'Libertad o igualdad', lo último de Daniel Lacalle.
En el último libro de Daniel Lacalle, ‘Libertad o igualdad’, hay un fragmento que dice ‘el miedo es una herramienta muy poderosa. Al decirnos constantemente que los robots nos quitarán el trabajo, que la próxima crisis será devastadora y que la vida será peor, los intervencionistas implantarán en nuestra mente una idea peligros: que es indispensable que renunciemos a nuestra libertad y nuestros derechos individuales a cambio de seguridad y protección’. Nada más actual. Cómo si se tratara de un anticipo del debate que vamos a vivir en los próximos años, Daniel Lacalle traslada la idea de que vienen tiempos que pondrán como excusa la seguridad y la protección pero se corre el riesgo de perder la privacidad y la libertad en definitiva.
En el último libro de Daniel Lacalle, ‘Libertad o igualdad’, hay un fragmento que dice ‘el miedo es una herramienta muy poderosa. Al decirnos constantemente que los robots nos quitarán el trabajo, que la próxima crisis será devastadora y que la vida será peor, los intervencionistas implantarán en nuestra mente una idea peligros: que es indispensable que renunciemos a nuestra libertad y nuestros derechos individuales a cambio de seguridad y protección’. Nada más actual. Cómo si se tratara de un anticipo del debate que vamos a vivir en los próximos años, Daniel Lacalle traslada la idea de que vienen tiempos que pondrán como excusa la seguridad y la protección pero se corre el riesgo de perder la privacidad y la libertad en definitiva. Algo que, por cierto, tiene mucho que ver con la conferencia virtual que ofrezco en unos días y a la que aprovecho para invitarte.
Seguro que conoces a Daniel Lacalle, pero te recuerdo que es Doctor en Economía, Economista Jefe en Tressis SV, miembro del Consejo Asesor de la Fundación Rafael del Pino y de la HAC Business School en Nueva York y durante cinco años consecutivos fue elegido entre los tres mejores gestores del Extel Survey, el ranking de Thompson Reuters. Obviamente, estamos hablando de un libro escrito por uno de los economistas con mayor recorrido y consideración del mundo y eso, aunque no te sitúes en su misma órbita de pensamiento, debería ser un factor de interés para cualquier lector. De hecho, ¿qué mejor que leer a alguien que no piensa como tú pero que tiene una altura intelectual y de conocimiento que te llevará a los límites de tus propias convicciones? De eso va este libro, de reafirmarte con datos y una descarga intelectual muy generosa o, por el contrario, la de contraponer sus aportaciones con tus criterios aunque sean contrarios. En ambos casos, con este libro, sólo vas a ganar.
En esencia, ‘Libertad e Igualdad’ habla de capitalismo. Pero no lo define, lo confronta a partir de las múltiples maneras que se puede contemplar ese modelo económico. Lacalle ofrece su punto de vista, lo constata con un buen número de pruebas, que el intervencionismo suele fracasar de un modo sistemático. No obstante no creas que en este libro vas a encontrarte un discurso monocromo a favor del capitalismo. Es crítico en el modo en el que se aplica. De hecho pone en cuestión el riesgo de que las clases medias sigan perdiendo la fe en este modelo económico por una observación sesgada. Lacalle asegura que ‘la igualdad de oportunidades no equivale a gasto en prestaciones sociales. Igualdad de oportunidades significa que la sociedad le ofrece a cada individuo los medios para lograr lo que merece con su esfuerzo, no la promesa de que conseguirá más de lo que se merece o de aquello por lo que ha trabajado.’
Vienen tiempos difíciles. Eso es una obviedad. De la crisis sanitaria que vivimos vendrá una catástrofe económica inédita para los que estamos en edad de trabajar. Una recesión brutal está en la sala de espera. El modo en el que se está haciendo previsión va a marcar el futuro. Yo mismo defiendo que lo que hagamos en los próximos cinco meses, repercutirá en como vamos a vivir en los próximos quince años. Lacalle no podía saber cuándo escribió este libro lo que íbamos a vivir unos meses después. Pero curiosamente queda completamente contextualizado en lo económico. Coincido como dice él que la única manera de afrontar el futuro inmediato es con tecnología, cambio de modelo productivo y, como reafirma, en libertad. En realidad Daniel se ajusta en la defensa inevitable e irremediable, para no hipotecar a nuestros hijos en esta crisis inminente, de un sistema económico cuyo modelo social esté basado en la responsabilidad, el mérito y la recompensa. Un modelo social más sólido que el que pueda promover cualquier forma de intervencionismo.
En un capítulo memorable, Lacalle enfrenta sus ideas y sus datos a los que utiliza el admirado por muchos, Thomas Piketty. Un fragmento de ese debate atemporal dice que ‘a Piketty no parece importarle que el Estado distribuya bien o mal, que derroche o incluso que confisque hasta el 50 por ciento de la riqueza. Sin embargo, plantea algo que es simplemente imposible de poner en práctica: un impuesto global sobre la riqueza. Es imposible asumir que todos los países del mundo vayan a adoptar esa medida, y lo sabe, pero su propuesta será recibida con los brazos abiertos por gobiernos y partidos de muchos países. Y ése es el objetivo: proporcionar una justificación aparentemente “científica” a una intervención gubernamental masiva’. ¿A que dan ganas de leerlo?
Déjame que te señale un fragmento final que ahora está de rabiosa actualidad y que, en base a lo que podrás leer en el libro, permite digerir adecuadamente las decisiones políticas del gobierno español actual. Verás que, tras decisiones aparentemente económicas, de ‘escudo social’, se esconde una interesada acción ideológica y política. Cuándo esto pasa, el riesgo de tomar medidas que, aunque puedan ser justas, necesarias y sociales, el momento y método utilizado son suicidas. Estoy hablando de la renta básica, del ingreso mínimo vital, y este libro lo analiza de manera política, técnica y económica. Esta parte a mí me ha permitido poner en duda mis principios y mis conclusiones sobre la Renta Básica Universal. Él lo sabe, no coincido en toda la exposición, pero creo que eso hace el libro mucho más atractivo. Como decía antes, ¿que mejor que un libro lleve al límite la defensa de tus convicciones? Este lo hace.
Daniel asegura que ‘un caso claro de ideas equivocadas parapetadas bajo la excusa de la igualdad social es la renta básica universal (…) que es un subterfugio de las élites para crear una subclase zombi dependiente (…) es una medida proteccionista tan atroz como conceder un subsidio por motivos de raza o de género. La RBU no es básica. Es la promesa de una renta que se pagará en monedas cada vez más devaluadas con poder adquisitivo menguante. De modo que nosotros, como ciudadanos, renunciamos a nuestra libertad a cambio de una pequeña paga que no valdrá nada dentro de algunos años, cuando la inflación se la coma’.
Reconozco que aquí lo pasé genial. Mi idea sobre la renta básica es distinta y tiene que ver con un futuro inminente tecnológico y vinculado a la automatización de todo que la hará inevitable. Pero, como digo, que mejor que leer aportaciones que pongan en duda lo que piensas. De hecho, Daniel Lacalle dice en muchas partes de su libro algo tremendo. En concreto empieza algunos párrafos con un ‘¡Piénsalo!’ Lo dicho, os recomiendo este magnífico libro, una joya para la reflexión económica y sociopolítica. Se lee rápido, de manera ágil, con ese modo de explicar economía magistral y repleta de información contrastada con la que habitualmente Daniel Lacalle impregna sus obras.
¿Por qué no podemos salir de esta crisis del mismo modo de siempre?
Muy preocupante. Ante la peor crisis sanitaria, social y económica desde la postguerra, todo lo que son capaces de mostrar nuestros dirigentes políticos es un espectáculo bochornoso, deplorable y de un nivel intelectual muy preocupante. Estamos solos. ¿Dónde está la grandeza de la política tras tres meses de una crisis histórica y decenas de miles de muertes? ¿Por qué siguen con la retórica partidista de siempre? Siguen echándose en cara la misma montaña de temas de corto recorrido y de interés particular. Ninguno habla del medio ni el largo plazo. Y lo vamos a pagar los de siempre. Y es que estamos en la antesala de la mayor crisis económica que ninguno de los que estamos en edad de trabajar haya podido conocer. Y es cierto que de todas las quiebras surgen oportunidades, cambios y modelos de crecimiento personal y colectivo. Y cierto es también que esta no será una excepción, el problema es que hay diferentes maneras de vivirlo. Una depresión económica se explica en diez minutos pero se vive durante diez años. El modo en el que se viva depende de la estrategia y liderazgo de quienes tienen que marcar las políticas de salida.
Muy preocupante. Ante la peor crisis sanitaria, social y económica desde la postguerra, todo lo que son capaces de mostrar nuestros dirigentes políticos es un espectáculo bochornoso, deplorable y de un nivel intelectual muy preocupante. Estamos solos. ¿Dónde está la grandeza de la política tras tres meses de una crisis histórica y decenas de miles de muertes? ¿Por qué siguen con la retórica partidista de siempre? Siguen echándose en cara la misma montaña de temas de corto recorrido y de interés particular. Ninguno habla del medio ni el largo plazo. Y lo vamos a pagar los de siempre. Y es que estamos en la antesala de la mayor crisis económica que ninguno de los que estamos en edad de trabajar haya podido conocer. Y es cierto que de todas las quiebras surgen oportunidades, cambios y modelos de crecimiento personal y colectivo. Y cierto es también que esta no será una excepción, el problema es que hay diferentes maneras de vivirlo. Una depresión económica se explica en diez minutos pero se vive durante diez años. El modo en el que se viva depende de la estrategia y liderazgo de quienes tienen que marcar las políticas de salida.
Los que tendremos que lidiar con ese escenario incierto, complejo, que tenemos empresas o que dependemos de nosotros mismos para avanzar, sólo nos queda observar y tomar decisiones mientras se ponen o no de acuerdo en eso que han querido llamar ‘reconstrucción nacional’. Si aplicas la observación, en lo que viene, podrás localizar un modelo de negocio, serás capaz de mejorar tus procesos y lograrás atender, mejor que tu competencia, a tus clientes. Si lo haces, llegarás a tiempo a la meseta donde espero nos encontremos, la mayor cantidad de gente, en unos meses. Sin embargo, en esta travesía, que por experiencia sé que es apasionante, nutritiva y te hace crecer en lo esencial, muchos se van a quedar en el camino. Nunca llegarán al campo base. Por eso es importante no hacerlos invisibles, olvidarlos, dejarlos a la intemperie. Serán muchos. Muchos que ni siquiera ahora lo tienen presente. Seamos solidarios, no los borremos, no pasemos cerca de ellos como si no existieran. Algunos han abierto sus bares estos días creyendo que subiendo la persiana el perjuicio será menor. Que las medidas de restricción que la dichosa ‘nueva normalidad’ reducirá sus ingresos pero que, de un modo u otro, sobrevivirán. Pero no serán pocos los que, tras unas semanas, algún mes, descubrirán que el consumo se reduce y las opciones de ser rentable desaparecen.
Tenemos la oportunidad de afrontar este desastre de dos maneras. Una que tenía que ver con salvar empresas y otra con destruirlas. La primera requería una acción valiente y, tal vez, poco vistosa. Exonerar impuestos e inyectar liquidez a las empresas con el compromiso de mantener el flujo laboral anterior. La otra, convertir a medio país en desempleados, pendientes de que los ERTEs se conviertan en empleo por arte de magia. El tiempo corre en nuestra contra. En contra de los que apostaron todo su patrimonio al negro y par. A su empresa. Esos que hace semanas no duermen bien y juntan las monedas que descansaban en una botella de plástico para complementar en vacaciones, para pagar impuestos y cuotas fiscales. Esos a los que ahora acusan de que si no pagan el IVA del primer trimestre es por ser malos gestores. Se les acusa de que ese impuesto de valor añadido no es suyo, que ellos son los intermediarios y que deben de tenerlo siempre apartado para cuando llega el momento de pagarlo.
Los que dicen esto pocas empresas han montado o no han gestionado ninguna. En la lógica de caja de una empresa, especialmente las más pequeñas, el mundo no funciona así. Los ingresos se reparten en múltiples posiciones. Una factura cobrada en bruto, sin descontar el IVA o los IRPF, inmediatamente se convierte en liquidez. Muchos lo utilizan para invertir en mejoras de su propio negocio, para pagos especiales a sus empleados o, incluso, para mejorar su propio salario y así poder consumir más. Lo normal es que, si la economía no tiene ningún shock, como los que acabamos de vivir, y seguimos viviendo, ese empresario, autónomo o directivo, hace una previsión de pagos tributarios en base a la facturación inminente. Si esa facturación se detiene por orden gubernamental, ajena a cualquier opción de regate, si la alerta sanitaria se lleva por delante todas las opciones de aplicar estrategias de caja, tus cálculos se van a tomar viento.
Eso es lo que ha pasado. La economía de empresa es un puzzle. Las piezas están contadas. Si detienes la cadena de transmisión por ley, tienes que ofrecer una alternativa que no se lleve por delante a todo el tejido productivo de una país. Si no exoneras los impuestos inmediatos, gripas el motor. Si encima anuncias que vas a subir impuestos, asustas a quienes pensaban afrontar valientemente el reto de superar un trimestre cerrado y otro a medio gas. Si mantienes las obligaciones tributarias, tras haber quebrado la línea que une una caja estable con unos ingresos imposibles, no puedes hacer como si nada. No puedes mantener obligaciones fiscales y amortiguarlo con aplazamientos, retrasos o prorrogas. Eso no sirve. Quien ahora no tiene, no tendrá. Es incluso peor. En unos meses tendrá menos. El cierre de muchos comercios y pequeñas empresas puede ser una bola de nieve sin final a corto.
España no ha invertido en innovación ni en tecnología. No ha estimulado a las empresas a hacerlo. El tejido empresarial que tenemos es débil, dependiente y con poca liquidez. Y es normal. Mientras que otros países como Reino Unido, las grandes empresas (más de 250 empleados) suponen el 46,1% y las micro empresas (menos de 9 empleados) son el 17,3%, en España las grandes son el 27% y las micro el 40,5%. ¿Quién crees que está en mejores condiciones para innovar, invertir y aplicar planes de reconversión? ¿quienes crees que tienen mayor capacidad para aguantar una economía yerta, seca y en parada técnica? La media de liquidez de una empresa grande ronda los 18 meses, la de una micro pyme, apenas 18 días. En España el 90% de las pymes declaran su impuesto de sociedades en negativo.
Resulta que la clave para salir de esta fortalecidos dependerá de la capacidad de transformar digitalmente el sector productivo. El problema es que para eso se precisa capacidad financiera. Adaptarse a los cambios que van a ser imprescindibles, obliga a tener un músculo financiero que la mayoría no tienen. La parada técnica de la economía, la inapelable llegada de las obligaciones fiscales y el miedo a los recortes y subidas tributarias anunciadas, apartan a cualquiera de una pretendida inversión en tecnología. Como España es un país de micro empresas, invierte poco en innovación o en tecnología. Es normal y nos deja en una muy mala posición. Volvamos a comparar aunque sea feo. El Reino Unido ha aumentado su inversión privada en innovación y desarrollo un 62,4% en apenas diez años. Alemania un 34,6% y la media europea un 21,8%. España, en una década ha recortado su inversión privada en investigación, desarrollo e innovación un -5,8%. ¡Se ha reducido! Así nos va, y lo que es peor, así nos irá.
Esa falta de inversión no es culpa sólo es de la empresa. Los gobiernos deben priorizar, estimular y marcar las líneas del desarrollo económico y marcar los modelos de crecimiento con políticas activas que la dinamicen. Tiene las herramientas para lograr el modo de que esos porcentajes sean los que el futuro nos exige. Lo que no hagamos en los próximos cinco meses, lo pagaremos en los próximos quince años. Y es que esta crisis no es la crisis de las finanzas. Esta será la crisis del comercio, de las pymes, de los autónomos. Será la crisis del paro porque en España, estos tres sectores son los que más empleo generan. Sólo hay que ver la dificultad para acceder a la liquidez que anunció el gobierno hace unas semanas. Apenas una cuarta parte de los solicitantes han logrado acceder a un ICO. Y casi que es normal. Si tu pequeña empresa pinta mal, es complicado que te den crédito. ¿Cómo era aquello del paraguas, la lluvia y los bancos?
Las pymes mueren por falta de caja. Lo he dicho más arriba. Al mantener la obligación de ‘no vender’ pero sí la de pagar, un 15% del tejido empresarial español ya es historia. En dos meses y poco, miles de sueños se han roto, miles de empleos se han esfumado, millones de euros se han quedado en el debe. Un debe que contagia, nunca mejor dicho, a toda la cadena empresarial. Tu impago daña a tu proveedor y así sucesivamente. Todo dependía de frenar esas dependencias y, desde el gobierno, había una herramienta buenísima para hacerlo: exonerar impuestos y declarar la economía, al prinicipio, en ‘contador a cero’. Y ahora viene lo mejor. Resulta que el gobierno anunció un paquete de ayudas. ‘La mayor movilización de dinero público de la historia de España’ le llamó. Eran 200.000 millones de euros. Lo curioso es que 83.000 millones eran avales sobre los créditos que deberían dar los bancos. Y en eso que le dejas la pelota botando a las entidades financieras. No vale sólo con un aval. Los bancos no se fijan sólo en eso. Miran si la pyme que solicita el crédito es factible de que sobreviva. Si no apuestan correctamente, el banco lo pasara mal a medio plazo y no lo van a conceder en esas condiciones. Estamos hablando de mucho dinero. La banca aprendió en la crisis financiera de 2008. Saben que por cada subida del paro del 1% los impagos de créditos sube un 0,80%. Si sumas los 3 millones de ERTEs que podrían convertirse la mitad en parados, el millón en cese de actividad de autónomos, los parados que ya han aumentado en medio millón y la caducidad de los contratos temporales, la mora para la banca en breve será demasiado importante. España es un país de hipotecados. Recordemos esa dependencia y el escaso interés de la banca en convertirse, otra vez, en una gigantesca inmobiliaria en saldo.
La solución pasaba por exonerar impuestos, vincular las ayudas a la modernización del tejido empresarial y los créditos con avales a mantener la liquidez directamente en las empresas para que ésta llegue a los trabajadores. Pasa por aplicar medidas urgentes en los sectores turístico y de servicios y, pasa también, por estimular la nueva concepción de suma pymes españolas a fin de generar nuevas marcas capaces de ser más grandes. De esta crisis podremos aprender cosas. La importancia de dinamizar la economía con tecnología, de hacerlo con empresas más grandes, concentrando a las pequeñas. Si tuviéramos el porcentaje de empresas medianas que tiene de media Europa, nuestra productividad sería casi un 20% superior al actual. De esa cifra derivaría una mejora salarial que ahora se antoja imposible. Aprenderemos, sin remedio, con una hostia con la mano abierta, que con micro empresas no se puede modernizar un país, que para lograrlo necesitamos empresas más robustas, más grandes y capaces de pelear en un escenario económico veloz, repleto de grandes empresas y muy tecnológicas. Es una oportunidad que vendrá tras un drama de dimensiones gigantescas. Las decisiones que se tomen ahora, en ese sentido, marcarán la dimensión de la tragedia, pero también el nivel de aprendizaje que vamos a sacar de todo esto.
En mi sector, el de la consultoría económica y tecnológica, muchos estamos trabajando por la concentración de pequeñas empresas. En mi caso lo hago porque en otros momentos aprendí que afrontar la reducción de demanda, impagos, subidas de impuestos y problemas salariales, es mejor hacerlo colectivamente, el que te proponga tu sector, en lugar de hacerlo solo.
El futuro será digital. De hecho nadie ha hecho más por esa evidencia que la actual situación sanitaria. O te digitalizas o te digitalizaran. No va a haber otra opción. Por eso es tan importante que si abandonas el análisis de tu propio negocio, pensando en que los de ‘arriba’ te ayudarán o dirán que tienes que hacer, pierdas un tiempo precioso. Tienes que tomar decisiones, poner en marcha una hoja de ruta que permita liquidar lo que ya ha quedado viejo. La crisis de tu empresa podría depender de que no dejes morir lo antiguo para que nazca algo nuevo. Esto sirve para una pyme y para un país. No esperes que las directrices gubernamentales te digan lo que tienes que hacer. Las decisiones debes tomarlas tú. Lo peor que te pueda pasar es que tu sector las tome por ti y no puedas ser participe. Debes darte prisa porque el retraso en tomar decisiones, por mi buenas que sean, las puede convertir en malas decisiones por el simple hecho de tomarlas tarde. Ya expliqué la metáfora del volcán. No te quedes esperando hasta el final. No pretendas ser un héroe. En realidad, un héroe es alguien que no huyó a tiempo. Huye del modo de trabajar de antes, del mundo analógico, ponte en marcha, el tiempo se va a reducir. Esta es tu gran oportunidad, vívela así.
La 'nueva normalidad' y el riesgo de 'nula privacidad'
Muchos aseguran que tras la pandemia vamos a vivir en un nuevo mundo y que va a cambiar nuestro modo de entender la propia existencia. Pero me temo que eso no va a ser así en términos generales. Poco a poco el ser humano tiende a su manera ‘media’ de actuar y pensar. Los cambios de comportamiento requieren mucho tiempo y sucesos más extensos en el tiempo. Sin embargo, hay detonantes que sí actúan de manera importante en algunos campos de la vida. Por ejemplo, en la adopción tecnológica esos cambios sí suelen ser rápidos. Mutaciones que se adelantan en la línea de tiempo sobre los cambios económicos y sociales. Esta crisis actual va a hacer más por la normalización de los robots y por la transformación digital que ningún plan estratégico anterior.
Muchos aseguran que tras la pandemia vamos a vivir en un nuevo mundo y que va a cambiar nuestro modo de entender la propia existencia. Pero me temo que eso no va a ser así en términos generales. Poco a poco el ser humano tiende a su manera ‘media’ de actuar y pensar. Los cambios de comportamiento requieren mucho tiempo y sucesos más extensos en el tiempo. Sin embargo, hay detonantes que sí actúan de manera importante en algunos campos de la vida. Por ejemplo, en la adopción tecnológica esos cambios sí suelen ser rápidos. Mutaciones que se adelantan en la línea de tiempo sobre los cambios económicos y sociales. Esta crisis actual va a hacer más por la normalización de los robots y por la transformación digital que ningún plan estratégico anterior.
Hace unos meses, hablábamos de como la automatización y la robotización, amenazaban algunos de los comportamientos socioeconómicos mejor anclados en nuestro modo de vida. No obstante ahora, la adopción necesaria de mucha tecnología aplicada, lo ha acelerado de manera irreversible. Hasta hace bien poco, los robots de Boston Dynamics no eran más que una especie de ‘meme’ viral sobre la evolución sorprendente de la robótica de última generación, pero ahora ya podemos ver como uno de sus desarrollos comerciales, el robot ‘Spot’, una especie de perro robótico al más puro estilo ‘Black Mirror’ controla el distanciamiento social en los parques de Singapore.
Como digo, en Singapore, ya están usando uno de estos robots como si fuera una especie de supervisor a fin de velar por el cumplimiento de las normas de distanciamiento físico (no soporto el concepto ‘distanciamiento social’) en los parques de esa ciudad asiática. Para cumplir con esa función, el bicho eléctrico tiene instalada una cámara que le permite identificar esa medida. Aseguran que ese dispositivo no incumple con los requerimientos de privacidad de las personas pues no tiene permiso para grabar su recorrido.
No es un policía, se trata de una especie de agente de información que emite un mensaje recordando a los visitantes del parque que apliquen las medidas seguras de distanciamiento físico. Si la prueba resulta exitosa, NParks considerará desplegar a Spot en otros lugares de la ciudad. Además, como funciona de modo autónomo, no se necesitan patrullas humanas, lo que ayuda a minimizar el riesgo de contagios entre personas y su exposición al virus por si hubiera algún rebrote. Los datos que recogen este robot están centralizados para su consulta a tiempo real. Cualquier persona puede saber desde su teléfono móvil la densidad de visitantes que tiene un espacio público concreto y decidir si quiere o no arriesgarse al contagio. De locos.
También vamos a normalizar otras tecnologías por supuetso. Por ejemplo, Francia está utilizando la inteligencia artificial para verificar si las personas usan máscaras en el transporte público. Para ello el país galo está integrando nuevas herramientas de inteligencia artificial en cámaras de seguridad en el sistema de metro de París para verificar si los pasajeros usan máscaras faciales. El software, que ya se ha implementado en otras partes del país, comenzó una prueba de tres meses en la estación central Chatelet-Les Halles de París hace unos días. La startup francesa DatakaLab, que creó el programa, dice que el objetivo no es identificar o castigar a las personas que no usan máscaras, sino generar datos estadísticos anónimos que ayudarán a las autoridades a anticipar futuros brotes de COVID-19. De momento vamos con cuidado con eso de tentar a la privacidad. Veremos como acaba.
Este programa piloto es una más de las medidas que las ciudades de todo el mundo están introduciendo a medida que comienzan a desescalar los confinamientos previos. Aunque Francia, como España, inicialmente no animó a los ciudadanos a usar máscaras, ahora las ha convertido en obligatorias en espacios públicos. La introducción del software de inteligencia artificial para monitorear, y posiblemente hacer cumplir estas medidas, parece ser que será vigilada de cerca. La difusión del software de reconocimiento facial y vigilancia impulsado por este tipo de inteligencia artificial en China, ha preocupado a muchos defensores de la privacidad en Europa, Latinoamérica o Estados Unidos. No obstante, la pandemia es una amenaza y, por defecto, los gobiernos se sienten capaces de priorizar la seguridad médica por encima de la privacidad individual. Además consideran que por esa razón, los ciudadanos van a digerir mucho mejor cualquier medida de este tipo. Si nos fijamos, estamos aceptando casi sin rechistar el derribo de algunas de las barreras éticas que no hubiéramos permitido hace apenas tres meses. Parece que no tenemos otro remedio. Para pensar.
En DatakaLab insisten en que su software cumple con el Reglamento General de Protección de Datos de la UE. La compañía ha vendido todo tipo de análisis de video impulsados por inteligencia artificial durante los últimos años, utilizando la tecnología para generar datos en tiendas y centros comerciales que traducía en conocimiento sobre la demografía de sus clientes. Si te das cuenta la tecnología ya existía y se utilizaba, pero nunca fue para vigilarnos, sino para conocernos. Esto es lo que está cambiando. Y aunque la tecnología como la de DatakaLab solo es una prueba piloto, es probable que se convierta en un elemento básico de la vida urbana en el futuro cercano. A medida que los países comiencen a sopesar el daño económico de un bloqueo contra la pérdida de vidas causada por más infecciones por COVID-19, se ejercerá una mayor presión sobre las medidas de mitigación como las máscaras obligatorias.
El riesgo, el reto en definitiva, es comprobar si, aunque la pandemia ciertamente ha creado nuevos modelos de uso para la tecnología, no se convierta en una amenaza a los valores de privacidad o a la invasión de nuestra intimidad. El debate está sobre la mesa y no va a ser sencillo resolverlo. En los laboratorios más avanzados del mundo se están diseñando modelos de rastreo de contactos, vigilancia social y acción directa sobre el compromiso colectivo, para luchar contra el contagio masivo al saber que la inmunidad de rebaño está muy lejos y que a la vacuna aún le falta tiempo.
Un debate que no va a poder evitarse es el que resulta de analizar si el uso de la tecnología supera los patrones de privacidad y respeto a la intimidad. La ‘nueva normalidad’ tiene mucho de esto. De como esas tecnologías trabajan en el rastreo y tracking de contagios. El desafío es lograrlo en base al respeto de nuestro modelo social que tanto nos ha costado alcanzar. Los ejemplos se van a ir amontonando poco a poco y, siempre, tendrán un objetivo primario, luchar contra la pandemia, y, en ocasiones, uno secundario, vigilarnos.
Sigamos con los ejemplos. Una de las organizaciones sanitarias más grandes de Israel está utilizando la inteligencia artificial para ayudar a identificar quienes, de las 2,4 millones de personas que cubre el estuido, tienen mayor riesgo de sufrir complicaciones graves por COVID-19. Maccabi Healthcare Services afirma que este sistema, desarrollado junto con la compañía de inteligencia artificial Medial EarlySign, ya ha identificado al 2% de ese grupo, lo que equivale a alrededor de 40.000 personas. Después de identificarlas, esas personas se someterán a pruebas de diagnóstico por vía rápida.
Este es también un uso actual de la tecnología adaptada de otra anterior. La IA en cuestión es la versión rebozada de un sistema entrenado para identificar a las personas con mayor riesgo de complicaciones ante la gripe. Para dicho entrenamiento, los investigadores usaron millones de registros recopilados desde hace 27 años. Para realizar sus predicciones, el sistema se basa en una variedad de datos médicos, que incluyen la edad, el índice de masa corporal, trastornos de salud y los antecedentes de ingresos hospitalarios. Esa IA puede rastrear una gran cantidad de registros y detectar a las personas en riesgo de sufrir una infección problemática de un modo imposible de hacer en otra situación.
El uso de la inteligencia artificial para identificar a las personas vulnerables podría salvar vidas a la vez que vulnera de un modo importante la intimidad de las personas. Ese uso ‘justificado’ gubernamentalmente permite aislar a la población de alto riesgo alojándolos en espacios ‘free-covid’ para hipotéticamente no contagiarse en condiciones normales. El riesgo de recorte de libertades individuales es tan evidente que asusta. La excusa, en estos casos, se llama ‘asintomáticos’.
Pero introducir esa herramienta en otros países podría no ser tan sencillo. En Estados Unidos o en España, por ejemplo, los registros médicos se almacenan en muchos sistemas diferentes de atención médica lo que garantiza cierta complejidad para cruzarlos y resolver sobre la limitación de movimientos y la de incluir a grupos sociales en diferentes catálogos con diferentes niveles de libertad individual. Lo siguiente, te lo garantizo, será un esfuerzo ingente por parte de las administraciones en la creación de un único conjunto de datos que reúna la información de todos los pacientes de los grandes hospitales. Olvídate de ser propietario de tu historial médico, eso se va a compartir con quienes deciden distribuir la atención sanitaria. Quien sabe si esa atención dependerá de tu grado de aceptación en compartir tus datos. Pasaremos de pagar impuestos a pagar impuestos y datos.
Es obvio que la vida que conocíamos va a cambiar mucho. Con la excusa de llegar a ese término tan peligroso de ‘la nueva normalidad’ se esconde todo un entramado de control social. No digo que sea voluntario, tal vez es una deriva lógica al miedo de que el virus regrese y se expanda. Sin embargo, la víctima colateral se llama libertad y nuestra realidad social futura y de comportamiento colectivo tendrá mucho que ver en el modo en el que la tecnología se utilice finalmente. La tecnología no es negativa nunca, siempre es un avance. El problema es el modo en el que se utiliza y los límites que se esté dispuesto a superar. Si me apuras, las barreras personales que estemos dispuestos a aceptar que se derriben.
Seguirán las excusas. Dirán que debemos prepararnos para un mundo en el que pasaremos mucho tiempo sin tratamientos ni vacunas efectivas y que, para vivir en este mundo sin tener que estar confinados todo el tiempo, la única opción será la de permitir que nos vigilen. Para esa vigilancia existen múltiples desarrollos que hasta la fecha eran para conocernos comercialmente y que, ahora, pasarán a ser herramientas muy útiles en el rastreo. La diferencia radicará en las cláusulas que otros decidirán aceptar por nosotros. Se avecinan nuevas reglas de comportamiento y organización social y está por descubrirse si algunas de las cuales probablemente permanezcan mucho después de que la crisis haya terminado.
Si leemos lo que se cuenta por ahí, vemos que hay cierto consenso sobre cómo podría ser esa nueva normalidad. Se tratará de prácticas en el rastreo de contactos, monitorización de enfermedades, sometimiento a pruebas regulares a un número masivo de personas y a la creación de salvoconductos para personas inmunes. Es evidente que vamos a un escenario más cercano a un mundo orweliano que a la ‘vieja normalidad’. El problema es que hay un motivo para hacerlo y casi parece una obviedad que lo aceptemos. El desafío es conjugar esa privacidad que vamos perdiendo con una lucha eficiente contra el virus. A veces parece que nos encontramos en plena metáfora de la rana y el agua hirviendo.
Aunque este nuevo orden social parece impensable para la mayoría de los habitantes de los llamados países libres, cualquier cambio puede volverse normal rápidamente si las personas lo aceptan. En este caso hay un aspecto que suele ser clave. La sociedad no quiere incertidumbre, no soporta la indecisión. Por ese motivo, ante lo imprevisible del futuro, de un modo general se prefiere una norma impositiva que las dudas políticas. Por ejemplo. Muchos pensamos que un pasaportes de inmunidad podría sonar discriminatorio para los que hayan ejecutado correctamente todos los elementos de seguridad ante los contagios. Sin embargo, repetido adecuadamente desde la administración, al final parecerá un seguro de vida para todos y un bien común. La realidad sería otra, pero se vendería bien en términos generales. A eso vamos.
Y ahora viene el mapa de seroprevalencia. En teoría algo anónimo que se utiliza a nivel estadístico. Se trata de un análisis de datos a nivel nacional para comprender mejor cómo se propaga el virus y detectar las zonas de alto riesgo que podrían necesitar más test, recursos médicos u otra cuarentena. Pero curiosamente nadie nos explica que hay otros modos de hacerlo sin tener que ir analizando uno por uno a los ciudadanos de cualquier zona. Para medir la prevalencia del virus sin espiar directamente a las personas podría ser el registro colectivo de información mediante las páginas web como COVIDnearyou.org, deducciones por el volumen de búsquedas de Google sobre los síntomas de COVID-19 en diferentes sitios, o incluso buscar el virus en muestras de aguas residuales.
Estaría bien que, en lugar de discutirse e insultarse en el Congreso de los Diputados, nuestros dirigentes deberían iniciar un debate serio de como van a usar nuestros datos y hasta que punto van a violar nuestra intimidad. Ese debate es mucho más importante que otros que se suceden pornográficamente cada quince días. Se de be iniciar un debate detallado sobre cómo se van a usar los datos de las personas con la excusa del bien común. En todo ese debate se tiene que proteger al individuo, llevamos mucho tiempo construyendo esa realidad y esa privacidad.
El virus pasará. Tendrá, o no, otras oleadas con mayor o menor intensidad. Los sistemas sanitarios y los modelos de seguimiento están mejor preparados. La conciencia social es mucho mayor y nuestra educación para auto protegernos ha aumentado considerablemente. La crisis económica caerá a plomo sobre todos nosotros. Sin embargo, todo pasará. Lo que tal vez no regrese a un punto anterior sea la agresión absoluta a nuestra libertad individual, a nuestra privacidad y a la intimidad. El desafío estará en no conjugar una nueva normalidad que en realidad debería definirse como ‘nula privacidad’. Debemos aspirar a recuperar la vieja normalidad en lo bueno y desestimar lo malo. Un nuevo mundo pide ser construido, no la caguemos.
'Artificial: Remote Intelligence', ¿la televisión del futuro?
'Artificial' es una serie interactiva que aprovecha la participación de la audiencia para desarrollar la historia protagonizada por un sistema de Inteligencia Artificial. Sin duda es uno de los modelos de entretenimiento más innovadores que se pueden encontrar en la red. Hace menos de un mes regresó con su tercera temporada producida en modo remoto. 'Artificial' aprovecha la participación del público para ir avanzando en la historia. Lo curioso es que el argumento se basa en, precisamente, un desarrollo de Inteligencia Artificial tratando de aprender el modo de ser más humano. La fecha de lanzamiento de esta ‘Season 3’ se produjo el pasado 22 de abril y sus 12 episodios de dos horas de duración cada uno están disponibles en la plataforma Twitch. Otro día hablaremos de este espacio tan curioso donde millones de personas acceden diariamente y donde la emisión de contenidos son un híbrido entre ‘gaming’, ‘lives’ y entretenimiento digital.
'Artificial' es una serie interactiva que aprovecha la participación de la audiencia para desarrollar la historia protagonizada por un sistema de Inteligencia Artificial. Sin duda es uno de los modelos de entretenimiento más innovadores que se pueden encontrar en la red. Hace menos de un mes regresó con su tercera temporada producida en modo remoto. 'Artificial' aprovecha la participación del público para ir avanzando en la historia. Lo curioso es que el argumento se basa en, precisamente, un desarrollo de Inteligencia Artificial tratando de aprender el modo de ser más humano. La fecha de lanzamiento de esta ‘Season 3’ se produjo el pasado 22 de abril y sus 12 episodios de dos horas de duración cada uno están disponibles en la plataforma Twitch. Otro día hablaremos de este espacio tan curioso donde millones de personas acceden diariamente y donde la emisión de contenidos son un híbrido entre ‘gaming’, ‘lives’ y entretenimiento digital.
Pero volvamos a esta experiencia interactiva llamada 'Artificial'. Se trata de una serie galardonada, que permite a los usuarios dar forma a la historia. Las dos primeras temporadas se centraron en el modelo artificial Sophie Lin (Tiffany Chu), pero la temporada 3, se focaliza en una nueva Inteligencia Artificial guiada por una joven científica idealista llamada Elle. Una historia no demasiado novedosa en su contexto pero sí en el modo en el que se produce.
Si no conocías esta serie, decirte que no es necesario ver las primeras dos temporadas para sumergirte en esta tercera. Funciona de un modo distinto a como puede que estés acostumbrado si las ves en plataformas tradicionales. Además, esta temporada, de hecho, es la primera entrega producida de forma remota atendiendo a los problemas de movilidad que vivimos en medio mundo. La construcción de la historia se combina con un drama que permite involucrar a la comunidad en las decisiones de producción y narración como nunca antes se ha hecho en ninguna serie televisiva o en la propia red.
El futuro de este tipo de contenido fue experimentado por el propio Black Mirror con su 'Bandersnatch' donde el sistema te permitía decidir, de un modo muy divertido e inteligente, diferentes modos de seguir la historia. Incluso, parecía, que eras parte de la historia cada vez que los protagonistas aludían a ‘alguien que parecía manejar su vida’. Alcanzar según que finales era complicado y un reto en sí mismo. Pero esto es distinto. Es un salto adelante. El público tiene un control superior. A través de LifeScore, una plataforma de música adaptativa y aumentada con Inteligencia Artificial y cofundada por el compositor Tom Gruber, quién director de tecnología y jefe de diseño de Siri, proporciona las herramientas para que el público influya en la banda sonora de la propia serie. Espectacular.
En la presentación de la serie se hizo un listado de los ‘creadores’ de la temporada. Se enumeró del siguiente modo a quienes ellos consideraban que eran los productores de la temporada: ‘Artificial Season 3 by Bernie Su, Evan Mandery and ‘you’’. Interesante. Hay que decir que el efecto final igual no es lo que esperas, pero el ejercicio es muy interesante por el uso de la inteligencia artificial en su interacción, algo que no había sucedido de manera masiva nunca.
’Artificial’ es una creación del escritor y productor Bernie Su y de Evan Mandery. El primero es el productor ejecutivo y fundador de ’96 Next’, un pionero de la narración interactiva que ya experimentó anteriormente con 'The Lizzie Bennet Diaries' y con 'Emma Approved’. Por su lado, Evan Mandery, es un guionista aclamado que ha escrito varios libros de ciencia ficción como 'Dreaming of Gwen Stefani' o 'Q: A Novel’. Pero, como digo, lo interesante es que las personas más importantes en la producción están detrás del programa pues son la propia audiencia.
Aquí os dejo el trailer de un minuto que se utilizó como promoción hace un mes. Se titula ‘maybe’ (quizás) y fue lanzado intentando explicar el rango de posibles resultados que se podían producir durante su emisión. Opciones que van desde la comedia hasta la tragedia o del romance al horror. El teaser también menciona la característica por la cual la audiencia podía controlar la música prometiendo que los robots, esta vez, no se harán cargo de nada, la audiencia sí. Repito, no es como una emisión tradicional, no es una serie al uso, pero sí puede ofrecer la respuesta a como debería de ser eso de ‘la televisión del futuro’ cuándo alguien acepte que el público no sólo es alguien que puede tuitear opiniones sobre lo que ven sino que influya en lo que van a ver.
Le llamaron transformación digital pero la conoceremos como ‘salida de la crisis’.
Después de la peor erupción del Vesubio, los napolitanos que sobrevivieron, volvieron a construir sus casas por la misma zona por las que bajaron los ríos de lava un tiempo antes. La suerte es que el volcán no ha vuelto a escupir fuego con la misma intensidad nunca más. Tras cualquier crisis es importante comprender su verdadera dimensión y la virulencia con la que llegó. Sin esos parámetros es imposible estructurar una salida razonable. Y eso es bueno. Dice Boris Cyrulnik, neurólogo y psiquiatra que ‘después de una catástrofe, siempre hay una revolución’ y que ‘resisten mejor los que ya tenían una buena disposición antes de que se produjera’. Desde un punto de vista económico, tener miedo a lo que se avecina es normal, pues en un contexto como este, el miedo siempre ha resultado ser un mecanismo de defensa.
Después de la peor erupción del Vesubio, los napolitanos volvieron a construir sus casas en la misma zona por la que bajó un río de lava poco antes. La suerte es que el volcán no ha vuelto a escupir fuego con la misma intensidad nunca más. En cualquier crisis, lo importante es comprender su verdadera dimensión y la virulencia con la que se desplegará. Sin esos parámetros es imposible estructurar una salida razonable. No necesariamente todo es malo en un suceso de este tipo. Dice Boris Cyrulnik, neurólogo y psiquiatra que ‘después de una catástrofe, siempre hay una revolución’ y que ‘la resisten mejor los que tenían una buena disposición antes de que se produjera’. Desde un punto de vista económico, tener miedo a una crisis que se avecina, es normal, pues el miedo siempre ha resultado ser un mecanismo de defensa.
Las empresas van a tener que valorar adecuadamente la envergadura de esta tragedia sin olvidarse que superarla dependerá de la capacidad de adaptación. El ser humano ha vivido momentos mucho peores y siempre ha descubierto como sobrellevarla. Nuestros ancestros, en periodos de glaciación, cazaban y en las épocas templadas, se volvían agricultores. Tras esta crisis vendrán cambios profundos, en el comportamiento social y, especialmente, en el comportamiento económico. Esos cambios llegarán, no hay otra. Pero nos tocará reflexionar y analizar que tipo de modelo social y económico queremos tener tras ellos.
No comparto la idea de que tras esta pandemia vamos a cambiar nuestro modo de ver el mundo de un modo radical e inmediato. Seguramente no vamos a estructurar nuestra relación con la naturaleza de inmediato y, ni tan siquiera, nos centraremos en un nuevo modo existencial como defienden muchos pensadores. No somos así. Nos adaptamos en base a las necesidades vitales, económicas y laborales. Los grandes cambios son lentos aunque nos parezca que no, pero los cimientos de esos cambios sí son evidentes mucho antes. Ahora pasará igual y es preciso afrontarlo.
Pensemos en la peste negra, aquella plaga del siglo XIV que en pocos años liquidó a la mitad de los europeos. Tras el desastre no se podía cultivar, no había suficiente mano de obra y desaparecieron casi todos los cultivos. Curiosamente, tras una catástrofe de esas dimensiones, los efectos fueron sorprendentes. Desapareció una estrato social denominado ‘siervos de la gleba’, que se vendía como un activo más cuando alguien compraba una tierra cultivable. Y tuvo que llegar ‘la peste’ para que eso pasara. No fue un cambio radical, fue una adaptación. Resulta que la mano de obra superviviente tras aquella pandemia, cada vez era más cara por ser escasa. Una escasa oferta y una alta demanda siempre ha producido lo mismo. Lo importante, no obstante, es identificar que se va a demandar y que puedes ofrecer. Si te cuadra el puzzle, cualquier crisis puede ser una oportunidad.
Y si hay algo que no me gusta es ese léxico de guerra que se ha afianzado en el discurso oficial y periodístico. No estamos en guerra ni lo que viene es la postguerra, lo diga Macron o lo diga quien lo diga. En todo caso vivimos en el detonante (algo que expliqué en mi último libro sin saber que podía ser una partícula vírica) que obligará a ordenar el rompecabezas en el que vivíamos hasta hace muy pocos meses. No tenemos los planos para componerlo, sólo sabemos que hay un inevitable cambio a la vista. Tenemos dos opciones: utilizar esa presión por el cambio en dirección a la productividad, la eficiencia, lo sostenible y la protección social por vía de la tecnología o, por otro lado, dejar que se desparrame todo replicando el mundo anterior. Tras cada crisis hay siempre una ventana de oportunidad. Mi abuela nació hace un siglo exacto. No había seguridad social ni pensiones. Tuvo que esperar un desastre bélico monumental para que se implantaran algunas de las cosas que ahora vemos como derechos fundamentales. No siempre fue así, se precisó la quiebra profunda de los modelos económicos y sociales para que se tuvieran que implantar medidas de protección y estímulo empresarial.
Por mucho que lo repitan, los territorios desconocidos no son tan desconocidos. El futuro inmediato será un escenario complejo pero no inédito. Sabemos que, ante cualquier fisura en los flujos económicos, se debe proteger a las personas más vulnerables pero sin destruir los modelos productivos. Sabemos, también, que en el período de crecimiento tras el desastre, se abre la mayor oportunidad de modernización económica posible. Ahora es igual. Momento de debatir sobre la protección social con modelos como la renta básica universal o para activar, desde lo público y lo privado, la transformación digital y la automatización del modelo de crecimiento de un país.
Y si tenemos algo claro es que a lo que vamos es a una recesión. Sí, es irremediable. Pero tampoco se acaba el mundo, en todo caso, lo que se acaba es un mundo. Es importante relativizar el problema. No desestimarlo, sólo reducirlo a su verdadera dimensión. Una dimensión económica, laboral y social, no una dimensión existencial. Y como a lo que nos dirigimos sin pausa es a una recesión profunda estaría bien saber que es exactamente y las implicaciones que tiene.
Una recesión es algo aterrador, cierto. A pesar de que la última recesión terminó hace más de una década, la gente teme a las recesiones porque pueden significar pérdidas patrimoniales y paro generalizado. Pero la recesión no deja de ser una parte, la más desagradable, de una economía dinámica. Es difícil prepararse para una recesión, pero es posible. De hecho, de tu capacidad de aguante dependerán las oportunidades que tendrás cuando la recesión termine. Porque siempre terminan. Hablo en términos particulares, empresariales y gubernamentales.
El problema es que esta situación de crisis que acecha bien podría ser algo mucho peor: una depresión económica. Depresión es un término que se utiliza para definir una recesión extremadamente aguda e intratable, a pesar de que no hay una definición formal de este término en la teoría economía. Curiosamente la recesión de 2007 tuvo similitudes muy incómodas con la Gran Depresión del 29 porque llevaba implícita una crisis financiera, un desempleo brutal y la caída del valor inmobiliario. Sin embargo, a ese período de 2007, se le llamó, para siempre, como la Gran Recesión. De este modo se logró evitar así el calificativo de Depresión que tanto preocupaba al FMI, al Banco Mundial a los de Davos y a los bancos centrales. Pura semántica.
Está por ver como llamaremos a lo que viene. Desde el punto de vista técnico, el futuro inmediato podría situarnos en la mayor recesión vivida por nadie que esté vivo actualmente. Si bien una recesión oficial es la disminución de la fabricación real, de las ventas comerciales y de la producción industrial durante un período continuo determinado, ahora de lo que hablamos es, en realidad, de una parálisis de todos los flujos económicos. De un shock de oferta y demanda que se traducirá en un shock laboral sin precedentes. Además, si observamos el período transcurrido desde la Segunda Guerra Mundial hasta nuestros días, las recesiones han durado un promedio de 11 meses consecutivos. Existen estabilizadores que la regulan. También es cierto que luego puede haber estancamiento, crecimiento leve o rebote. Si es o no una depresión dependerá también de como lo afrontemos todos en general. De momento, estarás pensando, nos estamos cargando un modelo de crecimiento muy asentado que funcionaba muy bien y no va a ser fácil sustituirlo en un tiempo corto.
Una recesión o depresión, revierte en lo personal, lo empresarial y lo político. En el primer caso, en lo individual, lo importante es entender el valor de la liquidez. Ayer me preguntaba alguien que se puede hacer desde el punto de vista particular ante la hecatombe que supone una recesión (o depresión) tan importante. Desde el punto de vista personal, es difícil recomendar nada, pero sabiendo sobre su tendencia a tener media vida sujeta a cuotas crediticias, le recomendé que pagara sus créditos al consumo y la deuda de su tarjeta de crédito. Pagar una tarjeta de crédito que cobra el 18% de interés es el equivalente aproximado de obtener un 18% de retorno de tu inversión, y no obtendrá eso de la mayoría de las otras inversiones durante una recesión. Es imposible. De ahí que no sea buena idea acumular recibos en estos tiempos que vienen y disponer del rey de las recesiones: ‘el cash’. Le recomendé también que dispusiera de un presupuesto encaminado a su propia adaptación a los tiempos. Por ejemplo, buscar formación, modelos de aprendizaje que mejoren la ‘adaptabilidad’ a ese mundo ‘nuevo’ que viene desde un punto de vista laboral. Hablo de habilidades humanas abrazando la tecnología. Ambos efectos serán los protagonistas indiscutibles de las ofertas laborales que vayan surgiendo.
A nivel empresarial es similar. Formación, eficiencia y automatización. Se deberá producir menos, porque habrá menos demanda y, con ello, también será posible ganar más. Con el tiempo, quien sea capaz de aguantar, tendrá menos competencia, pero para aguantar antes hay que ‘modernizar’. Le llamaron transformación digital pero la conoceremos como ‘salida de la crisis’. Y en lo público, se trata de gastar la ingente cantidad de deuda que se está anunciando, en modificar el modelo de crecimiento de un país. En España, Europa y Latinoamérica, todos los organismos públicos se van a a endeudar como nunca antes. Es la oportunidad de gastar en conquistar el futuro. Sin eso no habrá competitividad. Sin innovación no habrá trabajo en unos años ni forma de crearlos.
Y tenemos señales tremendas de lo que viene. No hablo de las previsiones de los múltiples organismos existentes. Eso ya lo hemos analizado. Hablo de que ya teníamos indicios de que la cosa pintaba mal. Ya estábamos en la senda de una recesión importante. De ahí, como he dicho al principio, este desastre monumental que vamos a vivir y estamos viviendo, tal vez, no sea tan mala noticia. Es posible que, en lo económico, sea un revulsivo, un detonante que no hubiera llegado con tanta claridad. Lo que venía era una ‘L’ larga, muy larga, un cansancio comercial e industrial y una insostenible fórmula de relación entre la economía y los individuos. Esta explosión exige tomar medidas determinantes que no se hubieran tomado en otros casos. No será un ‘V’, ni una ‘U’, ni una ‘V’ asimétrica. Es obvio, pero habrá recuperación y será relativamente rápida si aceptamos como rápida un total de dos años al menos. Nada garantiza que la crisis que se cernía sobre nosotros antes de la crisis actual hubiera sido menos agresiva. Su duración podría haber sido formidable. Recordemos que un impacto brutal suele permitir la reconstrucción más rápido. Un continuo golpeteo, un incisivo y duradero descenso, deja inservible el escenario económico y no da opciones en tiempo para la recuperación. Lo deja en el estancamiento sin punto de fuga.
Y sin poder definir el calibre de lo que viene, sí podemos interpretar que transformaciones va a provocar. De momento sólo es factible detectar las que se derivan del propio confinamiento y de la evidencia de lo vulnerables que somos. Un mundo no tan nuevo pero que sí exigirá cosas nuevas. Se van a necesitar empresas más resistentes, más tecnológicas, más eficientes, menos endeudadas y más comprometidas.
Empresas resistentes con mecanismos para afrontar los cambios de modelo con mayor calidad y sin sufrir demasiado. Eso se logra siendo capaces de generar modelos de negocio nuevos a partir de la observación del cliente y del entorno social resultante. Recomiendo hacerlo con calma. No es preciso lanzarse a la revolución de los negocios sin entender cuál es el escenario resultante. La prudencia, siempre, es una virtud en tiempos convulsos.
Empresas que entiendan que los procesos deberán ser inteligentes y que apliquen modelos productivos nuevos con garantías e implementaciones profesionales. Trabajar desde casa es trabajar desde casa y no siempre es teletrabajar. Esto último precisa de procesos, infraestructura, seguridad, y modelos que conviertan un escenario remoto en, casi, un escenario común. No es tener una cuenta en zoom premium. Es mucho más. Y será muy importante entender que la tecnología ahora dejará de ser esa agresión a los modelos de negocio tradicionales, será, sin más, el modelo de negocio.
Empresas que logren ser más eficientes generando valor a cada parte de los procesos que pongan en marcha. Para ello precisarán leer datos, gestionar con inteligencia artificial muchos de ellos, convertirlos en información y finalmente en conocimiento. De esta crisis saldrán con ventaja las empresas que logren vender menos, ganando más. En una segunda fase, estas, serán las que venderán más, todavía gastando menos.
Y finalmente, empresas poco endeudadas y con compromiso social. Lo primero es una obviedad atendiendo a que no sabemos las exigencias financieras que se avecinan. El mercado de crédito se va a tensionar tanto que acabará repercutiendo en todo. La liquidez garantizada está por garantizarse. De ahí que, todos esos factores precisarán además un modelo de compromiso con los tiempos que vivimos. Las empresas que vendan cosas no respetuosas con la realidad dura y dolorosa del entorno, no venderán. En un mercado donde la oferta superará a la demanda, el grado de elección ante un mismo precio, siempre será emocional y enlazado con lo sostenible y comprometido.
En definitiva, vienen tiempos duros. Veremos si los que tienen que marcar las líneas de cómo afrontarlo aciertan. De momento cuesta verlo, pero confío que, más pronto que tarde, ante el peso de lo inevitable se pongan todos a trabajar juntos. Ahí, además, deberemos estar todos. Trabajadores y empresarios. Porque permíteme recordarte que, en la peor situación imaginable, incluso pudiendo haber 9 millones de parados, seguirían habiendo otros 10 trabajando. Lo importante es que esos 10, lo hagan en algo que genere riqueza a medio plazo y nuevos empleos para ocupar a los otros 9. Esa es la clave.
Descubre cómo podemos ayudarte
COVID-19 Nuevos Modelos de Negocio
Conferencia online 'La transformación digital en tiempos #postcovid
Este video es un 'trailer' amplio de la conferencia 'Las claves de la Transformación Digital en tiempos postcovid'. La duración total de la charla online ronda los 120 minutos. El mensaje es realista pero desde un punto de vista optimista también. La actual crisis que vivimos por la alerta sanitaria nos está obligando a cambiar la forma en que trabajamos, ya que muchas personas tienen que trabajar de forma remota y en la escuela en casa utilizando tecnologías digitales. Este conferencia online analiza cómo, en qué, con quién y dónde trabajará la gente después de que todo vaya pasando. Una descripción del rompecabezas que supone afrontar la digitalización de procesos, conocimiento del cliente colocándolo en el centro de la cadena de valor, la gestión de datos masivos, la venta predictiva, la generación de nuevos modelos de negocio y la asimilación de las habilidades que nos va a requerir este desafío.
Este video es un 'trailer' amplio de la conferencia 'Las claves de la Transformación Digital en tiempos postcovid'. La duración total de la charla online ronda los 120 minutos. El mensaje es realista pero desde un punto de vista optimista también. La actual crisis que vivimos por la alerta sanitaria nos está obligando a cambiar la forma en que trabajamos, ya que muchas personas tienen que trabajar de forma remota y en la escuela en casa utilizando tecnologías digitales. Este conferencia online analiza cómo, en qué, con quién y dónde trabajará la gente después de que todo vaya pasando. Una descripción del rompecabezas que supone afrontar la digitalización de procesos, conocimiento del cliente colocándolo en el centro de la cadena de valor, la gestión de datos masivos, la venta predictiva, la generación de nuevos modelos de negocio y la asimilación de las habilidades que nos va a requerir este desafío.
La última bala tras un triple 'shock' económico
En Europa llevamos más de un mes congelados. Tras las primeras noticias de algunos casos puntuales de infectados por coronavirus, llegó la bofetada que supuso descubrir que el epicentro de la pandemia se había trasladado a la puerta de nuestras casas. Tras esa sorpresa, llegaron las dudas y, tras ellas, las decisiones. La mayoría de países europeos cerraron sus fronteras y decretaron el estado de alarma unos, o de confinamiento otros. La consecuencia inmediata fue la paralización de los flujos económicos y se nos explotó frente a nuestras narices una situación económica inédita. Una crisis de triple ‘shock’ económico y que tardará todavía unos meses en materializarse con toda su envergadura y violencia.
En Europa llevamos más de un mes congelados. Tras las primeras noticias de algunos casos puntuales de infectados por coronavirus, llegó la bofetada que supuso descubrir que el epicentro de la pandemia se había trasladado a la puerta de nuestras casas. Tras esa sorpresa, llegaron las dudas y, tras ellas, las decisiones. La mayoría de países europeos cerraron sus fronteras y decretaron el estado de alarma unos, o de confinamiento otros. La consecuencia inmediata fue la paralización de los flujos económicos y se nos explotó frente a nuestras narices una situación económica inédita. Una crisis de triple ‘shock’ económico y que tardará todavía unos meses en materializarse con toda su envergadura y violencia.
Y hablo de una triple crisis, por lo menos en su origen, pues estamos ante un ‘shock’ de oferta, sucedido por otro ‘shock’ de demanda y, finalmente, un ‘shock’ en el valor de los activos. El primero se produjo cuando se decretó el cierre del flujo económico de un modo u otro. Se obligó a cerrar tiendas, comercios, bares y restaurantes, a cancelar viajes y a cerrar el espacio aéreo. El flujo económico quedó quebrado y, en una fase posterior, se canceló cualquier actividad económica no esencial.
La economía es un puzzle complejo y cuando una pieza no aparece es muy difícil componer el conjunto. Y la realidad es que hemos perdido un buen número de piezas. A esa falta de oferta se le sucedió la falta de demanda. No hay necesidad de comprar nada que no sea de carácter primario. El bloqueo de los flujos económicos ya es una realidad. A estos dos candados se sumó una caída de todos los mercados. El valor bursátil se desplomó al inicio de la crisis sanitaria y no logra remontar. En esencia, ahora no compramos, no se puede vender y además el valor patrimonial de todo se ha devaluado.
El triple ‘shock’ tendrá consecuencias a medio plazo pero que ya se pueden identificar. En un país como España, además, dependiente de sectores cíclicos y de escaso valor añadido, el problema no sólo es inédito, va a ser monstruoso. En los próximos meses viviremos otro ‘shock’, pero de tipo laboral y al que le sucederá una deflación económica, un aumento del coste público, una reducción de los ingresos de la administración, un incremento de impuestos y la intervención final del Eurogrupo.
Vamos a tener el incremento de paro más intenso de la historia en cuanto al tiempo en el que va a suceder. Las cifras, absolutamente brutales, aportadas por el Ministerio de Trabajo no son explicativas de lo que realmente está pasando. Parecen una capa de barniz que no deja ver con claridad la dimensión de la tragedia. No fueron sólo 300.000 los nuevos parados. Se trataba de algo mucho peor. Esa cifra, incluye únicamente los que dejaron de trabajar y se inscribieron en las listas de desempleo. Faltan los otros 600.000 que ni siquiera se apuntaron y que han dejado de trabajar. Son los que vieron cómo sus contratos temporales vencían en esos días de parálisis. Faltan otros 4 millones de trabajadores con contratos precarios o temporales que vencerán en los próximos cuatro meses. No renovarán.
Pero faltan más. Los tres millones de trabajadores sujetos a un expediente temporal de regulación de empleo no son, según la ministra de trabajo y el gobierno, parados a pesar de cobrar desempleo y no ir a trabajar. Para que no se contemplen como parados el gobierno derogó los artículos 45,47 y 51 del RDL 1/1995 que decía que 'un trabajador afectado por un ERTE está jurídicamente en desempleo y por eso obtiene prestación aunque no está dado de baja de la seguridad social’. Ahora ya no lo pone, pero lo ponga o no, son parados. Y si no lo son por alguna razón técnica, lo serán en un buen porcentaje. La cifra de parados debe sumar a los 700.000 autónomos que cesarán actividad. El desempleo en España bien puede llegar a cifras inéditas rozando los 6 o 7 millones de personas aunque lo escondan con epígrafes y variables ocurrentes. Lo peor es que la realidad explosionará. Y si explosiona sin avisar, porque hay un esfuerzo ridículo por esconderla, las consecuencias serán terribles.
Y no soy yo que lo interpreto. El propio gobierno español ha cuantificado ‘en 6,3 millones de trabajadores, los que van a recibir protección de rentas del Estado. La mayoría de ellos, un 60%, por entrar en ERTE. El resto dicen que son los 1,4 millones de autónomos que recibirán un beneficio económico de 950 euros por cese de actividad o desplome de sus ingresos y, finalmente, unos 900.000 que recibirán prestación por desempleo sin reunir todos los requisitos para ello’. Bueno, igual no son parados, pero se le parecen mucho.
Y en eso que, cuando los datos que se manejan son poco menos que un cuento de Disney comparado con lo que esconden, aparece el FMI. El Fondo Monetario Internacional que no acierta ni una y que se compone de un tipo de economistas de tipo ‘prospectivo’ y que nos advierte que ‘vienen tiempos muy difíciles’ tan solo una semana después de decir que ‘esta crisis sería similar a la de 2008’. Son una calamidad, una montaña de burócratas lanzando informes muy bien pagados que, para entenderlos, debemos multiplicar por dos cualquiera de sus cifras.
De ahí que nos sirva su último informe como elemento de análisis de tendencia. Veamos. El FMI dice que el crecimiento del PIB español caerá un -8% este año. Pongamos un -16% como cifra más posible. Nada visto desde la Guerra Civil o la pérdida de las últimas colonias como Cuba en 1898. La CEOE habla de un -9%, PwC de hasta un -15% y empieza a haber ya (por fin) consenso de que esto no tiene nada que ver con la mini-crisis de 2008. Replico mi apuesta. Caeremos un 16%.
Y es cierto que esto le va a pasar a muchas economías. El problema es que España no es como el resto de economías. Ni tampoco estamos en las mismas condiciones que cuando nos llegó el pinchazo de la burbuja inmobiliaria y dejó el país como un solar. No, estamos peor que entonces y en el punto de partida. Por aquel entonces estábamos creciendo, aunque fuera sobre un suelo de cristal. Ahora, igual ni te acuerdas, hace un par de meses estábamos desacelerando, no creábamos empleo y éramos incapaces de reducir la deuda.
El FMI advierte que España llegará a una deuda potencial del 115%. Será más. Nos iremos a un 125%. Y aunque parezca mucho, no es tanto comparado con lo que hemos aumentado en una década esa deuda. Si no sirvió para mucho pasar del 52% en 2009 al 96% hoy, no sería tanto pasar del 96% al 125%. De ahí que algunos defiendan que la deuda es impagable y por eso se puede seguir aumentando. Terrible. En el caso de que fuera impagable, lo que sí se tiene que abonar son los intereses, eso te lo piden religiosamente en los mercados. Si no pagas, olvídate de políticas públicas. Esos mismos suelen advertir que hay países de nuestro entorno con deuda pública superior y que no les pasa nada. Suelen referirse a Japón o a Italia. Cierto, tienen una deuda superior, pero es de una composición muy diferente. Japón e Italia tienen una deuda pública mayoritariamente interna. Nosotros tenemos deuda pública externa. No hace falta que detalle lo que significa eso, ¿verdad? Una cosa es deberle dinero a tu familia y otra al casero.
Además, lo que caracteriza a nuestro país es la dificultad de crear empleo con crecimientos inferiores al 2,1% por lo que somos una máquina de crear paro cuando la cosa no va bien. De hecho, no hemos creado suficiente empleo como para afrontar ningún reto de este calibre. En la crisis de 2008 España tenía 1,8 millones parados, ahora partimos con 3,6 millones. El doble antes de empezar a contar la hecatombe. Un país en el que la inversión en modernizar la economía ha vuelto a ser nula durante estos años. Esta crisis traerá consigo un cambio en los modelos productivos y en las cadenas de valor y estamos mucho peor preparados para la disrupción tecnológica que antes. La inversión en modernizar la economía se ha ido reduciendo y comparar es feo, pero, en 2018 España invirtió en Industria 4.0 140 millones mientras que Francia volcaba 24.000 millones en ese tipo de sector de futuro.
La dependencia de una economía cíclica, con una estructura del PIB muy débil y de escaso valor añadido, dificultará el arranque de los flujos económicos dependientes para salir del -16% que deduzco. Veamos nuestro modelo productivo y su peso en el PIB: turismo 15%, comercio interior 13%, restauración y ocio 10%, automóvil 10% e inmobiliario 9%. Por lo que cuando sale algún ministro o ministra asegurando que de esta salimos en 'V' o en 'U' o en 'Nike' es por que, o bien creen que realmente será así por ciencia infusa, o porque nos ven muy entretenidos aplaudiendo cada día a las 8 de la tarde.
Han pasado 12 años desde el estallido de una crisis que nos explicó que no podíamos pagar deudas infinitas, que el paro no tiene límites si estalla el sector motor y que cuando te rescatan (UE) te recortan hasta que no queda nada. Y en 12 años no se cambió demasiado. Seguimos sin apoyo a las empresas tecnológicas, se les castiga con tasas raras, sin estimular el modelo de crecimiento y acentuando la dependencia de sectores cuyo empleo cada vez era más precario. España está mucho peor que en 2008 y parece que nadie quiere reconocerlo o se les ha nublado la memoria.
Por si fuera poco, por primera vez desde nuestra entrada en UE, España será pagador neto y ya no receptor de fondos de cohesión para cubrir el agujero del Brexit. Esto lo complica todo aún más. De aquí que sin ingresos a la vista, pues tarde o temprano se deberán exonerar impuestos, y los pagos del 20 de mayo se podrían volver a aplazar como se hizo el 20 de abril, el relato en Europa no puede ser sólo que 'nos dejen dinero para pagar los agujeros'.
Europa no es que sea un club de gente con mucha empatía. Son burócratas con poco instinto pero sí con una idea muy clara: si nos dejan más dinero (que tendrán que hacerlo) se deberá utilizar en direcciones previstas y ordenadas por la misma UE. Y es normal, quien paga manda. Creo que, aunque las vamos a pasar canutas, tenemos una sola oportunidad más y acaba de aparecer. Una con la que, realmente, no contábamos. A pesar de que el barro nos llegará al cuello, hay una vía para que todo esto tenga algún sentido y se utilice el crédito europeo, la quiebra laboral y la falta de ingresos tradicionales, para cambiar de una vez por todas nuestro modelo y estructura de crecimiento.
El uso de los 200.000 millones que dijo Sanchez iba a movilizar y que ya sabemos que no son ni 200.000 ni los va a usar, serían un gran aporte a ese cambio. De momento no tiene pinta. En realidad eran sólo 17.000 millones, el resto eran avales que no aceptan siempre los bancos y créditos privados que no fluyen. De ahí que solo nos queda una opción: exponer un gran acuerdo de estado, aceptar la intervención europea (que será más pronto que tarde), no malgastar el mal acuerdo del Eurogrupo y plantear un modelo de salida estimulando una nueva economía.
La financiación de todo el colchón laboral y el escudo social dependerá de esa negociación aceptando que no puedes tenerlo todo sin dar nada a cambio. No puedes esperar que Europa acepte darte ayuda a cambio de no hacer lo que te piden que hagas. Si esto lleva a recortes, subida de impuestos y adelgazamiento de la administración, pues que así sea, sobretodo lo último. Poner a dieta el Estado cuando la gente lleva ya días sin cobrar, no está de más.
Fue una lástima haber desaprovechado las vacas gordas construyendo como si no hubiera un mañana, las flacas estimulando el empleo precario y las vacas, ni gordas ni flacas, en no bajar impuestos que hubieran dinamizado una economía que ahora se enfrenta a un rescate inevitable. Estamos ante la última oportunidad. Ante una crisis bíblica, pero también ante una oportunidad. La recesión perjudicará la lucha contra una crisis sanitaria como esta y, si llegara una segunda oleada o una nueva pandemia, el no haber podido invertir en ello se transforma en un desastre brutal. No es sólo un elemento productivo, es también un ejercicio de seguridad y para ello se deben practicar políticas que retengan el talento.
Ya lo hemos vivido. La crisis inmobiliaria que Zapatero insistía en llamar 'pequeña desaceleración' hasta que fue demasiado tarde para tomar medidas, supuso un éxodo de profesionales de alta calificación como nunca antes en nuestro país. Aunque España está por encima de la media europea en volumen y formación de profesionales con doctorados, no aprovecha ese talento por un modelo de investigación descuidado desde 2011 sin salida comercial y un escaso número de patentes registradas.
Los salarios de nuestros científicos son ridículos y la falta de financiación para programas de gran envergadura científica están detrás de que casi 100.000 trabajadores de alta cualificación emigraran a otro país de la UE entre el 2007 y el 2017. Volverá a pasar. Los sectores con mayor potencial de innovación han tenido pocos estímulos para implantarse en España como las fintech, big data, biotecnología o la ciberseguridad. Y esa tendencia de 2007 no ha hecho más que empeorar, gobierne quien gobierne, da igual.
El futuro al que vamos va a ser aun más exigente. La capacidad pública para afrontar los retos como el desarrollo sostenible, sanidad protegida, el empleo automatizado y digitalizado, las brechas sociales u otros, se van a reducir aun más por la necesidad económica que viene. En las vacas gordas (hasta 2004-09), como he dicho antes, no se invirtió en investigación o nuevas tech, sólo en amontonar ladrillos. En las vacas flacas (2010-16) no se invirtió en cambiar el modelo y se creó una bolsa de empleo temporal inasumible. En las vacas ni gordas ni flacas (2017-29) no se estimuló el cambio de modelo económico y se acentuó la dependencia de sectores cíclicos como el turismo. En las vacas raquíticas que vienen (2020-24) no va a haber capacidad para nada más que pagar los intereses de lo que va a costar 'reconstruir' en el solar económico que nos va a quedar. Espero, no obstante que el verbo del futuro no sea ‘reconstruir’ y se cambie por el de ‘construir’, construir algo nuevo.
Hay países que han ido revisando sus períodos de ciclos económicos para versionar sus estructuras del PIB. Nosotros no. Ya sé que no vienen tiempos de inversión pública en sectores estratégicos. Vienen tiempos de inversión táctica para taponar hemorragias. De ahí que, si se quiere aprovechar este momento como punto de inflexión para modificar el modelo de crecimiento futuro con sentido, se deberá hacer de un modo quirúrgico y asumiendo costes y daños colaterales irremediables. La industria tecnológica, la investigación, las pymes innovadoras que todavía quieran invertir en modernizarse y digitalizarse, se las debe cuidar especialmente y se las debe exonerar impuestos en la medida de lo posible a partir de esas ayudas europeas. De hecho la mayoría de empresas no quieren subvenciones, quieren ayudas fiscales y poder ejecutar planes de contención, de inversión y de crecimiento localizando oportunidades.
El futuro, aunque no pinte bien, podría ser un escenario de oportunidades. El jefe de gabinete de Obama, Rahm Emanuel dijo que ‘nunca desaproveches una buena crisis’ refiriéndose a que durante un momento como este, las grandes decisiones pueden ser igual de duras que en otros momentos, pero se entienden mejor. España ha caído en los rankings de innovación, productividad, tecnológicos y, a cambio, hemos subido en los de playas repletas. Es evidente que no podemos depender de si los bares están abiertos o no. Una economía globalizada no puede soportarlo. Pero cuando los sistemas colapsan, la gente se levanta. Todos haremos lo necesario, nos ajustaremos los cinturones, nos enfrentaremos a un mundo complejo, seremos capaces de recuperar espacios. Todos lo haremos, pero sin embargo, para eso se precisa un liderazgo claro, con decisiones que permitan que ese esfuerzo se materialice en algo. Nos hemos encerrado semanas, sin rechistar, entendiendo responsablemente lo que significaba hacerlo. Y lo volveremos a hacer, pero esta vez no será gratis. Sólo queda una bala.
La Inteligencia Artificial contra el Coronavirus
Dicen que la crisis del coronavirus que vivimos estos días va a hacer más por la transformación digital que ningún plan estratégico. Dicen que la necesidad de incorporar la tecnología en todos los ámbitos de la vida se ha hecho latente más que nunca ahora. Pienso, no obstante, que esas afirmaciones son prematuras aunque podría ser. Lo veremos. A medida que pase el tiempo, la automatización, la robótica, la inteligencia artificial, la realidad aumentada y virtual y la gestión de datos masivos, se irá evidenciando como indispensable. Lo será en materia económica, para permitir la salvaguarda de una sociedad del bienestar devastada y, también, lo será en el recorrido necesario para librar una batalla ineludible contra esta y otras potenciales pandemias futuras. Ahora sabemos que esto no est circunscrito a la ciencia ficción. Esto es real.
Dicen que la crisis del coronavirus que vivimos estos días va a hacer más por la transformación digital que ningún plan estratégico. Dicen que la necesidad de incorporar la tecnología en todos los ámbitos de la vida se ha hecho latente más que nunca ahora. Pienso, no obstante, que esas afirmaciones son prematuras aunque podría ser. Lo veremos. A medida que pase el tiempo, la automatización, la robótica, la inteligencia artificial, la realidad aumentada y virtual y la gestión de datos masivos, se irá evidenciando como indispensable. Lo será en materia económica, para permitir la salvaguarda de una sociedad del bienestar devastada y, también, lo será en el recorrido necesario para librar una batalla ineludible contra esta y otras potenciales pandemias futuras. Ahora sabemos que esto no est circunscrito a la ciencia ficción. Esto es real.
Del primer aspecto hablaré en otro artículo. Hoy quiero analizar que modelos tecnológicos se están aplicando para luchar contra la covid-19. Hablaré de robots desinfectando hospitales con luz ultravioleta, entregando alimentos y medicamentos o tomando la temperatura a los pacientes. De drones que transportan suministros alimentarios, desinfectantes o capturan imágenes térmicas. De gestión de datos masivos en abierto para poner en común el conocimiento global. Y de, por último, unos cascos inteligentes que ayudan a la detección de posibles infectados.
Empezaré por este último. La policía china utiliza cascos inteligentes equipados con cámaras infrarrojas alimentadas por IA para detectar a los peatones con fiebre mientras patrullan las calles en medio de la crisis del coronavirus. Estos cascos tienen una cámara infrarroja, que hace sonar una alarma si alguien, en un radio de cinco metros, tiene fiebre. Están equipados con tecnología de reconocimiento facial pudiendo mostrar también información privada del peatón en la pantalla virtual que tiene en la visera el propio casco. Algo impensable esto último en Europa, por cierto.
Este dispositivo se está utilizando en Shenzhen. Un lugar que comparte frontera con Hong Kong y donde la policía inspecciona también a los conductores que llegan a la ciudad. Este innovador equipo, llamado Smart Helmet N901, está desarrollado por la firma tecnológica Kuang-Chi. Los oficiales de las principales ciudades chinas ya utilizan este dispositivo futurista (recuerda a Robocop). Lo hacen para evitar la propagación del coronavirus a medida que el confinamiento chino se va relajando.
Los chinos aseguran que este es un dispositivo portátil altamente inteligente diseñado específicamente para abordar los desafíos que tiene la prevención de la epidemia. Dicen que cualquier persona con fiebre puede ser detectada a cinco metros de distancia con una exactitud del 100%. Además es bastante rápido. En apenas dos minutos, un oficial de policía puede escanear a 100 personas.
Pero hay mucho más. Estimulado por empresas chinas, la escalada tecnológica para luchar contra la pandemia, esta siendo de una velocidad y profundidad nunca vista. De hecho, cuando China inició su respuesta al virus, se apoyó en su fuerte sector tecnológico y específicamente en la inteligencia artificial (IA), la ciencia de datos y la tecnología para rastrear y combatir la pandemia, mientras que los líderes tecnológicos, incluidos Alibaba, Baidu, Huawei y otros, cambiaron sus modelos de negocio para adaptarlos a iniciativas de salud.
Como resultado, las nuevas empresas tecnológicas están ahora integralmente involucradas con médicos, académicos y entidades gubernamentales de todo el mundo para activar la tecnología a medida que el virus continúa propagándose a muchos otros países. Es evidente que tras la anécdota polémica de los cascos inteligentes, la mejor arma contra el virus es la inteligencia artificial.
¿Te preguntas como? Pues aquí van algunos de los modos en los que la alta tecnología está ayudando a luchar contra el coronavirus:
1. Inteligencia artificial para identificar, rastrear y pronosticar brotes
Cuanto mejor podamos rastrear el virus, mejor podremos combatirlo. Al analizar informes de noticias, plataformas de redes sociales y documentos gubernamentales, la inteligencia artificial puede aprender a detectar un brote. De hecho, la IA canadiense BlueDot advirtió sobre la amenaza bastantes días antes de que los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades o la Organización Mundial de la Salud emitieran sus advertencias públicas. Healthmap, una iniciativa de organizaciones como la Harvard Medical School, el Boston Children's Hospital y la Northeastern University, utilizan sistemas de extracción de datos que, junto a modelos matemáticos de la empresa Event Horizon predicen dónde se puede propagar el virus en función de las rutas seguidas por las personas en un período determinado.
2. AI para ayudar a diagnosticar el virus
La compañía de inteligencia artificial Infervision (la que utilizan los cascos inteligentes) lanzó una solución de IA que ayuda a los trabajadores de atención médica en primera línea a detectar y controlar la enfermedad de manera eficiente. El gigante chino de comercio electrónico Alibaba construyó un sistema de diagnóstico impulsado por IA que afirman que es 96% preciso para diagnosticar el virus en segundos.
3. AI y blockchain agilizan las compras sanitarias.
Una plataforma de blockchain ofrecida por Ant Financial ayuda a acelerar el proceso de compras porque reduce los niveles de interacción entre pacientes y el personal del hospital.
4. Drones inteligentes entregan suministros médicos.
Una de las formas más seguras y rápidas para obtener suministros médicos donde se necesitan durante un brote es mediante la entrega de drones. Terra Drone está utilizando en China sus vehículos aéreos no tripulados para transportar muestras médicas y material de cuarentena con un riesgo mínimo entre el centro de control de enfermedades del condado de Xinchang. Con la incorporación de inteligencia artificial esos drones también se utilizan para patrullar espacios públicos, rastrear el incumplimiento de mandatos de cuarentena y para generar imágenes térmicas.
5. Robots que esterilizan, entregan alimentos y aportan suministros.
Son muchos los modelos que se utilizan en China y Corea en estos momentos. Los robots no se pueden infectar, por lo que son geniales para limpiar, esterilizar, entregar alimentos y suministrar medicamentos reduciendo los contactos entre humanos. Los robots UVD de Blue Ocean Robotics, como he dicho al principio, utilizan luz ultravioleta para eliminar de forma autónoma bacterias y virus de todo tipo. Gracias a la inteligencia artificial esos robots son capaces de memorizar e interpretar todas esas acciones para ir mejorando poco a poco.
6. Inteligencia artificial desarrollando medicamentos.
La división DeepMind de Google ha puesto a disposición de la comunidad científica sus algoritmos de IA más innovadores y su poder de computación, para entender el comportamiento de las proteínas que forman el virus. La empresa Benevolent AI, que utiliza sistemas inteligentes para crear medicamentos que puedan combatir las enfermedades más raras del mundo, ahora ayuda a apoyar los esfuerzos contra el coronavirus. A las pocas semanas del brote, utilizó sus capacidades predictivas para proponer medicamentos existentes que podrían ser útiles. Algunos están siendo la base de las fases 2 y 3 para desarrollar una vacuna.
8. AI para identificar personas infectadas o que no cumplen
A parte del casco inteligente, y asumiendo que su uso es controvertido, el sofisticado sistema de vigilancia de China utilizó la tecnología de reconocimiento facial y el software de detección de temperatura de SenseTime para identificar a las personas que podrían tener fiebre y tener más probabilidades de tener el virus. Toda China estuvo bajo sospecha durante unas semanas.
El gobierno chino también ha desarrollado un sistema de monitoreo llamado ‘Código de Salud’ que utiliza grandes datos para identificar y evaluar el riesgo de cada individuo en función de su historial de viajes, cuánto tiempo han pasado en puntos críticos de virus y la posible exposición a las personas que portan el virus. A los ciudadanos se les asigna un código de color (rojo, amarillo o verde), al que pueden acceder a través de las aplicaciones populares WeChat o Alipay para indicar si deben ser puestos en cuarentena o permitidos en público. Un pelín intrusivo, sí.
9. Chatbots inteligentes para compartir información
Los chinos pueden utilizar WeChat para acceder a servicios gratuitos que permiten consultar aspectos de salud. Los chatbots también han sido herramientas de comunicación esenciales para los proveedores de servicios en la industria de viajes y turismo pero ahora están centrados en una interacción vinculante entre salud y ciudadano. Lo que se sospecha es que ese ‘feedback’ proporciona datos sobre el comportamiento de los usuarios que permite a las autoridades interpretarlos para luchar contra el virus.
10. Y, finalmente, los supercomputadores trabajando en una vacuna contra el coronavirus.
Los investigadores están utilizando los recursos de computación en la nube y las supercomputadoras de varias compañías tecnológicas importantes como Tencent, DiDi y Huawei para acelerar el desarrollo de una cura o vacuna contra el virus. La velocidad con la que estos sistemas pueden ejecutar cálculos y modelar soluciones es mucho más rápida que el procesamiento estándar por computadora. En una pandemia global como COVID-19, la tecnología, la inteligencia artificial y la ciencia de datos se han vuelto críticas para ayudar a las sociedades a enfrentar el brote de manera efectiva.
Ahora más que nunca, los ingenieros están trabajando junto a científicos y médicos para desarrollar métodos más eficientes para diagnosticar el coronavirus, así como para probar posibles tratamientos. Por primera vez en la historia, Internet ha hecho que la colaboración sea mucho más fácil entre estos jugadores clave.
Por ejemplo, la secuencia genómica del virus fue expuesta por científicos chinos públicamente solo unas semanas después del brote en Wuhan, está siendo estudiada por investigadores y médicos de todo el mundo, en un intento por desarrollar vacunas y tratamientos con COVID-19.
Revisando esta lista, se nos plantean tres dudas. ¿Debemos de copiar todos esos modelos tecnológicos para luchar contra la pandemia en otros lugares? ¿Nuestra ética permite el uso de todos esos métodos? ¿Es efectivo el uso de unos puntos y no otros? ¿Dependemos de China? y cuándo esto pase ¿el uso de la tecnología será dependiente de los desarrollos efectuados en China, Corea y Japón o podremos avanzar en nuestra propia tecnología? ¿es esta la puerta a la quinta revolución industrial?
Reseña de 'La Era de la Humanidad'
Hace unas semanas Ignacio Gavilán hacía esta reseña sobre mi último libro ‘La era de la humanidad‘. La replico aquí una vez ha pasado un tiempo, porque lo considero un buen resumen y, además, un excelente esquema de cuanto digo y quise explicar en él. Ignacio comienza diciendo que mi libro ‘es un largo ensayo sobre el futuro que aguarda a la humanidad, un futuro de una fuerte y disruptiva presencia tecnológica y una automatización masiva, un futuro que además el autor prevé como inevitable y muy cercano y para el que afirma no nos estamos preparando, especialmente desde el ámbito de gobiernos y administraciones’.
Hace unas semanas Ignacio Gavilán hacía esta reseña sobre mi último libro ‘La era de la humanidad‘. La replico aquí una vez ha pasado un tiempo, porque lo considero un buen resumen y, además, un excelente esquema de cuanto digo y quise explicar en él. Ignacio comienza diciendo que mi libro ‘es un largo ensayo sobre el futuro que aguarda a la humanidad, un futuro de una fuerte y disruptiva presencia tecnológica y una automatización masiva, un futuro que además el autor prevé como inevitable y muy cercano y para el que afirma no nos estamos preparando, especialmente desde el ámbito de gobiernos y administraciones’.
Continúa asegurando que ‘se trata de un libro de discurso complejo de estructurar, no porque en sí mismo haga una exposición difícil, todo lo contrario, sino porque se entrelazan temas en una estructura no siempre clara de vislumbrar. Formalmente, el texto se estructura en cuatro grandes partes, cada una con una serie de capítulos de longitud bastante variable’.
Aquí os dejo el esquema, que como decía, me parece un muy buen ejercicio de acercamiento a la estructura y al núcleo de cuando escribí hace ya algunos meses.
‘Parte 1. No era una crisis:‘ Es ante todo, una descripción de una crisis que el autor entiende como muy profunda, no bien entendida y que no es temporal sino estructural acompañada por un lamento por la falta de estrategia y acción por parte de las administraciones.
‘1. La deflación del capital:‘ Habla de la crisis de las ‘subprime’ a través de uno de sus protagonistas, Jean Flamcourt y con base en esta historia introduce la idea de la ‘deflación del capital’ como elemento clave.
‘2. Un nuevo contrato social llamado «empleo»:‘ Cuestiona la recuperación de la crisis, entendiendo que el cambo es estructural y que el desempleo a largo plazo no disminuirá debido a la generalización de la automatización.
‘3. Un Ministerio del Futuro:‘ Apuesta decididamente por una visión estratégica en los gobiernos, una visión que, claramente, echa en falta.
‘4. Montar un siliconvalei de cartón:‘ Reclama. de nuevo, una acción decidida de la administración y una fuerte inversión, y compara, de forma desfavorable para nuestro pais, lo que sucede en Francia o Irlanda, frente a la realidad en España.
‘5. La clave está en los mares del norte:‘ Estudia en más detalle el caso Irlandés.
‘6. La dimensión de la tragedia:‘ Partiendo del comentario de lo ocurrido en el Foro de Davos de 2016, intenta explicar la magnitud del cambio que estamos sufriendo.
‘7. A Europa sólo le queda Eurovisión:‘ Analiza la brecha de género.
‘8. La era de la incertidumbre:‘ Continuando la crisis con perspectiva española.
‘9. No era una ráfaga, era el futuro:‘ Continua el desalentador análisis, primero de la situación en España y luego a nivel Europeo.
‘10. La internet del todo:‘ Intenta resumir todo lo expuesto en esta primera parte e introduce brevemente algún elemento tecnológico como Internet de las Cosas o Big Data.
‘Parte 2. Un mundo automatizado:‘ Es, fundamentalmente, una revisión amplia de algunas tecnologías relevantes y, sobre todo, su influencia e impacto, en muchos casos completamente disruptivo en negocios, sectores y organizaciones. Incluye trece capítulos:
‘1. Edison no estaba solo:‘ Afirma que la crisis que vivimos es una gigantesca revolución llena de oportunidades. Recuerda el papel que jugaron figuras como Edison, Tesla o Bell en generar innovaciones hace aproximadamente un siglo y lo enlaza con la idea de que las recesiones generan innovación y eso va a volver a pasar.
‘2. Un presente de ciencia ficción:‘ Comienza hablando brevemente de ciencia ficción para luego enlazar con las predicciones de Peter Diamandis para 2025 y aportar información de algunas realidades que ya se pueden observar por ejemplo en Japón.
‘3. El mejor amigo de mi amigo es un algoritmo:‘ Habla de algoritmos y de sus sesgos, pero también de su capacidad de automatización y del impacto en empleo y educación.
‘4. Kodak y el tipo de l abandera roja:‘ Habla de cómo las nuevas tecnologías son disruptivas y alteran sectores y modelos de negocio tradicionales. Comienza comentando el famoso caso Kodak pero luego dedica mucho espacio a la evolución del automóvil, en especial el vehículo autónomo.
‘5. Fintech: los bancos son las nuevas discográficas:‘ Entra ahora en el sector financiero y bancario y la amenaza por las fintech
‘6. League of Legends no es solo un juego:‘ Se centrafundamentalmente en la realidad virtual y aumentada y su impacto en contenidos, deportes o espectáculos.
‘7. Del quirófano a la torre de control:‘ aborda innovaciones en la actividad médica y de salud,
‘8. Un mundo instantáneo:‘ Comenta la rapidez de la información y los mensajes, comenzando desde los medios sociales, con redes que publican información volatil (tik-tok o stories) hasta implicaciones por ejemplo en el retail.
‘9. O te transformas o te transformarán:‘ Habla brevemente de transformación digital y cómo estimar el indice de digitalización de una organización.
‘10. Renta básica inevitable:‘ Plantea el concepto y la necesidad de la Renta Básica Universal en un mundo automatizado.
‘11. La economía automática:‘ Defiende la automatización y la digitalización extremo a extremo y generando nuevos diseños de negocio.
‘12. La ética cognitiva:‘ Se adentra en los aspectos éticos asociados especialmente a la inteligencia artificial
‘13. La humanidad aumentada:‘ Se alarga en los temas relacionados con inteligencia artificial y ética, aunque al final aborda temas muy diversos de cómo las tecnologías complementan y aumentan nuestras capacidades individuales y sociales.
‘Parte 3. La empresa autoajustable:‘ Se orienta a describir modelos de presente y futuro basados en la aplicación de las tecnologías, especialmente en el ámbito de las empresas pero también en los niveles individual o de ciudad.
‘1. Nuevos modelos de negocio y una botella de agua:‘ Expone, mediante varios casos, cómo la tecnología está creando nuevos modelos de negocio que, en muchos casos, convierten en absolutamente obsoletos a los precedentes
‘2. Nuevos clientes en el centro de la cadena de valor:‘ Coloca a la tecnoilogía como nuclear de la estrategia y a las necesidades y gustos de los clientes como ‘drivers’.
‘3. Nueva comunicación: de la agencia al laboratorio:‘ Habla, como el título anticipa, del nuevo marketing y comunicación.
‘4. Nuevos procesos: la fábrica conectada:‘ Se centra ahora más en el backoffice y con los ejemplos de Amazon e Hitachi nos ilustra cambios en la producción y la logística, incluyendo elementos de automatización y de Internet de las Cosas.
‘5. Nuevas interacciones en un entorno robótico:‘ Habla de la aplicación de robots en otros entornos como el hostelero o la seguridad
‘6. Nuevo crecimiento: de los e-sports a la biotech:‘ habla brevemente de los dos grupos de aplicaciones/tecnologías: los e-Sports y la biotecnología.
‘7. Nuevas relaciones digitales y sel sex appeal de Siri:‘ Se adentra en escenarios más de interacción y relaciones como es el uso de los asistentes personales.
‘8. Nuevos escenarios en la ciudad y el campo:‘ Afirma que el futuro estará en las ciudades y comenta las ‘smart cities’ pero también observa y describe interesantes perspectivas para el campo y la agricultura.
‘Parte 4. La quinta revolución industrial:‘ Plantea cómo será el futuro, que el autor entiende muy cercano, y que denomina quinta revolución industrial.
‘1. Cuando las máquinas lo hagan todo:‘ Un largo capítulo en que se abordan entre otros temas el asunto del eventual desempleo, los impuestos a los robots o una visualización de un futuro altamente automatizado.
‘2. ¿Cuán «computabilizable» eres?:‘ Analiza largamente escenarios de relación con robots.
‘3. El ser humano es el «porqué» y la tecnología el «cómo»:‘ Comienza analizando nuevos tipos de empleo y sigue con las claves para transformar digitalmente una organización.
‘4. Educación freelance para un futuro laboral freelance:‘ Afirma que la mayor parte del empleo futuro será ‘freelance’ y plantea cómo hacer la educación para ese empleo freelance.
‘5. La singularidad tecnológica:‘ Tras repasar las revoluciones industriales anteriores acaba comentando la singularidad, ese futuro previsto por pensadores como Diamandis y donde la inteligencia artificial supera a la humana. Comenta algunas fases sobre cómo se alcanzará y también algunos proyectos e iniciativas.
‘6. La singularidad humana:‘ que se trata de una adaptación para usar nuestros cerebros en lo que son mejores.
‘7. Bonus track: carta desde el año 2050:‘ Finaliza con un relato anecdótico pero que ilustra la inteligencia que las máquinas serán capaces de alcanzar.
Quiero agradecer a Ignacio el trabajo y su consideración final en que ‘La era de la humanidad‘ es un libro interesante, apasionado, futurista y en ocasiones arriesgado y con frecuencia bastante crítico pero, en el fondo, optimista y orientado a la acción. Asegura que ‘es un libro que habla de tecnología pero desde una perspectiva no tecnológica sino de impacto económico, político y social. Un libro al que creo le hubiera beneficiado una longitud algo más reducida que realzaría con más fuerza el mensaje pero que, de todas formas, considero que es muy efectivo en la activación del interés, y quisiera creer que la acción, para desarrollar la tecnología y los modelos de negocio y sociales asociados y también prepararnos desde un punto de vista educativo, social y ético para un futuro sin duda apasionante, pero complejo y con una transición en la que habrá, sin duda, ganadores y perdedores’.
Ficha técnica
TITULO: La era de la humanidad
AUTOR: Marc Vidal
EDITORIAL: Deusto
AÑO: 2019
ISBN: 978-8423430918
PAGINAS: 424
¿Cómo ha logrado Corea del Sur vencer al coronavirus sin paralizar su economía?
Escuchamos desde hace días a los responsables políticos y médicos de infinidad de países hablar acerca del pico de contagios o fallecidos por culpa del Covid-19. Estamos haciendo un curso acelerado de modelos de previsión e incrementos variables. Al comparar las curvas de casos de los diferentes países hay una que destaca sobre las demás. Se trata de la de Corea del Sur. Un país que ha logrado una baja letalidad y una economía que nunca tuvo que paralizarse ni tuvieron que confinar a su gente. A cambio les repartió dos mascarillas por persona y semana. Pero veamos la evolución del asunto y las medidas tomadas. Comparar también sirve si lo que se ha hecho, se hace y se pretende hacer es acertado.
Escuchamos desde hace días a los responsables políticos y médicos de infinidad de países hablar acerca del pico de contagios o fallecidos por culpa del Covid-19. Estamos haciendo un curso acelerado de modelos de previsión e incrementos variables. Al comparar las curvas de casos de los diferentes países hay una que destaca sobre las demás. Se trata de la de Corea del Sur. Un país que ha logrado una baja letalidad y una economía que nunca tuvo que paralizarse ni tuvieron que confinar a su gente. A cambio les repartió dos mascarillas por persona y semana. Pero veamos la evolución del asunto y las medidas tomadas. Comparar también sirve si lo que se ha hecho, se hace y se pretende hacer es acertado.
A finales de febrero, el número de nuevas infecciones por coronavirus en el país asiático tuvo un cambio de comportamiento pasando de varias decenas a varios miles en muy poco tiempo. De hecho, identificaron 909 casos en un solo día el último día de febrero. Sin embargo, sólo en una semana redujeron esa cifra a la mitad y, en unos pocos días más reportaron sólo 64 casos nuevos. En el resto del mundo explotaba la pandemia de manera exponencial pero en Corea se apagaba rápidamente. El 7 de marzo España tenía 498 infectados oficiales, Corea del Sur 7.041. Un mes después nosotros superamos los 135.000 y ellos apenas los 10.000. En el mismo período España ha pasado de los 10 fallecidos a los 13.000 y Corea de los 44 a los 186. Es evidente que hay dos estrategias distintas, dos modos de afrontar la pandemia. A primera vista la sensación es que tuvieron que aplicar medidas muy duras para lograrlo pero lo relevante es que para lograrlo no tuvo que aplicar las restricciones que vivimos otros con la consecuente congelación económica.
La pregunta es ¿qué ha hecho Corea del Sur para ese aparente éxito? En un artículo del New York Times lo detallan: acción rápida, pruebas generalizadas con rastreo de contactos y el apoyo crítico de los ciudadanos. Es importante resaltar un elemento que define a este país. Desde el punto de vista de la automatización, la tecnología y la inteligencia artificial, Corea del Sur es el país con la mayor densidad de robots per cápita del mundo. Esto permite entender lo engrasado de algunos procesos y de la aceptación del uso digital en otros.
Aunque los funcionarios surcoreanos advierten que sigue existiendo un riesgo de resurgimiento, Corea del Sur está demostrando que al Covid-19 se le puede ganar con una salud pública inteligente y agresiva. Para ello, es muy interesante estudiar la metodología utilizada, que aunque parezca simple, en su ejecución no lo es tanto. Se trató de una intervención rápida que el propio gobierno relata en este documento que explica esas medidas. Unas medidas que deberían haber servido de inspiración ya hace mucho pues el resultado ha acabado siendo una baja letalidad y una economía intacta que nunca tuvo que entrar en parada forzosa. Pero ¿qué hicieron exactamente? Mientras nuestros dirigentes aseguran que ‘viene lo peor’, ‘que vamos a ganar juntos’ y otras frases similares, el ministerio de Economía de Corea del Sur publicó como lo lograron.
Primeramente tuvieron reflejos y una intervinieron muy rápida. Solo una semana después de que se diagnosticara el primer caso del país a fines de enero, funcionarios del gobierno se reunieron con representantes de varias compañías médicas e instaron a las compañías a comenzar a desarrollar inmediatamente kits de prueba de coronavirus para la producción en masa. Además, aunque los casos confirmados de Corea del Sur se mantuvieron en muy pocos, miles de kits de prueba se hacían diariamente. Esto significó algo muy importante, pudieron luchar contra la epidemia sin limitar el movimiento de nadie porque conocían las fuentes de infección en todo momento. Este hecho no fue casual, estaban preparados para tratar el coronavirus como una emergencia nacional, pues tuvieron un brote en 2015 de un síndrome respiratorio que mató a 38 personas. Eso les mantuvo en alerta y ese es, en realidad, una de las funciones de cualquier gobierno, la previsión estratégica.
En segundo lugar, Corea del Sur implementó una prueba temprana, frecuente y eficiente. Sin fallos. Examinaron, siguen haciéndolo, a muchas más personas para detectar el coronavirus que cualquier otro país, lo que les permite aislar y tratar a cualquiera muy poco después de su infección. Algo muy distinto que en otros países donde las personas con síntomas esperan días y días hasta recibir confirmación en un sentido u otro. Es evidente que las pruebas son fundamentales porque eso lleva a la detección temprana, minimiza la propagación y trata rápidamente a los que se encuentran con el virus a la vez que ayuda en algo fundamental, rebaja la tasa de mortalidad. Está demostrado.
El tercer elemento fue el de evitar el colapso del sistema sanitario con una fase previa al posible tratamiento. Para ello abrieron 600 centros de pruebas diseñados para evaluar a la mayor cantidad de personas posible, lo más rápido posible, y mantener a los trabajadores de salud seguros al minimizar el contacto. En un centenar de estaciones de servicio los ciudadanos eran examinados sin bajarse del coche. En 10 minutos tenían los resultados. Todo eso, con apenas unos muchos menos casos de los que tenemos otros y donde todavía estamos discutiendo sobre estas posibles pruebas masivas y sin errores. Para ello utilizaron incluso las cámaras térmicas ubicadas en la mayoría de oficinas, hoteles, restaurantes o edificios públicos culturales o deportivos para identificar a las personas con fiebre. Lograron tener un mapeo muy cercano y rápido de quién tenía el virus y quién no.
La cuarta clave en la metodología surcoreana trató de rastrear a los ciudadanos a partir de contactos recientes y aplicando el aislamiento y vigilancia de todos ellos. El éxito de esta acción estaba supeditada a la eficiencia tecnológica y a la agilidad de la toma de medidas. Esto, cuando se hace tarde, se pierde el tracking de un contagiado por la innumerable cantidad de variables posibles. Lo tuvieron claro. Cuando alguien daba positivo, los trabajadores sanitarios rastreaban los movimientos recientes del paciente hacia atrás para encontrar, evaluar y, si es necesario, aislar, a cualquier persona con la que la persona haya tenido contacto. En otros países hemos hecho eso pero no funcionó. El motivo es que en Corea del Sur se desarrollaron herramientas y prácticas para el rastreo agresivo de contactos durante el brote de MERS y aquí no.
El sistema es un poco big brother pero ha resultado un éxito. Los funcionarios de salud rastrean los movimientos de los pacientes utilizando imágenes de cámaras de seguridad, registros de tarjetas de crédito, incluso datos de GPS de sus coches y teléfonos. Revisaron su propia ley de privacidad individual y cambiaron de urgencia lo necesario para priorizar la seguridad social sin afectar la economía. Ellos defienden que sin economía no puede haber salud y que, si se paraliza la industria y el comercio, la crisis posterior sería más letal que la sanitaria.
Lo curioso es que hubo un momento en el que rastrear a infectados y contactados se hizo realmente imposible. Como en Europa. En ese momento el gobierno insertó en los teléfonos móviles de los ciudadanos un sistema de alerta. Los teléfonos de los surcoreanos vibran con alarmas de emergencia cada vez que se descubren nuevos casos en sus distritos. Los sitios web y las aplicaciones de teléfonos inteligentes detallan cada hora, a veces minuto a minuto, los plazos de los viajes de las personas infectadas: qué autobuses tomaron, cuándo y dónde subieron y bajaron, incluso si llevaban máscaras. Después, se insta a las personas que creen que pueden haberse cruzado con un paciente a que se presenten en los centros de evaluación urgentemente y sin opción alternativa. Al identificar y tratar las infecciones de manera temprana, y al segregar los casos leves a centros especiales, han mantenido los hospitales limpios para los pacientes más graves y han evitado el contagio entre sanitarios y entre pacientes con otras patologías que pasaban por allí. Su tasa de letalidad apenas llega al 1% por cierto.
La quinta clave ha sido la implicación social que pidió el gobierno a sus ciudadanos. Nosotros luchamos contra el virus confinados, ellos lo hacen rastreando. Al no haber suficientes sanitarios que pudieran utilizar los escáneres de temperatura corporal todos los ciudadanos pudieron ser requeridos para este análisis en la calle. Los gobernantes creyeron que la supresión del brote requería mantener a los ciudadanos totalmente informados y solicitar su cooperación activa, no sólo pasiva. Por cierto, como he dicho al principio, la obligación del uso de mascarilla, nunca fue un debate. Aquí aun estamos con eso. La diferencia es que allí había para todos y aquí no, por lo que obligar el uso de algo que no tienes para todos es una evidencia de la imprevisión. Y no es un tema de demografía o capacidad económica, es un asunto de eficiencia. Recordemos que Corea del Sur tiene un PIB de 1,531 billones USD y España de 1,311 billones USD. Que Corea del Sur tiene 51,47 millones de habitantes y España 46,66 millones.
Y te estarás preguntando porque no hemos actuado igual, ¿porque no hemos imitado al país que está derrotando al Coronavirus sin parar su economía? Pues básicamente por falta de capacidad política, sensibilidad pública y, especialmente, porque ya no podíamos. El tiempo es la clave. Hemos esperado mucho. Esto se sabía, se conocía, pero se le restó importancia durante tiempo. Se nos decía, y muchos lo creímos, que no era tan grave ni lo sería. A quienes pagamos para que sepan actuar ante estas cosas, no lo identificaron. En Corea sí.
En lo político, muchos gobiernos dudaron en imponer medidas en ausencia de un brote importante. En lo público, la confianza social sobre lo que te pide el gobierno es mucho mayor allí que en países que estamos siempre con guerras estúpidas, populistas y partidistas. El descrédito de la clase política se ha trasladado en una desidia social importante. En cuanto al momento, ya es demasiado tarde para que los países que estamos profundamente inmersos en la epidemia logremos controlar los brotes rápido y eficientemente. De ahí el desastre monumental en el que estamos a nivel sanitario y al monstruoso cataclismo económico al que nos encaminamos.
Esta crisis va a cambiar muchas cosas en Occidente. Modo de relacionarnos, modelos económicos y sistemas políticos. Estaría bien que también cambie el modo en el que seremos capaces, si viene otra, de afrontar una pandemia similar. Tengamos claro que una economía sana es el mejor modo de tener una buena sanidad. Sin economía no hay sanidad. Existe un riesgo notable de que en una crisis económica brutal mucha gente que no hubiera sufrido por el virus, sí lo haga por no poder acceder a tiempo y en condiciones a un sistema sanitario tremendamente costoso. Ojo con eso. Además, sabemos que el único modo para luchar con un virus sin vacuna es contenerlo al principio, investigar sociológicamente como actuar y tener capacidad económica para ello. Estoy seguro que lo vamos a conseguir, pero el precio que vamos a pagar podría haber sido muy inferior mirando como lo han hecho en Corea del Sur por ejemplo.
Una economía congelada por decreto precisa una congelación de impuestos
Que ha llegado una catástrofe económica sin modelo comparativo anterior parece evidente. Que las medidas que los distintos gobiernos están adoptando para amortiguarlo son diferentes en cada caso, también. Las estrategias que se pongan en marcha ante este monstruoso escenario determinarán el modo en el que cada uno salga del agujero y en cuánto tiempo lo hará. Unos han optado por utilizar el extintor de la deuda sobre cada foco que prende y otros han decidido estructurar soluciones más amplias.
Que ha llegado una catástrofe económica sin modelo comparativo anterior parece evidente. Que las medidas que los distintos gobiernos están adoptando para amortiguarlo son diferentes en cada caso, también. Las estrategias que se pongan en marcha ante este monstruoso escenario determinarán el modo en el que cada uno salga del agujero y en cuánto tiempo lo hará. Unos han optado por utilizar el extintor de la deuda sobre cada foco que prende y otros han decidido estructurar soluciones más amplias.
Dinamarca, por ejemplo, ha alcanzado un acuerdo con sindicatos y patronales para mitigar el problema laboral y que el mayor número de empresas permanezcan vivas cuando todo esto amaine. Para ello, en lugar de garantizar que cualquier expediente de regulación temporal de empleo se conviertan en definitivos, han decretado con carácter retroactivo que el Estado cubra el 75% del sueldo de los trabajadores de aquellas empresas privadas que, por culpa del coronavirus, planeen recortar su plantilla si se comprometen a no despedir a nadie por motivos económicos. En la medida hay letra pequeña en cuanto al número de empleados, tope salarial e, incluso, de cubrir el 90% en aquellos trabajadores que ejerzan su empleo por horas.
Dinamarca defiende con esta medida, a diferencia de los ERTEs rápidos que se han definido en España, es que las empresas reciben la ayuda directa, las nóminas están aseguradas y el empleo futuro también. Con ello buscan mantener el poder adquisitivo de los trabajadores, minimizar el coste relativo para las empresas y, una potencial activación del consumo posterior al no haber riesgo de pérdida de empleo. Según los daneses, los ERTEs no garantizan la recolocación tras la crisis.
Es cierto, y cabe destacar, que Dinamarca tiene una deuda pública que ronda el 34% y España el 97% por lo que algunas medidas sólo son factibles desde el ámbito público con cuentas saneadas. El problema es que las cuentas deben sanearse durante el proceso de salida de la crisis pues, a medio plazo, se debe financiar igualmente y, sin trabajadores cotizando y trabajando, va a ser mucho más difícil.
Otra diferencia notable es la que tiene que ver con autónomos y microempresas. En Dinamarca, si registran una caída de los ingresos del 30% o más, directamente podrán recibir una compensación del 75% de estas pérdidas en base a unos criterios de topes y máximos justificables. En España son más de 3 millones los autónomos que ayer, puntualmente, facturando cero euros vieron como se les ha cobrado su cuota mensual. Abandono y cero empatía con uno de los colectivos en el que se sujetó la anterior salida de la crisis. Aunque poner como ejemplo sólo a Dinamarca no es suficiente. Francia pondrá 300.000 millones de euros a disposición de sus negocios para garantizar que reciban créditos y evitar su cierre y asumirá el pago de los créditos bancarios de las empresas. Y es que Francia, a diferencia de España, ha entendido lo que supone dejar a la intemperie a los autónomos. De ahí que han decretado la suspensión generalizada de todos los pagos de impuestos y cotizaciones sociales, las facturas de agua, luz y gas, así como los alquileres. Además, contemplan que los autónomos puedan disponer de un ‘fondo de solidaridad’ financiado con recursos públicos para los que caigan en el intento.
Aún hay más. El Gobierno de Reino Unido ha decidido extender a los autónomos la protección del 80% de salario, con la aprobación de un esquema de protección pensado especialmente para trabajadores por cuenta propia. Para el cálculo de la cuantía que le corresponde a cada autónomo, el Gobierno empleará la media mensual de sus ingresos durante los últimos tres años. La protección salarial se extenderá durante tres meses a partir de junio, pero el ministro británico aseguró que se extenderá en caso de que sea necesario. Lo mejor, es que, además, los autónomos que reciban esta ayuda podrán seguir desempeñando su actividad con normalidad. La idea es que quieren cubrir la misma cantidad de ingresos a los autónomos que la que están cubriendo a los trabajadores por cuenta ajena. Brutal. Es posible.
Pero volvamos. España tiene un plan de reconstrucción, Dinamarca de reactivación. La semántica importa. El ministerio de economía escandinavo asegura que ‘la experiencia demuestra que, en cualquier crisis, si se mantiene el contrato entre empresa y trabajador, es más fácil volver a la normalidad cuando los problemas desaparecen’. Desvincular esa relación, aunque sea temporalmente, suele dejar un solar vacío. Ya lo hemos vivido. La idea es que las empresas mantengan su fuerza de trabajo intacta con este vínculo. A esto se le llama ‘contador cero’ en el ámbito laboral, asumiendo que no se factura por imposición. Digamos que, aunque realmente se ha parado la economía, el efecto no sea el de pararla sino el de ‘hacer pause’.
No se puede decretar la congelación de la economía y no congelar también el sistema tributario. Vivimos un proceso destructivo inédito con soluciones que se desconocen o comparables. Por eso, aunque Dinamarca tome medidas distintas, también sufrirán. El asunto es saber a que velocidad y con que costes saldremos nosotros u otros.
Es importante recordar que España era un país que ya no creaba empleo, que parte en esta crisis con 3,2 millones de parados, con una pendiente revolución tecnológica que no llegó a tiempo y con una dependencia de sectores cíclicos vinculados a que todo ‘vaya bien’. No podemos comparar nuestro país con Dinamarca, cierto, pero si podemos inspirarnos en algunos aspectos si se demuestra que uno de nuestros mayores problemas, el empleo, se puede salvaguardar.
Tengamos en cuenta que el gobierno español dice que va movilizar el 20% del PIB para luchar contra la crisis del coronavirus. Es exigible, obligatorio, que esa ingente cantidad de dinero, venga de donde venga o se garantice como se garantice, no se derroche en parches, en medidas relativas o tácticas. Debemos pedir que se establezcan de un modo que permita mantener el empleo y modernizar nuestro modelo de crecimiento o será imposible retornar esa deuda jamás. Y el futuro no sólo depende de que ahora se haga algo, sino que lo que se haga sea eficiente y modernice nuestra estructura industrial y económica.
A todo esto suponiendo que los 200.000 millones, ese 20% del PIB, realmente lleguen a donde deben llegar. El presidente Sánchez habló el 17 de marzo de ‘movilizar la mayor cantidad de dinero jamás hecha para luchar contra el coronavirus’. Y tengo mis dudas de que eso sea el efecto final. No es un dinero que se vaya a pedir prestado al BCE con un interés privilegiado y un plazo de pago asumible. Un dinero que no irá directamente a pagar los salarios de la gente que ya sabemos están perdiendo y perderán su trabajo, para garantizar que las empresas no quiebren, para exonerar impuestos, pagar hipotecas, alquileres, ayudar a autónomos, dotar al sistema sanitario de medios y aguantar el batacazo provocado por paralizarlo todo.
Pero así no ha sido. En realidad solo ponen 17.000 millones. El resto son avales y créditos al sector privado. Es decir, el gobierno no pondrá el dinero, solo te avalará en el caso que un banco decida darte un crédito que, obviamente, deberá analizar si estás en condiciones de pagar. Tela. Si la empresa no quiebra y paga el crédito, el gobierno no pone un céntimo. Es realmente retorcido. Brillante a quien se le haya ocurrido por otro lado.
Y se entiende no obstante. Como en 2008, España volverá a negarse a un rescate. La lógica nos dice que en el próximo año los Gobiernos emitirán la mayor cantidad de deuda pública de la historia y aquellos países muy endeudados y con escasa credibilidad fiscal como es el nuestro tendrán problemas para financiarse. Eso lo sabe muy bien la ministra Calviño, buena conocedora del sistema europeo, por lo que se ha presionado en cuidar la liquidez. El ‘cash’ será el rey y un aval de 100.000 millones no consume liquidez y te permite quedar muy bien.
Y si hay algo que realmente podría ayudar a las empresas, grandes, pequeñas, autónomos e individuos particulares, es aligerar el peso tributario. No aplazar, exonerar. El gobierno no tiene la culpa de la crisis, cierto, pero si puede tener la responsabilidad de gestionarla con el culo. Tampoco tienen culpa las empresas y autónomos, y menos las personas asalariadas. No se les puede pedir que sin poder facturar ‘por ley’ se les pida cumplir con los pagos ‘de la ley’. Se debe exonerar en el tiempo esas obligaciones tributarias o se ahogarán. El 90% de las empresas de este país es una micro-empresa que viven con un colchón financiero muy reducido. Si ese colchón es para pagar impuestos la regla de tres da un cero absoluto, en empleo sobretodo.
Ese 20% del PIB debe servir para retener el valor de la empresa actual, salvaguardarlo todo, con un paréntesis tributario, no un aplazamiento, un pause absoluto y una espera que garantiza ese dinero para reactivar el proceso productivo. Pero a cambio, de momento, España será el único país de su entorno que no tocará los impuestos ante la crisis del coronavirus. Se resisten a hacerlo. Solo han establecido un pequeño aplazamiento para casos muy concretos y por eso hacienda no perdonará ni un euro a los contribuyentes sea cual sea su situación. Solo establecen un aplazamiento automático de deudas tributarias. Un grano de arena en un desierto inmenso.
No sólo Dinamarca, otros países como Alemania, Italia, Austria, Bélgica, Portugal, Finlandia, Noruega, Grecia, Luxemburgo, Rumania, Eslovaquia, Lituania, China, Rusia, Singapur, Australia, Nueva Zelanda, Indonesia, Malasia o Costa Rica han optado ya por diferir los plazos para presentar autoliquidaciones tributarias por impuestos sobre la renta o por IVA y han introducido incentivos fiscales relevantes para otorgar liquidez a las empresas. Aquí, la ayuda fiscal solo está presente en algunas exoneraciones menores por parte de ayuntamientos en la medida que pueden y son competentes.
Lo que decimos es que se active un ‘estímulo tributario’. Se trata de reconocer que este momento no tienen nada que ver con nada visto hasta la fecha. De que parar la economía obligatoriamente no se puede trasladar a las empresas pues no tienen margen de acción y algo hay que hacer para que no se derrumben. Que en la política fiscal es donde hay una herramienta muy poderosa cuando ya has aceptado que vas a endeudarte como nunca antes.
En resumen, la salida de la crisis en una hipotética ‘V’, ‘U’ o ‘raíz cuadrada’ difícilmente se podría haber producido, pero mucho menos con estas medidas. A lo que vamos es a una ‘L’ larga. El turismo, el entretenimiento, la industria o los componentes precisarán mucho tiempo para recuperarse, el empleo no se activará de manera automática y las pymes y los autónomos caerán como moscas al no poder incorporarse al flujo económico ahogados por deudas y créditos gracias a las moratorias y flexibilizaciones. El único flotador que les ofrece el gobierno. Cuando llegue el momento de pagar ese salvavidas no habrá nada con lo que hacerlo.
Estamos en caída libre. El PIB caerá, aquí, casi un 10%. Insalvable sin medidas más globales y dejando todo a la inercia de los parches que se están anunciando tras cada consejo de ministros. Una calamidad. El desplome va a ser de tal magnitud en inversión, consumo, exportaciones e importaciones que ni el gasto público lo va a poder activar. A esto le sumas que, detrás de medidas cosméticas, no hay una defensa real del empleo. Se trata de paquetes temporales, nada es estructural o que permita soporta el empleo desde las empresas.
Y si el paro llega al 35% cuando se sumen los ERTEs convertidos en EREs, los vencimientos de contratos temporales y los despidos inevitables a medio plazo. Se calcula que cerca de un millón de empresas van a cerrar si no se actúa directamente en ellas. No se trata de liquidez por crédito, se trata de exonerar obligaciones y poner la economía bajo un paréntesis que ha sido, por otro lado, obligado por la crisis sanitaria. Si nos piden congelar nuestras empresas, deben congelar las obligaciones tributarias. Sin ese matiz, todo lo que se está haciendo va a ser un bucle negativo.
La crisis del Covid-19: la gran oportunidad
De momento, parece que las únicas medidas que se prevén para afrontar el desastre económico al que nos acercamos, son las que ya se aplicaron en otros momentos de la historia. No hay referencias previas que puedan servir de inspiración al hecho de que el planeta detenga su flujo económico casi en su totalidad. Esta sucediendo de un modo episódico, pero poco a poco se irá parando todo. Los estados, con escasas excepciones, se niegan a poner el contador a cero. Consideran que el daño sería formidable y que no es necesario llegar a ese extremo. A cambio han optado con exigir la bajada de persiana por sectores. El error es mayúsculo.
De momento, parece que las únicas medidas que se prevén para afrontar el desastre económico al que nos acercamos, son las que ya se aplicaron en otros momentos de la historia. No hay referencias previas que puedan servir de inspiración al hecho de que el planeta detenga su flujo económico casi en su totalidad. Esta sucediendo de un modo episódico, pero poco a poco se irá parando todo. Los estados, con escasas excepciones, se niegan a poner el contador a cero. Consideran que el daño sería formidable y que no es necesario llegar a ese extremo. A cambio han optado con exigir la bajada de persiana por sectores. El error es mayúsculo.
Contemplar la economía actual como un elemento lineal, capaz de cortar una cadena de valor determinada y que afecte relativamente poco al resto es muy naíf. Se olvidan, u obvian voluntariamente, que a medida que el desempleo, los impagos, las quiebras y las insolvencias se desplieguen por los sectores a los que se les ha exigido cerrar su actividad (en España hablamos de sectores productivos que suman el 30% del PIB y el 28% del empleo) el virus se irá trasladando al resto. No existen cortafuegos en la economía actual.
El coste de estimular la economía detenida obligatoriamente se llevará por delante la propia recuperación y, lo que es peor, las opciones de modernizar nuestro modelo productivo ante un futuro en el que las oportunidades para los países más tecnológicos se abrirán como nunca antes. Quien no tenga músculo para robotizar, automatizar y transformar digitalmente su modelo de crecimiento perecerá en el pago de una hipoteca gigantesca que lo conducirá al vagón de cola para siempre.
Vivimos el inicio de una nueva era. Este era el detonante del que hablé en mi último libro. No podía saber si sería social, climático, cultural, político o, como ha sido, sanitario. Sólo pude deducir que algo nos conduciría a un nuevo mundo con nuevos patrones. Quienes ahora se gasten el capital en parchear no podrán construir algo nuevo y mejor.
Europa, de la que no puedes esperar estrategia, ha hecho lo mejor que sabe hacer. Limpiarse las manos. Pero en este caso lo ha hecho con gracia. Ha tenido el detalle de poner a disposición de todos los países un pastizal a modo de compra de deuda casi infinita. Un billón de euros es algo infinito. Con eso, cada país podrá afrontar el reto de diseñar su futuro de postguerra. Unos lo sumarán a sus planes previos de modernización, otros a pagar subsidios a los heridos, algunos a repensar sus estructuras y unos pocos a salvar su sistema financiero si sufre en este período. Vete tú a saber.
Pocos, o ninguno, utilizará esa montaña de papel impreso para parar el contador durante unos meses, asumir el mayor reto económico de la historia y, de un modo quirúrgico, afinar medidas que equilibren la salida de la crisis, compensar a los damnificados y estimular una economía nueva, más tecnológica y más automatizada. Esta pandemia debería de hacernos ver las tres claves históricas que no podemos desaprovechar y que están frente a nuestras narices confinadas:
La automatización no era el enemigo, es quien permite hoy que este mundo siga funcionando. Muchos sectores estarían paralizados si viviéramos en 1990.
La inteligencia artificial no era un problema, es la que está ayudando al sistema sanitario mundial a pelear contra una crisis médica como nunca antes. El desarrollo de vacunas en tiempo récord o en el control ciudadano en Corea del Sur para la reducción de infectados, son la prueba.
La robotización no vino a quitar el empleo a nadie, sino que es quién va a garantizar una renta mínima y universal para los que esta crisis va a ubicar en un lugar del que ya no podrán salir.
Si las medidas que se van a adoptar no responden a estos tres preceptos; a una moratoria tributaria; a una parada de las obligaciones de pago públicas y privadas (contador a cero) durante los dos o tres meses; y por el contrario se pretende utilizar herramientas antiguas para problemas inéditos, la primera de las consecuencias que viviremos será la deflación. Un enemigo del crecimiento muy tóxico. Si ese dinero que se debería utilizar para ‘crear’ un mundo nuevo, se utiliza para lo de siempre, la deflación, que es precisamente lo que están descontando las bolsas estas últimas sesiones de locura, está servida. El dinero no valdrá casi nada. Su capitalización será pura epidermis.
Pero veamos que supone esa deflación. El BCE lleva desde la crisis de 2008 esforzándose en situar el IPC en el entorno del 2% y ahora, con la crisis del coronavirus, la caída del consumo y el desplome de las materias primas, se trasladarán a los precios industriales. A esto se le llama deflación. ¿Que pasa cuando hay deflación? ¿Cómo funciona? ¿Que efectos tiene? Pues no es demasiado complejo. Todo empieza con una expectativa aparente de caída de precios. Primero motivado por algún factor determinante y luego por sus enlaces. En este caso ya sabemos el detonante y sus enlaces como he dicho.
Las expectativas de que se va a consumir menos aumenta esa sensación de previsible caída futura a niveles desconocidos hace décadas. La gente deja de consumir o retrasa los gastos e inversiones que hace unos meses eran parte del presupuesto esperado. La parada técnica no es completa no obstante. Al no haber consumo, no hay dinero y si no hay 'materia prima monetaria' el valor que se le da al dinero es exageradamente alto y a la voluntad de gasto aun más, debido a una falta de demanda previsible. El problema de empleo será global, lo que ahondará en el bucle.
La falta de demanda provoca quiebras y el cierre de algunos negocios por falta de facturación. La falta de facturación provoca negociaciones a la baja en plantillas y se establecen criterios de saneamiento laboral por lo que el paro aumenta. Sigue el bucle. Al aumentar el paro se acentúa la caída de la demanda y se evidencia que una de las partes del 'ciclo deflacionario' se convierte también en uno de sus motivos. Además, el descenso de demanda viene dado por una expectativa de coste inferior. Seguro que será más barato mañana.
La expectativa de coste inferior obliga a recortar precios. Este es otro bucle. La caída libre de precios generalizada dificulta las opciones de cancelación de deudas y la tasación de activos se elimina. Otro bucle, el financiero. Nadie es capaz de gestionar patrimonios sin tener claro cuales son sus valores reales. En un estadio de pérdida de valor objetivo de las propiedades o activos es imposible determinar estrategias. Sin estrategias de inversión, o no hay inversión o esta se deteriora.
El deterioro de la inversión destruye empleo y volvemos a otra de las fases intermedias y a retroalimentar el problema absoluto de caída de precios. La caída de valores patrimoniales aumenta la falta de pago y a la larga reduce las solvencias. Re-bucle. Ante un escenario de falta de solvencia o capacidad de avalar en fase deflacionaria, los bancos que tampoco estarán para muchas bromas, extremarán su prudencia posiblemente reduciendo de crédito. (Esta fase será después de la lluvia de millones anunciada sino se plantea otro camino al que parece va a ser).
La gente retiene el efectivo que tiene o le queda, deja de depositar en productos de inversión y se evidencia que el sistema financiero no tiene uso de una cantidad de dinero que no existía. El BCE garantiza 750.000 millones que no tiene. Los tiene que ‘crear'. Pero como sabemos, no hay problema. Para eso se compraron una impresora gigante. En plena deflación la gente da a su dinero un valor mayor. Guardar el dinero se convierte en algo prioritario pues las circunstancias deflacionarias aumentan el poder adquisitivo de la liquidez. Mejor lo mantengo ya que mañana, con lo que tengo, pueda comprar más.
Y entonces volvemos a tener una consecuencia que es un motivo. No gasto pensando que con lo que ahora compro uno, mañana compraré dos. Se genera una gran expectativa de caída de precios, por lo que se inicia el bucle una vez más. Y es que en economía si podemos hablar de un virus, ese se llama deflación. Un virus, como sabemos por desgracia, no actúa hasta estar bien instalado en el interior del sistema. La Deflación no se pone en marcha hasta que el sistema ya está técnicamente sin defensas. Durante un ciclo deflacionario la demanda cae en picado. El origen podría ser el 'shock' de oferta que vivimos. Que será de demanda también. La distorsión del sistema es evidente y podría ser que la solución del plan de choque presentado nos conduzca a una deflación sistémica muy difícil de superar.
Pues eso, la solución inmediata es la de decretar una moratoria de impuestos, una amnistía tributaria que permita poner a cero el contador del sistema económico mientras dure la fase más dura de la crisis. El resto de soluciones son parches que conducen a una deflación y que impedirán utilizar ese capital garantizado para afrontar el futuro con ilusión, modernidad y sostenible. Un espacio futuro en el que deberemos contemplar una renta básica, unas pensiones justas, un empleo de alto valor, una menor dependencia de sectores sensibles a cambios de ciclo y una automatización absoluta de nuestro modelo de crecimiento que garantice todo lo anterior. Algo, que de momento, nadie, en sus sillones de alcántara, está contemplando.
Ante la crisis del coronavirus, pongamos el contador a cero
Hace unos años, durante un vuelo que sobrevolaba Centroamérica, el avión pasó por encima de un volcán en activo. Sólo exhalaba humo, pero su ladera era toda de material volcánico solidificado hacía ya mucho tiempo. Hoy recordaba aquellas vistas y pensé que eran pura metáfora de lo que hoy vivimos. Cuando un volcán entra en erupción, todos sabemos que lo va a hacer por un tiempo, no sabemos cuánto, pero sí que no va a apagarse de un modo inmediato. Tampoco sabemos cuánta lava va a escupir, ni en que dirección. Sólo sabemos que a medida que se solidifique ese material incandescente, éste se irá depositando en la falda del volcán y que, lo que quede, cuando se apague o se duerma, será una ladera completamente distinta a la que teníamos antes. Sabemos lo que va a pasar y de lo único que podemos estar seguros, hoy, es que esta erupción va a dejarnos un paisaje totalmente distinto.
Hace unos años, durante un vuelo que sobrevolaba Centroamérica, el avión pasó por encima de un volcán en activo. Sólo exhalaba humo, pero su ladera era toda de material volcánico solidificado hacía ya mucho tiempo. Hoy recordaba aquellas vistas y pensé que eran pura metáfora de lo que hoy vivimos. Cuando un volcán entra en erupción, todos sabemos que lo va a hacer por un tiempo, no sabemos cuánto, pero sí que no va a apagarse de un modo inmediato. Tampoco sabemos cuánta lava va a escupir, ni en que dirección. Sólo sabemos que a medida que se solidifique ese material incandescente, éste se irá depositando en la falda del volcán y que, lo que quede, cuando se apague o se duerma, será una ladera completamente distinta a la que teníamos antes. Sabemos lo que va a pasar y de lo único que podemos estar seguros, hoy, es que esta erupción va a dejarnos un paisaje totalmente distinto.
Va a costar encontrar un contexto económico similar al que vamos a vivir en los próximos meses y años. Con todas las reservas, sólo en un período entre guerras o al finalizar la segunda guerra mundial, podemos localizar un momento de la historia que represente una parálisis absoluta del flujo económico, lo que se llama ‘shock de oferta’. Es cierto que hoy hay diferencias notables que nos permiten ser algo más optimistas con respecto a esos períodos. La digitalización de los procesos, el teletrabajo, la automatización de muchas de las cadenas de distribución y de valor, son aspectos suficientemente robustos como para que, en principio, tengamos la sensación de que todo no se ha parado.
En 1931, el sistema monetario internacional se derrumbó cuando el Reino Unidos abandonó el patrón oro. A nivel mundial, la producción industrial cayó un 37% y el comercio internacional cayó un 60%. Ahí es nada y sin globalización. Esa crisis se agudizó después porque cada país trató de exportar su desempleo con medidas proteccionistas y porque se pensó que las políticas para lograr un presupuesto equilibrado, por temor a la inflación, se sucedieron en el tiempo. La salida de aquel callejón tuvo como estímulo la creación de un incremento de precios a partir de reactivar el crecimiento económico con gasto público. En 2008 también se consideró adecuado hacerlo. Ahora, ante la crisis o depresión inminente, se habla de hacer algo parecido. Espero que no se equivoquen pero me da la impresión que no nos enfrentamos a una falta de liquidez, sino más bien, a una parada técnica del propio sistema económico. Cuantos más días de parálisis se sucedan, más complejo será abordar las soluciones al ‘viejo estilo’. En aquellos tiempos, a ese modelo se le llamó ‘New Deal’ y supuso la primera vez que se autorizaba una intervención estatal en el modelo económico capitalista del mundo. ¿Y ahora?
Aunque lo que se avecina es global, genérico, de cambio de modelo, cada país va a interpretar sus propias medidas. En España, bajo el estímulo del Banco Central Europeo, el gobierno de Pedro Sánchez pretende que paguemos nuestras obligaciones adquiridas sin la facturación de la que dependen. El plan que moviliza 100.000 millones públicos, más 17.000 en flexibilizaciones y 83.000 que serán créditos privados. Tengo la impresión que esto es puro cloroformo. Es muy aventurado, por no decir irresponsable, enunciar una salida en 'V' de una situación que es completamente inédita, inconexa con cualquier otra crisis y que estalla cuando nuestra economía estaba desacelerando. Tengo la sensación de que aportar medidas desde un consejo de ministros en el que muy pocos comprenden lo que es ‘pagar nóminas a final de mes’, es de aurora boreal. Si ya íbamos mal, ¿que vamos a recuperar?
Va a ser muy difícil que, por mucho crédito blando, ERTEs ágiles, flexibilización tributaria y millones para parchear impagos inmediatos, el consumo se active. Las cajas seguirán vacías, la producción no se pondrá en marcha por arte de magia y la dependencia del turismo, que he denunciado múltiples veces, se llevará por delante el empleo. Y sin empleo, no hay recuperación ni en ‘V’ ni en ‘J’. En España hay 3,2 millones de parados. En la crisis de 2008 había 1,8. El empleo temporal (en 6 meses vencen 5 millones de contratos) es del 27%. Esta recesión inminente no es sectorial, ni de deuda, es un shock de oferta y una parálisis de demanda. Es inédita. Si los EEUU no descartan un 20% de paro desde el 3,5% actual, no es descabellado pensar que nosotros nos podemos ir a un, nunca visto 40%. Además, los 3 millones de autónomos no necesitan aplazar sus cuotas, no precisan que nadie les diga que pueden retrasar sus obligaciones. De hecho eso ya lo podían hacer. Ni tan siquiera establecer pagos fraccionados de impuestos, eso también es factible con la norma actual. El problema es que no facturan, ni facturarán y no saben durante cuanto tiempo será así. Eso es desempleo, de ellos y de los que dependen de ellos.
Si el mundo se para, no tiene sentido hablar de aplazar. Solo tiene sentido pararlo todo, incluso el sistema. Lo que está pasando es inédito y requiere medicamentos nuevos, nunca antes puestos en marcha. Los remedios de la teoría económica tradicional no evitarán la depresión. Una moratoria hipotecaria, sola, no sirve. Y menos si sólo es para los que 'demuestren' que la crisis les ha afectado. ¿En que planeta viven? La economía es una sucesión de flujos encadenados. Se ha parado el 90% de todo. Especialmente se ha detenido uno de los motores de nuestro PIB, el turismo. El 15% del empleo depende de ello, el 14% de la producción también. De ahí se derivan otras industrias en la más elemental de las teorías de flujos económicos dependientes. Eso, por mucho que se acelere una hipotética recuperación, no será ni inmediato ni igual a lo que teníamos.
La oportunidad de recomponer lo existente es tentador, pero la opción de crear algo nuevo es mucho más estimulante. Pensemos que en EEUU, el 35% del nuevo empleo generado el año pasado provenía de startups, con nuevos modos de entender la economía e innovadores modelos de relación con su entorno productivo. De ahí que las soluciones de tipo tradicional difícilmente permitirán activar el modelo económico del futuro. Sin una moratoria de todo, solo veremos heridos por todas partes. Arrendadores y arrendatarios, por falta de cobro y por incapacidad para pagar. Empresas descontando los minutos para despedir por incapacidad de facturar. Esto requiere otra visión y mucha más valentía.
El sacrificio será obligatorio. En la era de los 'derechos' tocará ejercer nuestros 'deberes'. Pero para ello, sería imprescindible que las medidas a adoptar no sean fuegos artificiales, que por cierto, ya sabemos serán carísimos. Esos 117.000 millones ‘públicos’ se deberán avalar o pagar. Los 83.000 millones 'privados' se deberán devolver. Y solo puede ser por vía de subir impuestos tarde o temprano (aceptable, pues es cosa de todos) o por la rebaja de servicios (algo que ya lo hemos vivido). Si malgastamos todo eso, no habrá recuperación nunca y encima nos habrá costado un dineral y habremos hipotecado el futuro.
Se trata de cirugía fina. No de disparar con un cañón en todas direcciones. Vamos a comprometer el 20% del PIB español. No habrá otra oportunidad. Una cantidad de ese calibre es para un sólo intento. Aun estamos a tiempo de coordinar medidas inéditas ante algo inédito. Tal vez el mundo entrará en una especie de suspensión de pagos. Tal vez la solución sea poner el contador a cero. Las medidas anunciadas se encuadran en la palabra ‘flexibilidad’. Algo que no es más que burocracia. ¿No hubiera sido más sencillo garantizar todos los sueldos de las empresas durante dos meses que anunciar la facilidad para declarar ERTEs por ‘fuerza mayor’? La primera, realmente, era mucho más económica y automática. La segunda es un lío monumental que además conduce a una gran cantidad de éstos expedientes temporales en definitivos. Tiempo al tiempo.
Es evidente que pensar en una solución no dramática a lo que se nos viene es imposible. Nos hablan de ‘salida V', 'recuperación rápida' o 'breve crisis’. Estamos en manos de gente sin capacidad para entender la catástrofe a la que nos dirigimos, a una depresión global donde, para nada, la solución es factible con medidas paliativas. Repito que uno de los pocos referentes económicos e históricos similares a lo que vivimos se encuentra en el Reino Unido de 1946, tras las II Guerra Mundial. Aquella parada técnica se llevó por delante el Imperio Británico por cierto.
El momento actual, que aun no ha empezado, que no pasará ni rápido ni con sus medidas ‘flexibles’ por mucho que lo diga Sánchez, necesita de una conceptualización completa, nueva y teórica, que abarque todas las medidas a disponer. Unas medidas que no pueden ser solo créditos, avales o aplazamiento de obligaciones tributarias, debe analizar 'el cómo va a quedar el tejido productivo y los flujos de caja de la economía'. Para ello hay que empezar a pensar en genérico, en Europa, en el mundo. Se debe poner sobre la mesa la necesidad de la Renta Básica y pronto, la automatización de todo, el uso de la Inteligencia Artificial para diseñar un nuevo modelo laboral que necesariamente deberá ser distinto al que ahora está en jaque. La tecnología no se debe ver como otro modelo de creación de parados. Eso vendrá sólo. Se debe interpretar como un mecanismo por el cuál, cuándo no sea necesario, y no tardará, se pueda producir en un mundo sin empleo. Eficiente, sostenible, nuevo. Ahora no toca, pero de las pensiones tendremos que hablar en breve.
Asegurar que de esta crisis se saldrá como se salió de la ‘subprime’, de la de deuda financiera o de la inmobiliaria, es un error brutal. Esto no es comparable pues aquella tuvo un sector detonante y una cadena de flujos dependientes. Esta es una parada técnica del mundo. Nada que ver. Será peor en lo inmediato, pero una oportunidad única, tal vez la última, para cambiarlo todo, para mejorarlo todo, de una vez.
Técnicamente, los 750.000 millones movilizados por el BCE, no son más que metadona sino se utilizan para algo distinto. ¿Porque no se incorporan al sistema que va a aumenta su déficit y deuda como nunca antes para poner el contador de pagos y cadenas económicas en punto muerto y cubrir con ese capital esa detención? Ya hay demasiada deuda en el sistema. Las administraciones podrían ponerse al día con sus proveedores y rebajar cotizaciones sociales, pero al final tendremos que hacer una recapitalización de la economía (comprar deuda privada y convertirla en capital). Como dice Daniel Lacalle, ‘avales y retraso de impuestos por unos meses no son soluciones ante un cierre generalizado por shock epidémico. La inmensa mayoría de pequeños negocios, autónomos y pymes no tendrán qué avalar ni caja disponible’. Bloquear ciudades enteras y cerrar el espacio aéreo para contener la propagación del coronavirus lleva, irremediablemente, a una crisis masiva ahogada en liquidez. Una liquidez que no tiene que ver con impagos, un flujo de caja complejo o una falta de suministros puntual. No, se trata de que no hay nadie comprando ni vendiendo. Es muy simple. Algo que irá ‘in crecendo’. La solución no es retrasar nada, se trata de pararlo por consenso, por ley.
El océano de liquidez que quiere aporta el BCE no va a producir ningún efecto en la economía real. La deuda soberana en la eurozona ya se negocia con un rendimiento negativo. Agregar una facilidad monetaria para las PYMEs o autónomos solo ayudará a aquellos que estén endeudados pero no servirá de nada a las que fueron prudentes durante todos estos años y ahora se enfrentan a un colapso en las ventas y la acumulación de costes estructurales. Los ingresos se van a desplomar, ya lo han hecho. Las facturas impagadas se acumularán a los costes fijos y a los impuestos que, parece, no piensan paralizar. Sin exoneración de impuestos, sin una moratoria tributaria no se saldrá de esto. Ese 20% del PIB que se va a movilizar, que sea para este elemento indispensable. La mayoría de empresas vinculadas al sector servicios en Europa, especialmente en España, no tienen liquidez para soportar dos meses de inactividad y cumplimiento de obligaciones tributarias dependientes de ejercicios pasados.
Retrasar el pago de algunos impuestos durante seis meses no mitiga el efecto de un colapso de ventas o la situación ya desafiante que existía antes de cualquier epidemia, en 2019. De ahí que la es urgente anunciar varias adopciones fiscales muy distintas a las que ya se han dicho con respecto a que ‘se mantendrán los plazos y obligaciones en los impuestos según el Ministerio de Hacienda’. Es urgente reducir los impuestos durante el período de crisis. Sería una gran noticia eliminar temporalmente las contribuciones sociales en los impuestos laborales para evitar el desplome del empleo a la vez que se procede a eliminar el impuesto de sociedades en todos los sectores a cambio de planes de empleo. No es el momento de soflamas como del ‘haremos lo que sea necesario’. Las medidas presentadas solo ayudan a aquellos que ya están endeudados. Los que más van a sufrir son los que invirtieron su caja en crecer y crear empleo. Se va a rescatar a quienes no fueron prudentes y lo van a pagar los que se plantearon su futuro con una racional cautela.
Concluyendo. Ningún plan de reactivación económica es mejor que bajar impuestos. Ninguno. El plan de compra del BCE no es más que un 'plan E' a lo bestia. Una impresión de dinero que no va a sufragar el 'shock' de oferta. El dinero para comprar deuda suele acabar en las estructuras macro en lugar de ir a salvar a miles de empresas, autónomos y empleos. Importante recordar que el empleo lo crean las empresas. Sin empresas no habrá empleo. El billón del BCE debe distribuirse en sufragar el incremento del déficit previsto del 20% a fin de exonerar impuestos ya, de modo urgente. Hasta que se reactive el modelo productivo y shock de oferta (y escasez de demanda) se estabilice. En EEUU se dará dinero a fondo perdido a familias y empresas con la condición de que lo gasten en un plazo predeterminado para reactivar y mantener la economía mientras dure la crisis. Es una vía, aunque como digo, prefiero 'tranquilizar' la presión de pagos inminentes.
El problema es que aquí, el dinero se va a utilizar para comprar Bonos que, cómo ya paso en 2008, se utilizan para mantener estructuras de estado y similares. ¿porque el gobierno no ha creado un Gobierno de Crisis? Sin ministerios innecesarios, estructura innecesaria, dando ejemplo de como abordar esta situación inédita con una acción inédita. Si actúan como en 2008, y esto no tiene nada que ver con un pinchazo de una burbuja, se prestará dinero a empresas y ciudadanos que no quieren préstamos pues no va a haber actividad económica para poder devolverlos más tarde. El resultado va a ser una recesión inmediata con afectación al empleo, una depresión posterior de larga duración y luego ya veremos. Ahora mismo mi duda es si vamos a una deflación del capital otra vez.
1. El BCE lleva desde la crisis de 2008 esforzándose en situar el IPC en el entorno del 2% y ahora, con la crisis del #coronavirus, la caída del consumo y el desplome de las materias primas, se trasladarán a los precios industriales. A esto se le llama #deflación
— MΛRC VIDΛL | #YoMeQuedoEnMiCasa (@marcvidal) March 20, 2020
abro #hilo pic.twitter.com/BqgvgfUFD6
Estamos en la sala de espera de una catástrofe. Pero de cualquier erupción se puede esperar una tierra fértil en el futuro. De todo lo malo se puede crear algo bueno y nuevo. El tiempo disponible para preparar esa sociedad inmediata se va a agotar si seguimos con medidas tradicionales y clonadas de otros momentos. No se debe presionar a empresas y autónomos (y sus empleados por derivación) para que paguen la parada técnica de la economía. Recuerda que en 2008 llamaron 'Crisis' a era una 'deflación del capital' y 'recuperación' a una deflación social. Si estamos en ‘situación de guerra’, estamos en situación de guerra, por lo que el Estado, debe ponerse en situación de guerra, como estamos haciendo todos. Sólo tenemos una bala, el 20% del PIB.
Tecnologías emergentes: desde dinero digital hasta constelaciones de satélites.
Cada año, el MIT Technology Review, el medio publicado dependiente del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), publica un listado de avances tecnológicos que consideran marcarán una diferencia real en la resolución de problemas importantes. Para crear esa lista evitan elementos que puedan ser de carácter puntual o sobrevalorados y se centran en aquellos avances que realmente cambiarán nuestra forma de vivir y trabajar. A continuación listaré partes de los diversos artículos que componen este dossier y que el MIT considera que en 2020 serán las tecnologías emergentes. He utilizado el método que la propia publicación han utilizado con un pequeño enunciado de cada tecnología, un párrafo con el ¿qué?, ¿por qué? ¿quién? y ¿cuándo?
Cada año, el MIT Technology Review, el medio publicado dependiente del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), publica un listado de avances tecnológicos que consideran marcarán una diferencia real en la resolución de problemas importantes. Para crear esa lista evitan elementos que puedan ser de carácter puntual o sobrevalorados y se centran en aquellos avances que realmente cambiarán nuestra forma de vivir y trabajar. A continuación listaré partes de los diversos artículos que componen este dossier y que el MIT considera que en 2020 serán las tecnologías emergentes. He utilizado el método que la propia publicación han utilizado con un pequeño enunciado de cada tecnología, un párrafo con el ¿qué?, ¿por qué? ¿quién? y ¿cuándo?
TR10: Internet imposible de hackear
A lo largo de este año, un equipo de investigación de los Países Bajos completarán una conexión de internet cuántico entre Delft y La Haya. Una red basada en las propiedades de la física cuántica que permitirá una comunicación inherentemente segura. El equipo responsable, dirigido por la investigadora de la Universidad Tecnológica de Delft Stephanie Wehner, está trabajando en una red que conectaría a cuatro ciudades en los Países Bajos mediante la tecnología cuántica. Los mensajes enviados a través de ella serán imposibles de hackear.
¿Qué? A finales de este año, un equipo de investigadores creará una red de internet cuántico entre Delft y La Haya (Países Bajos)
¿Por qué? Internet es cada vez más vulnerable a los hackers, pero su versión cuántica será imposible de hackear
¿Quién? Universidad Tecnológica de Delft (Países Bajos), Alianza de Internet Cuántico, Universidad de Ciencia y Tecnología de China
¿Cuándo? En los próximos cinco años
TR10: Medicina hiperpersonalizada
La medicina genética adaptada a un único paciente abre una vía de esperanza para las personas cuyas dolencias, hasta ahora, carecían de cura. Por ejemplo: un niño con una enfermedad mortal tan extremadamente rara que no solo no existe ningún tratamiento, sino que ni siquiera hay nadie que lo estudie en laboratorio. Pero esa situación podría estar a punto de desaparecer para siempre gracias a las nuevas clases de medicamentos que se pueden adaptar a los genes de cada persona. Se conocen varios miles de enfermedades extremadamente raras causadas por un único error específico en el ADN para las que ahora surge una posibilidad de luchar contra ellas mediante una solución genética.
¿Por qué? Fármacos genéticos adaptados a un solo paciente ofrecen esperanza a las personas cuyas enfermedades, hasta ahora, eran incurables
¿Quién? Hospital Infantil de Boston (EE. UU.), Ionis Pharmaceuticals, Administración de Alimentos y Medicamentos de EE. UU.
¿Cuándo? Inmediato
¿Qué? Nuevos medicamentos diseñados para tratar mutaciones genéticas únicas
TR10: Dinero digital
El auge de las monedas digitales tendrá un impacto masivo en la privacidad financieraEn pasado junio, Facebook dio a conocer su plan para lanzar una moneda digital global denominada Libra. La propuesta provocó fuertes reacciones y es posible que Libra nunca se lance, al menos no como la red social la planteó inicialmente. Pero, aun así, el proyecto ha marcado una gran diferencia: pocos días después del anuncio de Facebook, un comunicado del Banco Popular de China dio a entender que, en respuesta, aceleraría el desarrollo de su propia moneda digital. Ahora, China está a punto de convertirse en la primera gran economía en emitir una versión digital de su divisa para sustituir al dinero en efectivo.
¿Qué? El auge de las monedas digitales tiene grandes consecuencias para la privacidad financiera
¿Por qué? A medida que el uso del dinero en efectivo disminuye, también lo hace la libertad para realizar transacciones sin intermediarios. Mientras tanto, la tecnología de moneda digital se podría usar para fragmentar el sistema financiero global, actualmente dominado por EE. UU.
¿Quién? Facebook y el Banco Popular de China
¿Cuándo? Este año 2020.
TR10: Medicamentos contra el envejecimiento
Los fármacos que intentan abordar dolencias a través de la lucha contra el proceso natural de envejecimiento han demostrado ser prometedoras. La primera ola de una nueva clase de medicamentos antienvejecimiento ha empezado a probarse en humanos. Pero (de momento) no harán que vivamos más tiempo, su objetivo consiste en tratar enfermedades específicas retrasando o revirtiendo el proceso básico del envejecimiento. Se llaman medicamentos senolíticos y funcionan eliminando ciertas células que se acumulan en el organismo a medida que envejecemos. Conocidas como células "senescentes", pueden crear pequeñas inflamaciones que suprimen los mecanismos normales de reparación celular y crean un ambiente tóxico para las células vecinas
¿Qué? Los fármacos que intentan tratar las enfermedades atacando el proceso natural de envejecimiento del cuerpo humano han demostrado ser prometedores
¿Por qué? Varias enfermedades diferentes, como el cáncer, los trastornos cardíacos y la demencia, podrían tratarse retrasando el envejecimiento
¿Quién? Unity Biotechnology, Alkahest, Clínica Mayo, Oisín Biotechnologies
¿Cuándo? En menos de cinco años
TR10: IA capaz de descubrir moléculas
Los científicos han conseguido utilizar la IA para descubrir compuestos con potencial para convertirse en fármacos. El universo de moléculas con potencial para convertirse en fármacos capaces de salvar vidas es enorme: alrededor de 1060, según las estimaciones, una cifra que supera a la de todos los átomos que hay en el sistema solar. Este inmenso número ofrece unas posibilidades químicas prácticamente ilimitadas, o lo haría si los químicos supieran cómo encontrar las que realmente funcionan. Pero esto ha cambiado gracias a las herramientas de aprendizaje automático, capaces de explorar grandes bases de datos de moléculas existentes y sus propiedades, y utilizar la información para generar nuevas posibilidades. Con este enfoque, descubrir nuevos candidatos a medicamentos resulta más rápido y más barato
¿Qué? Los científicos están usando inteligencia artificial (IA) para descubrir prometedores compuestos que se podrían convertir en medicamentos
¿Por qué? Comercializar un nuevo medicamento cuesta alrededor una media de 2.300 millones de euros. Una de las razones de este elevado precio reside en la dificultad de encontrar moléculas prometedoras
¿Quién? Insilico Medicine, Kebotix, Atomwise, Universidad de Toronto, BenevolenteAI
¿Cuándo? En los próximos tres a cinco años
TR10: Megaconstelaciones de satélites
Construir, lanzar y operar decenas de miles de satélites en órbita simultáneamente a un precio asequible se ha convertido en una realidad. Más de 3.500 millones de personas en el mundo aún no tienen acceso a internet. Empresas como SpaceX y OneWeb creen que pueden dar conexión de banda ancha en cada centímetro del planeta mediante megaconstelaciones de miles de satélites que transmitan la señal desde el espacio a terminales de internet. Siempre que dichos terminales tengan una vista clara del cielo, podrían ofrecer internet a cualquier dispositivo cercano. En esta década, SpaceX quiere enviar a la órbita más de 4,5 veces más satélites de los que se han llegado desde el lanzamiento del Sputnik. El sueño de estas megaconstelaciones se hecho realidad porque hemos aprendido a construir satélites más pequeños y a lanzarlos de forma más económica. Durante la era del transbordador espacial, lanzar un satélite al espacio costaba casi 51.000 euros por cada kilo de peso. Por lo tanto, enviar al espacio un pequeño satélite de comunicaciones de cuatro toneladas podía costar cerca de 200.000 millones de euros.
¿Qué? Ya podemos construir, lanzar y operar simultáneamente decenas de miles de satélites en órbita y de forma económica
¿Por qué? Estos sistemas pueden ofrecer el internet de alta velocidad a todo el mundo o convertir la órbita de la Tierra en un vertedero espacial
¿Quién? SpaceX, OneWeb, Amazon, Telesat
¿Cuándo? Ya
TR10: Supremacía cuántica
El año pasado, Google ofreció la primera demostración clara de un ordenador cuántico capaz de superar el rendimiento de un computador clásico. Los ordenadores cuánticos almacenan y procesan datos de una manera completamente diferente de la que estamos acostumbrados. En teoría, podrían solucionar ciertos tipos de problemas que incluso el superordenador convencional más poderoso tardaría milenios en resolver, como descifrar los actuales códigos criptográficos y simular el comportamiento preciso de moléculas complejas para ayudar a descubrir nuevos medicamentos y materiales. Algunos ordenadores cuánticos llevan varios años en funcionamiento, pero solo superan a los convencionales bajo ciertas condiciones. Todo cambió en octubre del año pasado, cuando Google demostró por primera vez la "supremacía cuántica". Un ordenador con 53 cúbits (la unidad básica de la computación cuántica), realizó un cálculo en poco más de tres minutos que, según las estimaciones de Google, el superordenador más grande del mundo habría tardado 10.000 años o 1.500 millones de veces más tiempo en completar. IBM desafió esa afirmación de Google, asegurando que, en el mejor de los casos, el ordenador cuántico de Google sería solo 1.000 veces más rápido. Pero aun así, fue un hito, y cada cúbit adicional hará que el ordenador sea el doble de rápido.
¿Qué? Google ha presentado la primera prueba clara de que un ordenador cuántico más potente que cualquiera convencional
¿Por qué? Con el tiempo, los ordenadores cuánticos serán capaces de resolver problemas que ninguna otra máquina sería capaz de manejar
¿Quién? Google, IBM, Microsoft, Rigetti, D-Wave, IonQ, Zapata Computing, Quantum circuits
¿Cuándo? De cinco a diez años y en adelante
TR10: IA diminuta
Ya es posible ejecutar potentes algoritmos de IA en un simple ‘smartphone’. La inteligencia artificial (IA) tiene un problema: con la intención de crear algoritmos más potentes, los investigadores utilizan una cantidad cada vez mayor de datos y potencia informática, y dependen de servicios centralizados en la nube. Esta situación no solo genera emisiones de carbono a niveles alarmantes, también limita la velocidad y la privacidad de las aplicaciones de IA. La IA diminuta es la tendencia precisamente contraria y está cambiando la situación. Los gigantes tecnológicos y los investigadores académicos están desarrollando nuevos algoritmos para reducir los actuales modelos de aprendizaje profundo sin que pierdan eficiencia. Además, una generación emergente de chips diseñados específicamente para la IA promete aumentar la potencia computacional en espacios físicos más reducidos, y la posibilidad de entrenar y ejecutar IA con mucha menos energía.
¿Qué? Ya es posible ejecutar potentes algoritmos de inteligencia artificial en un simple smartphone
¿Por qué? Nuestros dispositivos ya no necesitan comunicarse con la nube para que nos beneficiemos de las últimas funciones basadas en la inteligencia artificial
¿Quién? Google, IBM, Apple, Amazon
¿Cuándo? Ya
TR10: Privacidad diferencial
Esta técnica es capaz de medir el nivel de privacidad en conjuntos de datos estratégicos y sensibles. El Gobierno de EE. UU. tiene una gran tarea por delante este año: recopilar datos sobre los 330 millones de residentes del país y mantener su identidad en privado. Los datos se publican en tablas estadísticas que los encargados de formular políticas y académicos analizan para redactar las leyes y realizar investigaciones. Por ley, la Oficina del Censo de EE. UU. debe asegurarse de que no haya forma de que estos datos acaben en manos de terceros. Pero hay trucos para "romper el anonimato" de la gente, especialmente si los datos del censo se combinan con otras estadísticas públicas
¿Qué? Una técnica para medir el nivel de privacidad de un conjunto de datos personales
¿Por qué? A la Oficina del Censo de EE. UU. cada vez le cuesta más mantener en privado la información que recopila. Una técnica llamada privacidad diferencial podría resolver el problema, aumentar la confianza y servir de ejemplo a otros países
¿Quién? Oficina del Censo de EE. UU., Apple, Facebook
¿Cuándo? Su uso en el Censo de EE. UU. de 2020 será la aplicación a mayor escala hasta la fecha
TR10: Responsabilidad del cambio climático
Los científicos ya son capaces de identificar el impacto del cambio climático en las condiciones y fenómenos climáticos extremos. El pasado septiembre, solo diez días después de que la tormenta tropical Imelda empezara a inundar los barrios de Houston (EE. UU.), un equipo de investigación de respuesta rápida informó de que era casi seguro que el cambio climático había tenido un efecto importante en el fenómeno. El grupo, World Weather Attribution, había comparado dos simulaciones informáticas de alta resolución de planetas con cambio climático y sin él. En la primero, relativa al mundo en el que vivimos, la severa tormenta era hasta 2,6 veces más probable y hasta un 28 % más intensa.
¿Qué? Los investigadores ya son capaces de determinar el papel del cambio climático en las situaciones climáticas extremas
¿Por qué? Proporciona una idea más clara de cómo el cambio climático afecta negativamente las condiciones climáticas y lo que tenemos que hacer para prepararnos
¿Quién? World Weather Attribution, Instituto Meteorológico Real de los Países Bajos, Centro del Clima de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja
¿Cuándo? Ya
Os recomiendo ir al enlace original y repasar cada una de las tendencias que se resaltan. Así mismo es una buena lectura, muy nutritiva, explorar las tecnologías emergentes que se establecían en años anteriores. En 2019, fue el propio Bill Gates quien coordino el estudio. Muchas aun están en camino, lo interesante de este trabajo es que, aunque sean algo optimistas y no se cumplan en el año que aseguran, lo que es cierto que es que la mayoría están en camino. Están más cerca que lejos.
Los problemas del campo y su imprescindible apuesta tecnológica
Hemos pasado del lápiz y papel a las calculadoras. Más tarde llegaron las hojas de cálculo. Ni unas ni otras reemplazaron a los matemáticos, sino que los volvió incluso más imprescindibles. Ahora bien, quien no lo aceptó, quien no se volcó en su uso, perdió competitividad. El hecho de abrazar la tecnología para que nos proyecte económicamente es un valor que aumenta a medida que sus aplicaciones son cada vez más eficientes. Si extrapolamos la llegada de la automatización y la tecnología sostenible al campo, el asunto es cuestión no es tanto como luchamos contra escenarios del pasado sino como imaginamos el espacio agrícola del futuro inmediato. Es evidente que el campo va a ser un lugar automatizado, donde el agricultor y el ganadero, deberán hacerse la siguiente pregunta: ¿cuánto de computerizable soy?
Hemos pasado del lápiz y papel a las calculadoras. Más tarde llegaron las hojas de cálculo. Ni unas ni otras reemplazaron a los matemáticos, sino que los volvió incluso más imprescindibles. Ahora bien, quien no lo aceptó, quien no se volcó en su uso, perdió competitividad. El hecho de abrazar la tecnología para que nos proyecte económicamente es un valor que aumenta a medida que sus aplicaciones son cada vez más eficientes. Si extrapolamos la llegada de la automatización y la tecnología sostenible al campo, el asunto es cuestión no es tanto como luchamos contra escenarios del pasado sino como imaginamos el espacio agrícola del futuro inmediato. Es evidente que el campo va a ser un lugar automatizado, donde el agricultor y el ganadero, deberán hacerse la siguiente pregunta: ¿cuánto de computerizable soy?
Los problemas del campo español no se solucionan con un precio mínimo en origen o con la reducción de costes en la cadena de distribución. Por lo menos no a medio plazo. Puede ser un remedio paliativo pero el meollo del asunto es estructural. Veamos el caso de Holanda, un país del tamaño de Extremadura y que es el segundo exportador de alimentos de Europa. Ahí se producen muchos más tomates y patatas que en nuestro país y, además, usando mucha menos agua. ‘Holanda está en los primeros puestos del ranking europeo de exportaciones de hortalizas y, en la producción y venta al exterior de cebollas, flores y bulbos, ya son los número uno del continente’. El motivo fundamental radica en que la productividad holandesa por hectárea agrícola es 2,5 veces superior a la media europea. Para lograrlo, la tecnología agraria ha sido un factor determinante en el despegue del sector primario holandés, gracias a invernaderos de última generación.
Tengamos en cuenta que Holanda tiene menos horas de luz y hace mucho más frío que en España, pero sus agricultores han sido capaces de producir de forma sostenible y a gran escala frutas, verduras y, sobre todo, flores. Por poner un ejemplo de su eficiencia y productividad, cabe destacar que en el sur de los Países Bajos más de 10.000 hectáreas de cultivos bajo cristal producen más de 1.700.000 toneladas de hortalizas. Otro dato demoledor es el que afirma que la superficie dedicada al tomate tiene una productividad que cuadruplica la media de 20 kilos por metro cuadrado y año de un invernadero español por ejemplo.
¿Como lo logran? Con múltiples aplicaciones tecnológicas que se iniciaron a implementar hace más de una década. Las ayudas públicas a retornar a veinte años sirvieron para modernizar el campo, hacerlo eficiente y amortizar las inversiones derivadas. Tecnología como la difusión de los haces de luz, que aumenta la productividad hasta un 8% desde el minuto cero. La falta de luz ha creado de la necesidad una virtud. En los invernaderos holandeses aplican bombillas LED de más potencia y de menor consumo. Utilizan la inteligencia artificial para medir cada aspecto de esos cultivos y los datos para generar nuevos modelos de explotación ahorrando energía y reduciendo costes.
A diferencia de otros países, la transferencia tecnológica va directamente al sector productor y de distribución holandés, que se ha modernizado con ayudas públicas únicamente orientadas a esa mecanización y digitalización del campo y de toda la cadena de distribución. Curiosamente no se ha destruido empleo bruto en el sector primario. Un sector que, por cierto, representa el 10% del PIB del país de los tulipanes. En los Países Bajos, en 2000 nació la cogeneración energética para invernaderos capaces de producir calor a partir de gas natural para el cultivo y la electricidad de las instalaciones. Un sistema muy extendido en Holanda y que ya produce el 20% de la electricidad del país.
‘Holanda exporta unos 80.000 millones de euros en productos agroalimentarios, más que España, Italia y Portugal juntos. Según la base de datos del Instituto Español de Comercio Exterior, Países Bajos es el mayor exportador de Europa de productos agroalimentarios, por encima de potencias como Francia o Alemania, a pesar de ser un país tan pequeño. Es cierto que una parte de esas exportaciones son alimentos que han sido importados previamente porque Holanda es el centro de distribución más importante de Europa’.
Los campos, en ese país, están cubiertos por modernos invernaderos que reflejan la luz del sol por el día y se iluminan por la noche para el cultivo de patatas, cebollas, tomates o fresas. La eficiencia es brutal. ‘Cada 4.000 m2 de cultivo se producen más de 20 toneladas de patatas, frente a las 9 toneladas que se producen de media en otros países en el mismo espacio. Holanda es el mayor exportador de patatas del mundo con una cuota del 18% de todas las exportaciones del mundo mientras que España ocupa el décimo puesto en este ránking con una cuota del 3,7%.’
Estos datos provienen de un exhaustivo artículo de Vicente Nieves, que además explica el caso al que antes hacía referencia sobre la producción de tomates. Para obtener un kilo en España se necesitan unos 60 litros de agua, mientras que para obtener ese mismo kilo de en Holanda, ‘con tierra enriquecida y demás sofisticaciones, sólo se necesitan 15 litros de agua. Un cambio comenzó a tomar cuerpo hace ya casi dos décadas, cuando varias organizaciones y el sector público lanzaron un programa de agricultura sostenible’.
Aunque es cierto que en nuestro país hay explotaciones agrícolas muy avanzadas tecnológicamente y perfectamente preparadas para un futuro de competitividad digital, parece que los problemas del campo español no son susceptibles de solucionarse con la aplicación de precios mínimos en origen, la disección de los incrementos de costes en la cadena de distribución, con la revisión de peonadas o la reducción del salario mínimo. Bien podría ser que el gran problema del sector primario español está en algo más estructural y de adopción tecnológica.
Si hablamos de precios mínimos en origen tendremos un incremento en todas las fases de la cadena de valor. Si revisamos los costes laborales tendremos un incremento del coste de producción. Si revisamos la cadena de distribución veremos que casi un 60% de esos costes son impuestos añadidos. Si buscamos subvenciones al campo que solo se dirijan a los seguros agrarios o soportar el paro estacional que produce, no tendremos la modernización que todos los sectores productivos necesitan para ser competitivos en un mundo globalizado.
Si pedimos que no se puedan vender alimentos marroquíes deberíamos preguntarnos porque nuestro vecino iba a dejarnos pescar en sus aguas. Economía global se llama. Contra el salario de esclavo de algunos países solo podemos incorporar tasas y controles de la calidad sanitaria. Contra el bajo coste de origen en algunos países sólo podemos actuar con tecnología e inspirarnos en países como Holanda.
Buscar culpables donde no los hay no ayudará. Desviar la atención como interesa a muchos tampoco. Tanto el sector agrícola como el Ministerio de Agricultura han apuntado a los supermercados como grandes responsables del problema. Recordemos que el 80% de lo que producen los agricultores españoles se exporta y sólo el 7% acaba en los lineales de las grandes superficies. Supongo que ese pequeño porcentaje no puede ser el botón que arranca la venta a pérdidas.
De ahí que el discurso en favor de la inversión pública y privada en modernizar el campo no sea accesorio. Al igual que con todas las industrias, la tecnología desempeña un papel clave en la operación del sector agroalimentario, pero el ritmo de la innovación en la agricultura no ha seguido el ritmo de otros sectores en nuestro país y otros de nuestro entorno, es evidente. La agricultura es la industria menos digitalizada de todas las otras industrias que componen el arco productivo, según el índice de digitalización del McKinsey Global Institute.
Al mismo tiempo que nos está costando mucho entender como sería el campo del futuro, en que ocuparemos a los agricultores cuando sus tareas sean otras, tenemos una cadena de suministro inflexible que hace que el cambio sea muy difícil de realizar. Una cadena de valor acostumbrada a operar en un escenario opaco y que ha invertido poco en rastreabilidad de alimentos. Al igual que otros sectores han tenido que adaptarse a los tiempos que corren, el campo deberá hacerlo también. No es opcional. Cualquier debate sobre el resto de magnitudes sólo harán que retrasar lo inevitable y, desgraciadamente, encarecerlo. Debatir sobre otros aspectos puede ser nutritivo pero no va en la dirección real de solucionar este enorme problema.
Un destino compartido y las soluciones digitales de ABB
Si me lees habitualmente sabes que me fascina el análisis acerca de como los robots y los humanos vamos a relacionarnos en el futuro inmediato. Si hay una empresa que lleva tiempo estructurando el mejor escenario posible en lo que se define como colaboración entre máquinas inteligentes y seres humanos, esa es ABB. De ahí que cuando esta multinacional líder me propuso acompañarlos como speaker conferenciante en la gira de presentación por toda España de su Universo de Soluciones Digitales en la distribución de la energía, no dudé en hacerlo.
Ahora bien, ABB es mucho más que robótica. De hecho esta gira responde al entorno de soluciones digitales en la distribución energética. ABB es un líder tecnológico que está impulsando la transformación digital de muchas industrias. Cuenta con una trayectoria de innovación de más de 130 años y con cuatro negocios globales enfocados en el cliente: Electrification, Industrial Automation, Motion y Robotics & Discrete Automation, todo ello apoyado en la plataforma digital ABB Ability ™.
Si me lees habitualmente sabes que me fascina el análisis acerca de como los robots y los humanos vamos a relacionarnos en el futuro inmediato. Si hay una empresa que lleva tiempo estructurando el mejor escenario posible en lo que se define como colaboración entre máquinas inteligentes y seres humanos, esa es ABB. De ahí que cuando esta multinacional líder me propuso acompañarlos como speaker conferenciante en la gira de presentación por toda España de su Universo de Soluciones Digitales en la distribución de la energía, no dudé en hacerlo.
Ahora bien, ABB es mucho más que robótica. De hecho esta gira responde al entorno de soluciones digitales en la distribución energética. ABB es un líder tecnológico que está impulsando la transformación digital de muchas industrias. Cuenta con una trayectoria de innovación de más de 130 años y con cuatro negocios globales enfocados en el cliente: Electrification, Industrial Automation, Motion y Robotics & Discrete Automation, todo ello apoyado en la plataforma digital ABB Ability ™.
La gira trata de ocho eventos experienciales a lo largo de ocho ciudades españolas. A fecha de hoy ya hemos visitado Barcelona y A Coruña. Las próximas serán Bilbao, Valladolid, Valencia, Málaga, Sevilla y, por supuesto, Madrid. Mi conferencia se titula ‘Un destino compartido, las claves del éxito de la transformación digital’ y trata de dar importancia a la colaboración en un entorno de revolución tecnológica. No se me ocurre mejor socio para la industria que ABB al ofrecer su experiencia como líder tecnológico, identificando y alineándose con las nuevas tendencias, ofreciendo múltiples soluciones de electrificación para los principales sectores del futuro, como la movilidad eléctrica o la sostenibilidad, a través de la producción y el control de la energía.
Actualmente, ‘un 35% de la energía se mueve hacia fuentes renovables y si tenemos en cuenta que las ciudades serán inteligentes, y podremos hablar con los edificios, será fundamental poder escucharlos’. De ahí que, en una gira como esta, ABB inicie un proceso de escucha y atención completa a sus propios clientes. Es un honor acompañar a una empresa que investiga de un modo muy robusto en buscar alternativas sostenibles al gasto energético global. Tengamos en cuenta que ABB participa de forma activa en la Fórmula E, la Formula 1 de coches eléctricos, y en el Solar Impulse 2, el primer avión en dar la vuelta al mundo con energía solar.
La función de mi ponencia es la de inspirar en el recorrido que supone el camino de la innovación y la digitalización, animar a los asistentes a preguntarse si lo que están haciendo hoy responderá a las demandas del mañana e invitar a la reflexión y al conocimiento sobre la necesidad de combinar las nuevas tecnologías y el talento humano.
ABB, ofrece en este viaje experiencial e inmersivo con 6 puntos en los que los asistentes pueden conocer e interactuar con las diferentes soluciones de ABB en el camino hacia la digitalización, donde la tecnología acompaña a los asistentes a través de unos auriculares sincronizados con cada una de las experiencias:
Los interruptores Tmax XT y Emax, conectados a la nube y hechos a medida: una nueva era para la gestión de la energía.
E-configure, herramienta clave para la selección y configuración rápida de los productos ABB para cada proyecto.
Abb Ability Marketplace, el portfolio de soluciones digitales más amplio.
El cuadro digital/Ekip Connect, la digitalización sin límites a través de la configuración, puesta en marcha, supervisión y mantenimiento de forma sencilla.
Por cierto, una de las experiencias más destacadas y que más divierten del evento es cuando el robot colaborativo YuMi, un robot de doble brazo diseñado para trabajar de forma colaborativa con los humanos, hace de DJ, aportando valor y mejorando la experiencia del ‘pinchadiscos’ tradicional.
Transformación Digital para edificios inteligentes de la mano de Kone.
Entre las cuatro claves esenciales de la Transformación Digital no se puede distinguir a ninguna de ellas por encima del resto. Se antoja tan relevante el conocimiento del cliente para colocarlo en el centro de la cadena de valor, la automatización de procesos para hacer eficiente e inteligente cada fase de un producto o servicio, la generación de nuevos modelos de negocio como, finalmente, la gestión del cambio en cualquier organización. La combinación de todas ellas supone el éxito final y permanente cuando se aborda el desafío de transformarse. En este sentido, la semana pasada ofrecí la conferencia ‘un futuro tecnológicamente más humano’ durante la convención corporativa de la empresa líder mundial en movilidad urbana Kone. La verdad es que mi charla abordó en general todo lo que tiene que ver con esas claves imprescindibles para afrontar los retos y desafíos de nuestro tiempo a nivel digital, pero también focalicé en el papel relevante que las personas van a jugar en ese escenario tan tecnológico.
Entre las cuatro claves esenciales de la Transformación Digital no se puede distinguir a ninguna de ellas por encima del resto. Se antoja tan relevante el conocimiento del cliente para colocarlo en el centro de la cadena de valor, la automatización de procesos para hacer eficiente e inteligente cada fase de un producto o servicio, la generación de nuevos modelos de negocio como, finalmente, la gestión del cambio en cualquier organización. La combinación de todas ellas supone el éxito final y permanente cuando se aborda el desafío de transformarse. En este sentido, la semana pasada ofrecí la conferencia ‘un futuro tecnológicamente más humano’ durante la convención corporativa de la empresa líder mundial en movilidad urbana Kone. La verdad es que mi charla abordó en general todo lo que tiene que ver con esas claves imprescindibles para afrontar los retos y desafíos de nuestro tiempo a nivel digital, pero también focalicé en el papel relevante que las personas van a jugar en ese escenario tan tecnológico.
La excusa no podía ser mejor. Kone presentó 'Kone DX', la primera serie de ascensores del mundo con conectividad digital incorporada que revoluciona el papel del ascensor en los edificios inteligentes. Un ejemplo de como colocar al cliente en el centro y hacerlo con tecnología sin abandonar el precepto relevante de la experiencia y la automatización de procesos. Para esta empresa, el ascensor ya no es solo una forma de trasladarse entre pisos, sino una plataforma integral e integrada que ofrece experiencias intuitivas, ambientales y conectadas que se extienden desde el lobby a lo largo del edificio.
El nuevo ascensor 'Kone DX' permite a los clientes adaptar y conectar software y servicios adicionales en los ascensores durante toda la vida útil de un edificio. Mediante el uso de interfaces de programación de aplicaciones (API) abiertas, el enfoque de Kone facilita la administración e integración de diferentes dispositivos, aplicaciones y servicios con sistemas nuevos y los ya existentes. Sin duda, un modo excepcional de entender lo que significa la Transformación Digital.
Lo que me parece más interesante es el modo en el que se adaptan al estado de transformación de sus propios clientes para que la tecnología no sea una agresión sino un elemento de desarrollo para ambos. De hecho, están fusionando las tecnologías del mañana cambiando su negocio profundamente hacia un negocio de plataforma. Mi trabajo como consultor, me permite aportar valor tras una sesión de este tipo y, en este caso, es muy interesante poder aportar en el proceso de transformación de una empresa como Kone. Es evidente que el desarrollo urbano seguirá siendo uno de los factores más importantes para el mundo en las próximas décadas, lo que genera nuevas necesidades de edificios, infraestructuras y sociedades ecoeficientes y sostenibles. A medida que las ciudades evolucionan, los edificios requieren soluciones digitales más avanzadas y es ahí donde la digitalización y las mejoras para las personas, se convierten en el eje básico de un modelo de transformación digital corporativo.
Finlandia forma (gratis) en Inteligencia Artificial básica a su población.
Cuando decimos de que hay países que se subieron al tren del futuro y otros seguimos en el andén no es una frase hecha. La lista de territorios que abordan los cambios tecnológicos como una oportunidad frente a los que o bien los contemplan como un riesgo o, sencillamente, los obvian. Por poner un ejemplo, debemos mirar hacia el norte inicialmente. Finlandia creó un curso sobre inteligencia artificial para sus ciudadanos en 2018. A primera vista parece un hecho menor, de simple formación social, pero detrás de algo así se esconden dos patrones. El primero es el que se traslada a toda la población y a los sectores productivos con respecto a la necesidad de afrontar la alta tecnología como algo transversal. El segundo, la evidencia de que hay un plan, un sistema previsto para estructurar un nuevo modelo de crecimiento.
Cuando decimos de que hay países que se subieron al tren del futuro y otros seguimos en el andén no es una frase hecha. La lista de territorios que abordan los cambios tecnológicos como una oportunidad frente a los que o bien los contemplan como un riesgo o, sencillamente, los obvian. Por poner un ejemplo, debemos mirar hacia el norte inicialmente. Finlandia creó un curso sobre inteligencia artificial para sus ciudadanos en 2018. A primera vista parece un hecho menor, de simple formación social, pero detrás de algo así se esconden dos patrones. El primero es el que se traslada a toda la población y a los sectores productivos con respecto a la necesidad de afrontar la alta tecnología como algo transversal. El segundo, la evidencia de que hay un plan, un sistema previsto para estructurar un nuevo modelo de crecimiento.
En 2018, instituciones, universidades y empresas de Finlandia impulsaron la creación de un proyecto llamado Element of AI, un curso sobre inteligencia artificial para gente sin formación previa en este campo, que ofrece certificación de un modo totalmente gratuito. Hasta la fecha más del 2% de los finlandeses han tomado el curso. El objetivo que busca esta iniciativa es la de proporcionar al mayor número de ciudadanos la posibilidad de adquirir nuevas habilidades para trabajar en entornos dónde la inteligencia artificial va ocupando espacios cada vez más relevantes.
Normalmente insisto, en mis libros, conferencias e, incluso cuando el tiempo lo permite, en televisión, que ningún robot nos debería quitar el empleo, que en todo caso quién nos lo quitará será una persona que se lleve mejor que nosotros con ese robot. En el caso de las posibilidades que representa un sistema experto e inteligente en cuanto a la sustitución de puestos de trabajo, lo evidente es que debemos descubrir que no podrá ser automatizado o sustituible porque esas serán las habilidades a estimular. Por eso es tan importante formarse en Inteligencia Artificial, es el mejor modo de saber la ubicación definitiva de cada uno de nosotros en el futuro inmediato.
Por cierto, el curso está disponible desde ya sin restricciones territoriales por lo que, en seis semanas y dedicando cinco horas cada una de ellas, puedes hacer también tú el curso en inglés. No estaría de más que nuestro gobierno no sólo se inspirara en propuestas como esta sino que las llevara más allá, en el sistema educativo, en las ayudas a empresas y en la concienciación de que la revolución tecnológica que vivimos puede ser una oportunidad y no una agresión laboral. Aquí te listan otros cinco cursos online más sobre inteligencia artificial que podemos aprovechar.
Se me ocurre que este tipo de curso podría adaptarse a nuestro sistema educativo primario. No solo por la noticia que ya explicaba anteriormente sobre que aproximadamente un 40% de los trabajos que más interesan a los jóvenes de entre 10 y 15 años españoles están en riesgo de automatización. Y más cuando, según la tercera edición del estudio anual que LinkedIn sobre las profesiones emergentes que irrumpen en el mercado de trabajo de nuestro país, se identifican que las salidas profesionales con mayor perspectiva y las elegidas por esos jóvenes distan a años luz.
Veamos. Las profesiones con mayor proyección son según ese informe reciente las de:
1⃣ Especialista en Inteligencia Artificial
2⃣ Desarrollador de Salesforce
3⃣ Especialista en Customer Success
4⃣ Ingeniero de Robótica
5⃣ Especialista en Ciber Seguridad
6⃣ Agile Coach
7⃣ Consultor de Cloud
8⃣ Desarrollador de Python
9⃣ Científico de Datos
1⃣0⃣ Desarrollador de Big Data
1⃣1⃣ Ingeniero de Datos
1⃣2⃣ Representante de Help Desk
1⃣3⃣ Representante de Desarrollo de Negocio
1⃣4⃣ Representante de Desarrollo de Ventas
1⃣5⃣ Ingeniero de Cloud
Sin embargo, las expectativas laborales de los jóvenes y las particularidades del mercado laboral influyen en el riesgo de que los empleos elegidos desaparezcan. Esto podría ocurrir dentro de una generación, cuando los estudiantes, de unos 15 años, tengan 30. Es decir, justo en el momento comprendido entre encontrar sus primeros empleos o despegar en sus carreras.
Las diez expectativas principales para las niñas son médicos, maestras, empresarias, abogadas, enfermeras, psicólogas, diseñadoras, veterinarias, periodistas, policías y arquitectas. Para los chicos, en orden de preferencia, ingenieros, empresarios, médicos, programadores, deportistas, maestros, policías, mecánicos, abogados y arquitectos. Ninguno habla de las profesiones del listado de LinkedIn. Resulta preocupante que un número creciente de jóvenes parece elegir su empleo soñado entre una pequeña lista de las ocupaciones tradicionales y más populares, las de siempre.
De ahí la importancia de la formación orientativa en nuevas tecnologías, llegue de donde llegue y cueste lo que cueste. Básicamente porque el 60,6 % de las alumnas y el 53,9 % de los alumnos han recibido orientación por parte de un profesional habitualmente que ejerce una de esas profesiones amenazadas y casi ninguno en sesiones que les expliquen como se trabaja en profesiones ‘del futuro’.
A todo esto, la montaña de conflictos no se erosiona. Los problemas que vive el campo son la antesala de los que se vivirán en otros sectores ante la falta de tecnología asociada a la eficiencia y al recorte de la cadena de distribución. Por este motivo las palabras sobre un plan digital o una derivada similar deben dar paso urgentemente a las acciones. Finlandia ofrece un ejemplo, sencillo, pero hay muchos más. Muchos ejemplos que en mi último libro llamo ‘Ministerio del Futuro’ pero que podemos nominarlo como queramos. Formar a la población en aspectos tecnológicos y no perder el tiempo en otros ‘temarios’ es determinante. Es prioritario hacerlo, además, en el ámbito educativo para ofrecer un futuro con oportunidades para nuestros jóvenes. Lo relevante es, básicamente, que al futuro no se le espera, el futuro se conquista. No hay otra.
Invertir en innovación cuándo las vacas gordas se ponen a dieta
A los que ahora mandan y a los que les toca aportar una oposición responsable, se les exige un poco de visión estratégica, menos táctica y de alarma ante un ciclo económico malo para el que no tenemos ni un sólo amortiguador adecuadamente engrasado. Estamos a tiempo, por supuesto, pero hubiera sido mucho mejor haber actuado durante las vacas gordas y no tanto, ahora, con las vacas empezando la dieta.
Entre las economías más innovadoras del mundo no está España. Tampoco ningún país latinoamericano. La revista económica Bloomberg presentó recientemente su clasificación anual sobre las economías más innovadoras del planeta, que en esta ocasión encabeza Alemania tras adelantar a Corea del Sur. Como decía, los países de habla hispana no aparecen en ese ranking hasta el puesto número 33, con España como el mejor situado y Argentina, en el puesto número 45. Que sigamos descendiendo en esa clasificación, tres posiciones en un año, no es sólo por la baja inversión destinada a la innovación, sino también por el incremento de ese tipo de inversión que hacen los países de nuestro entorno.
Y es que tenemos un problema de productividad derivado de esto que se traduce en un modelo de crecimiento de escaso valor añadido. Un sistema económico focalizado en servicios muy básicos. Las tecnológicas no aportan demasiado al conjunto de la economía todavía pues esas inversiones no se centran en el capital intelectual. La industria tiene un aporte de un 11,2% al PIB. Estamos anclados en los servicios que representan un 67% del mismo producto interior bruto. Unos servicios, no obstante, que no son de alto valor tecnológico sino de modelos de bajo coste. Esta ecuación genera empleo precario con sueldos bajos. Precisamente el target más expuesto a cada cambio de ciclo o ante la automatización de la economía.
Y a todo esto nos ponemos a mirar nuestro índice de competitividad por el talento global y descubrimos que tras un salario insuficiente y una carencia de formación tecnológica, nuestro país sigue embarrado en puestos que no suponen liderar nada. Nos adelantaron Portugal, Chipre o Eslovenia. Nos mantenemos en el puesto 32 que establece una clasificación entre 132 países. Suiza y EEUU encabezan el ranking 2020 por cierto.
Nos sorprendemos con que los datos de empleo no sean buenos. Algo que no tendría que suceder si hubiéramos aprovechado adecuadamente los ciclos alcistas para crear ocupación en sectores que no dependan de la estacionalidad o de una potencial automatización que se los lleva por delante sin aportar recambio o alternativa.
Los datos de paro publicados ayer inciden en el bucle que hemos entrado y sobre lo que llevamos años advirtiendo. La fragilidad de un modelo de crecimiento como el nuestro no tiene herramientas para revertir una oleada negativa en la generación de empleo. La dependencia del sector servicios y del empleo de escaso valor produce paro a carretas. Enero ha sido nefasto con un aumento de 90.248 parados nuevos, el aumento más pronunciado desde 2014. Además en términos relativos esto supone una caída del 2,85% (el peor dato desde 2013). Ahora bien, en términos generales, lo grave es que enero destruyó 244.000 empleos, más de la mitad de todo el creado en 2019. Cae esa afiliación a la seguridad social tanto en el el régimen general con 224.909 personas como en el régimen de autónomos que ha perdido 17.969 de éstos.
¿Quieres más datos para enmarcar el momento histórico y los elementos con los que vamos a enfrentarnos? Veamos. Las pensiones y el paro sostienen la economía de todo el oeste de España por ejemplo. Desde Asturias hasta Andalucía; un tercio de la renta disponible de los hogares procede de las transferencias sociales, básicamente pensiones y seguros de desempleo. ‘En Galicia y Castilla y León, el porcentaje de la renta disponible de los hogares que procede de las transferencias sociales supera el 31%; esto es, casi uno de cada tres euros. En el suroeste, por el contrario, la dependencia de las transferencias sociales no se debe solo a las pensiones, sino también al elevado desempleo. La tasa de paro en Extremadura supera el 19% y en Andalucía todavía es del 22%. Tal nivel de desempleo no solo afecta gravemente al desarrollo económico de estas regiones, sino que también genera una elevada dependencia. Esto explica que en Extremadura las transferencias sociales supongan el 32% de la renta de los hogares y en Andalucía superen el 30%’.
Pero no acaba aquí. La plataforma sobre la que se sujeta la economía española tiene otros aspectos muy preocupantes. Veamos otra vez. En 14 provincias españolas, ‘más del 25% de los asalariados son funcionarios. Según la Encuesta de Población Activa (EPA), en España hay aproximadamente 3.150.000 trabajadores del sector público, lo que supone que casi uno de cada cinco (en concreto, el 19,41%) asalariados está ocupado en alguna administración pública’. Las que tienen una mayor proporción, casi rozando lo insostenible, son Cáceres y Teruel, con más de un 30%. Y si a esto le sumas que el gobierno está formalizando un plan de contratación pública tal y como ha hecho durante el 2019, la cosa no va a hacer que empeorar. Y sí, mientras no tengamos una economía automatizada capaz de soportar el peso de una estado de servicios de esta envergadura, algo así es una mala noticia.
Pero no te vayas todavía, que aún hay más. Ya tenemos alguna provincia donde hay más pensionistas que ocupados. Ourense es un ejemplo. La merienda es de espanto. Envejecemos con dificultad para soportar las pensiones, aumentamos el peso del empleo público, no innovamos como nuestros competidores, facturamos mucho y generamos cantidad de empleo en sectores frágiles y, por si fuera poco, ‘el Índice de Precios de Exportación caen, los precios de las importaciones aceleran su descenso, el Índice de Producción Industrial tiene una evolución anual negativa, los Indicadores de Confianza Empresarial publicados el 16 de enero experimentaron un retroceso del 0,4% respecto al cuarto trimestre de 2019, el total de empresas creadas durante la parte final de 2019 supone un 8% menos que en 2018, caen las transmisiones Derechos de la Propiedad, la compra-venta de viviendas inscritas, cae el Índice de Garantía de la Competitividad un 1,8% en el mes de noviembre del año pasado y las Entradas de Pedidos en la Industria experimentaron una caída del 20,2% hasta noviembre pasado también’.
La cruda realidad es que estamos ante el inicio de un ritmo de expansión que va a ir decreciendo y que se nos acaba el tiempo para poder aplicar políticas de modernización, reducción de costes laborales, estimulación de una economía tecnológica, de innovar, de reducir la fiscalidad y de, en definitiva, flexibilizar una estructura económica que necesita facilidades para afrontar un reto industrial, digital y de transformación socioeconómico. Impedirlo ahora es suicida. Sino se hace ahora, una verdadera apuesta por el cambio de modelo pero en todos sus frentes, laboral, tecnológico, fiscal, industrial y de automatización responsable y estratégica, o no se podrá hacer. A la caída de ingresos tributarios que más pronto que tarde se van a producir, la urgencia estará en los gastos sociales indispensables y poco quedará para afrontar ese reto. El tren se escapará y nos quedaremos en la estación de los países que la vieron venir y la dejaron pasar.
Pero espera, el problema no termina aquí. Los datos del sector agrícola, que ha llegado al límite atendiendo a las movilizaciones que se están produciendo estos días, son la antesala de lo que sucederá en otros sectores dónde el salario no puede asociarse a la productividad por diferentes motivos. Los problemas laborales estimulados por la automatización y digitalización del campo, sin una estrategia de modificación del modelo en su momento, anticipa el mismo problema en la transformación de la pequeña industria e, incluso, los servicios o el empleo más básico y asociado, especialmente, al turismo y hostelería.
La solución ya no puede ser un tratamiento previo. Se trata de cuidados paliativos o de aplicar medidas urgentes sobre una masa líquida de problemas líquidos. Me temo que vamos a ver infinidad de despropósitos visto lo visto. Nadie parece darse cuenta de que tras el discurso pro tecnológico debe haber una verdadera estrategia de gestión al respecto. Algo que, por cierto, no podrá contentar a todos y que se deberá de apartar de las políticas buenistas o de tipo ‘social’ que exijan altos impuestos y poca inversión en innovación empresarial.
Un ejemplo. En la configuración del consejo de ministros se ha troceado la política estratégica que debía afectar a la modernización del campo. La cohesión territorial necesaria para aplicar modelos de innovación no aparece en el cartapacio ministerial. Por lo menos depende de cinco ministerios ahora. Flipa. El de Transición Ecológica y el Reto Demográfico, el de Política Territorial y Función Pública, el de Inclusión Seguridad Social e Migraciones, el de Agricultura y, también, el del vicepresidente segundo y ministro de Derechos Sociales y Agenda 2030. Todo separado y muy mal separado. El futuro del campo pasa por la capacidad de entender que el problema es parte de uno mucho mayor y que nace en la Cuarta Revolución Industrial y en la globalización. Todo esto, por sí solo, no va a solucionarse.
Es urgente el cambio de modelo. Lo dice la OCDE y lo dice cualquiera con dos dedos de frente. Que el 40% de los jóvenes españoles piensan que se van a dedicar a profesiones que desconocen que van a desaparecer (o el modo en el que se van llevar a cabo será muy distinto al que piensan) antes de que puedan dedicarse a ellas, no hace más que evidenciar la lejanía del modelo económico necesario e imprescindible y el que nos están diseñando y estimulando. Las expectativas laborales de los jóvenes y las particularidades del mercado laboral influyen en el riesgo de que los empleos elegidos desaparezcan. Este riesgo supera la media es los países de nuestro entorno. Es muy grave que las diez expectativas principales para los jóvenes de hoy en día se encuentran muy concentrados en unas diez profesiones. Pero no es culpa de ellos ni de sus orientadores. El catálogo laboral español es el que es. Cuándo un modelo de crecimiento se basa en tres grandes sectores como son el turístico, el inmobiliario y los servicios en general, no puedes esperar que los que deben pensar en su futuro detecten expectativas en nuevos espacios profesionales.
Tengamos en cuenta que esto no hará más que ampliarse ante la pasividad de las políticas educativas, tremendamente politizadas y de escasa visión estratégica, modificando planes educativos en cada legislatura, ante una estructura económica sujetada por profesiones de escaso valor añadido y, una expectativa de paro juvenil superior al 30%. Es evidente que podemos exponer a nuestros jóvenes videos explicativos de un mundo tecnológico de todo tipo, pero la realidad no encajará con lo que les vamos a mostrar. Si a eso le sumas la gestión política de aurora boreal de las últimas dos décadas, en la que no se ha preparado nuestro país para un momento de emergencia tecnológica, tienes un cocido llamado paro. Los ingredientes que acompañan fueron aquellos que animaban el caldero con políticas seguidistas de impulso a los sectores de siempre, los que generaban ocupación rápida y pocos problemas a corto.
A los que ahora mandan y a los que les toca aportar una oposición responsable, se les exige un poco de visión estratégica, menos táctica y de alarma ante un ciclo económico malo para el que no tenemos ni un sólo amortiguador adecuadamente engrasado. Estamos a tiempo, por supuesto, pero hubiera sido mucho mejor haber actuado durante las vacas gordas y no tanto, ahora, con las vacas empezando la dieta.
En El Periódico: 'Con empleo precario, no pagaremos las pensiones'
Es habitual que el ser humano cuando llega una era revolucionaria en cuanto a la tecnología la identifique como un riesgo, algo que le agrede. Ya pasó en la primera revolución industrial. Además, cada vez el tiempo de transición es menor, el plazo de adaptación y adopción de la tecnología es cada vez más corto.
Con motivo de hablar sobre mi último libro ‘La Era de la Humanidad’, me contactó Fran Leal del suplemento Byzness de ‘El Periódico’ para conversar de temas que se tratan en el libro. El enlace de la entrevista publicada originalmente es este, pero si quieres leerlo aquí mismo te lo transcribo a continuación.
‘Con empleos cada vez más precarios, no pagaremos las pensiones’.
El desarrollo tecnológico ya está transformando nuestra manera de vivir y trabajar. Y, en el futuro más cercano, esos cambios serán más profundos. ¿Estamos en disposición de afrontarlo? Sobre ello charlamos con Marc Vidal, autor de 'La era de la humanidad'
El futuro próximo, en muchos aspectos, es toda una incógnita. En buena parte, debido al desarrollo tecnológico al que estamos asistiendo y a su llegada de forma masiva a los centros de trabajo, que tendrá un impacto muy importante. En este contexto, prepararnos para los cambios que va a conllevar la automatización generalizada es una cuestión primordial que no estamos abordando como país. Marc Vidal, experto en el área de la Transformación Digital, hace hincapié en esta idea en su último libro, ‘La era de la humanidad’ (Deusto, 2019), donde repasa de manera pormenorizada los cambios, las disrupciones y las innovaciones que vamos a ver en el corto plazo, derivados precisamente de esta revolución tecnológica, y que impactarán directamente en los negocios y, también, en nuestro día a día como ciudadanos.
El título del libro resulta muy evocador, pero no se corresponde con lo que muchos piensan que está por venir… ¿Por qué mostramos tanta resistencia al cambio, en este caso tecnológico?
Es habitual que el ser humano cuando llega una era revolucionaria en cuanto a la tecnología la identifique como un riesgo, algo que le agrede. Ya pasó en la primera revolución industrial. Además, cada vez el tiempo de transición es menor, el plazo de adaptación y adopción de la tecnología es cada vez más corto.
Sin embargo, no hay que olvidar que nosotros somos herederos de nuestros ancestros más miedosos. Es normal que veamos la tecnología como algo inabarcable muchas veces, pero lo cierto es que, a mediados de la próxima década, estaremos en una situación en la que prácticamente llegaremos a un escenario cercano a la singularidad, es decir, la tecnología por sí misma será capaz de ser más inteligente que nosotros e incluso repararse o mejorarse a sí misma. Y eso asusta.
¿Llegaremos a ver realmente ese salto tecnológico?
Hay cierto consenso global en cuanto a que llegará un punto en que, simplemente en el ámbito de la capacidad de cálculo, a finales de la próxima década, habrá ordenadores que computen más o menos a la misma velocidad que nuestro cerebro. Si somos capaces de desarrollar esa tecnología, tendremos que ir adaptándonos a esa tecnología que será más rápida que nosotros, que desde el punto de vista técnico será más inteligente y que lo único que no podrá hacer serán cosas que los seres humanos vamos a tener que estimular, que tienen más que ver con las habilidades desde el punto de vista creativo, el sentido crítico, la socialización, etc.
Unas nuevas habilidades que se reclaman desde el mercado laboral, junto a los perfiles técnicos. En empleo, ¿nos estamos preparando para lo que viene?
Hay de todo: unos, no; otros, un poco, y muy pocos, bastante. Esto va por barrios. Hay países que no están en el debate para nada en estos momentos y España es un ejemplo de ello. Aquí estamos debatiendo si son convenientes o no las luces de navidad en una población, si unos van a ser o no ministros, pero nadie está debatiendo si va a haber una cartera que se llame, por ejemplo, ministerio del futuro, y que desde un punto de vista metafórico sea transversal y capaz de aportar valor de futuro a cualquier área de cualquier gobierno.
Un buen ejemplo es Suecia, que tiene una cartera que, aunque no es un ministerio sí tiene rango de tal, e impregna prácticamente al resto de ministerios de aspectos que tienen que ver con el análisis del futuro. O Arabia Saudita, un país que consideramos petrolero, pero que tiene todo un desarrollo ministerial vinculado a la Inteligencia Artificial (IA). En definitiva, hay ejemplos de países que, al contrario de lo que hacemos nosotros, tienen planteamientos de cuál va a ser su estrategia en el despliegue de la IA.
Cuando nuestro modelo de crecimiento debía haber empezado a cambiar, con la explosión de la burbuja inmobiliaria, todo el dinero que salió disponible no se utilizó para cambiar el modelo por uno más tecnológico. En lugar de modernizarlo, seguimos dependiendo en un 30% del inmobiliario y el turismo.
Para los políticos de aquí, el tema es como si no existiera...
En el debate de televisión de los candidatos de la última campaña, en el minuto 178 (de los 181 que duró), aparece por primera vez la palabra innovación. Pero es que la palabra digital no aparece, ni tan siquiera en plan cosmético para quedar bien. Esto demuestra que, claramente, no es un aspecto que esté en el debate.
Y no es tanto hablar de digital, como hablar claramente de qué se va a hacer, por ejemplo, con una renta básica universal a medio plazo, qué se va a hacer con la gente que no se va a poder reciclar… No va a ser fácil reciclar a personas de 55 años, porque donde han estado trabajando siempre de forma manual, llega una máquina y empieza a hacer las cosas mejor que ellos. Y ninguna empresa los va a mantener en el empleo.
¿Se avecinan épocas muy duras, entonces?
Yo soy muy optimista en todo, pero hay características de nuestra situación económica y de planteamiento de cómo vamos a afrontar esta situación que no dan motivos para serlo. No tenemos un plan estratégico en nada que tenga que ver con el futuro, ni con un cambio de modelo de crecimiento. De hecho, no hay ni un modelo de modernización de los sectores en los que somos punteros. Esto es un problema enorme.
El gran reto es cómo un país con el 14% de paro se enfrenta a una situación en la que la destrucción de empleo nadie la está previendo, con una creación de empleo cada vez más precario y con cada vez más pobres asalariados. Y aquí tenemos un problema, porque las pensiones las tendrá que pagar alguien, y con empleos precarios no se pagan.
Pero en el caso de la renta básica, sobrevuela la etiqueta de ser una medida ‘de izquierdas’. ¿Cómo se puede desterrar este mantra?
El problema de las soluciones al futuro inmediato es que se les mete ideología por medio. La ideología es buena, siempre y cuando sirva para estimular cosas, no para pararlas. El problema es cuando ideologizamos cosas que desde un punto de vista técnico se deberían analizar de otro modo.
La renta básica universal, cuando la miras desde el punto de vista de izquierdas, te plantean que es algo que se tiene que sumar a una serie de subsidios y ayudas que ya existen. Desde la derecha, se retiran todos los subsidios y todas las ayudas, y se crea una única renta para todos. No es tanto qué modelo es mejor, sino que resulta inevitable poner el tema sobre la mesa.
Otro de las esferas más polémicas es la educativa. ¿Hacia dónde nos tenemos que dirigir?
La tendencia global es que aquello en lo que deberíamos estimular a los críos, las habilidades, algunas de ellas son más que revisables. No puede ser que sigamos entrenando a nuestros hijos para que sean robots, porque siempre habrá robots más potentes que ellos. Y es lo que estamos haciendo, mientras que las habilidades que van a ser esenciales cuando trabajemos con robots no hay manera de que las entrenemos adecuadamente.
Al final, la IA se basa en datos, que transforma en información, pero son los humanos los que lo transforman en conocimiento. Hasta que no entendamos eso, seguiremos con el problema educativo.
En la situación de emergencia climática en que estamos inmersos, ¿cuál es el papel que juega la tecnología?
La tecnología consume energía y en ese consumo no todo lo estamos haciendo en la dirección correcta. Eso es evidente. A la vez que empresas desarrollan algún tipo de tecnología, también se debería saber que ese desarrollo quizá tiene que ir a una velocidad no tan alta. Parar un poco y ver que esos avances no suponen una agresión a la naturaleza. Es decir, en vez de inventar 3 cosas, inventemos 2, que se haya innovado lo suficiente como para que no sean tan contaminantes.
De todos modos, creo que el ser humano es capaz de encontrar soluciones a todos los problemas. Este del clima es un problema tan global, genérico y evidente, que ponerlo en duda es difícil. Pero yo lo que sí pongo en duda es que el ser humano no vaya a ser capaz con la tecnología de paralizar algunas de las grandes agresiones al planeta que estamos viviendo. Precisamente en esta mezcla entre conciencia y tecnología es donde podría estar la solución a este asunto. Porque, sinceramente, me cuesta entender que el ser humano se vaya a llevar por delante algo tan bello como la Tierra.