Mientras tanto, Internet se convierte en 'todo'.

Mientras lees esto. Durante el partido que viste el domingo. Cada vez que sales a correr o quedas con los amigos. Al revisar el trabajo escolar de tu hijo. Esperando el metro. En cualquier momento. En todos esos minutos en los que el planeta gira en un sentido concreto, alguien está ya acabando el arquetipo del mundo que lo hará girar en otro. Se trata de gente que ahora mismo están preguntando a un algoritmo cuestiones que precisan un razonamiento, generando dudas en una máquina, procurando que los procesos binarios se asemejen lo máximo a los neuronales o, sencillamente, creando empresas que lo van a cambiar todo definitivamente.
En un reciente artículo de Tom Goodwin, éste señalaba la tremenda paradoja que para muchos puede suponer que la mayor compañía de taxis del mundo no posea ni un solo vehículo, que el espacio mediático más importante no genere contenido propio, que el entorno minorista más valioso del planeta no tenga inventario o que el mayor proveedor de alojamiento hotelero que existe actualmente no tenga una sola propiedad. Hablaba de Uber, Facebook, Alibabá y Airbnb respectivamente.

En ese mismo artículo, Goodwin, señalaba aspectos que aquí hemos comentado en ocasiones. Desde la propia Revolución Industrial hemos ido desarrollando una cadena de valor basada en complejas fórmulas que incorporaban distribuidores, importadores, mayoristas y minoristas, lo que a su vez permitió, desde entonces, que cualquier producto se pueda vender y consumir en cualquier lugar.

Fue Internet. Internet es el culpable de todo. El mecanismo más poderoso que la humanidad ha podido establecer por su capacidad de modificarlo todo. Además, en cada nuevo avance que le afecta, el giro es absoluto. Recordemos ya todos los ‘internets’ que hemos vivido.

Todo empezó con un Internet Técnico. Los primeros años de un modo de comunicar que permitía trasladar información cifrada de un lugar a otro aprovechando la potencia de eliminar todas las barreras. Pero era dependiente de muchos aspectos.

Luego llegó un Internet Empresarial. Antes del año 2000 las empresas se lanzaron a la conquista de su ‘espacio web’. Avanzábamos hacia un mundo digital donde las compañías con mayor potencial determinaron el rumbo de para que podía ser útil económicamente la red de redes.

Más tarde, un Internet Social dónde el sistema que supuso modificar el lugar dónde pasaban las cosas generaba una libertad total al usuario. De las cadenas que suponía la instalación de software en tu computadora a sencillamente a ese nuevo escenario en el que tu ordenador es sencillamente la ‘pantalla’ de algo que pasa en el servidor remoto de alguien. Ya no teníamos que descargar nada, todo sucedía en otro lugar. Así nacieron las redes sociales.

Ahora, otra nueva tecnología modifica el escenario. Todo es automático. Internet automático. Va sólo. El 90% de cuanto sucede ya no tiene que ver con nuestra acción o deseo. El big-data y otros aspectos ejecutan de modo determinante sin consultar. Este nuevo avance, en Internet, lo está cambiando todo.

En breve, aterrizando, la Internet de las Cosas. Mucho más allá que automatizar. Sencillamente un nuevo campo tecnológico dentro del concepto Internet que ha decidido que conectar personas está muy bien, pero que si te pones a conectar objetos el universo se amplía y facilita la vida.

En nada, detrás de la esquina, la Internet posthumana, la llamada Internet del Todo. Un escenario donde quienes ‘entrarán’ en la red ya no seremos nosotros. Lo harán nuestros ‘robots’, nuestro software inteligente que se relacionará con ese mundo líquido y cambiante, que lo interpretará mejor que nadie y nos lo entregará a la carta, su carta.

Y, en apenas una década, lo que ahora llamamos Internet, sencillamente será ‘Todo’. A cada evolución, a cada cambio que simplifica un proceso, cada vez que una línea de código es eliminada de un programa para simplificar el mismo proceso, o cuando se sustituye ese comando por otro que es capaz de hacer algo por si solo y lo hace en coordinación con un objeto para completarlo en la globalidad del conjunto de nuestra existencia inmediata, nos acercamos a un nuevo y radical cambio.

No es sólo ya que las discográficas, las agencias de viajes o un nuevo negocio afectado por la modificación en la cadena de valor esté en riesgo cada vez que hay un nuevo ‘avance’ en lo la morfología de Internet. No, es algo más complejo. Tiene que ver con la adaptación al medio de algo vivo, con la propia evolución de algo nuevo que interpretábamos que era un ‘sistema’ y ha resultado ser un ‘ecosistema’ que muta, mejora y se adapta.

En apenas dos décadas Internet ha cambiado tanto que no la reconocemos quienes la vimos nacer. Somos una generación que vivía sin ella, sin teléfonos móviles, sin Google. Cuando querías saber algo debías ir a un lugar llamado ‘Biblioteca’ y no era para estar tranquilo o en silencio, era para consultar la sabiduría universal, algo que hoy cabe en un USB. Mientras todo transcurre, Internet crece y se convierte en Todo.

Leer más
Economía, Ireland, Management, Politica, Sociedad Marc Vidal Economía, Ireland, Management, Politica, Sociedad Marc Vidal

Todos los ministros de ‘tournée’

Ayer en el noticiario de la RTE Irlandesa, el que ve todo dios a las 9 de la noche una vez ya has cenado, se anunciaba el conocido ‘sorteo ministerial de San Patricio’. Una especie de carrusel que envía a todos los ministros de este país de ruta durante dos o tres días por todo el mundo en el día nacional. Ese en el que los monumentos de medio planeta se iluminan de verde ‘irish’ para homenajear a expatriados, o no, que tienen origen gaélico.
La cosa no tendría más significado que el hecho de tener a un atajo de políticos de viaje oficial sino fuera por lo que logran y cómo lo logran. El reparto no es aleatorio, los países elegidos y los ministros enviados responden a un criterio estratégico y, por si fuera poco, se preparan equipos complementarios que no van de turismo si no a la caza de ‘deals’ entre pinta y pinta de Guiness.

Para hacernos una idea (demostrable), el coste para las arcas públicas de tan ‘curioso’ batallón político es de apenas 300.000 euros. Hay países que se lo ventilarían con las dietas de un solo ministro y no miro a nadie. Sin embargo el ‘revenue’ que se auditaron en la edición pasada, fue superior a los 10 millones de euros en acuerdos básicos y un ahorro estimativo de casi 20 millones en publicidad. Salir en todos los medios del planeta en plan ‘friendly’ y con imágenes de tu país (cuando no llueve) tiene un valor ciertamente muy alto. Además, por supuesto, certifican que ese esfuerzo viajero es siempre el inicio de procesos comerciales que estos días, además, se han ido conocido.

pic-2-PYRAMIDS-AND-SPHINX-GO-GREEN-FOR-ST-PATRICKS-2013-min

Es un ataque frontal de todo un Consejo de Ministros y en plan divertido. Volverán a sentarse y bromear tras una reunión ya de tipo anual el presidente irlandés Enda Kenny y el norteamericano Obama. Volverán a China, Japón, Australia, Brasil, Francia, Alemania, México, Rusia, Dinamarca, Canadá y otros. La geografía es para atenderla y estudiarla. Incluso, y es destacable el tratamiento que se le da a California es de ‘país propio’. Allí va un ministro en concreto. Hay mucho que celebrar y mucho que negociar en Palo Alto, Mountain View, Cupertino y San Francisco.

¿Que suele pasar después? Aquí van tres apuntes que se han materializado en pocos años y obviamente dependen de mucho más que del viaje de un ministro, pero, por lo menos, empieza así en muchos casos. De un político se espera, al menos, que estimule, lidere y cierre. El proceso lo establecen los técnicos.

1. El primer tema fue el cierre de un acuerdo entre Estados Unidos e Irlanda para permitir que la industria cárnica pudiera ser vendida sin restricciones ni controles (que si sufren otros países europeos) en todo el territorio americano. Sin aranceles, ni sobre costes de control, lo que hace mucho más competitivo la ya muy competitiva carne irlandesa. Por calidad y por tratamiento.

2. El segundo también tiene que ver con esa industria, la cárnica. China acordó con el propio presidente del país, la semana pasada, iniciar la importación sin requerimientos complejos de la carne irlandesa. En apenas un año la tercera industria exportadora de carne del mundo se ha zampado dos mercados nuevos que suponen el doble del que ahora tenían disponible.

3. El tercero, el que me parece más interesante. Corrían rumores que Apple estaba examinando localizar en Suecia, Dinamarca, Noruega, Finlandia o incluso Islandia un lugar para construir su nuevo centro de datos para Europa. Finalmente el premio ha sido repartido entre los daneses y los irlandeses que no parecían tener opciones inicialmente, pues en este caso, el tema tributario no jugaba a favor. Era un tema climático, imagina lo que supone poner en marcha todo ese cúmulo de servidores ofreciendo respuestas a tiempo real para iTunes, App Store, iMessage, Maps o la propia Siri. Calor. Apple invertirá 850 millones de euros en el desarrollo de un nuevo centro de gestión de datos para ayudar en la ejecución de esos servicios de datos.

Pero, como siempre, todo no es bueno, de eso ya hemos hablado. Sigue siendo complicado vivir aquí. Cada vez es más caro y falto de servicios que en España, por ejemplo, son asumidos como derechos fundamentales. Y sigue siendo complejo gestionar tu propia empresa en base a usos y costumbres que, todavía, me cuesta entender y de los que aprendo o me desespero. Sigue el paro excesivamente alto, cuesta encontrar trabajo para los que vienen pensando que esto es como ‘Silicon Valley’, sigue el consumo interno bajo y las cargas impositivas en forma de todo tipo de tasas siguen en aumento a pesar de todo. Exportan mucho, el cambio de modelo se va aplicando, pero siguen jugándosela todo a que la sociedad aguante tanta presión. Veremos si lo equilibran y les sale bien.

Aparecen nubarrones en sectores en los que ya no son competitivos, nuevas hipotecas sin límite, mucho nuevo ladrillo que asoma, pero, por lo menos, parece que los ministros tienen claro para quien trabajan y quienes les pagan. Asciende en las encuestas (en algunas ya las lidera) un nuevo lider antiausteridad, Paul Murphy, al estilo Podemos o Siritza. No obstante, a destacar que los políticos irlandeses hablan muy poco de ellos mismos. Está mal visto y los vigilan bastante. Trato con algunos y realmente son políticos, eso es evidente, pero tienen muy presente que los observan, que hay una especie de ‘escucha activa’ de la que no pueden desprenderse.

Será que los ‘mitings’ son en los pubs y eso ayuda mucho, pero aquí la política es acción y mucha menos politiqueo de partido. Aquí el tema ‘de partido’ es un modelo de acercamiento por distritos, por condados, más que un organigrama con todo dios viviendo ‘liberado’ y estructuras muy reducidas y donde todos tienen que rendir cuentas periódicamente ante sus votantes inmediatos a pesar de ser un político de rango alto.

Se los llevan de ‘tournée’ pero, visto lo visto y escuchando los avisos de que van a tener que explicar ‘que lograron en sus viajes’, no van de turismo. ¿Que pasaría si el 12 de octubre enviamos a los ministros españoles por el mundo?

Leer más

Del #nopodeis al #podemos’, innovación íntima.

En este blog hablamos de un futuro sin empleo. De como será todo cuando robots y software se afiancen en nuestras vidas cotidianas de un modo más intenso que el que ya gozan en la actualidad. Eso, simplemente, es cuestión de tiempo. Pero mientras todo eso llega, al tiempo que el planeta, a distinta velocidad según el lugar, se adapta, los que deben ir asumiendo esos cambios somos los que lo habitamos. En el campo del trabajo, y su deriva socioeconómica, las cosas han variado y mucho en muy poco tiempo.
Hemos pasado de transitar 30 años en el mismo puesto laboral a tener una decena antes de ser unos cuarentones. Algunos por simple inconformismo, otros por ineptitud, pero muchos por un modo que se ha instalado en nuestro ecosistema económico que no compensa si lo que haces es permanecer en la llamada ‘la sociedad agotada’. También le llamaban libertad, un estado lisérgico que te hace pensar que lo tienes ‘todo’ por tener un trabajo fijo, una hipoteca fija y una familia fija.

El tiempo pasa y en el cuerpo social se fue inyectando el virus de lo que es ‘cool’ y lo que no. Transitamos ahora por ‘la sociedad ordenada’ donde todo está muy bien pensado para parecer menos ordenado. Vacaciones organizadamente desorganizadas y vestimentas diseñadamente informales. En el ámbito de la empresa se tensa hasta límites en los que las estructuras se suceden las unas a las otras, se pisan y se generan galardones a quien más ordenadamente disruptivo es mientras no cambie ‘lo establecido’. Que lo parezca es suficiente, que lo sea no es necesario. Mira a tu alrededor, verás muchos casos.

Ahora todo está mutando. Empieza a ser muy diferente. En la antesala de que todo cambie aún más, mientras esperamos que el mundo se automatice definitivamente, vivimos en otro estadio social mucho menos rígido aparentemente. Es la puerta de entrada y tienes un código concreto por descifrar. Ya tenemos tres de los cuatro dígitos de la clave ‘pin’ que da acceso.

  1. De ser una sociedad disciplinada y que buscaba cobertura en lo colectivo, en el estado, en lo social, vamos pasando a otra menos dispuesta a obedecer, más emprendedora, dispuesta a alcanzar sus sueños bajo el lema de que ‘es posible’.
  2. Del ‘#nopodéis se va pasando al #podemos’. Nada es casual, ni en España, ni en el #yeswecan que llevó a la Casablanca a un presidente de raza negra cuando eso en películas de principios de este siglo era algo que se trataba como ciencia ficción. ¿Lo recuerdas? Tampoco lo es en Grecia, ni lo será como preveo en Irlanda. Irá sucediendo. Tiene que ver más con lo que significa que con lo que es y de ahí el error de quienes no lo quieren aceptar y se ven inmersos en una guerra donde no hay soldados, sólo una enorme y elefantiásica pasarela que lleva de un mundo a otro. En la empresa sería una especie de ‘revolución íntima’, revolucionaria, una ‘íntima revolución innovadora’.
  3. La política no es más que una esquina de todo ello. Me interesa más bien poco quienes están detrás de un nuevo proyecto o que dicen que van a hacer. Poco o nada ya va con ellos. El tiempo es el que es y arrasará con todo, incluso con los más ‘innovadores’ de la gestión pública. Ellos, únicamente, #podrán, y de eso va este nuevo mundo inminente, estimularlo, acelerarlo o frenarlo, pero ya no, nunca, detenerlo. La ventaja de los países, cuyos dirigentes así lo vean, como un gran ‘big picture’ del futuro a 20 o 30 años, irán tomando la delantera e irán conquistando ese futuro para nuestros (sus) hijos, los que no, seguirán (seguiremos) hablando y hablando de no sabemos que exactamente.
  4. Un mundo en el que se ha pasado de las jerarquías verticales de trabajo a otras cuyas organizaciones son ágiles, comunican bien y son transparentes.
  5. De competir para captar mercados se ha mutado a una innovación constante para crear nuevos clientes interesados.
  6. De trabajar vinculado en ‘funciones’ inamovibles se ha pasado a centrarse en ‘proyectos’. Por ello se ha pasado de la ‘estructura’ a las ‘personas’.
  7. De la orden a la confianza en el equipo, donde la importancia curricular cede a la inteligencia emocional y de la ‘experiencia’ a las ‘ganas’.
  8. De la conciliación entre trabajo y vida personal se tiende a que tu trabajo sea tu vida pues es esencialmente lo que te realiza en todos los ámbitos, del adicto al trabajo se pasa al explorador con espiritu de sacrificio, de los jefes a las redes.

En breve muchas de esas mutaciones aun serán más complejas. Del jefe al software (robot), de los equipos a la multitarea distribuida, del explorador al soñador, de la inteligencia emocional a la psicología cibernética (llevarse bien con máquinas que parecen personas) o de los modelos de gestión por proyectos pasaremos a otra mucho más difusa en los que los proyectos precisarán de tantos complementos y desde tantos campos que difícilmente sabremos medir su inicio o su final y no dejarán de ser ‘modelos de crecimiento empresarial o social’

Innovar no es fácil. De hecho si no logras que el mercado la acepte no es innovación. De eso va el futuro, pero también el presente. ¿Tu empresa dice estar innovando? ¿Conviertes tu innovación en facturas? Si no es así simplemente estás dando vueltas con un coche nuevo a la misma rotonda de siempre. O cambias de coche o cambias de rotonda. Transfórmate, transforma tu empresa. ¿Quieres más info?

Leer más

El Big Data y la Internet del Todo.

¿Recuerdas cuando ser un ‘Community Manager’ era lo más ‘cool’? Ahora es un término que se utiliza lo menos posible por haber llegado al exceso y seguramente por haber sido mal definido en su día. Eso pasa mucho en tecnología, en las formas económicas cambiantes que nos toca vivir. Muchos vocablos aparecen para definir cosas nuevas, para intentar explicar en pocas palabras lo que representa una nueva actividad o un nuevo modelo de gestión. Además, se complica cuando el idioma que tiene que hacerlo es uno que de por si ya es suficientemente cáustico, el inglés.
Pues en eso estamos con lo de ‘Big Data’. Existe como una especie de tendencia a vincular dicho concepto exclusivamente a predecir que querrán los consumidores, a una especie de publicidad predictiva como si de una bola mágica se tratara y fuera capaz de decir donde y cuando va a haber un cliente de una empresa determinada y de proponerle el producto ‘que él ni sabe que quiere aún’.

Estoy seguro que en breve, apenas tres o cuatro años, decir que tienes una empresa de ‘Big Data’ será como raro, fuera de tiempo. De hecho lo que denominamos ‘Big Data’ no es más que una esquina de todo esto del análisis de toda la información generada.

Asistí hace un año a una charla de Arvind Narayanan, un tipo que investiga todo esto en Princeton y que fue el primero en analizar el valor de identificar las referencias cruzadas de los clientes ‘supuestamente anónimos’ en Netflix y cruzarlas con la Internet Database Movie. Recuerdo que explicaba que históricamente se capturaban los datos a través de procesos informáticos, como los sistemas de pago, pero ahora gracias a las redes sociales y a las tecnologías móviles combinadas con la ingesta masiva y analítica de datos, el foco está en las interacciones y experiencias de los consumidores. Todo ello proporciona datos de mucho más valor.

En esto del Big Data hay que diferenciar dos fases. Una primera que se basa en los datos procedentes de la secuencia de clicks en las páginas webs, que han permitido comprender las preferencias de los usuarios y su comportamiento. La segunda, la que me interesa más, es la que se deriva de que deja de lado las transacciones que realizan los usuarios y se centra en las interacciones de éstos. Es decir, no solo es un tema del ‘dato de lo qué compra el usuario’ sino todos los clicks que hace para alcanzar esa compra. Esa es la clave.

Decía que ‘los primeros datos son sencillos de analizar porque todo está bien especificado, pero los datos de las redes sociales necesitan mucha más interpretación, hay mucha más ambigüedad en cómo la gente se comunica y por eso la tecnología es más sofisticada

Pero si estás pensando que esto del Big Data es muy complicado o que da algo de miedo, relájate, porque aun hay más. Una tercera generación en el análisis masivo y comprensión de datos se aproxima. Son los datos provenientes de sensores, de la Internet de las Cosas, del M2M. En el futuro, todo será capaz de sentir, de recibir un estímulo a través de un sensor.

Coches que no necesitaran conductor pero si datos, un cepillo de dientes enviándote un email con el estado de tus dientes, toda la logística de donde compras y como se te vende, las mascotas llevarán sensores, las autopistas, los bolígrafos, las lámparas, las persianas, las tostadoras, tu mujer, tu televisión, tu teléfono y tus zapatos. Todos esos datos también, ¿qué te pensabas? serán analizados, interpretados y recolocados donde sea preciso.

Justo en ese instante aparece una ecuación que sólo es capaz de identificarse en novelas de ciencia ficción pero con la diferencia de que en breve el adjetivo será innecesario. Internet de las Cosas (y sus sensores) más Big Data (con su analítica global) nos da la Internet del Todo. Ese es el destino.

Me temo que existe una especie de prejuicio sobre que todo esto del Big Data está planteado para ‘vender más’, para ‘interpretar intenciones de voto’ o para adelantarse al consumidor, borrego, ciudadano. Es como si, a partir de ahora, el control de nuestro destino estuviera escrito en un código binario y nosotros no lo supiéramos.

Lo dudo, tiene que ver con la Nueva Economía y sus interacciones sociales. Me atrae mucho más saber como esa ingesta masiva de datos y su interpretación lograrán afectar a la educación, en como esos datos permitirán hacer más eficiente el gasto sanitario o educativo, el transporte más eficiente, en como nos ofrecerán una mejor calidad de vida atendiendo a la transacción de datos. Me interesa más ver como eso del Big Data se integra como solución socioeconómica y cultural en lugar de ver como logra ofrecer anuncios personalizados. Lo segundo, que pasará y pasa, es lo de menos.

Leer más

Startups como modelo de cambio económico

El discurso oficial dice que la recuperación económica de España es un hecho que ilumina tanto que deslumbra y por eso no lo vemos todos. Que siete años después de que la realidad nos explotará en las narices, el sector que se lo llevó todo por delante, ha vuelto a resurgir. Frases como ‘la construcción ha dejado de ser un lastre para el PIB y ya aporta de nuevo tasas positivas a la riqueza nacional’ son cada vez más recurrentes. Y, curiosamente, de algún modo es cierto. El ‘ladrillo’ generó el año pasado casi 100.000 puestos de trabajo nuevos, lo que obviamente es significativo.
Pero la ruta pasa por muchas esquinas y la explicación, de fondo, no es tan simple. La inversión institucional en activos inmobiliarios, por ejemplo, fue de casi 15.000 millones de euros, un volumen que solo se superó en los años ‘locos’ del decenio pasado, 2006 y 2007. Pues eso, que la pasta poco a poco, quienes disponen de ella, la vuelven a ir moviendo hacía el mismo lugar y quienes podrían impulsar que se distribuyera en sectores de alto valor y menos cíclicos no lo hacen.

Ese rejuvenecido sector inmobiliario convive con un paro descomunal no obstante en todos los ámbitos. A pesar de ese destello de ser la economía que vuelve a maravillar a todo el universo conocido, se sigue con un desempleo cercano a la cuarta parte de la población en edad de trabajar, y donde la mitad de los jóvenes no tienen idea de a que se van a dedicar en los próximos meses o años, cuando no es que se han ido a buscarse la vida. Parece que algunas ‘recuperaciones’ son puro celofán. De hecho la EPA, si se mira al detalle, te explica que, aunque estemos modificando el estadio, nada desde un tipo estructural está pasando de manera significativa y mucho menos está generándose ninguna metamorfosis en lo que sería el modelo de crecimiento.

La economía española creó el año pasado casi 450.000 empleos. Bien. Ya ‘sólo’ quedan 5 millones y medio de parados. La generación de ese empleo tampoco es que sea muy rápida, seamos realistas, pero lo peor es donde y como se crean. El sector tecnológico crea lo que crea, aporta lo que aporta, pero si no se le impulsa o se hace integral en el ámbito de que todo cuanto suceda tenga que ver de algun modo con ella, menos vamos a producir. Una economía tecnológica es la ideal, pero con tener una economía tecnificada ya me vale. Y eso tampoco es que sea de tirar cohetes.

La economía española no tiene mercado laboral para los jóvenes que acaban de terminar sus carreras o sus grados tecnológicos. No se ha creado, ni cuando había dinero o ahora que vuelve a fluir según nos dicen, empleo en la economía del conocimiento y digital que nos tocaría liderar a todas luces. ¿En que vamos a ser un país de interés? La respuesta siempre es el turismo, como si fuera un campo petrolífero sin límites.

Lo malo de este año 2015 es que quienes deben estimular se lo van a pasar dando mítines. Los que tienen que aportar claves, trabajar para que se cumplan e inspirar a una sociedad a la que le urge modernizarse, seguirán incluyendo una ‘@’ delante de su nombre como máximo signo de digitalización.

Y mira que este 2015 la recuperación esa de la que hablan y bajo los términos en los que la definen se producirá. Más como consecuencia de los procesos de ajuste que han situado a la demanda interna en condiciones de volver a crecer y por el impacto de shocks externos de carácter transitorio. Hablamos de la bajada de los tipos de interés a largo plazo, la caída del precio del petróleo, la bajada de impuestos en según que puntos y la depreciación del euro frente al dólar.

De nuevo, ante nosotros, oportunidades de generar un escenario de crecimiento. De nuevo, ante todos, la opción de aprovecharlo para amontonar ladrillos en cada esquina y especular con ellos o, por el contrario, la de construir futuro a partir de la tecnología, la sociedad del conocimiento y el crecimiento digitalizado como hacen e hicieron otros.

Convertir un país en líder en innovación no es algo que se pueda poner el programa electoral de los próximos cuatro años, es un pacto de estado, algo genérico y que debe desdoblarse en el tiempo e independiente a los gobiernos puntuales. A los que les está saliendo así lo hicieron y lo mantienen.

¿Dónde hay más innovación que genera riqueza? ¿dónde esa innovación genera empleo, liderazgo y competitividad tecnológica? Allí donde el modelo startup es un modelo creíble y defendido, no sólo una moda. Allí donde el ecosistema de creación de empresas tecnológicas con emprendedores de alto potencial de crecimiento, repito, startups, es algo consustancial con programas públicos y privados, donde equivocarse es un valor añadido y donde las trabas a la propia idea de innovar no existen.

El segundo escenario de startups más potente del mundo por detrás de Silicon es Israel. Un diminuto pais que también es el que cuenta con más compañías cotizadas en el NASDAQ, solo por detrás de los EEUU. Con apenas ocho millones de habitantes, geográficamente ubicada en una enredadera, lejos de todos los centros de negocio y finanzas del planeta, es sin embargo el referente en startups del planeta tras California.

Tel Aviv, Israel en su conjunto, convirtieron las dificultades, su propio momento complejo, su crisis de hace dos décadas en una oportunidad evidente. Desde legislar a favor del Venture Capital, hasta el trabajo de concienciación al inversor tradicional israelí que hacerlo en tecnología y startups era una apuesta de Estado. Eso sucedía en los años 90, cuando todo esto era una especie de discurso hipnótico que entendían pocos. Muchos países decidieron poner ladrillo sobre ladrillo y otros, el entorno de Tel Aviv, pusieron bits, sobre bits.

Fondos impulsados desde órganos públicos marcaron el camino que luego otros siguieron. Las startups necesitan de financiacion continua para crecer rápidamente y hacerlo a costa de pérdidas. Evangelizar sobre eso no es sencillo y en el caso israelí salió bien. The Yozma Group fue el primer fondo de Venture Capital impulsado por el Gobierno de Israel en Enero de 1993. Hace mucho pero fue pionero y público. Luego vinieron otros y ahora es un hervidero.

España tiene de todo, incubadoras, aceleradoras, capital riesgo, atractivos para inversión, talento, ideas, ambición entre los creadores, emprendedores, innovadores, empresas capaces de apostar por todo ello. Sin embargo sigue sin hoja de ruta. Una ruta que nos debe llevar a una estación parecida a la que otros ya rozan y que lo hacen gracias a estrategias claras, bien pensadas, fuera de tácticas electorales y, sobretodo, sacrificando la riqueza inmediata y de barro que suponen modelos de crecimiento de juguete y peligrosos y sacrificar esa velocidad inicial por una economía escalable, inteligente y de alto valor tecnológico.

Que ya no llegamos a la fiesta a tiempo es casi evidente, pero que más vale tarde que nunca, también.

Leer más

Cuatro (hay más) aspectos de esta revolución socioeconómica

Llevamos apenas veinte años de algo que tiene que durar cincuenta. La dificultad para adaptarnos no es más que algo tremendamente normal a lo que cualquier sociedad debe enfrentarse. Lo de ahora es como un parto, doloroso, pero que el tiempo mostrará que no era más que una revolución. Como ya lo fue en su día la Revolución Industrial (a la que sus contemporáneos le llamaron ‘crisis industrial’) o la revolución en la distribución del conocimiento que supuso la imprenta y que sus contemporáneos vivieron con incertidumbre pues retiró el privilegio y control del ‘saber’ y la información que tenían unos cuantos.
Y dolió. Fueron momentos duros, de difícil adaptación y en algún aspecto hay cosas que  todavía vivimos hoy en día con desequilibrio que son herencia de haberlo hecho mal en aquel entonces, de no haber entendido que sucedía por parte de muchos y en haberle dado valor de ‘crisis’ a lo que no era otra cosa que ‘una oportunidad de mejorar el mundo’.

En este tiempo unos vivirán su crisis y otros su revolución. De hecho esa revolución, en lo íntimo, es normal que se viva como una crisis pues debe ser aceptada en cuatro factores que interpreto como destacables. Una vida de incertidumbre, una vitalidad extrema, saborear la inestabilidad y practicar la deconstrucción.

1. La incertidumbre. Hace años que desconozco que me espera en mi despacho, que riesgos nuevos asumiré o que personas conoceré. Hace años que, tal vez toda la vida, que persigo un lugar definitivo. Sueño con que ese lugar no exista y así poder seguir en su búsqueda hasta el final de mis días. El desconocimiento de cuanto nos espera nos obliga a estar en alerta, en aprendizaje, a permanecer en beta constante. ¿No es cierto que como emprendedor tu proyecto es cada vez mejor si eres capaz de gestionar ese redireccionamiento constante?

2. La jubilación. Que al final de tu vida haya como una compensación por los servicios prestados que en la mayoría de los casos es para sobrevivir, es humillante. Es como anestesia. Me preocupa que muchas personas consideren que la jubilación es un puerto seguro, el destino garantizado, el punto tranquilo hasta el último aliento. Y es que considerar que el futuro está garantizado por algún elemento es un error. Creer que los planes de jubilación, pensiones o meriendas similares financiarán nuestra etapa final es, como menos, dudoso. Debemos aceptar que los ingresos de la madurez no serán los mismos, obviamente, pero no va de eso. Va de tener fuerzas para hacer lo que te gusta y que cuando no pueda ser físicamente, lo sea mentalmente. ¿Desear la jubilación es en si misma la prejubilación? ¿Odiar que llegue un lunes más no quiere decir que no te dedicas a lo que te gusta?

3. La deconstrucción. Ya todo está en fase de implosión. ¿No lo ves? En apenas unas décadas todo el plan de gestión de una empresa era el de tener claro cada día lo que le tocaba a todo el mundo hacer. Ahora eso ha cambiado radicalmente. La clave del éxito estaba en que todos los integrantes de una estructura tuvieran claro que les tocaba hacer al despertar cada mañana. Romper esas cadenas suponía un deterioro en el proceso que repercutía en graves consecuencias. Pongo un ejemplo en la agricultura. Imaginemos el campo donde todos los integrantes de una granja tienen claras sus funciones, taras y actividades durante todos los días de la semana y horas del día. Eso nunca cambió y permaneció siglos igual. Hoy en día nada es así y los procesos ya no pertenecen a los protocolos sino a los análisis de necesidad, riesgo y acción. Un sistema inteligente modifica cada día lo que hay que hacer en función de lo que realmente es preciso y no de una agenda intocable. Esa deconstrucción de procesos está llevando a industrias poderosas a reinventarse. ¿Por qué no lo hace tu empresa menos grande y dónde sería más fácil hacerlo?

4. La inestabilidad. Hace siglos, cuando trabajé en Bolsa, mi obligación era avanzar en la escala salarial y subir en el organigrama. Todo era como tenía que ser. Cada cierto tiempo un ascenso, una mejora, un nuevo despacho. Era tremendamente tranquilizador saber hacia donde iba, cual era el destino y donde se fijaba la nueva meta. Todo estaba escrito, como un libro de vida por cumplir. La hoja de ruta me relajaba. La evidencia de la estabilidad empezó a angustiarme hasta tal punto que abandoné. Esa estabilidad era paralizante, algo cobarde. La tranquilidad impide pensar en grande. Dejé aquel trabajo y monté un negocio. Muchas personas ansían ser funcionarios, respetable, desean tener una estabilidad en un mundo donde eso cada vez es más complejo y difícil. No todos somos iguales y se debe respetar.

Pero pensemos que si es cierto que vivimos un momento excepcional de la historia ¿no será algo maravilloso ser parte de ella a partir de las características que nos impone este preciso instante? Estos son cuatro, de muchos, aspectos que comento en una de mis conferencias y que marcan el día a día inmediato de cuantos estamos viviendo estas cuatro o cinco décadas que  marcarán, como ya sucedió en el pasado, todo el futuro a medio plazo.

(Foto AP Photo/Victor R. Caivano)
Leer más
Economía, Management, Politica, Sociedad Marc Vidal Economía, Management, Politica, Sociedad Marc Vidal

Cuando se presenten, votaré al Partido Robot

Muchas de las cosas que hacemos de manera cotidiana hace apenas unos años eran de otro modo. Voy a generalizar con el riesgo que eso conlleva, pero espero se me entienda. Ya no escribimos cartas, no elaboramos álbumes de fotos, nos reunimos sin estar juntos, no compramos entradas en ninguna taquilla, no se utilizan mapas callejeros, las guías turísticas son reliquias, no compramos periódicos, no visitamos tiendas de música y no votamos por ideología sino por múltiples factores que tienen que ver con el debate en red, más bidireccional y complejo.
Europa está en estado de shock. Draghi decide que lo mejor para el futuro es meter todo el papel que le queda por imprimir en el sistema y que sea lo que dios quiera. Pues querrá, pero no lo que ellos consideran. La masa ingente de liquidez en euros se va a llevar por delante el valor del mismo. Pon diez monedas donde antes había una y lograrás que esas diez valgan menos ahora que cuando las contabas por separado. Si eres un vendedor de algo, póngamos moneda, y sabes que los que vienen a tu tienda tienen diez veces más dinero que antes, ¿no subirás el precio de todo? Y, eso, ¿no deflacionará el valor del dinero en términos generales? Pues eso.

En Grecia viudas y jubiladas con hijos que pagaron toda la vida sus impuestos, que cotizaron ellas y sus maridos, se ven obligadas a trapichear con cualquier cosa por las calles, y esperar el miserable cheque de 320 euros que el Estado les ‘regala’ por los servicios prestados. Y se sorprenderán de la victoria de Siritza, o de que Europa esté en juego. Aquí en Irlanda todas las encuestas ponen de ganador a un indefinido cuadro de ‘independientes’ que lideran todas las batallas locales contra la subida de tasas, impuestos, recortes y meriendas oficiales. En España Pablo Iglesias tres cuartos de lo mismo. Mira este video de la señora Katsulis.

¿Es todo esto un tema político? ¿Sociopolítico? ¿No tendrá que ver, previsto o no, estratégico o no, con algo más técnico, tecnológico y de adaptación al momento desde un punto de vista automático? Tengo la impresión que si. No niego que la aparición en programas de televisión ayuda, que un líder que diga lo que todos quieren escuchar también, que poner de vuelta y media a unos cuantos que no hay manera de sacar ni con agua caliente ayuda, pero también el cómo todo eso se ha enlazado entre los potenciales votantes, las estructuras (des)organizadas y las ideas es tremendamente menos ideológico y político de lo que parece.

El mundo sigue su curso hacia un escenario sin empleo. Todo lo que pueda ser automatizable, ‘robotizable’ y todo lo que pueda sustituir un grupo de humanos por un ‘software’ o un brazo mecánico, será. Periódicos sin periodistas, bibliotecas sin bibliotecarios, bares sin camareros, tiendas sin vendedores, empresas sin directores, taxis sin taxistas, hoteles sin intermediarios, transporte sin transportistas, clínicas sin doctores y, quien sabe, parlamentos sin políticos. ¿Para que se precisa un político?

rtr3cckb2

Hoy en día las decisiones políticas se toman en base a tres criterios: presupuesto, interés partidista y capacidad de gestión. La primera la gestionaría increíblemente mejor un software inteligente que una docena de ministros de economía visto lo visto. Lo segundo, más divertido, un gestor de datos masivos capaz de trabaja en base a variables de bienestar social no dependiente de votos, podría gobernar sin esperar ‘encuestas’ o lo que fuera. La tercera es pura evidencia. ¿Quien más eficiente que un robot?

Permitidme el juego. Yo votaría a un robot, pero mientras eso no llega veamos a que se dedican los actuales ‘líderes’. Les llamamos líderes vete tú a saber porque, pues su lejanía de lo que sucede es de tal calibre que probablemente cuando todo esto se los lleve por delante pasarán años hasta que se den cuenta. Ellos seguirán yendo a su puesto de trabajo como si nada hubiera pasado, como en un guión de Asimov entrarán en su despacho rodeados de máquinas, se sentarán a ‘gestionar’ y nadie se dará cuenta de su presencia. Tanto tiempo ralentizando el mundo, tanto tiempo derivando sus responsabilidades, jugando a sus juegos de tertuliano de bar, tanto tiempo hablando de ellos mismos, que nada cambiaría con su presencia. Fin del juego.

Y a este cuento de ciencia ficción de un futuro inminente le cabe algo de realidad desde ahora mismo. Resulta que la televisión pública española, la de todos, ha decidido montar dos programas tertulia, uno para los viernes y otro para el sábado noche, no sea que te quedes a medias en el lavado de cerebro. El objetivo es el de contrarrestar la presencia de ‘Podemos’ en el resto de debates en otras cadenas. En mi caso, no veo la televisión por lo menos no en el sentido agendado y de horarios programados. Busco lo que quiero ver y lo veo, pero entiendo que eso aun es genérico y que los de Podemos han estado sobre expuestos durante los últimos tiempos.

Ahora bien, no conozco a nadie que ya ha decidido votar al partido de Pablo Iglesias y que sea asiduo de ninguno de esos programas que proponen un debate como si fuera un ‘Sálvame Deluxe‘. Que los ven, de vez en cuando, que les influye, supongo. Como a los votantes griegos que han pasado de declararse incondicionales de los conservadores y ahora matarían por un excomunista que les ha prometido poner en el paro a toda (y allí también la llaman así) la casta.

Pero, donde esta el ‘bug’ de la política tradicional. De los ‘expertos’ de los partidos de siempre. ¿Dónde se han pasado los últimos diez años los estrategas de partido, los directores de comunicación y táctica política? ¿De que leches hablan cuando plantean estrategias a sus clientes? Es divertidísimo leer las propuestas de algunas consultoras políticas sobre eso de ‘estrategia de partido’ en redes sociales o ver como muchos ‘políticos’ se ven la mar de actuales poniendo un ‘@’ delante de su nombre. 

Es que esto ya no es lo que era. Digamos que la gente va decidiendo lo que votar por otros canales que no tienen mucho que ver con la estrategia (mejor dicho, táctica) de los que llevan tanto tiempo en un sillón de alcántara, del cual, cuando se levanten no habrá manera de que regrese a su forma original del tiempo y peso que lleva sufriendo el probre. No se han dado cuenta que el concepto ‘googleliano’ de ‘los círculos’ de ‘Podemos’ va mucho más allá que una sede local, una agrupación de distrito o una estructura determinada.

Te gusten o no, la sociedad en red (que si, también consume tele), se nutre del debate entre ellos y no de la visualización de unos teatros que simulan ser nutritivos para el intelecto político de los ciudadanos. Esos ‘círculos‘, esa estrategia orgánica y viva, que no depende de órdenes directas sino de su voracidad distribuida, que la tecnología y su enlace con lo analógico permite, está canalizando (y muy bien) un descontento social que, en muchos casos, tiene que ver con esos programas televisivos de juguete.

Pero no es sólo eso, es más automático de lo que parece. Ni el tal Errejón es un genio, ni Iglesias un enviado del MIT. Están canalizando un proceso de desajuste y les ha tocado a ellos. Estuvieron donde había que estar, lanzaron un mensaje que caló por los canales que tenían a su alcance y a partir de ahí, si que lo han hecho bastante bien. Sólo decirles que si ahora, por vete tu a saber que bacteria politiquera, deciden ‘reorganizarse’ en modo ‘partido on’ mucho o poco de cuanto llevan alcanzado se desmontará. Esto no va de mensaje, ni de líderes, es un tema más complejo. Los americanos lo inventaron pero quienes mejor lo manejan ahora son los escandinavos. Creas un entorno, derivas un mensaje, utilizas la tecnología y la dejas fluir. Luego, sólo tienes que dejar que los datos y su gestión capaciten tus decisiones.

El problema para ello es que se necesita ‘open mind’ y eso ya no es tan sencillo. Dejar que la gente tome su senda y que la política se adapte es chungo. Deberíamos pasar de un escenario en el que los partidos proponen y la sociedad dispone a otro en el que la sociedad exige y los partidos se adaptan. Para ello hace falta mucha democracia, viva y constante, algo que precisa no sólo de ‘circulos’, sino de todo tipo de modos. La convivencia entre lo tecnológico aplicado a la política (¿o es que van a ser lo politicos los únicos que no les afecte ese mundo sin empleo?) y la gestión pública que la sociedad demanda más pronto que tarde sucederá.

Y hablando de cosas concretas. Se sorprenderán también del ascenso de ‘Ciudadanos‘ y del reconocimiento social de Albert Rivera. Pues eso, que se sorprendan, pero si lo miraran bien verían que la estructura de ese partido no tiene nada que ver con la de los partidos tradicionales. Va de como te estructuras y de un problema adaptativo. Luego si el mensaje fluye, lo tienes de cara. C’s se sujeta en los apoyos y no en los militantes, en la propia red, en la distribución derivada de información, en la empatía (digital) y en la creación de redes de que utilizan Internet como canal de aceptación de unos a otros.

Pero no es ‘técnica digital’, para nada. No es que tengan un Community Manager con una varita mágica. Es otra cosa. Es que su estructura desestructurada permite la participación en plataforma y ahí si que es importante la red y las redes. UPyD por ejemplo, empezó bien en eso, pero su obsesión por crear ‘estructura’, formatos de siempre, les ha paralizado el ascenso. Ya van tarde.

¿La tele? si, ayuda, pero más tele que se chupa la Cospedal no hay nadie, y a ésta no le nutre nada. Si consideran en las estructuras de los partidos tradicionales (incluyo al resto) que Sainz de Buruaga y su programa de doble tertulia (donde irán los de siempre supongo) genererá el desgaste a los de Pablo Iglesias, Rivera o los que salgan todavía, van listos. Si ‘Podemos’ baja expectativas o se la da al final no será por estos movimientos tácticos tan fuera de tiempo, será porque sus ‘circulos’ dejen de estar conectados adecuadamente, reflejen lo que dicen ser o empiecen a gobernar ejerciendo el poder de manera contraria a lo que proclaman.

‘By the way’ esto pasa aquí, Irlanda, y allí, Catalunya. Los catalanes que están debatiendo sobre el futuro independiente o no, también se están despistando. Hay una inmensa mayoría de catalanes que no son independentistas, claro, pero es que tampoco son ‘dependistas’. No son nada. Nada de lo que se propone ahora. Cuando se organicen desorganizadamente, como hacen los clientes de Uber, Airbnb o cualquier plataforma social que no precisa de intermediarios ni gestores, que todo sea mucho más automático que las órdenes de nadie, la sorpresa va a ser mayúscula.

Tiempos nuevos que nadie interpreta correctamente, ideas de siempre (todos), estrategias de pena y tácticas de gente desconectada de la realidad. Cuando la realidad haga ‘turn on’, va a ser divertido.

Leer más

Olvidense de replicar 'Silicon Valley', no les va a salir.

En un interesante artículo recientetitulado ‘Why Silicon Valley Shouldn’t Be the Model for Innovation’, Dan Breznitz critica el grado de desconocimiento de los responsables políticos y legisladores cuando hablan de ‘crear un Silicon Valley’ en cualquier esquina de sus países como si eso de replicar lo que sucede en California fuera tan sencillo como buscar un polígono industrial en sin usar.
Que los que dirigen el barco no tienen ni idea de por donde va todo es cada vez más evidente. Con el tema de los ‘siliconsvalleys clon’ es de traca. Haberlos los hay. De hecho en la revista que dirijo, Westinghouse Future Economy, hay una extraordinaria sección a cargo de Ricardo Moreno que cada mes se hace eco de algún ecosistema que, guardando las diferencias, si está trabajando y circulando dinero y talento tecnológico para que algún día no muy lejano se les pueda comparar con el ‘original’.

Sin embargo, lo dicho, eso de replicar cosas que llevan decenios siendo lo que son, donde el esfuerzo ha sido por todos lados y donde la manera de entender la vida, los negocios, la vinculación de universidad y emprendedores, la innovación, el riesgo y el sentido del fracaso es muy distinto al de otros lugares. Sería incluso una mala idea plantearlo como objetivo.

Se les llena la boca, con eso de ‘el Silicon Valley’ de ‘nosedonde’ del Sur, o el del ‘vetetuasaber’ del mediterráneo. Que no, que no es necesario, que se puede trabajar en otro sentido, pero que hay que trabajar y hacerlo con criterio, luces largas, creyéndotelo y no porque se acercan elecciones o viene tu primo comisario de alguna institución europea de turno.

Y es que replicar Silicon Valley en términos de innovación es imposible y además no puede ser. Y casi diría que eso es bueno. Cada ecosistema debe tener sus propias palancas. Pero debe tenerlas. Lo peor, como siempre, es saber quien las pone para impulsar y no en las ruedas como se suele ver, visto lo visto.

Normalmente, ni remota idea de lo que tienen entre manos o de lo que podrían hacer. Es tristísimo ver como a los ‘responsables’ de llevar un país hacía un modelo productivo tecnológico, que se debería prepararse para un mundo automatizado, robotizado y con un cambio notable en las cadenas de valor, todo les suena a ‘aurora boreal’.

Como dice Breznitz ‘el mundo ha cambiado drásticamente, pero nuestra comprensión de cómo funciona la innovación y quién se beneficia, no ha podido cambiar con él’. Por eso hay lugares que lo sufren más que otros. La producción y los servicios se han fragmentado. Las etapas de producción se coordinan y encajan de modo atemporal y aterritorial. Todo está en red y se especializa de manera regional con, cada vez, etapas de producción más definidas según el lugar. ¿Qué tal si nos vamos especializando en algo?

Para los que estén estos días pensando en esas políticas activas (a cinco meses de elecciones es difícil que estén pensando en algo que no sean ‘sus cosas’) deberían de saber que hoy en día ‘un país ya no puede sobresalir en todas las etapas de desarrollo de la producción, que hay que repensar lo que significa el crecimiento basado en la innovación y cuáles son las mejores estrategias para la inversión pública y cuales los estímulos privados que se deberían de tener en cuenta.

¿A que se dedica España por ejemplo? ¿Y Europa? Así de simple. Nos hacemos la pregunta y cuesta responder. En comunicación, los grandes te dicen que ‘si no eres capaz de definir tu empresa con una frase es que no la tienes clara ni tú’. Pues eso.

Silicon Valley creció en importancia a partir de los años sesenta y setenta por ser el lugar donde los empresarios desarrollaron nuevas ideas y los convirtieron en bienes y servicios producidos en masa. La innovación y la producción se sumaron gracias al impulso que se les dio por todos lados y por la creencia que lo mejor para que una empresa innove y crezca es ‘dejarla hacer y molestarla poco’.

Otra cosa es la filosofía empresarial y emprendedora. Allí durante mucho tiempo se trabajó en común, juntos, si no por la misma empresa, por lo menos dentro de aquel ecosistema (producción de chips de silicio dio a la región su nombre), donde empresas como Apple, Seagate, Hewlett-Packard e Intel crearon un número impresionante de nuevos empleos, bien remunerados, todo dentro de las fronteras de aquel país. El testigo omnipresente fue el sector educativo, pero no como ‘creador de becarios’ sino como agente activo. Una legislación facilitadora y la filosofía de todos ellos creó lo que ahora es aquel lugar, con sus cosas buenas y sus muchas cosas malas también.

Silicon Valley ya no es una fábrica de chips, en su lugar ahora es una fábrica de ideas, todas ellas innovadoras. Allí se piensa el futuro constantemente y se financia y facilita para que ello suceda siempre de la mano de las empresas de allí. Luego, como hace haría un Hollywood Tech, exportan sus innovaciones como fases de producción que se construyen por todo el planeta.

La innovación se transmite como un virus cuando afecta a todos los actores implicados. Las empresas taiwanesas necesitan innovar constantemente para mantener su posición en la cadena de fabricación de esos chips que precisan en las empresas del valle. Saben que en el momento que algo falle o envejezca, las empresas de Silicon Valley elegirán a sus competidores de otra parte del mundo. No es sólo un tema de hacerlo barato, que también habría que revisarlo todo.

Básicamente por eso, Taiwan por ejemplo, es como un Silicon Valley cara B que se dedica a innovar para que las ideas innovadoras importadas de las startups de Estados Unidos se hagan realidad física cada vez mejor y más eficientemente.

Casi apostaría más por ser Taiwan que por ser California en algunos casos. La mayoría de las nuevas empresas de Silicon Valley tienen relativamente poco personal, mucho ingenieros de élite, diseñadores, desarrolladores e inversores pero con la producción fragmentada a nivel mundial. Superchulo. Harvard defiende que la excelencia en la invención y descubrimiento, en las primeras etapas del proceso de innovación, no garantiza el crecimiento económico sostenido y generalizado.

Interesante pensarlo, no sea que estemos solo creando ‘ecosistemas’ de ideas que no va a haber quien las lleve a cabo y estemos dejando de lado algo más de tecnología ‘industrial’ que bien podría ser motivo de cambio de modelo de crecimiento.

La descomposición de la producción significa que hay múltiples maneras para que los países logren un crecimiento basado en la innovación sostenible. Esto no debería ser una noticia maravillosa para los responsables políticos, porque significa que ya no tienen que ser esclavos de un modelo económico en el extranjero que nunca va a funcionar en sus países. Seria trabajar en adaptar lo que tienes poco a poco para convertirse en un modelo innovador basado en la realidad.

Si alguien de los ‘supertacañones’ me lee, que sé que sí, decirles que hay mucha gente dispuesta a echar una mano y empujar para definir ese futuro inmediato y urgente. Si estás ahí, ¡manifiestate!

Leer más

Si nunca bajara el paro ¿que sucedería?

Sabemos que la mitad de los empleos que ahora existen serán automatizados en apenas quince años. El mismo tiempo en que únicamente apenas un centenar de personas acumularán el mismo dinero que la mitad más pobre del planeta. Diríamos que, si no lo remediamos, la automatización del mundo no hará más que amontonar la riqueza en manos de unos pocos.
Hay tres aspectos que podrían darnos las claves para amortiguar el cambio inminente y que lo haga menos dramático. Tenemos conocimiento de que las máquinas aprenden, se estructuran en red y, además, abaratan todo. Los robots son la sublimación de la eficiencia y, por ese motivo, serán capaces de apartar de un puesto laboral a cualquiera que realice una tarea susceptible de ser sustituida.

El ‘machine learning’ ya no solo es capaz de disponer de algoritmos para procesar en tiempos casi imperceptibles, sino que lo puede hacer con cantidades de datos totalmente descomunales hasta llegar a deducir. No hablamos de lógica sino de conceptos. No estoy hablando de un capítulo de alguna trilogía de Asimov, hablo de algo que ya es real, se está derramando por nuestra vida cotidiana y que representa la capacidad de una máquina para aprender de la experiencia.

Por otro lado las redes entre máquinas sustituirán las que ahora suponen el paisaje actual. Redes entre humanos y redes sociales darán paso a redes entre máquinas. El mundo de los sensores es la antesala. Apostar por empresas que ahora mismo están desarrollando aplicaciones que permiten el diálogo entre personas y máquinas o de máquinas entre si, es una buena apuesta. En breve los aviones, los hospitales, las compañías energéticas, el tráfico, las ciudades, algunos procesos administrativos, la enseñanza y mil campos más retirarán personas e incorporarán sensores. El salto se avecina y la fisonomía de nuestro mundo no se va a parecer en nada al actual.

La tercera arista de este cambio tiene que ver con las redes de robots. Ahora mismo todo esa evolución sigue detenida en el ámbito legal, político o administrativo. El miedo a perder el control instalado en las clases dominantes evita que sea real. Ya pasó con la imprenta. Se pensó que el conocimiento y los avances permitirían a todo el mundo leer y eso, por derivación, influiría en cultura. Cultura que empoderaba a los siervos. Sucedió con otras revoluciones. El ferrocarril permitía a la gente moverse con facilidad, los hacía conocedores del mundo, de su entorno más lejano. Aparecieron los exploradores cotidianos y con ellos el riesgo de comparar. A los que mandan no les gusta que los comparen.

Ahora, el salto está a pocos metros. Es un salto al vacío del que ya no podemos tirarnos atrás. En Estados Unidos hay robots que recogen lechugas por si solos en base a un pedido recibido por Internet. Un pedido que ha hecho una nevera inteligente. Son los Warehouse que empresas como Kiva ya tienen listos y preparados para comercializar. Su robot-nevera descubre que falta algo, selecciona el proveedor que no es más que un software, éste comprueba que no tiene en stock, lo solicita a otro software que a la vez ‘ordena’ a un robot que lo recoja y que en apenas unos segundos lo suba a un vehículo autopilotado. No es ciencia ficción, repito, verlo como tal es cerrar los ojos a un hecho que ya se está produciendo con prototipos. En algunas partes de este proceso hay eslabones que son ya cotidianos por cierto.

Al igual que ricos y pobres serán como siempre ha sido las dos partes de este pastel, la eficiencia y el ahorro económico mandará en la hoja de ruta global que vivirá este mundo en muy poco tiempo. Si algo es más barato, más rápido y más ecológico será.

La velocidad en la que nuestro mundo avanza es de tal magnitud que la década de los cincuenta del siglo pasado es el pleistoceno. Haced el esfuerzo, comparad. Pero no lo hagáis mirando Facebook o Google sólo. No lo hagáis pensando en lo accesorio. No tiene que ver con un ‘likes’, ni con smartphone, ni tan siquiera con la televisión interactiva, ni tampoco con los mapas y sus satélites. No tiene que ver con nada de todo eso o tiene que ver con todo. No es sólo tecnología, que también, es comportamiento social. Es la relación de todos nosotros con un mundo invisible que nos rodea por todas partes y nos atraviesa.

Cada vez son más los productos que pasan a ser servicios por el poder de la digitalización. El abismo se agrandará entre ambos escenarios laborales pues mucho de lo que hay que producir ya no es preciso hacerlo. La última etapa de la automatización va a llevarse por delante casi todos los empleos conocidos.

De todo esto sólo me preocupa una cosa. Como explica The Economistla prosperidad desatada por la revolución digital ha ido mayoritariamente a los dueños del capital y los trabajadores de mayor cualificación. Durante las últimas tres décadas, la participación del trabajo de la producción se ha reducido a nivel mundial del 64% al 59%, a la vez que los ingresos acumulados por el 1% más rico ha aumentado de alrededor del 9% al 22%’

No va a bajar el paro. Es algo que ya no puede suceder. Se sucederán cifras de vez en cuando, altibajos provocados por diversos aspectos de la economía tradicional, estacional o política, pero serán simplemente pinceladas que no compondrán el cuadro real. El ‘big picture’ es de otro calibre.

Los países ‘de vanguardia’ a los que les pilla esto con más de una cuarta parte de su población activa en paro se les plantea un futuro inmediato de mierda. Hay tiempo para reaccionar, lo que no hay es clase dirigente para establecerlo.

El desempleo está en niveles alarmantes en casi todo el mundo rico, y coinciden muchos organismos e instituciones que ya no sólo es por razones cíclicas. En 2000, el 65% de los estadounidenses en edad de trabajar lo hacían; desde entonces, la proporción ha caído igual en años de bonanza que en años de crisis hasta el nivel actual de 59%.

Estas tendencias se producen en todas partes. Durante el Foro Económico Mundial de Davos se certificó una cifra elocuente. Ahora mismo, ya casi sin esperar esas dos décadas que comentaba al principio, los 85 tipos más ricos del planeta acumulan una riqueza combinada similar a las de los 3.500 millones de personas más pobres del mundo. Que la riqueza del 1% de la población rica equivale a 65 veces la de la mitad más pobre. Esto va en serio.

El efecto de la automatización debe ser bueno, pero debe ser capaz de repartir, de crear justicia social, de equiparar oportunidades. No es lógico que no sea así. Siempre fue así. Los avances tecnológicos ayudaron a reducirlo. ¿Por qué no ahora?

Aunque sea por un puro hecho egoísta, sino queremos atender a lo que pasa por el mundo y solo queremos mirarnos al ombligo, pensemos que el ritmo de destrucción de empleos automatizables es superior, muy superior, al que los que puedan ser reemplazados por las nuevas tecnologías. Normalmente en un ciclo lógico de modernidad, cuando las nuevas tecnologías desplazan a las antiguas, se reemplazan los trabajos antiguos por otros nuevos. Pero esta vez, ese ciclo es unilateral. Durante mucho tiempo, probablemente para siempre, habrá muchos menos puestos de trabajo que se crean en la nueva economía basada en la información que en la anterior basada en la fabricación.

La tecnología ayudará a distribuir mejor, automatizará para vivir más cómodamente. Que todo ello se produzca sin traumas ni fracturas depende más de ordenar el crecimiento que de prohibirlo. Cada vez que una administración prohíbe, complica o multa a una aplicación de economía social, cada vez que un gobierno retrasa la aprobación de leyes que permitan el avance en coches autopilotados, drones o lo que sea, lo que logran es estimular las diferencias y la quiebra de dos mundos. Dejen que los avances lleguen a todos, legislen en su tiempo y no en el de otros, haganlo pues el futuro ya llegó aunque ustedes no se dieron cuenta. Aun hay tiempo. Si lo hacen, un mundo robótico se desplegará adecuadamente entre todos. Si siguen empecinados en sus guerras de juguete y sus luces cortas, harán que mucha gente sufra.

Leer más
Economía, Politica Marc Vidal Economía, Politica Marc Vidal

Europa cada vez más lejos de liderar económicamente el mundo

Aun recuerdo estas propuestas que desde el mundo emprendedor se lanzaron al gobierno español y que bien podían derivarse al resto de Europa. Eran medidas que buscaban ayudar a crear un clima económico para las empresas a fin de estimular la hipotética recuperación que se comentaba por entonces. Se presentaban como punto de vista al valor añadido, al proceso tecnológico y al estímulo emprendedor y que, sobretodo, pusiera las bases para que grandes compañías locales lograran ser algún día miembros de una lista en la que no hay manera de aparecer.
Una lista que se conforma de las firmas cotizadas más valiosas del mundo. Algo así como un big picture del poder empresarial global. Un listado que demuestra que, si bien la tecnología es omnipresente, lo que es abrumador es que la mayoría son empresas norteamericanas. De las 50 empresas del mundo con mayor valor en Bolsa, 33 son yankees. Cinco más que doce meses antes. No es casual, de hecho el empuje del modelo económico basado en el conocimiento y la tecnología aplicada es brutal y se deriva de mucho tiempo trabajando en esa dirección. Políticas activas, capital riesgo, formación, ecosistema emprendedor, todo, ahora se consuma en un espacio en el que las cinco primeras empresas de mayor valoración bursátil en el mundo son de allí. Del top10, ocho.

A los americanos les sigue China con casi una decena de grandes compañías entre ese medio centenar. Destaca la entrada de Alibaba que definirá con toda seguridad el inicio de un tipo de empresa tecnológica de ese país al que nos iremos acostumbrando a ir recibiendo. Otros, como Rusia, ya ni aparecen cuando apenas hace un año tenían tres macrocompañías entre las más valoradas del planeta. Esto va rápido.

Hay detalles curiosos. Japón y Corea del Sur solo tienen a Toyota y Samsung, respectivamente. Ninguno de los gigantes está en Latinoamérica. La primera mexicana de la lista es la firma de Carlos Slim y no aparece hasta el 116.

Las empresas son reflejo directo del estado en valor de una economía y de su criterio de crecimiento. Es verdad que hay muchos más valores pero son muchas veces, éstas, las que generan flujos económicos alrededor de sus intereses, los cuales, de rebote tocan a miles de empresas y circuitos complementarios que enriquecen una sociedad y la hacen similar a los valores que expresan. Empresa tecnológica trae sociedades tecnológicas, más tarde o más temprano.

Y en esto que Europa se apaga. Poco o nada que ver en esa lista. Por no haber no hay ni alemanes. A parte de farmacéuticas y algún banco, salvo suizos, belgas y británicos la cosa no está como para tirar cohetes. El valor que se le puede dar a todo esto es significativo.

¿Y las empresas españolas? España sigue sin aparecer entre las 50 principales del mundo por valor en Bolsa. Telefónica llegó a estar en 2008, en seis años ha perdido 100 puestos. Ni Banco Santander, Inditex, BBVA, Iberdrola, CaixaBank, Repsol o Gas Natural aparecen. No valen lo suficiente como para estar entre los 50 primeros.

Pero tranquilos, pan para todos, consuelo de tontos. Ninguna de las cuatro grandes potencias de la zona euro compuesta por Alemania, Francia, Italia o España, tienen a una sola empresa entre las listadas como las cincuenta de mayor valor del mundo. Y es que la distancia entre el poder empresarial de Estados Unidos y China frente al de la zona euro es de aurora boreal. Algo que, visto lo visto y viendo lo que vamos viendo, no va a cambiar e, incluso, empeore.

Leer más

Del 'huevo' de Google al lujo de Mercedes-Benz

Al hablar de coches autónomos, que no precisan de conductor, siempre surgen ‘críticas’ acerca de la revolución que supondrá en el estatus concedido a esta máquina. Se suele decir que, a parte de los temas organizativos, los límites legales y la complejidad de interpretar la superficie comparativamente a lo que un satélite puede entregar, que en el futuro inminente deberemos enfrentarnos a una batalla sociológica acerca de lo que supone tener un modelo u otro, de mayor o menor potencia o lo que sea.
Vayan preparándose. Ya no es sólo un tema tecnológico. De hecho pronto dejará de tener relevancia el asunto del combustible que utilizan o derivados similares. El petróleo está en su guerra particular mientras la historia avanza por su propia vereda. El asunto de tener una extensión mecánica de cada uno de nosotros, limitada a una marca o modelo, con mayor o menor potencia, con mejores acabados y con aspectos de aurora boreal, también cabe y bien en el asunto de los coches autopilotados.

Miren este Mercedes Benz que se acaba de presentar en el Consumer Electronics Show de Las Vegas. Se trata del F015 Luxury in Motion. Un concepto de vehículo de lujo y de autoconducción elegante. Esto ya no va de ‘el huevo’ que Google ha puesto en la antesala del futuro, no es un juguete por ordenador, es algo más. Es el posicionamiento de uno de los grandes del lujo y el motor.

Lo que para mí es más importante de esta presentación es que Mercedes demostró que no hace falta ser una empresa de tecnología para producir un modelo de autoconducción ejemplar. De hecho, la marca alemana no plantea el coche éste como un medio de transporte que te lleva de un sitio a otro, sino que te lo plantea como un salón de lujo, una especie de ‘retiro’ de tipo privado.

Ya hemos dicho que Google está pensando más en convertirse en el sistema operativo global del movimiento automático que en producir coches que vayan solos. De hecho es fácil de ver que la inversión que hicieron en Uber va por esa vía. Millones de ojos verificando superficie y correspondiéndole con su Google Earth. Digamos que mientras prueban todo eso poco o nada les importa que otros estén desarrollando coches de este tipo, pues en realidad, lo que buscan es que todos vayan bajo sus ‘mapas’ reales.

Ahora ha sido Mercedes, también hay algo en Volvo, Audi y otros. En breve utilitarios baratos mostrarán sus modelos automatizados. Esto va a ir muy rápido. Algo así como cuando a mediados de los noventa veías un Motorola y te ponías cachondo. En dos años, leyes y usuarios se pusieron de acuerdo. Era normal y económico. Ahora, ¿quién recuerda el Pleistoceno del ‘moviline’?

La conducción autónoma cambiará nuestra sociedad de punta a punta. Preparen sus pupilas. El coche está creciendo más allá de su papel como un simple medio de transporte para convertirse en un espacio de vida móvil. La metáfora sobre el teléfono fijo y el ‘otro’, asusta o emociona, depende del rollo que lleves con todo esto del progreso robótico.

El cuatro plazas F015 Luxury in Motion cuenta con un aspecto elegante y futurista, pero lo mejor del interior es el diseño de la butaca del ‘no conductor’. Los cuatro sillones pueden mirar hacia delante por si el conductor quiere tomar el control, pero en general los dos asientos delanteros se girarán de cara a los asientos traseros, para crear un ambiente más íntimo y social. Otro puntazo son las seis pantallas que generan el verdadero ‘espacio de vida digital’, proporcionando a los pasajeros la posibilidad de interactuar con el coche a través de gestos o el tacto.

Fijaros en el video de arriba. Se intuyen cosas que, cuando los coches vayan solos, sucederán. Si ya sabemos que nadie irá ‘por donde quiera’ sino que un cerebro multiruta global nos obligará a ir por donde sea más rentable, rápido o eficiente medioambientalmente, también será interesante ver como el coche se relacionará con su entorno. Por ejemplo con los peatones. Si el vehículo ve un tipo que quiere cruzar, el Mercedes este proyecta con laser un paso zebra delante y se detiene. Le da el ritmo necesario al peatón y cuando ha pasado, apaga y vámonos.

Según Mercedes-Benz, el sistema híbrido eléctrico del coche permite que se puedan recorrer más de mil kilómetros con cero emisiones. Ojo con esto. Se dice que veremos este vehículo, o sus adaptaciones más comerciales, a mediados de la década que viene. Estarán circunscritos a territorios preparados y con leyes que entiendan el momento. Veremos que impulso toma todo. De momento pensemos, por comparar cosas impensables, en como imaginábamos el futuro en 1997. Al buscar algo en Internet no lo podías hacer tecleando ‘google’, todavía no salía nada.

Leer más

¿Por qué Westinghouse? (Editorial publicada en Westinghouse Future Economy)

El día que falleció Edison el mundo se apagó. Literalmente. A modo de homenaje las principales ciudades del mundo desconectaron todas las luces durante poco más de un minuto. A modo de monumental metáfora el planeta reconocía que su luz y su brillo derivaban en gran medida del cúmulo de inventos de aquel hombre.

Cuando buscamos momentos de la historia donde el conocimiento, el humanismo, la ciencia, el progreso y los cambios socioeconómicos disruptivos aparecen los años en los que vivieron personas tan brillantes como Tomas Alva Edison, Alexander Graham Bell, Nicolás Tesla o George Westinghouse. Tuvo que ser increíble vivir aquellas décadas en las que un invento, un descubrimiento se superponía a otro complementándolo para provocar uno nuevo aún más sorprendente.

Daria lo que fuera por recorrer unos minutos aquellas calles repletas de atónitos ciudadanos, conversar en algún café con los protagonistas de tanta innovación, de tanto talento y riesgo, detenerme ante la primera locomotora, no parpadear ante el intermitente destello de las primeras bombillas, quedarme boquiabierto con el primer interruptor de corriente alterna.

Cuando pensamos en momentos únicos, revolucionarios, inéditos, en que la tecnología lo cambió todo, debemos incorporar esta maravillosa época. Además, en esta, para los que nos apasiona la economía, sabemos que el papel de los actores económicos en todo ello fue fundamental.

Como pasa actualmente en un mundo sumido en una hipotética crisis que esta desatando todo cuanto la sociedad pensaba que era inalterable, en aquella época la mayoría de los progresos partieron de un momento dramáticamente difícil y complejo. En Estados Unidos, en plena guerra de secesión, aquellos hombres fueron capaces de convertir una crisis en una revolución. Sucede ahora, sucedió entonces. Los protagonistas de tanta miseria, del choque entre máquinas, tecnología y nuevas maneras de distribuir el trabajo con aquel progreso social que preconizaban no fue sencillo. Durante las décadas que esto se produjo le llamaron ‘crisis industrial’. Muchos años después, analizando en la distancia cuanto supuso todo aquello, la rebautizamos como ‘Revolución Industrial’.

Al igual que en nuestros días muchos se esfuerzan en catalogar todo cuanto nos sucede como una formidable crisis, deberíamos de ser capaces de interpretar la suerte de vivirla pues en realidad bajo lo que estamos no es más que una revolución gigantesca en todos los órdenes de la vida y que se trasladará en el tiempo. Los grandes avances de la humanidad no se producen en tiempos de bonanza, suelen ser mucho más nutritivos las épocas complejas y difíciles. Vivimos un cambio de época y no una época de cambios. Es así y es una suerte poder ser testigo y, mejor aun, protagonistas.

Westinghouse, Future Economy, te dará las claves cada mes de que sucede y como en ese escenario nuevo que suponen tantos avances desde el punto de vista económico. Sin dejar de lado que supone y como nos afectan los aspectos más tradicionales, bañaremos con la vanguardia tecnológica, los nuevos negocios y cada una de las aristas que el futuro inmediato nos tiene reservado. Aquí interpretaremos el rumbo que está tomando nuestro mundo en términos económicos desde la visión moderna y tecnológica que este soporte exige.

Aquellos años en los que personas como Edison, Tesla o Westinghouse encadenaban ciencia, física, negocio y futuro son tan parecidos conceptualmente a los que ahora vivimos que no podemos dejar de mirarlos con atención. ¿Cómo lo asumieron? ¿qué negocios surgieron de todo ello? ¿Cómo cambió el mundo y a que velocidad? ¿Cómo se distribuía el conocimiento de esa nueva realidad entre los contemporáneos?

Nuestra vida actual, automática y conectada, tiene un origen milimétrico en aquellos días. Edison logró encender el mundo, Tesla proporcionar electricidad controlada y Westinghouse humanizó todo ello conectando al planeta. Graham Bell lograría convertir en negocio un invento compartido que sería la antesala de nuestro modo de vida actual. Todos ellos vieron un mundo futuro, nuestro mundo.

De todos ellos, George Westinghouse representa mejor que ninguno cuanto quiere expresar esta revista y por eso hemos tomado su nombre prestado. Al igual que Edison inventaba cosas que fueran prácticas, Westinghouse lo hacía pensando en como mejorar la vida de las personas.

Tesla nació en 1856, el más joven, pero Bell, Edison y Westinghouse lo hicieron entre 1846 y 1847. Fue el momento del ferrocarril. Al igual que ahora Internet está impulsando todo cuanto supone un avance social y económico, el tren determinó el impulso absoluto de una época. El ferrocarril fue el detonante para que personas brillantes dibujaran la antesala de la modernidad.

El invento de la locomotora a vapor en Inglaterra se convertiría en el principio de todo. El tren era un símbolo optimista de la vida. Era reflejo y concepto de movimiento, de comunicación, de que las distancias se reducían y de que los países se cohesionaban. El tren, como ahora es Internet, estableció los patrones de un mundo mejor, cada vez más pequeño, próximo y, con el tiempo.

El caso de Westinghouse es tremendamente estimulante. En aquellos primeros tiempos, la seguridad en los trenes era muy escasa debido al modo en el que se detenían. En aquellos primeros tiempos las locomotoras disponían de su propio sistema de frenado que era independiente del resto del tren.

George Westinghouse consideró que si lograba inventar un ‘freno’ que no precisara de esta especie de colisión entre vagones convertiría el ferrocarril en algo mucho más seguro y por derivación más social, humano y mayoritario. Y así fue, a partir del freno de aire comprimido, logró crear un sistema que permitía al maquinista controlar el frenado de todos los coches.

Pero Westinghouse también era un emprendedor. Cualquier invento que se le ocurriera le debía dar formato de producto. Cuando inventó los motores rotativos que permitieron que el agua en las centrales hidroeléctricas se moviera recurrentemente, logró producir electricidad. Gracias a que esa innovación se derivó a catalogo, firmó un contrato en las cataratas del Niágara para producir electricidad, lo que a la postre marcaría el futuro de la humanidad definitivamente pues gracias a las hidroeléctricas, se pudo empezar a almacenar la energía hasta ahora incontrolable.

Pero como pasa en la actualidad. Cada hombre genial necesita de rodearse de otros hombres brillantes. Formar equipos o complementarse. Buscar el punto de suma para multiplicar. En 1888 conoció a una de las mentes más relevantes del siglo XIX, Nicola Tesla, quien acababa de presentar el modo de controlar la energía eléctrica almacenada de un modo llamado corriente alterna. Algo que también tiene un espectacular reflejo en nuestros días y en el modo en como gestionamos la red de redes.

Hay que tener en cuenta que, por aquel entonces, el problema de la interconexión eléctrica de Alvar Edison era fundamentalmente como transmitirla de un lado a otro. Para ello se precisaban conductores, los cuales cada vez que se sumaban para alcanzar mayor distancia se degradaba su intensidad. Westinghouse interpretó en ese descubrimiento la clave para socializar la electricidad y lo focaliza en los unos inéditos y primitivos electrodomésticos.

Planchas eléctricas contra grandes artilugios que quitaban las arrugas por peso, estufas que abandonaban el carbón en contra de resistencias eléctricas o la capacidad de interrumpir la corriente eléctrica con un ‘interruptor’.

De la penumbra a la luz eléctrica a partir de un simple gesto con un dedo. Girar un interruptor permitió al ser humano pasar de la antigüedad a la modernidad. Un puñado de hombres enlazaron sus descubrimientos casi sin saberlo. Una cadena de conocimiento derivó gracias a Westinghouse en objetos eléctricos que revolucionarían casi un siglo después la vida de todos nosotros.

George Westinghouse da nombre a la cabecera de esta revista no solo por su capacidad tecnológica, ni tampoco por haber sido un empresario brillante. Lo es por algo más integral, universal y de un alto valor humano. Este hombre personifica el acercamiento al futuro con optimismo, analizando los factores que convierten la economía inminente en algo por explorar, por aprender, pero también con el foco puesto en como, cada avance tecnológico puede representar un salto hacia el bienestar de las personas y un modo de mejorar nuestra sociedad.

Westinghouse observó que las ciudades eran nidos de miseria y degradación. Miles de personas derramaban sus sueños por las calles en los barrios industriales. Toda la tecnología que se aplicaba a la industria no se traducía en una vertiente más doméstica. Digamos que encontraba una quiebra entre lo que generaba riqueza y la dureza con la que vivían quienes la hacían posible.

Y decidió distribuir los beneficios de sus industrias a las ciudades que se crearon su entorno. Universalizó casi sin saberlo un nuevo tiempo económico que se agarraba fuerte a la tecnología y su nuevo ritmo.

Proporcionó ‘corriente alterna’ en todas las viviendas de sus trabajadores. Creó la ‘cobertura médica’ gracias a su voluntad de transferir la mayor velocidad productiva y la mejora de la seguridad en el trabajo sobrevenida por los avances tecnológicos basados en su manera de entender la electricidad moderna. Mejoró literalmente el aire que respiraban sus trabajadores inaugurando la relación entre el mundo industrial y la necesidad de hacerlo sostenible. Su capacidad para interpretar su presente y crear el futuro fue absolutamente increíble.

Fue un hombre que diseñó lugares para que los hijos de sus trabajadores pudieran jugar, creo canalizaciones de gas para que todas las viviendas de esas ciudades tuvieran calefacción, inventó rudimentarias tostadoras, lavadoras y secadoras aprovechando las características de la ‘corriente alterna’. Buscaba el bienestar de sus trabajadores, dando mejoras que se pueden comparar a las que algunas empresas tecnológicas de la actualidad ofrecen a los suyos y que son la envidia de tantas otras.

La popularización de estos inventos tardarían décadas en llegar. Tras la segunda guerra mundial las ciudades empezaron replicarse en el origen de las que diseñó George Westinghouse. Al igual que en esta revista defendemos que la tecnología desde el punto de vista económico no puede ser nuestro enemigo, sino el canal por el que mejorar nuestro entorno, los descubrimientos y las máquinas de aquella época industrial, en el caso del universo de Westinghouse lograba que nadie fuera preso de esos inventos y a cambio se les diera un uso cotidiano que mejoraba la calidad de vida.

Westinghouse inspiró el futuro, proporcionó una hoja de ruta a quienes, casi un siglo después verían en todo ello un canal de desarrollo social y universal. Murió en 1914, sin saber cuanto representarían sus avances, sin poder imaginar la sociedad de los años cincuenta y sesenta que replicarían sus modelos sociales.

Hubo muchos más que como Edison, Bell, Tesla o Westinghouse, trasladaron sus inventos y su manera de ver el mundo a la modernidad, a lo doméstico, al hecho cotidiano. Todos ellos lograron conectar el mundo, como si de una metáfora extraordinaria se tratara de nuestro mundo en red, aquellos hombres iniciaron un gran cambio de época tan similar al nuestro que no puede dejarse de lado.

El experimento de la ‘ciudad Westinghouse’ empezó con apenas tres centenares de personas. Luego fueron más de tres mil. Más tarde fue la humanidad. Ahora nos toca a nosotros descifrar nuestro propio momento y protagonizarlo. ¿Nos sigues?

Leer más
Economía, Ireland, Personal, Politica, Startups Marc Vidal Economía, Ireland, Personal, Politica, Startups Marc Vidal

Por qué Irlanda sí puede decir ‘la crisis ya es historia’.

Cuando hablamos de que la tecnología y la economía que se le vincula pueden perfectamente entenderse como algo estructural y no un adorno, el caso de Irlanda es paradigmático. En apenas unos pocos años Irlanda ha pasado de ser uno de los ‘PIGS‘ a posicionarse como el modelo a seguir. Según la última publicación de la Oficina Central de Estadísticas de Irlanda, su PIB interanual creció un 7,7%, más o menos como China. Mientras unos, Francia o Italia, debaten sobre reformas que nunca se materializan y otros, España, da la brasa acerca de una hipotética salida de la crisis, aquí en Dublín los deberes se fueron haciendo y en la dirección correcta: potenciar el sector exterior, facilitar la vida a las empresas y estimular la tecnología a lo grande.
Y es que a Irlanda casi todo le sale bien. Sus exportaciones crecen casi al 8% cada trimestre y la política monetaria europea les favorece al ver como cae la rentabilidad de sus bonos, su principal debilidad, pues tienen la deuda pública por encima del 120% del PIB.

El trabajo del gobierno de Enda Kenny va dando sus frutos. Hablaron poco e hicieron mucho. No salían cada dos por tres en televisión, de hecho aún no lo hacen, para decir que ‘la crisis ya es historia’. De hecho la dos veces que he visto al Primer Ministro en directo ha sido durante dos entrevistas realizadas durante el noticiero diario y como si fuera un invitado cualquiera, esperando el paso de la publicidad. No salen mucho porque el coste ha sido alto y el desgaste para muchos tremendo. Saben que la gente lo pasó mal y lo sigue pasando mal a pesar de las cifras. Las reducciones tremendas de los salarios en el sector público, el descenso de los sueldos en el sector privado, una ingente inversión para renovar la industria y, sobre todo, el impulso de un tejido tecnológico que fue el motor de la economía irlandesa en la pasada década, han sido las claves del milagro.

Pero hay más. En el estudio que el The Irish Times publicó el pasado año sobre las principales 1000 empresas en Irlanda se confirmó lo que ya hace más de una década sucede. La presencia de empresas extranjeras y particularmente de empresas tecnológicas en los primeros lugares es formidable. Tras la primera, el gigante de materiales de construcción Celtic Resources Holdings, aparecen las delegaciones europeas de Google y Microsoft.

Lo que empezó siendo un modelo de ahorro tributario se ha convertido en un motor de crecimiento. La inversión exterior es clave para comprender el crecimiento económico que Irlanda experimentó en la primera década de este siglo y su brutal recuperación que se vive ahora con un crecimiento programado que superará el 6%. Hay que destacar que el 65 % de las empresas irlandesas experimentaron un crecimiento de su volumen de negocios en el ejercicio más reciente y que eso se trasladó al resto de pymes pues el 70 % de ellas también aumentaron su volumen de negocio. Especialmente los emprendedores tecnológicos están dando el empujón más efectivo.

Irlanda en muchos aspectos es un lugar muy atractivo para hacer negocios. Aunque algunos trámites se han complicado, ahora se exige la residencia legalizada del administrador de cualquier empresa, la revista ‘Forbes’ coloca a Irlanda como el mejor país del mundo para los negocios. Lo es en base a parámetros como el derecho a la propiedad, impuestos, tecnología, corrupción, libertad o burocracia. Puede que tema del Impuesto de Sociedades funcione como reclamo pero la verdad es que quien quiere instalarse en un país donde pagar menos impuestos puede ir a lugares mejores. Si no quieres impuestos deberías ir a Luxemburgo, Suiza, Holanda o Singapur, en Irlanda se pagan muchas otras cosas que amortiguan el tema. Un salario mínimo que dobla el de España, costes sociales elevados y tasas de todo tipo, encarecen la factura fiscal.

Además, en ese tema, es necesario diferenciar entre tipos nominales. Francia, con un tipo nominal para el impuesto de sociedades al 34%, el nivel efectivo es del 8%. En Irlanda, el tipo efectivo es del 11,8%, muy cercano al 12,5% nominal. Igual todo no es tan bonito como lo pintan los interesados en ‘señalar’ el tema del impuesto, y depende más de hacer las cosas como toca y dedicarse a robar menos.

Aparte del Impuesto de Sociedades bajo, la posición geográfica de esta isla y el idioma principal son los factores que convierten a Irlanda en el lugar más atractivo para un gran número de compañías norteamericanas interesadas en establecer sedes en la Unión Europea y, de rebote, un lugar ideal para instalar cualquier startup que desee dar el salto al mercado británico o americano.

La competencia laboral en Irlanda es muy alta. Esta gente es global y está muy bien formada. Les gusta vivir temporadas por el mundo. Les gusta mezclarse. Son cosmopolitas. El 17% de la población ha nacido fuera de la isla y se nota. Ahora bien, lo que realmente hace que este lugar vaya a toda máquina es el peso de sus exportaciones, y especialmente de tipo tecnológico. El sector exterior representa el 106% del PIB, frente al 30% que le supone a España por ejemplo. Irlanda es el segundo mayor exportador de software del mundo. Las exportaciones irlandesas superan a las de India y Suecia juntas, y son superiores a las de países como Australia, Brasil y Dinamarca.

Lo que realmente ha funcionado en Irlanda es su capacidad para convencer a otros a fin de que inviertan en su país. La agencia de desarrollo de negocio e inversión con oficinas en el centro de Dublín no está de adorno. Su estrategia nunca fue táctica y se dedicaron a localizar empresas en crecimiento que pudieran instalarse aquí y, casi, convertirlas en celtas. Así lo hicieron con Zynga, cuando apenas tenía una docena de empleados en Silicon Valley. Hoy tienen casi dos millares en Irlanda.

Aparte de los mejores tiradores de ‘pintas’ de Guiness del mundo, este pequeño país es la sede de nueve de las diez farmacéuticas más grandes del planeta, la de tres de las cinco principales empresas de juegos del mundo, y tienen los ‘headquarters’ europeos ocho de las diez principales tecnológicas que existen. Y, obviamente, que estén estas multinacionales deriva en empleo y riqueza. No es sólo dinero electrónico buscando atajos fiscales. Estas empresas tecnológicas internacionales generan la quinta parte del empleo y suponen tres cuartas partes de las exportaciones totales.

Las inversiones desde Estados Unidos en empresas locales es cinco veces mayor que el que se recibe desde Europa. Tener una startup en Irlanda es una ventaja si buscas inversión a pesar de que la competencia es mucho mayor.

Sin embargo no todo puede ser tan bueno y tan deprisa. Hay dos irlandas. La doméstica, con impuestos y tasas que la ahogan, y la de las empresas que va a toda leche. La demanda interior de los irlandeses sigue cayendo y parece que eso no va a cambiar de momento. Los servicios públicos dejan mucho que desear. La sanidad no cubre nada, los transportes son un verdadero desastre y caros, la cobertura social deficiente y muchos de los ‘derechos’ que se viven en España, aquí no son más que ‘servicios’ que, si pueden, te condonan y sino te los pagas.

Los que vivimos en Irlanda y nos dedicamos a vender al exterior vemos como las empresas nacionales no orientadas a exportar sufren todavía muchísimo. En cada reunión, foro o encuentro con emprendedores, empresarios, políticos o periodistas económicos, detecto el mismo problema. La quiebra entre los que se están adaptando bien a los cambios que la tecnología aporta y los que no lo están haciendo cada vez es mayor. Algo que recorre al mundo de punta a punta y que unos llevan ventaja para superarlo y otros ni siquiera se lo están cuestionando.

En todo caso Irlanda es un buen lugar para emprender proyectos tecnológicos, para aprender y para afrontar el mercado exterior especialmente el norteamericano. Si tienes una empresa que está estudiando nuevas expectativas ponte en contacto con nosotros aquí.

Leer más
Economía, Ireland, Politica, Sociedad Marc Vidal Economía, Ireland, Politica, Sociedad Marc Vidal

Sobre 'la crisis ya es historia'

Leíamos que Grecia está al borde del colapso sanitario. Es una manera de decirlo suavemente. De hecho hace mucho que los recortes han ido mermando las opciones de quienes llevaban toda la vida cotizando puedan acogerse ahora a los beneficios de la sanidad pública. El pasado domingo charlé con un viejo amigo del que he escrito aquí alguna vez. Un ex directivo que ahora se pasa horas tirando piedras contra los coches oficiales en Tesalónica. Me confesaba su indignación y, ahora ya, su resignación mezclada con miedo hacia lo que será de sus padres muy mayores y con necesidades médicas que él no puede comprar.
Llevan seis años de recesión y de ‘rescates’, recortes y otros sucedáneos. Cuándo nos preguntamos que significará para nuestros hijos el desastre contable al que nos tienen sumido los responsables de haberlo controlado todo, mirar hacia Grecia ayuda a entenderlo. La teórica austeridad se ha convertido en puro estiércol servido en raciones diarias y sin preguntar si te apetece.

El gasto público griego se ha reducido cerca de un 60% en Sanidad y, por derivación, en otros aspectos de la vida que consideramos una especie de derecho. Estar endeudado por encima de tus posibilidades es irracional. Eso lo hacen familias y estados. Lo hacen por considerar que, o bien la vida irá a mejor y podremos devolver cuanto nos prestaron o, si no pagamos, alguien nos perdonará una parte o lo que sea.

Pero eso no siempre es así. Tarde o temprano te encuentras que debes pagar y sino lo haces, al que le debes le ofreces una única opción: controlar cómo utilizas el aumento de crédito y lo que haces con él para ir devolviendo tu agujero. Con Grecia pasó y pasa, con otros volverá a pasar.

Que un país europeo tenga a Médicos del Mundo atendiendo a catorce mil pacientes al año como si de un campo de refugiados se tratara es de aurora boreal. La aurora boreal que pintó en el cielo una falta de previsión, análisis y prospectiva económica de los que debían tenerla. Un desastre absoluto de quienes viven en un universo paralelo que les imposibilita ver el valor real de este momento de la historia.

Los que le llamaron crisis, erróneamente, ahora se atreven a insultar a la inteligencia asegurando que ya pasó. Lo grave no es que lo dijeran, lo duro es que se lo creen. Consideran que lo que estamos viviendo es el final de una crisis, el punto de inicio de la mejora en todos los vértices de nuestra economía. Y lo dicen con ese estribillo ridículo e infantil que tanto gusta a los palmeros de meeting de sábado matinal.

Las dificultades no desaparecen por obviarlas. Permanecen y se acrecientan. Crecen con especial mala leche. Si esto no es una crisis y es el cambio de época que defendemos algunos, resulta que nos estamos perdiendo el primer acto de la función por no haber comprado entradas. Cuando lleguemos, ya habrá pasado el nudo y el desenlace ni nos tendrá en cuenta.

Veamos. Resulta que en España se están afincando fondos de inversión tecnológico y de capital riesgo que esperan localizar proyectos que puedan ser exportables. Que lo hagan porque sale barato o porque realmente consideran que en España hay talento oculto, está por ver. Para ayudarles el gobierno crea la ‘exit tax’ que asustará a más de uno o los invitará a invertir en startups de paises cercanos.

Resulta que el modelo de negocio vinculado a la comunicación en este preciso instante es algo que tiene que ver más con el contenido que con el pago por él, modelos de negocio que tienen que adaptarse y modificar su espacio económico a ocupar, liderar el mensaje del cambio, pero también lo atacamos. La dependencia de Google News no es casual, es la consecuencia de los procesos de la Nueva Economía y, para ponerlo fácil, les metemos una tasa que los aleja de nuestro escenario económico.

Resulta que algunas empresas que representan la tecnología adaptativa a un nuevo tiempo como Uber, como lo fue en su dia Spotify u otros, en lugar de establecer criterios de cómo convivir, negociar un modelo de explotación legal, se les prohíbe y fin. Legislar la nueva etapa de nuestro mundo es algo difícil, pero se hace imposible disfrutarla si los que tenemos en el timón no tienen puta idea de lo que hacen en esa materia ni se dejan aconsejar. Y prefiero pensar que es por falta de conocimiento, por lejanía con la realidad, porque sino la cosa sería más grave.

El tiempo pasa y no pasa nada. La deuda de España con el exterior alcanzó ya los 1,4 billones de dólares, es decir, el segundo país del mundo más endeudado con el exterior tras Estados Unidos, según recoge el FMI y el primer país del mundo con mayor nivel de deuda externa sobre PIB con el 103,1%. Liderar esto no es bueno. Lo digo por si algún ministro piensa que si. Que de todo hay.

Durante la ‘crisis’ se ha doblado dicha deuda. Así como si nada, con todo eso de los recortes, reducción del gasto y meriendas que no son verdad. Desde un punto de vista de economía tradicional esto vendría a ser una versión a la griega de ‘la salida de la crisis’ que gritan algunos. Si los mercado dejan de confiar en España, que todo es posible, y el Banco Central Europeo decide que no nos avala más, la masacre de la ciudad de Hai será un cuento infantil comparado con esto.

Pero tranquilos, que en términos de economía tradicional, de nuevo, cabe deducir que no nos dejarán caer y que ese ‘default’ no se producirá porque se llevaría por delante media Europa, jodería a los chinos y fastidiaría complementariamente a los japoneses y eso no va a pasar. Sin embargo lo que si pasará si no se corrige y rápido, es que aunque no se llamará ‘rescate’ nos ‘rescatarán’ técnicamente otra vez. No hay otra. Esto no se paga sólo. Habrá que atender a todo este dispendio mal montado, mal organizado y que se dirigió en la dirección contraria de donde teníamos que ir. Por cierto, una ‘quita a lo podemos’, tiene repercusiones similares en todo caso. Negocia que no vas a pagar algo y te contaré como lo hacemos dirán los alemanes.

En lugar de impulsar un cambio de modelo de crecimiento más tecnológico, se mantuvo la inercia. En lugar de hablar de las verdaderas dificultades y ayudarnos a todos a prepararnos para afrontar el reto inmenso que supone esta segunda y tercera década del siglo XXI, esta revolución inédita que vivimos como especie, se nos dice que ‘la crisis es historia’. La crisis no fue, no es, pero a este paso, será.

Los países que están conquistando el futuro, la historia de un nuevo tiempo, no hablan de crisis, ni de la que tuvieron, ni de la que tienen, ni tan siquiera de la que podrían tener. Hablan de futuro, de retos, de sueños colectivos y ponen los mecanismos para que ese futuro se pueda conquistar. La diferencia, también, está en la credibilidad de quienes están obligados a liderar ese tránsito. Así nos va a unos y así, ya, les va a otros.

Leer más
Apps, Economía, Inversion, Politica, Sociedad, Startups Marc Vidal Apps, Economía, Inversion, Politica, Sociedad, Startups Marc Vidal

La guerra contra Uber y el peso de lo inevitable

Si yo fuera taxista no estaría nada tranquilo porque un juez estableciera ayer que Uber debe cesar su actividad en España. De hecho eso puede ser incluso perjudicial para los que consideran que la aplicación es sólo eso, una aplicación que la gente se descarga y luego busca un ‘taxi’. Una decisión judicial que establece algo así no hace más que retrasar el desenlace y lo convierte en, seguramente, más dramático a medio plazo. Una noticia así tranquiliza a los taxistas y a los que defienden que el progreso se puede detener con legislación y prohibiciones, cuando lo normal es que el futuro se establezca con la confluencia de normativas que llegarán.
Y todo lo que el mundo del taxi considera inaceptable, en breve, se habrán superado. Ellos basan su crítica a Uber en dos frentes. Por un lado el peso de la legalidad y de las regulaciones a las que se tiene que acoger cualquier taxista o transportista (puesto que Uber está ya planteando transportar paquetes bajo el mismo concepto). Y por otro lado el coste que, para un taxista, supuso la compra de la licencia para el ejercicio de su profesión.

La primera es fácilmente solucionable. Se establece una regulación que genere un marco legal equilibrado que se base en los criterios de seguridad que precisa el transporte de personas y que por otro se adapte a lo que significa ahora el uso socializado de la tecnología disponible. No existe otra. Tarde o temprano pasará. Uber sabe que pronto dispondrá de una legislación europea que ampare su operativa y a la que los países de la Unión deberán adaptarse. ¿Porque sino la tecnológica americana iba a garantizar el pago y defensa de todas las demandas que surjan durante este tiempo ‘alegal’?

La segunda razón es aún más sencilla. Mantener el discurso que un taxista es propietario de una licencia, algo intocable y costoso, que se hereda como se heredan los pisos, que se concede bajo un coste patrimonial inmenso y que se le supone un punto de vista casi feudal, es muy difícil. Invertir en algo, comprarlo, para explotar un producto o servicio no te hace inmune a los tiempos, a su evolución. Comprar un bar, una tienda, pagar el traspaso por un comercio determinado no te da patente de corso a que deje de ser rentable frente a un modelo de competencia que desconocías cuando lo compraste.

Imaginemos que todos los que compraron, invirtieron, en la explotación de una tienda de música en su día, hubieran puesto el grito en el cielo cuando iTunes, Spotify o quien sea empezaron a montar sus plataformas. Sólo lo hicieron las discográficas. Las tiendas tuvieron que reconvertirse o desaparecer. Por el hecho de que iTunes o Spotify empezarán a provocar la caída de clientes en los espacios físicos que vendían música, no escuché a nadie imponer el criterio de que había que prohibir Spotify porque habia pagado 150.000 euros en el traspaso de una tienda de discos hacía 4 años. No es lo mismo, pero sirve para entender el valor de la inversión, la propiedad y la concesión de licencias por el mero hecho de pagarlas. Eso no debe exonerarte de nada. Es una apuesta personal, empresarial y financiera que a veces sale bien o, a veces, mal.

Repito, otra cosa es la regulación. Esa vendrá, es cuestión de tiempo y, vuelvo a decir, los taxistas o cualquiera de los profesionales afectados por la irrupción de modelos de gestión más eficientes, baratos, rápidos y digitales, lo que deberían hacer es ir pensando cómo se adaptan a lo que se les viene encima en lugar de seguir de frente ante una ola gigantesca que se lo va a llevar todo por delante.

Una ola que tiene nombres, cifras y pinta de tsunami. Fijaros. Didi Dache, la startup china para reserva de una especie de taxis, acaba de cerrar una nueva ronda de financiación de 700 millones de dólares. Una ronda  conducida por el fondo todopoderoso de Singapur y especializado en salud Temasek. Recordemos que Uber, hace unos días cerró una nueva ronda de financiación de 1.200 millones de dólares valorándola en 40.000 millones. Pero no se vayan todavía, que aún hay más en el mundo del ‘taxi’. La nipona Softbank ha puesto 250 millones de dólares en GrabTaxi y la californiana Lyft logró recaudar 332,5 millones.

Digamos que mucho dinero para que todo esto no esté negociándose en los escenarios que hay para ello. Uber será legal en España como en el resto del mundo civilizado antes de lo que nos imaginamos. Emperrarse en negarlo es engañar a los afectados, complicarlo todo y retrasar en gran medida la evolución lógica y digital de la sociedad del conocimiento que nos tocaría, si nos dejan, liderar. El tiempo pasa y rápido. No afrontarlo o aceptar criterios fuera de todo contexto actual, es suicida.

Leer más

Bajar precios es táctica, digitalizarse es estrategia

Una de las primeras consecuencias que ha vivido la economía tradicional, la llamada economía real, ha sido la caída de precios. Es obvio que hemos vivido una devaluación encubierta y que al final ha ido empapando todos los pliegues de este retorcido momento que vivimos. Eso que unos dicen que ya vamos superando, otros la siguen padeciendo y algunos defendemos que permanece por el motivo de que nunca vino, la crisis, ha obligado a muchos a negocios a bajar precios.
Suele ser así. Si hay poca demanda o esa demanda está herida de muerte, no hay otra que bajar la barrera que conduce a tus productos. Pero eso siempre no es una buena solución. Aquí defendemos lo crónico de lo que estamos viviendo. A pesar de escuchar a los que aseguran que todo esto es una etapa y que tras ella llegará la recuperación. Consideramos que tanto cambio, tanto desarrollo tecnológico y tanta afectación en nuestro mundo occidental no es más que un cambio absoluto. Por eso, mantener la táctica en lugar de la estrategia puede perjudicar a muchos comercios y empresas pequeñas.

El mercado sigue estrecho. Pero a todo esto, la solución no es bajar precios sino aportar valor. La búsqueda de compradores en el ‘long tail’ cada vez será más necesario y hacerlo con imaginación para atender clientes de cualquier condición y lugar también. Idiomas, tiendas virtuales y localización de lo que quiere el cliente digital tendrá enlace directo con la supervivencia. Diseñar bien una web, disponer de tienda online o de estrategia no permanecerá como un privilegio comercial sino que será una commodity imprescindible.

Bajar el precio de nuestros productos es una de las estrategias empresariales de libro, pero competir en precio es una estrategia que al final beneficia a las empresas más grandes y puede devorarte si eres una pequeña o mediana empresa. A largo plazo tienen todas las de perder.

La economía de escala sopla en contra de las PYMES siempre, pero lo que proporciona ventajas a una gran empresa también la debilita. Para éstas últimas, su Talón de Aquiles es su propia virtud. Una gran empresa tiene una estructura rígida y aprovechar esa monolítica biología es la clave.

A una gran empresa le cuesta adaptarse a los cambios, les duele cuando tienen que internacionalizarse bajando a la arena y, normalmente, el contacto directo con el cliente se descarta por ser no escalable. Esa ventaja debe ser aprovechada. Plantearlo desde el comercio electrónico es una de las grandes oportunidades que nos ofrece el nuevo escenario.

Si las grandes corporaciones disponen de grandes presupuestos, para bajar precios, para hacer grandes campañas de posicionamiento, también tendrán dificultades para reconducir una estrategia, adaptarse a los nuevos vientos e, incluso, de atacar targets reducidos, concretos, nichos determinados.

No bajes precios, no les sigas la corriente. Ese partido lo vas a perder. Si eres una Pyme, si tienes mucho que aportar, hazlo salvaguardando tu morfología, no hagas nada que no te puedes permitir.

Una tienda digital por ejemplo frente a una gran cadena que puede posicionarse mejor en todos los medios y en los grandes almacenes tiene poco margen, pero lo tiene. Precisamente ahora, en este contexto tecnológico, existen más opciones que antes, más de las que puedes imaginarte. Esa tienda digital puede atacar el mercado desde otro punto de vista, con otra visión. Si la apuesta es el ‘más barato’ no estaremos entendiendo todas nuestras posibilidades. Pero si la apuesta es mejor producto, más eficiente, conectado, cercano, auténtico, entonces las opciones de sobrevivir en este complejo momento aumentan.

No bajes precios, digitalizate. No seas táctico, sé estratégico.

Leer más
Economía, Management, Sociedad Marc Vidal Economía, Management, Sociedad Marc Vidal

Los 'Millennials' y sus preferencias

La semana pasada se hacía público el último estudio Cisco Connected World Technology Report basado en la demanda de fuerza laboral de la llamada Generación del Milenio, Millennials o Generación Y, contrastada con la otra inmediatamente anterior, la también llamada Generación X. De hecho el informe destaca aspectos que ya tenemos contemplados aquí hace tiempo, pero por el calibre de la investigación y el orden de envergadura que tiene, es especialmente interesante.
Según se define, la Generación Y, también conocida como Generación del Milenio o Millennials, ‘es el grupo demográfico que sigue a la llamada Generación X. Sus fechas de nacimiento van desde 1982 hasta 2004 y representan un nuevo modo de vivir, relacionarse y trabajar vinculado especialmente a su condición de ‘nativos digitales‘.

En general, el informe basado en 4000 entrevistas en 15 países, demuestra la forma en la que la tecnología está moldeando el futuro del trabajo y cómo los dispositivos, aplicaciones y soluciones preferidos por esta nueva generación están generando incluso nuevos modelos de trabajo. Desde el ‘multitasker’ o persona que usa entre tres y cuatro dispositivos hasta el interesante detalle de que ese colectivo joven y tecnificado prefiere en un 60% tomar notas con una tableta que en papel. Es curioso ver cómo está cambiando también el detalle acerca del valor que se le da a la presencia física o al contacto humano directo. El 50% de los directores de recursos humanos consideran que ya no es preciso una entrevista real con un aspirante a un puesto de trabajo, con hacerlo en video bastaría.

Hay generaciones a las que les pillará como meros espectadores el asunto de la Internet de las Cosas, pero hay otras ya tomando decisiones que la van a vivir en toda su intensidad en apenas cuatro o cinco años. Es inminente que las nuevas formas de conectividad y comunicación que tiene que ver con todos los objetos relacionándose entre ellos y con nosotros, estimule un nuevo escenario laboral con criterios que van a cambiar muy rápido. En ese sentido los Millennials se moverán muy cómodamente.

El informe de Cisco examina cada año la relación entre el comportamiento humano, Internet y las redes. El informe global, basado en las encuestas a los profesionales de entre los 18 y 50 años, proporciona una visión sobre los retos del presente, que las compañías deben enfrentar para lograr un equilibrio entre los empleados, el negocio, las necesidades de movilidad, los riesgos, la seguridad y la tecnología, dando a esta última el valor de ser el hilo conductor por el que se va a ir moldeando todo.

Como es viernes, vamos a relajarnos con algunas curiosidades del informe que podéis consultar completamente aquí y que, tras la epidermis divertida de algunos aspectos, se esconde un modo de vida futuro, cercano, pero híbrido entre humanos y máquinas. Donde, por cierto, como en otras revoluciones basadas en la tecnología se esta viendo afectada la distribución del trabajo, pero donde también se ve modificada la distribución del conocimiento. Que una misma tecnología afecte a estos dos aspectos troncales de la sociedad es algo inédito hasta la fecha.

Lo dicho, aspectos curiosos del estudio reflejan que los profesionales de la Generación Y son un poco menos propensos a usar sus teléfonos inteligentes para llamadas telefónicas. Cerca de la mitad (53%) lo usan para llamadas menos del 25% del tiempo (frente a un 43% la generación X). Digamos que va en aumento el abandono de la voz según la generación que va llegando. Los Millennials prefieren los teléfonos inteligentes a la TV. Eso ya lo sabíamos, pero hasta que punto tal vez no. La mayoría de ellos seleccionaría su teléfono inteligente y dejarían a otro que les eligiera el televisor.

Sobre el puesto de preferencia que tendría Internet o la conectividad a través del smartphone con respecto a otras actividades de la vida, la cosa llega a extremos poco menos que curiosos. Los profesionales Millennials optarían por no renunciar a su teléfono inteligente durante una semana aunque en su lugar perdieran la electricidad en su casa por el mismo tiempo.

Un tercio de los que han participado en el estudio renunciaría mantener sexo durante un mes si por ello no tuvieran que sacrificar su conectividad o su teléfono inteligente. Si estás pensando que es una barbaridad, piensa que la encuesta da una media, y que si hay algunos que bien casi no sacrificarían nada por seguir con su vida sexual, en Japón salen algo mal parados en esto. Tres de cada cuatro Millennials nipones pasarían de mantener relaciones íntimas si con ello se tuvieran que quedar sin Internet. Tremendo.

Y es que, salvando la anécdota, esto va de transformación digital y de sujetar la importancia real del cambio socioeconómico, cultural e ideológico que vive el mundo. De hecho, los resultados del Informe debería hacer reflexionar a muchas empresas a fin de evolucionar sus modelos de gestión y procesos a fin de adaptarse o cambiar hacía todo este cambio que ya se vive y que protagonizarán los llamados Millennials.

Los cambios aumentan en velocidad. Cada vez son más intensos y la adopción tecnológica más fuerte y veloz. Linkedin necesitó cinco años para llegar al mismo número de usuarios que Google Plus en ochenta días. La humanidad ha necesitado una década para afianzar colectivamente las redes sociales al mismo nivel que precisó un siglo para hacerlo con la radio. Cada vez más rápido, cada vez mejor.

Leer más
Economía, Negocio, Politica, Prensa, Sociedad Marc Vidal Economía, Negocio, Politica, Prensa, Sociedad Marc Vidal

Tanto lío para volver a la casilla de salida

Les va a costar, pero al final caerán la mayoría. Se darán cuenta de que la protección en tiempos digitales y distribuidos no es más que una quimera que suele confrontarse con tus propias miserias. La prensa adscrita a los regímenes de turno, ya sea en España, Alemania o Venezuela se dará cuenta tarde o temprano que limitar los accesos vía enlace a sus contenidos es suicida.
El primero en rectificar ha sido el todo poderoso grupo editorial alemán Axel Springer el cual volverá a incorporar el agregador de noticias Google News. Han tenido que aceptar el coste que les estaba suponiendo. Alrededor de un 80% menos de visitas desde que se puso en marcha tan ilógica norma.

Hace menos de un mes que dos centenares de medios alemanes abandonaron el flujo de visitas que les proporcionaba Google News en base a un retorcido principio de que Google se aprovechaba del contenido de ellos al ganar con la publicidad asociada a la búsqueda de una noticia. Pero en ese análisis siempre se dejaban de lado algo que a todas luces parecía lógico también: Google les proporcionaba innumerables visitas, las cuales, ellos, también rentabilizaban. Parece claramente un ‘win-win’ que, tras romperlo unilateralmente, el grupo editorial de, entre otros, la cabecera Bild, han asumido su error.

De hecho Bild ha reconocido la pérdida del 40% del tráfico en su web en apenas dos semanas. Guardando las diferencias con España, aunque según como se mire, Alemania aprobó en 2013 una ley por la que reconocía que los editores del país debían recibir una compensación por aparecer en el agregador de noticias de Google. Esa compensación acabo siendo una especie de exigencia cuantificada en un 11% de los beneficios del gigante de Mountain View. Obviamente éste dijo que se estaba mirando sólo una cara de la tostada y que en las dos había mermelada.

Para demostrarlo Google tomó medidas. Entre ellas modificó como salían las noticias y a quienes afectaba. Si tenían que pagar por mostrar enlaces, decidieron no mostrarlos igual. Limitaron el contenido mostrado, donde ya no aparecerían las primeras líneas de los artículos ni sus imágenes, que es lo que provoca la atención del lector y estimula el engagement. Por si fuera poco, les invitaba a abandonar el sistema que utiliza Google News a los que les pareciera mal. Los que lo hicieron deben estar contemplando corregir su decisión antes de que sea demasiado tarde.

Mientras La revista The New Yorker pone su archivo online disponible de forma gratuita otros limitan incluso los enlaces que puedes ‘regalarles’. Estamos acostumbrados, por lo que no nos asombra, a ver como desde los espacios de decisión política se intenta narcotizar a la sociedad cada vez que esta toma las riendas de su propia existencia. Además como son lentos de narices, como eso del progreso les pilla lejos, no suelen actuar hasta que las cosas ruedan y les rozan. Ahora toca, ante la incredulidad de medio planeta, atender de nuevo a los grupos de presión frente a la lógica de los tiempos que vivimos y vienen.

En España le llamaron ‘la tasa Google’. Que ‘cool’ que queda un mandato tan fuera de su tiempo. Estoy seguro que pronto deberán buscarle otro nombre porque si no se modifica, en breve, lo sucedido en Alemania sucederá también en nuestro país. Cuando hablamos de todo este asunto en algunos foros o medios a los que asisto en Dublín o en otros lugares parecidos, la sorpresa es mayúscula. Esto va de lo de siempre, de proteger intereses que ya no pertenecen a la lógica de los sistemas que vivimos o de los modelos de creación actuales. Cada uno va decidiendo en que barro desea hundirse. Sin embargo, como en todo, el peso de lo inevitable acaba cayendo sobre todo y sobre todos. Por eso, como en otras épocas, podemos estar tranquilos. Tenemos poco, pero aun tenemos tiempo.

 

Leer más

Penalizar el cambio de modelo de crecimiento económico

Para los que todavía consideran que la economía ‘se está recuperando’ porque empiezan a venderse más pisos, las hipotecas aumentan y los bancos están ‘saneados’ este artículo no tiene mucho sentido. De hecho les sonará a un canto tecnológico que habla de un mundo que no va con ellos. Sin embargo, si eres de los que piensan, como yo, que no hay nada que recuperar, que el futuro se está definiendo en los países donde se ha comprendido el valor de un nuevo tiempo y dónde las opciones de conquistarlo pasan irremediablemente por aceptar un punto de inflexión histórico que ahora llaman crisis pero que algún día, con perspectiva, llamaremos revolución, entonces si, este es tu post.
Entre los que definen el tiempo actual como un mal paso, una situación temporal a la que hemos llegado por ‘agotamiento’ del consumo o porque ‘tocaba’, se encuentran la mayoría de quienes deberían de liderar los procesos de cambio o, como mínimo, estimularlos. Los otros, somos los que disfrutamos de la dificultad que supone enfrentarse al reto de escalar en los términos de nueva economía, de abrazar a la tecnología como hicieron nuestros antepasados en otros momentos de la historia y de convertir este escenario digital que nos rodea en el motor de una sociedad mejor y más automatizada.

En ese concepto sofisticado y complejo de Nueva Economía aparecen infinidad de modelos de negocio, procesos económicos e, incluso, dinámicas políticas y sociales. Entre ellas destaca uno que, por su dinamismo e ilusión, lidera en muchos casos la difícil carrera por la modernidad, por asumir el futuro inminente y, en muchos casos, el propio día a día presente de los países que se esfuerzan en encabezar la innovación y la sociedad del conocimiento. Las llamadas ‘startups’.

Hay quien en eso de poner palabras y siglas no ven más que un párrafo de sus discursos cansinos, previsibles y de campaña electoral. Otros, por el contrario, en cada término que significa modernizar, facilitar el progreso y encajar las piezas de un puzzle complejo y riguroso ven la gran oportunidad para posicionar sus economías.

El modelo ‘startup’, empresas tecnológicas con potencial de crecimiento enorme y con un comportamiento distinto al tradicional, basado en rondas de financiación que las hacen grandes y competitivas mucho antes de ser rentables, que basan su crecimiento en el desarrollo de tecnología y que esperan la llegada de su momento idóneo para entrar o pertenecer a proyectos de dimensiones muy superiores, está demostrado que supone un acelerador de cambios en todos los aspectos de la economía.

Pues en eso estamos. En el punto en que un gobierno puede establecer si apuesta por eso o lo deja pasar. En el límite entre facilitar a los emprendedores e inversores impulsar esa conquista del concierto económico o el de permanecer en la butaca cómoda esperando un viento favorable que ya no llegará. La última flecha clavada en el torso viene del artículo 95 de la futura ley del IRPF. Ya son varios los emprendedores y fiscalistas vinculados a la tecnología que se han mostrado estupefactos. Martin Varsavsky, Iñaki Arrola y muchos otros han analizado aspectos de dicha reforma tributaria que a todas luces entrará en vigor a principios de año.

Es cierto que aún está por ver como acaba el asunto y que en otros países hay aplicaciones parecidas. Sin embargo la esencia nos demuestra que los detalles más destacados responden a una falta total de comprensión de en que modelo de empresa nos movemos, que importancia tienen los flujos de capital aportado y el, si me apuras, el momento que conceptualmente nos ha tocado vivir. Según se desprende parecería que se está legislando para un modelo empresarial del siglo pasado cuando Internet y sus dinámicas no eran para nada el motor de ningún cambio socioeconómico.

A partir de enero si tu empresa vale más de cuatro millones o, teniendo más de una cuarta parte de la misma valorada en un millón de euros lo tienes crudo si, por cualquier motivo, quisieras cambiar de domicilio fiscal. Deberás tributar sin haber pasado a liquidez tu participación e, incluso sin haber vendido la empresa o quedarte en España diez años.

Puedes estar pensando que porque va a tener que irse un español que ha montado una empresa en España. Eso tendría sentido, que no mucho, si hablamos de economía tradicional, pero que en un modelo digital que precisa de acaparar talento, crecer en ecosistemas preparados para convertir una pequeña empresa tecnológica en un gigante internacional, es una guillotina. ¿Quién va a montar una empresa en España si cuando precise exponerla en Silicon Valley, Dublín, Berlín, Seúl o Singapore conviviendo allí durante años para localizar el vehículo de crecimiento más idóneo? ¿Quién va a invertir en una empresa con potencial de ‘player’ mundial si cuando eso suceda te van a crujir tu inversión?

Es que es una detrás de otra. Leyes de emprendedores que fueron papel mojado, muros en la normalidad de la gestión de los datos, regulaciones casi inéditas en el mundo para que la búsqueda de financiación beneficie a los bancos y, ahora, un modelo tributario fuera de toda lógica de los tiempos que vivimos y que, si nos dejaran, deberíamos poder vivir. Sigo pensando que hay lugares donde la administración, cuanto interviene, perjudica. En lugar de ser un facilitador se ha convertido en un inconveniente. Dudo ya que lo hagan con mala fe, creo sencillamente que lo hacen porque viven en un mundo distinto, lejano y donde la mayoría de las características que podrían convertir un país en crisis en una economía moderna y con expectativas, los ciega.

Hay países que hace unas pocas décadas estaban desolados. Ahora son potencias tecnológicas. Muchos otros ya se han subido al tren del futuro. Era relativamente fácil. En muchos casos era no hacer nada. Dejar hacer a quienes se juegan su patrimonio, gastan sus energías, sueñan despiertos y persiguen retos con el fin de satisfacer sus deseos y sus bolsillos. Al final, todo ese ejército de innovadores, emprendedores, desarrolladores y muchos más, construyen el futuro y lo hacen bajo el patrón de la tecnología que nos permitirá vivir en un mundo mejor y de un modo más competitivo. Pero no dejar hacer, poner trampas, regulaciones excesivas, muros, zanjas, tributaciones cerradas y anticuadas, sólo aleja a una sociedad de esa meta.

Pensarán que así las empresas no se irán. Se quedarán siempre en España. Si les pongo difícil irse cuando crecen, se quedarán. Probablemente lo que van a lograr es que ni se creen. Que poco a poco, analizando lo visto, muchos opten por crearla directamente fuera. Yo lo hice hace años.

Montar tu empresa en Irlanda, por ejemplo, ya no es un tema tributario solamente. Hablamos de libertad, de ecosistema, de facilidades, de regulación lógica y de estímulo a que, si es preciso, las empresas puedan crecer allí donde les sea más propicio. Muchos creen que las grandes empresas del mundo tecnológico vienen a Dublin por el tema tributario y derivados similares. Cierto, como también que son centenares las startups irlandesas, o de otros países que se instalan un tiempo en el Silicon Valley europeo, que en su fase de mayor exposición y crecimiento se van y se instalan legal y tributariamente en Estados Unidos. Curioso, muchas, luego, regresan con un potencial inmensamente superior a que si no lo hubieran hecho.

El ejecutivo español debe confiar mucho en el Silicon Valley ‘español’, por eso ha considerado oportuno ofrecer todo tipo de facilidades para que si tu empresa tiene opciones de crecer, recibir una gran inversión o de capturar talento, no tengas que irte. Una gran ayuda, si… Reducir el paro en España no es tarea fácil. No sólo porque hay algo estructural que depende de que volvamos a construir pisos de manera ridícula y casi pornográfica. No, también depende de que muchos de los empleos que busca la gente cada vez existen en menor medida. Ya no hace falta la gente para hacer cosas que ya no las hacen las personas, lo hacen máquinas, software o robots.

Reducir el paro no depende de que los jóvenes se vayan a patadas. Demostrado queda que no es porcentualmente significativo. Tampoco de las grandes empresas, que ocupando mucho, no son relativamente la principal bolsa de empleo. Depende de las PYMES y de los emprendedores. De ellos es el barco. Déjenles que naveguen. No les den mapas equivocados, cartas de navegación hechas por quienes jamas vieron el mar.

La cantidad ingente de factores que complican el poder montar una empresa en España en comparación con un número importante de países es, poco a poco, la clave del asunto y del problema. Lo de la reforma tributaria una más. A cada día que pasa, sumando elementos de este tipo, estamos más cerca de los modos de quienes dicen ser el ‘diablo’ que de los que ya van a velocidad crucero en eso de la economía del futuro. El proteccionismo en este caso se convertirá en desprotección de aquellos que podrían impulsar el cambio del modelo de crecimiento de un país que agotó el anterior, si es que lo hubo y si es que fue real.

Leer más
Economía, Management, Sociedad, Tecnologia Marc Vidal Economía, Management, Sociedad, Tecnologia Marc Vidal

Cuando tu jefe sea un algoritmo

Starbucks emplea un programa de software muy utilizado que analiza los patrones de ventas y otros datos para elaborar los horarios de sus empleados. La práctica salió a relucir en un reportaje de New York Times que documentaba las consecuencias de un horario dictado por un algoritmo para trabajadores de carne y hueso.
Eso de que un despacho de dirección esté ocupado por un robot, un autómata o un sistema digital cada vez está más cerca. Cada vez son más las funciones vinculadas a la gestión de personas que se están transfiriendo a la inteligencia artificial. Un futuro cada vez menos sorprendente y que, cuando llegue, se vivirá con la misma naturalidad con la que se ha digerido el uso de Internet, la telefonía móvil o la automatización de miles de procesos de nuestra vida cotidiana. Serán artilugios sin forma, fundamentalmente programas complejos, un software capaz de decidir por encima de las percepciones que la mente humana suele incorporar en la toma de decisiones.

Sepamos que se va normalizando. Un estudio reciente del Laboratorio de Interacción Ser Humano-Computador de la Universidad de Manitoba, en Winnipeg, mostró que los seres humanos están dispuestos a acatar órdenes del computador, pero en grado menor que las órdenes procedentes de otros seres humanos. Ya hubo gente que predijo la era digital cuando ni tan siquiera era una entelequia. Gente como Marshall Mcluhan habló de algoritmos sustituyendo acciones humanas. Ahora parece que la velocidad es exponencial y que aquellos sueños extraños de algún loco van tomando fuerza.

Su modelo de evaluación y de rendimiento se basará en aspectos de juicio sintéticos y ordenados por el análisis de datos masivos. No descansará ni perderá horas que tengan que ver con aconteceres humanos o familiares. Trabajará sin descanso y sin margen de error. Serán estos robots de la próxima generación los que se sumen a los que ya, ahora mismo, están dirigiendo departamentos de recursos humanos o de inversión. Vamos camino de la dirección general como plan final de esta conquista de la automatización.

No es ni bueno ni malo. Es sencillamente el tiempo que pasa y la búsqueda de la eficiencia. Puede dar miedo, incluso se puede sentir una especie de frialdad profesional, un vacío emocional que aleja el trabajo de las relaciones humanas, pero seguramente nos adaptaremos bien y recibiremos como natural todo ese conjunto de interacciones hombre-máquina. Ya lo hacemos cada día en estos momentos. Son ordenadores relativamente accesibles los que seleccionan los currículos de los demandantes de un puesto de trabajo.

Screen Shot 2014-11-03 at 10.59.13

Evalúan factores que antes no eran analizables o que podían afectarse desde un punto de vista subjetivo. Ellos determinan incluso la rentabilidad a la hora de contratar a un trabajado u otro, determinan con exactitud el tiempo que dicho candidato va a ser capaz de permanecer en el puesto que se le oferta. Es punzante pensarlo. Máquinas examinando humanos hasta el punto de desestimar a buenos trabajadores por el hecho de que no van a ser fáciles de retener. La búsqueda de la rentabilidad basada en factores egoístas. El egoísmo de un robot.

Actualmente existen prototipos de análisis de la gestión profesional en muchas empresas. Realizan seguimientos de correos (no de sus contenidos), llamadas en origen y destino, encuentros y el tiempo de los mismos en las oficinas, duración y resultado de reuniones, etc…, para determinar y recomendar modificaciones en todos los procesos, equipos o modelos de interacción. Son esos mismos algoritmos de análisis los que incorpora un nuevo factor que ningún jefe de recursos humanos podría efectuar con la precisión y velocidad que hace uno de estos sistemas en la actualidad: la afectación de todo ello en el consumidor. Este software utilizado en centenares de compañías del mundo en versiones ‘adhoc’ analiza todos los datos disponibles del cliente y los cruza con los de gestión de personal. Finalmente diagnostica, genera cambios, los propone y ejecuta.

Es habitual la defensa del director ‘humano’ por parte de aquellos que le conceden una facultad al mismo que depende de la intuición, la capacidad de cambiar de decisión a medio proceso, de generar decisiones cualitativas y no cuantitativas u otras que se aguantan en la imprevisión más que en la previsión. Durante varios años fui ‘interim manager’ y mi función era dirigir en diferentes puntos y escalas empresas que me contrataban para ello por unos meses. No recuerdo que se valorara algo más que la previsión por cierto.

Considerar que un software no es capaz de cambiar decisiones en base a un cambio imprevisto es no conocer como funcionan estos sistemas. Precisamente su rapidez para interpretar y tomar decisiones en un instante con el mayor cálculo de opciones existente es su ventaja y la cualidad a la que ningún humano será capaz jamás llegar.

Seguimos acumulando tipologías de empleos con fecha de caducidad. Ahora incluso la de los que decidirán que empleos sustituir por máquinas. Se puede dar el hecho de que en breve un consejo de administración, que ya sabemos que tendrá consejeros no humanos, determine que el nuevo director general sea un software inteligente capaz de llevar la empresa a destino mucho mejor que el anterior gerente.

Existe otro tópico muy extendido entre los que si aceptan esa intromisión del robot en la toma de la riendas de una empresa. Se suele decir que un jefe automatizado se ajustará a las funciones rutinarias de un jefe para dejar al humano las tareas de las decisiones más importantes. Esto no se aguanta mucho puesto que parece absurdo desestimar la capacidad precisamente de la toma de decisiones de una software basado en el big-data, la inteligencia artificial y la reducción de riesgos, en lugar de dejar tanta capacidad en simples tareas que cualquier software de segunda división fuera capaz de hacer.

Hay teóricos que asumen el futuro con mayor tranquilidad. Shawndra Hill, defiende que los problemas cuyas respuestas son más subjetivas y difíciles de evaluar son históricamente aquellos que las personas creían que no podrían ser bien resueltos por el computador, pero es totalmente contrario a la realidad, pues si existen datos que se pueden vincular a resultados, es posible construir modelos a resolver’. Cada vez más, las empresas están lidiando con esos problemas subjetivos de maneras que antes no imaginábamos.

Cuando se publicó el artículo sobre la gestión del horario en Starbucks, surgieron centenares de casos alrededor de los Estados Unidos. Grandes empresas, pero tambien de tamaño menor, bancos, hospitales e incluso un museo de arte, explicaron que sus vidas estaban supeditadas a una ecuación que media el tiempo trabajado y sus interacciones desde hacía meses y, en algunos casos, un par de años.

Tengo conocidos que son directores de recursos humanos. Y, permitidme la ironía, algunos son más fríos que algunas máquinas. Exigentes hasta la extenuación, con márgenes de análisis que dudo procedan de un ser humano y con un sentimiento de culpa nulo. Casi, a veces, puesto a ser despedido por algún motivo, uno preferiría un algoritmo que según que tipo.

Las funciones automáticas y las decisiones basadas en algoritmos forman parte cada vez más del lugar de trabajo. En prácticamente todas las categorías relacionadas con los Recursos Humanos, desde el reclutamiento a la gestión del rendimiento, que se desprende del estudio de Investigación de Sistemas Cedar Crestone 2013-2014 a partir de estudiar a casi 20 millones de empleados, la mayoría de ellos de EEUUVived Wadhwa dijo en el Washington Post que esto ya no es un capítulo más de una novela de ciencia ficción. Es sencillamente el futuro inminente. Cuando algo es irremediable hay que gestionarlo, no evitarlo.

Como hemos dicho poco a poco los empleos que desarrollan humanos van desapareciendo. La velocidad e intensidad aumentará como lo hará el abanico afectado. No es posible detenerlo. Se llama revolución digital, tecnológica, la tercera revolución industrial. Los que ‘mandan’, aquellos que lideran las políticas que deben acomodar estos cambios, deben aceptarlo, trabajar en hacer esta transición más llevadera y en permitir que todo ello acabe en algo mucho mejor. Como pasó en otros momentos de la humanidad, cuando parecía que el mundo se detenía, no fue así. Giró y lo hizo más rápido y mejor.

Recordemos que un estudio de la Universidad de Oxford de 2013 analizó 702 ocupaciones y calculó que la automatización del trabajo amenazaba ya en apenas una década a un 47% de la fuerza laboral del mundo occidental. Por poner un ejemplo claro y radical, diremos que los profesionales del área de financiera se verán sustituidos por un computador es del 98%. Otras funciones vulnerables: personas que trabajan en mostradores de informaciones y recepcionistas; asistentes y técnicos jurídicos, e incluso cocineros y camareros de locales de comida rápida. Cada vez más y de manera irremediable. La historia se repite, es apasionante. Escribe Susan Adams, en Forbes dijo que, tal vez en el futuro nadie trabajará.

Leer más