La verdadera 'recuperación' es asunto de todos
Sabemos que se crean más empresas, pero que se hacen con menos capital. Aunque hablo de España, es algo que se repite en algunos de países de nuestro entorno. Obviamente el primer elemento a tener en cuenta es que no hay financiación, por lo menos no la que nos prometieron cuando dijeron que ‘todos los sacrificios de la banca por sanearse repercutirán en una apertura del grifo’.
De momento, lo único que sabemos es que en términos generales es que ‘el grifo’ sigue goteando y para nada ha aparecido el chorro y lo que va trascendiendo sobre los motivos de la denostada mala salud (anterior) del sistema es pura basura. La recuperada buena salud (que pagaremos todos) resulta que no acaba de trasmitirse donde es urgente que se traslade. O se estimula la financiación o será imposible tratar ‘face to face‘ contra los competidores asiáticos, americanos y, pronto, africanos.
Es muy preocupante, utilizando datos nacionales, que sean 170 millones de euros menos invertidos en la creación de empresas según el informe de Axesor. El mismo estudio asegura que en los 30 días del mes anterior, se necesitaron 263 millones para poner en marcha 6.147 empresas, mientras que el promedio anual en esta partida es de 531,4 millones. La anunciada ‘recuperación’ no llegará si las empresas no tienen capital para invertir por muchas que se funden. Hablamos de la gasolina para competir, para investigar, para crear compañías de la nueva era que nos ha tocado vivir.
¿Dónde está la explicación? En tres campos. Uno bueno y dos malos. El bueno es que a medida que pasa el tiempo, la economía digital permite fundar empresas, startups, modelos de negocio que requieren menor capital inicial y mucho de talento, dedicación y métricas que luego pueden lograr inversión. A esto, sin embargo, habría también que sacarle punta pues, mientras que en Israel, Estados Unidos, Irlanda, Eslovenia, Chile, Corea, Nigeria, Sudáfrica, Reino Unido, Polonia, Rumania, Canadá y dos docenas de países más que se están comiendo el pastel del futuro inminente, a pesar de generar empresas de esta índole, la capitalización inicial supera año con año al anterior.
Pedir que la Nueva Economía, la sociedad del conocimiento, la empresa tecnológica y el cambio de modelo en el crecimiento de un país se apoye en compañías sin dinero, sin financiación y sin capacidad para lograrlo, a expensas de que todo dios se dedique a poner horas y talento, es mucho pedir. Competir en este nuevo escenario requiere de talento, de una buena formación, de políticas dirigidas a estimularlo, de implicación, de liderazgo ejecutivo y, sobretodo, de dinero. Mucho dinero.
En eso de conquistar el futuro deben jugar todos. La lástima es que unos están preocupados en sus cosas pequeñas, en sus líos de juguete que dan lástima y otros en las grandes epopeyas que no sabemos a que responden visto lo visto. En eso de ser competitivos y tener empresas que sepan trasladar a riqueza cuanto crean y exploten, a ser líderes en impresión 3D, en conducción automatizada, en big-data, en gestión de la realidad virtual, en robotización de sistemas y procesos o en cualquier paisaje similar, hay que implicarse.
Políticos, que deben consultar a los que saben de esto, en cómo diseñar políticas a largo plazo capaces de reconducir este desastre mayúsculo y dejarse de dar porciones de un pastel infecto a grupos de presión con ‘cánones’ que son totalmente ilógicos.
Banqueros, que deben hacer un ejercicio sano de aceptar que son culpables en gran medida de haber dispuesto un crédito barato y soez durante años para que todo se aguantara en ladrillos de mentira. Que deben ser capaces de invertir y permitir la inversión para cambiarlo todo. Que no sirve que una entidad (y son varias) que obtienen beneficios netos de miles de millones de euros al trimestre, dediquen 10 de ellos a un fondo de inversión tecnológico. Que eso no es justo ni válido, de hecho no es nada en sí mismo. Y no pido que inviertan, cómo mínimo que concedan crédito. Sería suficiente.
De la sociedad ‘emprendedora’, que no puede ser que tras el desastre vivido, de la bola de estiércol que nos pasó por encima a todos, aun considere que el mejor proyecto empresarial que se puede montar es el inmobiliario. Una cuarta parte del capital invertido en la creación de nuevas empresas en España se ha destinado a la industria inmobiliaria. Has leído bien, 61 millones en un mes para nuevas sociedades vinculadas a la ‘recuperación’ del modelo, no a la ‘renovación’ del mismo.
Lo más grave no es el dinero aportado a la industria inmobiliaria, lo duro es ver que ese sector invierte como dios manda. El 23% del capital aportado a nuevas empresas representa sólo el 8% del total de éstas. De nuevo, el dinero, busca ‘lo seguro’ olvidando que la seguridad es algo más complejo. Se trata de construir algo de valor, un ecosistema en una economía cambiante, tecnológica y competitiva que en muchos lugares se está creando con valentía y decisión y en otros se está dejando al lento modelo de la inercia que el voluntarismo de algunos proporciona. Si esperamos conquistar el futuro, el de nuestros hijos, el de nosotros mismos atendiendo a la velocidad de todo, es preciso que todos lo quieran hacer.
Todavía queda algo de tiempo. La gran oportunidad de despertar de un letargo de fango y tocho depende de políticos, de la prensa, de los bancos y, por supuesto de la propia sociedad. Despertar una economía que no fabricaba nada. Que basaba la riqueza en el hecho comparativo sobre plano atendiendo a un valor especulativo del ‘los pisos no bajan jamás’, de la acumulación de apartamentos y casitas con sueldos duplicados a horas extras. A tiempo estamos de sonrojarnos de nuevo por haber considerado que una hipoteca a 75 años era una gran inversión. Quedan minutos para darle la vuelta al camino que parece que vuelve a iniciarse. Minutos para tomar otro tren pues en el que parece que vamos resulta ser que es de vuelta y ya no de ida. De vuelta al pasado en lugar de ida al futuro. Estamos a tiempo, pero depende de todos.
¿Cómo afrontar la próxima 'recesión'?
Que hay mar de fondo se sabe hace meses. Que lo seguirán nombrando como la tercera etapa de una recesión a plazos también. Probablemente sea complejo otorgar a lo que se avecina el mismo catálogo de elementos que le dimos a las anteriores bofetadas recibidas. Mientras unos culpan políticas monetarias por un lado, fiscales y económicas por otro e, incluso, procederán a satanizar a los mercados como si con ellos fuera este lío.
Cuando parecía que aumentaba la opinión de que cuanto nos pasa tenía que ver con algo menos visual y que se escondía tras el velo de un cambio de época sofisticado y revolucionario, va y se divisa en el horizonte otra recesión de narices. Y es que los palos que van a caer son destacables. Avisan porque no son traidores. Dicen que viene de todas partes. De un mundo emergente con problemas para mantener su emergencia, de un mundo sumergido con cifras de paro que lo anclan al fondo de su propia miseria y de un mundo arrogante que descubre que depende de elementos que desconoce.
Pero no viene nada. Estaba aquí. No se ha acabado. Este parto es de los largos, de los dolorosos. Cuando leáis que se detiene la máquina exportadora alemana, que los americanos han dejado de consumir, que cae la demanda en los supermercados, que la deflación avisa, que China se embarranca, que falta gas o que no hay manera de ofrecer empleo a tantos millones de personas que llevan años esperando un milagro, aceptad que todo ello no es más que reflejo de cuanto llevamos tiempo diciendo y que se trata de cómo el mundo se adapta a este cambio absoluto de patrones.
Las exportaciones alemanas caen como no lo hacían en cinco años. Una de las máquinas exportadoras más completas y eficientes del planeta se ahoga y con ella el tren se detiene. Francia ha pasado el peor verano en este sentido de los últimos años al igual que las ventas en los emergentes se caen. Algunos, como España, sufren de rebote y dejan de vender pues sus clientes, a un lado y a otro, no están para leches.
El caso español es para enmarcar no obstante. Si tuviéramos algo que exportar, si hubiéramos preparado los cimientos con tecnología, ahora estaríamos exportando conocimiento y no, como sucede, lo que enviamos al exterior son jóvenes hartos de esperar. Si se hubiera decidido activar políticas destinadas a modificar un modelo de crecimiento que ya no crece y que cuando parece que lo hace es de juguete, otro gallo cantaría.
Y seguirán perdiendo el tiempo. No parece que nadie tenga intención de transformar nada. Es difícil que tomen directrices hacia un nuevo modo de entender la vida y la economía aquellos que difícilmente la entienden. No hablo de saber usar un smartphone. Eso, sus señorías, lo hacen muy bien sobretodo en época electoral. Me refiero a descubrir el ‘big picture’ de lo que está pasando y de los retos como sociedad que nos ha tocado disfrutar. Cambiar el mundo no es fácil, pero si ni siquiera se sabe que hay que participar, es imposible.
Leer que el descenso de venta de mercancías retrocedieron significativamente en España por culpa de todo ese barrizal que comentamos, lo cual ponía en riesgo la ‘frágil recuperación de España’, es como un insulto a la inteligencia. Que recuperación, que fragilidad. Aquí no se ha hecho nada que pueda considerarse que está en riesgo de haberse hecho para nada. Nada es nada, aquí y en la China popular.
Todo gira en torno a una curiosa estadística inmediata, tóxica, que se esfuerza en retorcer los números cuando te concede un rédito positivo al comparar el desastre miserable absoluto con el siguiente mes algo mejor. El titular interesado suele ser ‘ya nos recuperamos’. Lo grave es que, estando muy abajo, en el comparativo inmediato sigas bajando.
No obstante, cada vez que escucho la palabra recuperación tiemblo. ¿Qué querrán recuperar? Cuando admiten que ‘sus políticas han iniciado la senda de la recuperación’ quieren decir que sus conservadores y acomodados sistemas socioeconómicos se sienten más tranquilos. El riesgo, la apuesta, el cambio de paradigma podrá esperar. Eso es la recuperación para todos ellos.
Pero el mundo no se detiene a pesar de la colisión. Unos lo miran desde la ventana y les parece que se mueve lento, pero la verdad es esa, que no se detiene. Modelos de negocio cambiando todo, inventos que se vuelven cotidianos, conexiones completas en redes permanentes, un mundo conectado hasta el extremo, un mundo abandonando su dependencia de sistemas autocráticos a otros mucho más distribuidos y sin intermediarios. Vivimos en un Berlín permanente. No dejan de caer muros, económicos, políticos, formativos y sociales. Todo está retumbando y eso es lo que los diarios económicos se esfuerzan en llamar ‘tercera recesión’, crisis, o lo que les quede bien a cinco columnas y con un fondo salmón la mar de bonito.
En agosto las exportaciones alemanas se redujeron un 1% con respecto al mismo mes de 2013 y las francesas cayeron un 5,7. También retrocedieron las ventas al Reino Unido, que sufrieron de nuevo una importante caída del 20,5%, acumulando en su caso ocho meses consecutivos de descenso. El resto del mundo va igual. Cae un 7,1%, sobre todo a América Latina (-28,8%), Brasil (-22,3%) y México (-16,5%). Con decir que es por que hay menos demanda se termina el análisis.
Lo que hay que explorar es porque cae la demanda o, mejor dicho, porque esa demanda no satisface la expectativa. Si revisamos muchos de los negocios que hace apenas unos años tenían una cadena de valor determinada con diversos procesos físicos, humanizados y plagados de intermediaciones, ahora, cada vez más veremos procesos digitales, automáticos y huérfanos de intermediación. Algo que, por cierto, sólo hará que aumentar.
Parece mentira en que gastamos el tiempo. En que lo gastan los que deberían procurar por el futuro a medio plazo. Para los que las etapas vitales son tramos de cuatro años, es complicado ver más allá, pero haberlo haylo. Un mundo automatizándose a toda velocidad, revolucionándose y jodiéndole la vida a mucha gente que no es capaz de atrapar un tren en marcha. El maquinista no escucha, los jefes de estación no escuchan, los pasajeros no escuchan. Aquí no escucha nadie y una multitud corriendo tras el tren y otros esperando el próximo que no llegará.
Y es que todo está cambiando a tal velocidad que ni lo percibimos hasta que lo tenemos encima. En la actualidad, menos del 1% de los objetos del mundo físico están conectados, lo que significa más de 10.000 millones de un total de 1,5 trillones de objetos. Y cada uno de esos objetos con acceso a redes IP de ordenadores, teléfonos, tablets, sistemas GPS, coches, TVs, máquinas, teniendo el potencial de conectarse a ese otro 99% de objetos que todavía no están conectados. A la vuelta de la esquina, en el año 2020, el número de conexiones ascenderá a 50.000 millones (el 2,7 por ciento del total de objetos en el mundo). Así, pasaremos de los miles de millones de objetos conectados hoy a cientos de miles de millones o incluso billones en un futuro inmediato. Ese mundo automático se lo va a llevar todo por delante, por lo menos eso que dicen que ‘se estaba recuperando’. Cuanto más malo pinte todo, más intenso estará siendo el cambio.
Nadie puede parar las revoluciones, ninguna. Nunca pasó. Pero todo ello se puede ver desde la ventana, divisando las luces del cambio que lo retuerce todo, esperando los titulares alejados de lo que realmente pasa sumidos en miles de intereses creados o, sencillamente, ser una de las luces que otros solo alcancen a mirar. Al final, todo lo que viene, y a pesar de que mucho de lo que suceda, y del modo en que suceda, dependerá de quienes nos gobiernan, hay algo sustancialmente íntimo y que siempre derivará de ti y de como quieras vivirlo. ¿Protagonista o espectador?
Airbnb superando barreras legales en San Francisco
Publica hoy Techcrunch que después de seis años de operar en San Francisco, Airbnb finalmente pasará a ser una empresa con un producto totalmente legal en el lugar que lo vio nacer. Esto trastoca muchos mensajes en contra del modelo y de la viabilidad de esta disruptiva empresa que está revolucionando el sector hotelero del mundo.
Durante dos años la ciudad de San Francisco ha discutido este tema hasta llegar a la pieza argumental de ayer. La escasez de vivienda parece estar detrás de la evolución del tema, lo que, por otra parte, también podría estar dando las pistas de un mundo inminente en cuanto al formato inmobiliario que Airbnb plante de manera derivada.
La limitación de un alquiler ‘no organizado’ de hasta noventa días en un año intenta defender los intereses precisamente del sector de la vivienda y sus afectaciones en un mercado saturado de demandantes y escasez de oferta. Además los ‘anfitriones’ deberán inscribirse pagando una cuota de cincuenta dólares al Departamento de Planificación y comprometerse a pagar impuestos de tipo hotelero.
Tengo la impresión que poco a poco, cada una de las barreras que suponen un freno hacia algo irremediable, irán cayendo. Unas por su propio peso, otras por la vista inteligente de mandatarios que observarán el transcurso inevitable de la economía digital y distribuida y otras por los nuevos intereses económicos a los que se irán incorporando modelos y agentes más tradicionales e, inicialmente, reacios a dichos cambios.
Ya pasó con la música, pasará con los libros, pasó con los viajes y pasará con miles de millones de empleos, todo cambiará y lo hará rápido. Los intermediarios, la cadena de valor entre cliente-usuario y producto cada vez es menos curva, menos compleja y utiliza la tecnología para simplificarlo todo, hasta el punto que los intocables pueden estar también en fase de extinción.
Airbnb no deja de ser un exponente más, como tantos, de que los intermediarios, en todo, desaparecerán y lo harán rapidito. Ser el de en medio no tiene futuro. O eres cliente o eres productor. Lo único que se necesita ahora es un canal que los vincule y este ya no precisa de una cadena de sucesos, de procesos encadenados que encarecen. Ahora solo es preciso tecnologia. Uno de los proyectos en los que acabamos de consignar nuestra entrada societaria y que en breve comunicaremos, responde precisamente a este modelo social en una franja demográfica con un enorme potencial.
Recordemos que, en estos momentos, Airbnb vale 10.000 millones, Hyatt Hotels 8.000, y Wyndham 9.400. Escribí que si yo fuera taxista me daría de alta en Uber, ahora pienso que si tuviera un hotel encantador y pequeño mutaría el negocio a Airbnb. Si tuviera una idea de negocio nueva, la galvanizaría en una plataforma social capaz de integrar toda la filosofía de este tipo de modelos.
La revolución global depende de algo más que de un 'I like'
Ofrezco conferencias sobre un mundo inminente. En la mayoría de los casos explico lo que ya estamos viviendo, como se refleja en alguna de mis empresas o como afecta a la vida cotidiana. A veces, entre citas, imágenes, videos y explicaciones sobre la ‘transformación digital’ intento comparar aquello que vivimos en nuestro entorno moderno y sofisticado con lo que sucede en otros lugares del mundo y que, por supuesto nos deberían hacer reflexionar.
A través de esas charlas procuro inspirar a la audiencia, empleados, directivos o emprendedores a participar de forma activa e innovadora en cada aspecto de sus vidas laborales o personales y así demostrar el papel que jugamos todos en ese estímulo innovador que precisa nuestro mundo. Siempre lo planteo de manera optimista y procuro que el reflejo de donde esto no está pasando permanezca en nuestra manera de entender el desequilibrado término llamado progreso tecnológico.
He vivido en África, de hecho suelo explicar algunas anécdotas de ese tiempo que marcó mi vida definitivamente, y por eso tengo percepción de la desigualdad extrema que vive la humanidad en cuanto al acceso a la tecnología. Si bien es cierto que el desconocimiento acerca de esto es brutal en nuestro cómodo entorno y que las noticias que nos llegan del continente africano últimamente son relacionadas con sus problemas y amenazas, la realidad es compleja y para nada como la vemos desde ‘occidente’. Haber conocido todo aquello en el pasado y trabajar con ellos a diario da esa perspectiva actual y redonda que suponen las diferencias, por ejemplo, entre la zona más moderna de Lagos y el resto de Nigeria.
Cuando explico en esas ponencias todo cuanto nos rodea, de donde viene y lo que nos espera, el auditorio suele sentirse desconcertado, a veces abrumado, pero siempre deseoso de vivir cuanto allí planteo. La revolución digital no es más que la antesala de un mundo automático y mejor, un lugar donde las personas dispondrán de oportunidades fuera de las obligaciones actuales. Ya pasó antes y sigue pasando ahora.
Sin embargo nuestra revolución va más allá de la obsesión por smartphones, tablets o aplicaciones, es mucho más que hacer una ridícula espera durante horas o días frente a una Apple Store esperando la llegada de un producto icónico. Es mucho más intenso y profundo. De hecho no es ni el tiempo que gastamos en todo ello, ni en como los utilizamos, tampoco tiene que ver con las redes sociales o con la distribución de la información. Si tomamos distancia de todo ello descubriremos que lo que estamos fabricando es un mundo interactivo, líquido y cada vez más pequeño.
Pero esta revolución que anunciamos no estará completa hasta que sea en todas partes. Como una retorcida metáfora de todo cuanto precisa de la aceptación global, en este caso nos sucede lo mismo puesto que los retos por superar siguen siendo enormes. Un reciente estudio de los analistas de McKinsey & Company sobre las barreras de la adopción de Internet en el mundo asegura que todavía hay 4.400 millones de personas en el mundo sin conexión a Internet.
Obviamente si la tecnología y su socialización no llega a todas partes, el papel que se le reservaba para empoderar a las personas, ofrecerles oportunidades, equilibrar las desigualdades, no será una realidad nunca. Es peor, la tecnología y la revolución digital podría convertirse en un factor aún mayor de desequilibrio y de exclusión irremediable. Es tarea de todos ceder espacio en esta carrera, estoy seguro. Proyectos como Internet.org de Mark Zuckemberg podrían ir en esa línea.
Lugares vendidos como ‘La Meca’ tecnológica donde millones de personas trabajan por encargo en desarrollos informáticos avanzadas, en subcontratas digitales que son también el mayor agujero de exclusión tecnológica del mundo. En la India encuentra un cuarto de la población sin conexión a Internet del mundo, en China hay unos 736 millones de personas sin conexión a la red, en Indonesia unos 210 millones, en Brasil unos 97 millones de personas y en México otros 69 millones de personas. De hecho, en Estados Unidos alrededor de 50 millones de personas no se conectan a Internet aunque se desconoce cuántos son por decisión propia, y cuántos son porque residen en áreas demasiado remotas.
El informe citado de Mckinsey refleja que el gran reto de nuestro tiempo, de avanzar en el verdadero significado de este cambio de época es universalizar, generar un valor social y universal y construir con ello un mundo, completo, mucho mejor. Como si de un reflejo de la historia se tratara, como en un retorcido viaje en el tiempo, vivimos una especie de duotono entre las ciudades (tecnológicas) y el mundo rural (desconectado).
El 64% de la población sin Internet del mundo se encuentra en zonas rurales, por la falta de infraestructura, lo que a la vez conlleva falta de educación, empleo o salud. Si pensamos en todo ello nos daremos cuenta de que el espejo en el que reflejamos nuestra modernidad y nuestra vanguardia digital no es más que un espejismo si lo revisamos en su completo escenario. Si grave es que más de la mitad del mundo no tenga acceso a Internet, peor parece que, por ejemplo, en la India un 45% de su población no tenga ni electricidad. Nos queda mucho por hacer y no solo se trata de hacer un ‘I like‘ en nuestro muro, debe ser algo de mayor implicación.
Cuanto antes aceptemos esta revolución antes lograremos disfrutarla
Hay sectores que son más sensibles a los cambios o los perciben con mayor intensidad. El mundo de la comunicación, por el mero hecho de ser tecnológicamente proclive a adaptarlos y así corresponder con el universo cambiante de sus clientes, se convierte muchas veces en la antesala de los cambios más interesantes en el futuro inmediato.
Hoy sabemos que Google amenazó con desindexar en sus búsquedas a diversos medios de comunicación alemanes que, por vía legislativa, exigen al gigante americano pagar por los contenidos indexados que el primero posea de los segundos. De hecho lo que hace Google es dar un paso atrás ante una incomprensible normativa, atendiendo a los tiempos y al formato de lo que hablamos, y decidir darle la vuelta al asunto.
Ahora Google genera casi medio millón de páginas vistas en esos medios gracias a que los alemanes acceden a la información previa búsqueda. Los enlaces que se generan proporcionan beneficios con toda seguridad. De hecho, Google cifra que esos 500.000 accesos a páginas de noticias alemanas proporciona entre 12 y 16 céntimos de euro.
Lo cojas por donde lo cojas cuesta entender la lógica de la normativa atendiendo a un universo con la cadena de valor tradicional distorsionada por los bits. A partir de ahora Google solo mostrará el títulos y el enlace. Ya no sumara ni imágenes ni contenido. La deconstrucción de procesos se instaló ya en nuestro modelo productivo y de gestión. Nuevos se van creando y nuevos son los modelos que los ejecutan. Ya nada es tan claro como diferenciar entre generador de contenido, soporte donde publicarlo, consumidor, intermediario, gestor de acceso, interpretador de titulares, opinador, establecimiento de flujos de lectores, estimulador de plataformas que redirigen el tráfico, etc. Si en apenas unas décadas todo el plan de gestión de una empresa era el de tener claro cada día lo que le tocaba a todo el mundo hacer, eso ha cambiado radicalmente.
En esta guerra, que podría reproducirse en otros países como España donde tenemos normativas del siglo XIX aprobadas en el XXI, Google avisa que está dispuesta aceptar la petición individual de cada uno de estos medios para que sus contenidos sean indexados al completo de forma gratuita. La verdad es que no admitir el beneficio que le da a los medios de comunicación este tipo de accesos es surrealista.
Y en esa guerra estamos. Tiene que ver con la aceptación de nuevas reglas basadas en un innumerable volumen de nuevas herramientas, un universo que casi hace ridículo mantener ‘por que si’ las aduanas del pasado. Si queremos preservar las hectáreas de conocimiento, razonamiento, información, debate y distribución de la inteligencia que el periodismo supone, deberán poner de su parte. Menos subvenciones para soportar redacciones del siglo XIX, menos leyes que estrangulen el progreso y la lógica de nuestro tiempo y más implicación social y empresarial en la construcción de los canales por los que nos hacemos mejores ciudadanos gracias a la información.
Si la prensa quiere ser negocio no debería de agarrarse a un modelo de pago, protección y negocio que, por suerte o desgracia, tiene que ver con la vida actual. La prensa del futuro inmediato es un negocios adecuado a nuestro nuevo tiempo tecnológico, social, inmediato, robotizado y automático, pero garantizando el implacable factor humano que repercute en el análisis de nuestra realidad y ese factor también esta en el nuevo modo en el que el usuario-lector accede a la información. Eso ya no es un patrón reservado a la decisión de un poderoso que ahora se encuentra con otro poderoso que le ha cambiado las reglas. Unas reglas que mientras le fueron bien ni quiso tocarlas. Google ahora es más poderoso que todos los medios juntos y eso molesta a quienes atesoran siglos de monopolio informativo. Y apelar a que Google News es un ‘monopolio’ y por eso hay que exigirle un canon es, o no entender el momento y de que se compone o voluntariamente procurar que las cosas no evolucionen cuando te van en dirección contraria a donde te interesa.
En plena batalla por la adecuación de los medios este cambio de época, algunos se esfuerzan en delimitar no ilimitado y otros toman decisiones duras que esconden los pliegues del futuro. Los propietarios del periódico The New York Times anunció que iba despedir a un buen número de trabajadores para hacer frente a la pérdida de ingresos por publicidad e invertir en su futuro digital.
Obviamente no es el único medio escrito que hace esto, ni será el último, pero el discurso contrario e inmóvil que mantuvieron en el pasado cayó por su propio peso. Hay que pensar que vamos a hacer en un mundo donde millones de acciones desarrolladas por humanos en breve las harán sistemas inteligentes. Como hicieron nuestros antepasados en cada Revolución tecnológica, nos toca a nosotros protagonizar esta, mucho más rápida, radical seguramente e intensa. Alégrate, estás en medio de una franja de la historia irrepetible.
Sobre desapalancamientos, tropezones y el futuro digital
Hace apenas unos dos días un informe alteró muchas oficinas de inversión, despachos de análisis financiero y foros donde hace mucho se debate sobre si la ‘recuperación’ que vive el mal llamado occidente es real o no. Lo curioso, de nuevo, resultó ser lo difícil de localizar algún medio que referenciara dicho documento que, repito, puso de vuelta y media a muchos centros de análisis e inversión a lo largo y ancho de Europa.
Se trataba del informe del ‘International Center for Monetary and Banking Studies’ con sede en la calle Chemin Eugène-Rigot de Ginebra y en la Bastwick Street de Londres, titulado ‘Deleveraging? What Deleveraging?’ (‘¿Desapalancamiento? ¿Qué desapalancamiento?’) firmado por Luigi Buttiglione de Brevan Howard Investment Products, mi conocido Philip R. Lane del Trinity College Dublin, Lucrezia Reichlin de la London Business School y Vincent Reinhart de Morgan Stanley. En el han participado un buen número de gente significativa en el contexto del estudio económico mundial.
Dicho informe asegura que estaríamos ante una nueva crisis inminente por culpa de que nadie ha hecho su trabajo correctamente. El solicitado ‘desapalancamiento’ de deudas diversas no se ha producido sino que se ha engordado lo que se debe y eso, como ya sucedió antes, podría estar conduciendo el tren directamente contra un muro. Hay alguna frase memorable acerca del ‘no hemos aprendido nada’ o ‘estamos en manos de irresponsables‘ que, con educación suiza, viene a decir que hay dirigentes más preocupados por sus próximos cuatro meses que por los siguientes cuatro años.
De hecho el número 16 de los informes publicados por este Instituto es claro en su planteamiento y horizonte. Asegura que ‘la ruta de la política actual con respecto a la dinámica de la deuda es suicida. Que para evitar la reedición de todo ello se debe procurar un bajo crecimiento prolongado o una nueva crisis vendría en camino’
Que los que tienen que dirigir el mundo no lo hacen muy bien parece obvio. Que no se ha comprendido la dimensión de los cambios que vivimos como sociedad parece que tampoco está en la agenda de muchos de estos señores. Solicitar a quien apunta sus citas con pluma y tinta en una cartera de piel que guarda en el bolsillo interior de su chaqueta, que comprenda hacia donde van todas las nuevas lógicas económicas que rodean la gestión de datos, el dinero electrónico o la eliminación de intermediarios en casi todos los procesos económicos en los que nos vemos envueltos cada día, es complejo.
Y son ya varios los avisos en muchos foros los que regresan al discurso de ‘tengamos cuidado’ que nada está sujeto a no volver a tener problemas. Tras los discursos de políticos y mandatarios que permiten el gasto sin mesura para poder vender y venderse se esconde nuestro futuro y puede que, otra vez, estén jugando con él.
Es global. La economía china va entrando de nuevo en zona inestable últimamente. Las ganancias de las grandes empresas industriales se redujeron un 0,6% en agosto respecto al año anterior, tras crecer un 13,5% en julio. Y los datos recientes sugieren que está siendo muy difícil para estimular la economía a través de dinero barato. Si la desaceleración de China sigue así, podría ser un drama para los países que venden metales y energía a China.
Pero no es solo Europa y su deuda, o China y su desaceleración. En Estados Unidos no han aprendido nada. Increíblemente, los préstamos de alto riesgo están impulsando la economía americana de nuevo. El gasto que los consumidores de Estados Unidos es de casi el 70% de toda la actividad económica en los Estados Unidos y, curiosamente, una vez más impulsado por el auge de los préstamos subprime. Basta con mirar a los datos de los gastos personales de estos días y se detecta que la gente compra coches y productos de consumo doméstico a plazos como no lo hacía desde antes de la hecatombe de finales de la década pasada.
Y por España similar, aunque hay casos cuanto menos divertidos, la tendencia habla de cosas muy diferentes. Como dice el Financial Times, mientras se recuperan las ventas de viviendas, se conceden más hipotecas y barrios fantasma empiezan a tener habitantes que deberán hasta la vida de sus nietos, el mundo gira a su ritmo implacable. No aprendemos. El mundo cambia, se retuerce en sus viejos pliegues, en aquellas tramas que nos dijeron que eran lógicas. Supimos que todo aquello temblaba, que nada estaba anclado a una base sólida, y se cayó. Ahora cuando todos vamos aceptando la realidad, cuando la tecnología nos da la clave para enfocar un escenario nuevo con ilusión y esperanza, la política y sus derivados nos ponen el caramelo de consumir lo que consumió nuestro futuro.
Que los que mandan son tela marinera fijo, pero que los mandados tienen lo suyo también. No voy a escribir mucho más de esto. Agota y deprime. Por eso, aquí, seguiremos interpretando todos juntos hacia donde va este barco que ha entrado de pleno en una revolución gigantesca con decenas de factores que nos dan pistas y que son apasionante. Impresión 3D, drones, big data, vehículos autopilotados, economía distribuida, reducción de intermediarios, automatización de los comercios, internet de las cosas y tantos otros. Ahí esta el verdadero futuro, que no nos jodan los que todo eso no lo entienden o, por el contrario, entienden muy bien que pone en riesgo sus privilegios. Por suerte, el peso de lo inevitable, siempre, les pasó por encima. Es cuestión de tiempo. Ellos suelen procurar evitarlo, pero solo lograrán retrasarlo. Algo es algo.
Otra punto de vista del crecimiento de Irlanda
Hoy participo en una charla sobre el estado económico de Irlanda en el DIT. El tema de debate radicará en un análisis sobre las cifras de crecimiento que sobre este pais se publicaron hace unos días. Existe una doble percepción acerca de lo que realmente supone tal repunte y si se debe exclusivamente a las empresas tecnológicas, a la exportación, al turismo o a una curiosa realidad derivada de la contabilidad fiscal. El gráfico que acompaña el post refleja la potencia de un sector exterior que es la envidia de muchos y en ese hay un peso gigantesco de alimentos y bebidas.
De hecho la duda que le quedan a muchos analistas como Cormac Lucey del Economic Outlook del Times es que la gente no percibe en su día a día ese crecimiento del 7,7 % del GDP o el 9% del GNP. En cualquier conversación la gente te compara esas cifras con su propia realidad, que para nada ha crecido ninguna de esas dos cifras, diciendo ‘if things are so good, how come I feel so bad?’.
Esto nos suena guardando las diferencias, pero en España se habla de ‘recuperación’ de la economía (con el mercado inmobiliario asomando por el horizonte de nuevo) pero la realidad familiar sigue siendo dramática para millones de personas. La teoría de porque pasa esto en Irlanda es distinta a la de otros países. En el caso del ‘tigre celta’ puede estar detrás, también, de las empresas tecnológicas, su realidad extrema de un nuevo modelo económico sin fronteras y universal y su fiscalidad diferenciada con el resto de países de su entorno.
Tras unos días circulando la noticia del liderazgo irlandés en el crecimiento en Europa el descontento ha ido en aumento. No ha parecido sentar tan bien como preveían desde el gobierno, pero sin embargo la opinión general es que tarde o temprano, la bonanza se distribuirá entre todos.
Pero debemos ser más exactos y no lanzar datos tan positivos sin analizar la ‘cara b’ del asunto. Una de las razones del descontento social radica en que, a pesar de la estadística oficial, es que gran parte de esa fría mejora se ha producido a expensas del bienestar de las personas que se ha lanzado a trabajar por cuenta propia que aquí, como en España, te coloca directamente en una zona ‘pensionable’ de menor valor. La falta de empleo se ha traducido en una eclosión emprendedora que, a diferencia de España, aquí no se ve con tanta buena cara. Se considera que el ‘emprendedor’ no siempre lo es por gusto y a la aureola mágica del mismo se le pone una corona de espinas.
Pero la razón fundamental para que el crecimiento que las estadísticas reflejan no acabe de sentirse en el cuerpo social puede estar detrás, precisamente, del modelo tributario y de la tipología de empresas que lideran la productividad en Irlanda.
El ejemplo que pone Irwin Stelzer suele poner en este caso es sintomático. Si un microchip manufacturado por Intel en su planta irlandesa se vende por 100 euros, todo ese bruto va directo al Irish GDP a pesar de que 40 euros de esos pueden ser la parte del beneficio que reclamará la matriz de Intel, principalmente los accionistas en Estados Unidos. Pero, por el contrario, el producto nacional bruto utiliza el enfoque de propiedad cuando se trata de determinar una renta de país. Por ello ese ejemplo repercute en que sólo 60 euros de ese microchip serían atribuibles a los propietarios no nacionales o delegaciones como la irlandesa. Esto sucede con casi todas las tecnológicas en este país que tributan aquí pero derivan parte de ese beneficio a accionistas o equilibrar balanzas de las matrices.
Defiendo que la economía ha cambiado mucho básicamente porque el terreno de juego es otro. La tecnología digital lo ha permitido. Los que definen como ‘trampa’ el tributar en Irlanda, incluso a pesar de tener a miles de empleados aquí, se olvidan precisamente de que no estamos en un modelo del siglo pasado donde la tipología de empresa no permitía esa movilidad. Pero no todo es como lo pintan y la cara b muchas veces es tan importante como la principal pues sin una no hay la otra.
Una fiscalidad baja para las empresas estimula su creación, instalación y crecimiento. A la vez este tipo de ecosistema crece gracias a las empresas de rango tecnológico pues les es más fácil ‘desmantelar’ sus plantas en cualquier parte y trasladarse donde obtengan beneficios más altos por tributar más bajo.
Ese despliegue de empresas tecnológicas anima a otras a que vengan, el intercambio de conocimiento y talento se hace evidente en algunos lugares de este país de manera vibrante. Cada vez son más y mejores. Personas de todo el mundo que quieren trabajar en ‘las grandes’ se acercan aquí en busca de su contrato estrella. Y lo logran muchos. Otros, al calor de tanta tecnología, deciden probar su propio proyecto y lo hacen aquí por esa tributación baja, las ayudas al emprendimiento y la atmósfera propicia.
Pero tanta empresa de este perfil repercute en lo que comentaba al principio del post. Nada es bueno o mal, hay grises. Ya comenté el encarecimiento de todo, el alto rango de tasas e impuestos indirectos que pagamos lo ciudadanos de este país, pero hay otro elemento que no es equiparable a la realidad estadística de unas cifras, que siendo muy buenas, se dejan algún factor importante.
De ese crecimiento bruto hay un alto porcentaje que no se puede trasladar a la sociedad, no directamente puesto que pertenece a ese tipo de empresa que, si bien se beneficia de su ADN digital, también lo utiliza para trasladar sus ventas a su matriz.
No obstante, prefiero crecer al 7,7% y que una parte de ese valor tenga un origen en la industria que ‘eleva’ a sus empresas de Estados Unidos una parte importante de las mismas, a no crecer. Al fin y al cabo, si esas empresas ganan dinero seguirán invirtiendo aquí y contratando más y mejores empleados que cada vez tendrán mejores salarios y cada vez consumirán muchos más productos o servicios. Sin dejar de mirar los datos al detalle, sin permitir que los datos oficiales cieguen por lo brillantes, debemos también reconocer de donde salen y en que repercuten en su conjunto.
Westinghouse
La primera semana de diciembre saldrá el primer número de la nueva revista económica Westinghouse, Future Economy. El nombre se inspira en el que fuera nominado a recibir el Premio Nobel de Física en 1901, George Westinghouse. En el primer editorial explicaré con detalle la elección del nombre y la espectacular y brillante vida de un inventor, investigador y, también, empresario que impregnó en cada uno de sus proyectos personales la huella de la innovación, su voluntad de transformarla siempre negocio y la búsqueda de trasladar en los demás su visión humanista de todo ello.
La nueva revista constará de secciones vinculadas a la Nueva Economía pero también se acercará a aspectos poco conocidos, didácticos y muy divertidos de la propia economía. Con un valor atemporal y buscando ser interesante en cualquier parte del mundo, tendrá, por supuesto, diversos elementos de actualidad que permitirán enlazarlo todo de un modo interactivo y estimulante.
La redacción que ya está trabajando en el primer número estará compuesta por Jacobo Ferrando, Killian Sevilla, Javier Salso, Inma Tortajada, Jorge Segura, Carlos Guerrero, Pepe Crespo, Ricardo Moreno, Isaac Gonzalez, Alejandro San Nicolas, Eloi Serrano, Ivan Gimenez, Rafael Calle, Jacinto Llorca y Carles Enric López y escribirán en los apartados ‘Nuevas tendencias económicas’, ‘Emprendedores por el mundo’, ‘Milenials’, ‘Hoy presentamos a una StartUp’, ‘Bootstrapping’, ‘Models de fondos e inversión’, ‘Como será el mundo, como fue…’, ‘ los otros Sillicon Valleys’, ‘The conference’, ‘Freemium’, ‘The next X Think’, ‘Cloud and Big data’, ‘Econofunny’, ‘Zooeconomia’, ‘Filmeconomy’ y ‘WTF!’.
Lo dicho, hasta primeros de diciembre no tendremos el primer número listo, a partir de entonces, cada principio de mes un número.
¿Por qué le llaman prensa cuando quieren decir negocio?
Es sorprendente, y lo digo con pena, la escasa imprevisibilidad que los medios escritos por la llegada de dispositivos digitales y redes sociales tuvieron en su momento. Sigue siendo curioso ver como del estupor y la desidia se ha pasado a un ‘cuando la tormenta pase’. Y no pasará, sencillamente el clima ha cambiado.
Como asegura Clay Shirky, los ingresos de la impresión de anuncios han caído un 70% en una década en los países más desarrollados, 2013 vio el índice más bajo jamás registrado, y 2014 será incluso peor. La revolución que vive el mundo, mucho más que una crisis, responde al posicionamiento de las piezas de un puzzle socioeconómico y vital entre hombres, tecnología y política. Una economía en funcionamiento que se ajuste a la nueva realidad precisa de compradores y de vendedores y si queremos vender deberemos de activar todos los mecanismos para que así sea. La empresa privada, la banca, los sindicatos, la política y, por supuesto, la prensa deberán poner de su parte. Todos están en condiciones de entenderlo pero no todos están dispuestos a hacerlo.
Todavía hay quien defiende la impresión en papel como se defiende el libro físico. Apelando a un romanticismo por el aroma de la tinta, del encuadernado o del café manchando las páginas durante el desayuno, algunos aseguran que el papel nunca desaparecerá. Si revisas todas las tablas acerca del uso del mismo y el crecimiento exponencial del consumo de revistas y periódicos en formatos digitales exclusivamente, parece absurdo mantener esa afirmación.
Coincido con el artículo de Clay Shirky en que el cierre de un periódico local no debería ser más destacable que el cierre de una agencia de viajes de barrio. La diferencia, notable, es que la primera la componen los que escriben noticias. Por eso nos parece como una especie de cataclismo, una catástrofe inaceptable que va en contra de la ‘libertad’ y el conocimiento. Pero la verdad es que no responde a nada más que la voraz y rápida adecuación de nuestros tiempos.
No obstante habrá quien querrá encontrar una dimensión moral en el colapso de los periódicos, como si la dependencia de empresas, modelos de pensamiento e intereses fuera algo que fuera imposible de manejar por más tiempo. Siglos nos observan y demuestran que debe ser algo más tecnológico, menos espiritual y mucho más evolutivo. En España hay medios profesionales convertidos en modelos disruptivos que estudian y exploran métodos digitales innovadores pero también mecanismos de financiación mucho más realistas con nuestro momento.
De explicaciones sobre la escasa objetividad de la prensa, el que las personas pueden informarse por otros medios ‘no manipulables’ o derivados quedaría bien en un ‘meeting’ pero no se ajustaría a la realidad completa. Hablamos de un asunto general, global, donde las fronteras no las marca la capacidad para ser objetivo del colectivo periodístico, sino el despliegue tecnológico asociado en una u otra sociedad. La caída en Uganda es más lenta que en Canadá por poner una comparación relativa.
Pero lo que ha pasado, sencillamente, es que los anunciantes se están yendo. Nada más. Lo que se debe averiguar es el motivo y debe estar en aquello de ‘business is business’. Siguen habiendo versiones de lo ocurrido que se alejan del problema real. Se asegura que en menos de un minuto algunas cosas volverán a su sitio. Parece que no se interpreta el momento adecuadamente y las llamadas a la ‘recuperación’ no son más que cantos de sirena. Que la economía mejorá es obvio, por comparación debe hacerlo, pero el territorio que deje no tiene porque ser el mismo que antes de la eclosión, digamos que seguramente será antitético.
La desaparición de cualquier medio es algo dramático, pero lo más grave no es eso, lo es la fuga de conocimiento y talento que se va por las cañerías cada vez que eso sucede. Si eres periodista o lo quieres ser, deberás estar preparado para serlo de otro modo. Tengo la impresión que el periodismo, la comunicación en general, será, de nuevo, quien en primera instancia sufrirá en su epidermis el frío de un nuevo paso hacia esa sociedad tecnológica y automatizada. Otra vez, me temo, habrá quien nos mostrará la crudeza de esos cambios, pero a la vez, tendrá la oportunidad de mostrarnos la puerta del futuro entreabierta. Un nuevo giro al molino de este ‘cambio de época’ está ya larvándose.
Tal vez nos toca a emprendedores y actores económicos entender que en los medios de comunicación hay un escenario donde se puede ver el futuro. Si queremos preservar las hectáreas de conocimiento, razonamiento, información, debate y distribución de la inteligencia que el periodismo supone, tal vez, deberíamos poner de nuestra parte. Menos subvenciones para soportar redacciones del siglo XIX y más implicación social y empresarial en la construcción de los canales por los que nos hacemos mejores ciudadanos gracias a la información. Si la prensa es solo periodismo seguramente no logrará encajar en un mundo que exige eficiencia y beneficio. Si quiere ser negocio no debería dejar de ser periodismo. El cruce es sencillo y sofisticado a la vez. Negocios adecuados a nuestro nuevo tiempo tecnológico, social, inmediato, robotizado y automático, pero garantizando el implacable factor humano que repercute en el análisis de nuestra realidad.
Y es que un periodista tienen la obligación moral de mostrarnos el mundo tal y como es y no como los poderosos quieren que nos digan que es, por eso el equilibrio es complejo. Además no podemos dejar en manos de las redes el formato informativo. Las redes sociales son un espacio, un territorio idóneo para que encuentren el equilibrio cierto entre la verdad oficial y la exacta. Creo que los periodistas deben convertir en un chorro asequible parecido al de un grifo, el tremendo caudal de una bomba antiincendios que supone la red. Si intentamos beber directamente en esa boca de incendios nos mojaremos completamente y seguiremos teniendo sed pues es imposible beber.
Los hoteles son las nuevas discográficas
El título lo tomo prestado de un tuit de Enrique Dans. Describe claramente lo que el video explica y el momento actual con respecto a hoteles y quienes ofrecen servicios de alojamiento fuera del circuito hotelero. Sucedió con la música, lo mismo que va pasando con los libros, pasó con los viajes y pasará con miles de millones de empleos, todo cambiará y lo hará rápido a pesar de leyes, sanciones y sobornos. Los intermediarios, la cadena de valor entre cliente-usuario y producto cada vez es menos curva, menos compleja y utiliza la tecnología para simplificarlo todo, hasta el punto que los intocables pueden estar también en fase de extinción.
Las batallas tienen nombres propios como Uber, Blablacar, Airbnb y otros, pero también tuvieron nombres como Napster, Spotify, etc. Ahora son batallas concretas, pero la guerra es de tal calibre que ni se percibe. Se llama Economia Social, en Red y Digital. Ahi no caben lobbys, grupos de presión o justificaciones culpabilizadoras. Culpar de ‘ilegal’ a quien alquila su casa pagando impuestos por ello, cuidando los detalles y esperando la sentencia pública de los comentarios sobre su servicio en cualquier plataforma social, es jugar con las palabras y hacerlo de mala fe.
Las agencias de viajes vieron su negocio quebrado cuando desde un ordenador cualquiera podía organizarse un viaje, comprar un billete de avión o relacionarse con el hotel o guía en la otra parte del mundo. Luego esas plataformas vieron como en algunos casos los usuarios-clientes ya no estaban solo dispuestos a reducir costes con webs donde paquetizar todo eso. Poco a poco el usuario deja de ser cliente y pasa a ser otra cosa difusa que la Nueva Economía esta descifrando todavía. Es en ese momento exacto que toman fuerza y valor proyectos que se llevan por delante el asunto. Ayer hablábamos de cómo la educación debe adaptarse, lo debe hacer incluso para educar en este sentido y que el futuro no pille a todo el mundo con el pie cambiado.
Lo que está en juego no es solo quien se queda con el pastel. Hablamos de aceptar o no un modelo futuro que va más allá del tipo de negocio o como se hace ese negocio. Hablamos de conciencia y de valor en la ejecución de una cosa llamada ‘Libertad’. En el futuro todo el mundo será emprendedor o sus derivados (no hablo del concepto de montar un negocio, sino de la condición emprendedora como actitud personal). Aunque suene absurdo el mundo laboral de los tiempos venideros exigirá que la gente trabaje en un estadio de exigencia voluntaria sobre su propia actividad que generará marca personal y acción transversal.
Al mismo tiempo, los individuos deberán tener mayor control sobre el tipo de trabajo que abordan y cómo se les compensa, inclusive utilizando sus propias existencias y propiedades. Una plataforma digital que permite que tu ‘te organices un viaje’ o te descargues una canción sin utilizar los intermediarios habituales en la cadena de valor del siglo XX, es la misma plataforma que te permite poner a la venta temporal tu casa, alquilar tu habitación o poner a disposición tu vehículo de transporte. Es lo mismo pero hace falta tiempo para que todo eso se contemple del mismo modo.
De momento las diferencias solo estan a quien afecta, quien se siente perjudicado y el grado de poder de presión que tienen a administraciones y medios.
El liderazgo ya no depende (sólo) de los líderes
Tengo una manía secreta. Se trata de identificar en cualquier periódico o publicación general el lugar que le conceden a la tecnología. Me gusta saber en que punto exacto de la relación medio y lector considera la dirección del primero que debe situarse todo aquello que tenga que ver con la tecnología. En la mayoría de los casos es ‘sociedad’.
La sección ‘tecnología’ rara vez la puedes encontrar en economía por ejemplo. Tampoco en deporte, cultura o política. Debo admitir que tras años observando este hecho he llegado a la conclusión que una sección sobre tecnología no debería de existir realmente y, su aparición, debería ser transversal al propio medio.
Sin embargo y teniendo en cuenta que la visión integral de todo lo que tenga que ver con tecnología digitalizada, esperar que ésta aparezca en todas partes como elemento consustancial a la existencia de una sociedad es impensable en términos actuales y, si sucede, será en publicaciones muy concretas, innovadoras y enfocadas al futuro.
Todavía leo en papel. Cuando tomo el primer café del día a las 6:30 de la mañana, ojeo el Irish Times que suele estar en la mesa donde me siento unos minutos. A partir de ahí no regreso al ‘papel’ excepto para anotar alguna cosa a lo largo del día. Precisamente, éste, es uno de los medios que relacionan economía, tecnología y futuro de manera natural y cotidiana. En Irlanda se respira, en algunos lugares, una tremenda comunión entre lo que representan los cursos tecnológicos y la fiabilidad económica del país.
Cuando un medio titula su sección económica en papel ‘Business+ Technology’ es que ha entendido el momento actual, las implicaciones que para la economía real tiene todo ello y, sobretodo, el papel evangelizador que se le presupone a fin de que, la sociedad en general y los políticos en particular, se direcciones hacia ese punto de encuentro tan potente y nutritivo como es ‘la Nueva Economía’.
En términos generales vivimos en una Europa retrasada y lenta. Exceptuando algunos lugares, el escaparate político es pura ‘telerealidad’ y debate desnutrido. Además, España va en el grupo de cabeza de ese pelotón de la pena. Por eso cuando exigimos un liderazgo que sea capaz de incorporar esta revolución histórica a la forma de entender los nuevos negocios, los desarrollos económicos, lo hacemos bajo la desesperación de ver como el tiempo pasa y nada pasa.
No nos van a esperar. No porque no lo merecemos. Durante decenios nos hemos dedicado a acumular ladrillos inservibles en cualquier esquina, sobrevalorando a los diez minutos de colocarlos mal y con algo de mortero para revenderlos un sinfín de veces. La especulación económica no es mala en si misma, ni tampoco debe borrarse todo lo que significa una economía apoyada en la construcción. Lo grave es que cuando el dinero circulaba de manera bíblica, nadie quiso pensar en que algo de eso podía ser útil para invertir en un nuevo modelo de crecimiento, pues el de los ‘tochos’ tarde o temprano se vendría abajo.
Escuchar las ruedas de prensa de la mayoría de políticos evidencia una de dos cosas. O bien no hay nadie con criterio o los que tienen criterio no salen. No se puede decir en los medios que ‘estamos ante una de las noticias más alentadoras que ha recibido la economía española en decenios’ apuntado a los datos de paro de ayer. Datos buenos, si, pero que se pueden tomar con mucha cautela. Viven en una realidad paralela. No se puede aprobar con el apoyo de todo Dios una ley restrictiva en el mundo digital y pensar que has logrado controlar lo incontrolable. Están de médico.
Se necesita liderazgo y no lo tenemos. Se necesita con urgencia pues los dirigentes actuales ni tan siquiera se han enterado de lo que estamos viviendo y de lo que va todo esto. El nuevo escenario ellos lo contemplan como si fuera una versión del actual pero con ‘twitter’. No se lo huelen. Siguen pensando que la ‘crisis’ es un bache coyuntural y que ‘estamos saliendo’. Siempre estamos saliendo.
No saldremos de nada pues no entramos en nada. No ven que esto es el epicentro de una revolución en todos los aspectos de la vida. Este tsunami va tomando fuerza y poco a poco va engullendo a todo y a todos. Hay que adaptarse, establecer espacios donde valorar los cambios y ganar el futuro. Quienes lo hagan, quienes lo están haciendo, tomarán una ventaja definitiva.
Políticos, banqueros, periodistas y otros no ven que esta revolución se lo ‘comerá’ todo. Ya lo hace. Devora el transporte, la logística, la energía, la distribución, las decisiones, el manejo de datos, la política, la oligarquía bancaria o el propio análisis de la realidad. Por cierto, todos esos modelos de negocio ‘tan actuales’ se verán engullidos por mínimos detalles, por pequeños procesos tecnológicos que se desarrollaran en la palma de la mano de millones de ciudadanos.
Los que abusaron de su espacio y condición de poder no entienden que está pasando y ejercen el poder de la represión. Sin embargo Internet y la tecnología digital es como el agua: circula, y si la quieres atrapar cerrando la mano, se te escapa pero te moja.
Podemos incluso detallar. Los grandes bancos son empresas del Pleistoceno. También las grandes cadenas de retail físico. Es cuestión de tiempo. Hay quien asegura que los grandes del negocio pueden estar divisando el final de sus modelos de gestión. Intocables tocados. De estos gigantes también es obligación estimular los cambios, ponerse en manos de expertos y solicitar mecanismos para entroncar con el futuro inminente.
Y ante todo este cambio ¿que piensan hacer las ‘clases dirigentes’? ¿La casta seguirá malgastando el dinero público? Hace unos años se llamó Plan E, ahora se llama ‘aumentar licitaciones a todo trapo’. Falaz y peligroso. No se enteran de la misa la mitad y por eso siguen con los mecanismos de siempre. Lo que hacen es grave. Conducen a una sociedad a la pobreza y a la miseria. Le niegan las opciones de progresar y de ser protagonistas del futuro, empujan a que la gente se vaya. Son unos irresponsables con coche oficial. Están demostrando no sólo ser incapaces, sino un obstáculo contra unos cambios que finalmente barrerán lo que ellos mismos representan.
Una vez se analiza ‘qué’ y ‘cuánto’ se usa para potenciar negocios determinados te das cuenta del daño irreversible que puede estar haciendo un grupo de ‘líderes’ alrededor de ellos mismos, debatiendo entre ellos mismos, con sus mismas risas de lata y sus mismas frases pueriles sobre el bien y el mal, con sus mismos millones de euros repartidos entre los suyos y con los mismos focos que les alumbran irremediablemente. Estamos a tiempo, pero viendo lo visto, y sabiendo que los representantes son reflejo de los representados, el murmullo del futuro lo hablaremos todos. Por eso construirlo es obligación de todos, de los que mandan, de los mandados, de los que se quedaron y de los que nos fuimos.
Cortafuegos que avivan llamas
Mientras La revista The New Yorker pone su archivo online disponible de forma gratuita otros limitan incluso los enlaces que puedes ‘regalarles’. Estamos acostumbrados, por lo que no nos asombra, a ver como desde los espacios de decisión política se intenta narcotizar a la sociedad cada vez que esta toma las riendas de su propia existencia. Además como son lentos de narices, como eso del progreso les pilla lejos, no suelen actuar hasta que las cosas ruedan y les rozan. Ahora toca, ante la incredulidad de medio planeta, atender de nuevo a los grupos de presión frente a la lógica de los tiempos que vivimos y vienen.
La deconstrucción de procesos se instaló ya en nuestro modelo productivo y de gestión. Nuevos se van creando y nuevos son los modelos que los ejecutan. Ya nada es tan claro como diferenciar entre generador de contenido, soporte donde publicarlo, consumidor, intermediario, gestor de acceso, interpretador de titulares, opinador, establecimiento de flujos de lectores, estimulador de plataformas que redirigen el tráfico, etc. Si en apenas unas décadas todo el plan de gestión de una empresa era el de tener claro cada día lo que le tocaba a todo el mundo hacer, eso ha cambiado radicalmente.
En la prensa, pero también en la construcción, en el sector agrario, en la bolsa, en los mercados en muchos lugares, la clave del éxito estaba en que todos los integrantes de una estructura tuvieran claro que les tocaba hacer al despertar cada mañana. Romper esas cadenas suponía un deterioro en el proceso que repercutía en graves consecuencias. Imaginemos el campo donde todos los integrantes de una granja tienen claras sus funciones, taras y actividades durante todos los días de la semana y horas del día. Eso nunca cambió y permaneció siglos igual.
Hoy en día nada es así y los procesos ya no pertenecen a los protocolos sino a los análisis de necesidad, riesgo y acción. Esa deconstrucción de procesos ha llevado a industrias poderosas a reinventarse. Establecer modelos que amputan la libre evolución de los tiempos y generan barreras legales bajo el tinte de la ‘regulación’ no hace más que retrasar lo inevitable, y en este caso atendiendo al momento histórico que vivimos, ese retraso puede ser definitivo y fatídico. Ahora con una ley que pretende dar pasos hacia atrás el asunto se torna aun más dramático.
La Comisión que ayer discutía la aprobación del canon AEDE cuyas implicaciones nos afecta a todos de forma directa e indirecta. Por supuesto, un debate acerca de las afectaciones tecno sociales y digitales de una ley fue discutido por ‘expertos’ que no entienden de tecnología, de Internet o del uso social y económicamente exponencial que supone todo ello para el progreso de una sociedad que debe liderar los cambios inminentes. Discutida una ley que puede amordazar a una sociedad y a sus empresas de manera irremediable por aquellos que solo oyen las presiones de la ‘Industria’ de contenidos.
Ayer me decía alguien afincado en Boston que las noticias que le llegaban de la ley esta las estaba ‘ordenando’ en la misma carpeta temática donde tiene algunas recientes sobre Turquía, China o Irán.
Algo tan básico como ‘el derecho a la cita’ quedará eliminado a la vez que se derrumbará con él la propia ‘libertad de expresión digital’. Esto no va contra Google, esto va de salvar medios grandes y de paso cargarte los molestos más pequeños, que por casualidad responden muy bien a la dicotomía viejo/nuevo. Si no te has dado cuenta, esto va de callar y escuchar. Va de crear cortafuegos que eviten la expansión de modelos de negocio o campos de transmisión del conocimiento que pudieran afectar a los de siempre. El Canon AEDE permitirá que todos los medios afiliados a esa organización cobren una tasa a todas las webs que se considere se beneficien por hacer citas de contenidos publicados por dichos medios. Esto será unidireccional pues los beneficios que puede obtener un medio por recibir visitas desde el ‘enlazador’ no parece que se tengan en cuenta.
Los medios tradicionales ya no logran ser rentables en la mayoría de los casos y en lugar de reflexionar sobre el modelo de negocio, sobre las implicaciones sociales de un tiempo exponencialmente cambiante y sobre la hipersociedad conectada a millones de complejos sistemas de consumo de datos, para así crear algo nuevo y ser mejores, prefieren prohibir, sancionar, cobrar con modelos caducos y poner puertas en el campo de las reglas de la Nueva Economía.
Es casi como una suerte, no obstante, que quien legisla no se entera de la misa la mitad. Al parecer, si no se paga, un juez establecerá la limitación de acceso desde España a la web en cuestión. Si está en servidores nacionales los cerrará, multará o juzgará. Si están en máquinas fuera de España y afectados por legislaciones que no penalizan los enlaces a medios, podrá decidir que a esa ‘IP’ no se podrá acceder. Sus señorías van a tener mucho trabajo. No me imagino, aunque en esta vida todo es factible, queriendo acceder a Google News y descubrir que España lo ha baneado. Técnicamente lo que defiende la ley es que Twitter no podrá permitir los links o Facebook deberá evitar que los enlaces a webs españolas no sean susceptibles de denuncia. Va a ser divertido.
Obviamente el Gobierno no pretende que Facebook o Twitter paguen un canon por el hecho de que sus usuarios enlacen noticias en sus muros. Supongo que no esperan hacer eso por lo imposible de aplicar. Lo que nos demuestra que las deficiencias de conocimiento de estos temas por parte de los que lo están votando es brutal, pues no entienden de tecnología ni de Internet.
Y es que esto de ser super europeo pero legislar a tu bola es como muy chusco. Este tipo de arreglos legales que se monta de tanto en tanto el gobierno español, en este caso secundado por otros partidos drogodependientes de salir bien en las portadas de la mayoría de esos medios defendidos, deberían de pasar por la ratificación de tratados internacionales pues la verdad es que tiene una pinta de papel mojado que no te cuento. Casi tan mojado como aquella ley de emprendedores que ahora ya no es ‘cool’ recordar por cierto.
Otra cosa será el análisis de la justificación de los susodichos. Dicen que enlazar a una noticia poniendo en el texto del enlace un titular infringe la propiedad intelectual. Con ello se cargan de un hachazo el ‘derecho de cita’ que ampara la utilización de frases sueltas de un texto incluido el título. En EEUU existe lo que se llama ‘fair use’ y que se comporta aun con mayor flexibilidad que nuestro europeo ‘derecho a la cita’. La imagen patética de esos legisladores ayer atendiendo con voces dubitativas, preguntas fuera de contexto y falta total de conocimiento de lo que discutían era la prueba más visible del tamaño de la paradoja.
Probablemente lo que si debería de cambiar es la propia ley de la Propiedad Intelectual que desde su nacimiento es un error conceptual como va demostrando el peso de lo razonable. Ya quedó demostrado con aquel truño de ley que en la mayoría de espacios de poder culturales, políticos y mediáticos hay demasiada gente que no entiende cómo circula la información en Internet, y los pocos que la entienden creen que no les conviene.
Resulta que el acceso a la información actualmente proviene de muchas fuentes. La red ha permitido que la información sea fácil de transferir. Como ha pasado con miles de otros activos. Eso ha permitido que nacieran medios y herramientas de lectura de todo ese contenido que nos permitan acceder de manera ordenada a tanto material. Mename, Flipboard, Zite, Feedly o Google News, pero también Facebook, Twitter, Google+, Linkedin y otros estructuran sus páginas en base a miles de enlaces y contenidos provenientes de medios diversos, ya estén ilustrados o no, con entradillas o no.
el artículo 32 del texto en cuestión: “La puesta a disposición del público por parte de prestadores de servicios electrónicos de agregación de contenidos de fragmentos no significativos de contenidos, divulgados en publicaciones periódicas o en sitios web de actualización periódica y que tengan una finalidad informativa, de creación de opinión pública o de entretenimiento, no requerirá autorización, sin perjuicio del derecho del editor o, en su caso, de otros titulares de derechos a percibir una compensación equitativa. Este derecho será irrenunciable y se hará efectivo a través de las entidades de gestión de los derechos de propiedad intelectual”.
Aún no se saben los límites, pero podría ser que los que escribimos blogs también tengamos que pagar el canon por enlazar si se determina que ‘incurrimos en la práctica de agregación’. Obviamente eso tiene un remedio rapidito: no enlazo a ninguno de esos medios ‘protegidos’ y santas pascuas. De hecho tiene una pinta tremenda que la ley y la protesta puede generar un efecto Streisand potente como ya pasó con otros casos de otros tipos.
Obviamente estamos ante un pago de favores. Se espera frenar la crisis que viven los medios y culpando a Internet. Se trata de obstaculizar el crecimiento de los nuevos medios y de paso asegurarse el control de algo incontrolable. Obviamente ni la crisis de los medios tradicionales tiene que ver solo con ‘los enlaces’ ni los medios emergentes dejarán de nacer y crecer.
Esta claro que usar ‘conocimiento’ no implica usarlo, ni transferirlo implica perderlo. La sociedad que se está construyendo en paralelo a la política y al poder, la gestión social del aprendizaje y las relaciones humanas ya ha dado algún susto a los ‘que mandan’ pero parecen no darse cuenta de la velocidad a la que va todo esto. Y es que el ‘conocimiento’ es abundante pero la habilidad para usarlo es cada vez más escasa en algún estamento caduco y más intensamente nutritiva en los espacios sociales.
Lo dicho, que a sus señorías, al contrario de lo que creen estar logrando, el tiempo les va a exigir que se den prisa en adaptarse al mundo, pues el mundo no va a adaptarse a ellos.
La humanidad podría no estar tan jodida
Hace años, cuando escribí que ‘una bola de estiércol se avecinaba por el horizonte y que lo hacía a velocidad uniforme y sin pausa’, no hice más que sintetizar datos y opiniones que unos pocos se atrevían a lanzar en un momento de bonanza como la se vivía en aquellos años. Era casi automático. Decías que todo se vendría abajo y te catalogaban de agorero o pesimista. Digamos que en eso de ver, interpretar o analizar la socioeconomía y lo que la rodea no hay un consenso aparente y de ahí lo apasionante que resulta. Probablemente ahora estamos ante algo parecido pero al contrario. Decir que vamos a mejor como especie tiene muchos detractores, que vivimos el momento y revolución más brillante desde el Renacimiento, muchos enemigos.
A la tecnología no se la interpreta bien muchas veces, se la considera enemiga de lo humano, cuya frialdad la convierte en un ‘agresivo’ método de selección que irá retirando a los humanos de los espacios de valor. Sin embargo parece evidente que, comparando con cualquier momento de la historia, la gente de este planeta actualmente es mucho más saludable.
En el informe ‘The World in 2025: 10 Predictions in Innovation’ que Thomson Reuters ha publicado recientemente se lanza esa teoría sobre la bonanza conceptual que nos espera como sociedad en los próximos diez años. Una lista de predicciones como la energía solar convirtiéndose en la fuente de energía predominante en el planeta, bebés recibiendo de manera rutinaria sus genomas asignados para evaluar riesgos de enfermedades en el futuro, y la transferencia de materia capaz de transportar cualquier elemento no humano.
Según ese estudio los problemas alimenticios en el mundo provocados por el acceso y la fluctuación de precios de los mismos será cuestión de muy pocos años. Al parecer ‘en 2025, los cultivos modificados genéticamente se cultivarán rápidamente y de forma segura en el interior de cualquier lugar a la vez que ya empiezan a hacerse capaces de resistir cualquier daño o enfermedad, logrando así rendimientos específicos tal y como sean necesarios en cada caso’.
En esto tengo alguna diferencia de impresión. Estoy de acuerdo en que los precios y sus altibajos podrán controlarse debido a que el riesgo de malas cosechas se reduzca, pero lo que no tengo tan claro es que la especulación derivada en otros elementos como la escasez voluntaria o forzada no sea un factor que modifique tanta buena voluntad. Hay otros informes que detallan un aspecto llamado ‘hambre oculta’.
:::A pesar de que la proporción de personas en el mundo que pasan hambre se ha reducido de más del 30 por ciento desde 1970 al 15 por ciento hoy en día, la FAO estima que el 30% (2.000 millones de personas) sufren de ‘hambre oculta’. Así se conoce el hecho de que aunque la ingesta de calorías es suficiente, la cantidad de vitaminas y minerales no lo es, puesto que la agricultura industrial reduce el contenido de nutrientes de los cultivos’.
En el informe ‘The World in 2025: 10 Predictions in Innovation’ las conclusiones reflejan cómo la tecnología y la empresa vinculada a esos avances determinarán claramente el mundo de nuestros hijos. Tengo claro que los modelos de negocio y la capacidad como sociedad para adaptarnos a esas nuevas funcionalidades nos exigirán de un compromiso que como ciudadanos aun no hemos logrado entender. Lo tremendo, y de eso seguiremos hablando otro día, es como gobiernos y poderes fácticos se esforzarán en retrasar algunos avances debido a que cada paso por un escenario social más horizontal y equilibrado genera ‘descontrol’ y pérdida de poder (casi feudal) de algunos de ellos. A mi modo de ver, destacan para mi las siguientes:
1. Todo digitalizado, en todas partes, con todo.
Ya lo hemos comentado aquí antes, pero no está de más señalarlo por lo trascendente que va a ser. Desde los objetos personales más pequeños hasta los más grandes, todo el mundo estará conectado digitalmente, y muy pendiente de cada una de nuestras necesidades y gustos.
El mundo digital como lo conocemos hoy en día parecerá algo ridículamente sencillo y rudimentario en apenas una década, en 2025. Piensa como era la red hace apenas diez o quince años. Si tienes la sensación de que estamos ahora muy avanzados, no obstante, tengo claro que seguimos en los albores, en la antesala de la mayor revolución sufrida por la humanidad en toda su historia.
Gracias a la mejora de los semiconductores, los nanotubos de carbono, el grafeno, las redes de células, la tecnología 5G, las comunicaciones inalámbricas dominando nuestro entorno, la inteligencia artificial difícilmente diferenciada de la natural, los robots, los datos a velocidades imposibles, la retirada de intermediarios y elementos en las cadenas de valor (a pesar de los esfuerzos de gobiernos y gremios), la automatización de coches, barcos y aviones y la emergencia de un modelo empresarial basado en otro concepto menos conservador y mucho más arriesgado como las ‘startups’.
El mundo que según este informe habla de vehículos y viviendas que respondan a nuestros deseos, de aparatos que piensan por sí mismos y de geografías interconectadas, desde tierras de cultivo remotas a las ciudades superpobladas, todos, ya es perceptible, viviremos a ritmo digital. El estudio habla de una África completamente conectada digitalmente. Ese día tendrá lugar durante el año 2025.
2. Una sociedad con más memoria y capacidad de análisis, más sabia.
La comprensión del genoma humano y de mutaciones genéticas permitirá mejorar la detección y los métodos de prevención de enfermedades neurodegenerativas como la demencia y el Alzheimer. El análisis y comprensión del genoma humano tendrán efectos de largo alcance en el año 2025. Los Baby Boomers van llegando a los 80 años. El acceso a la memoria infinita que supone la red nos permitirá pensar independientemente de nuestros recuerdos y sus conexiones, la gestión de los datos y la información se trasladará entre modelos sintéticos y naturales sin problemas y la interacción mental entre máquina-humano se irá estandarizando.
3. La energía solar se convertirá en la principal fuerza energética del planeta.
Los métodos para la recolección, almacenamiento y conversión de energía solar son tan avanzados y eficientes que se convertirán en la principal fuente de energía en nuestro planeta. Gracias a las mejoras en la tecnología fotovoltaica, enlace químico y fotocatalizadores a nanoescalas tridimensionales, el uso del sol como fuente primaria del mundo de la energía será de uso masivo.
4. Será una norma la realización del mapa del ADN al nacer.
La evolución de los sistemas de microanálisis (análisis de una sola célula) y los avances en la nanotecnología, junto con las tecnologías más extendidas sobre Big Data, provocarán que se ejecuten automáticamente mapas del ADN como norma en todos los recién nacidos como parte del examen médico inicial. A medida que el volumen de la materia que puede ser manipulado en el laboratorio se hace más pequeño, mayores posibilidades de reconocimiento médico emergen. Los análisis de sangre potencialmente serán cosa del pleistoceno.
5. Y finalmente, el teletransporte será realidad.
Técnicas cinemáticas utilizarán las partículas de Higgs Boson. La cinemática es una forma de la mecánica clásica que estudia el movimiento de los puntos, los objetos y grupos de objetos independientemente del ímpetu para el movimiento. Estamos en el punto de inflexión y, actualmente, es un campo de investigación emergente. Los primeros indicadores apuntan a una rápida aceleración de la investigación que conducirá a la prueba de teletransportación (no humana) cuántica aproximadamente en 2025.
Pensar que lo mejor está por llegar es una buena manera de vivir. Le llaman optimismo, esperanza o vitalidad. A mi me gusta definirlo como ‘pasión por explorar’. Mientras vivo el presente, ya estoy deseando que llegue el futuro.
El futuro no es gratis
A veces nos preguntamos porqué unos viajan a la velocidad de la luz y otros a la de un carro de trotones. Hay naciones que pasaron de sumergidas a emergidas sin apenas darse por aludidas cuando las denominaban ‘emergentes’. Otras no se dan por señaladas cuando sencillamente se han hundido. El ser más o menos en el panorama internacional tiene ya poco que ver con lo que fuimos, con lo que decimos ser o con lo que nuestros dirigentes insisten aseguran que seremos.
Es ridículo poner el adjetivo ‘valley’ a todo recinto que desarrolla tecnología aunque esta aporte poco o nada al conjunto de la economía donde se encuentra. Digamos que, por mucho ‘valley’ que le pongas a un polígono industrial o a un campus tecnológico, no lo conviertes en un polo de atracción para las grandes innovaciones o los grandes desarrollos.
Hace falta mucho más. Para empezar que alguien se lo crea. Los pilotos de la innovación conducen startups. Muchos de ellos no lo hacen bajo el flujo de la tecnología más avanzada del planeta, ni tan siquiera necesitan grandes computadoras que procesen sofisticadas ecuaciones infinitas. Hablamos de emprendedores que utilizan lenguajes de programación simples, ideas sencillas y paradigmas disruptivos. Uber no deja de ser una idea que rompe con estereotipos, no es una máquina tecnológica que colisione con la teoría de la física cuántica.
Blablacar, Airbnb, Twitter o el mismo Facebook, cualquier App doméstica, miles de desarrollos influyendo en nuestra vida cotidiana, aplicaciones domóticas, matemática computacional basada en algoritmos tradicionales, analistas de procesos que ordenan el mundo con tecnología existente pero bajo otro prisma, impresoras 3D que marcan dinámicas de producción o ‘drones’ que nos explican donde va la futura cadena de valor comercial. Sin necesitar a científicos candidatos al Premio Nobel, estamos con empresas que nacieron bajo la influencia de un ecosistema de desarrollo y de pensamiento distinto.
Hay universidades, investigadores, diseñadores, venture capitals, consultores, ingenieros, científicos, comunidades, innovadores, creativos y líderes políticos que deberían ponerse en marcha en su conjunto y acelerar la máquina que, por comparación con otros lugares, parece parada. Líderes de innovación empresarial, emprendedores comprometidos con la innovación y políticas públicas capaces de estimular tanto talento que, estoy seguro, se desvanece a nuestros pies.
Pero solamente en algunos países logran que estos elementos se despliegan logrando un impacto determinante en la vida económica de su entorno. Hoy en día es fácil distinguir a los países que apuestan por el futuro real y los que lo simulan. También a esas instituciones financieras o semipúblicas que se ofrecen a estimular al tejido emprendedor o al desarrollo tecnológico y tras publicar una cifra récord de beneficios trimestrales que ronda los tres mil millones de euros, ofrecen un programa de apoyo a los emprendedores de diez. Y hacen publicidad y todo que les cuesta uno.
Hay países, remotos o no, donde se ha entendido que el emprendimiento (y tecnológico) son motores reales de competitividad económica y de cambio social. Los paises que simulan tanta innovación pero que nunca arriesgan son las que suelen definir todos sus ‘parques tecnológicos’ como el ‘x’ Valley de turno.
Llamar a según que lugar el ‘Sillicon Valley’ de la zona ‘X’, a parte de ser ridículo es un problema de concepto pues, quien quiera innovar y de verdad para modificar los procesos sociales y económicos e influenciar en el futuro deberá crear su propio modelo basado en la eficiencia y en el gasto real con sentido. Hay que invertir e invertir en startups, tecnología y valor añadido. Quien se detenga o dude en hacerlo deberá contemplar el futuro desde las filas del fondo.
Quiero señalar la noticia que se ha publicado estos días acerca de que el gobierno de India ha explicado que destinará algo más de 1.600 millones de dólares exclusivamente para invertir en startups. Igualito que en España y sus 35 millones. A pesar de que la India es gigantesca y que su potencia se intuye de cara al futuro, cabe establecer su economía actual con respecto, por ejemplo a Europa. El PIB en 2013 del país asiático fue de 1.408.457 millones de euros y el de España, por ejemplo, de 1.023.000 millones. Los cuadros comparativos no son tampoco tan extraordinariamente distintos por cierto.
Resulta que como parte del presupuesto del año 2014, el gobierno de India anunció que destinará esos 1.600 millones a las empresas tecnológicas que florecen en su país. Lo que parece extraordinario no lo es tanto allí. Esta inversión es la continuación varios centenares de millones que en los últimos años se llevan invirtiendo para liderar, desde las instituciones, la estimulación de ese cambio.
El gigante asiático es uno más. No es el único que ha decidido aprovechar la oportunidad que los nuevos tiempos ofrecen a los que, con liquidez, afrontan el reto de construir un futuro tecnológico, económicamente más competitivo y tremendamente estimulante. Cambios sociales, nuevas tendencias, eliminación de elementos laborables que ahora son un lastre socioeconómico en esos países se irán convirtiendo en algo mejor. Poco a poco el nuevo mundo se va vislumbrando y, exceptuando a Estados Unidos, el resto del escenario está siendo vendido a nuevos actores.
Hace unos meses que una de nuestras empresas opera en Nigeria. En el proceso mismo de creación del proyecto de internacionalización hemos visto que de las dificultades surge el conocimiento y el respeto, pero también que, en los casi dieciocho meses que llevamos gestando esta operación, la velocidad con la que, en este caso el gigante africano, asumen y digieren la tecnificación y la tecnología asociada es brutal. Cabe también hablar a parte de las enormes inversiones que se hacen desde los dirigentes públicos y privados que, en muchos casos, se han formado en las grandes universidades del planeta. Un país y un continente más a tener en cuenta si queremos ser globales.
En Latinoamérica, al contrario y asistiendo a mi propia experiencia, se puede estar perdiendo la mayor oportunidad de la que ha gozado ese continente. Existen iniciativas para acelerar los proyectos tecnológicos, pero se diluyen lamentablemente al no existir apoyo real y consideración por parte de los gobiernos. Hay mucha publicidad implícita en muchos países de estos y poca creencia real del costo que tendría. En algunos casos me recuerdan a Europa, a España especialmente. Durante los años de bonanza en los que el dinero rebosaba por las cañerías se hizo nada o muy poco por las grandes ideas, por la innovación, por la creación real de empresas de hilo tecnológico, por la nueva economía por la realidad futura y si se hizo mucho por las obras inservibles, por lo monumentos a la idiotez y por la hipoteca puente interminable. Poco por la formación y mucho por las vacaciones, el Chayenne y la tele de plasma implícitos en la hipoteca renegociada gracias al nuevo y extraordinario valor de la vivienda familiar.
Si bien la mayor parte del capital indio se proporcionará en manera de préstamo, India acaba de poner el listón bastante alto en eso de apoyar a los emprendedores tecnológicos. Ha dejado en ridículo cualquier idea que se tenga de los centros tecnológicos Latinoamérica o de Europa.
Transformar los templos del fútbol
El domingo pasado acabó el mundial de fútbol de Brasil. Una especie de encuentro patriótico donde diversas naciones enaltecen el valor de serlo, gracias a los derechos de explotación de la imagen de los deportistas más destacados del planeta. Sin embargo, tras una épica escenografía y una arquitectura majestuosa se esconden años de trabajo y muchísimo dinero invertido, no siempre eficientemente.
Precisamente los estadios y sus áreas deportivas suelen quedar en semiabandono o en un uso menos destacado que para lo que fueron creados. Pongamos el caso de los casi tres mil seiscientos millones de dólares que la organización brasileña se ha gastado en convertir antiguos estadios en modernas instalaciones y campos desiertos en coliseos gigantescos.
Pero resulta que estos monumentos al ‘business’ deportivo ya han demostrado antes que tienen escasos beneficios económicos a largo plazo. Eso en un país como Brasil donde las revueltas previas al mundial se taponaron con promesas y subsidios efímeros podría ser una bomba de relojería a medio plazo. En el país carioca no se han terminado la construcción de todo cuanto estaba previsto, incluso se desestimó hacerlo para no dañar más todo el proceso mismo una vez llegaran las cámaras y los periodistas de todas partes. Pero hay otras obras en marcha, de mayor calado incluso, con mayor sintonía con el posterior abandono que pueden sufrir esas monumentales construcciones. Hablamos de las futuras Olimpiadas que, también, se llevarán a cabo en el país de ‘moda’ en América. Por lo menos hasta hace poco lo era.
Pero hoy quería tratar una idea de dos arquitectos franceses. Hay una propuesta, lejos de la tecnología que aquí tratamos pero que responde a criterios de innovación que si nos ocupa a veces y que da respuesta a un problema recogiendo una oportunidad. Puede incluso ser un modelo de negocio, híbrido entre lo inmobiliario, lo público y lo social, a medio plazo en muchos lugares. Se trata de que, en lugar de dejar que esas cajas enormes que suponen los estados sigan vacías, se conviertan en bloques de viviendas asequibles.
El equipo de arquitectos que lo han pensado lo llaman Casa Futebol y plantea un interesante debate acerca de que hacer con según que infraestructuras en los países que acogen eventos de este tipo. Visto lo visto podrían inspirarse algunos gobernantes de otros países que, si bien no han organizado nada reciente, si han construido mucho espacio que ahora está en desuso o desahuciado. Hablamos de aeropuertos que iban a liderar el cambio de época en zonas donde no aterrizan ni los ‘drones’ y de edificios ‘emblemáticos’ que siguen esperando el emblema pertinente pues no hay político que se atreva a fotografiarse en el ‘farwest’.
Axel de Stampa y Sylvain Macaux son los arquitectos que han propuesto este tipo de soluciones a los problemas de arquitectura. Os recomiendo su web si te interesa este tipo de temas pues cada semana presentan un proyecto. Lo llaman, una semana un proyecto y llevan ya veintinueve.
El modelo que presentaron para el asunto de los estadios brasileños es simple. Viviendas modulares diseñadas para encajar entre los postes de hormigón que rodea el exterior de un estadio como el de Maracaná, de manera que, según explican, han diseñado las hipotéticas casas para que el estadio pueda seguir funcionando como un espacio que albergue todo tipo de eventos y, que parte del dinero recaudado de la venta de entradas, se utilice para financiar la construcción y mantenimiento de las viviendas.
Axel y Sylvain aseguran que no serían ‘favelas de diseño’ sino viviendas de clase media con ventajas que generasen activos por el mismo hecho de estar donde están. Una teoría de reutilización para un mundo en transformación que, mientras elimina intermediarios en todo tipo de transacciones, no puede permitirse generar espacios sobredimensionados.
La banca deberá conjugar el verbo 'compartir'
El tiempo apremia. Los sectores ajenos a la revolución cada vez son menos. El futuro acecha y no piensa detenerse ni ante los que no se prepararon ni ante los poderosos que lo negaron. La economía social, la que pone por delante del poseer el compartir, va calando. La economía colaborativa y el consumo derivado cambiará el mundo tal y como lo conocemos. Hay evidentes síntomas que se van a llevar por delante al paciente. Una revolución sujeta a las nuevas tecnologías que tiene un potencial absolutamente bíblico.
Si estás peleándote con tus ganas de emprender o de poner en marcha algún proyecto no te alejes mucho de ese modelo que incorpora todo tipo de opciones y que el mundo está explorando. Desde compartir coche a ofrecerse para cuidar una mascota por unos días, todo está en una mutación irreversible. Aplicaciones que evitan la fricción entre las fases de una cadena de valor económico o plataformas que conectan el tiempo libre de las personas con la posibilidad de obtener algo de ello.
La humanidad ha vivido varias revoluciones a lo largo de la historia. Han sido en cuanto a la distribución del trabajo y en cuanto a la transmisión del conocimiento, pero también ha habido momentos en los que lo que ha cambiado disruptivamente ha sido el modo en el que el ser humano se adapta a ello. Ahora está en juego un tercer elemento que gira en torno a un modelo de emprender totalmente distinto por lo abierto del planteamiento y, sobretodo, a un inédito valor de la propiedad que ya no está tan delimitado como pensábamos en la economía capitalista.
Y será en el corazón de esa economía financiera donde se vivirá la batalla más sangrienta. Lo vivido hasta ahora no ha sido más que fuegos artificiales. La crisis de hace unos años, los bancos cayendo y las entidades siendo rescatadas no era más que la escenografía engañosa de cuanto en realidad está pasando. Un negocio en declive y no sabe porque. Cuatro de cada diez jóvenes afirma que estaría dispuesto a cambiarse a un banco que sólo operase por Internet. Se llama, como en el mundo de la música, los libros, el cine o lo que sea, retirar intermediarios. Parece muy absurdo que sigamos manteniendo rentabilidades inmensas y propiedades insultantes con edificios enormes a bajo rendimiento para simular no sabemos que exactamente.
¿Qué modelos económicos o negocios son susceptibles de perder su ‘presencia’ analógica? Aquellos que no necesitan algo físico y pueden gestionarse únicamente de forma digital. Como le pasó a la música, que no precisa de ‘tiendas’ en cada esquina, le pasará a la banca.
Obviamente si la banca se ‘abre’ y localiza nuevos actores como ha pasado en otros ámbitos, ‘los de siempre’ las van a pasar maduras. Miremos pues quienes son ahora los grandes distribuidores de música. Aquellos que crearon y desarrollaron plataformas donde ubicar todo ese modelo nuevo de transacciones comerciales. Pasó en la fotografía que pasó de necesitar a cuatro mil empleados en Kodak a los cuarenta de Instagram para hacer lo mismo. Pasará en toda la banca del mundo que pasará de necesitar millones de empleados a ninguno. Los banqueros seremos todos.
Google, Amazon y Apple serán los bancos del futuro. Bancos que si adaptan la tensión social y los cambios, que hasta la fecha han ido incorporando bien a sus dinámicas, ofrecerán un nuevo punto de visión entre clientes y gestores económicos. Imaginemos pues que quienes ahora controlan una gran mayoría de transacciones comerciales en el mundo actualmente pasaran a gestionar créditos y ‘productos financieros tradicionales’ a fin de permitir acceder a todos ellos desde las plataformas sociales y abiertas de colaboración masiva e inteligente. Cuando eso pase, que pasará, será demasiado tarde para algunos.
Veamos dónde nos lleva todo esto. Poco a poco la necesidad de ser propietario va derivando a otros modelos más permisivos, menos prisioneros y ahí juega un papel relevante aquello que la gente joven exigirá a sus bancos: más servicios y soluciones y menos modelos de inversión. Hablamos pues de análisis en tiempo real sobre gastos, que previsiones de gasto e inteligencia artificial adaptada a los datos sobre tu gestión económica personal o empresarial. Hablamos de sumar Internet de las Cosas, Big data y modelos robotizados cuando nos referimos a todo ello. No está tan lejos como puede parecer.
Con todo esto tiene que ver mucho esta sociedad saciada en la que vivimos. De necesitar de todo hemos pasado a que nos sobren inmensas cantidades de cosas. De ahí que hemos pasado a valorar compartir como un elemento natural y no como una acción caritativa. Hoy en día tener no es importante, lo verdaderamente interesante es probarlo y por eso no hay forma artificial de detener un inminente modelo socioeconómico que se rige por el ‘trying’ en lugar de por ‘buying’.
Cuando hablamos de economía abierta o colaborativa no solo hablamos de ecuaciones y plataformas, estamos describiendo el final de una etapa donde, a partir de ese ‘matching’ entre datos y personas con diferentes activos, se divisa un mundo desequilibrado e ineficiente.
Como todo esto no se puede parar habrá que legislarlo y así lo ralentizamos un poco. Eso es lo que pensó la Unión Europea al divisar la que se le viene encima a todos los poderosos. Siempre fue así lo seguirá siendo. Estos modelos colapsan la economía tranquila y orientada por los de siempre. Cualquier industria que ha visto tambalear su estabilidad ha puesto en marcha sus mecanismos de defensa más artificiales y desesperados que efectivos.
Taxistas con Uber, operadores turísticos con Airbnb o en cualquier otro sector, el asunto no tiene manera de regularse como se regularon las cosas antes. Un bit es un bit y por mucho que quieran los gobernantes seguirá siendo un bit hasta el final del universo conocido. Es decir, lo que es analógico no puede jugar la liga de lo digital porque tarde o temprano perderá y entonces el destrozo aun será mayor.
Pero ahora el sector financiero está acorralado y no se quiere enterar. Cree que tras la quiebra que vivieron ya todo está solucionado. No entendieron nada. Que se lo digan a la prensa, mucha aun sigue pensando que eso de innovar en esta época es poner artículos de pago en sus ediciones digitales. Así les irá.
Los bancos van a tener que conjugar verbos nuevos como compartir. Deberán dejar de decir tonterías como que ‘las sucursales van a ser más amplias y lugares donde los clientes podrán vivir la experiencia de la banca inteligente’. Lo van a tener difícil, distinto, mejor si quieren.
Soy optimista por que al final de todo esto nos queda el espíritu de supervivencia que todos tenemos. Disfrutar del futuro inmediato es cuestión de aceptar los tiempos que vienen, seas un arrendatario de tu tiempo o un director de un banco cotizado. Ya está aquí.
La deuda soberana, la pública y los emprendedores
Me preguntaba un amigo economista ayer en el aeropuerto de Bogotá como veía España. Le dije que sino ganaba a Chile pintaba mal. Se rió y me volvió a preguntar en detalle ‘me refiero a lo de la deuda que dicen se está solucionando‘. Se refería a la deuda soberana, obviamente no a la deuda pública. Esta última seguirá subiendo hasta que el crecimiento en España roce el 3%. La conversación fue entre didáctica y apasionada pues a mi modo de ver se han perdido muchas oportunidades de cambiar cosas y ahora tampoco se está cerrando bien la herida.
Confieso que la confianza sobre la deuda soberana en la zona euro en su conjunto es positiva. A pesar de que hay riesgos de mantener la sostenibilidad de la deuda pública, la verdad es que estamos ‘técnicamente’ mejor. Sin embargo nada está resuelto y hay ‘otras deudas’ que deben preocuparnos.
El BCE alertaba hace un par de días que tanta relajación no era buena aunque lo decía en otro campo, el de la deuda pública que no quiero mezclar con la deuda soberana. No tienen enlace directo pero se mueven con patrones parecidos. Es más, si los intereses subieran debido a la búsqueda de rentabilidad de los inversores, se iba a liar parda. Lo que pasa es que seguimos, como unidad económica, precisando de una financiación importante. Los bancos lo saben y están incrementando sus carteras con deuda soberana no sea que el cambio de intereses ponga en pérdidas a las entidades financieras.
Resulta que no tienes bastante con enfrentarte a mil dificultades cada día como emprendedor que tienes que preocuparte de una losa plomiza que sobrevuela tu cabeza por la mala política de otros. Si no hay crédito tiene mucho que ver con esta terca modalidad de disfrazar la situación del sistema bancario.
Pero, ¿que es eso del mercado de la deuda que podría volver a poner en peligro tantas cosas? El mercado de la deuda existe porque estados, administraciones, bancos y empresas buscan financiar sus propias inversiones o, lo que suele pasar con los primeros y segundos, taponar sus déficits. Lo que pasa es que como no suelen tener fondos suficientes se embarcan en la emisión de cupones fijos o variables que se deben remunerar en meses o años.
¿Dónde se compran esos bonos? En una cosa que unos llamamos subasta y otros mercado primario. Las cantidades de deuda emitida en Europa ha superado a veces en dos veces el PIB español para hacernos una idea del volumen. La diferencia entre el precio que establecen los emisores y el que desean pagar los inversores es la rentabilidad.
Cuando trabajé en bolsa y compra venta de activos podía ‘asistir’ a ese mercado primario pero obviamente es un ‘lugar’ reservado a los institucionales, los estados, fondos o bancos. Allí no hay particulares salvo cuando al emisor le interesa como fueron algunas emisiones autonómicas hace unos años.
¿En que se basa el mercado para valorar una deuda u otra? En las agencias de rating. Si, esos bichos malos que tanto se equivocaron hace siete años. Posiblemente la fastidiaron y bien, pero ellas solo señalan en base a los datos que se ofrecen. Marcan el perfil de riesgo y en base a eso unos pagan más o menos a la vez que se determina el tipo de interés de esa deuda.
¿Qué es el mercado secundario? Los bonos, las letras del tesoro, las obligaciones de un estado o cualquier tipo de deuda, valen durante su vida útil y reembolsan al vencimiento una rentabilidad determinada. No obstante durante ese período su valor puede ir oscilando por lo que se puede especular, ganar o perder antes de que venza. Eso sucede y se produce en un casino gigantesco llamado ‘mercado secundario’. Es el lugar de la liquidez. Sin él el asunto se quedaría seco. Lo normal es que un inversor particular se acerque a este mercado a través de la renta fija.
¿Qué tiene que ver el ‘riesgo país’ en todo esto? Esto es lo que al BCE le trae por el camino de la amargura. La evolución del mercado secundario que combina tipo de interés y cotización de toda la deuda en circulación oscila y lo hace en base muchos factores. Cuando la percepción de que un país va bien o irá mejor el rendimiento baja pues es menos arriesgado. Sin embargo, el abuso de intereses bajos puede ir ‘dopando’ el modelo por lo barato que sale endeudarse. Técnicamente es lo que le pasó a millones de ciudadanos que se hipotecaron pensando en lo ‘bajo que estaba el tipo de interés’. Cuando subió se rompió todo.
Y los mercados, ¿qué son? Mi amigo Daniel Lacalle me dijo bromeando un día que ‘los mercados son monstruos de dos cabezas siempre al acecho’. Obviamente los mercados no son más que lo que nosotros mismos somos. Los movimientos, las correcciones y cualquier cambio brusco se produce en base al miedo, a la credibilidad y a mil factores ‘humanos’. Aludes de ventas por miedo a suspensiones de pagos dispararon rentabilidades en el pasado y eso, cuando pasó, propulsó los costes de esos mismos países para financiarse.
Que lejos queda eso ya. Parece que la tormenta pasó pero recordemos que hemos vivido rescates de países enteros. Vivo en uno de ellos, Irlanda, y si bien es cierto que nadie quiere hablar de ello, los efectos se han dejado ver claramente en muchos aspectos de la vida cotidiana.
A mi me preocupa como se va a revertir tanto gasto que se fue a bancos e ‘intereses’, para que acabe en manos de proyectos, de innovadores, de emprendedores. El dinero para la innovación, el cambio de modelo, eso de digitalizar y transformar Europa en lo que no es. Como se pretende ser competitivos tecnológicamente con Asia o Estados Unidos.
Estaría bien que el Banco Central Europeo contribuyera a ese cambio de modelo y a ese crecimiento económico real. El empleo es el motor y se le daña cuando en lugar de facilitar el crédito o el coste del dinero se les obliga a pagar el triple de lo que cuesta. Si en algún momento aparecen dificultades en la capacidad de los deudores la cosa puede ponerse otra vez fea y afectar a los de siempre.
Los taxistas utilizarán 'Uber'
Medio Londres paralizado. Los taxistas colapsan la ciudad. La gente pregunta que ocurre y la respuesta es que están protestando contra la plataforma Uber. ¿La que? Dicen nueve de cada diez. Al terminar la jornada de protesta y tras ser trending topic mundial durante horas, Uber tiene millones de usuarios nuevos en medio mundo. Independientemente de la campaña de publicidad gratuita que le han regalado ‘sus enemigos’, la plataforma debe ser analizada en el contexto de la economía, sociedad y relaciones en red en la que vivimos. Nada es como queremos que sea, es como es y lo jodido de esto es que por mucho que insistamos no hay ‘tutía‘ de cambiarlo. Puedes retrasarlo, pero no evitarlo. Lo mejor es prepararse, tomar medidas y cuando llegue casi tenerla amortiguada.
Conozco taxistas que usan Uber. ¿Se han unido al monstruo? No, a su modo de ver son adelantados a su oficio, profesionales que identifican que hay que renovarse y renovarse va más allá de si tu vehículo tiene revistas, iPads o conexión wi-fi incorporada. Son conductores que advierten un cambio más grande que el que Uber o Blablacar representan para el sector. Tiene que ve con la desaparición de la profesion en unas pocas décadas, tiene que ver con coches autopilotados y eficientes. Tiene que ver con que un ‘humano’ taxista del futuro inminente será un analista de flotas inteligentes autoconducidas que poco precisaran de la intervención de una persona. Ese nuevo empleo aun no existe, pero existirá.
Cuidado con seguir dando la razón a una gente que se marchita en su despacho. Europa es un cementerio intelectual cada vez más irrelevante en la revolución tecnológica. Hay muy poca cosa interesante y la que hay no se la potencia ni ayuda, todo lo contrario. Estados atrofiados a normas y regulaciones, haciendo todo lo posible para que no avance nada y la innovación se agote a fin de que los mercado no se abran, no sea que los grandes intereses se vean afectados.
Europa languidece pero despertará a pesar de sus dirigentes. Es un desastre de dimensiones bíblicas cuando hablamos de futuro, innovación, revolución tecnológica y negocios del futuro. Está en manos de todos cambiarlo y acabará dando razones a cuantos diseñan las herramientas del futuro. Nos hacen falta mercados sin restricciones y más valientes aceptando la realidad de nuestro tiempo para, entre todos, innovar en todos los campos. Pidiendo prohibir, cancelar o eliminar no se gana nada. La historia y el progreso lo va a pisotear todo. Si es más fácil, social, económico y rápido se te llevará por delante. Date por relevado, seas taxista o torero.
Si aquí todo va así, porque en otros lugares no. ¿Qué tienen sobretodo California, pero también Florida y Massachussets que viven un progreso tecnológico similar al del Renacimiento? Menos intervención política, regulación moderada, mercados abiertos, inversionistas que entienden que esa facilidad para innovar no se enfrentará nunca a la política restrictiva que vivimos en Europa por ejemplo.
Por ejemplo, mientras Europa se lanza contra Uber, Goldman Sachs, Google Ventures y Benchmark invierten en ella. The Wall Street Journal valora en 17.000 millones de US$ al juguetito este. Digamos que seguir con el discurso de que esta aplicación permite que ‘gente sin licencia haga de taxista’ es complicado de sostener.
El tema es que si yo tengo un coche y me ofrezco a llevar a alguien en él a cambio de que me compense por ello, la plataforma que me facilita el enlace me pide un porcentaje de ese acuerdo. Es una transacción, pero ¿que servicio se ofrece? ¿compensar el coste del uso del vehículo o el uso tecnológico? Sinceramente da igual. Regular estas actividades que ya se sitúan en escenarios que la tecnología da por superados es perder el tiempo. Lo mejor es empezar a buscar el punto de encuentro entre nuevos tiempos, nuevas imposiciones más realistas, profesiones en retroceso y acciones en red y socioeconómicas. Lo barato, rápido y social se llevará por delante el asunto.
Seguir considerando una licencia de taxi como una inversión es un error que muchos están empezando a notar. Eso ya pasó. Aquí hablamos de que la tecnología permite poner en la cesta tiempo libre de personas con artilugios que se conducen. Eso antes no era factible con esta potencia y el monopolio estaba en manos de otros. Ahora no hay monopolio por mucho que queramos impedirlo. Otra cosa es que TODOS deben regularse en aspectos como la seguridad, impuestos, calidad de servicio, y lo que sea, pero no imposibilitar un nuevo modelo que es irremediablemente parte del futuro.
¿Recuerdan lo imposible que era entender que el sector musical debía de aceptar Spotify? A Napster se lo cargaron, pero cambió el mundo. Así es la noria esta. Gira y gira te llames SGAE o te llames Kodak. Mi imagino la cara que pusieron las grandes APIs cuando Idealista empezó a poner en contacto a compradores y vendedores de fincas. Con el tiempo, Idealista es el mejor canal de venta de las inmobiliarias también
En otro post hablaremos de otros ejemplos del esfuerzo por ralentizar la velocidad a la que gira el mundo como el ‘aparente vacío que paraliza el uso de drones’. Con esto si que hay para escribir un libro. Decenas de juristas, expertos, políticos, cómicos y periodistas tratando el tema que nace viejo nada más empezar el debate.
Ministros tratando de imponer leyes, regulaciones y así atender las presiones de la Agencia Estatal de Seguridad Aérea. Casi un centenar de empresas paradas, cancelando contratos, perdiendo inversores y viendo como años de desarrollo se pierden por culpa de este tipo de pastores. Resulta que debaten sobre quien y como debe pilotar desde tierra un dron no pilotado. Hablan de capacitar a los conductores y meriendas parecidas cuando el dron del futuro inmediato es autopilotado con sensores y geolocalización desestimando la mano humana en ningún proceso. Cuando se den cuenta, también se pondrán a legislarlo y aun lo retrasaran mas. Que alguien les avise, ganaremos tiempo.
Yo si fuera taxista, ya me habría dado de alta en Uber.
Mi papá 'acelera startups'...
A los niños de la clase de mi hijo les preguntaron a que se dedicaban sus padres. Eran cuestiones sobre la profesión y las aficiones. Max respondió que su padre era ‘economista digital’ y me definió diciendo que ‘mi papá viajaba mucho, escribe libros y siempre está en Internet’. No dijo ‘emprendedor’ siendo la palabra que más se utiliza en las sobremesas familiares cuando me nombran. Interpreto que para mi hijo el hecho de emprender hoy en día lleva inscrito todo lo que es digital pero, al parecer, fue un modo de diferenciarme de algunos compañeros de clase que explicaron que sus padres eran ‘emprendedores’.
Para mantener ese grado de ‘exclusividad’ y ante la pregunta de ‘¿qué hacen los amigos de tu padre?’ mi hijo explicó que, aunque no sabía lo que era, ‘un amigo de mi padre acelera startups’. Supongo que tiene mucho que ver con el último divertido almuerzo que tuvimos en común la familia de Carlos Blanco y la mía donde, a buen seguro, ‘se quedó’ con el detalle.
Dejando de lado la curiosa apreciación me interesa mucho el cómo las nuevas generaciones están asimilando este punto exacto de la historia, como van entendiendo dónde su ubican las nuevas oportunidades y hacia donde se deben dirigir sus habilidades. Está claro que también deberemos medir de algún modo como digieren estos cambios que para ellos son un hecho natural y para nosotros, los ‘mayores’, son un tremendo cataclismo la mayoría de las veces.
Son generaciones que se avecinan sin descanso. Vienen de donde no habrá duda sobre el valor de la colaboración. Mientras nuestros gobernantes pertenecientes a una generación en el tiempo de descuento tecnológico se esfuerzan en ‘controlar‘ y legislar la Nueva Economía, estos pequeños la viven como lo único y real. Waze y la información social a tiempo real del estado del tráfico en cualquier parte del mundo, AirBnb que se ha revolucionado el mundo de la hostelería tradicional, Fon y su wifi colaborativo y el gran Uber que está poniendo en jaque el modelo tradicional de transporte ligado a las flotas de taxistas en algunas ciudades del mundo. Ellos no entenderan que la lógica sea la de prohibir ese avance, solo que si es mas barato, rápido y eficiente no se precisan los modelos del pasado (presente aun).
Leía que hoy en día, las generaciones que crecen inmersos en videojuegos de todo tipo donde ‘las vidas’ se pueden ‘recuperar’ en base a diferentes hazañas, el hecho de perder una partida permite aprender algo para la siguiente. Siempre es una teoría pero hay quien defiende que la Nueva Economía que se basa en la prueba/error está despegando gracias a que ahora confluyen esos dos aspectos: modelos y usos laborales que permiten errores a menor coste que antes y una generación de trabajadores capaces de sacar rédito de cada ‘game over’. El talento y el riesgo van juntos. Es ahí donde, a mi modo de ver, la economía digital juega un papel histórico por sus características esenciales que permiten sustituir grietas por fisuras.
Si retiramos algunas barreras mentales que rodean a la ‘vieja economía’ cambiará incluso la manera de pensar de las personas y sus relaciones con la realidad económica, política y social. Ciudades más modernas, tecnológicas y digitales serán también más plurales, eficientes y competitivas. Los emprendedores digitales son los estimulantes de ese nuevo rumbo, los dinamizadores del proceso. Su hoja de ruta se define por objetivos, por retos y por sueños, pero hacerlo de un modo actual es fundamental.
Mi hijo dijo de que soy ‘economista digital’ y que mis amigos son ‘aceleradores de startups’. En realidad quería decir, y no lo sabía aun, que la frontera entre emprender y hacer empresa parte de proyectar en low cost, de hacerlo en el long tail, en base a la escalabilidad del producto, retirando intermediarios de la cadena de valor, gestionando la inteligencia social y hacerlo de un modo global y tecnológico.
Mi hijo me preguntó con seis años ¿que era tirar de la cadena?, con cuatro ¿que cuando me equivoco porque no tiro para atrás? y ahora me suele explicar como se actualizan algunas aplicaciones.
Ya no es razonable hablar de nativos digitales o inmigrantes digitales. Ya no tiene sentido. Parece un viejo slide de una conferencia vieja. Debatir si se es o no digital no es ni una discusión que aguante un asalto. El tiempo circula, rápido, casi eléctrico. No pasa, circula. Ya nada será igual, nada podrá volver a la casilla de salida ni falta que hace. Sin embargo cada vez que un niño intenta describir lo que ve a su alrededor fijémonos exactamente lo que está diciendo pues en su definición está exactamente el futuro que tendremos todos. Ellos lo ven antes y sin artificios.
Ser local para ser global
A lo largo de este año Openshopen incorporará la lengua francesa y la árabe entre sus opciones de uso. Es una doble buena noticia. Por un lado para los clientes de la plataforma que les permitirá atender mercados francófonos y árabes y por otro que responde a la apertura de nuevas delegaciones que atenderán ese despliegue internacional. El nuevo equipo internacional está volcado en la definición de esta ambiciosa hoja de ruta.
De la mano de nuevos partners estamos iniciaremos operaciones en Francia, Bélgica, Canadá, Senegal y Camerún en francés y un poco más tarde en países en lengua árabe, tanto en el Próximo Oriente como en el norte de África.
Esta acción se suma a las consolidadas en Irlanda, México, Chile, Portugal, Colombia, Ecuador, Nigeria e incluso en España y en las que estamos inmersos en Sudáfrica, Brasil o Italia.
Desde el primer momento Openshopen responde a un criterio global, pero localizado. Buscamos ese punto diferencial difícil de gestionar pero estimulante en su concreción que suma el valor universal de una plataforma digital accesible desde cualquier lugar o dispositivo, con hacerlo desde una sede y equipo local de seguimiento, soporte y explotación de negocio. Le llaman ‘glocalización’ y es uno de los grandes retos de la Economía digital de estos tiempos.
Poco a poco vamos corrigiendo errores y superando las dificultades que supone descubrir mercados de cerca. Llevo veinte años haciéndolo y aún hoy aprendo con cada batacazo.
Pero esto sólo es una parte de la gran cantidad de novedades que se nos amontonan y que puedes ir siguiendo en nuestro blog en varios idiomas. El lanzamiento de nuevas plantillas mucho más vistosas y actuales, la salida del módulo para dispositivos móviles, la mejora del panel de uso para nuestros clientes, la permanencia de los mismos y el imparable crecimiento de altas, permite tomar con ilusión la segunda parte de este año en el que vamos a intentar convertir el término ‘glocalización’ en uno de los motores del proyecto.
Recuerda que si quieres montarte una tienda online, fácil, robusta y gratis puedes hacerlo con Openshopen.