencia. Fin del juego.
Y a este cuento de ciencia ficción de un futuro inminente le cabe algo de realidad desde ahora mismo. Resulta que la televisión pública española, la de todos, ha decidido montar dos programas tertulia, uno para los viernes y otro para el sábado noche, no sea que te quedes a medias en el lavado de cerebro. El objetivo es el de contrarrestar la presencia de ‘Podemos’ en el resto de debates en otras cadenas. En mi caso, no veo la televisión por lo menos no en el sentido agendado y de horarios programados. Busco lo que quiero ver y lo veo, pero entiendo que eso aun es genérico y que los de Podemos han estado sobre expuestos durante los últimos tiempos.
Ahora bien, no conozco a nadie que ya ha decidido votar al partido de Pablo Iglesias y que sea asiduo de ninguno de esos programas que proponen un debate como si fuera un ‘Sálvame Deluxe‘. Que los ven, de vez en cuando, que les influye, supongo. Como a los votantes griegos que han pasado de declararse incondicionales de los conservadores y ahora matarían por un excomunista que les ha prometido poner en el paro a toda (y allí también la llaman así) la casta.
Pero, donde esta el ‘bug’ de la política tradicional. De los ‘expertos’ de los partidos de siempre. ¿Dónde se han pasado los últimos diez años los estrategas de partido, los directores de comunicación y táctica política? ¿De que leches hablan cuando plantean estrategias a sus clientes? Es divertidísimo leer las propuestas de algunas consultoras políticas sobre eso de ‘estrategia de partido’ en redes sociales o ver como muchos ‘políticos’ se ven la mar de actuales poniendo un ‘@’ delante de su nombre.
Es que esto ya no es lo que era. Digamos que la gente va decidiendo lo que votar por otros canales que no tienen mucho que ver con la estrategia (mejor dicho, táctica) de los que llevan tanto tiempo en un sillón de alcántara, del cual, cuando se levanten no habrá manera de que regrese a su forma original del tiempo y peso que lleva sufriendo el probre. No se han dado cuenta que el concepto ‘googleliano’ de ‘los círculos’ de ‘Podemos’ va mucho más allá que una sede local, una agrupación de distrito o una estructura determinada.
Te gusten o no, la sociedad en red (que si, también consume tele), se nutre del debate entre ellos y no de la visualización de unos teatros que simulan ser nutritivos para el intelecto político de los ciudadanos. Esos ‘círculos‘, esa estrategia orgánica y viva, que no depende de órdenes directas sino de su voracidad distribuida, que la tecnología y su enlace con lo analógico permite, está canalizando (y muy bien) un descontento social que, en muchos casos, tiene que ver con esos programas televisivos de juguete.
Pero no es sólo eso, es más automático de lo que parece. Ni el tal Errejón es un genio, ni Iglesias un enviado del MIT. Están canalizando un proceso de desajuste y les ha tocado a ellos. Estuvieron donde había que estar, lanzaron un mensaje que caló por los canales que tenían a su alcance y a partir de ahí, si que lo han hecho bastante bien. Sólo decirles que si ahora, por vete tu a saber que bacteria politiquera, deciden ‘reorganizarse’ en modo ‘partido on’ mucho o poco de cuanto llevan alcanzado se desmontará. Esto no va de mensaje, ni de líderes, es un tema más complejo. Los americanos lo inventaron pero quienes mejor lo manejan ahora son los escandinavos. Creas un entorno, derivas un mensaje, utilizas la tecnología y la dejas fluir. Luego, sólo tienes que dejar que los datos y su gestión capaciten tus decisiones.
El problema para ello es que se necesita ‘open mind’ y eso ya no es tan sencillo. Dejar que la gente tome su senda y que la política se adapte es chungo. Deberíamos pasar de un escenario en el que los partidos proponen y la sociedad dispone a otro en el que la sociedad exige y los partidos se adaptan. Para ello hace falta mucha democracia, viva y constante, algo que precisa no sólo de ‘circulos’, sino de todo tipo de modos. La convivencia entre lo tecnológico aplicado a la política (¿o es que van a ser lo politicos los únicos que no les afecte ese mundo sin empleo?) y la gestión pública que la sociedad demanda más pronto que tarde sucederá.
Y hablando de cosas concretas. Se sorprenderán también del ascenso de ‘Ciudadanos‘ y del reconocimiento social de Albert Rivera. Pues eso, que se sorprendan, pero si lo miraran bien verían que la estructura de ese partido no tiene nada que ver con la de los partidos tradicionales. Va de como te estructuras y de un problema adaptativo. Luego si el mensaje fluye, lo tienes de cara. C’s se sujeta en los apoyos y no en los militantes, en la propia red, en la distribución derivada de información, en la empatía (digital) y en la creación de redes de que utilizan Internet como canal de aceptación de unos a otros.
Pero no es ‘técnica digital’, para nada. No es que tengan un Community Manager con una varita mágica. Es otra cosa. Es que su estructura desestructurada permite la participación en plataforma y ahí si que es importante la red y las redes. UPyD por ejemplo, empezó bien en eso, pero su obsesión por crear ‘estructura’, formatos de siempre, les ha paralizado el ascenso. Ya van tarde.
¿La tele? si, ayuda, pero más tele que se chupa la Cospedal no hay nadie, y a ésta no le nutre nada. Si consideran en las estructuras de los partidos tradicionales (incluyo al resto) que Sainz de Buruaga y su programa de doble tertulia (donde irán los de siempre supongo) genererá el desgaste a los de Pablo Iglesias, Rivera o los que salgan todavía, van listos. Si ‘Podemos’ baja expectativas o se la da al final no será por estos movimientos tácticos tan fuera de tiempo, será porque sus ‘circulos’ dejen de estar conectados adecuadamente, reflejen lo que dicen ser o empiecen a gobernar ejerciendo el poder de manera contraria a lo que proclaman.
‘By the way’ esto pasa aquí, Irlanda, y allí, Catalunya. Los catalanes que están debatiendo sobre el futuro independiente o no, también se están despistando. Hay una inmensa mayoría de catalanes que no son independentistas, claro, pero es que tampoco son ‘dependistas’. No son nada. Nada de lo que se propone ahora. Cuando se organicen desorganizadamente, como hacen los clientes de Uber, Airbnb o cualquier plataforma social que no precisa de intermediarios ni gestores, que todo sea mucho más automático que las órdenes de nadie, la sorpresa va a ser mayúscula.
Tiempos nuevos que nadie interpreta correctamente, ideas de siempre (todos), estrategias de pena y tácticas de gente desconectada de la realidad. Cuando la realidad haga ‘turn on’, va a ser divertido.
Olvidense de replicar 'Silicon Valley', no les va a salir.
En un interesante artículo recientetitulado ‘Why Silicon Valley Shouldn’t Be the Model for Innovation’, Dan Breznitz critica el grado de desconocimiento de los responsables políticos y legisladores cuando hablan de ‘crear un Silicon Valley’ en cualquier esquina de sus países como si eso de replicar lo que sucede en California fuera tan sencillo como buscar un polígono industrial en sin usar.
Que los que dirigen el barco no tienen ni idea de por donde va todo es cada vez más evidente. Con el tema de los ‘siliconsvalleys clon’ es de traca. Haberlos los hay. De hecho en la revista que dirijo, Westinghouse Future Economy, hay una extraordinaria sección a cargo de Ricardo Moreno que cada mes se hace eco de algún ecosistema que, guardando las diferencias, si está trabajando y circulando dinero y talento tecnológico para que algún día no muy lejano se les pueda comparar con el ‘original’.
Sin embargo, lo dicho, eso de replicar cosas que llevan decenios siendo lo que son, donde el esfuerzo ha sido por todos lados y donde la manera de entender la vida, los negocios, la vinculación de universidad y emprendedores, la innovación, el riesgo y el sentido del fracaso es muy distinto al de otros lugares. Sería incluso una mala idea plantearlo como objetivo.
Se les llena la boca, con eso de ‘el Silicon Valley’ de ‘nosedonde’ del Sur, o el del ‘vetetuasaber’ del mediterráneo. Que no, que no es necesario, que se puede trabajar en otro sentido, pero que hay que trabajar y hacerlo con criterio, luces largas, creyéndotelo y no porque se acercan elecciones o viene tu primo comisario de alguna institución europea de turno.
Y es que replicar Silicon Valley en términos de innovación es imposible y además no puede ser. Y casi diría que eso es bueno. Cada ecosistema debe tener sus propias palancas. Pero debe tenerlas. Lo peor, como siempre, es saber quien las pone para impulsar y no en las ruedas como se suele ver, visto lo visto.
Normalmente, ni remota idea de lo que tienen entre manos o de lo que podrían hacer. Es tristísimo ver como a los ‘responsables’ de llevar un país hacía un modelo productivo tecnológico, que se debería prepararse para un mundo automatizado, robotizado y con un cambio notable en las cadenas de valor, todo les suena a ‘aurora boreal’.
Como dice Breznitz ‘el mundo ha cambiado drásticamente, pero nuestra comprensión de cómo funciona la innovación y quién se beneficia, no ha podido cambiar con él’. Por eso hay lugares que lo sufren más que otros. La producción y los servicios se han fragmentado. Las etapas de producción se coordinan y encajan de modo atemporal y aterritorial. Todo está en red y se especializa de manera regional con, cada vez, etapas de producción más definidas según el lugar. ¿Qué tal si nos vamos especializando en algo?
Para los que estén estos días pensando en esas políticas activas (a cinco meses de elecciones es difícil que estén pensando en algo que no sean ‘sus cosas’) deberían de saber que hoy en día ‘un país ya no puede sobresalir en todas las etapas de desarrollo de la producción, que hay que repensar lo que significa el crecimiento basado en la innovación y cuáles son las mejores estrategias para la inversión pública y cuales los estímulos privados que se deberían de tener en cuenta.
¿A que se dedica España por ejemplo? ¿Y Europa? Así de simple. Nos hacemos la pregunta y cuesta responder. En comunicación, los grandes te dicen que ‘si no eres capaz de definir tu empresa con una frase es que no la tienes clara ni tú’. Pues eso.
Silicon Valley creció en importancia a partir de los años sesenta y setenta por ser el lugar donde los empresarios desarrollaron nuevas ideas y los convirtieron en bienes y servicios producidos en masa. La innovación y la producción se sumaron gracias al impulso que se les dio por todos lados y por la creencia que lo mejor para que una empresa innove y crezca es ‘dejarla hacer y molestarla poco’.
Otra cosa es la filosofía empresarial y emprendedora. Allí durante mucho tiempo se trabajó en común, juntos, si no por la misma empresa, por lo menos dentro de aquel ecosistema (producción de chips de silicio dio a la región su nombre), donde empresas como Apple, Seagate, Hewlett-Packard e Intel crearon un número impresionante de nuevos empleos, bien remunerados, todo dentro de las fronteras de aquel país. El testigo omnipresente fue el sector educativo, pero no como ‘creador de becarios’ sino como agente activo. Una legislación facilitadora y la filosofía de todos ellos creó lo que ahora es aquel lugar, con sus cosas buenas y sus muchas cosas malas también.
Silicon Valley ya no es una fábrica de chips, en su lugar ahora es una fábrica de ideas, todas ellas innovadoras. Allí se piensa el futuro constantemente y se financia y facilita para que ello suceda siempre de la mano de las empresas de allí. Luego, como hace haría un Hollywood Tech, exportan sus innovaciones como fases de producción que se construyen por todo el planeta.
La innovación se transmite como un virus cuando afecta a todos los actores implicados. Las empresas taiwanesas necesitan innovar constantemente para mantener su posición en la cadena de fabricación de esos chips que precisan en las empresas del valle. Saben que en el momento que algo falle o envejezca, las empresas de Silicon Valley elegirán a sus competidores de otra parte del mundo. No es sólo un tema de hacerlo barato, que también habría que revisarlo todo.
Básicamente por eso, Taiwan por ejemplo, es como un Silicon Valley cara B que se dedica a innovar para que las ideas innovadoras importadas de las startups de Estados Unidos se hagan realidad física cada vez mejor y más eficientemente.
Casi apostaría más por ser Taiwan que por ser California en algunos casos. La mayoría de las nuevas empresas de Silicon Valley tienen relativamente poco personal, mucho ingenieros de élite, diseñadores, desarrolladores e inversores pero con la producción fragmentada a nivel mundial. Superchulo. Harvard defiende que la excelencia en la invención y descubrimiento, en las primeras etapas del proceso de innovación, no garantiza el crecimiento económico sostenido y generalizado.
Interesante pensarlo, no sea que estemos solo creando ‘ecosistemas’ de ideas que no va a haber quien las lleve a cabo y estemos dejando de lado algo más de tecnología ‘industrial’ que bien podría ser motivo de cambio de modelo de crecimiento.
La descomposición de la producción significa que hay múltiples maneras para que los países logren un crecimiento basado en la innovación sostenible. Esto no debería ser una noticia maravillosa para los responsables políticos, porque significa que ya no tienen que ser esclavos de un modelo económico en el extranjero que nunca va a funcionar en sus países. Seria trabajar en adaptar lo que tienes poco a poco para convertirse en un modelo innovador basado en la realidad.
Si alguien de los ‘supertacañones’ me lee, que sé que sí, decirles que hay mucha gente dispuesta a echar una mano y empujar para definir ese futuro inmediato y urgente. Si estás ahí, ¡manifiestate!
Si nunca bajara el paro ¿que sucedería?
Sabemos que la mitad de los empleos que ahora existen serán automatizados en apenas quince años. El mismo tiempo en que únicamente apenas un centenar de personas acumularán el mismo dinero que la mitad más pobre del planeta. Diríamos que, si no lo remediamos, la automatización del mundo no hará más que amontonar la riqueza en manos de unos pocos.
Hay tres aspectos que podrían darnos las claves para amortiguar el cambio inminente y que lo haga menos dramático. Tenemos conocimiento de que las máquinas aprenden, se estructuran en red y, además, abaratan todo. Los robots son la sublimación de la eficiencia y, por ese motivo, serán capaces de apartar de un puesto laboral a cualquiera que realice una tarea susceptible de ser sustituida.
El ‘machine learning’ ya no solo es capaz de disponer de algoritmos para procesar en tiempos casi imperceptibles, sino que lo puede hacer con cantidades de datos totalmente descomunales hasta llegar a deducir. No hablamos de lógica sino de conceptos. No estoy hablando de un capítulo de alguna trilogía de Asimov, hablo de algo que ya es real, se está derramando por nuestra vida cotidiana y que representa la capacidad de una máquina para aprender de la experiencia.
Por otro lado las redes entre máquinas sustituirán las que ahora suponen el paisaje actual. Redes entre humanos y redes sociales darán paso a redes entre máquinas. El mundo de los sensores es la antesala. Apostar por empresas que ahora mismo están desarrollando aplicaciones que permiten el diálogo entre personas y máquinas o de máquinas entre si, es una buena apuesta. En breve los aviones, los hospitales, las compañías energéticas, el tráfico, las ciudades, algunos procesos administrativos, la enseñanza y mil campos más retirarán personas e incorporarán sensores. El salto se avecina y la fisonomía de nuestro mundo no se va a parecer en nada al actual.
La tercera arista de este cambio tiene que ver con las redes de robots. Ahora mismo todo esa evolución sigue detenida en el ámbito legal, político o administrativo. El miedo a perder el control instalado en las clases dominantes evita que sea real. Ya pasó con la imprenta. Se pensó que el conocimiento y los avances permitirían a todo el mundo leer y eso, por derivación, influiría en cultura. Cultura que empoderaba a los siervos. Sucedió con otras revoluciones. El ferrocarril permitía a la gente moverse con facilidad, los hacía conocedores del mundo, de su entorno más lejano. Aparecieron los exploradores cotidianos y con ellos el riesgo de comparar. A los que mandan no les gusta que los comparen.
Ahora, el salto está a pocos metros. Es un salto al vacío del que ya no podemos tirarnos atrás. En Estados Unidos hay robots que recogen lechugas por si solos en base a un pedido recibido por Internet. Un pedido que ha hecho una nevera inteligente. Son los Warehouse que empresas como Kiva ya tienen listos y preparados para comercializar. Su robot-nevera descubre que falta algo, selecciona el proveedor que no es más que un software, éste comprueba que no tiene en stock, lo solicita a otro software que a la vez ‘ordena’ a un robot que lo recoja y que en apenas unos segundos lo suba a un vehículo autopilotado. No es ciencia ficción, repito, verlo como tal es cerrar los ojos a un hecho que ya se está produciendo con prototipos. En algunas partes de este proceso hay eslabones que son ya cotidianos por cierto.
Al igual que ricos y pobres serán como siempre ha sido las dos partes de este pastel, la eficiencia y el ahorro económico mandará en la hoja de ruta global que vivirá este mundo en muy poco tiempo. Si algo es más barato, más rápido y más ecológico será.
La velocidad en la que nuestro mundo avanza es de tal magnitud que la década de los cincuenta del siglo pasado es el pleistoceno. Haced el esfuerzo, comparad. Pero no lo hagáis mirando Facebook o Google sólo. No lo hagáis pensando en lo accesorio. No tiene que ver con un ‘likes’, ni con smartphone, ni tan siquiera con la televisión interactiva, ni tampoco con los mapas y sus satélites. No tiene que ver con nada de todo eso o tiene que ver con todo. No es sólo tecnología, que también, es comportamiento social. Es la relación de todos nosotros con un mundo invisible que nos rodea por todas partes y nos atraviesa.
Cada vez son más los productos que pasan a ser servicios por el poder de la digitalización. El abismo se agrandará entre ambos escenarios laborales pues mucho de lo que hay que producir ya no es preciso hacerlo. La última etapa de la automatización va a llevarse por delante casi todos los empleos conocidos.
De todo esto sólo me preocupa una cosa. Como explica The Economist ‘la prosperidad desatada por la revolución digital ha ido mayoritariamente a los dueños del capital y los trabajadores de mayor cualificación. Durante las últimas tres décadas, la participación del trabajo de la producción se ha reducido a nivel mundial del 64% al 59%, a la vez que los ingresos acumulados por el 1% más rico ha aumentado de alrededor del 9% al 22%’
No va a bajar el paro. Es algo que ya no puede suceder. Se sucederán cifras de vez en cuando, altibajos provocados por diversos aspectos de la economía tradicional, estacional o política, pero serán simplemente pinceladas que no compondrán el cuadro real. El ‘big picture’ es de otro calibre.
Los países ‘de vanguardia’ a los que les pilla esto con más de una cuarta parte de su población activa en paro se les plantea un futuro inmediato de mierda. Hay tiempo para reaccionar, lo que no hay es clase dirigente para establecerlo.
El desempleo está en niveles alarmantes en casi todo el mundo rico, y coinciden muchos organismos e instituciones que ya no sólo es por razones cíclicas. En 2000, el 65% de los estadounidenses en edad de trabajar lo hacían; desde entonces, la proporción ha caído igual en años de bonanza que en años de crisis hasta el nivel actual de 59%.
Estas tendencias se producen en todas partes. Durante el Foro Económico Mundial de Davos se certificó una cifra elocuente. Ahora mismo, ya casi sin esperar esas dos décadas que comentaba al principio, los 85 tipos más ricos del planeta acumulan una riqueza combinada similar a las de los 3.500 millones de personas más pobres del mundo. Que la riqueza del 1% de la población rica equivale a 65 veces la de la mitad más pobre. Esto va en serio.
El efecto de la automatización debe ser bueno, pero debe ser capaz de repartir, de crear justicia social, de equiparar oportunidades. No es lógico que no sea así. Siempre fue así. Los avances tecnológicos ayudaron a reducirlo. ¿Por qué no ahora?
Aunque sea por un puro hecho egoísta, sino queremos atender a lo que pasa por el mundo y solo queremos mirarnos al ombligo, pensemos que el ritmo de destrucción de empleos automatizables es superior, muy superior, al que los que puedan ser reemplazados por las nuevas tecnologías. Normalmente en un ciclo lógico de modernidad, cuando las nuevas tecnologías desplazan a las antiguas, se reemplazan los trabajos antiguos por otros nuevos. Pero esta vez, ese ciclo es unilateral. Durante mucho tiempo, probablemente para siempre, habrá muchos menos puestos de trabajo que se crean en la nueva economía basada en la información que en la anterior basada en la fabricación.
La tecnología ayudará a distribuir mejor, automatizará para vivir más cómodamente. Que todo ello se produzca sin traumas ni fracturas depende más de ordenar el crecimiento que de prohibirlo. Cada vez que una administración prohíbe, complica o multa a una aplicación de economía social, cada vez que un gobierno retrasa la aprobación de leyes que permitan el avance en coches autopilotados, drones o lo que sea, lo que logran es estimular las diferencias y la quiebra de dos mundos. Dejen que los avances lleguen a todos, legislen en su tiempo y no en el de otros, haganlo pues el futuro ya llegó aunque ustedes no se dieron cuenta. Aun hay tiempo. Si lo hacen, un mundo robótico se desplegará adecuadamente entre todos. Si siguen empecinados en sus guerras de juguete y sus luces cortas, harán que mucha gente sufra.
Europa cada vez más lejos de liderar económicamente el mundo
Aun recuerdo estas propuestas que desde el mundo emprendedor se lanzaron al gobierno español y que bien podían derivarse al resto de Europa. Eran medidas que buscaban ayudar a crear un clima económico para las empresas a fin de estimular la hipotética recuperación que se comentaba por entonces. Se presentaban como punto de vista al valor añadido, al proceso tecnológico y al estímulo emprendedor y que, sobretodo, pusiera las bases para que grandes compañías locales lograran ser algún día miembros de una lista en la que no hay manera de aparecer.
Una lista que se conforma de las firmas cotizadas más valiosas del mundo. Algo así como un big picture del poder empresarial global. Un listado que demuestra que, si bien la tecnología es omnipresente, lo que es abrumador es que la mayoría son empresas norteamericanas. De las 50 empresas del mundo con mayor valor en Bolsa, 33 son yankees. Cinco más que doce meses antes. No es casual, de hecho el empuje del modelo económico basado en el conocimiento y la tecnología aplicada es brutal y se deriva de mucho tiempo trabajando en esa dirección. Políticas activas, capital riesgo, formación, ecosistema emprendedor, todo, ahora se consuma en un espacio en el que las cinco primeras empresas de mayor valoración bursátil en el mundo son de allí. Del top10, ocho.
A los americanos les sigue China con casi una decena de grandes compañías entre ese medio centenar. Destaca la entrada de Alibaba que definirá con toda seguridad el inicio de un tipo de empresa tecnológica de ese país al que nos iremos acostumbrando a ir recibiendo. Otros, como Rusia, ya ni aparecen cuando apenas hace un año tenían tres macrocompañías entre las más valoradas del planeta. Esto va rápido.
Hay detalles curiosos. Japón y Corea del Sur solo tienen a Toyota y Samsung, respectivamente. Ninguno de los gigantes está en Latinoamérica. La primera mexicana de la lista es la firma de Carlos Slim y no aparece hasta el 116.
Las empresas son reflejo directo del estado en valor de una economía y de su criterio de crecimiento. Es verdad que hay muchos más valores pero son muchas veces, éstas, las que generan flujos económicos alrededor de sus intereses, los cuales, de rebote tocan a miles de empresas y circuitos complementarios que enriquecen una sociedad y la hacen similar a los valores que expresan. Empresa tecnológica trae sociedades tecnológicas, más tarde o más temprano.
Y en esto que Europa se apaga. Poco o nada que ver en esa lista. Por no haber no hay ni alemanes. A parte de farmacéuticas y algún banco, salvo suizos, belgas y británicos la cosa no está como para tirar cohetes. El valor que se le puede dar a todo esto es significativo.
¿Y las empresas españolas? España sigue sin aparecer entre las 50 principales del mundo por valor en Bolsa. Telefónica llegó a estar en 2008, en seis años ha perdido 100 puestos. Ni Banco Santander, Inditex, BBVA, Iberdrola, CaixaBank, Repsol o Gas Natural aparecen. No valen lo suficiente como para estar entre los 50 primeros.
Pero tranquilos, pan para todos, consuelo de tontos. Ninguna de las cuatro grandes potencias de la zona euro compuesta por Alemania, Francia, Italia o España, tienen a una sola empresa entre las listadas como las cincuenta de mayor valor del mundo. Y es que la distancia entre el poder empresarial de Estados Unidos y China frente al de la zona euro es de aurora boreal. Algo que, visto lo visto y viendo lo que vamos viendo, no va a cambiar e, incluso, empeore.
Por qué Irlanda sí puede decir ‘la crisis ya es historia’.
Cuando hablamos de que la tecnología y la economía que se le vincula pueden perfectamente entenderse como algo estructural y no un adorno, el caso de Irlanda es paradigmático. En apenas unos pocos años Irlanda ha pasado de ser uno de los ‘PIGS‘ a posicionarse como el modelo a seguir. Según la última publicación de la Oficina Central de Estadísticas de Irlanda, su PIB interanual creció un 7,7%, más o menos como China. Mientras unos, Francia o Italia, debaten sobre reformas que nunca se materializan y otros, España, da la brasa acerca de una hipotética salida de la crisis, aquí en Dublín los deberes se fueron haciendo y en la dirección correcta: potenciar el sector exterior, facilitar la vida a las empresas y estimular la tecnología a lo grande.
Y es que a Irlanda casi todo le sale bien. Sus exportaciones crecen casi al 8% cada trimestre y la política monetaria europea les favorece al ver como cae la rentabilidad de sus bonos, su principal debilidad, pues tienen la deuda pública por encima del 120% del PIB.
El trabajo del gobierno de Enda Kenny va dando sus frutos. Hablaron poco e hicieron mucho. No salían cada dos por tres en televisión, de hecho aún no lo hacen, para decir que ‘la crisis ya es historia’. De hecho la dos veces que he visto al Primer Ministro en directo ha sido durante dos entrevistas realizadas durante el noticiero diario y como si fuera un invitado cualquiera, esperando el paso de la publicidad. No salen mucho porque el coste ha sido alto y el desgaste para muchos tremendo. Saben que la gente lo pasó mal y lo sigue pasando mal a pesar de las cifras. Las reducciones tremendas de los salarios en el sector público, el descenso de los sueldos en el sector privado, una ingente inversión para renovar la industria y, sobre todo, el impulso de un tejido tecnológico que fue el motor de la economía irlandesa en la pasada década, han sido las claves del milagro.
Pero hay más. En el estudio que el The Irish Times publicó el pasado año sobre las principales 1000 empresas en Irlanda se confirmó lo que ya hace más de una década sucede. La presencia de empresas extranjeras y particularmente de empresas tecnológicas en los primeros lugares es formidable. Tras la primera, el gigante de materiales de construcción Celtic Resources Holdings, aparecen las delegaciones europeas de Google y Microsoft.
Lo que empezó siendo un modelo de ahorro tributario se ha convertido en un motor de crecimiento. La inversión exterior es clave para comprender el crecimiento económico que Irlanda experimentó en la primera década de este siglo y su brutal recuperación que se vive ahora con un crecimiento programado que superará el 6%. Hay que destacar que el 65 % de las empresas irlandesas experimentaron un crecimiento de su volumen de negocios en el ejercicio más reciente y que eso se trasladó al resto de pymes pues el 70 % de ellas también aumentaron su volumen de negocio. Especialmente los emprendedores tecnológicos están dando el empujón más efectivo.
Irlanda en muchos aspectos es un lugar muy atractivo para hacer negocios. Aunque algunos trámites se han complicado, ahora se exige la residencia legalizada del administrador de cualquier empresa, la revista ‘Forbes’ coloca a Irlanda como el mejor país del mundo para los negocios. Lo es en base a parámetros como el derecho a la propiedad, impuestos, tecnología, corrupción, libertad o burocracia. Puede que tema del Impuesto de Sociedades funcione como reclamo pero la verdad es que quien quiere instalarse en un país donde pagar menos impuestos puede ir a lugares mejores. Si no quieres impuestos deberías ir a Luxemburgo, Suiza, Holanda o Singapur, en Irlanda se pagan muchas otras cosas que amortiguan el tema. Un salario mínimo que dobla el de España, costes sociales elevados y tasas de todo tipo, encarecen la factura fiscal.
Además, en ese tema, es necesario diferenciar entre tipos nominales. Francia, con un tipo nominal para el impuesto de sociedades al 34%, el nivel efectivo es del 8%. En Irlanda, el tipo efectivo es del 11,8%, muy cercano al 12,5% nominal. Igual todo no es tan bonito como lo pintan los interesados en ‘señalar’ el tema del impuesto, y depende más de hacer las cosas como toca y dedicarse a robar menos.
Aparte del Impuesto de Sociedades bajo, la posición geográfica de esta isla y el idioma principal son los factores que convierten a Irlanda en el lugar más atractivo para un gran número de compañías norteamericanas interesadas en establecer sedes en la Unión Europea y, de rebote, un lugar ideal para instalar cualquier startup que desee dar el salto al mercado británico o americano.
La competencia laboral en Irlanda es muy alta. Esta gente es global y está muy bien formada. Les gusta vivir temporadas por el mundo. Les gusta mezclarse. Son cosmopolitas. El 17% de la población ha nacido fuera de la isla y se nota. Ahora bien, lo que realmente hace que este lugar vaya a toda máquina es el peso de sus exportaciones, y especialmente de tipo tecnológico. El sector exterior representa el 106% del PIB, frente al 30% que le supone a España por ejemplo. Irlanda es el segundo mayor exportador de software del mundo. Las exportaciones irlandesas superan a las de India y Suecia juntas, y son superiores a las de países como Australia, Brasil y Dinamarca.
Lo que realmente ha funcionado en Irlanda es su capacidad para convencer a otros a fin de que inviertan en su país. La agencia de desarrollo de negocio e inversión con oficinas en el centro de Dublín no está de adorno. Su estrategia nunca fue táctica y se dedicaron a localizar empresas en crecimiento que pudieran instalarse aquí y, casi, convertirlas en celtas. Así lo hicieron con Zynga, cuando apenas tenía una docena de empleados en Silicon Valley. Hoy tienen casi dos millares en Irlanda.
Aparte de los mejores tiradores de ‘pintas’ de Guiness del mundo, este pequeño país es la sede de nueve de las diez farmacéuticas más grandes del planeta, la de tres de las cinco principales empresas de juegos del mundo, y tienen los ‘headquarters’ europeos ocho de las diez principales tecnológicas que existen. Y, obviamente, que estén estas multinacionales deriva en empleo y riqueza. No es sólo dinero electrónico buscando atajos fiscales. Estas empresas tecnológicas internacionales generan la quinta parte del empleo y suponen tres cuartas partes de las exportaciones totales.
Las inversiones desde Estados Unidos en empresas locales es cinco veces mayor que el que se recibe desde Europa. Tener una startup en Irlanda es una ventaja si buscas inversión a pesar de que la competencia es mucho mayor.
Sin embargo no todo puede ser tan bueno y tan deprisa. Hay dos irlandas. La doméstica, con impuestos y tasas que la ahogan, y la de las empresas que va a toda leche. La demanda interior de los irlandeses sigue cayendo y parece que eso no va a cambiar de momento. Los servicios públicos dejan mucho que desear. La sanidad no cubre nada, los transportes son un verdadero desastre y caros, la cobertura social deficiente y muchos de los ‘derechos’ que se viven en España, aquí no son más que ‘servicios’ que, si pueden, te condonan y sino te los pagas.
Los que vivimos en Irlanda y nos dedicamos a vender al exterior vemos como las empresas nacionales no orientadas a exportar sufren todavía muchísimo. En cada reunión, foro o encuentro con emprendedores, empresarios, políticos o periodistas económicos, detecto el mismo problema. La quiebra entre los que se están adaptando bien a los cambios que la tecnología aporta y los que no lo están haciendo cada vez es mayor. Algo que recorre al mundo de punta a punta y que unos llevan ventaja para superarlo y otros ni siquiera se lo están cuestionando.
En todo caso Irlanda es un buen lugar para emprender proyectos tecnológicos, para aprender y para afrontar el mercado exterior especialmente el norteamericano. Si tienes una empresa que está estudiando nuevas expectativas ponte en contacto con nosotros aquí.
Sobre 'la crisis ya es historia'
Leíamos que Grecia está al borde del colapso sanitario. Es una manera de decirlo suavemente. De hecho hace mucho que los recortes han ido mermando las opciones de quienes llevaban toda la vida cotizando puedan acogerse ahora a los beneficios de la sanidad pública. El pasado domingo charlé con un viejo amigo del que he escrito aquí alguna vez. Un ex directivo que ahora se pasa horas tirando piedras contra los coches oficiales en Tesalónica. Me confesaba su indignación y, ahora ya, su resignación mezclada con miedo hacia lo que será de sus padres muy mayores y con necesidades médicas que él no puede comprar.
Llevan seis años de recesión y de ‘rescates’, recortes y otros sucedáneos. Cuándo nos preguntamos que significará para nuestros hijos el desastre contable al que nos tienen sumido los responsables de haberlo controlado todo, mirar hacia Grecia ayuda a entenderlo. La teórica austeridad se ha convertido en puro estiércol servido en raciones diarias y sin preguntar si te apetece.
El gasto público griego se ha reducido cerca de un 60% en Sanidad y, por derivación, en otros aspectos de la vida que consideramos una especie de derecho. Estar endeudado por encima de tus posibilidades es irracional. Eso lo hacen familias y estados. Lo hacen por considerar que, o bien la vida irá a mejor y podremos devolver cuanto nos prestaron o, si no pagamos, alguien nos perdonará una parte o lo que sea.
Pero eso no siempre es así. Tarde o temprano te encuentras que debes pagar y sino lo haces, al que le debes le ofreces una única opción: controlar cómo utilizas el aumento de crédito y lo que haces con él para ir devolviendo tu agujero. Con Grecia pasó y pasa, con otros volverá a pasar.
Que un país europeo tenga a Médicos del Mundo atendiendo a catorce mil pacientes al año como si de un campo de refugiados se tratara es de aurora boreal. La aurora boreal que pintó en el cielo una falta de previsión, análisis y prospectiva económica de los que debían tenerla. Un desastre absoluto de quienes viven en un universo paralelo que les imposibilita ver el valor real de este momento de la historia.
Los que le llamaron crisis, erróneamente, ahora se atreven a insultar a la inteligencia asegurando que ya pasó. Lo grave no es que lo dijeran, lo duro es que se lo creen. Consideran que lo que estamos viviendo es el final de una crisis, el punto de inicio de la mejora en todos los vértices de nuestra economía. Y lo dicen con ese estribillo ridículo e infantil que tanto gusta a los palmeros de meeting de sábado matinal.
Las dificultades no desaparecen por obviarlas. Permanecen y se acrecientan. Crecen con especial mala leche. Si esto no es una crisis y es el cambio de época que defendemos algunos, resulta que nos estamos perdiendo el primer acto de la función por no haber comprado entradas. Cuando lleguemos, ya habrá pasado el nudo y el desenlace ni nos tendrá en cuenta.
Veamos. Resulta que en España se están afincando fondos de inversión tecnológico y de capital riesgo que esperan localizar proyectos que puedan ser exportables. Que lo hagan porque sale barato o porque realmente consideran que en España hay talento oculto, está por ver. Para ayudarles el gobierno crea la ‘exit tax’ que asustará a más de uno o los invitará a invertir en startups de paises cercanos.
Resulta que el modelo de negocio vinculado a la comunicación en este preciso instante es algo que tiene que ver más con el contenido que con el pago por él, modelos de negocio que tienen que adaptarse y modificar su espacio económico a ocupar, liderar el mensaje del cambio, pero también lo atacamos. La dependencia de Google News no es casual, es la consecuencia de los procesos de la Nueva Economía y, para ponerlo fácil, les metemos una tasa que los aleja de nuestro escenario económico.
Resulta que algunas empresas que representan la tecnología adaptativa a un nuevo tiempo como Uber, como lo fue en su dia Spotify u otros, en lugar de establecer criterios de cómo convivir, negociar un modelo de explotación legal, se les prohíbe y fin. Legislar la nueva etapa de nuestro mundo es algo difícil, pero se hace imposible disfrutarla si los que tenemos en el timón no tienen puta idea de lo que hacen en esa materia ni se dejan aconsejar. Y prefiero pensar que es por falta de conocimiento, por lejanía con la realidad, porque sino la cosa sería más grave.
El tiempo pasa y no pasa nada. La deuda de España con el exterior alcanzó ya los 1,4 billones de dólares, es decir, el segundo país del mundo más endeudado con el exterior tras Estados Unidos, según recoge el FMI y el primer país del mundo con mayor nivel de deuda externa sobre PIB con el 103,1%. Liderar esto no es bueno. Lo digo por si algún ministro piensa que si. Que de todo hay.
Durante la ‘crisis’ se ha doblado dicha deuda. Así como si nada, con todo eso de los recortes, reducción del gasto y meriendas que no son verdad. Desde un punto de vista de economía tradicional esto vendría a ser una versión a la griega de ‘la salida de la crisis’ que gritan algunos. Si los mercado dejan de confiar en España, que todo es posible, y el Banco Central Europeo decide que no nos avala más, la masacre de la ciudad de Hai será un cuento infantil comparado con esto.
Pero tranquilos, que en términos de economía tradicional, de nuevo, cabe deducir que no nos dejarán caer y que ese ‘default’ no se producirá porque se llevaría por delante media Europa, jodería a los chinos y fastidiaría complementariamente a los japoneses y eso no va a pasar. Sin embargo lo que si pasará si no se corrige y rápido, es que aunque no se llamará ‘rescate’ nos ‘rescatarán’ técnicamente otra vez. No hay otra. Esto no se paga sólo. Habrá que atender a todo este dispendio mal montado, mal organizado y que se dirigió en la dirección contraria de donde teníamos que ir. Por cierto, una ‘quita a lo podemos’, tiene repercusiones similares en todo caso. Negocia que no vas a pagar algo y te contaré como lo hacemos dirán los alemanes.
En lugar de impulsar un cambio de modelo de crecimiento más tecnológico, se mantuvo la inercia. En lugar de hablar de las verdaderas dificultades y ayudarnos a todos a prepararnos para afrontar el reto inmenso que supone esta segunda y tercera década del siglo XXI, esta revolución inédita que vivimos como especie, se nos dice que ‘la crisis es historia’. La crisis no fue, no es, pero a este paso, será.
Los países que están conquistando el futuro, la historia de un nuevo tiempo, no hablan de crisis, ni de la que tuvieron, ni de la que tienen, ni tan siquiera de la que podrían tener. Hablan de futuro, de retos, de sueños colectivos y ponen los mecanismos para que ese futuro se pueda conquistar. La diferencia, también, está en la credibilidad de quienes están obligados a liderar ese tránsito. Así nos va a unos y así, ya, les va a otros.
La guerra contra Uber y el peso de lo inevitable
Si yo fuera taxista no estaría nada tranquilo porque un juez estableciera ayer que Uber debe cesar su actividad en España. De hecho eso puede ser incluso perjudicial para los que consideran que la aplicación es sólo eso, una aplicación que la gente se descarga y luego busca un ‘taxi’. Una decisión judicial que establece algo así no hace más que retrasar el desenlace y lo convierte en, seguramente, más dramático a medio plazo. Una noticia así tranquiliza a los taxistas y a los que defienden que el progreso se puede detener con legislación y prohibiciones, cuando lo normal es que el futuro se establezca con la confluencia de normativas que llegarán.
Y todo lo que el mundo del taxi considera inaceptable, en breve, se habrán superado. Ellos basan su crítica a Uber en dos frentes. Por un lado el peso de la legalidad y de las regulaciones a las que se tiene que acoger cualquier taxista o transportista (puesto que Uber está ya planteando transportar paquetes bajo el mismo concepto). Y por otro lado el coste que, para un taxista, supuso la compra de la licencia para el ejercicio de su profesión.
La primera es fácilmente solucionable. Se establece una regulación que genere un marco legal equilibrado que se base en los criterios de seguridad que precisa el transporte de personas y que por otro se adapte a lo que significa ahora el uso socializado de la tecnología disponible. No existe otra. Tarde o temprano pasará. Uber sabe que pronto dispondrá de una legislación europea que ampare su operativa y a la que los países de la Unión deberán adaptarse. ¿Porque sino la tecnológica americana iba a garantizar el pago y defensa de todas las demandas que surjan durante este tiempo ‘alegal’?
La segunda razón es aún más sencilla. Mantener el discurso que un taxista es propietario de una licencia, algo intocable y costoso, que se hereda como se heredan los pisos, que se concede bajo un coste patrimonial inmenso y que se le supone un punto de vista casi feudal, es muy difícil. Invertir en algo, comprarlo, para explotar un producto o servicio no te hace inmune a los tiempos, a su evolución. Comprar un bar, una tienda, pagar el traspaso por un comercio determinado no te da patente de corso a que deje de ser rentable frente a un modelo de competencia que desconocías cuando lo compraste.
Imaginemos que todos los que compraron, invirtieron, en la explotación de una tienda de música en su día, hubieran puesto el grito en el cielo cuando iTunes, Spotify o quien sea empezaron a montar sus plataformas. Sólo lo hicieron las discográficas. Las tiendas tuvieron que reconvertirse o desaparecer. Por el hecho de que iTunes o Spotify empezarán a provocar la caída de clientes en los espacios físicos que vendían música, no escuché a nadie imponer el criterio de que había que prohibir Spotify porque habia pagado 150.000 euros en el traspaso de una tienda de discos hacía 4 años. No es lo mismo, pero sirve para entender el valor de la inversión, la propiedad y la concesión de licencias por el mero hecho de pagarlas. Eso no debe exonerarte de nada. Es una apuesta personal, empresarial y financiera que a veces sale bien o, a veces, mal.
Repito, otra cosa es la regulación. Esa vendrá, es cuestión de tiempo y, vuelvo a decir, los taxistas o cualquiera de los profesionales afectados por la irrupción de modelos de gestión más eficientes, baratos, rápidos y digitales, lo que deberían hacer es ir pensando cómo se adaptan a lo que se les viene encima en lugar de seguir de frente ante una ola gigantesca que se lo va a llevar todo por delante.
Una ola que tiene nombres, cifras y pinta de tsunami. Fijaros. Didi Dache, la startup china para reserva de una especie de taxis, acaba de cerrar una nueva ronda de financiación de 700 millones de dólares. Una ronda conducida por el fondo todopoderoso de Singapur y especializado en salud Temasek. Recordemos que Uber, hace unos días cerró una nueva ronda de financiación de 1.200 millones de dólares valorándola en 40.000 millones. Pero no se vayan todavía, que aún hay más en el mundo del ‘taxi’. La nipona Softbank ha puesto 250 millones de dólares en GrabTaxi y la californiana Lyft logró recaudar 332,5 millones.
Digamos que mucho dinero para que todo esto no esté negociándose en los escenarios que hay para ello. Uber será legal en España como en el resto del mundo civilizado antes de lo que nos imaginamos. Emperrarse en negarlo es engañar a los afectados, complicarlo todo y retrasar en gran medida la evolución lógica y digital de la sociedad del conocimiento que nos tocaría, si nos dejan, liderar. El tiempo pasa y rápido. No afrontarlo o aceptar criterios fuera de todo contexto actual, es suicida.